No cogimos, hicimos el amor.
Después de la primera vez volvimos a estar juntos. Esta vez fue más que sexo.
Resulta que tengo novio. Antes de estar en pareja me la pasaba a pajas y mirando porno amateur. La cuestión es que tuve mi primera vez con él. Un día llegó a mi casa a desayunar y terminamos cogiendo. Simplemente nos sacamos la ropa (sin incluir remeras) y listo. Admito que dolió, fue algo caliente, excitante, pero debo decir que fue rápido, algo así como sacar una curita y sentir placer por ello.
Después de eso me desinhibí más. Le decía que estaba caliente, que quería coger otra vez, pero hacerlo más lento y con más mimos.
La oportunidad apareció un jueves. Él tenía que presentar un proyecto de fin de año en su instituto universitario y me pidió que lo acompañase ya que la presentación era abierta a todo público.
Después de todo lo académico nos fuimos a su departamento. En mi mente no pasaban muchas cosas. Sabía que íbamos a garchar, y que lo íbamos a hacer bien, sin miedo a que nadie nos interrumpiese.
Nos sentamos en su cama, y cansados por la venida de la uni nos acostamos. De a poco comenzamos a besarnos y tocarnos inocentemente. Nuestros besos se fueron intensificando, llegando mi lengua a su cuello, escuchando pequeños gemidos suyos cuando mi lengua tocaba la piel de su cuello y oreja. Él llevó su mano a mi entrepierna y comenzó a acariciarme, como llevaba puesto un vestido, simplemente se limitó a subirlo de a poco.
Los besos siguieron, aunque él ya estaba sin la camisa y yo sin el vestido. Mi ropa interior era lo único que me tapaba, hasta que él decidió posar sus labios en uno de mis pezones, haciéndome retorcer de placer. Me senté sobre él con las piernas abiertas. Sentía su erección y me apoyaba sobre él, me frotaba lentamente mientras sentía su lengua en mi teta. El estúpido corpiño era difícil de desabrochar para él, por lo que terminé haciéndolo yo, dejando libre a mis dos nenas para que él pudiera comerlas a gusto.
Quería chuparle la pija. Siempre que me masturbaba por internet con desconocidos les decía que lo único que quería era pasar mi lengua por sus pijas, y así lo hice con mi novio. Le pasé la lengua lentamente mientras lo miraba a los ojos de modo lascivo, me la tragaba toda, tener su pija en mi boca es uno de los mejores placeres de la Tierra, más aún es ver su rostro cuando se la chupo: pone sus ojos en blanco, se muerde su labio inferior y acto seguido mira al techo. Me excita demasiado verlo, escucharlo, sentirlo. Su mano toma mi cabeza y más específico mi cabello y empieza a cogerme la boca. Se hace cargo de mi boca y solo la sube y la baja de una forma un poco violenta, lo que me moja aún más.
De repente toma mi cabeza, me besa apasionadamente y mueve sus manos hacia mi cullote, que para el momento es lo único que tengo puesto. Lentamente me lo saca. Y yo tengo miedo. Temo que se disguste por mi aspecto físico, temo no agradarle, temo (aunque es gracioso) por su tremenda erección.
Me mira, lo miro. Él ya se ha desnudado. Nos unimos, piel con piel. Nos besamos, nuestras lenguas se tocan. Me penetra. Me la mete de a poco, me duele, él sigue. La siento entrar, la mete hasta el fondo.
-...mmm, sí mi amor.
No atino a decir mucho. Solo me limito a sentir. Siento su respiración agitada. Me gusta.
Nos acomodamos bien, me pongo boca abajo y él empieza a cogerme. De pronto todo se vuelve más rápido, su pija empieza a rozarme con mayor velocidad, me muevo con él y no puedo evitar gritar del placer, él sigue, lo hace rápido, me encanta.
Cambiamos de posición y él termina sobre mí mientras mis piernas mantienen su cuerpo lo más cerca de mi concha. Me martilla. Es imposible sentir tanto placer, le rasguño la espalda. Jugamos con nuestras lenguas mientras su verga entra y sale de mí. Cogemos como animales, pero nos amamos como nadie. Hay pasión, hay lujuria en cada penetración. Es un vaivén sexual. Ambos estamos transpirados pero no paramos.
-Amor quiero estar encima tuyo- le digo apenas, con la boca seca.
-Si mi vida, vení- me responde, y luego se sienta.
Me acomodo bien y me siento en su pija, lo abrazo, lo beso y empiezo a moverme. Cada vez lo hago más rápido, comienzo a saltar en su verga y me vuelvo loca, me fascina sentirlo dentro mío. Lo miro a los ojos, lo beso y él sigue entrando y saliendo.
Él se acomoda sobre mí y yo boca arriba y con las piernas abiertas lo recibo. Mientras me penetra me frota el clítoris hasta acabar. Mis piernas tiemblan y no cabe pensamiento en mi mente. Él saca su verga de mí y dice que va a acabar. Me tira toda su leche en mis pechos, yo cierro los ojos y siento ese tibio néctar sobre mí.
Se recuesta, me besa, y luego se levanta. Me levanta, me mira a los ojos y dice: -¿Nos bañamos juntos?
Lo sigo con una sonrisa en mi rostro, y mis ojos en el hermoso lunar que tiene en el culo. Lo sigo, sabiendo que después de la ducha, después de un pucho, voy a caer en el mundo onírico al lado del hombre que amo.