No apuestes nunca contra tu mujer
No apuestes nunca contra tu mujer... siempre tendrás las de perder.
Soy médico y por mi trabajo viajo bastante. Congresos, presentaciones, cursos… La verdad es que no paro. De un lado para otro. Y cuando estoy en mi ciudad turnos maratonianos de 12 horas… En fin, una vida dedicada casi completamente al trabajo.
El poco tiempo libre que me queda se lo dedico a mi mujer, Rosa, una morena de 32 años. Preciosa, con una melena castaña que encuadra una cara preciosa a la que echarías 25 años. Un cuerpo con curvas pronunciadas, como una carretera de los Alpes. Pecho generoso y trasero rotundo y firme como una roca. Me vuelve loco aunque ella (ya sabéis como son las mujeres) afirma que esta pasada de peso. Yo la encuentro preciosa, muy voluptuosa y sexy.
Somos una pareja normal, con una vida sexual normal tirando a muy activa pero nada raro desde nuestros años de noviazgo. Mi mujer es como el 98% por ciento de mujeres. Le gusta el sexo pero sin “rarezas” como lo llama ella. A mí alguna vez se me ha pasado por la mente alguna perversión o fantasía e incluso le he llegado a contar algo a ella pero no ha pasado de ahí… Hasta ahora.
Me salió un curso de especialización en Barcelona de una semana. Una cosa bastante normal. Pero recién pasadas las Navidades, en las que me había chupado más guardias que un recluta, me fastidiaba tener que dejar a Rosa en Madrid, así que le propuse que el Viernes por la tarde, recién salida de trabajar, cogiera el puente aéreo y se viniera para el hotel donde nos alojábamos parte de la gente del curso. Esa noche le presentaría a mis nuevos colegas de curso, cenaríamos y en lugar de volverme el sábado, pasaríamos el fin de semana en la Ciudad Condal.
Dicho y hecho. Rosa cogió el vuelo y a las 20 horas ya se encontraba en la habitación del hotel duchándose y poniéndose guapa.
La observaba mientras se duchaba y el agua formaba regueros sobre su cuerpo que iban a morir invariablemente, bien a sus pezones, bien a sus nalgas o bien a su entrepierna provocándome una erección y planteándome si me metía en la ducha y la daba un buen meneo. Lo dejé estar. No quería llegar tarde y esta noche y el fin de semana tendríamos tiempo suficiente para desquitarnos
Vi como cogía su maquinilla de depilarse y comenzaba a rasurarse la fina tirilla de pelo de su pubis, que fuese la época del año que fuese, mantenía impecable.
- ¿Qué haces, por qué te la quitas?
- Porqué el otro día, depilándome se me fue un poco la mano y me quedó torcida. Me la voy a quitar entera y así que me salga rectita otra vez. Mira que chulo me ha quedado.
Y con una sonrisa picarona me mostró su ahora inmaculado pubis, sin un solo pelo. La verdad que estaba muy excitante. Alargué la mano para acariciarlo pero me sacudió un papirotazo.
- Golosón, que te conozco y vamos con el tiempo justo… Ya lo catarás.
Salió de la ducha y comenzó a secarse. Sobre la cama vi un vestido negro, sin mangas, ligeramente ajustado al cuerpo, anudado al cuello y falda hasta un poco por encima de las rodillas.
- Ponte el conjunto blanco, anda.
- ¿Pero qué dices? ¿Con el frio que hace?... me voy a helar.
- Vamos a un local enfrente del hotel. Salir de aquí, 50 metros, entrar y estamos en el calor. Estás preciosa con él.
- Joder, ya sabes que voy muy incómoda. No me gusta. Prefiero algo más discreto.
- Mira, estas guapísima. A mis colegas de curso ni les he dicho que venias. Quiero que sea una impresión.
- Mira, me pongo el negro y luego, para la fiestecita que montemos tu y yo me lo pongo..
- No seas así, mujer. Pruébatelo y te digo que tal de queda. Te juro que si vas hecha un adefesio no voy a dejar que hagas el ridículo.
- Joder, Ángel. La última vez que me lo puse el taxista me vio todas las bragas y un viejo me preguntó que cuanto costaba el completo...
El conjunto al que nos referíamos era uno que compré en un viaje a Londres para una Nochevieja. Un top blanco y una minifalda tubo ajustadisima a los muslos. Resoplando, Rosa se puso la ropa interior. Un sujetador blanco sin hombreras y un tanga del mismo color. A continuación, el conjunto. Mientras se acercaba al espejo, se lo anudaba al cuello el top. La verdad es que estaba que quitaba la respiración. Marcaba cada una de sus curvas como si llevara un guante... Y si te fijabas con cuidado, se transparentaba el tanga...
- Joder, pero como quieres que salga así…
Lo repito. Le quedaba fantástico. Quizás me pierda la pasión por mi mujer pero estaba guapísima; para quitar el hipo.
- Estás guapísima.
- No es que no me guste. Es que ya sabes que con este parezco una puta.
- Vamos a ver. No se te transparenta... mucho. Y eso la da más morbo.
- Ya…
- Además, que vayas así no implica que seas una puta. Además, vienes conmigo…
- ¿Quieres decir que si no fuera contigo se pensarían que soy una puta?
- Joder, no me lleves a tu terreno, que sabes lo que te digo…
Rosa volvió a mirarse en el espejo, me miró a mí y mirándose de nuevo sonrió de una manera un poco rara.
- Ya…
Los “Ya” de mi mujer presagiaban discusión o concesión. Veamos a ver…
- Vamos a hacer una cosa, a ver qué te... parece. ¿a qué hora has quedado con tus compañeros?
- Pues… sobre las nueve y media.
- ¿Y dices que no me conocen?
- Pues no... Nos conocimos el lunes.
- Vale… Mira, yo me dejo el conjunto y voy a bajar al bar ese a las 9 y media. Me vas a describir a tus colegas. Tú bajas más tarde…
Empezaba a intrigarme.
- … pongamos que a las diez. Yo estaré hablando con ellos. Media hora es suficiente. Al llegar miras mis manos. Si ves que... a ver, por ejemplo... sigo llevando la alianza en la mano derecha es que no me han tomado por una puta, me presentas, santas pascuas y yo me la envaino. Tus compañeros son geniales, los hombres si ven una minifalda no se excitan. Si ves que la llevo en la izquierda, es que me han tomado por un putón, tú haces que no me conoces de nada…
- ¿Queeee…?
- … tú haces que no me conoces de nada, me paso un rato de risas y cuando quieras que acabe la broma, te pides… te pides, por ejemplo algo que no suelas beber nunca… como una ginebra sola, me subo al hotel, te espero y por supuesto no me vuelvo a poner el vestido y mañana me llevas de compras. ¿Qué te parece el trato?
La verdad es que flipaba en colores. Para el carácter de Rosa esta proposición era… era… era como si el Sol saliera por el oeste.
- Joder… No se…- Me miraba con una sonrisa socarrona – De acuerdo. Pero lo hago solo para demostrarte que las tías pensáis que los tíos solos pensamos en lo “único”.
- Muy bien, guapo. Veremos quién tiene razón…
- Ok.
- Recuerda. Si quieres que acabe, te pides una ginebra…
- No va a hacer falta, preciosa.
Rosa terminó de maquillarse. La verdad es que estaba preciosa. Después de hacerme describir a mis colegas de curso (“Mira, va a ser fácil. Son tres y uno de ellos es guineano…”), Rosa se puso el abrigo y besándome ligeramente en los labios, se despidió de mí y salió por la puerta con un “No tardes demasiado…”. Como despedida, se levantó el abrigo, se subió la falda y me mostró sus firmes nalgas al tiempo que me sacaba la lengua.
La verdad es que la media hora se me hizo eterna. Me terminé de arreglar, me cambié de camisa, me volví a cambiar de camisa. Puse la televisión y de inmediato la apagué porque me salió un canal por satélite sueco en el que daban una película porno... Para qué negarlo: Tenia una ansiedad y unos nervios horrorosos que se me habían agarrado al estomago y me provocaban unas nauseas enormes. La situación me parecía muy morbosa pero no me agradaba nada, nada que ni siquiera por asomo se hiciera pasar por puta.
Si, es cierto; había fantaseado con esa situación, pero una cosa es fantasear y otra muy distinta es poner la carne en el asador… De todas maneras, mis colegas de curso me parecían gente seria y normal. No me daban la imagen de unos puteros: Carlos. Hijo de unos emigrantes guineanos, nacido en Salamanca, de unos 35 años. Por supuesto, negro. Luis, un gallego rubio de unos 42 años, muy gracioso. Y Antonio, jefe de servicio de un hospital, de 55 años. Gordo, calvo, padre de 5 hijos, católico devoto… Vamos, este no tenía ninguna pinta de putero.
Miré mi reloj; faltaban un par de minutos para las 10, así que deprisa y corriendo cogí mi abrigo y me fui en dirección al bar.
Mientras bajaba en el ascensor, trate de serenarme. Un poco más tranquilo, salí a la calle. El frio de Diciembre me dio en la cara y ayudó a despejarme un poco más. Cruce la calle y dando una profunda inspiración, abrí la puerta y me metí en el bar… Bueno, más que bar era un pub. Decoración de madera, posters de Guinness, luz tenue y música de fondo. Alargué la cabeza buscando a mis compañeros. Carlos, al fondo del local, me hizo un gesto con la mano. Sorteando a la gente por la barra, me fui acercando, sin lograr ver a Rosa. Por fin llegué hasta ellos.
- Hola, chicos.
- Joder, tío. Eres un impuntual. Habíamos quedado hace media hora.
- Lo siento, me he liado.
- Bueno, tampoco importa demasiado – dijo Carlos – Hemos conocido a alguien más interesante que tú- dijo riéndose – Mira – decía mientras apartaba a un lado a Antonio – Te presentamos. Rosa, este es nuestro compañero Ángel. Ángel, esta preciosidad es Rosa.
Luis se apartó. Y ahí estaba. Sentada en un taburete alto. Con las piernas cruzadas, ( Joder, era verdad... Cuando cruzaba las piernas se le veía el tanga) sonriendo a algo que le contaba Antonio. Me miró y me sonrió.
- Hola, Ángel. Encantada… - como si nunca me hubiera visto antes.
- Hola, mucho gusto. – Le dije dándola dos besos en la mejilla.
- Rosa estaba sola y como tú tardabas mucho, le hemos dicho que se tomara algo con nosotros.
- Mira que bien – dije mientras trataba de ver en qué mano llevaba el anillo Rosa, aunque ella, mantenía sus manos cruzadas en el regazo, inocentemente.
Así que Rosa me sonrió y separando, por fin, las manos me preguntó cándidamente.
- ¿Que vas a tomar, Ángel?
Y vi en que mano llevaba la alianza: La izquierda. Joderrrr… No me lo podía creer. ¿Pero como coño estos tíos habían confundido a mi chica con una puta?...¡ Ostias, que era mi mujer...! Iba sexy, cierto, pero … Bueno estaba lo del tanga...Vaya leche que les han dado. Para que confíes en alguien.
- ¿Hola?... Llamando a La Tierra – Me volvió a preguntar con una deliciosa sonrisa que en realidad quería significar el cachondeo interior que llevaba Rosa.
“¿Si…Cachondeo tenemos?... Pues vamos a ver cuánto cachondeo tienes y hasta donde llegas”.
- Puessss… Me voy a tomar un destornillador: Vodka con naranja – le dije al camarero, como quién no quiere la cosa.
Rosa alzó imperceptiblemente una ceja, sorprendida que no pidiera la ginebra, sorpresa que desapareció de su cara en un nanosegundo mientras continuaba la conversación con Luis y Antonio.
Pasado unos cinco minutos y al tiempo que ella acababa su copa, se levantó del taburete y cogiendo suavemente del brazo a Luis se dirigió al los cuartos de baños.
- Anda, Luis. Acompáñame hasta el baño que estoy un… poco mareada.
Le puso en poco de énfasis al lo de mareada, para que supiéramos que ni mareo ni leches. Y por si cupiera duda, las miradas y sonrisitas de mis compañeros no dejaban duda. Luis se alejó con Rosa, desapareciendo entre las cortinas que llevaban a los baños. Antonio y Carlos me miraron y soltaron una carcajada.
- ¡Vaya cacho de guarra nos hemos encontrado!
No sé lo que me impresionó más: Ver desaparecer en dirección a los baños a Rosa, que la llamaran guarra o el que lo dijera fuera el super galante Antonio…
La verdad que el tal Luis no se anduvo con chiquitas. Nada más entrar a los baños la metió en una de las cabinas y cerró la puerta con pestillo. Rosa estaba un poco sorprendida con la situación, sorprendida porque pensaba que Ángel iba a haber acabado con la broma en ese momento. Y sorprendida por lo fácil que le había resultado llegar a este momento. Así que cuando Luis la besó, metiéndola la lengua hasta las amígdalas. Rosa no sabía muy bien qué hacer y cuando le levantó la falda hasta la cintura y comenzó a acariciar su sexo por encima del tanga, se tuvo que confesar más excitada de lo que pensaba y enlazó su lengua con la de Luis. Un rato después comenzó a bajarse los pantalones…
… La polla de Luis entraba y salía de la garganta de Rosa. Todo lo que había podido arrancar de ella era esa mamada. Y le había costado 100 €… Si quería algo más sería pagando más y en la habitación del hotel. Rosa intentaba esmerarse, haciendo lo que le hacía a Ángel. Pero estaba muy nerviosa. Quería salir de esta situación pero estaba muy excitada… ¡Y qué cojones! Ángel podía haber acabado con esto y no había querido así que… Como esto escena estaba durando ya un poco hizo una cosa que a Ángel le volvía loco. Agarró el tronco del rabo y mientras lo pajeaba sobre su lengua, miró a los ojos de Luis y emitió un profundo quejido. Demasiado para el médico gallego. Explotó literalmente en su lengua y Rosa tuvo que metérsela en la boca para no mancharse. Una corrida larga, cálida y espesa que Rosa no quería tragar, que la hacía hinchar los carrillos pero que tuvo que empezar a deglutir para no ahogarse…
… Luis salió de los baños, después de conseguir por 30€ más el tanga de Rosa. Rosa estaba sentada en la taza, tratando de tranquilizar el temblor de piernas que la atenazaba, hasta que, no pudo más y levantándose rápidamente, levantó la tapa y vomitó la papilla en que habían quedado convertidos los dos rones con Coca-Cola junto con el esperma. Al acabar pensó que en realidad había vomitado por los nervios porque el sabor no era tan malo…
Luis y Rosa llevaban casi cuarto de hora sin aparecer. Me estaba poniendo malísimo: una mezcla de nervios, nauseas y dolor de cabeza a partes iguales que debía disimular poniendo una cara desenfadada y participando en la bromas y confidencias de mis compañeros. Así me enteré que la habían conocido en el bar, que estaba sola y lo que Rosa ya me había anunciado con el cambio de mano de la alianza: Que era prostituta (“Puta” fue exactamente lo que dijo Antonio) y que ellos habían pedido por sus servicios y que se había resistido (“Esta noche libro, cariños…” y “Soy muyyy cara”) hasta que llegué yo y me pedí mi bebida, que fue cuando le pidió a Luis que la acompañara a los baños para hacer lo que todos nos imaginábamos… Simulé risas, chascarrillos y sonrisas de complicidad pero por dentro me daba de bofetadas por no haberme tragado el orgullo y haber pedido ese puto vaso de ginebra… pero a pesar de todo estaba muy excitado.
En estas apareció Luis, solo…
- ¡Joder, tíos!... Vaya superventosa. Me ha sacado los tuétanos. Me ha costado 130 pavos-
- ¡Ostias! ¿130 pavos por una mamada?
- Bueno… 100 por la mamada y 30 pavos por esto – dijo ahuecándose el bolsillo de la chaqueta y enseñándonos el tanga de mi mujer – tíos… y esta chorreando... ¡Vaya una guarra!... Merece cada euro que se pague.
Me podrían dar el Oscar. Participaba en esta conversación de “machos” pero tenía el alma a los pies: Esa “guarra” de la que hablaban era mi mujer… la cual apareció sonriente y fresca como una rosa.
- Bueno, chicos… Podríais invitarme a una copa… en vuestras habitaciones… ¿No?
- Bueno… es que nos íbamos a cenar – traté de cortar una situación que ya parecía fuera de control.
- ¡Calla, aguafiestas…Ya cenaremos otro día!.. Anda, Rosita, vente que tomes algo con nosotros... en nuestras habitaciones.- dijo el muy católico Antonio.
Así que, flanqueada por mis tres compañeros y conmigo detrás, salimos a la calle, cruzamos y nos metimos en el hotel, espacio corto en el que, entre las risas de mi mujer, dio tiempo para ver como le sobaban el culo a base de bien e incluso como le subían la falda y me demostraban que Rosa ya no llevaba ropa interior.
Por fin llegamos al hall del hotel, donde recompusimos un poco nuestra presencia, aunque la recomposición duró poco. Nos metimos en el ascensor y en cuanto las puertas se cerraron, Carlos, la separó de los demás y empujándola contra la madera del ascensor comenzó a besarla, qué digo besarla, morrearla. El tenía su rodilla entre las piernas de Rosa y deslizó sus dos manos por detrás, levantadola la falda y agarrándola las dos cachas del culo. Rosa le había agarrado la cabeza y se entregaba con absoluta pasión al húmedo beso, metiendole la lengua y entrelazándola con la de él, mientras los demás no hacíamos más que mirarlos y sonreírnos entre nosotros. Cuando llegamos a nuestro piso, no sabía muy bien que cojones iba a pasar así que, Rosa, colocando de nuevo su ropa y metiéndose de nuevo en su papel, tomó las riendas de la situación.
- Muy bien, chicos... Nada de cosas raras así que... - decía mientras me lanzó una mirada entre excitada y divertida – cada uno a su habitación y yo me iré primero con... Carlos. Después con Antonio , luego Luis y por último, Ángel – Y rubricó sus palabras dándome un lúbrico beso que mató el pensamiento que me nacía en la mente: “ ¡ Joder, Rosa parece de verdad una puta...!”
Así que, dándole la mano a Carlos y como si dos enamorados se trataran, se dirigieron a la habitación de él besándose. Abrieron la puerta, Carlos hizo el signo de la victoria, Rosa nos dedico un gesto de adiós con la mano y finalmente, la puerta se cerró.
Los demás nos fuimos a las habitaciones, mientras Luis y Antonio me comentaban la suerte de habernos encontrado con un puta de primera. “ Nos va a sacar los cuartos pero es de primera” me dijo Antonio. “ Va a merecer la pena pero conmigo se va a tener que ganar el jornal” y soltando una carcajada se metió en su suite. Yo me quedé solo en el pasillo y finalmente, me metí en la mía, no sin estar tentado de acércame hasta la puerta de Carlos para escuchar. Pero al final desistí, entré en mi habitación a oscuras, iluminada con las farolas de la calle y me senté en la cama. La habitación todavía olía a su colonia y a los pies de la cama estaba los vaqueros que había llevado puestos en el viaje....
Rosa se asustó un poco cuando Carlos le pidió lo que quería hacer. Y aunque le pidió 500 €, el guineano sacó un fajo de billetes y se los dio. Finalmente tuvo que consentir: Un negocio era un negocio...
Durante más de una hora, con las manos atadas a los postes de la cama con pañuelos de seda, Carlos la estuvo follando 5 veces. Las tres primeras con condón. Las dos últimas, sin él, descargando en su irritada vagina.
La primera vez que le enchufó su negro rabo, Rosa no dejó de tener un estremecimiento. No había tenido más pareja que Ángel. “ Joder, es la primera vez que me folla alguien que no es Ángel...”
Por fin, tras un cuarto de hora, Carlos anunció que se corría, berreando como un ciervo en celo. Después de correrse se detuvo y permaneció dentro de ella unos segundos y se quitó de encima. Rosa estaba boca arriba, fatigado. Sus pechos brillaban por el sudor. Su coño estaba dilatado y congestionado.
Carlos con el pene flácido ya, se quitó el condón. Se acercó a Rosa sonriendo. El condón estaba lleno de semen. Por fuera estaba muy mojado y pringado con los flujos de Rosa. Por la habitación se extendió un fuerte olor a coño y semen. Carlos sonrió, y luego le acercó el condón a la cara. Rosa flipaba. “ Joder, este tío esta como una cabra” . Carlos la recordó que por 500 €, bien podía comer un poco de cuajada. Atada como estaba, en una situación vulnerable no pudo menos que sonreír, hacer de tripas corazón y darle su mejor sonrisa.
Se lo acercó a la cara y le dio la vuelta sobre la boca de Rosa. Ésta la abrió, disimulando el asco que le producía y el semen empezó a resbalar a lo largo del condón. Después empezó a salir y se quedó colgando...
Después de una hora, por fin la desató. Tenia el estomago revuelto del semen de los tres primeros condones. La mezcla de sabores agridulce y del látex era repugnante, pero no se había quejado. Cuando se quedó sin condones, la ofreció 100€ más por hacerlo a pelo. Casi fue una bendición. Las corridas terminaron por lubricar su irritadisima vagina, aunque casi la descoyunta las piernas. Carlos le agarró los tobillos y le abrió las piernas hasta casi dejárselas perpendiculares con el tronco. “¡ Joderrr.. este tío me va a partir en dos!. Desde luego, a partir del segundo polvo había dejado de disfrutar lo que había disfrutado con el primero. Durante la cuarta y quinta corrida, ni siquiera le saco la polla. Continuó follandola, abriéndola más las piernas y convirtiendo su corrida en una especie de nata montada...
…Se levantó al baño mientras la lefa del guineano corría muslos abajo, procedente de su coño, abierto en una “O”, como en una mueca de sorpresa. Se limpió un poco mientras Carlos atendía por quinta vez una llamada de sus impacientes colegas. “ Jamás voy a volver a apostarme nada...”
Pasaba una hora desde que Rosa había desaparecido con Carlos. Había intentado llamarla al teléfono móvil pero me daba apagado. Una vez más los nervios me atenazaban la boca del estomago. Finalmente decidí llamarles a la habitación un par de veces. La primera vez no me lo cogió. La segunda fue contestada por Carlos:
- Joder, tío. ¿ Que pasa que no cogías el teléfono?.
- Coño, ¿que va a pasar?...
- Ya pero... es que... como soy el último...
- Pues tranquilízate un poco porque te queda esperar 2 horas más...
- …
- Si, acaba de irse para la habitación de Antonio. La muy puta me ha costado 600 €. Pero... ¡Madre mía!...¡Vaya guarra que esta hecha!... Me la ha puesto dura cinco veces...¡ Bueno, bueno, tio! ¡ Se ha bebido la lefa de mis condones y hasta me ha dejado correrme a pelo en su coño!
Joder, que era mi mujer...
Rosa empezaba a pensar que tal vez no era tan divertida la idea. Estaba enfadada consigo misma y con el gilipollas de su marido por no haberse pedido la puta ginebra. Una nueva oleada de dolor la sacó de sus pensamientos...
Nada más entrar, Antonio, el que hasta ahora se había mostrado más galante, directamente la arrancó la ropa y arrodillandola en el suelo, literalmente, comenzó a follarla la boca.
Atraía la cabeza de Rosa hasta su rabo a la vez que propinaba un golpe de cadera como si en verdad la follara.
- ¡ Diosssss, pedazo puta... te vas a tragar hasta la última gota, zorra de mierda, toma, tomaaaa.... yaaaaaaa…!
La tiraba el pelo como si quisiera arrancárselo y no hacía más que darle nalgadas rápidas y cortas. Por fin se quedó quieto pero sin salirse de la boca de Rosa. Por fin, muy lentamente, deslizo el pene entre sus labios al tiempo que un hilillo de semen se deslizaba por su barbilla. Rosa se separó de él, sentándose en la moqueta...
- ¿ Pero tu estas gilipollas... que coño te crees que haces?- dijo entre toses mientras se le venia el semen a la boca.
- Eh...No te des tantos humos que no eres más que una puta. A fin de cuentas soy el que pago.
“Menudo machista de mierda” pensó Rosa, sin saber que la retenía en la habitación del troglodita este... “Vaya padre de familia ejemplar...”.
- No te des tantos humos tú, pringao... A mi no me has pagado nada...
Antonio fue hasta su chaqueta y sacó un abultado sobre. Sacó unos billetes que tiró al suelo.
- Ahí va, zorrón. 500 … 50 por esta mamada y esto ...- Sostenía otro grupo de billetes entre los dedos.
Rosa notaba un escalofrío por la espalda. Imaginaba que ganarse esos billetes no iba a ser simplemente por follar...
- ¿ Y... eso?
- Esto... - decía Antonio con una sonrisa lasciva- esto... deberías ir al baño y evacuar... No me gustaría tener que empujarte la mierda...
… Y en estas estaba Rosa. Antonio la había esperado tumbado boca arriba en la cama. Y ella lo había montado... Había sido la cosa más dolorosa de su vida. De un solo brutal golpe, se la había empotrado hasta las pelotas. Alguna vez había practicado sexo anal con Ángel pero siempre despacio, dando tiempo para acomodar su pene a su culo, pero nunca tan de golpe. Creía que le había desgarrado el ano. Pegó un grito y las lagrimas brotaron de golpe de sus ojos. Antonio se enardeció con eso. Comenzó a follarla como un martillo pilón. Durante unos instantes, Rosa creyó que había perdido el conocimiento. Pero el dolor la devolvió a la realidad. Cada embestida hacia que oleadas de dolor la recorrieran el intestino. “ Madre de Dios...¿ Que cojones he hecho?” pensaba...
… Rosa llevaba ya más de 40 minutos de tortura. La verdad que, en honor de la verdad, para lo viejo que estaba y el tripón que gastaba, tenía una resistencia envidiable. El ojete lo tenía completamente dormido. Ahora el recto era lo único que de vez en cuando le enviaba descargas dolorosas. Y de vez en cuando algún golpe llegaba inclusa a golpearle el útero. Pero hacía cinco minutos que había empezado una nueva tortura. Antonio había agarrado sus tetas y las estaba estrujando como si fueran dos naranjas o dos bolas anti-estress. Rosa había intentado quitarle las manos pero cada vez que lo hacía, apretaba más los pechos y arreciaba su follada, con lo que tenia que usar sus manos para frenar la follada. “¡ Ostias, ostias... o me revienta las tripas o las tetas...!”. A esto añadió unos sádicos pellizcos en sus pezones, que rápidamente adquirieron casi un color rojizo y se pusieron duros como una piedra. ¡Aaarghhh... o logro que se corra este cabrón o me mata... mis tetas... mi ano...!
Casi desfallecida comenzó a gemir como una loca, como si le pegaran el mejor polvo de su vida, a decirle como le gustaba. Y el arreciaba en su follada y le exprimía las tetas como si fuera a sacar zumo; y cuanto más gemía, mas empitonaba y mas estrujaba.... La cara de Rosa estaba surcada por lagrimas pero su mente solo se concentraba en gemir y gemir y gemir... Hasta que en un arreo que en el que Rosa creyó que le arrancaba sus castigados pechos, sintió como su ano comenzaba a rebosar de semen... Rosa cayó, sudorosa sobre el pecho de Antonio, con un gemido animal mezclado con un sollozo, la cara cuajada de lagrimas y los ojos cerrados de alivio.
- Ya... sabía yo... que te … iba la marcha... putón asqueroso...
...Cerrando suavemente la puerta, tambaleándose un poco comenzó a dirigirse a la habitación de Luis. Mientras estaba en el baño, notando como su intestino se vaciaba explosivamente del esperma de Antonio y vomitaba el viscoso contenido de su estomago, se planteó volverse a su habitación. El dolor de su culo ,sus tetas coloradas y sus pezones tumefactos le decían eso. Pero al final, después de lavarse, arreglarse y ver que solo había irritaciones y nada roto, decidió terminar la noche. Se peinó, maquilló de nuevo y salió del baño. Su follador roncaba como un cerdo. Recogió los 850 € que le había dejado, bebió una tónica del mueble bar que le recompuso el estomago, se vistió y salió al pasillo. Pensó que se había pasado un poco al mandar a la mujer de Antonio un Whatsapp con un foto de él dormido, con su polla flácida y otra de ella, delante del espejo , desnuda sin que se le viera la cara.... Al notar el latido doloroso de sus pezones y de su esfinter pensó: “¡Que se joda...!” y con paso firme, se dirigió a la habitación de su próximo “cliente”...
Según terminé de hablar con Carlos, salí corriendo al pasillo para ver si podía pillar a Rosa y llevármela para la habitación. En balde. Solo me dio tiempo a ver como se cerraba la puerta. Me volví a sentar en la cama. Recordaba los relatos de infidelidades, donde tanto él como ella vivan gustoso esta experiencia. Para que negarlo: estaba muy excitado con todo esto tenia una erección dolorosisima y no quería pajearme por no disminuir esta excitación. Pero me daba miedo. No quería perder el control y no quería perderla a ella. ¡ Joder!... no se me ocurriría más hablar del vestido blanco y de fantasías...
Hacía casi una hora que había visto como se metía en la habitación de Antonio: No aguantaba más. Abrí con cuidado la puerta. El pasillo estaba a media luz y sigilosamente me acerqué a la puerta. Justo acerque el oído a la puerta para oír: “¡ Correteee, lléname los intestinos, siiii, rómpeme el puto culo...!. Después un grito enorme de Rosa y luego silencio...Para a los treinta segundos oír la voz de Antonio: “Ya... sabía yo... que te … iba la marcha... putón asqueroso... ”.
Desde luego, una cosa era segura: Ella lo estaba disfrutando más que yo...
Llamó a la puerta de Luis. “ Señor, que sea un tio normal...”. Por fin se abrió la puerta. “Joder, tia.. ¿ Como vas asi por el pasillo?”. Rosa se miró. Ostias. No llevaba puesta la falda. Había recorrido el pasillo con el culo al aire y ni se había dado cuenta y lo peor les que no le importaba más mínimo...
… Rosa recordaba una compañera suyo de trabajo. Ella afirmaba que era ninfomana aunque todos sabían que era la excusa para cepillarse a todo lo que tuviera polla. Durante una conversación le dijo que para una mujer no había mayor placer que “enfundar una polla”. Cuando Rosa, entre risas le preguntó que era “enfundar”, su compañera, enigmáticamente, le dijo que el día que lo hiciera, lo sabría... Pues ese día había llegado. Por fin estaba disfrutando de una follada en condiciones, la primera en toda la noche. Luis se había limitado a sentarse en un sillón y atrayendo a Rosa a sí, sin quitarse el top ni los zapatos, había pasado sus piernas y lentamente se había introducido su inflado rabo enfundado en un condón en su irritado coño. Al principio le había escocido pero Luis se había encargado de moverse despacio, agarrándola por las nalgas y acompasando sus movimientos. Para remate la había empezado a besar: Un beso profundo, con lengua que la había empezado a llevar al séptimo cielo. Su vagina abrió el grifo y empezó a chorrear y sus castigados pezones tensaron la licra del top. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba “enfundando” el rabo de Luis...
… “¡ Me corro, me corro!” le advirtió su tercer “cliente” de la noche. Rosa pensaba disfrutar cada átomo de este polvo así que antes que se vaciara en el condón, agarrándose al cuello de Luis con un brazo, se levantó lo justo para que la polla saliera de sus entrañas y con la otra mano, rápidamente le quitó el condón, lo tiró a la moqueta y se volvió a dejar caer, haciendo un sonoro ruido de chapoteo. El notar el calor de su rabo le dio un escalofrío. Olvidó por un momento todas las señales dolorosas que le mandaba su castigado cuerpo. “ Señor... creo que me voy a correr como una perra...”
El culo de Rosa subía y bajaba rítmicamente haciendo desaparecer el inflado rabo en su interior. De repente Luis empezó a gritar y Rosa con él . Ni siquiera era consciente que la estaba llenando con su leche . Estaba corriéndose dentro de Rosa y ella seguía botando sobre él .
Rosa al notar el esperma recubriendo su vagina, se empezó a mover lentamente sobre él dejando salir y entrar de nuevo su polla que ella, inexplicablemente, notaba duro como antes. Su nabo salía muy despacio dura como una piedra y cubierta de semen y volvía a entrar igual o más despacio en su coño. Rosa había apoyado su cabeza sobre su hombro con los ojos cerrados y había dejado sus brazos caídos sobre su espalda. El único movimiento que seguía haciendo era el de sus caderas hacia arriba y abajo, “enfundandola”. Su manos se apoyaban en su culo ayudando al movimiento.
De pronto se quedó parada con su polla totalmente en su interior y empezó a temblar, con un gemido, con los ojos cerrados . Rosa empujaba débil pero firmemente sus caderas hacia abajo, empalándose, como si buscara que la perforara directamente el útero. Luis se corrió por segunda vez.
Su polla se había puesto flacida pero estaba todavía dentro de Rosa. Ella estaba inmóvil sobre él pensando: “ ¡ Madre mía... que polvo! Ha merecido la pena pasar todo esto”. Mientras, descargas recorrían todo su cuerpo. “Si me sigo corriendo así, creo que me voy a mear encima...”
Rosa, torpemente, empezó a levantarse, haciendo que el pene de Luis saliera de ella con un casi inaudible chasquido, acompañado de un chorro de semen caliente que se derramó desde su abierta raja sobre su polla. Se puso de pie en el suelo pero temblando, las piernas le fallaron y cayó al suelo, presa del coletazo de un último e insólito orgasmo y ocurriendole lo que tanto temía: Mearse en la moqueta...
...La puerta se cerró tras ella. Luis se había mostrado muy comprensivo y le repitió que no se preocupara. Por la mañana ya lo limpiarían. Cuando Rosa quiso negarse a coger su dinero, Luis se negó: “ Me alegro que hayas disfrutado porque ya también hacía tiempo que no echaba un polvo así pero negocios son negocios...” y tras un ligero beso en los labios, la despidió. Andando por el pasillo se dio cuenta que ni siquiera se había lavado. No solo notaba el esperma de Luis fluyendo muslos abajo. Del último polvo y a pesar que había vaciado todo lo posible sus intestinos del repugnante semen de Antonio, también notaba fluir algo de liquido de entre sus nalgas. Recogió un poco de liquido con los dedos y aliviada comprobó que no era sangre. Sacando la tarjeta de su bolso, la metió en la cerradura y abrió la puerta...
… Me desperté sobresaltado, sin saber muy bien que hora era. Me había quedado dormido. Miré mi reloj. Las 3 y 15 de la mañana. La habitación seguía solitaria y a oscuras. Levantándome de la cama, con una energía que incluso a mi me sorprendió. Y la verdad, que no se muy bien por qué me había levantado porque me quedé en medio de la habitación, sin saber que hacer. No sabía si llamar por teléfono, si salir... Al fin me decidí por salir y pasarme por las puertas de mi compañeros a ver si cazaba algo. Y justo cuando iba a salir, la puerta se abrió.
Lo primero que me sorprendió fue el aspecto de Rosa: Sin maquillar, despeinada. Hasta que me dí cuenta de un detalle:
- Tía... ¡ Vas en pelotas!
Rosa, a excepción de sus zapatos iba completamente desnuda. Bajo el brazo llevaba su abrigo, su bolso y hecha un gurruño, la ropa.
- Después de lo que he hecho esta noche, no creo que me vuelva a dar vergüenza hacer top-less....
- ¿Pero que cojones te ha pasado?
Su tetas estaban completamente marcadas de rosetones, incluso se apreciaba claramente la huella de unos dedos; sus pezones, gruesos y colorados como cerezas.
Rosa se tumbó en la cama.
- Déjame que descanse un minuto o si no, creo que me voy a desmayar...
Lo cual me permitió ver como su coño estaba tan abierto como dos monedas de dos euros. Labios inflamados y hacia afuera. Si no fuera por todo el semen ( o la crema de semen, más bien) que le recubría, hubiera podido verle el cuello de la matriz. Se incorporó sobre un codo.
- No me mires así...
- No te miro de ninguna manera.
- SI me miras de esa manera. Esto ha pasado porque tu has querido que pasara...
- ¿ Que yo he querido que pasara..?
- ¡ Si, joder...!... Solo te tenías que haber pedido ese puto vaso de ginebra y estos polvos los habría echado contigo pero Don Digno...
- ¿Don Digno..? ¡ Joder!, No me habré pedido la mierda de ginebra pero si tu no hubieras querido lo habrías parado...
- Ya... Ahora la culpa es mía.
- ¡ Ostias, no!.. Pero con haberlo dejado ahí yo habría reconocido que si; que el vestido que te habías puesto te hacia parecer una puta y santas pascuas. No me tenias que haber restregado eso y que mis compañeros son unos puteros...
Rosa no contestó. Me miró con un brillo extraño en los ojos. Parecía que me iba a decir algo pero se dio cuenta que llevaba todavía la alianza cambiada y se apresuró a ponérsela en la mano derecha. Fatigosamente, se levantó de la cama y se agachó para desabrocharse la hebilla de sus zapatos, lo cual me permitió comprobar la noche tan dura que había pasado: Sus nalgas estaban, al igual que sus tetas, marcadas de dedos y su ojete, al igual que su vagina, aparecía enrojecido, tumefacto y abierto. Incluso cuando se descalzó del otro pie, un grumo se escapo de su ano para reunirse con la capa viscosa que recubría sus muslos y que había incluso manchado sus zapatos.
- Menos mal que tomo la píldora... – decía mientras se acariciaba el vientre -... Lo que no entiendo como las tías de los relatos que lees disfrutan con estos... deportes sexuales. De los quince o dieciocho polvos que me han echado, solo he disfrutado bien de uno o dos. Si me tuviera que dedicar a esto... Lo cual me lleva... – Cogió su bolso y sacó un fajo de billetes del bolso – a recordarte que mañana me tienes que llevar de compras.
Y se fue al baño. Al rato empezó a oírse la ducha. Me acerqué al mueble donde había dejado los billetes. Los había de 100, 50 y 20 euros. En total, unos 2000 euros... ¡ Joder, en una sola noche!...
Salió de la ducha limpia, fresca y perfumada. Lo único que le quedaban eran las marcas en sus tetas y nalgas.
- No debes sufrir por nuestra relación, cariño. Ni borracha me volvía a pegar una noche así. Pero espero que tú tampoco me vuelvas a proponer algo así.- Parecía olvidar que era ELLA la que había propuesto esto.- Anda, dame un beso... No seas tonto, que me he lavado los dientes...Mañana o quizás pasado... pasado mejor, te enseñaré lo que me han hecho tus compañeros...
Se dirigió al mueble bar y sacó del frigorífico un botellín pequeño de tónica. Se tumbó boca abajo en la cama y separando sus nalgas se colocó el botellín a lo largo en la raja del culo.
Suspiró con alivio y 2 minutos después, dormía profundamente. Apagué la luz, me fui al baño y me hice una paja que apenas disfruté pues de lo excitado que estaba me corrí la los 30 segundos.
Solo me quedaba decir:
- ¡ Joder, que noche...!
( 6 horas antes)
Rosa entró en el pub y se quitó el abrigo. Estaba abarrotado de gente y en semi-oscuridad ,así que tampoco parecía que nadie se fijara en ella. Por fin los vio. Estaban al final de la barra, junto a la puerta de los lavabos y junto a ellos había un taburete desocupado. Se acercó despacio hasta allí, procurando contonearse pero sin ser muy descarada.
- Perdonad, ¿ Esta ocupada?.
- Que va, tranquila. Toda suya...
Primera decepción: Apenas le habían dirigido una mirada. Y eso que los pezones, del frio de la calle y a pesar del sujetador se le marcaban una barbaridad.
Cruzó una pierna. Seguro que se le tenia que ver bien arriba de los muslos... Incluso el tanga. Nada. Seguían hablando de terapias sustitutivas, tratamientos hormonales y el New England Medical Journal. “ ¿ Serían gays y Ángel no me ha dicho nada?.
Finalmente y con la idea que la apuesta iba a ser muy complicada de ganar, Rosa pidió un ron con Coca Cola. Al ponérselo el camarero se confundió y se lo dejó a ellos. Sin darse cuenta, Carlos lo cogió y de un trago se bebió la mitad. Rosa se rió:
- ¿ Que... estaba bueno?
Carlos azorado se dio cuenta que no era su bebida y le pidió disculpas. A Rosa le hacía gracia su galantería. Casi le estaba enseñando las bragas y la trataba de usted y de señorita. Insistió en invitarla. Así logró meterse en conversación. Se presentaron. Le preguntaron por su nombre. Si era de Barcelona. Si estaba sola. Si esperaba a alguien... Rosa se desesperaba. Ni una mirada salaz. Ni un comentario con un doble sentido. Nada
- ¿ Y a que se dedica usted, Rosa? - preguntó Antonio
Rosa miró su reloj. Ya se acercaba la hora en que aparecería Ángel y a ella no le gustaba perder ni a las chapas así que, disimuladamente, se sacó la alianza de la mano derecha y se la puso en la izquierda.
- Pues espero no escandalizaros pero por si no os habéis dado cuenta por mi ropa, soy prostituta...
Cinco minutos después entraba Ángel al pub...