No debí haber llegado tan lejos.

Tuve que utilizar a mi mujer como moneda de cambio para pagar una deuda.

NO DEBÍ HABER LLEGADO TAN LEJOS.

Os voy a contar una historia que me aconteció hace unos años y aunque en un primer momento me resultó humillante, con el paso del tiempo tanto mi mujer como yo, lo hemos ido viendo como un capitulo mas de nuestra vida, aunque en aquel momento se tornara como doloroso.

Somos un matrimonio clásico cercano a los 40 años de edad, yo solo me llevo dos años con mi mujer. Ella es atractiva y sobre todo cuando se arregla tiene algo especial que aquel que la conoce se fija, quizás no por ser exuberante sino y mas bien por ser amable y sobre todo ser poco accesible, lo que le hace parecer una fruta prohibida ante los ojos de los demás.

Pues bien, hace unos años anduve metido en unos negocios inmobiliarios que parecían bastante seguros, se iba a construir un residencial cerca de mi ciudad y las gentes que lo llevaban a cabo eran personas conocidas, por lo que me informaron del importante proyecto y me dieron la oportunidad de participar como socio. Cuando yo lo estudié me pareció un buen momento para ganar dinero, ya que yo me tengo que conformar con mi triste salario. Quizás esa fuese la diferencia entre el resto de los socios y yo, ellos tenían recursos propios y yo en cambio tenia que empeñarme para poder poner el capital mínimo exigido. Pero como oportunidades se presentan pocas veces, acudí a los bancos, los cuales me denegaron la cantidad solicitada por la baja nomina, lo que hizo que acudiera a dos amigos dedicados a la empresa para pedirles un préstamo.

Ambos accedieron, no sin antes firmar un documento con los intereses, los plazos y las fechas limite. Pues bien, aquello se hizo y lo que parecía un negocio redondo se convirtió en una ruina y perdimos toda la inversión, haciéndome de incumplir los plazos así como los pagos pactados, me reuní dos veces con ellos para explicarles la situación pero ellos no accedieron a ninguna de mis propuestas dándome un plazo de diez días en buscar una solución o de lo contrario la buscarían ellos y me advirtieron que me arrepentiría. Me moví para intentar conseguirlo pero fue del todo imposible por lo que no tuve mas remedio que dejarlo en sus manos y aceptar su petición, que yo suponía era trabajar para ellos gratuitamente hasta pagar la deuda. Gran error el mío, ya que la propuesta no fue esa sino que lo que querían era a mi mujer pero además querían buscarle todo el morbo y la humillación posible para que aprendiéramos lo que era no pagar una deuda. Para ello me presentaron un plan completo de lo que debía hacer para que ellos disfrutaran de mi mujer. El primer problema se presentó para convencer a mi mujer que accediera a ser la moneda de cambio para pagar la deuda, lo cual después de muchas discusiones aceptó de mala manera jurándome que nunca me lo perdonaría. El segundo paso sería prepararla en nuestra casa y en nuestra cama, ellos llegarían a casa donde yo les recibiría, les podría una copa y la televisión en nuestro salón para esperar la preparación. Mientras tanto yo debería desnudar a mi mujer por completo, ducharla y perfumarla para que estuviese limpia y suave para los señores, y así se hizo, llegaron a casa y yo le abrí la puerta conduciéndoles al salón.

¿Que vais a tomar?.

Primero una cerveza y después a la puta de tu mujer.

Les puse la cerveza y pasé a la habitación mientras ellos charlaban. Allí me esperaba ella con la cara desencajada desde que oyó el timbre de la puerta y sus voces. La hice un gesto de perdón y comencé a desnudarla, la quité toda la ropa y la acompañé al baño, ella estaba casi inmóvil dejándose llevar por mí. Abrí el agua templada y le metí en la ducha frotándola todo su cuerpo con delicadeza, era lo menos que podía hacer. La sequé y la acompañé al dormitorio. Posteriormente la puse sobre la cama a cuatro patas en el borde poniendo una luz tenue como se había exigido.

Cariño levanta bien el culo, será más fácil.

La dije mientras le llenaba su concha de lubricante para facilitar la penetración y que lo pasase lo menos mal posible y la pedí que esperara, ella seguía maldiciéndome entre dientes. Fui a avisarlos de que ya la tenían lista y ellos me exigieron que los acompañara, debería ver todo y además tendría que darle la mano en todo momento mientras era poseída por ellos.

Llegaron a la habitación y uno de ellos se puso detrás de mi mujer, sentí como temblaba al notar su cercanía.

ha, está tan buena como me imaginaba, valla culo mas lindo, prepararos que voy a cobrarme mi deuda.

Se desabrochó el pantalón y lo dejó caer a los tobillos, se bajó el calzoncillo y comenzó a masturbarse para ponérsela dura.

levanta la cara y mira a tu marido, quiero que vea tus gestos al ser poseída por otro hombre.

La agarró de las nalgas y suavemente le puso el pene en su chochito, lo tanteó y de un fuerte empujón se lo introdujo hasta dentro. Ella se quejó levemente mientras ponía una cara de mezcla entre dolor y asco.

¿La notas?, este es mi dinero.

Dijo mientras apretaba hasta el fondo. Comenzó a bombear cada vez con mas fuerza, mi mujer me apretaba la mano como pidiendo que aquel hombre se corriese pronto y terminase la primera parte de su martirio. Pero cuando estaba a punto, la sacó rápidamente y me dijo:

Dale la vuelta que quiero más.

Yo quería que me tragara la tierra, mi mujer cerró los ojos fuertemente y me pude imaginar lo que pensó.

Cariño por favor obedece.

Ella no dijo nada, se tumbó boca arriba tapándose los pechos con las manos.

Tú, ábrele las piernas.

Lo que hice. Ella se quedó inmóvil sobre la cama y el se echó sobre ella bombeando fuertemente.

Te he dicho que le cojas la mano, sino tendré que echarle otro polvo.

Ella se quitó una mano del pecho y sin abrir los ojos buscó la mía volviéndola a apretar con fuerza. No se quien lo pasaba peor si ella o yo, aunque he de reconocer que yo empezaba a excitarme.

Ha, ha, me viene, me viene.

Aquel se corrió en mi mujer, cayendo sobre ella casi extenuado mientras ella suspiraba.

Vamos lava la que me toca a mi (dijo el otro).

Sin mediar palabra la ayudé a levantarse y la llevé de nuevo al baño para sentarla en el vidé y lavarle sus partes. Se le saltaban las lágrimas por la rabia e impotencia. La sequé y volvimos al dormitorio. La eché sobre la cama y comencé de nuevo a darle lubricante en la concha.

Dale bien en el culo, que a mi me encanta encular.

Al oír esto ella se levantó como un resorte y dijo:

Eso si que no, por ahí no paso.

Un trato es un trato (dijo el).

Pero eso no era parte del trato (dije yo).

El trato era que nosotros haríamos lo que quisiéramos, si no accede nos vamos y no hemos hecho nada, la deuda sigue pendiente.

Quedamos en silencio y le dije:

Cariño debes acceder, sino lo que has pasado no servirá de nada.

De eso nada, por ahí no paso.

Bien, pues perdóname pero no me dejas otra salida.

¿Que vas a hacer? (me dijo).

Yo sin mediar palabra, abrí el armario y saqué dos correas.

¿No me irás a pegar? (dijo).

Sabes que nunca lo haría.

La empujé sobre la cama y forcejeando la até las manos a la espalda y posteriormente los pies juntos, ella empezó a gritar así que con un pañuelo le tapé la boca. Cogí el tubo de lubricante y le embadurné el culo, metiéndole el dedo para dilatárselo y que sufriera lo menos posible.

Ya la tienes lista (le dije).

Esto debió haberle puesto súper cachondo por que tenia el pene hinchado y duro como una piedra.

Si te relajas no te dolerá.

Hummm, hummm (gruño ella).

Se quitó los pantalones y se puso tras de ella, esta intento revolverse y entonces el gritó.

Sujétala imbecil.

Lo que tuve que hacer. Entonces este apunto al agujero y de un empujón se lo introdujo a la mitad.

Relájate (dijo).

Y de un segundo empujón se lo introdujo hasta los cojones. Entonces comenzó a bombear cada vez con más fuerza. Yo cada vez estaba mas excitado, lo que me causaba un cierto remordimiento hasta que baje la mirada y vi que el chochito de mi mujer empezaba a mojarse cada vez más hasta el punto de que su flujo empezó a bajar por la pierna. Entones el dio un jadeo y se corrió en su culo, la sacó y su semen se mezcló con el flujo al chorrearle por su chochito hasta las piernas. Entonces el comenzó a vestirse, lo que aproveché para soltar a mi mujer, que corrió a lavarse al baño.

  • Bien, hemos quedado satisfechos. Considera tu deuda saldada. Si alguna vez necesitas dinero ya sabes donde encontrarnos (dijeron en tono jocoso).

Los acompañé a la salida, yo iba cabizbajo. Cerré la puerta y volví al dormitorio un tanto avergonzado, iba a pedir perdón a mi mujer cuando entré y allí estaba ella desnuda.

Me he quedado con mucho hambre cariño, estoy caliente.

Sorprendido y caliente a la vez, me abalancé sobre ella y la follé tanto por delante como por detrás hasta que quedó satisfecha. Aquello hizo que todo quedase en una etapa más de nuestro matrimonio y no tuviese ninguna trascendencia grave. Es mas, de vez en cuando lo recordamos y nos excitamos mutuamente con el juego.

Pablo (Santander 2.001).