No deberías haber venido

Sara y J van a hacer a Marcos, el novio de Sara, un poco más alto...

Viéndolo en restospectiva, ambos sabíamos lo que iba a pasar aquella noche.

Éramos jóvenes, unos 19 recién cumplidos y empezando en la universidad. Sara era por entonces una de mis mejores amigas y la novia de Marcos, mi amigo de la infancia y de toda la adolescencia.

Imaginad a la típica pijita rubia. ¿Podéis visualizarlo? Ojos azules, melena perfecta, uno sesenta y cinco, delgada pero de curvas bonitas, labios gruesos, sonrisa permanente, sociable, sexy,

extrovertida, educada, buena estudiante

... un full pack, a fin de cuentas.

Recordarlo siempre me hace sonreír porque fueron años muy locos en casi todos los sentidos posibles. Aquella noche la habíamos planeado para estar tranquilos los dos. Esa semana habíamos hablado de cómo no habíamos quedado nunca los dos solos y de cómo nos daba una pereza inmensa hacer lo mismo de siempre con el grupo de siempre. Podría parecer una charla intrascendente, pero ya a esas alturas la tensión sexual se podía palpar y casi cortar. El sexo había sido un tema recurrente cada vez que coincidíamos, y mi masculinidad frágil y tóxica me había convencido de que, por muy amigo que fuera su novio Marcos, yo sabía mucho mejor que él qué esperaba Sara de un hombre, y estaba decidido a hacer de eso mi ventaja y entretenimiento particular.

Recuerdo que el plan era claro: mi casa se quedaba sola y ella iba a venir a cenar y tomar unos chupitos, íbamos a "charlar tranquilamente" sin más y todo iba a ser súper tranquilo.

De todas formas ella me preguntó que qué se ponía para vernos (cosa rara cuando supuestamente no tienes interés en follar, ¿verdad?), y yo aproveché la situación. Le sugerí que se pusiera unas botas altas de tacón negro, que le había visto en una fiesta hace no mucho y que, honestamente, le sentaban muy bien y me ponían cerdísimo. Ella se rió y me dijo que vería lo que podía hacer.

Solo quedaba esperar pacientemente al viernes por la noche.

Cuando me llamó hacía un hora que todo en la casa estaba listo y pensado para la posibilidad de tener a dos adolescentes follando. Una sugerente botella de tequila y dos vasos de chupito esperaban en la mesa del salón (lo de cenar antes era mera formalidad, por supuesto).

Había que ir en plan comando, para ahorrar tiempo y mostrar "mis virtudes" con la mayor claridad posible. Cuando llamó al timbre, mi polla engordó al momento, y me dispuse a abrir la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

Venía con su melenaza rubia totalmente suelta y lisa, un vestido-jersey de invierno gris que se ajustaba a su cuerpo casi a la perfección y que me tenía salivando, y claro...las botas de tacón. Sabía que la muy hija de puta no había podido resistir la tentación de ir provocándome.

  • Woooow... -, mi mirada era tan lasciva que seguro se dió cuenta de lo que estaba pensando. - Estás espectacular. ¿Todo esto para mí?

Se rió y se puso roja, pero me miró fijamente y con el azul de sus ojos me dijo:

  • Tenía que ser especial, que no vengo nunca a tu casa...

  • Es cierto, totalmente cierto. Pasa, ¡que tenemos una botella esperándonos!

Oír sus pasos, oler su perfume y ver ese culito meneándose por el pasillo me puso malo. Quería agarrar su cintura y empezar a comerle el ano, así de simple, sin ceremonias. Pero había que jugar bien las cartas, y no iba a desechar la oportunidad de follarme a semejante manjar.

La charla al principio fue de lo más trivial, sobre cómo nos iba en nuestras respectivas carreras y lo que se nos hacía más difícil y a quién habíamos conocido...todo muy en orden. Hasta el tercer o cuarto chupito la conversación no fue subiéndose a latitudes más calurosas.

Recuerdo que estábamos hablando de Marcos, de cómo a veces se frustraba cuando follaban juntos porque no conseguía correrse y siempre tenía que acabar a solas para que él no se molestase. No dejaba de mirarme a los ojos y la boca mientras se mordía el labio e iba arrastrando algunas palabras. Yo a duras penas seguía la conversación, pero en un momento dado conseguí hacer la pregunta que me abriría la puerta de par en par:

  • Pero, a ver... ¿en general dirías que cumple? Quiero decir... - la referencia clara a la polla de mi amigo no era accidental.

  • Sí, bueno... -dijo ella dudando. - Quiero decir, de tamaño está bien, creo yo, jajaja... - La pobre chica pensaba que la polla de su novio era "grande", y casi me da la risa.

Había visto a Marcos en los vestuarios mil veces y si llegaba a las 13cm podía darse por satisfecho. Vi clarísima mi oportunidad, iba a hacer gala una vez más de mis 21cm y ella ni siquiera sabía que lo quería aún.

  • ¿Ah, sí? - Me hice el loco descaradamente. - ¿Y cuánto le...?

Ella empezó a reírse, un poco más borracha que antes y acercándose a mí después de beber otro chupito.

  • Creo que 14... - Dijo con cara satisfecha.

  • Oh, vaya...pues entonces no está mal, ¿no? - Qué buen actor era, joder. La tenía en la palma de mi mano.

  • ¿Cómo que no está mal? Jajaja... - me miraba confusa. - ¿La tuya está por ahí o no?

Me hice el tímido, y mi respuesta, junto con la cara de sorpresa de ella, siempre estará grabada en mi retina como un hito de carrera:

  • Yo ando por los 21...

Su boca se abrió como nunca desde que nos conocimos. Fue un silencio de varios segundos en los que sus ojos bajaron varias veces hacia mi pantalón. Lo estaba gozando, y sabía cómo iba a ir la conversación a partir de ahora.

  • Hostia... ¿Y cómo es? Me refiero... - entre lo borracha y nerviosa que estaba se le había acelerado el habla. - ¿Está también "abierta" como la de Marcos o...?

Mi risa me salió algo más orgullosa de lo que habría deseado, pero mi respuesta no se hizo esperar:

  • Para nada, la mía hasta donde yo sé esta intacta...de hecho todo se desliza con bastante facilidad... - Ambos nos reímos con aquél comentario, no sé muy bien por qué.

  • No creo que haya visto una así nunca... -dijo Sara mirando al vacío.

  • Joder, Sara... - me hice el buenazo ahora. - ¡Pues eso tiene solución! ¿Te apetece verla? Cuando bebo siempre se me pone algo...grande.

Era la excusa perfecta. Sara pareció dudar durante unos segundos. Mi pulso se había acelerado porque sabía que lo iba a conseguir, llevábamos media botella de tequila encima y no habíamos parado de comernos con la mirada en toda la noche, sus pezones se marcaban en el vestido gris... Era mi momento.

  • Claro, venga -. Dijo Sara, - siento curiosidad de verdad...

  • ¡Vale! - Estaba más que dispuesto a jugar. -Pues cierra los ojos y cuenta hasta 12 jajajaja...

Ella también se rió, y empezó a contar muy lentamente. Pudo escuchar mi cinturón desabrocharse cuando me puse en pie, pudo oír mi bragueta bajándose, y aún me quedaron segundos para hacerme media paja para asegurar la firmeza máxima cuanto ella abrió los ojos.

Un gemido ahogado se quedó en su cara. No me miró a los ojos ni un segundo y solof tenía ojos para mi polla. La tenía palpitando y ella casi de inmediato se fue de rodillas al suelo y prácticamente se pegó a ella.

  • Joder... - su voz era casi un gemido constante. - Menuda polla...

Había algo poético en estar así, aún sin follar y solo haciendo "observaciones científicas". Notaba su aliento y eso la mantenía tiesa y gorda como un mástil.

-  Y mira... - dije mientras me hacía una paja en su cara. - Lo que te decía de deslizarse...

Ella no apartaba su cara embobada de mi polla, pero soltó una risita tímida. Ya la tenía, era el momento de enseñar el caramelo.

  • ¿Quieres probar tú...?

Su mirada fue directa a mis ojos y por un momento pude ver la preocupación en su cara. Mi plan aún podía fallar, así que tenía que ser cuidadoso.

  • No sé... -su voz parecía a punto de quebrarse. Seguía embriagada por mi polla. - ¿Siempre huele asi...? - Intentaba cambiar de tema para no ir al grano.

  • Casi siempre... - dije medio riéndome. - Al final es cosa tuya, ¿eh? Solo si quieres.

Ella aprovechó para ponerse algo cómoda en el suelo y al sentarse pude ver la confirmación de mi éxito, su tanga estaba empapado. Era mi triunfo definitivo.

  • A ver, si te apetece, estamos solos y solo es curiosidad... - aquello pareció meditarlo unos segundos y, sin decir nada, extendió su mano derecha y agarró el tronco de mi rabo con firmeza.

  • Joder... - empezó la paja muy concentrada y empezó a mirarme a los ojos. - Creo que todo esto me está poniendo un poco, jiji... - estábamos algo borrachos, pero lo suficientemente conscientes como para saber que aquello iba a acabar mal.

Su paja no era para nada mala. Tímida, sí, pero con cierta técnica que me estaba matando de gusto. Pero quería más, Sara iba a ser mi zorra y se la iba a meter en la boca con gusto esa noche. Mientras empezaba a jadear del gusto, articulé la frase mágica que desencadenaría el sexo propiamente dicho.

  • Si se moja desliza incluso mejor, eh... - ella paró medio segundo y luego sonrió mirándome a los ojos.

  • ¿Me estás pidiendo que escupa o...? -ella sabía perfectamente lo que le había pedido.

  • No, joder, eso se seca y luego es peor... - ya no pensaba con tanta claridad. -Podrías usar la boca si quieres...

Sara dio un suspiro largo, y abrió lentamente sus labios de niña pija y se metió la punta en l boca. Casi me sale un rugido triunfal en ese momento, pero me contuve. Comenzó un movimiento acompasado y yo noté cómo mi polla se iba humedeciendo. Apenas llegaba a la mitad, pero ya empezaba a escuchar ese gluo, glup, glup que me enciende vivo. Tras unos segundos comiendo en silencio, Sara se la sacó de la bosa y me miró fijamente sin dejar de pajearme.

  • Joder...no me cabe más. Es que con Marcos no me cuesta. - Aquella frase me dijo dos cosas. Una, que quería tragarse mi polla entera. Dos, que la muy zorra era muy consciente de lo que estábamos haciendo y lo estaba disfrutando. No pensé, bajé hasta su cara llena de babas y le comí la boca por primera vez esa noche. Al separar nuestros labios, le di otro besito corto y dije:

  • Si quieres podemos practicar.

Ella volvió a metérsela y yo le fui dando indicaciones. Lengua por aquí, respira por allá... Aún no había pasado de la mitad, pero cuando vi que había perfeccionado la técnica me dispuse a ser buen maestro de pruebas.

  • ¿Probamos...? - estaba deseando ver ese espectáculo. Y ella, aún con mi polla en su boca, articuló un tímido "ahá", así que hice presión.

Avanzó un par de centímetros y noté cómo su garganta se cerraba. En cuanto noté el reflejo, la saqué y dejé que respirase. Sara tosió, y paró un segundo, aunque sin soltar mi polla. Tras recuperar el aliento, solo dijo una palabra:

  • ¡Joder!

  • ¿Bien...? - intenté que mi tono fuese tranquilizador.

  • De puta madre... - tras decir eso volvió a mamar con ganas, y aproveché para avanzar en el tratamiento de choque.

  • Ahora vamos a hacerlo otra vez y vas a aguantar cinco segundos...cuento yo, ¿vale?.

Sara me mostró el pulgar hacia arriba sin dejar de comer mi rabio. Su saliva y mi líquido empezaban a caer en gotas mezcladas al suelo. Y tras poner mis manos tras su cabeza, de nuevo hice presión.

De nuevo la sensación de cierre y su reflejo que me empapaba la polla. Empecé a contar y ella empezó con esos ruidos que me encantan, ahogándose. Abrí los ojos para conservar el recuerdo, y vi que la muy putita se estaba sobando el tanga por debajo del vestido.

Cuando la saqué empapada, ella jadeó con ganas, y sin darle tiempo a decir nada le comí la boca otra vez.

  • Oye... Soy un maleducado. ¿Te apetece que te lo coma yo también? Podemos hacer un 69. - Hablé tan rápido y ella estaba tan agotada que sólo asintió y se levantó. Justo cuando iba a quitarse el vestido hablé con firmeza y le dije:

  • Mi única condición es que no te quites nada salvo el tanga. Me pone muchísimo todo lo que llevas y quiero follarte con esas botas.

Se puso seria, y sin dejar de mirarme, se bajó el tanga y lo tiró a un lado. Yo me acerqué a ella, con el rabo aún mojado y tieso, y empecé a besar sus labios mientras mi mano jugaba a gusto con su coño.

Estaba empapada, se había puesto muy cachonda y yo lo iba a explotar al máximo. Alterné el juego con su clítoris con varias incursiones de mis dedos y cuando la tuve gimiendo como una perrita en celo, la llevé de la mano al sofá, donde yo me tumbé boca arriba y ella se puso sobre mi sin mediar palabra.

Que me plantase el coño en la cara me hizo tremendamente feliz. Más aún cuando noté que se comía mi polla con más ganas cuando mi lengua apretaba. Solo éramos un par de cerdos haciendo lo que siempre habíamos querido.

No sé cuánto estuvimos así, pero en un momento dado ella se sacó mi polla de la boca y con gran esfuerzo dijo:

  • Me la vas a meter ya, ¿no?

Me debo a mi público, así que con un movimiento brusco me levanté y la puse boca arriba sobre el sofá. No hubo mucha ceremonia: froté la punta varias veces y se la metí hasta la mitad. Sara gritó y dijo algo con una voz aguda que le salió del alma:

  • ¡HOSTIA, ES ENORMEEEEE!

Empecé a follármela lentamente y besando sus preciosos labios mientras ella me miraba medio ida. Se le estaba fundiendo el cerebro con mi polla. Aún tenia saliva en la boca y los ojos llorosos de haber comido rabo durante un buen rato, y eso me hizo olvidar mi piedad y fui acelrando el ritmo hasta ponerme a toda máquina. Su coño era tan estrecho que sabía que después de mi todo iba a ser distinto. Al menos a eso estaba decidido.

Nuestros gemidos eran cada vez más altos y ella cerró sus piernas alrededor de mi. Noté el cuero de aquellas botas sobre mi culo y empecé un bombeo frenético, como si quisiera romperla. Por fin rompí la melodía de gemidos y le pregunté:

  • ¿Te gusta, Sarita...? ¿Te gusta cómo te follo...?

Ella solo dijo un tímido "sí.." daro que mis embestidas no le dejaban pensar. Pero yo no lo iba a dejar ahí.

  • ¿Marcos te folla así...? ¿Puede su polla hacer esto?

Ahora ella sí encontró la voz, y su respuesta fue simplemente épica.

  • No, joder...no me folla así... Dios qué puta me siento...

  • Eres un poco zorra, ¿no...?

  • Sí, sí...muy zorra...

Aquello estaba hecho, nos morreanos intensamente y ella me mordió el labio. Me separé abriendo los ojos y ella solo pudo chillar:

  • Me...voy...a CORREEEEEER....

Noté cómo su coño se contraía y aquello fue demasiado para mí. El breve pensamiento de que no habíamos usado condón cruzó mi mente, pero a esas alturas me daba igual. Como un toro de cría, descargué toda mi leche dentro de ella con un bramido. Sara, lejos de intentar separarse, me apretó más el culo con sus piernas y me miró con una intensidad animal a los ojos. Casi parecía...enamorada.

Me quedé dentro de ella un buen rato, no variamos nuestra posición y seguimos morreàndonos hasta que mi polla volvió a estar flácida. Pude ver cómo mi semen rebosaba de ese precioso coñito y me sentí extrañamente satisfecho.

Sara se levantó y se colocó el pelo mientras yo me vestía. No dijimos nada. Al rato vi que buscaba algo por el suelo, su tanga. Y agarrando su cintura para darle un beso en el cuello le dije:

  • ¿Te importa si me lo quedo? Me encanta ver mi lefa chorreando de ti.

Ella suspiró y dándome un último morreo me dijo muy seria:

  • Vale, quédatelo como recuerdo. Y no te rayes, que voy a tomar píldora. Esto...mejor que no lo sepa nadie, ¿no?

Por un momento me sentí raro. Algo dentro se mí sabía que no íbamos a repetir aquello y otra parte quería evitarlo. Tomé la decisión salomónica.

  • Eso depende de ti, Sara... Pero si es lo que quieres, soy una tumba.

Tras recoger todo, acompañé a Sara hasta casa. Y nuestro último beso me supo a muchísima culpabilidad por su parte, pero aún así mantuvo la compostura y me dijo cono si nada hubiera pasado:

  • Bueno... Te veo en casa de Marcos el viernes que viene, ¿no? Que quieren jugar a juegos de mesa estos.

Yo miré al frente y después de reír sarcástico le dije:

  • Sí, claro. Ahí te veo, guapa. Descansa.

FIN