Niño malo

Ya no soy un niño, ni me considero malo pero...

Niño malo

No soy un niño, y no me considero malo, pero, a veces, solo a veces uno no puede resistir la tentación….

Todo comenzó de un modo común, una fiesta familiar que se prolongo hasta horas de la madrugada, mientras yo bailaba despreocupadamente con amigos y parientes de mi edad, yo ando por los dieciocho y mido uno ochenta y cinco, soy de complexión muy fuerte, igual que mi padre, mis padres se toparon en la fiesta con sus mas queridos amigos a quienes, por cosas de la vida, habían dejado de ver por años.

La cosa es que ellos se pusieron a platicar animadamente al compás de unos tragos (para eso son las fiestas, para pasarla bien como quieras) y, al cabo de algún tiempo, mi padre apenas se sostenía y mi madre estaba bastante alegre, sus ojos verdes parecían llenos de chispitas doradas que adornaban un rostro perfecto, ovalado y blanco con cejas lindisimas.

En cuanto al cuerpo de mi madre….ufff . mi madre tiene unos piernones torneados, con unas caderas enormes y un torso delgado y fino, además, tiene unas nalgas exquisitamente redondeadas y firmes.

Por mi parte, me divertí de lo lindo bromeando y bailando con amigas y primas. Una de ellas, es una preciosa rubia con unos senos hermosos, redondos y suaves al tacto, de aureolas rosaditas con un tamaño por encima de lo normal, no demasiado pero suficiente como para que cualquiera le admire sus maravillas si poder apartar la vista de ellas.

Me toco bailar un par de piezas con ella y, a decir verdad, sentí que se me apretaba un poco mas de lo usual.

-Esta nena quiere algo –pensé.

Y, busque un pretexto para alejarme, con ella de la mano, del bullicio del baile.

Nos sentamos en la mesa mas apartada de la fiesta y allí, entre la penumbra cómplice empecé a besarla con cierta timidez, ella me correspondió a los besos y caricias y con ello cobré valor para acariciarle sus maravillas.

Me encantó como se fueron poniendo mas firmes al contacto de mis manos hasta dejarme sentir unos pezones apenas notables, pero firmes y duros en ese momento.

Por su parte, ella me acariciaba el pecho y fue bajando lentamente su mano por mi abdomen (plano y firme por mi constante ejercicio en la escuela donde juego fútbol americano) hasta llegar a mi entrepierna.

Huelga decir que ya tenia a mi amigo preparado para todo y sentí a mi prima dar un respingo cuando lo tocó.

-¿Algo esta mal?- el pregunte con un murmullo.

Ella negó, apenada-No pensé que lo tuvieras tan…- se calló, apenada.

-¿Pequeño?-inquirí.

-No, al contrario- murmuro entre suspiros

Continuó acariciando mi pene lentamente mientras yo me entretenía con sus vellos suaves y húmedos por el delicioso juego que jugábamos

Así permanecimos un buen rato, explorando el cuerpo del otro con calma hasta que sentí que ella se tensaba un momento para relajarse placidamente después.

-Sigue un momento por favor- le iba a suplicar cuando

Mi madre se plantó cerca de nosotros y, poniendo su mano sobre los ojos a modo de visera preguntó:

-¿Eres tu Beto?-

¡Vaya inoportunidad!

Ni modos, son los jefes así que lamentándome interiormente contesté:

-Si mamá- mientras notaba a mi madre un poco mareada.

-Ya es hora de irnos, tendrás que manejar porque tu padre…-hizo un gesto con la mano imitando una botella.

Resignado le di un beso en la mejilla a mi querida prima y me dispuse a seguir a mi madre.

Mientras la seguía por entre la fiesta aprecie que mi madre poseía una hermosa cola. Con unas caderas anchas y unas nalgas firmes, además de unos hermosos pechos que, si bien no le llegaban a mi prima, tenían su propio encanto. Nunca la había visto de ese modo, y estaba planamente conciente de que era mi verga parada la que me hacia verla de ese modo.

Total que no tenía importancia la cosa, al llegar al hotel acudiría a mi fiel manuela para bajarme la calentura y, a ver si se me hacía al día siguiente con mi primita.

Mi padre estaba hasta las cachas de tomado y, siendo de mi misma complexión, me dio un poco de trabajo llevarlo hasta el coche.

Cuando lo logré, lo deje despatarrado a sus anchas en el asiento trasero y conduje, acompañado de una madre somnolienta, hasta el hotel a donde llegamos.

Con cierto trabajo, lleve a mi viejo hasta el cuarto de ellos y lo deje sobre su cama.

Mi madre, que apenas se sostenía por el sueño me pidio que le ayudara a desvestirlo y momentos después, lo teníamos en calzoncillos sobre su cama.

Mi preciosa madre me dio si querer un espectáculo extra esa noche pues sin cerrar la puerta del baño, de desnudo casi frente a mí para ponerse una diminuta bata transparente que apenas y se molesto en cerrar.

La erección insatisfecha que tenía regresó inmediatamente y me hizo dirigirme al baño lo mas aprisa que pude, con la intención de masturbarme lo más rápidamente posible.

Cerré la puerta y libere mi "problema".

Lo retorcí un poco para disponerme a iniciar mi tares pero una idea se abrió paso en mi cerebro.

¿Qué tal si buscara inspiración con el hermoso cuerpo de mi madre?

La tenía ahí, a unos pasos semidesnuda y profundamente dormida mientras que mi querido viejo estaba totalmente knock-out.

Lanza en ristre como decía algún libro, me acerque a mi durmiente progenitora.

Se veía muy hermosa con los ojos cerrados, con sus pechazos al aire y usando una diminuta tanga que dejaba ver algunos vellos rebeldes.

Empeze mi trabajo manual con lentitud, disfrutando de la vista, procuraba no cerrar los ojos mientras mantenía la vista en esos pechos

¿Cual sería su sabor, cual su aroma?

Por un momento abandoné mi labor y, cautelosamente, acerque mi rostro a sus pechos.

¡Que visión tan hermosa, que aroma de mujer bella!

Sin pensarlo, acerque mi boca a aquellos pezones de color rosa y los besé con glotonería por unos instantes.

Pero mi madre se movió mientras que murmuraba algo que no entendí.

-Upss, por poco me caen en el acto- pensé

Con cierto nerviosismo, apagué las luces de la habitación y pensé en ir a mi cuarto pero la tentación era mucha.

Esperé unos momentos, agarrándome el pene nuevamente erecto y me acerque a la cama de mi madre, la obscuridad del cuarto no era completa, la luz que penetraba por la ventana me permitía ver con cierta claridad la figura de mi madre.

Pasé al ataque nuevamente:

Con mucho cuidado, procedí a bajarle lentamente la pequeña tanga que ella usaba hasta despojarla de ella.

No quería follármela, solo quería ver mejor su delicioso nido de amor, quería disfrutar la visión para reventarme la mejor puñeta de mi vida.

Pero la ambición me cegó, una fuerza invisible me hizo acercar la cara a su rajita para oler su perfume y sentir sus mullidos vellos ensortijados.

Froté mi rostro en aquella deliciosa alfombra de vellos y, sin poder contenerme, hundí mi lengua entre aquellos labios carnosos en busca de su botoncito de placer, lo juro, fue algo instintivo.

Pero, sin querer, logre que mi madre, medio dormida aun, abriera sus torneadas piernas para facilitar mi labor.

Eso me sorprendió un poco, pero, con mi calentura por delante, busqué con ansiedad su clítoris, que ya empezaba a reaccionar, y lamí y sorbí sus jugos mientras mis manos se dirigían ansiosos a sus senos, para apretarlos y acariciarlos con desesperación, para ello, mi madre ya había reaccionado y se revolvía dulcemente en al cama respondiendo a mis caricias.

¡Aquello era la gloria!

Oleadas de jugos venían sin parar desde las profundidades de aquella vagina que me permitió nacer y yo tenía que beberlos todos.

No podía mas, Con la erección insatisfecha que ya tenia, levanté mi hombría por sobre mi madre y la penetré sin pensarlo dos veces.

Un enorme chorro de semen la inundó mientras que yo luchaba por contener un grito de placer.

En ese momento, sentí que mi madre se relajó, pero para ponerse de nuevo en tensión.

Le mire al rostro, a aquellos ojazos verdes que tanto me gustan y entonces comprendí, ella había pensado que mi padre le había hecho el amor y me miraba con ojos de incredulidad, tapándose con las sábanas mientras solo acertaba a decir:

-¡Tu?, ¡Hijo!, ¿como has podido…-

No espere mas, me fui corriendo a mi habitación tratando de sentirme culpable mientras mi madre, mi sabrosisima madre empezaba un suave sollozo cubierta con las sábanas .

Antes de dormirme, pensé en que debo ser muy malo.

Me gustó mucho cogerme a mi madre.

Lo haría otra vez.

Tal vez lo haga.

Ya veremos