Niño problema (2)

El amor de una madre, no se puede comparar...

Disculpen la demora por haber tardado tanto en hacer esta entrega, por razones personales se me complica. Agradezco la cantidad de mails, comentarios y la valoración que me han dado. Disfrútenlo

NIÑO PROBLEMA II

Ernesto corría por los pasillos de la escuela, atropellando a los estudiantes que se dirigían a la salida, una gran sonrisa en su rostro y una hoja en la mano, a lo lejos divisó a Clara que salía de su curso. Se cruzó en su camino y le mostró con orgullo la hoja de la prueba de matemáticas, con un gran ocho en tinta rojo.

Mirá Clara.-

Muy Bien!!! Te felicito, tus esfuerzos valieron la pena.

Quiero mi premio.

Bueno, pero todavía no lo tengo, vas a tener que esperar.

Ernesto no se vio muy conforme, pero no le quedaba otro remedio. Dejó a su hermana con sus amigas y se fue por ahí. Llegando a su casa, se encontró con sus compañeros, que ya aprovechaban el Viernes tomando cerveza como si esperaran tiempos de sequía. Se quedó con ellos para festejar la nota de matemática.

Alberto y Mirta aprovechaban la soledad de su casa en horas de la noche, Clara había salido con Daniel, y Ernesto no daba señales de aparecer por un rato. Alberto notaba que su esposa estaba más radiante los últimos días y también mucho más fogosa, ni siquiera se puso a analizar el porqué de la situación y aprovechaba los embates sexuales de su esposa cada vez que tenían oportunidad de estar solos. La mayor parte de sus ropas estaban en el suelo y la manos y la boca de Alberto dedicados a las tetas de ella, amasando y succionando sus pezones, el teléfono los interrumpió. La insistente llamada no paraba de sonar y Alberto tuvo que contestar.

Mirta esparaba a Alberto casi desnuda en el sillón haciéndole caras y gestos para distraerlo de la conversación, pero Alberto parecía que se estaba yendo de la lujuria a la rabia "bueno", "gracias", "voy para allá". Mirta quiso reanudar la actividad pero Alberto no se veía muy de acuerdo.

Voy a buscar a tu hijo.

Adónde está?

Y adónde va a estar? Detenido en la comisaría. Dónde más?

Mirta no quiso discutir con su marido y se resignó a que nada más pasaría esa noche. Alberto ya en la seccional de policía conocía el trámite para sacar a su hijo, esta vez lo habían recogido de la vía pública prácticamente inconsciente de la borrachera. Ernesto dormía en su celda, cuando el oficial lo despertó, no entendía nada de lo que pasaba pero la presencia del oficial ya le decía bastante. La cabeza le daba vueltas y el alcohol aún tenía su vivo efecto sobre la sangre de su cerebro, la voz de su padre y el policía que lo atendía sonaban lejanas e incomprensibles. Alberto se acercó a él y agarrándolo del brazo lo llevó hasta el auto y lo depósito en calidad de bulto en el asiento trasero. Ernesto no supo nada más hasta el otro día.

PENDEJO!!! LEVANTATE!!!

La imagen de su padre frente a él, no daba lugar a dudas que la cosa venía pesada. Miró el reloj recién eran las 8 am del sábado. Sentía que su cabeza explotaría del dolor, poco recordaba del episodio nocturno, sólo le quedaban algunas imágenes perdidas. Su padre le sacó las colchas tirándolas al suelo y lo obligó a levantarse, todavía mareado por la resaca se levantó como pudo, Alberto le tiró la ropa encima

Vestite y baja enseguida, hay mucho que hacer.

Ernesto se vistió y bajó como pudo. Su madre lo esperaba con el desayuno, pero esta vez no fue la persona comprensiva y cariñosa que era siempre con él. Alberto ya le había advertido que no lo consintiera y Mirta no tuvo otra opción que desatender a su hijito. La presencia de Ernesto en la sala, inundó el ambiente con un olor a alcohol penetrante y molesto. Alberto lo apuró para que terminara con su desayuno y aún sin ánimos de obedecer Ernesto apenas lo probó para no terminar vomitando todo. Esta vez el castigo no era el usual de un reto, por ahí un cachetazo y confinamiento en el dormitorio. No esta vez era otra cosa, Alberto lo llevó afuera dónde ya le había preparado las herramientas y la máquina de cortar pasto.

Cortar el pasto fue la primera de quince tareas que su padre le dejó en una lista, una más pesada y trabajosa que la anterior, suficientes como para mantenerlo ocupado por todo el día. Ni siquiera tuvo permiso para descansar a comer. Recién llegada la noche terminó con la última de sus tareas. Quiso escapar un par de veces, pero la mirada vigilante de su padre se lo había impedido. El dolor de cabeza por la ingesta de alcohol de la noche anterior había desaparecido, pero el dolor corporal a causa del desgaste físico hacía latir de dolor sus huesos hasta la médula. Estaba tan cansado que no quiso comer, se fue a bañar para acostarse, su padre fue a despedirlo antes que se duerma.

La próxima vez pensá mejor antes de hacer algo por lo que termines en cana. Aocrdate que todavía sos menor y yo te tengo que ir a buscar. Tomá esto es para mañana

Le alcanzó una nueva lista de quehaceres, Ernesto estaba muy cansado para protestar, sin embargo sintió que la bronca le quemaba su cansado cuerpo y quiso llorar para desahogarse, se quedó dormido antes de darse cuenta. El tiempo pareció volar durante la noche, por que el grito de su padre lo despertó con la sensación de haber cerrado los ojos para volver a abrirlos inmediatamente.

ARRIBA PIBE!!! TENÉS MUCHO QUE HACER!!! VAMOS VAMOS VAMOS ARRIBA.

Otra vez las colchas fueron a parar al suelo y no tuvo más remedio que levantarse, en ese momento su cuerpo parecía querer gritar de dolor. Su gesto se hizo evidente

te duele todo?

Para que preguntás si ya sabés

Trabajando se te va a pasar, cuando entres en calor no vas a sentir nada.- su padre se veía divertido con el castigo, por primera vez sintió que su hijo escarmentaba por sus malas acciones.- vestite y bajá a desayunar.

Ernesto resignado a su destino, no puso objeciones temiendo que eso agregara más cosas a su lista de tareas para el día. Ernesto desayunó en forma abundante, esta vez su padre no lo apuró, el día anterior no había comido nada y ahora estaba poniéndose al día. Alberto ya le había preparado en el garage las herramientas que necesitaría para el día. En base las tareas constituían el armado de una cerca para el patio frontal, incluyendo el zanjeado, pintado y colocación de la misma y el plantado de pequeños arbustos y flores que adornarían todo el patio.

Ese día lo dejó parar para almorzar, comieron un abundante y sabroso asado, y durante la tarde Alberto se unió a él para ayudarlo a terminar. Trabajaron toda la tarde hablando lo justo y necesario "alcanzame esto o aquello" "sostené ahí" "clavá eso" etc. Antes de que cayera la noche habían terminado todo el trabajo. Alberto le dijo a su hijo que lo acompañe, cruzaron la calle y lo hizo darse vuelta para que vea el fruto de su propio trabajo.

Ernesto no podía creer lo bien que se veía su patio y sobre todo que la mayor parte del trabajo la había hecho él mismo, no pudo más que sonreír y sentirse satisfecho con la tarea realizada. Alberto le sonrió y le palmeó la espalda "buen trabajo" le dijo. Lo mandó a que entrara a la casa y se bañara. Ernesto obedeció, buena falta le hacía un baño relajante para su dolorido cuerpo. Comió algo y se acostó a dormir.

Llegó la mañana siguiente, el castigo se estaba haciendo notar en todos los músculos de su cuerpo, intentó levantarse pero un doloroso tirón en su trapecio lo hizo desistir y al recostarse nuevamente fueron los lumbares los que pasaron factura haciendo ver estrellas de dolor a Ernesto. Su madre se compadeció de él y convenció a su padre de dejarlo faltar a la escuela para que se recuperase. Alberto y Clara partieron, él a su trabajo y ella a la escuela, Mirta le dio a su hijo un calmante muscular, besó su frente y lo dejó dormir un rato más.

Al poco rato volvió a la habitación, verlo dormido, frágil, casi indefenso e inocente, despertó en ella su fuerte amor de madre y lo vio como cuando era un pequeño bebé de pecho y una lágrima de amor recorrió su mejilla hasta la comisura de su boca. Su niño se iba convirtiendo en hombre y ella sintió que todos los años se le venían encima de un golpe e impulsada por una fuerza que no supo reconocer se encerró a bañarse y luego del baño estuvo arreglándose casi 2 horas sólo para él.

Ernesto abrió los ojos al llamado de su madre, tardó en reaccionar, sus ojos todavía le pesaban y quería seguir durmiendo, pero entre la modorra del sueño fue vislumbrando una imagen encantadora y excitante, su tierna y dedicada madre estaba frente a él vistiendo un pequeño camisón de tul rojo transparente que apenas llegaba a cubrir hasta la mitad de sus caderas, se unía en la altura de los pechos y se abría dejando a la vista su abdomen plano y su bombacha de encaje rojo hundida entre sus labios vaginales. Sus pezones oscuros se translucían a través de la delgada tela, su pelo semi húmedo prolijamente peinado, y el rojo pintado de sus labios completaban en la imagen de su madre a una mujer ardiente y deseable aún para el hijo más casto y devoto.

Sintió que su pene se erguía en fuerte palpitaciones rebasando ampliamente el borde de su ropa interior, en ese momento pudo ver cuánto bien habían hecho en su madre las horas de gimnasio a las que se sometía, los gastos de esteticista y los productos de belleza y anticelulitis en que tanto gastaba. En ese momento supo lo que podía provocar una mujer bien cuidada a los ojos de un macho. Mirta levantó las frazadas y como si de un potro se tratara se montó sobre él con el único fin de domarlo usando sus armas mas poderosas.

Ernesto superada la sorpresa dejó de ver a su madre para ver a la mujer ardiente montada sobre él que lo rodeaba entre sus fuertes y delineados muslos y se hamacaba sobre él rozando su vagina experta sobre su pene aún virgen. La cálida humedad en su miembro lo enloquecía y quería en ese momento pasar al siguiente tramo, Mirta no se hizo desear mucho, quería disfrutar de su niño con paciencia, hacerlo hombre de forma memorable, pero la lujuria se apoderaba de ella y su vagina pedía por el miembro de su niño.

Mirta se paró en la cama con las piernas abiertas, una a cada lado de Ernesto y en esa posición fue bajando su bombacha dejando al descubierto lo pelos negros y enrulados de su pubis, Ernesto sintió que era la cosa más hermosa y excitante que jamás había visto, era la primera concha que veía en su vida y se sintió enamorado y agradeció a Dios por tan perfecta creación. Se irguió un poco sobre sí, para despojarse el mismo de su ahora incómodo slip, su cara quedó a pocos centímetros de la vagina de su madre, y el aroma pareció emborracharlo de deseo, su cuerpo ya no respondía y su mano se fue como atraída por un imán hasta la vulva de ella. El tacto le provocó espasmos en su pene y apenas la había rozado con la yema de los dedos, la acarició con una delicadeza extrema como si a la mínima presión pudiera desarmarse.

Ella se creía enloquecer al sentir el leve y suave roce de los dedos de su hijo sobre sus labios mayores, el placer la hacía arder cada vez más y quería montar y desvirgar a su hijo, pero también quería verlo disfrutar de su primera vez y lo dejaba hacer hasta que se hastiara de eso. De repente Ernesto coló uno de sus dedos separando los labios vaginales de su madre llegando a tocar la carne húmeda y caliente que rodeaba el clítoris, su dedo siguió deslizándose y sintió una nueva separación, esta más húmeda y más caliente, llegó al mismísimo orificio vaginal por el que hubiera salido quince años atrás y lo sintió hirviendo, de una humedad desmedida y resbaloso como nada parecido, el olor más penetrante, más fuerte, más concentrado y mucho más excitante.

Ninguno de los dos podía más de la calentura que sentían, el momento clave había llegado y no necesitaron palabras para reconocerlo. Ernesto se recostó y Mirta volvió a montarlo, él sentía su miembro palpitar y ella lo mismo en su concha, su madre se agachó sobre él y besó sus labios con ternura y aprovechando la posición, con su mano levantó la punta del endurecido miembro de su hijo dejándolo en la entrada de su vagina y a medida que se incorporaba, su hijo se iba adentrando en ella provocándole un placer mucho mayor que el dolor que en su nacimiento le provocara al salir. La gloria del deseo había quedado atrás y el momento tan sublime de la penetración era indescriptible con palabras, que sólo en ese grado de lujuria y deseo era posible de entender.

Ernesto no recordaba ya nada de su dolor corporal, no supo si por el calmante o por que el placer ilimitado que sentía opacaba cualquier otro tipo de sensación posible, el poder de la lujuria lo tenía preso y su madre que ahora se llevaba su virginidad, no era más su madre para convertirse en su amante devota. Mirta absorta en su placer dejó de preocuparse por el placer de su hijo y sintió que un orgasmo invadía su cuerpo sus gemidos ya hacía rato resonaban en toda la habitación y en la casa, el pene de su hijo dentro de ella, las manos de él apoderándose de los pechos que alguna vez lo amamantaron, y sus bramidos de animal en celo, parecían sumirla cada vez en un estado vertiginoso de lujuria morbosa. Un estremecimiento subió por toda su espina dorsal y bajó de golpe por su vientre hasta su vagina, en el momento en que su niño puso su boca en sus pezones erectos, dándole la explosión de placer mas intensa en su vida. Ernesto por su parte no concebía que tanto placer fuera real, no sabía si era por tener en su pija una concha por primera vez o por que esa concha era la de su madre, pero la explosión de placer y fluidos de su madre pareció ahogarlo en la lujuria y su primer orgasmo terminó de completarse explotando en placer y semen dentro de ella, exhalando un grito desde el fondo de su garganta.

Los dos agitados y recuperando la respiración se besaron tiernamente, sellando desde ese momento su secreto incestuoso e inaceptable. El día fue pasando, Mirta tenía que adelantar sus quehaceres que había dejado olvidados. Ernesto adelantaba las tareas escolares que no había podido hacer durante el fin de semana. La imagen de su madre sobre él, cabalgando su pija con locura daba vueltas en su cabeza y no lo dejaba concentrarse, una vez más su pija la reclamaba atención y él quiso probar otra vez el dulce sabor del sexo incestuoso, bajó corriendo las escaleras y justo cuando llegaba hasta el piso la puerta de entrada se abrió. Era Clara, llegaba cansada y con cara de aburrida, pero al verlo su cara se transformó y arremetió contra él.

Subí!

Para qué?

Subí que tenemos que hablar.

De qué?

" de qué " – lo imitó ella poniendo voz de retardada – subí.

Ernesto sin más remedio obedeció a su hermana, quien a su vez le hacía señas a su madre de no meterse. Clara lo hizo entrar en su habitación, lo hizo sentarse en su cama ante la cara sorprendida de su hermano, se levantó la falda escolar y sacándose la bombacha le restregó la parte húmeda por la nariz.

te gusta eso pendejo?

Ernesto todavía sin entender la acción de su hermana y su actitud de enojo se quedó sin respuesta.

te gusta o no? – indagó Clara con insistencia

s-s-si me gusta

Bueno, ese era tu premio por la nota de matemática del Viernes.

...

Pero por la cagada que vos te mandaste, Papá me tiró la bronca a mí, por que yo había dicho que te iba a volver responsable. Y me ocupé de vos, te ayudé, te motivé y te saqué un poquito adelante para qué? Para que vos caigas otra vez en cana.

Perdoname Clara, te juro que no va a volver a pasar. A partir de ahora te hago caso.

Ernesto sabía que se hermana estaba enojada pero el olor de su concha le había quedado impregnado en la nariz y quería más, su pija estaba reclamando parte de la atención y cabeza pensaba las mil formas para obtener la prenda.

Te pido que me des otra oportunidad, puede ser?

Vamos a ver, en este momento estoy muy caliente para decidir... Y esto – le dijo mientras le mostraba la bombacha – si lo querés vas a tener que esmerarte 10 veces más para conseguirlo.

Ernesto atontado por sus hormonas, con el olor a flujo vaginal en su nariz solo se limitó a aceptar las condiciones de su hermana. Sin embargo cuando se enfrió, pensó con claridad "qué les pasa a las mujeres de esta casa?"

CONTINUA.

Comentarios y valoración please. No les cuesta nada.