No aprendo, otra vez...

Suena el telefonillo y por ahora se ha acabado nuestro momento. Abres la puerta, es él, tu marido, toca bajar pulsaciones, cambiar el papel y guardar las formas, otra vez...

Otra vez aquí, en la misma situación de siempre, lo veía venir pero supongo que no aprendo...

Las 7:00 de la mañana, me levanto, desayuno con una sonrisa de oreja a oreja porque sé que hoy por fin te veo, una ducha, ese perfume que tanto te gusta, me visto, cojo el coche, pongo música a todo volumen y canto como si nadie me viera dentro del vehículo. Hace un día horrible, lluvia, viento, frío...pero para mí se ve como el día más soleado.

Llego a tu casa, aparco, toco el telefonillo y sin preguntar me abres la puerta, subo por las escaleras casi corriendo, son las 8:30, el día acaba de empezar pero cada segundo se me hace corto. Me estás esperando en la puerta con esa sonrisa que me encanta y que hace que el pasillo hasta tu puerta se haga eterno.

  • Hola! Que poco has tardado.-

Sale el vecino de la puerta de al lado, con cara de lunes por la mañana, casi sin ganas de saludar.

  • Buenos días! Hay que aprovechar el día no?

Me aguanto las ganas y espero a estar dentro de tu casa con la puerta cerrada, sin que nadie nos vea, como siempre...pero es pronto todavía me da igual. Te beso, sujetando tu cara con las manos, te abrazo sin querer soltarte porque sé que no hay nadie en casa, estás sola.

  • Vamos al salón, he hecho café.

Avanzamos por el pasillo sin soltarte, agarrada a tu cintura, no me interesa el olor del café, me interesa el olor del perfume de tu cuello y nada más. Llegamos al salón me siento en una silla y antes de que puedas servir el café te siento encima mío, metiendo mis manos por dentro de tu camisa, acariciando tu espalda y besándote, tus labios, tu cuello y tu escote. Mi pulso se acelera y tengo la sensación de que me faltan manos para acariciar tu piel.

  • Cómo te he echado de menos...- me susurras al oído.

Suena el telefonillo y por ahora se ha acabado nuestro momento. Abres la puerta, es él, tu marido, toca bajar pulsaciones, cambiar el papel y guardar las formas, otra vez...

  • Buenos días Carlos!

  • Buenos días Marta, has madrugado eh?

  • Sí ya sabes que el tiempo es oro y hay que aprovechar el día.

  • Claro que sí! Me doy una ducha rápida y nos vamos.

Te tomas tu café y te ayudo a llevar las cosas a la cocina, aprovecho cada mínimo roce para acariciarte y robarte algún beso, pendiente del ruido de la puerta del baño para saltar a dos metros de ti cuando él salga. Mi sonrisa continúa, esta situación es una putada pero también tiene algo de gracia, con ese punto de morbo y frustración.

Él ya se ha arreglado para irnos, me saluda con dos besos y a ti te besa en los labios y te acaricia el culo.

  • Cuando queráis nos vamos chicas.

Salimos los 3 de tu casa, en un mismo coche, yo voy detrás, veo como él te acaricia la pierna mientras conduce y no puedo evitar ponerme celosa. Miro por la ventana para evitar enfadarme, no puedo enfadarme, sé cuál es mi sitio. Me miras por el retrovisor me sonríes y me guiñas un ojo, con esa tontería me calmas un poco y mantengo la sonrisa.

Hacemos los recados que teníamos pendientes antes de ir a almorzar, con él de tu mano. Sinceramente creo que no te merece, no sabe lo que tiene entre sus manos, no sabe valorarte, no ve lo que lo yo veo, no sabe ver tu fuerza y tus virtudes, habla de ti como si fueras un desastre sin solución. Mi sonrisa empieza a torcerse más que por sus muestras de cariño, por su casi desprecio hacia ti.

11:30 de la mañana, nos sentamos a almorzar, pedimos unas cervezas y algo de comer. Mi cerveza cae casi de un trago, no debería hacerlo pues tengo que guardar las formas, pero la necesito.

  • Puff como me meo, me acompañas?- dices

  • Como sois la mujeres con eso de ir juntas al baño.

  • Claro así ya me dices dónde está el baño.

No suelo beber mucho, enseguida me sube el alcohol y pierdo un poco los papeles. Cruzamos la puerta del baño para que nadie nos vea, otra vez... Te choco contra la puerta del baño, besándote con ansiedad y tu respondes del mismo modo, hay poco tiempo, necesito de ti y tú de mi. Mi mano se cuela dentro de tu pantalón, dentro de tu ropa interior, tu respiración se acelera, estás mojada, mis dedos se deslizan con mucha facilidad, te beso en el cuello y continúo bajando hacia tu escote en busca de tus pechos hasta que tocan a la puerta.

  • Hola? Hay alguien?

Intentan abrir la puerta, paro en seco, me separo, me llevo las manos a la cara, buff no puede ser.

  • Ocupado.

Te arreglas la ropa delante del espejo, tiro de la cadena para disimular, empiezo a forzar la sonrisa y salimos del baño como si nada hubiera pasado, se acabó nuestro momento, otra vez...

  • Madre mía qué pesadas sois, dos horas para mear...

  • A ver Carlos lo de las mujeres en el baño es casi como un ritual, como se nota que eres un hombre y no tienes ni idea.

Me pido otra cerveza, cada vez más necesaria. De otras veces he aprendido a darte la mano por debajo de la mesa y a acariciarte la pierna sin que nadie lo note, puede parecer una tontería pero todo contacto contigo cuenta.

Comemos y bebemos y eso ayuda a que mi sonrisa se mantenga, él no es mal tío, se puede tener una conversación agradable aunque sea un capullo. Nos dan la 13:15 es hora de volver a casa, él tiene que recoger a los niños y tengo que aprovechar esa media hora.

Nos deja en tu casa y él continúa con el coche. Subimos por el ascensor para aprovechar el tiempo, la ansiedad cada vez es mayor y se nota en nuestros besos.

Salimos del ascensor casi corriendo, cruzamos la puerta de tu casa y dejamos la llave puesta por dentro, no queremos sorpresas. Nada más entrar desabrocho tu camisa, quiero besar pechos, jugar con tus pezones en mi boca, tomándome un par de minutos para disfrutarlos, no tengo mucho tiempo. Nos besamos con la respiración desbocada y el corazón chocando fuerte, parte por la excitación y parte por la prisa y el riesgo. Pasamos a tu habitación, te dejas caer en la cama, me arrodillo en el suelo, acerco tu culo hacia el borde la cama y meto mi cabeza entre tus piernas. Beso tus muslos, la boca se me hace agua mirando lo mojada que estás, recorro tus labios con mi lengua varias veces hasta que me centro en el clítoris. Con una mano sujetas mi cabeza, me encanta que lo hagas y con la otra agarras fuerte las sábanas. Te penetro también con dos dedos, me pasaría horas ahí pero necesito que te corras ya, no hay más tiempo. Sueltas un gemido reprimido a medias y arqueas tu espalda para terminar dejando caer tu espalda agotada. Limpio tus fluidos con la lengua, me levanto, me apoyo en la pared mirándote, agotada, preciosa...miro el reloj son las 13:55, se acabó el tiempo otra vez, están a punto de llegar. Te subes los pantalones, te doy la mano para levantarte de la cama, te beso de una forma tierna aunque el fuego me quema por dentro, nos abrazamos y pasamos al baño para arreglarnos antes de que lleguen.

Suena el timbre de casa, abres la puerta, me despido de todos, se acabó por hoy, te doy dos besos en la puerta de tu casa y me voy mientras me miras con la cabeza apoyada en el marco de la puerta.

Como todas las anteriores veces, subo al coche, mi sonrisa ya no está y es posible que no vuelva a aparecer por días. Por algún motivo me compensa y supongo que no aprendo...