Ninfomanía
Existen varios hombres en la vida: uno para aventurarte y divertirte, otro para tener conversaciones estimulantes, y el último para tener
Existen varios hombres en la vida: uno para aventurarte y divertirte, otro para tener conversaciones estimulantes, y el último para tener buen sexo.
Jordán era los tres en uno.
La necesidad de aventura de Jordán lo saco fuera del Ártico. Ausentándose por tres meses de mi vida. Al paso de algunos meses dejé de recibir cartas de su parte.
Eso fue hace cinco años atrás.
A media noche cansada de llorar por Jordán aprendí mi lección. No sería una victima del amor, tenía la intención de dominar mis emociones.
Salí esa misma noche decidida a llevar mi lección en práctica. Sería todo diversión de ahora en adelante. En el antro mientras tomaba una copa de vino seguía pensando en él. Intentado follar con desconocidos, funciono.
Yendo por medio de la arena uno de ellos me acompaño: Francisco. él era dulce y seguro, se ocupada de mi.
Mientras llamaba a uno de sus amigos médicos para consultar sobre que medicamento darme por mi dolor de cabeza. Nuestras miradas se toparon y nos reímos. Beso de dulce sueños.
Salimos el día siguiente a la feria, el sexo era bueno. La conversación con él estaba bien. Y gracias a Dios Francisco no tenía ningún hueso de aventurero.
Regresamos a la casa. Me quede pintando de colores vivasez a lo que Fran estaba debajo de la escalera mirando de reojo por debajo mi culo.Traía puesta una camiseta de él y sólo eso. Subió por la parte opuesta y me beso queriendo llevarme a la cama pero al bajar lentamente metió su pie en el bote de pintura. Me estuve burlando de él.
Con ojos de indignado me miro y apunto su brocha hacía mi zona intima. Me prendió muchísimo. Terminamos desnudos en la habitación copulando.
Con el culo en pompa él me embestía con suavidad mientras aprovechaba sus manos para tomar con rudeza mis tetas. No las acariciaba sino que las apretaba fervientemente.
Me despegue y camine hacía la pared mientras le veía con una sonrisa picara. Tenía la polla brillante. Camino detrás de mi y tomo de mis caderas. Estaba dentro de mi cogiendome rápidamente. Gemía fuertemente, mis gestos de placer se hacían notorios. Lo veía con cara de éxtasis.
¡Ahh…ahhh…ahhh!
Tomándome de la cintura empujando su brillante pene que estaba dentro de mi vagina me daba una fuerte lección. Terminamos y él dentro del condón.
En último momento escuche el sonido del teléfono en mi casa. Algo extraño ya que nadie me conocía. Él contesto y, llamaban a la puerta para que le abriéramos a los de mudanza. Salió corriendo a cambiarse.
Aún desnuda, fui a la puerta y quite el seguro y entre abrí la puerta mientras salía corriendo de vuelta a mi habitación. Juré por un momento haber visto a Jordán entrar por esa puerta. Estaban metiendo mis pertenencias a la casa y lo vi directamente a los ojos, me reconocío.
Jordán había vuelto. Un soplo del pasado.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que nunca te volvería a ver. — Dije.
— Déjame decirte: ya he tenido mi cuota de aventura. — Respondió.
Su compañero le dio una caja a lo que me apenado me pregunto:
— ¿Dónde vas a querer esto?.
— Ah en ese lado. Realmente no te esperaba tan temprano— Respondí.
Mientras caminaba cerca de mi. Intentaba tapar la blusa rodeando mis senos con mis codos en forma de v.
— Parece que estoy unos años atrasado. ¿Fue aquél el afortunado? — Dijo él.
— Fran, él es… él no es… — Nerviosa respondí.
Su amigo entro con una caja enorme y le dijo que parará de coquetear con los clientes porque estaban atrasados.
Se fue tan súbitamente como vino. Un espejismo de mi vida amorosa perdida. Me figuré que nunca lo habría visto de nuevo.
Realmente intenté cuidar mi relación con Fran pero tuve este sentimiento. Le dije que no podía mudarse, para protegerlo, como también me protegería a mi.
Clavaba un anuncio que decía lo siguiente: “Necesito un acompañante de renta y mi número”. Fran entraba por la puerta principal y me dijo:
— Creí que dijiste que necesitabas estar sola.
Para evadir su respuesta camine sensualmente hacía él y lo bese.
50 personas llamaron. Elegí a una mujer soltera quién compartía mi perspectiva del amor y el compromiso: Camila.
— ¡Hola preciosa! Sé que aún no me he mudado pero bienvenida a la inauguración de nuestra casa. — Camila.
Organizo una fiesta ese mismo día.
¿Y saben quién asistió? Jordán.
— Lamento sacarte de tu fiesta. — Jordán penoso.
— Está bien. Realmente estaba comenzando a incomodarme. — Replique.
— Mira, lo sé esto suena un poco trillado, pero… ¿Supongo que esto te pertenece? — Mientras me devolvía una sandalia de años.
— Lo encontré en la parte de atrás de la camioneta.
Bien entonces déjame ver si me queda.
Me senté en las escaleras que dan a la segunda planta, él se arrodillo y se dispuso a ponerme la sandalia.
Lo veía como no queriendo y dije:
— ¿quieres una cerveza?
Cuando abrí la puerta salió Fran detrás y me agarro metiéndome a la fiesta. Y dijo:
— ¿Quién es ese hombre?. — Fran.
Dentro le explicaba mientras todo se subía de tono. Él quería manosearme y yo no me sentía bien. Fran bailaba y tocaba a otras chicas mientras yo buscaba la manera de fugarme de ahí.
Vino en el momento una memoria donde estaba con Jordán en su bote. Los dos súper desarreglados solos en el mar. Riendo, siendo felices. Me enseñaba a pescar y me tomaba por la espalda culminando dentro desnudos después de hacer el amor.
Desperté en una parte de la habitación por las lamidas de mi perro. Jordán estaba enfrente de mi.
— Sé que esto es técnicamente excederse, pero… Me sentí mal por la despedida de la otra noche. — Dijo.
Me levante débilmente hacía su pecho entretanto me rodeaban sus brazos. Acariciaba mi cabello. Nos besamos apasionadamente.
Bajo mi vestido rojo y tomo mis pezones con sus manos deseoso de arrancarlos durante eso Fran dormía en la mesa. Me saque el vestido quedando desnuda y él hizo lo propio.
Me recargue en el buro de la cocina. Metió sus dedos mientras besaba mis senos y yo lo masturbaba. Me cargo y me terminó de sentar. Sentía cada embestida brutal. Las botellas caían y se quebraban, las paredes tenían vida y se movían. Mis gemidos explotaban:
— ¡Más, más, más, más! — .
Un ruido increíble mientras con sus musculosos brazos arremetía contra mi. Fran despertaba…
— ¿Anna?
Jordán había terminado dentro de mi. Nos encontrábamos desnudos olorosos después del acto sexual. En silencio nos vestimos aunque estaba de lo más nerviosa lo evadí diciéndole que lo esperaba en el baño para dar tiempo a Jordán que saliera por la puerta.
Lo despedí de beso.
Ese mismo día rompí con Fran ya que era lo mejor para los dos.
Indignada después de llamar al trabajo de Jordán porque no me querían dar su número telefónico ni algún dato suyo terminé colgando bruscamente. Mi compañera de cuarto intentaba regalarme un vestido que ya no le quedaba por sus enormes tetas. A lo que negaba porque no me encontraba de humor para aceptar.
— Es un atrae hombres. ¿Sabes cuántas veces he sido follada con esté vestido? — Enorgullecida dijo:
— ¡Cada vez que salía había alguien!
Molesta por no encontrar la forma de llamar a Jordán dije a mi compañera al mencionarme que iba a salir por ahí:
— ¿Qué hay de lavar los platos? Esto no es un hotel. Molesta le dije.
— Cuídate de no sonar como mi madre. — Me dijo.
Pude haberme esforzado más para encontrar a Jordán. Sé que tenía su número pero sólo él sabía donde vivía yo.
En el parque mientras leía vi el camión de mudanza donde él trabajaba. Pero él no estaba. Obviamente esta era otra de sus aventuras y no lloraría por él de nuevo.
Un buen, duro y honesto trabajo puede mantener tu mente desconectada de todo.
Diseñe los vestidos para una pequeña obra que fue un gran éxito. Una noche, un chico francés estaba visitando el teatro.
— Esté es Pierre Gaultier, el actor francés. El más renombrado del Palais Royale.
La señorita Olson y él se presentaron. Pero al voltear a verme asombrado dijo:
— ¿Y quién es esta adorable criatura?
— Es Anna, nuestra diseñadora de vestuario, dijo el dueño del teatro.
— Encantado. — Chico Francés.
Me dijo que era el encargado del Palais Royale en París. Hizo halagos sobre mi trabajo y me ofreció el trabajo de diseñar el vestuario para su próxima obra.
— ¿Yo, en París? — Dije.
— Si. ¿Puedes hacer pájaros grandes? — Pregunto. Quiero plumas, alas y picos.
Eso dependía muchísimo porque hacer trajes vistosos sólo por el hecho de ser vistos realmente no me interesaba.
Un disfraz debería ser una extensión del personaje. Y mostrar a la audiencia qué personaje está adentro. Eso es lo que me inspira.
Me hice la difícil con él.
— Quizás si me cuentas más sobre la obra…
— Mademoiselle, toma mi tarjeta. Nos encontramos mañana para discutir los detalles.
Se despidió haciendo una reverencia posteriormente que le dijera que le llamaría. Sabía que me había sacado la lotería.
La oferta de Pierre no sólo fue logro profesional sino una oportunidad para hacer lo mejor para mi. Una oportunidad para alejarme de novias chillonas y viejos amantes que aparecían cuando les daba gana.
— ¿Así qué quieres el trabajo? — Pregunto.
— Sí, por favor. Amo los pájaros. — Respondí.
Estuve yendo a zoológicos para hacer bocetos de pájaros. Dibujé tantas aves como aparecían tomando sólo lo mejor de cada uno. Disfrute cada minuto durante el proceso de diseño. Mi inspiración fue turbada cuando por la puerta entraba mi compañera chupando una paleta en forma de miembro de varón. Y un desconocido tocando sus partes intimas.
— ¡Oh, Por favor! — Exclame.
— ¡Oh, Por favor! Mi muy seria y ocupada amiga no quiere ser molestada. — En tono de burla contesto.
Su acompañante seguía besándola hasta llego a mencionar que si quería unirme.
— Ella está trabajando. ¡Oh, Alberto, vamos!
Seguía desesperada por el ruido. Ella le mordía los glúteos.
— Quiero que me chupes y lamas. — Dijo descaradamente.
Él se la estaba mamando mientras yo estaba en el otro cuarto. Jugaban diciendo sobre si se veían sexys. Y hacían promesas sobre durar mucho tiempo mientras yo me lavaba los dientes. Inclusive mi compañera fue al baño en busca de condones y me beso mientras cepillaba mis dientes. La aleje.
Dejaron la puerta entre abierta así que me asome. Alberto tenía un pene diminuto. Ella se la mamaba.
— Quiero ser follada. — Mi compañera le dijo.
La penetraba en misionero, ella lo montaba sensualmente. Yo miraba.
Misionero de nuevo, gritos de placer salían de la habitación. Me aleje de la puerta antes que me descubrieran.
Memorias de Jordán venían a mi en mi sueño. Dormida frotaba mis tetas, las acariciaba disfrutando mientras sus besos me envolvían. Me saque los jeans. En la memoria él recorría mi cuerpo con sus manos. Yo me metía los dedos, todos ellos. Me elevaba, suspiraba y me dejaba llevar por el momento.
Estaba por irme a París y mi compañera me pidió prestada mi habitación porque había conocido a un chico que te ponía “a babear”. No pude cerrar mi maleta así que use cinta adhesiva.
El chico “a babear” era Jordán. Y se apareció pidiéndome las llaves de la habitación. Estaba muy confundida.
— Vamos Jordán ¿qué estás haciendo aquí= Dije mientras no paraba de organizar mis cosas para el viaje.
— Nunca llamaste. No podía dejar de pensar en ti — Jordán.
— Perdí tu número. Intente encontrarlo pero… — Dije mientras bajaba con varias maletas por la escalera.
No sabía que me molestaba más. Él nuevamente apareciendo de la nada o él compartiendo mi habitación con Camila.
Mi maleta se abrió y yo no pude cerrarla. Él bajo y la cerro con fuerza. Me miro y nuestras bocas se encontraron nuevamente. Un beso entre suspiros. Deseaba tirármelo en las escaleras. Bajaba su ropa y él la mía. Me dedeo…
— No, no puedo hacer esto. Desapareciste por cinco años y quieres mudarte a mi departamento. — Mientras subía mi ropa.
Era un desastre. No podía con mis maletas.
Tome el taxi.
Tú no puedes trabajar en algo, esperar algo, invertir toda tu energía en algo y luego abandonarlo porque un viejo amante te culpa de no haberlo llamado.
Por otro lado es la prueba perfecta. Si el “señor agua la boca” podía vivir en mi departamento por tres meses. Sin sucumbir ante la señorita come hombres entonces quizás podría confiar en él de nuevo. Pero la posibilidad era baja.
— ¡Ah, Anna! Bienvenida a París. ¿Haz tenido un vuelo agradable? — Pregunto el Francés.
Asentí con un gesto. Me ayudo con las maletas y entramos.
París era lo que necesitaba. Un nuevo comienzo, un cambio de aire.
Me hice amiga de una de las actrices: Sofía.
Sofía era fuertem llena de seguridad y única por su voz. Exactamente la persona que necesitaba a mi alrededor.
Ella me dio un tour los primeros días por París. En dicho tour tome varías fotografías instantáneas. En una de ellas escribí una carta a Jordán.
Querido Jordán, no estoy segura de cómo…
Decidí no seguir escribiendo. Y troce a la mitad la foto para tomar otra y escribirle a Camila y Jordán.
Querida Camida & Jordán…
De nuevo furiosa pensando en que se podían estar revolcando rompí la foto.
Mientras medía el cuerpo de Sofía sólo en sostén. Él Francés entro con una cabeza de cuervo y la mando a hacer otra cosa para que ahora le tomará medidas a él.
— Tus vestidos son magníficos. Puedes estar mucho tiempo en Francia con el apoyo correcto. Siento que vi quién eres y qué necesitas ¿Sabes? — .
— No estoy absolutamente segura — Dije mientras medía su cintura.
Me dijo que podría volverme una mujer feliz y exitosa. Le agradecí pero también le hice saber que me encontraba bien. A lo que inesperadamente me tomo por sorpresa de la mano y me dijo:
— Creó que deberías comenzar a confiar en tus sentimientos tal y como hacemos en París — Poniendo mi mano sobre su miembro.
Lo mire sorprendida y furiosa:
— ¿Qué sentimientos? — Mientras apretaba fuertemente sus huevos.
Enojado y quitándose la vestimenta exclamo:
— ¡Tú no sabes quién soy! ¡Puta! ¡Perdedora!
Se quito todo su atuendo y salió. Me quede fumando y terminando mi copa de vino.
En el preciso momento que llamaba a Jordán porque lo extrañaba él me llamo por ende su línea sonó ocupada.
Recordé estar en la mesa de su bote desnuda mientras él me besaba de los pies y yo extasiada elevando mis caderas disfrutaba. Subía y me mordía los pezones, me empotraba fuertemente. Me cogía de perrito… Me hacía el kamasutra.
Mientras él se bañaba mi compañera de cuarto tocaba y cantaba desatinadamente el piano desnuda.
— Pensé que ya habíamos hablado sobre usar mi bata de baño — Molesto le reclamo.
Ella se bajo la bata provocando a Jordán.
— ¡Siéntate! — Ella le dijo Camila.
— Puedes conservarla por ahora — Mientras miraba por la ventana respondió Jordán.
Volvió a insistir en que tomará asiento y se dejará sucumbir ante sus encantos. Ella había planeado una cena con Champagne celebrando un mes de vivir juntos.
Él sonriendo acepto unirse a la celebración. Y brindaron por ser compañeros de piso por un mes. Él se sentó por fin. Camila dijo que tenía la cena en el horno y pregunto si le había gustado su cuerpo.
— Si. Eres una mujer muy atractiva — Entrando en los encantos de Camila respondió Jordán.
— Pero pienso que deberíamos mantenernos sólo como compañeros de piso — Matando las esperanzas de Camila.
Camila dijo que compartir un momento no tiene nada de malo que cada uno tiene necesidades. Y podrían intentar satisfacerlas mientras besaba su cuello.
— Despeja tu mente y relájate.
Jordán había caído en los encantos de Camila. Aunque se negaba. Desnudos Camila lo callaba hasta el punto de bajar y mamarsela. La chupaba como si de una paleta se tratase. La metía toda a su boca mientras que lo masturbaba con su mano. Crecía rápidamente a lo que el momento fue muerto por la eyaculación de Jordán en la cara de Camila que la tomo por sorpresa.
La había dejado manchada y él terminó como todo hombre, arrepentido.
— Supongo que es tiempo de una ducha — Avergonzada dijo Camila mientras se cubría el rostro.
Al día siguiente llame a Camila y le dije si todo estaba bien. Camila sonaba extraña pero me decía que los dos estaban bien. Llorando Camila exclamo que extraña a Alberto. Y que era muy tarde para volver con él.
Me solté a llorar porque teníamos el mismo sentimiento sólo que ella reía mientras fingía sus llantos.
Puedo ser una estúpida. ¿No percibí que estaba hablando de mi misma? Aparentemente no. Yo necesitaba un empujón más. Y este empujón vino en un lugar inesperado.
Sofía y Pierre solían ser amantes. Pensó en que él era el amor de su vida.
Ella se me insinúo. Me masajeaba lentamente. Besaba mis manos y mis labios. Me deje llevar y asentí.
Paso a desvestir mi ropa superior bajando lentamente hacía mi culo girando hacía mi sexo. Suspiré y me senté en un lugar dónde ella pudiera hacerme suya. Beso desde mis pies hasta mis senos llegando nuevamente a mi boca pero ahora desnudando mis rojizos senos. Me masturbo de una forma que nadie más logro. Me comió el coño y entre gemidos, suspiros logró hacerme correr. Y seguía metiéndome mano hasta que caí muerta.
Camila logró conocer que yo era el amor de la vida de Jordán y él admitió que había jodido nuestra relación.
Yo me encontraba fumando desnuda con Sofía a mi lado.
El dulce cariño de Sofía me mostró que tenía que romper el circulo vicioso. Si no Jordán y yo terminaríamos como Pierra y Sofía, amargados.Y escupiendo palabras duras uno al otro.
Siempre buscando bienestar con extraños.
Esa noche me embriague y terminé pidiendo un aventón. Quede inconsciente en la cabina junto al conductor que aprovecho para tocar mis senos.
Me tocaba los senos y también su miembro. El sonido de su teléfono me despertó y me hizo comprender lo que estaba haciendo.
— Estás enfermo — Saliendo del camión con mis pesadas maletas y ebria.
Llegue a casa de Fran como me fue posible.
Intente pedirle perdón por lo que le hice. Pero él no me entendió y argumento que me dejo llevar por un tipo que me juro amor eterno. Y me deseo buena suerte.
No dejaba de pensar si Jordán y Camila se revolcaron y se juraron amor eterno. Así que regresé a mi habitación.
Encontré a Camila y… Alberto follando como locos.
Había arruinado todas las opciones de verlo de nuevo. Aparentemente, Jordán había dejado el departamento para irse en algún bote. ¡Seguro! ¡El bote su aventura!
Cogí una bicicleta para ir a la costa para encontrarlo.
Me puse espaldas a él y me hizo el amor. Desvistiendo mi tapado cuerpo lentamente. Tocando mis tetas delicadamente. Chocando su cuerpo con el mio y por último quitando mis bragas para así tomar mis piernas y ponerlas encima de sus hombros para así comerme. Su lengua subía y bajaba. Metía sus dedos. Me levante para besar su pecho bajando a su pene erecto. Lo mamaba con ganas, mi saliva lo lubricaba.
En su cama me recostó y mis piernas encima de sus hombros lograban una penetración profunda y placentera para los dos. Me tomo de las caderas y me embistió brutalmente y terminamos. Y brindamos pero está vez él terminó dentro de mi.
Ahora me puso en cuatro mientras recordaba como me hacía suya en el bote. Era una habitación llena de placeres. Terminamos rendidos. Nos entregamos el cuerpo y alma.
Fin.