Ninfómana y obediente (Parte número 10).
Décima parte de esta historia que, en primicia, brindo a mis lectores esperando que sea de su agrado y la sigan con interés. FELICES FIESTAS A TODOS.
Pero lo que había comenzado siendo una broma pesada y de mal gusto terminó convirtiéndose en una autentica pesadilla cuándo descubrí que, en mi primer contacto sexual con penetración, uno de los varones, probablemente Daniel, había aprovechado los momentos de entrega y de relajación que tuve al final de esa nefasta velada nocturna, cuándo mis fuerzas se encontraban bajo mínimos, para mojarme vaginalmente con su leche “dando de lleno en la diana” ya que me había dejado preñada. Como no quería lucir “bombo” ni convertirme en madre soltera pensé en abortar lo que me obligó a contar a mis padres lo sucedido. Ninguno de los dos estuvo de acuerdo conmigo aunque conseguí convencer a Jacqueline para que me llevara al centro de planificación familiar en el que la habían puesto el DIU unos meses después de parirme y en el que se lo habían quitado medio año antes de que engendrara a Judith donde me efectuaron un metódico examen antes de desaconsejarme el llevar a cabo mi propósito puesto que el feto se estaba desarrollando en las trompas en vez de en el útero y además de no poder asegurar que les fuera posible extraerlo, me advirtieron de que, al intentarlo, podían llegar a causarme daños uterinos irreversibles hasta el punto de verse obligados a realizarme un vaciado. Aunque estaba dispuesta a correr ese riesgo mis progenitores, aunque no les hiciera ninguna gracia que les convirtiera en abuelos y menos en esas circunstancias, no permitieron que pusiera en peligro mi integridad vaginal y me convencieron de que, a pesar de que no me agradara nada la idea, era preferible que apechugara con las consecuencias de la involuntaria actividad sexual que había llevado a cabo esa velada nocturna convirtiéndome en madre soltera a que, más adelante, cuándo quisiera tener descendencia me viera imposibilitada para engendrar.
Mis padres obligaron a depurar responsabilidades a la dirección del centro escolar en el que había cursado mis estudios pero, al ver que el asunto era muy serio, todos mis compañeros tanto masculinos como femeninos se pusieron de acuerdo para negar su participación en los hechos que dieron lugar a mi fecundación por lo que, finalmente, los que pagaron las consecuencias fueron Kirsten, como encubridora, los tres compañeros que me ayudaron y parte de los profesores que nos acompañaron durante el viaje a los que echaron por su negligencia y pasotismo. Asimismo, presionamos al hotel en el que nos habíamos alojado donde reconocieron que el estado en que encontraron al día siguiente la suite en la que me habían jodido evidenciaba que alguien había pasado una noche y bastante guarra y loca por cierto, en su interior sin que pudieran explicarse como podían haber entrado en ella sin quedar constancia en sus ordenadores al mismo tiempo que aseguraron que ninguno de sus empleados se ajustaba a la descripción y al perfil que les dimos de mis agresores.
Lo peor de todo fue que, a base de revolver en la mierda, mis progenitores acabaron por sacar a la luz lo sucedido lo que hizo que mis compañeras se enteraran antes de que comenzara a lucir “bombo” y como no tenía pruebas fehacientes para poder involucrarlas, se rieron a mi costa durante un montón de tiempo y lograron que la noticia se fuera extendiendo entre la gente hasta el punto de que llegué a sentirme tan cohibida cada vez que salía a la calle que, en un país en el que se practicaba con asiduidad el sexo en grupo, la bisexualidad iba en aumento hasta el punto de que cada vez era más habitual que dos ó más personas del mismo sexo vivieran con otras del sexo opuesto para asegurarse el poder mantener relaciones tanto de tipo hetero como homosexual ó lesbico y en el que nadie se escandalizaba de nada, tenía la sensación de que toda la gente me miraba como si fuera un bicho raro por no haber sido lo suficientemente precavida como para tomar anticonceptivos, la píldora del día después ó haber abortado.
A cuenta del embarazo sufrí un cambio hormonal bastante brusco lo que causó que me sintiera mucho más golfa y viciosa que antes y necesitara obtener satisfacción sexual y a través de la penetración, con más frecuencia por lo que decidí intensificar mi relación con Michael y prodigarme en realizarle cubanas, felaciones y sesenta y nueves para extraerle el primer polvo a cambio de que me “clavara” su picha por vía vaginal, me jodiera y me echara libremente su segunda lechada y su posterior meada en mi interior. Conseguí que me diera regularmente por el culo para irme acostumbrando al sexo anal y aunque seguía siendo de defecación fácil, para irme aclimatando a retener la evacuación hasta que me sacaba su “instrumento” del orificio anal.
Intentaba evitar convertirme en una ninfómana pero cada vez me encontraba más inmersa en el sexo y además, sintiéndome una chica fácil, obediente y sumisa lo que Michael aprovechó durante el verano para penetrarme con asiduidad, tanto por delante como por detrás, de dos a cuatro veces diarias. El “bombo” comenzó a hacerse evidente cuándo comencé mis estudios universitarios lo que ocasionó que, al darse una situación que no era demasiado habitual, mi llegada causara un gran furor y cierto revuelo en la facultad en donde me encontré con una actividad sexual frecuente e intensa en la que estaban involucrados hasta los profesores. No tardé en descubrir que allí no existía ninguna intimidad puesto que las duchas, los cuartos de baño y los vestuarios tanto masculinos como femeninos, la biblioteca y varias salas de estudio estaban plagados de cámaras que colocaban los estudiantes. Unas compañeras me comentaron que, en cursos anteriores, cuando descubrían alguna la quitaban pero que habían dejado de hacerlo al ver que era infructuoso puesto que, a las pocas horas, había otra en el mismo lugar. Los chicos las colocaban hasta dentro del inodoro para poder vernos mear y “jiñar”, lo que les permitía observar la abertura y amplitud de nuestra raja vaginal y valorar la posibilidad de “clavarnos” su “herramienta” por el culo a la vista de lo que nuestro orificio anal dilataba al defecar mientras que a las chicas lo que más las interesaba era el poder ver los atributos sexuales a los varones para saber cual de ellos se encontraba mejor dotado y era el más apropiado para darse un buen “revolcón” con él. Como la bisexualidad estaba bastante extendida, a través de las imágenes de las cámaras algunos y algunas se llevaban desagradables sorpresas al ver a sus posibles conquistas retozando con otros ó con otras ó manteniendo relaciones con personas del mismo sexo.
Los varones tomaban estimuladores, para poder disfrutar con mayor frecuencia y durante más tiempo del sexo y retardadores, para demorar sus eyaculaciones mientras que, entre las jóvenes, la que no tenía puesto el “paraguas”, tomaba anticonceptivos y a pesar de que la mayoría de los chicos se la “clavaban” con la misma frecuencia durante sus ciclos menstruales, se medicaban para que las duraran menos. Algunas ingerían con cierta regularidad comida de efectos flatulentos con intención de liberar ventosidades durante el coito para demostrar a sus parejas que hasta a la más golfa se la escapa un pedo y el elevado grado de satisfacción que llegaban a alcanzar mientras las jodían.
Aunque a causa del bajo índice de natalidad del país tal directriz había quedado en desuso, los jóvenes tenían bien asumido que una cosa era gozar del sexo y otra muy distinta el llegar a fecundar a sus parejas más ó menos ocasionales que, a cambio de que las comieran la raja vaginal y las dieran satisfacción anal a través del “beso negro” y el “colibrí”, les efectuaban felaciones y permitían que las dieran por el culo metiéndolas la “lámpara mágica a pelo” para que, llegado el momento, descargaran libremente en su interior. A pesar de que muchas chicas llevaban puesto el DIU ó tomaban anticonceptivos, en el suelo de los cuartos de baño todos los días había condones lo que demostraba que existía bastante adicción a experimentar con sus parejas, aunque fuera utilizando gomas, las delicias de la penetración vaginal.
C o n t i n u a r á