Niño problema (1)

Los problemas de un muchacho mal encaminado y las posibles soluciones de su familia.

NIÑO PROBLEMA I

El oficial de turno golpeaba las teclas de su vieja máquina de escribir llenando alguno de los tantos formularios que tenía en su escritorio con un notable aburrimiento en su rostro. En eso un hombre, con la bronca disimulada por un gesto de tranquilidad, se paró frente a él.

Buenas noches

Buenas noches.

Vengo a buscar a mi hijo, me informaron que estaba detenido en esta seccional.

Nombre de su hijo.

Ernesto Fernandez.

Sus documentos por favor.

El hombre entregó los documentos al oficial. Al poco rato otro policía apareció con el menor en cuestión. Luego de explicarle al padre los cargos de que estaba acusado su hijo y las consecuencias que acarreaba su comportamiento los dejaron ir.

Ya en el vehículo, el hombre ni siquiera le ofreció una mirada aunque fuera de desprecio, simplemente se concentraba en manejar en el más absoluto silencio. Ernesto, desafiante, tampoco se dignaba a mirar a su padre, mantenía la misma postura que él como si tuviera derecho a estar enojado. Llegaron a la casa, Ernesto y su padre descendieron del auto manteniendo el sepulcral silencio con que vinieran.

La madre recibió a su hijo con los brazos abiertos, y consolándole un mal que no tenía se apuró a protegerlo de las agresiones de su padre.

soltá a ese delincuente de mierda, haceme el favor! Y vos rajá para tu cuarto antes de que te rompa el culo a patadas pendejo de mierda.

Basta Alberto! No lo trates así.

No te metas, si no lo mimaras tanto quizás sería mejor persona. – Alberto hervía en su bronca, y con esa bronca misma volvió a dirigirse a su hijo - Y vos te dije algo: cuento tres y si todavía estás acá ligás!

Ernesto obedeció la orden de su padre, soltándose del abrazo protector de su madre, en el momento en que el viejo anunciaba el dos y se acercaba amenazante hacia él. Llegando a su habitación pasó por la de su hermana que salía apurada, vestida muy seductora y maquillaje discreto. Ella se había enterado que su hermano, junto con otros dos amigos habían ingresado en un negocio trepando por la pared y colándose por el ventiluz del techo y ya era la cuarta vez en el mes que iban a buscarlo a la comisaría.

hola spiderman – le dijo ella en tono visiblemente burlón y riéndose con soltura

pero callate vos, conchuda del orto.

Ratero.

Atorranta!

Pajero!

Puta reventada!

Callate y andá hacete una paja que es lo que mejor hacés.

Ernesto no tuvo defensa ante el ataque de su hermana. Y no tuvo más remedio que poner su peor cara de culo y encerrarse dando un fuerte portazo. En la planta baja se escuchaban las voces de sus padres que aún discutían por su causa.

Clara. Adónde vas? – la voz de su padre sonó más calmada al dirigirse a su hermana

Salgo con Daniel.

Bueno, tengan cuidado y pórtense bien.

Si Pa.

Ernesto escuchó la puerta cerrarse y la discusión de sus padres se reanudó. Tirado en su cama, aún le dolía el ataque de Clara, lo peor de todo es que tenía razón, a sus quince años seguía siendo virgen y el despelote hormonal que sufría lo obligaba a masturbarse varias veces al día. En ese momento la idea se cruzó por su cabeza, si Clara se burlaba de su condición que mejor forma de vengarse que utilizando su ropa interior usada para sus momentos de excitación.

Alentado por los gritos de sus padres y sabiendo que se mantendrían así durante un rato, se metió en la pieza de Clara a buscar su ropa interior recién usada. No tuvo que buscar mucho, la codiciada prenda se encontraba en la parte superior de la pila cubierta por una toalla. Haciéndola un bollo, logró que la pequeña prenda cupiera en su mano cerrada y volvió a su cuarto. Su corazón bombeaba retumbando en sus oídos, sintió que su erección crecía en su pantalón hasta querer reventarse y tuvo que sacarla antes de llevarse la prenda a la cara. Comenzó a masturbarse lentamente, marcando en su pene cada movimiento y estirando su prepucio bien abajo, provocándose placenteros tirones en el glande. Miraba la bombacha de su hermana, una leve marca de humedad aún se dibujaba en la parte de la entrepierna, imagino la tela posada sobre la vagina de ella, la acercó a su cara y aspiró profundamente y sintió que el olor a mujer le inundaba todo el cuerpo hasta el cerebro. Creyó que ese olor tan exquisito no podía ser de esta tierra y su pene pareció querer crecer lo que le faltaba en ese mismo momento.

Habiendo sacado la pija por el cierre del pantalón, el elástico del slip empezaba a molestar y a dificultarle la tarea de masturbación. Pensó en cómo podía acomodarse, no podía desvestirse, alguien podría entrar en cualquier momento y descubrirlo, probó varias formas de sostenerse el slip y masturbarse a la vez sin dejar de oler los flujos de su hermana que había dejado en la bombachita. Se sintió ofuscado al tener que darle la razón una vez más, y tal como ella se burlara momentos antes, se calzó la bombacha de su hermana en la cabeza a modo de máscara de spiderman ubicando la parte de la entrepierna sobre su nariz quedando sus dos manos libres para masturbarse.

Cerró los ojos y se hundió en el placer, se internó en un mundo fantástico y mágico en dónde se respiraba aroma de flujos vaginales y dónde el placer era moneda corriente. Se sintió tan absorto en su fantasía, se lo hizo tan real para él mismo que no tardó en sentir los primeros espasmos de su orgasmo, aspiró profundamente los olores de Clara y masturbándose con más frenesí, explotó en un increíble éxtasis de placer, escupiendo su semen a una gran distancia de dónde se encontraba.

Abrió los ojos y se encontró con la imagen de Clara que lo miraba sorprendida y divertida. Tanto se había abandonado al placer, que había dejado de estar alerta a los sonidos exteriores y no se dio cuenta que Clara había vuelto a buscar algo ni cuando entró en su habitación después de ver revuelta su ropa sucia y escucharlo a él emitir raros sonidos.

Que haces estúpido? – Ernesto no terminaba de asociar, cómo había sido tan descuidado, y cómo lo habían descubierto. Con un rápido movimiento se sacó la prenda de la cabeza.

...

Que hacías te pregunté, idiota!

Ernesto sentía que su corazón iba a reventar, pero esta vez era por el terror y no por excitación, su hermana lo indagaba sobre cosas que ella ya sabía y aún así él no tenía respuesta.

En serio que a vos te patina nene. Dame eso!!!

Sin pronunciar palabra Ernesto estiró la mano con la bombacha. Clara prácticamente se la arrancó de las manos. Sin moverse un segundo, Clara lo miraba fijo, y Ernesto sin poder mirarla a los ojos tenía su vista clavada en el piso.

Por si no sabías esto es una prenda íntima femenina, no es una máscara de spiderman. Eh! Usá la cabeza chiquito!

Perdoname Clara...

Vos te das cuenta que yo soy tu hermana? Cómo haces algo así?

Es que yo ... no sé... – Su vista no se levantaba del suelo.

Después lo hablamos.

Clara?

Qué...

Le vas a decir a papá?

No por ahora... por ahora eh?

Ernesto sintió que el mundo se le venía abajo, generalmente cuando no podía controlar una situación optaba inmediatamente por la violencia. Pero esta vez no tenía defensa, y mucho menos contra su hermana a la que podía insultar y proferirle las groserías más ofensivas e inusitadas, pero que jamás le levantaría una mano, esta vez ni siquiera tenía la posibilidad de la agresión verbal, ya que se arriesgaría a que sus padres tomaran cartas en el asunto.

Tardó un largo rato en dormirse, sintiéndose la peor mierda del mundo. Al otro día Ernesto se levantó sintiendo el peso del mundo entero sobre sus hombros, su padre lo miró con desprecio sin decirle ni buen día. Su madre tierna y protectora como siempre le sirvió el desayuno y luego lo besó en la frente. Al rato bajo Clara y se sentó frente a él, Ernesto no se atrevió siquiera a mirarla se mantuvo callado durante todo el desayuno, hasta que el padre los llevó a la escuela.

Clara habló con su padre todo el camino sin hacer comentario respecto del incidente de la noche anterior. Ernesto mantenía su eterno silencio y por supuesto la mala actitud con su padre. Llegaron a la escuela y bajaron los dos, Clara se despidió con un beso a su padre y Ernesto ni siquiera se dignó a mirarlo.

Chau "Spider" – le dijo Clara a Ernesto al separarse de él para ir a su curso.

Ernesto optó por no emitir respuesta, después de todo no estaba en posición de contestar y sabía que Clara se aprovecharía de eso.

El día en la escuela se le pasó rápido a Ernesto, al terminar y luego de las recriminaciones propias de cada profesor por no prestar atención en clase y de no poner empeño en mejorar sus notas, fue la preceptora la que entró a entregar los boletines de notas. Ernesto era totalmente consciente que su desempeño escolar era bastante malo, pero sus calificaciones, a pesar de ser el primer trimestre del año, ya daban todo el ciclo por perdido.

A Ernesto jamás le había importado ser el mejor de la clase ni mucho menos, pero esta vez estaba sumando cagada tras cagada y su padre no lo pasaría por alto así como así. Intentó de todas formas evitar a Clara al salir y cuando vio la vía libre para escapar sin que ella lo viera, Clara apareció por detrás dándole un sobresalto que casi lo mata.

Spider!!! No me detectaste con tu sentido arácnido?

No jodas Clara. No estoy para tus chistecitos.

Uy loco, vos pasás de súper héroe a súper ortiva.

Clara se fue con él. Enfilaron rumbo a su casa, Clara conversaba de forma fluida pero Ernesto apenas se limitaba a contestar, él no podía creer que su hermana no le estuviera recriminando el haber estado usando una de sus bombachas usadas para masturbarse, cuando para él eso representaba un serio problema de conciencia. Casi llegando los alcanzaron los amigos de Ernesto con los que hubiera tenido la aventura de la noche anterior. Ernesto no dudó en aceptar la invitación a irse nuevamente de aventuras con los muchachitos, pero la mirada de Clara, lo obligó a reconsiderarlo y terminó por rechazarlos, recibiendo insultos y agresiones de su "amigotes".

Si te seguís juntando con estos pibes no vas a terminar bien.

Cosa mía, vos no te metas. Acaso yo te digo con quien te tenés que acostar?

Ojo nene, no te pasés de la raya. Acordate que te tengo en la palma de mi mano y si quiero te aplasto. – le dijo clara mientras cerraba su puño simulando que él estaba adentro.

Una vez más Ernesto se vio obligado a callar y comerse sus insultos, la situación ya se volvía más que irritante y Clara parecía querer aprovecharla al máximo. De todos modos el mayor problema era ahora que su padre no se enterara de sus malas calificaciones. Entraron en la casa, sus padres estaban en la sala ocupados en sus asuntos, Clara entró adelante y saludo a ambos, Ernesto detrás, besó a su madre y dedicó una mirada de odio a su padre y sin pronunciar palabra se fue a su habitación y se quedó ahí a esperar que el viejo se fuera.

En el momento en que el padre se fue, Ernesto bajó con su boletín en la mano para que su madre lo firmara y lograr con ella una conciliación por sus malas notas, la madre casi se horroriza la ver las notas del niño, con tanta mala suerte que el padre que volvía apurado a buscar las llaves del auto que se había olvidado, escuchó la lamentable exclamación de su mujer.

A ver eso?

Ernesto ya estaba frito, no tenía escape y la tormenta ya empezaba a formarse. Su padre pareció transformar su rostro al ver las calificaciones, y sin poder siquiera hacer el intento de esquivarlo, Ernesto recibió un revés de mano abierta en el centro de su cachete izquierdo que lo hizo perder el equilibrio y desplazarse dos metros de dónde estaba. Como siempre su reacción no fue la apropiada para el momento

Que pegás viejo y la concha de tu madre!!!

Alberto sintió que la furia le quemaba hasta la punta las orejas y decidido a aleccionar a su hijo se le fue encima hecho una bola de fuego. En eso apareció Clara, quien alertada por los gritos de su madre se cruzó enfrente de la bestia.

pará papá no le pegues.

Alberto estaba decidido a reventar al pendejo, pero jamás haría algo que lastimara a Clara, por lo que tuvo que apaciguar sus ímpetus. Clara tomó el control de la situación.

Ernesto subí a tu cuarto.

Vos a mi no me decís que hacer!

Subí ahora, o yo me aparto y papi te revienta.- Alberto un poco más tranquilo intervino

Hacele caso a tu hermana aunque sea boludo, no ves que te está cuidando.

Ernesto aún inmóvil en su porte, desafiando al mastodonte que lo quería destrozar, sólo salió de escena cuando Clara le dio a entender con la mirada de que si no se iba ella hablaba y se ponía peor. Ernesto subió a su cuarto y nuevamente se encerró con un portazo. Abajo se escuchaban las voces más calmadas pero no alcanzaba a descifrar lo que decían. Al rato Clara entró en su cuarto sin golpear.

Bueno nene, te conseguí una prórroga.

Una qué?

Una prórroga. Un tiempo sin que nadie te reviente, pero vos tenés que poner lo tuyo también.

No me jodas Clara. Salí de acá y andate a hacer algo mejor.

A ver si nos entendemos: 1º opción: vos te ponés las pilas y me haces caso y yo te premio; 2º opción: yo desisto ya mismo, le digo al viejo que se haga cargo y él viene y te revienta. Es tu decisión

Ernesto guardó silencio, era obvio que la primera oferta era la más considerable, pero su orgullo le impedía reconocerlo. Optó por conocer sus opciones.

y cuál sería mi premio su te hago caso.

Veamos, primero y principal: nade te revienta. Segundo andás mejor en la escuela. Tercero la cana no va andar atrás tuyo cada vez que asomás la cabeza. Querés que siga?

No, vos dijiste que me premiabas, y vos estás enumerando las consecuencias de lo que pasaría si yo te llevo el apunte.- Clara reconoció un leve interés en su hermano.

Eso va a ser una sorpresa, te lo vas a tener que ganar.

Ernesto no se vio tentado por la oferta de su hermana, pero no tenía otra opción, debía obedecer a Clara, al menos para que su padre no lo mate a golpes en ese momento.

Bueno, acepto momentáneamente, si te ponés muy en boluda se acaba.

Listo! Mañana arrancamos, ahora disfrutá de tu último día libre. Por que yo tengo que salir.

Sin tener nada que hacer Ernesto, sólo se quedó tirado en su cama, escuchó todo el trajín de su hermana que se preparaba para irse. La oyó bañarse, secarse el pelo, elegir su ropa, vestirse, volver a elegir ropa, cambiarse, volver a cambiarse, etc. hasta que sus prendas le quedaron cómodas y se fue. Todavía era temprano para dormirse, sin nada que hacer ni de qué ocuparse, sintió que sus hormonas se arremolinaban en su cerebro reclamándole una pequeña atención sexual, sin siquiera dudarlo desenfundó su pene y comenzó a masturbarse. Sin embargo sintió que le faltaba estímulo y concentración. Sin querer las palabras de su hermana resonaron en su cabeza "...me haces caso y yo te premio...", masturbándose distraído no supo como relacionarlo bien, pero algo en su cabeza le decía que el premio sería grande y a su gusto. Se sintió bien con su hermana, ella parecía no estar enojada por el incidente de la bombacha... La bombacha! Pensó.

Clara ya se había ido hace un rato y si no había vuelto a buscar algo para ese momento entonces ya no volvía. Con todo sigilo entró en el cuarto de ella registró entre su ropa sucia y encontró la bombachita de Clara, palpó la zona de la entrepierna y la sintió mojada, aún más que la vez anterior, olió su mano los flujos parecían frescos y el aroma pareció emborracharlo de lujuria. Su pija parecía dar saltos dentro del pantalón, no era sólo el aroma a mujer, era el gusto a pecado del olor de su hermana, y la excitación que le producía el morbo lo calentaba más y más. Esta vez decidió no correr riesgos y se encerró en el baño, pero otra vez cometió un enorme error, fue demasiado sigiloso. Escuchó la voz de su padre anunciando que salía y demoraría, así que sólo quedaba su madre, si lo descubría no pasaría a más de una sorpresa. Se sintió seguro y calzándose la prenda de su hermana en la cabeza, aspiró el olor profundamente y su masturbación fue sublime y placentera. Sentía en su miembro los espasmos de un creciente orgasmo, frenaba su mano con el fin de contenerlo y mantenerse en ese placentero estado de lujuria morbosa, aspirando el aroma de su propia hermana, se hundía más y más en el placer.

La puerta del baño se abrió de repente, Ernesto abrió los ojos, no podía creer que otra vez había sido escrachado en semejante situación, su madre lo miraba desde la puerta. Él con su miembro adolescente en la mano y la tanga de color turquesa de Clara puesta sobre la cabeza. Analizó la situación en un instante de lucidez y supo que tendría que haber hecho más ruido al entrar al baño. Ambos se quedaron atónitos sin moverse ni pronunciar palabras.

La madre de Ernesto no supo cómo reaccionar, jamás había sido dura con él, siempre lo sobre protegió de la manera más cariñosa que pudo desde el día que nació prematuro y frágil a punto de morir sin siquiera tener conciencia del mundo que lo rodeaba. Se acercó a él, con calma retiró la prenda de su cabeza, lo miró con cierta compasión, sintió pena por las artimañas que necesitaba para calmar sus deseos, y sin que él tuviera tiempo de detenerla su mano de madre cariñosa reemplazó la de él en su miembro y se decidió a completar la tarea que él había empezado.

Ernesto se sentía una bola de nervios, su propia madre lo estaba masturbando. El momento no era cómodo ni placentero, quería irse, quería librarse de la situación.

M-m-m- Ma, dejame sí?

Shhh, relajate mi chiquito, mami te ayuda...

Ernesto se sentía cada vez más incómodo, transpiraba en frío y su palidez se acrecentaba, intentaba pensar en otra cosa, pero su pene parecía actuar por cuenta propia y no bajaba su erección. La mano de su madre era experta en los menesteres y cada avance y retraída en su prepucio lo iba haciendo perder el control cada vez más. Ella notó la incomodidad de su hijo y confiando en su experiencia se propuso ayudarlo a relajarse.

Lo llevó a su cuarto asido de su pene, Ernesto accedía sin poner objeciones, todavía shockeado por la situación. Lo sentó en el borde de la cama y ella a su lado, acarició sus cabellos y le ofreció su hombro para que se relajara, Ernesto aún sorprendido y cada vez más alterado se quedaba inmóvil mientras la mano de su madre recorría todo el largo de su pija en un incesante sube y baja.

Mirta notaba la incomodidad en su hijo pero a su vez notaba su pene cada vez más duro e hinchado, escuchaba su respiración agitarse y volverse pesada, era momento del siguiente paso, midiendo sus movimientos con tranquilidad pero sin pausa, se acomodó arrodillada entre las piernas de él. Ernesto, con sus ojos como platos estaba cada vez más sorprendido, sintió que su cuerpo temblaba de una especie de terror y ansiedad sabiendo lo que estaba a punto de suceder. Los labios de su madre se posaron en un tierno beso sobre su glande y a Ernesto pareció invadirlo una oleada de placer que le cortó de raíz toda la incomodidad y el shock que sintiera momentos antes, reemplazándolos por un nuevo estado de excitación creciente e incomparable.

Los labios de su madre se abrieron y su glande se perdió en el interior de esa suave y cariñosa boca, la tensión muscular desapreció por completo y se abandonó al placer, la increíble sensación de lujuria conquistó su cuerpo entero y ya sin remordimientos se dejó a los estímulos de su madre. Mirta se esmeró metiendo profundamente el miembro de su niño en su boca tan profundamente como podía y acompañándose con su mano comenzó a ordeñarlo con todo su amor de madre, saboreando el gusto de la carne joven y virgen de su hijito. Ernesto no cabía en su propia fascinación, la sensaciones eran increíbles y su orgasmo parecía ir creciendo hasta límites inimaginables, crecía y crecía el placer pero el orgasmo no llegaba aún. Ya no podía disimular sus jadeos, su mano inconscientemente se aferró a los pelos de su madre y la acompañaba en los movimientos sobre su pija, su cuerpo ya no le respondía y se movía rítmicamente penetrando a fondo la boca de su madre.

El placer se acrecentaba a cada instante en el cuerpo del niño y un fuerte orgasmo nació en su vientre. Atravesando los testículos se liberó por su conducto seminal explotando como una fuente de fantasía en la boca de su madre que tuvo que sacarse el miembro de la boca para no ahogarse. Mirta siguió masturbándolo hasta que el último espasmo de su cuerpo dejó de sacudirlo y la última gota de semen brotó de su pene.

En ese momento Ernesto abrió los ojos y volvió a la realidad, sentía culpa pero a la vez estaba entusiasmado con lo acababa de pasar. Mirta lo miró a los ojos, su eterno amor de madre había sido premiado con una buena dosis de la semilla de su propia semilla.

Te gustó .- Ernesto dudó en responder, bajó la vista

Si, mucho – Mirta le sonrió mientras se limpiaba los restos de semen de la cara

Bueno hijo, cuando vos quieras, mamá te ayuda otra vez. No uses las bombachas de tu hermana.

Se levantó del suelo, besó a su hijo en la frente y se encerró en el baño a limpiarse. Ernesto no entraba en su sorpresa todavía, pero adoraba la agradable sensación que había quedado en su pene, que no era la misma que le quedaba después de masturbarse, también notó que su erección no bajaba todavía, se sintió feliz.

Los días pasaron, Clara empezó con el "entrenamiento" de su hermano, para volverlo una mejor persona y un estudiante más aplicado, Ernesto obedecía las indicaciones de su hermana sin poner objeciones. En uno de esos días Clara le había dejado unos ejercicios de matemáticas y él estaba concentrado en su habitación intentando resolverlos. Su padre que lo notaba más calmado y servicial le pidió que lo acompañe a buscar unos repuestos para el auto, Ernesto se negó amablemente argumentando que debía estudiar, Alberto que no quiso alterar ni interrumpir la nueva condición de su hijo se fue sin insistir. Al rato fue la madre la que apareció en su habitación con una abundante merienda para él.

Hola hijito, te traje algo de comer

Gracias.

Mirta dejó la merienda a su disposición y ya se iba cuando Ernesto la frenó.

Ma? Me ayudás con esto?

Con qué? no entendés el ejercicio.

No mami, con eso no.- Dijo Ernesto con cierta timidez, se alejó del escritorio y abriendo sus piernas exhibió ante su madre un potente erección- con esto ayudame.

Mirta se sonrió feliz, y sin mediar palabras se arrodillo entre las piernas de su hijo...

CONTINUARA.

Comentarios por favor gente, no les cuesta nada. Y si pueden también una valoración. Saludos

Fernando.