Niña Lucía (Tío Rodrigo)

Me mojé enseguida. Mi tío supuso que era tiempo, y me abrió de piernas. Y bien, estaría todo lo mojada que quieras, pero a los 18 años una no tiene el coño para ir recibiendo trancas creciditas, y la de mi tío Rodrigo estaba bien crecidita.

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"Hola, princesita. ¡Hay que ver lo que has crecido! Estás hecha toda una mujer"- le dijo aquél hombre de los ojos grises.

Niña Lucía tragó saliva. No esperaba volver a verlo... jamás. Y sin embargo, allí estaba, tal y como ella lo recordaba en sus pesadillas. ¡Qué poco había cambiado en cuatro años!

"ho-hola, tío Rodrigo..."- susurró la joven.

"¡Hola, princesita!"- le respondió con una sonrisa su tío, antes de adelantarse y estrecharla en sus poderosos brazos. Los besos que su tío depositó en sus mejillas, Niña Lucía los sintió como pinchazos de asco.- "bueno, Jorge..."- dijo el hombre girándose a su hermano- "Si me dices dónde está el baño..."

"Sí, por supuesto, por esa puerta de ahí".- le indicó el padre de Niña Lucía. Luego, girándose hacia su hija preguntó.- "¿Cómo te lo has pasado?"

"¿Qué hace ÉL aquí?"- espetó la joven cambiando su rostro a un gesto enfadado en cuanto su tío desapareció del recibidor.

"Cuida ésa boca, jovencita. Tu tío Rodrigo está de viaje de negocios en la ciudad y se va a quedar una semana en casa"- le respondió su madre

"¿Por qué no me habíais dicho nada?"- renegó la chiquilla.

"Por que no te importa. Además, tú siempre te has llevado bien con tu tío..."

El portazo de Lucía en su habitación tras esa respuesta resonó durante varios minutos en los oídos de sus padres.

I. Sálvame.

"ángela ncsito qdar cntigo no awanto en mi casa. stoy jodida. tngo q contart algo. Siento muxo lo q t dije. Perdóname y cntxta xfa."

A Ángela, el móvil, la sorprendió en la bañera. Con fastidio, levantó su cuerpo escultural y se inclinó hacia la pila para recoger el aparato, haciendo que gotas de agua que resbalaban por sus pechos fueran a caerse al piso del cuarto de baño. No pudo evitar que una sonrisa victoriosa se asomara entre sus labios cuando leyó el mensaje de Niña Lucía. Con parsimonia, terminó de bañarse, enjabonándose la piel, recreándose en cada gesto, haciéndolo más obsceno, como si alguien la estuviera mirando. Luego, completamente desnuda, cogió el móvil y se dirigió a su cuarto.

"t spero n 1 ora n l bar d tus padres"

Lucía no necesitó más. En cuanto recibió el mensaje, salió de su cuarto y de la casa.

"¿Dónde vas, Lucía?"- le preguntó su padre.

"He quedado con Ángela"- antes de que sus padres pudieran contestar, Lucía ya había salido por la puerta.

"Otra vez con Ángela..."- rumió su madre.

"¿Pasa algo con esa Ángela?"- preguntó el tío Rodrigo.

"No es nada, Rodri... simplemente que a Marta, le parece algo... emmmm... 'Liberal'"

"Entiendo"- contestó el hombre con una sonrisa.

Niña Lucía llegó veinte minutos antes a la puerta cerrada del bar que sus padres regentaban. Diez minutos después, cualquiera que hubiera estado mirando la esquina de la calle, podría haber visto a Ángela observar a su amiga. Tras un cuarto de hora de cruel espera, veindo a Niña Lucía casi derrumbada contra la pared, Ángela avanzó hacia ella.

"¡Ángela!"- gritó Niña Lucía cuando la vio.- "pensé que no vendrías."- exclamó, lanzándose hacia ella y abrazándola sorpresivamente.

Ángela se sintió extrañada por el afectuoso abrazo de Niña Lucía. Y más aún le sorprendió que su amiga tardara tanto en soltarse... hasta que, a sus oídos, llegó un sollozo.

"Luci... ¿Estás llorando?"

Niña Lucía, completamente derrumbada, se deshacía en llanto en el amplio pecho de su amiga.

"Luci..."- a Ángela se le estremeció el alma. "Pobre Lucía... Pobre Niña Lucía", pensaba Ángela, y se maldijo por haber sido cruel con ella.- "Vente a mi casa y lo hablamos... ¿Okéi?".

Niña Lucía alzó su hermoso restro, y con una sonrisa, casi más mueca forzada, en su carita triste de ojos hinchados por el llanto, dijo:

"Sí".

Niña Lucía se apoyaba en Ángela durante todo el trayecto, como si le faltaran las fuerzas. Ángela nunca había visto así a su amiga. Nada parecía quedar de la vital Niña Lucía de sonrisa eterna. Nada quedaba ya de la arrogante Lucía con la que había hablado la noche anterior por el móvil.

Llegaron a la vivienda unifamiliar de la familia de Ángela. Niña Lucía se había negado a decir absolutamente nada durante el trayecto.

"¡Hola mamá!"- gritó Ángela nada más entrar por la puerta.

"Hola, cariño..."- le respondió una voz desde las profundidades del hogar.

"He traído a Lucía, no te importa ¿Verdad?"

"No, por supuesto. ¿Queréis merendar algo?"- un pinchazo sintió Niña Lucía en el alma. Envidió a Ángela. Eso era una madre, y no la fanática del trabajo que le había tocado a ella.

"No, mamá, nos vamos a mi cuarto"- contestó la adolescente mientras avanzaba con Niña Lucía por el amplio pasillo.

Niña Lucía se dejó caer en la cama de edredón rosa de Ángela. Se entretuvo observando las pegatinas fosforescentes del techo. Los caminos de lágrimas secas le acartonaban las mejillas. Ángela se sentó en un taburete, frente a ella, y preguntó:

"Va, cuéntame lo que te ha pasado"

Tragándose las lágrimas que causaba el recuerdo, Niña Lucía empezó su narración...

II. Hace muchos años... PX.

"Todo esto empezó hace cuatro años...- comenzó la joven.- por aquél entonces yo tenía 18 años, y no era más que una niña... Mi tío Rodrigo era en esos tiempos un hombre de negocios bastante exitoso. No preguntes qué negocios. Ni los sé, ni los he querido saber nunca. Todo hacía indicar que no eran demasiado legales, y el tiempo parece ser que me ha dado la razón. Bueno... a lo que iba. Mi tío Rodrigo hace cuatro años estaba felizmente casado con una mujer digna de ser portada de cualquier revista pornográfica, no sé si me entiendes, y tenía un maravilloso chalet en la sierra al que yo iba de vacaciones cada verano. Comprenderás que no es lo mismo tener piscina privada que irte a la piscina municipal con todos los paletos y salidos de la ciudad... Aquél chalet apartado era mi paraíso. Tenía todo lo que una niña de 18 años podía desear.

Cada año pasaba todo un mes alejada de mis padres, en el chalet de mi tío Rodrigo. Cada tarde me bajaba a la piscina, con mi bañador y mi colchoneta, y me pasaba las horas jugando en el agua. De vez en cuando, la mujer de mi tío (jamás la llamaré mi tía), bajaba conmigo y me acompañaba en mis juegos. Siempre que yo estaba en la piscina, veía a mi tío, asomado al balcón, y mirándome con una sonrisa que yo, inocentemente, creí protectora. Hasta aquél maldito día.

Yo jugaba en la piscina, y mi tío y su mujer me observaban. Entonces, vi que mi tío Rodrigo le decía algo a su mujer. Esa mujer... no sé... siempre creí que en su puta vida no conoció más moral que la del dinero. Y como mi tío de lo último tenía a espuertas, pues ella hacía lo que él dijera sin rechistar.

En fin... Ella bajó conmigo, con uno de esos bikinis que tienen menos tela que el pañuelo de un gnomo..."

Ángela rio la semejanza. Hasta Niña Lucía esbozó una sonrisa.

"Sí, sí, ríete, pero era clavado a esos que tú tienes, Angie... bueno, no me líes. La mujer de mi tío bajó, y, desde un primer momento, se lanzó al agua y empezó a jugar conmigo. Pero algo raro ocurría. Me abrazaba más de lo común, y casi siempre por la espalda. Sentía sus manos sobre mis pezones casi inexistentes, incluso se atrevía a acariciarme por debajo del bikini. De repente, noté que me quitaba la colchoneta en la que estaba subida. Nunca he sido una gran nadadora, así que como pude me desplacé al borde y me agarré al bordillo...

-Devuélvemelo- le dije.

-¿Y yo qué recibo a cambio?- no supe qué responderle. Pero ella tenía la lección aprendida.- Me gusta tu bikini...- me dijo. Yo me lo tomé a broma, pero, joder, era una cría y para mí era sólo un juego. Me senté en el borde de la piscina y me quité la parte superior del bikini. Se la di y ella dejó la colchoneta en el agua. Salté desde el borde y, justo cuando estaba a punto de caer sobre la colchoneta, ella la volvió a coger y me caí en el agua.

Pataleé, la insulté, me enfadé y noté que me abrazaba de nuevo por la espalda.

-He dicho que me gusta tu bikini.- me susurró al oído con esa voz... ¿Sabes? La que usamos para volver locos a los tíos..."

"Sí. Estás hablando con una profesional, Luci".- rió Ángela.

"Menos lobos, caperucita... que ya comprobaste que cuando quiero..."- la sonrisa se colgó de los labios de Lucía. Temió que Ángela se lo tomara a mal. Era como hurgar en las heridas. Pero en vez de eso, Ángela se rió y se levantó sobreactuando.

"Por favor, niñita... has aprendido de una maestra"- dijo riendo.

Rieron las dos niñas.

"Bueno, a lo que iba. Me agarró por la espalda...

-Y los bikinis constan de dos piezas...- dijo, metiendo sus dedos en el elástico del calzón del bikini.

Creo que el corazón se me paró. ¡Me estaba desnudando! Sabía que no estaba bien. Sabía que mi tío miraba desde el balcón, y recé para que no se diera cuenta y el agua me tapara.

Allí me tenías. Desnuda en la piscina, con once añitos de nada, y expuesta a la vista de mi tío Rodrigo. Lo miré, y lo que vi juro que me marcó para siempre. Mi tío Rodrigo tenía una mano metida por los shorts y se estaba cascando una paja."

"No me jodas, Luci..."- dijo Ángela.

"Y lo que te queda por oír.

Me quedé de piedra cuando vi aquello, y creo que hasta su mujer lo vio, pero lejos de ofenderse, la muy puta se pegó más a mí, y su abrazo se convirtió en un descarado sobeteo cara a mi tío. Mira, no sé si alguna vez te ha tocado una mujer, entiende lo que te digo, pero de aquello sólo recuerdo que esas manos parecían mil, y siempre sabían donde tocar. Eso me pareció, ten en cuenta que yo había empezado a "conocer mi cuerpo", sabes a lo que me refiero, desde el año anterior, y cuando me pajeaba era la cosa más torpe que te puedes echar a la cara.

Por eso, cuando esa mujer empezó a tocarme, noté que me mojaba en cuestión de segundos. Sus dedos, la palma de sus manos... creo que hasta sus tetas en mi espalda me ponían cachonda... Y desde arriba, mi tío se pajeaba viendo el espectáculo. Yo no sabía qué hacer. Sabía que lo que me hacían no estaba nada bien, pero no sé, me sentía tan caliente... hasta una niña sabe que si algo te da placer no debe ser malo... Así pues, simplemente cerré mis ojos y dejé que manipulara mi cuerpo a su antojo.

Nunca había sentido nada parecido, así que, cuando mi tío se metió para dentro de la casa, supongo que tras correrse, y su mujer subió a acompañarle, me quedé allí sola, desnuda, con tantas ganas que, sin esconderme ni nada, allí mismo, en la piscina, en la parte baja, con las piernas abiertas bajo el agua y recosatada contra el borde, me hice la paja más monumental que recuerdo... Hasta entonces, cada masturbación que me había hecho respondía a un sentimiento de soledad, casi de aburrimiento, cuando estaba sola en casa y no tenía otra cosa mejor que hacer que imitar a las putas de las pelis porno. Pero ese día no. Ése día me pajeé como resultado de una butal calentura. Quizá por eso me gustó tanto.

La puta de la mujer de mi tío, además de ponerme cachonda como una cachorrilla, se había llevado mi bañador, por lo que tuve que subir desnuda, y corriendo para que los vecinos no se asomaran a la ventana y me vieran.

Sin dejar de correr, pasé por delante de mis tíos, y, cruzando el pasillo, me metí en mi cuarto. No comprendía por qué habían hecho lo que habían hecho, ni por qué a mí, ni por qué me había gustado tanto... hicieron que me sintiera una puta con 18 años. Una puta virgen e inocente. En cuanto estuve de nuevo a solas, me puse un pijama y me lancé a mi cama a llorar.

Me dormí llorando, y cuando desperté, mi tío me miraba sentado en mi cama.

  • ¿Cómo ha dormido mi Niña Lucía?....- me dijo... Quise abofetearle, gritarle que jamás en su vida me volviera a tocar, pero, ¿Sabes? Había tenido tiempo de pensar, y ése día mi tío y su mujer me habían prestado una atención que jamás había recibido de mis padres. Así que sólo pude responderle:

  • Bien...

  • ¿Te ha gustado lo de esta tarde?- preguntó. ¿Tú qué habrías respondido? ¿Qué habrías respondido si la sensación más maravillosa del mundo fuera completamente asquerosa a los ojos de la puta sociedad y hasta de ti misma? ¿Qué harías si te preguntaran que si te ha gustado que te dieran todo lo que no te han dado en tu vida?"

"Respondería que sí".- contestó Ángela. Un rubor le cubría las mejillas, intentaba respirar hondo...

"Te está gustando la historia demasiado, Ángela. Si quieres paro y tomamos algo".

"No, sigue".

"Tú lo has querido, pero lo que viene ahora no va a ser tan bonito."

III. Tío Rodrigo.

"como tú misma me has dicho qué harías, yo también contesté que sí. Mira, Angie... he tenido cuatro años para lamentarme de esa puta palabra, de esas dos putas letras que te juro, me han amargado mucho hasta que "conocí" a Joan."

"¿Hasta anoche?"

"Sí. Hasta anoche. Sabes... si mi tío Rodrigo se hubiera portado como se portó Joan, quizá ahora mismo fuera la tía más puta que te puedes echar a la cara. O a lo mejor lo soy y todavía no me he dado cuenta. Si mi tío Rodrigo, entonces, se hubiera portado como Joan anoche, no le habría cogido ese puto respeto al sexo que perdí anoche..."

"¿Cómo lo hizo Joan?"- preguntó Ángela, con esa curiosidad morbosa que tan bien queda en las quinceañeras.

"Digamos que se portó como todo un caballero... No sé... me gustaría pensar que me fijé en Joan por que era el indicado, como si supiera de antemano que era el que necesitaba para cambiar el chip. Ángie, tengo casi dieciséis años y sólo había follado una vez. Sabía que, o me quitaba los miedos y me atrevía a probar con alguien distinto del consolador que tengo en casa, o jamás iba a poder..."

Ángela asintió. Niña Lucía era su mejor amiga y jamás se callaban nada. Cada secreto de una era secreto de la otra.

"Bueno, te voy a contar cómo fue la cosa con el cabrón de mi tío."

"Va, cuenta... que me tienes..."

"Cahonda perdida te tengo... y lo siento pero ahora la cosa va para abajo... ya te he dicho que si querías que parásemos, y yo sabía para qué..."

"No me seas furcia, nena, y continúa"- dijo Ángela, acomodándose aún más en el taburete.

"Vale, vale... En fin. Le dije que sí, y a mi tío fue como abrirle las puertas de la Ciudad Perdida. Supo en ese momento (al igual que yo también lo supe), que me tenía a su disposición.

-Entonces, túmbate y verás lo que es bueno- me dijo con voz ronqueante.

Yo ya había oído de las historias de la primera vez y todo eso... pero pensé que, habiendo alguien que me quería tanto como mi tío, no me iba a doler... Me equivoqué en todo. Ni mi tío me quería, y me dolió horriblemente. Mi tío se descubrió como el hijo de la grandísima puta que era.

En cuanto me tumbé, comenzó a quitarme el pijama. Recuerdo que era un pijama harto infantil, de ositos y no sé qué pijerías más... me lo quitó como si fuera un bocadillo envuelto en papel de plata. A lo bestia. No tuvo ningún cuidado para conmigo y me desnudó con rudeza.

Me dejó desnuda. Mis tiernos 18 años desnudos ante el depredador de mi tío. Caperucita y el lobo, puede decirse. Su mirada me asustó. Pero en la puerta, apoyada en el marco, vi a su mujer, y me dije "Ella no dejará que me haga daño. Es mujer como yo y me cuidará si mi tío se pasa.". Sí. Me sentía mujer. Despertaba el deseo de un hombre hecho y derecho que me iba a follar, joder, no sé qué más había que hacer para sentirse mujer. Lo malo es que yo era demasiado niña para ser mujer.

Mi tío se desnudó y vi su verga. Creo que me pareció lo más gordo que había visto en mi vida. Sé que parece tópico, pero pensé que no cabría. Me asusté como no te puedes hacer una idea.

  • No va a caber...- le sollocé a mi familiar.

  • Sí... sólo necesitas un poquito de lubricación, Niña Lucía.- contestó él.

Entonces me besó, y comenzó a acariciarme el coño... mi tío Rodrigo siempre se ha presentado, ante toda la familia, como un experto en "cuestiones de cama", y joder que lo era. Además, yo no era más que una niña que lo único que sabía de sexo empezaba y acababa en una revista porno que le robaba a mi padre sin que ni él ni mi madre se dieran cuenta...

Me mojé enseguida. Mi tío supuso que era tiempo, y me abrió de piernas. Y bien, estaría todo lo mojada que quieras, pero a los 18 años una no tiene el coño para ir recibiendo trancas creciditas, y la de mi tío Rodrigo estaba bien crecidita. Cuando me atravesó, de un sólo empujón, haciendo alarde de una actitud de hombre de las cavernas, el grito de dolor que pegué creo que lo oyeron hasta en la China.

Sentí como si me apuñalaran. El dolor me dejó sin aire durante un momento. No sé si alguna vez te ha pasado. No sé cómo fue tu primera vez, nunca has querido contármela, pero espero que no fuera como la mía. Me sentía arder, y no precisamente de calentura... encima, el muy cabrón se tumbaba sobre mí para que no pudiera moverme. Su cuerpo me cubría completamente mi pequeño ser de 18 años.

Lloré, le supliqué que parara, le rogué, con lágrimas en los ojos y sangre en el coño, a su mujer, que hiciera algo para detenerlo. Pero ella se quedó allí, mirándolo todo sin cambiar el gesto. La odié, lo odié. Mi tío no me hacía ningún caso y no me soltaba. Yo creí que me iba a morir. De dolor o desangrada, lo mismo me daba. Notaba la sangre mancharme toda la entrepierna. Y me dolió aún más cuando él empezó a moverse. Era una quemazón insoportable. Lloraba, hubo momentos en que dejé de sentirme las piernas, creí que me había reventado la columna a pollazos.

Él sólo jadeaba y jadeaba, mientras me violaba con toda la crueldad del mundo. Resoplaba y gruñía como un cerdo. Como el cerdo que era y como el cerdo como el que se comportaba. Al final, cuando ya pensaba que aquél suplicio jamás acabaría, se corrió dentro de mí. No le importó que ya tuviera la regla y que me pudiera dejar preñada. No le importó absolutamente nada más que su placer.

Creo que jamás le importó nada más que él. Cuando se me pasara el dolor del coño, aquello sería lo que más me doliese. Creí que le importaba. Por fin creí que le importaba a alguien y fíjate lo que me hizo..."

"Pero, Luci... no me jodas... ¿fue así de cerdo?".

Niña Lucía no pudo responder. Todas las lágrimas que había aguantado durante la historia brotaron de sus ojos en ese momento. Estalló en duros sollozos. Lloraba, tumbada en la cama. Durante un instante, le pareció volver a cuando su tío Rodrigo la violaba y ella lloraba, con su tío encima, tumbada en la cama.

"Tranqui, Luci, tranqui... ya ha pasado todo"- Ángela se acostó a su lado y la abrazó. Compartía su dolor. Lo compartía demasiado bien.

"No. Eso es lo peor. No ha pasado todo..."- sollozó Niña Lucía apoyada en su amiga.

"¿Qué dices?"

"Está en mi casa, Angie... va a pasar unos días en mi casa. Aquél año los negocios se le truncaron, la puta de su mujer se piró con otro con más pasta y él se piró del país, creí que nunca más tendría que verle, pero ahora va a dormir en la habitación de al lado de la mía... No ha pasado lo peor, Ángela... Ahora me espera el puto infierno."

"Pero no puedes dejarlo así... ¿No lo denunciaste? ¿No se lo dijiste a tus padres?"

"No. Ni quiero. Seguro que no se lo creen. Nunca me creen. A veces quiero pensar que ellos no son mis padres... joder, pasan de mí, Ángela... seguro que piensan que son delirios de la niña mimada"

"Pero Luci..."

"Por favor, Ángela, déjame dormir aquí esta noche, por favor."

"Sí."- contestó sin dudar Ángela.- "No voy a dejar que duermas en la misma casa que ese cabrón. Si es preciso, mañana iré yo misma a decírselo a tus padres."

"¡No, Ángela! No se lo digas. Por favor... no. Tengo otras ideas..."

"Está bien. Espera que le diga a mi madre que te quedas esta noche. Llama a casa y díselo a tus padres."

"¿El qué?"

"Lo que quieras. Dile que te quedas, pero yo también les diría la clase de hijoputa que es tu tío Rodrigo."

"No."- Niña Lucía había dejado de llorar. Sus ojos brillaban de algo que no era humedad.- "Tengo otras ideas."- repitió, con firmeza.

"Me gustaría saberlas"

"A mí también..."- pensó mentalmente Niña Lucía intentando aclararse la mente.

Continuará

Kalashnikov