Niña Lucía (Natalia)

“¿Si conseguimos que esta tarde tengas cinco orgasmos te quedas con nosotras?”- Preguntó Natalia mientras la lengua de Pedro se hundía en las intimidades de Niña Lucía.

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El timbre sonó y el soliloquio del profesor acabó en ese mismo instante. Un jolgorio generalizado se fue extendiendo por las clases y los alumnos metieron los libros en sus mochilas y se levantaron de sus asientos. No en vano era la última clase de un lunes gris. Quizá de otro color sólo para Niña Lucía y Joan.

Ángela, Nacho y la propia Lucía salieron del aula de francés juntas. Tal vez, en el patio se encontraran con Joan, que había escogido, a principio de curso, la otra asignatura optativa.

"Angie, espérate un momento, que tengo que ir al baño."

"¿A los de este piso?"

"Joder, Angie… ni que mordieran."

Tanto Ángela como Lucía sabían de quiénes hablaban. En los baños del tercer piso, donde las dos muchachitas tenían la clase de francés, se juntaban a fumar, al final de cada clase, un grupo de alumnas de último año conocidas por su mala actitud y sus conflictos constantes con algunas profesoras. Los profesores, sin embargo, parecían comer en sus manos. O en otra parte del cuerpo

Niña Lucía abrió decididamente la puerta y no pudo evitar un amago de intimidación cuando sintió seis ojos enrojecidos de tabaco mirándola fija y desafiantemente.

"¿Qué pintas aquí, niña?"- le espetó la que se apoyaba en la puerta de uno de los dos cubículos. Niña Lucía la conocía de vista y de oídas. Todo el mundo en el colegio sabía quién era Natalia Garcés. "Dulce como el azúcar y más puta que las gallinas", rezaba una pintada dejada en el baño de los chicos. La describía a la perfección.

"¿Es un baño, no? ¿No me digas que me he vuelto a colar en una reunión de Tupperware?"- respondió, tan altanera como las otras, y con sarcasmo, Lucía.

"Ja… ja…"- aplaudió sosamente la otra, cuyo cigarrillo temblaba entre dos de sus dedos.- "Ahora pírate de aquí."

Niña Lucía hizo caso omiso de la "recomendación" de la muchacha e intentó entrar en el cubículo que más cerca le quedaba. Cuando estaba a punto de entrar, Natalia empujó la puerta, cerrándola de nuevo con la mano que sujetaba su cigarrillo.

I. Natalia

"Que te pires."- ordenó la ya mujer, mirando con superioridad a Niña Lucía mientras sus dos amigas lo presenciaban todo riéndose entre sí.

Niña Lucía miró a los ojos a la joven y luego miró la mano que impedía moverse la puerta. Un "Fortuna" rubio a medio fumar se aguantaba entre sus dedos. Rápidamente, Lucía lo quitó de ese lugar y le dio una larga, profunda, ardiente calada con una sonrisa arrogante.

Espiró el humo soplándolo hacia la cara de Natalia, que cerró los ojos evitando la ventolera de humo que llegaba de los pulmones de la jovencita.

"Que te jodan."- respondió Niña Lucía, paladeando las palabras, y dejó caer el cigarrillo al suelo.

"Uuuuhhhh…"- murmuraron las amigas de Natalia, mientras veían el humo envolver el rostro de su compañera.

Lucía dio media vuelta, y ya estaba nuevamente abriendo la puerta, esta vez para salir, cuando Natalia repitió el gesto y empujó la puerta con violencia, cerrándola e impidiendo que la muchachita la pudiera abrir.

"¿Vas de chula?"- Dijo Natalia, mientras Niña Lucía se volvía hacia ella, hasta enfrentar sus rostros a escasos centímetros.

"Me niego a preguntarte de qué vas tú."- La voz le tembló más de lo deseable a Lucía. Sin saber cómo, estaba pegada a la puerta, como si Natalia fuera una cazadora y ella una gacela herida. Natalia acercó su cara hasta colocarla justo delante de la de la pequeña, casi con sus alientos haciéndose uno. Sintió miedo, pero ahora éste ya no lo podía ocultar bajo un disfraz de arrogancia.

Los ojos centelleantes de Natalia se clavaron en los tiernos ojos verdes de Niña Lucía.

"Me gusta tu estilo, niña… llama esta tarde de cinco a seis y te prometo que tu vida cambiará a mejor"

Con la mano que le quedaba libre y haciendo gala de un descaro como sólo pueden tenerlo las jovencitas de diecinueve años, Natalia coló en el bolsillo trasero del vaquero de Lucía una tarjeta donde había un número apuntado a mano, y separó la suya de la puerta, dejando salir a la joven.

"¿Luci, ha pasado algo?"- preguntó Ángela al ver salir a su amiga con la tarjeta en la mano.

"No. Nada…"- respondió, aún algo aturdida, Niña lucía, guardándose la tarjeta antes de que Ángela la viera.


"¿Tú estás segura de lo que has hecho? ¡Es sólo una niña! ¡ni siquiera tiene tetas!"- replicó una de las amigas de Natalia.

"Cariño…"- contestó suavemente la joven.- "Esa Niña tiene un vicio dentro suyo que no te lo puedes ni imaginar. Pero claro… para verlo hay que saber leer los ojos."

"¿Los ojos?"

"¿Cuándo me he equivocado yo en estas cosas?"

"Nunca."- terció la última de ellas, adelantándose a la segunda.

"Pues ya está. A callar la boca."


Cinco y tres minutos de la tarde. Un tono. Dos. Tres. Alguien respondió.

"¿Quién es?"- preguntó una voz femenina.

"S…soy Lucía. Natalia me ha dado este número esta mañana."

"¿Natalia? Pareces muy joven incluso para Natalia. ¿Cuántos años tienes, jovencita?"

"Dieciséis"

Un amago de discusión se gestó al otro lado de la línea.

"¿Quién es?"- preguntó la voz altanera de Natalia.

"Una tal Lucía…"

"¿Lucía? No conozco a nin…"

"Dice que tiene dieciséis años…"

"¡Coño, la niña! Pásame el teléfono."

Niña Lucía respiró tranquila. Por lo menos Natalia se acordaba de ella.

"En media hora, en el Campello."- sonó tajante la mujer, y colgó.


Veintidós minutos después, Niña Lucía entraba en "el Campello", el local que quedaba cerca del instituto. Buscó a Natalia con la mirada y no la encontró. Se sentó en una de las mesas del fondo y pidió una coca-cola.

Diez minutos más tarde, Natalia hacía su entrada en el local. Un camarero casi tiró la bandeja que llevaba al ver entrar por la puerta a menudo monumento. Una oleada de silbidos y piropos lo respaldaron.

Natalia, vestida como ella quería, era un monumento a la zorrez. Un atractivo monumento a la zorrez. Mini-minifalda vaquera ajustada para resaltar su culo, aún más ajustado top con gran escote para dejar ver sus pechos de un tamaño nada despreciable. Botines, tanga bajo la mini, maquillada cuidadamente para resaltar cualquiera de sus no pocos atributos… una chica digna de pertenecer a las fantasías eróticas de cualquier miembro masculino de la raza humana… incluso de algunos femeninos.

"Veo que ya has llegado…"- espetó Natalia, sentándose enfrente de Niña Lucía.

"Sí. ¿Qué es lo que quieres?"

"no, pequeña… no es lo que yo quiera… sino lo que tú quieres."

"¿Lo que yo quiero?"

"Sí… ¿A ti te gusta follar, no?"

La inesperada y directa pregunta casi hizo que a Lucía el refresco se le atragantara.

"¿Qué?"

"Si me dices que eres virgen me levanto y me voy. Pero no me lo creeré."- explicó Natalia.

"No. No… claro que no soy virgen, pero no sé… me parece una pregunta… rara…"- susurró en voz baja la dieciseisañera.

"¿Te gusta follar o no?"- dijo Natalia, en un tono de voz más alto que el que a Niña Lucía le hubiera gustado.

"Claro. Claro que sí…"- se apresuró a contestar, en un susurro.

"¿Y no crees que podrías sacar algo de ello?"- musitó con una sonrisa Natalia mientras se encendía un cigarrillo.

"¿Me estás diciendo que me prostituya?"- siseó Niña Lucía.

"No, Niña, no… las putas no pueden elegir a sus clientes… nosotras sí. Ninguno de todos nuestros clientes hará absolutamente nada que nuestras chicas no quieran hacerle. Lo tienen prohibido y, créeme… más les vale cumplirlo…"

"No lo entiendo…"

"Mira, niña… llevo cuatro años, desde los 15, haciendo esto… si te digo la verdad, no he follado ni siquiera con la mitad de los acompañantes que me contrataron. Si un tío está bueno, es simpático, gracioso, o simplemente me gusta algo de él, me lo follo. Porque yo quiero.

"No creo que eso sea para mí".

"Mira, Lucía… no hace falta ni siquiera que te apuntes a esto… simplemente te puedes pasar por la Casa de las Chicas, aunque sólo sea para visitarnos… me gustaría tenerte de vez en cuando por allí. Aunque sólo sea para verte. Y si necesitas pensártelo para apuntarte… Bienvenida seas."

"Natalia…"- Niña Lucía clavó sus ojos verdes en su compañera de mesa.- "¿Me estás echando los tejos?"

"Yo no hago esas cosas, pequeña…"- sonrió la alumna de último año, echándole una nueva calada a su cigarrillo.

"Pero quieres follar conmigo…"- respondió la jovencita.

"Claro que sí. Y apuesto que no sólo yo. Más de la mitad de la gente de aquí te follaría ahora mismo encima de la mesa. Me pones cachonda, y no soy lesbiana… imagínate."

"Pero yo tengo novio."

"Y yo también."

Niña Lucía dio un respingo, pero siguió mirando a los ojos a Natalia. El pie de la mujer se rozaba con su entrepierna, por encima del pantalón. Suspiró Niña Lucía.

"¿La Casa de las Chicas, dices?"


"Hola, queridas… os traigo a una perla en bruto… a ver si se quiere quedar…"- Natalia y Lucía saludaron a unas seis o siete mujeres que charlaban sobre varios sofás, ante una gigantesca televisión de plasma.

La Casa de las Chicas era un lujoso chalet a las afueras. Relativamente nuevo, y con todo lo que se puede pedir a una casi mansión. Amplio garaje, gran piscina, tres pisos, cada uno con su baño con jacuzzi

"Joder… esto parece la mansión Playboy"- rió Niña Lucía.

"Algo por el estilo… sólo que aquí no tenemos un Hefner que nos chulee… Mira, Luci ¿Te puedo llamar Luci? Este chalet lo compramos con el dinero que nos dieron nuestros acompañantes… ¿Cuánto te crees que tardamos en tener la pasta suficiente para comprarlo?"

"¿Cuántas sois?"

"Ahora mismo somos veinticuatro chicas… y tres chicos. Cuando lo compramos hace casi dos años éramos sólo nueve."

"No sé… ¿Año y medio?"-Contestó la joven, mirando a su alrededor… Natalia se carcajeó de la respuesta.

"Sólo dos… meses"

"Coño"

"Exacto. Vamos a la sala del fondo."

Pasaron a una sala íntima, con sólo un par de sofás rodeando una mesita baja, y una modesta televisión sobre una librería que cubría dos paredes llena de libros.

"¿Qué te parece la casa?"- preguntó Natalia, recostándose sobre el sofá mientras cruzaba las piernas, lo que hizo que la tela negra de su tanga se entreviera fugazmente entre las mismas.

"De momento lo que he visto no está nada mal… ¿Qué hay en los pisos de arriba?"

"Ay, mi niña… eso todavía no lo vas a comprobar. Es sólo para nosotras ."- añadió, con una sonrisa de suficiencia.

"Es decir, que tendría que aceptar para poder verla."

"No… simplemente que arriba no se está una quieta… no hay tranquilidad, tú ya me entiendes."

Niña Lucía aguzó el oído, y tal vez fue su imaginación, o tal vez no, pero creyó escuchar un gemido de placer amortiguado por las paredes.

"¿Cómo irían las cosas de aceptar?"

Niña Lucía miraba a su alrededor. "¿Pero por dios, qué estoy haciendo?" se preguntaba. Pero no se atrevía a responder, su sexo, cada vez más húmedo, el morbo que le daba imaginarse todo lo prohibido, no la dejaban pensar en todo lo que ella quería pensar. En su casa y su cama llena de peluches infantiles… en Joan… A cambio, pensaba una y otra vez en cosas muy diferentes… Linda, las cuerdas de Nylon, Ángela follándosela por el culo, Alberto y su grupo de rock… y ahora… Natalia. Sexy y Poderosa Natalia.

"Nos das dos datos. Teléfono móvil y número de cuenta."- explicó la mujer.-"Recibes un mensaje en el móvil cuando vayamos a recibir alguna visita diciéndote el lugar y la persona y respondes con un sí o con un no. Si dices que no puedes, buscamos a otra chica para esa tarde. Si dices que sí, solamente tendrás que aguantar con nuestro cliente una cena, normalmente, y pasados dos días recibirás el dinero en la cuenta. Si contactan con nosotras, es porque no quieren putas. Quieren señoritas, alguien con quien volver a sentir el morbo de la conquista, o simplemente conversar con una jovencita y poder agasajarla sin tener la seguridad de que van a follar con ellas… No hace falta acostarse con ellos… es más… si no te los follas, posiblemente seguirán buscándote, volviendo a llamar y queriendo contratarte otra vez, gastándose así más dinero. Hay tíos con los que he estado hasta doce noches sin llegar a la cama. Porque si no te gustan… no tienes por qué follártelos. Aunque claro… para estar tantas noches tienes que saber dominarlos, volverlos un poquito locos. Luego, después de tanto tiempo juntos, puedes llegar a sentir, aunque sea, algo de cariño por ellos (o ellas) y acceder a sus proposiciones."

"¿Ellas?"

"Sí, también nos contratan algunas mujeres… tanto para nuestros chicos como para nuestras chicas… ¿Tienes algún problema con hacerlo con una mujer?"

"Ninguno"- respondió rápidamente Niña Lucía, mirando a los ojos a Nora.

"Bien, bien… entonces… ¿Te vas a apuntar?"

"Antes… me gustaría ver el piso de arriba…"- respondió Lucía.

Entonces, una de las compañeras de Natalia apareció por la puerta y le hizo un par de gestos, tras los que la mujer asintió y volvió a dirigirse a Niña Lucía.

"Sólo hay una forma…"- dijo Natalia.

"¿Cuál?"

"Que seas parte del entrenamiento "

"¿Entrenamiento?"

"Ya te he dicho que no es necesario follar con nadie para hacerse con una bolsa repletita. Dos de nuestras chicas todavía no han follado con ninguno de sus clientes y te puedo decir que ya han ganado todas más de mil euros."

"Ya… pero…"

"Déjame terminar. No obstante, llegado el momento, no podemos defraudar a quien nos contrata… que nos contrata para algo, así que aquí también aprendemos, se podría decir…"

"¿A follar?"

"No, mujer… no se puede aprender a follar… pero sí que se puede aprender a dar placer… Y a controlar mejor el propio cuerpo de una…"

"Ya entiendo…"

"Tenemos a un chico que ha llegado esta semana, y vamos a empezar con su próxima sesión de entrenamiento ¿Te apuntas?"

"¿Yo sola?"

"Si quieres te acompaño…"

"Sí, mejor…"- Respondió Niña Lucía, esbozando una amplia sonrisa.

II. La Habitación Roja.

El segundo piso era iluminado por unos farolillos rojos que lo pintaban todo de un color incitante. El largo pasillo se dividía en dos al llegar al final, y a lo largo de éste, una docena de puertas escondían el mismo número de habitaciones.

Sólo unas pocas estaban cerradas. El resto tenía, al menos, una rendija abierta para indicar que estaba vacía.

Una de las que estaban cerradas se abrió, y de ella salió una joven completamente desnuda, cubierta su piel por una capa de sudor y su boca coronada por la sonrisa satisfecha de quien acaba de tener un orgasmo.

"Hola, Nat…"- dijo alegremente la mujer saludando sin preocupación alguna a su compañera.- "Me voy a las duchas…"

"Ya veo…"- sonrió Natalia, y llevó a Niña Lucía hasta una de las puertas de la izquierda, mientras la mujer seguía caminando, completamente desnuda, hacia las duchas.

Lucía se fijó en su cuerpo. Curvas acentuadas, larga melena rubia, un culito redondo envidia de cualquiera… y esa aura de satisfacción, de plenitud, que daban los minutos posteriores al sexo bien hecho.

"Esa era Mariluz… le encanta venirse a la sala del sybian "

"¿Un sybian?"- Niña Lucía recordó aquel aparato que había visto en algunos videos de internet. Una especie de potro con vibrador acoplado pensado para llevar al clímax a la mujer de turno.

"Cosas del entrenamiento… sólo que a algunas NOS gusta entrenarnos siempre… Venga, pasa, te está esperando."

La habitación era amplia, cuidadamente decorada y con una iluminación que incitaba a las más bajas pasiones y los más altos placeres.

Sobre la cama, mirando con nerviosismo a ambos lados, estaba sentado un joven de no más de veinte años. Cuando entraros las jovencitas a la habitación, él clavó su mirada en ambas, e hizo un tímido gesto a modo de saludo.

"Ho-hola, Natalia… ¿Quién es ella?"

"Se llama Lucía… Lucía, éste es Pedro… Pedro, Lucía…" hizo las presentaciones Natalia.- "Ahora, a follar…"

"Pero…"

"Pedrito… no será la primera vez que venga una pareja a contratar a alguien… ¿Nunca has hecho un trío?"

"No."

"¿Y tú, Lucía?"

"Sí"- respondió, confiada, recordando aquella tarde con Joan y Ángela.

"Ves, Pedro… sólo tiene dieciséis años y ya ha hecho un trío… a ver si aprendes…"

Sin perder tiempo, Natalia se había ido deslizando hasta la espalda del hombre y le estaba despojando de la camiseta. Al aire se mostró un torso trabajado y musculoso, sin asomo alguno de vello. Niña Lucía, al verlo, tuvo un estremecimiento. Le recordó tanto, tanto a Luis… ese chaval con quien había sido infiel a Joan.

Aunque… esto no era muy diferente. Volvía a estar a punto de follar con otra persona que no era su novio. "Es sólo sexo", se dijo a sí misma, para mentalizarse, y lo consiguió. Los remordimientos desaparecieron. Sabía que amaba a Joan y sólo a Joan, pero… el sexo y el amor son como la justicia y la ley.

"¿Es por coquetería o por otra cosa que te depilas el pecho?"- preguntó Natalia, pasando su húmeda lengua sobre el torso de Pedro.

"Hago natación…"- siseó él, cerrando los ojos y abandonándose a la caricia de la lengua.

"Bien… Luci… ¿Vienes o qué?"

Lucía sonrió y en un par de movimientos se deshizo de su camisetita de tirantes. Desnudos quedaron sus pechos niños, de pezones apuntados y aureolas sonrosadas.

"¿Dieciséis años? Pareces más pequeña…"- musitó Pedro, justo antes de que Lucía, tal vez por despecho, se arrodillara ante él y desabrochara su pantalón.

"Así me gusta, niña…"- animó Natalia, volviendo detrás de Pedro y acariciando su torso suave.- "Verás, Pedrito… Lucía aún se está pensando si sumarse a todos nosotros… así que tienes que quedar muy bien para convencerla de que se quede… A ver cómo te las apañas, Pedrito… ten en cuenta que considero que Lucía es perfecta para este trabajo."

"No le metas presión al muchacho…"- rió Niña Lucía, mientras deslizaba hacia abajo los slips de Pedro, que mostraban un bulto poderoso tras su tela.

"¿Presión? No, niñita…"- mascullaba Natalia, mientras mordisqueaba la oreja de Pedro.- "Presión tendrá cuando se juegue el dinero y la reputación de la Casa... esta presión no es nada…"

"Hostia… no está nada mal el Pedrito…"- murmuró Lucía, abriendo los ojos como platos ante la recién desnudada verga de Pedro.

"Diecinueve centímetros en erección, dijiste, ¿No, Pedro?"

"Di… dieciocho…"- gruñó el joven, mientras Niña Lucía hundía aquél tieso bálano, cuya dureza hacia honor al nombre de su portador, en la boca, llegando hasta el límite de su capacidad.

"Eso… dieciocho… Aunqeu te la tendremos que volver a medir, a mí me parecen veinte o veintiuno."- sonrió Natalia, que seguía completamente vestida todavía, a diferencia de Pedro, ya desnudo, y de Niña Lucía, con los pechos al aire.- "Vaya, Luci… sí que sabes mamar pollas… cualquier otra se habría atragantado con semejante pollón."

La verga de Pablo no era extremadamente gorda, pero sí más larga que cualquier otra que Lucía hubiera probado.

"¡Cuatro minutos y medio, Pedro!"- avisó Natalia, sentándose en la cama y observando el francés de ensueño que recibía el chaval de parte de Niña Lucía.- "No te detengas, Luci… Pedro tiene que aguantar cinco minutos de mamada profesional…"

"¿profesional?"- Niña Lucía se extrajo la polla de Pedro de la boca.

"Como la tuya, nena… que la chupas de puta madre, no hay más que verle la cara a Pedrito… continúa, venga. Si consigues que se corra en cinco minutos te doy un premio…"

Niña Lucía sintió un pinchazo de excitación. Natalia parecía capaz de cualquier cosa. Se esmeró en sus caricias a la polla de Pedro. Hizo de lengua, labios y dedos un vendaval para hacer correrse al hombre.

"¡Tres minutos, Pedro!"- avisaba Natalia, mirando al reloj, mientras Niña Lucía deslizaba su cabeza adelante y atrás sobre aquel estilete de carne que se colaba hasta su garganta.

Mamaba polla a gran velocidad Niña Lucía, y Pedro resistía. Natalia, cada treinta segundos, avisaba del tiempo restante para que la extraña pareja acentuara sus intenciones. Uno, no correrse, y la otra, que ese uno se corriera.

"¡Medio minuto!"

La respiración de Pedro se había acelerado ostensiblemente, ya no podía evitar mover las caderas follándose por la boca Niña Lucía, cuya saliva ya goteaba de sus labios, pendiendo en largos hilos desde la polla de Pedro.

"¡Diez!"- Niña Lucía aceleró el movimiento mientras Natalia comenzaba la cuenta atrás. Pedro cerró los ojos y aguantó.- "¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! ¡Tiempo!"

"Mierda…"- musitó Niña Lucía, sacándose la empapada de saliva polla de Pedro de la boca. Pudo paladear el salado sabor de su líquido preseminal, el que ya avecinaba su corrida. Pero no pudo ser.

"Bien, bien, Pedrito… has resistido… muy bien… ahora a ver si consigues llevar a una mujer al orgasmo. Lucía… ¿Eres sensible? ¿Tienes muchos orgasmos?"

"Psss… si me los buscan…"- sonrió Niña Lucía, quitándose los pantalones y quedando vestida sólo con las braguitas.

"Joder, niñita… estás para comerte…"- Natalia se mordió el labio inferior con vicio mientras observaba el cuerpo aniñado de Lucía.- "¡Joder, cómo me pones!"- exclamó, adelantándose y agarrando a Lucía de la nuca, tras lo que le dio un largo, pasional, lascivo y húmedo beso que Niña lucía no se cortó de responder con el mismo vicio.

"Me cago en la hostia cómo me estáis poniendo de verraco…"- suspiró Pedro viendo a las dos mujeres morrease.

"Venga, Luci, túmbate en la cama… a ver cuántos orgasmos es capaz de causarte Pedro sin correrse…"

"Te lo digo… el récord de mi chico está en cuatro en la misma tanda…"- sonrió Niña Lucía mientras obedecía a Natalia y se acostaba sobre la cama.

"no, no te quites las braguitas."- pidió la mujer.- "Déjame quitártelas a mí".

Niña Lucía sonrió pícaramente y alejó sus manos de la leve prenda. Sobre ella se inclinó Natalia, que tras darle un largo beso en la boca, fue descendiendo, dando tiernos besitos en el torso de Niña Lucía, cuyo vientre se contraía en cada contacto.

Natalia puso las manos a ambos lados de la cadera de la joven de dieciséis años, y fue haciéndolas bajar, llevándose con ellas las braguitas, de un impoluto color blanco virginal algo oscurecido por la parte más cercana al sexo. Inspiró profundamente la mujer sobre el coñito de Niña Lucía, que sintió el aire acariciando su sexo y no pudo evitar un suspiro de placer.

Finalmente, las braguitas abandonaron las piernas de Niña Lucía y acabaron, enrolladas, sobre el suelo.

"Vale, Pedrito… Vas a comer un coño. ¿Sabes cómo hacerlo?"

"La duda ofende, Nat."- sonrió el joven, que se acariciaba su largo sexo pausadamente para mantenerlo erecto, aun cuando el espectáculo del jugueteo entre Natalia y Niña Lucía fuera suficiente como para conseguirlo sin ayuda.

Pedro subió a la enorme cama, con sábanas de seda rosa sobre la que se deslizó hasta alcanzar el coñito de la excitada jovencita.

Natalia, mientras, bordeó a la parejita y se colocó junto a la cabeza de Niña Lucía.

"Ves, Luci… ¿Te quedarás con nosotras?"

"no… ah… no lo sé…"- gimió Niña Lucía. Pedro había pasado su lengua entre los labios de la joven y le había dado un buen repaso a su inflamado clítoris.

"Hagamos una cosa…"- musitó Natalia mientras mesaba los cabellos de la joven.- "Dices que lo más que has tenido con tu chico son cuatro orgasmos…"

"Síiiiii…"- suspiró Niña Lucía. La lengua de Pedro no se estaba quieta.

"¿Si conseguimos que esta tarde tengas cinco orgasmos te quedas con nosotras?"- Preguntó Natalia mientras la lengua de Pedro se hundía en las intimidades de Niña Lucía.

III. Cinco Orgasmos Bisexuales. PX.

"¡Sí!"- Niña Lucía se arqueó de placer. La sábana era un burruño entre sus dedos, y los gemidos, un arrabal en su garganta.

"Ya sabes, Pedrito… dependemos de ti"- Como única respuesta, con la cara hundida entre las piernas de Lucía, Pedro alzó el puño con el pulgar extendido hacia arriba.- "A ver qué sabes hacerle a la joven Lucía…"

Natalia se colocó de forma que la cabeza de Niña Lucía quedara sobre su regazo, y le mesaba los cabellos tiernamente mientras Pedro le comía el coño.

"Va, Pedro… que creo que Niña Lucía quiere correrse…"- Natalia no podía dejar de observar la cara de la joven, contraída de placer, con los ojos entrecerrados por culpa de las sensaciones recibidas.- "A ver cómo lo haces…"

Natalia se estiró para poder contemplar el trabajo de Pedro sobre el coño de Niña Lucía.

"¿Y las manos?"- preguntó la mujer, y el hombre alzó ambos brazos.- "Idiota… ¿Quieres usar los dedos de una puta vez? No todo es lengua… estos hombres… les enseñas que todo no es polla y son incapaces de usar más que la lengua…"

Pedro, obediente, coló uno, dos dedos en el coño de la chiquilla, que se arqueó al recibir la ansiada intrusión.

Su clítoris aparecía y desaparecía entre los labios de Pedro, y los dedos de él hacían lo propio en su coño.

"¡HAAAAHAHHHHH!"- Niña Lucía gritó. Arqueó su cuerpo nuevamente, poniendo los pies sobre la cama y levantando su pubis, y se corrió escandalosamente.

Aún temblaba y gemía cuando Natalia, con suavidad, le retiró uno de sus mechones dorados de la cara y la besó en los labios.

"¿Te ha gustado?"

"Mucho"- gimió Lucía.

"Ya sólo quedan cuatro. Cuando te sientas con fuerzas, seguimos…"

"Está bien. Un par de minutos"

"Vale… veamos, Pedrito, si sigues pudiendo aguantar una buena mamada."

Niña Lucía, tratando de recuperar la respiración, se hizo a un lado mientras Pedro se arrodillaba y Natalia, a cuatro patas, trataba de terminar lo que ella había empezado.

La polla de Pedro entraba y salía de la boca de Natalia, los huevos recibían la experta caricia de unos dedos acostumbrados a tales contornos. Como cuando ella la mamaba. Natalia, sin embargo, hacía algo que Lucía no había pensado. Gemía. Mientras chupaba polla con devoción, de su garganta surgían gemiditos guturales que parecían enervar más aún la polla del joven.

Gemía Natalia, gemía Pedro, gimió Niña Lucía. No había podido aguantar y había empezado a masturbarse.

"Vaya, vaya… nuestra niña quiere guerra…"- sonrió Natalia, aún con la polla de Pedro en la mano, mirando directamente a Niña Lucía.- "Bien, Pedrito… digamos que por causas del guión, ya sea porque a la señorona en cuestión le apeste el coño a ajo o porque no le guste verse cubiertita de saliva… habrá veces que no puedas usar la lengua… va, dedea un poquito a nuestra Luci…"

Niña Lucía abrió las piernas, mostrando su sexo depilado y abierto, invitando a esos dedos que Pedro, con una sonrisa, hizo crujir entre sí.

"Con Luci, ahora puedes meterlos de un envión, porque la putita está más mojada que una merluza. Juraría que no hace falta mucho flujo más de más para que le entre un puño entero"- Niña Lucía ahogó un gemido de terror al escuchar aquellas palabras de Natalia.- "Tranqui, Luci… eso cuando seas mayor…"- rió la mujer.

"Pues empecemos como si no estuviera empapada… ¿no?"- sonrió Pedro, que no podía creer su suerte. ¿Cómo había llegado hasta allí? Nerea… su "Follas muy bien", su llamada al día siguiente, su cita con Natalia, aquella noche toledana demostrando sus habilidades y al final, esa pregunta. "Pedrito… ¿Tú quieres trabajar follando?"

"Exacto… empezaremos como si Luci estuviera en estado dos… Luego te explicaré los estados de excitación, Luci… muy instructivos."- le guiñó un ojo Natalia.

Pedro asintió y se dispuso a besar la cara interna de los muslos a Niña Lucía.

"¿No habíamos dicho que sin lengua?"- preguntó Natalia, con voz de maestra de escuela.

Los dedos de Pedro sustituyeron a su boca, que se fue a besar la de Niña Lucía. La joven aceptó el beso y abrió aún más las piernas, mientras Pedro acariciaba sus muslos con picardía, jugueteando antes de llegar a su sexo. De pronto, el dedo corazón del joven se coló entre los labios de Lucía, sin penetrar, sólo separándolos para ir subiendo hasta el clítoris de la muchacha.

"Uuuuhhh…"- suspiró la joven.

Con caricias verticales, el dedo comenzó a sobar aquella delicada parte del cuerpo femenino, mientras Natalia, sonriente, se colocó entre las piernas de Niña Lucía, para ver más de cerca aquellas caricias.

"Yo creo que Luci ya está en estado cinco, Pedro… ¿Qué haces ahora?"

El joven, abandonando su puesto sobre la boca de Lucía, intercambió lugares con Natalia, para posicionarse entre las piernas de la chiquilla.

Natalia, tras darse unos largos besos llenos de lengua con Niña Lucía, bebiéndose así sus gemidos de placer, abandonó tan húmeda tarea para supervisar los dedos que se follaban a Niña Lucía.

Índice y corazón de la mano derecha de Pedro entraban y salían de la dieciseisañera a velocidad de vértigo.

"¡No! ¿Qué coño haces, Pedro? ¡Así no!"

Y aunque Niña Lucía no se había quejado en ningún momento, al contrario, gemía de placer sin poder evitarlo, Natalia desterró a Pedro de su tarea entre las piernas de la joven de respiración agitada.

"Corazón y anular…"- explicó Natalia, moviendo esos dos dedos de la mano que acababa de poner frente a la cara de Pedro.- "Y nada de metisaca y ya está…"

Sin contemplaciones, ambos dedos se hundieron hasta lo más hondo del coño de Niña Lucía, que tuvo un estremecimiento incontrolable que le recorrió todo el cuerpo.

"En vez de meterlos y sacarlos…"- explicaba Natalia, como sui la excitación de Niña Lucía no fuera con ella, a pesar de esos dos dedos que le hurgaban el sexo.- "Haces esto…"

Y poniendo la mano izquierda sobre el vientre de Niña Lucía, comenzó a empujar en rápidas arremetidas con sus dos dedos de la mano derecha dentro de Lucía, que se sintió explotar en pocos segundos.

"¡Ah, ah, ah, ah!"- Con ambas manos, agarró el brazo de Natalia que la masturbaba mientras salpicaduras de flujo saltaban de su coño, empapando mano, sábana y el rostro de Pedro, que la miraba de cerca.

"Así…"- dijo Natalia sacando los dedos del coño de Niña Lucía y dándole luego unos lametones para degustar su flujo.- "Es como se hace correr a una mujer. ¿entendido?"

"Entendido…"- respondió, muy serio, Pedro.

"¿Preparada para la próxima lección, Lucía?"- preguntó Natalia, tumbándose al lado de la joven.

"Vais a matarme…"- sonrió la joven.

"¿Eso es un sí?"

"Sí."

"Bien… Pedrito… ¡Fóllatela!"

Dicho y hecho. Al instante, Pedro se colocaba sobre Lucía, apuntando su verga al anegado agujerito de la joven, que lo esperaba de piernas abiertas.

La polla, pese a su gran longitud, se deslizó casi por completo en el sexo de Niña Lucía. Un centímetro puede que faltara para ser completamente engullida por el coñito hambriento de la joven. Tal vez fueran más de dieciocho centímetros al fin y al cabo. Tras escuchar y provocar dos orgasmos en Niña Lucía, cualquier polla humana habría crecido más allá de sus posibilidades.

La verga comenzó el vaivén a un ritmo rápido, mientras Natalia lo observaba todo.

"Las caderas, Pedro… no para arriba y para abajo… ves girando en arco…"- indicaba la mujer, mientras Lucía, nuevamente, se abandonaba a aquel placer.

"De ac… ah… No… ¿Qué haces?"

"Tú calla y aguanta."- bajo la espalda de Pedro, allí donde perdía tal nombre, Natalia había colocado su boca, acompasada al movimiento de Pedro. Pero eso no era lo preocupante para el muchacho. La traviesa lengua de Natalia estaba lamiéndole el ano

"Joder… Nat, para… para, por dios…"- suplicaba Pedro, mientras su movimiento casi mecánico era respondido ya por las propias caderas de Lucía, que le buscaban.

"¿Te está gustando?"- preguntó Natalia, abandonando momentáneamente el beso negro a aquél agujerito vedado que latía.

"N… no…"- respondió Pedro, en un último alarde de orgullo masculino.

"No te creo." Natalia volvió a la húmeda caricia y Pedro no pudo más, estalló dentro del cuerpo de Niña Lucía. Uno, dos, tres, seis chorros de semen inundaron y desbordaron el coñito de Lucía que, al sentir aquella sustancia llenándola por completo, se volvió a dejar llevar. Un nuevo orgasmo, corto y agudo, tomó su cuerpo.

"¿Te has corrido, niña?"- preguntó Natalia, volviendo a su puesto tumbada junto a Niña Lucía.

"Sí. Cabrones… no puedo más… me habéis reventado a polvos…"- respondió, feliz, la joven.

"No digas eso… todavía no he visto cómo follas…"

"Hoy no… no podrá ser… estoy agotada, Natalia… te lo prometo…"

"Bueno, vale… entonces tendré que follar yo con Pedro. Y Pedrito… currátelo que soy más exigente que la niña."

Dicho esto, Natalia se comenzó a desnudar y, una vez desvestida, se lanzó a lamer aquella polla que había empezado a decaer. Tras las caricias sabias de aquella lengua, y las no menos sabias manos de Natalia, a pesar de la abundantísima corrida anterior, que aún rezumaba del cuerpo de Lucía, la verga de Pedro no tardó en volver a mostrar su mejor cara.

Niña Lucía, tratando de descansar, se encontró mirando cómo Natalia recibía a cuatro patas aquel pollón que, ella sí, aguantaba en toda su capacidad.

Los gemidos, gritos y blasfemias de Natalia, aquellos "¡Fóllame cabrón! ¡Más duro hijo de perra!", los dos pechos firmes y turgentes que pendían de su cuerpo y temblaban como un flan a cada embestida de Pedro… Niña Lucía no pudo evitarlo… se volvió a excitar. Gateó sobre la cama y se colocó bajo el cuerpo de Natalia, para dar con su lengua y labios un cálido cobijo a esos dos pezones que aguantaban erectos.

"Dios… la niña quiere AÚN más marcha… ¿Follarás para mí?" preguntó Natalia, observando a Niña Lucía que se mordió el labio inferior y respondió afirmativamente.

Cabalgaba con la mejor de las amazonas. Sus caderas eran una batidora que remeneaban la polla de Pedro antes de volver a subir. Arriba y abajo, adelante y atrás, de un lado a otro… Pedro supo lo que era ser follado por Niña Lucía, una jovencita de dieciséis años en la cara, doce en los pechos y dieciocho en el coño.

Pedro se encorvó para llegar con su lengua a aquellos pezones que le gritaban "¡Cómeme!" mientras Niña Lucía subía y bajaba sobre su polla. En un rincón de la gran cama, masturbándose, Natalia los miraba.

"Dios, sí… dios sí… dios sí…"- empezó a gemir Niña Lucía, y Natalia se acercó a ella. La dieciseisañera sentía aquel hormigueo naciéndole, por cuarta vez en el día, en el estómago. Trató de esperarse. Esperarse y esmerarse para que Pedro llegara con ella. No le hizo falta demasiado… tras ella, Natalia había comenzado a acariciar con la punta del dedo la frágil línea que dividía la bolsa escrotal y no pudo aguantarlo.

Mientras Natalia hundía un dedo en el ano de Niña Lucía, haciendo que ésta acabara en un orgasmo salvaje, Pedro la siguió corriéndose por segunda vez en su interior.

"¡DIOSES!"- gruñó el joven vaciándose de nuevo dentro del coñito de Lucía.

Lucía, jadeante, exhausta y satisfecha, cayó a un lado.

"Ahora sí… sí que no puedo más… estoy… re… reventada…"- musitó Niña Lucía.

"Bien, mi niña… Las duchas están al final del pasillo a la derecha… yo me quedaré enseñándole una última cosa a Pedro…"- le susurró al oído Natalia y Niña Lucía asintió.- "Deja aquí tu ropa… no se la va a llevar nadie…"

Niña Lucía salió, completamente desnuda, de la habitación. Siguió el pasillo y giró a la derecha. Efectivamente, unas preciosas duchas con paredes de cristal aparecieron ante sus ojos. Champú, gel, acondicionador, decenas de productos para la higiene en una estantería de mármol central.

Abrió una de las duchas y, automáticamente, un chorro de agua cálida la envolvió. Ni siquiera se tuvo que esperar a que el agua se calentara. Sintió cómo el líquido elemento se iba llevando, poco a poco, su cansancio.

El ruido del agua caer no le dejó escuchar los pasos que se le acercaron por detrás. Y de pronto, un beso en el cuello, unas manos en su culo, una lengua subiéndole por la mejilla, unos pechos plantándose sobre su espalda.

"Natalia…"- musitó Niña Lucía, girándose.

"No te puedes imaginar cómo me has puesto, mi niña…"- gruñó la mujer, besando pasionalmente a la jovencita.

Niña Lucía empujó a Natalia hasta la pared y se arrodilló ante ella. El sexo de la mujer, con un triangulito de vello hábilmente cuidado se abrió ante ella. Colocó una de las piernas de Natalia sobre su hombro y, con un dedo, comenzó a penetrarla. Ese dedo pronto fueron dos, que Niña Lucía se preocupó de que fueran el anular y el corazón.

"Mmmmmm… fóllame, niña… ¡Dame duro!"

"¿Así?"- y los dedos de Niña Lucía repitieron sobre Natalia lo que poco antes había recibido ella misma. Allí dentro de la mujer se agitaron, mientras con la otra mano empujaba su bajo vientre, hasta que Natalia estalló en un furioso, largo, escandaloso y blasfemo orgasmo.

Se levantó Niña Lucía, y Natalia no pudo más que volverla a besar con todo su vicio. Las caricias abarcaban los dos cuerpos por completo, las piernas se entrelazaron… El mayor peso de Natalia, que le sacaba al menos diez centímetros de altura a Lucía, empujó a ambas hacia la pared de la ducha, quedando, esta vez, la más joven apoyada sobra la pared.

La pierna izquierda de Natalia separó ambas piernas de Lucía, y la mano del mismo lado bajó hasta reunirse con un sexo casi igual de mojado por dentro que por fuera. Ya poco quedaba del semen de Pedro, pero quedaba, y mucho, del propio flujo excitado de Niña Lucía.

Se volvieron a besar mientras la mano zurda de Natalia hundía uno de sus dedos en las intimidades de Niña Lucía, que no pudo gemir porque otra lengua inundaba su boca.

El choque de la palma de la mano de Natalia con el sexo de Niña Lucía se repetía una y otra vez, sobreponiéndose al murmullo del agua de la ducha cayendo sobre el suelo y sus propias pieles. Movía las caderas Lucía, buscando aún más ese delgado dedo que la follaba. Sus vientres se pegaban en ese baile lascivo que marcaban las dos jovencitas, el torso plano de Lucía contra las tetas firmes de Natalia, los dos culos recibiendo las caricias de las manos compañeras

"ummmm…"- Niña Lucía se tensó. Por quinta vez esa tarde notó aquella espinita clavada en su sexo, gimió en la boca de Natalia y, estremeciéndose en sus brazos, se corrió.

El clímax fue el más lento y pausado de todos, pero no así el menos placentero. Al contrario… el calor de Natalia pegado al suyo, el agua llevándose el sudor, el flujo, los susurros.

"Dios, Natalia… eres… única…"- sonrió Niña Lucía.

"Tú también."- respondió la mujerona.- "Por cierto… es tu quinto orgasmo de esta tarde, ¿no? Creo que ganamos nosotras…"- sonrió, antes de darle un nuevo beso a la joven.

"No esperaba menos… vendré mañana. ¿Me recoges con la moto a la salida del colegio?"

"Mmmmm… ¿Vendrás de colegialita y todo? Tendré que esforzarme para que no te violen en esta casa…"- rió Natalia.- "Entonces… ¿Te apuntas?"

"Me apunto."- sonrió lascivamente Niña Lucía mientras se mordía el labio inferior.

El agua de la ducha, a la temperatura ideal, seguía cayendo, cubriendo a las dos jovencitas abrazadas.