Ninfómana y obediente (Parte número 32).
Parte treinta y dos de esta larga historia que está llegando a su final y que, en primicia, estoy brindando a mis lectores esperando que sea de su agrado, la sigan con interés y para bien o para mal, me hagan llegar sus comentarios.
Aunque, más tarde, me di cuenta de que no le había facilitado mi número de teléfono, Bjorn se hizo con él a través de Nicole y me llamó muy temprano a la mañana siguiente, despertándome. Al coger el teléfono estaba más dormida que despierta pero me hizo reaccionar en cuanto me indicó que quería que me “hiciera unos dedos” mientras hablábamos ya que quería oírme jadear y escuchar el agradable y siempre estimulante sonido de mi “baba” vaginal y de mi orina al expulsarla. Mientras hacía lo que me había pedido me comentó que debía de tener en cuenta que, desde que había llegado a ese país, se había convertido en un semental por lo que era capaz de echarme varias lechadas en cada sesión sexual que mantuviéramos y que podían ser varias al cabo del día. Le dije que eso era, precisamente, lo que quería ya que pretendía irme desgastando con él y Bjorn me indicó que me complacería siempre que pudiera ser fetichista y sádico conmigo. Estaba segura de que me motivaría mucho el verle mirar, oler y coleccionar mi ropa interior y que, sin llegar a maltratarme, me “diera leña” mientras me trajinaba por lo que me mostré de acuerdo con sus pretensiones y quedamos en mantener nuestro primer encuentro esa misma noche. Me indicó que debía de acostumbrarme a vestir con botas altas por encima de las rodillas y con ceñidas y muy cortas faldas y olvidarme de mis bragas bajas para que me fuera haciendo a usar prendas íntimas caladas y menguadas de tela con tanga. En cuanto, un poco después de que llegara al clímax, escuchó a través del teléfono que me empezaba a mear, me colgó.
Me pasé el día bastante liada intentando ajustar mi vestuario a sus deseos y cuándo, horas más tarde, estuve con Bjorn me dijo que había decidido alternarse para retozar con nosotras con intención de pasar la noche unos días con Nicole y otros conmigo. Con ello pretendía que me pudiera recuperar de una sesión para otra para afrontar la siguiente con las debidas garantías y que durmiera una noche de cada dos mientras él lo hacía por la mañana pero, un mes más tarde y al obtener un buen rendimiento sexual de mí, me propuso mantener relaciones a diario. Acepté aunque hasta que me acostumbré me dejaba para el arrastre pero conseguía darme tanto placer que no me importaba tener que mostrarme ante él como una ardiente perrita en celo, golfa, guarra y viciosa puesto que me motivaba mucho que me castigara, me martirizara, me insultara y me vejara mientras me iba poseyendo vaginal, bucal y analmente. Le agradaba verme convertida en su esclava sexual para poder hacerme todo tipo de marranadas y “darse el lote” sin tener que desgastarse demasiado puesto que, al obligarme a ganarme a pulso cada uno de sus polvos, no me echaba más de tres diarios. A mí me gustaba que, en la intimidad, me demostrara ser un autentico cerdo salido, que me usara como su water personal y que se recreara metiéndome de golpe varios de sus dedos ó el puño por vía vaginal ó que me abriera con unos fórceps la “almeja” y/o el ojete para poder deleitarse metiéndome sus puños bien profundos por ellos con intención de forzarme al máximo; que me golpeara y me azotara los glúteos hasta ponérmelos mas morados que rojos con lo que al día siguiente me encontraba con serios problemas a la hora de sentarme; que me obligara a efectuarle unas felaciones tan exhaustivas y largas que, en múltiples ocasiones, me vi ahogar; que se encargara de depilarme eliminándome hasta los pelos del orificio anal; que me provocara unas muy copiosas defecaciones y me obligara a retener la caca en mi interior para írmela sacando lentamente con sus dedos con intención de untarme con ella todo el cuerpo; que no se cansara de forzarme la vejiga urinaria para que la fuera vaciando echando unas largas meadas que parecían no tener fin y otras muchas cerdadas que le encantaba hacerme entre lechada y lechada.
Lo que me ponía sumamente “burra” era que me mantuviera abiertos los labios vaginales con los dedos de una de sus manos y que con el dedo gordo me excitara a través del clítoris mientras con la otra mano me daba cachetes en la masa glútea que, en cuanto iba adquiriendo una tonalidad roja, me besaba y me lamía al igual que hacía con mi orificio anal con lo que llegaba a sentir una agradable sensación de vacío en mi cueva vaginal que, sin necesidad de más estímulos, me incitaba a “romper” con frecuencia e intensidad por lo que, para cuándo mi masa glútea adquiría una tonalidad morada, mi “chirla” se había convertido en un océano de flujo que goteaba “baba” y orina y sin tener que mantenerme abiertos los labios vaginales, permanecía dilatada. A Bjorn le gustaba aprovechar mi excesiva humedad vaginal para prodigarse en introducirme vaginalmente el tanga que me obligaba a mantener en mi interior mientras con sus manos me hacía permanecer con el chocho cerrado por lo que, cuándo me lo extraía, se encontraba totalmente impregnado en mis jugos. Una vez que lo examinaba y lo olía me lo metía, con la ayuda de un lápiz ó de un bolígrafo, por el ojete que, asimismo, me mantenía cerrado con sus dedos antes de joderme por vía vaginal haciéndome mantener el tanga dentro del culo sabiendo que, con la humedad que acumulaba, terminaría por liberar el esfínter con lo que consiguió que se convirtiera en habitual que me “jiñara” y disfrutando de sensaciones muy placenteras, mientras me jodía.
Más adelante me obligó a permanecer con dos tangas usados, uno en el interior del chumino y el otro dentro del culo mientras me jodía. Pensaba que, al tenerla tan grande, su polla no me entraría al permanecer ambos agujeros taponados pero estaba equivocada y mientras me daba tralla, llegaba a notar mi cueva vaginal y mi trasero tan sumamente llenos que, además de mearme y de “jiñarme”, sentía la sensación de que me iba a estallar el útero, los ovarios y el culo pero me resultaba tan gratificante que llegaba al clímax tantas veces que, como tardaba en darme su leche, antes de sentirme mojada por ella solía “disfrutar” de las “delicias” de algunos orgasmos secos. Bjorn me decía que, a pesar de ser muy finos, mis tangas hacían las funciones de preservativo por lo que, aunque no lo hice, podía prescindir de mis pastillas “anti babys”.
Me llegué a sentir la más cerda, golfa, sumisa y viciosa de las féminas hasta que Nicole empezó a darse cuenta de que Bjorn no rendía con ella al mismo nivel que antes ya que, aunque el chico fuera una autentica “vaca lechera” que no parecía tener límite a la hora de hacer cerdadas y de dar “salsa”, con la actividad sexual que desarrollaba un día tras otro en el gimnasio y conmigo se llegaba a desfondar por lo que acabó poniéndole entre la espada y la pared puesto que no estaba dispuesto a dejarla ni a hablarla de la sádica relación que mantenía conmigo.
Como no pretendía que su relación con Nicole se fuera al traste por mi culpa cometí el grave error de hablar con ella, sin que Bjorn lo supiera, para explicarla que me estaba dejando someter por su chico y que estaba dispuesta a dejar que ella también me humillara. De inicio no entendió mi propuesta y además de dedicarme un montón de improperios y de “lindezas”, dejó de cuidar a París y estuvo varias semanas sin hablarme hasta que se dio cuenta de que Bjorn pasaba demasiado tiempo conmigo y como no parecía dispuesto a renunciar a mí, era mejor compartirlo que perderlo puesto que sabía que la iba a ser difícil y más en aquel país, encontrar otro hombre que se encontrara tan magníficamente dotado como él por lo que terminó aceptando mi propuesta con la condición de que probáramos durante un tiempo.
C o n t i n u a r á