Nikole: Un diario escrito con lapiz labial

El comienzo de un diario que relata mis aventuras con Camila.

Nikole: Un diario escrito con lapiz labial.

Quisiera pensar que solo es un retraso sin importancia y que Camila se halla atascada en un atochamiento producto del tráfico endemoniado de esta ciudad. Con ella nunca se sabe. Anoche me llamó muy agitada para que hoy nos encontráramos acá en el "Letras Privadas", un café literario de estilo romántico que, según ella, me iba a recordar nuestra primera cita, y claro, al igual que aquella vez, nuevamente me encuentro esperándola. Se supone que necesitaba mi ayuda para uno de sus raros trabajos-por-encargo y que además tenía una sorpresa extra, algo así como un bonus track solamente para nosotras dos. "No todo va a ser solo trabajo" me dijo y me colgó con un "no faltes, por favor". Me cargan las esperas, sino fuera porque la quiero tanto me iba ahora mismo...

Su capuchino, señorita.

Eh...si...gracias...

La inesperada entrada del camarero casi me deja pegada en el techo. Lo odio. Es como si me hubiese dado una bofetada que de golpe me devuelve la conciencia perdida o me hubiese lanzado un balde con agua fría en el momento en que tranquilamente tomo el sol tumbada sobre la arena. Algo así. Claro que luego me ofrece azúcar y, debido a ese gesto, y solamente a ese dulce gesto, decido perdonarlo. No sin antes dejarle en claro que prefiero el nutrasweet.

No lo necesita, en serio –me dice en su tono primitivamente seductor- Se ve muy bien, señorita.

....

En un segundo un repentino calor se apodera de mi rostro sin que yo pueda evitarlo. No se por qué me pasa. Me carga que la gente piense que soy una perna. Quisiera desaparecer ahora mismo. Menos mal que en ese preciso momento veo a Camila que entra casi corriendo, buscándome, saludándome con la mano. Yo le hago señas para que se acerque, agradeciéndole en silencio que me haya salvado. Sin mirar al camarero, sigo todos sus movimientos, uno por uno, hasta que llega a sentarse a mi lado.

Perdona, pero me atrasé un poco –me dice disculpándose toda amorosa- Quiero lo mismo que ella –le pide al camarero.

Con nutrasweet ¿Verdad? –le pregunta él mientras me mira y sonríe.

Si, claro –dice Camila al tiempo que me lanza una mirada en el momento en que el tipo se retira.

Veo que ya tienes un admirador.

Cállate, no seas pesada. Además llegas tarde.

Te juro que se me presentó un imprevisto.

Mmm... –le respondo sin dejarme convencer tan rápido.

No seas mala conmigo...

Te aclaro que soy yo la que he estado esperando todo este tiempo.

Lo sé. Y te prometo que valdrá la pena, pero no soportaría que estuvieras molesta conmigo.

Mmm...depende...

¿De qué? Te prometo que hago cualquier cosa.

Pues de lo rico que sea el beso que me des en este momento...

Mmmm....para mi será un placer, cielo...

Entonces tomándome de la barbilla y acercándose lentamente hacia mi, mirando alternadamente mis ojos y mi boca, Camila termina dándome un exquisito y largo beso apenas ocultas de la vista de la gente del café. Pero no de mi admirador, a quien alcanzo a ver mientras nos mira, se toma la frente y se ríe.

Estas absolutamente perdonada –la absuelvo sonriendo- Pero trata de ser mas puntual ¿ya? El que tardes me asusta un poco.

Y a mi algún día no encontrarte...

Ya mas tranquila comienzo a interrogarla por su sorpresa, que me explique, que no aguanto mas la curiosidad, que no sea cruel. Me dice que de a poco, que no me apresure, que por el momento debo saber que se trata de una fotografía, una que tiene que tomar a la mujer que trabaja aquí, aquella detrás del mesón. Se supone que termina su turno a las cinco, o sea en diez minutos mas, y que entonces debemos seguirla sin que se de cuenta. Para ello le han dado una llave que abre alguna puerta de acceso restringido y lo demás...lo demás lo averiguaré yo misma cuando debamos sacar la famosa fotografía. Ni siquiera ella sabe bien lo que vendrá, solo que se trata de un affaire oculto.

Mi cliente me ha pedido absoluta discreción –agrega Camila con cierta picardía.

Eso quiere decir que asistiremos a una escena no solo de besos y abrazos ¿verdad? –le pregunto haciéndome un poco la escandalizada y tapándome el rostro con mis manos.

Jajaja...Apuesto lo que quieras, por eso te pedí ayuda. Eres lejos la única persona en quien confío.

Un honor...Claro que si me descubren tu negarás conocerme y todo eso ¿verdad?

Jajaja...has visto demasiadas películas Nikole...

A las cinco en punto la mujer del mesón, de unos cuarenta años y bastante atractiva, conversa con una chica, le entrega algunas indicaciones y se despide. Camila rápidamente se pone de pie y me dice que la acompañe. Llegamos hasta donde ha quedado la nueva chica encargada y la Cami le pregunta por los baños. Yo aprovecho de devolverle mi libro "Narraciones extraordinarias", el libro de Poe que pedí mientras esperaba a Camila y que jamás leí. Ella, recibiendo el libro, nos indica que vayamos hacia el fondo, justamente hacia donde se dirige la otra mujer, nuestra sospechosa.

Detrás de ella, manteniendo cierta distancia, la vemos desaparecer detrás de una discreta puerta que tiene escrito sobre ella "PRIVADO". Una vez que nos aseguramos que está adentro y que nadie nos mira, llegamos hasta la misteriosa puerta pasando, sin detenernos, por delante de los baños. Juro que voy con el estómago en la mano de puro nerviosa. La llave que lleva Camila calza perfectamente. En un segundo estamos adentro. Todo está a media luz y solo podemos oír los tacones de la mujer que se adentran en la habitación y otra puerta que se cierra. Le susurro a Camila si está segura de lo que está haciendo. Me responde con un beso y una sonrisa. Continuo detrás de ella hasta la segunda puerta donde nos quedamos paradas escuchando las voces que provienen de allá dentro. Una de las voces es de un hombre y la otra parece ser la de la mujer del mesón. Conversan en voz baja, se ríen, quedan en silencio. Camila me hace señas para que demos la vuelta, hasta quedar en frente de una gran repisa repleta de libros detrás del cual apenas se distingue un ventanal.

Para mi sorpresa, Camila ha sacado un par de libros con lo que ha quedado un espacio a través del cual podemos ver, inclinándonos un poco, hacia el interior de aquella pequeña oficina. Primero yo y detrás de mi, Camila. La escena es súper clara. El hombre tiene abrazada a la mujer mientras la besa y le tiene agarrado el cabello. De pronto la hace un lado y se mantiene a medio metro de ella. Algo le dice. Entonces ella se comienza a desnudar, a quitarse prenda tras prenda del ceñido uniforme, hasta quedar solamente con sus zapatos de taco alto y sus anteojos. El tipo se ha sacado su chaqueta y los pantalones y la mira descaradamente de arriba abajo, como si estuviera presenciando un show que ella le hace privadamente. Ella está estupenda, muy sexy. Da vueltas lentamente mostrándole su bronceado y firme cuerpo desde todos los ángulos posibles. Todo sin sacarse sus anteojos y esquivando coquetamente las manos del hombre que apenas se contienen para tocarla. Entonces se detiene de improviso, de espaldas a él, inclinando su cabeza hacia delante mientras extiende sus brazos hacia los lados. Momento que el hombre aprovecha para colocarse tras ella y comenzar a tocarla desde la cintura hacia los pechos. Detrás de mí, Camila de puro excitada gime en mi oído. Me doy la vuelta y me da un beso súper apretado.

Pero ¿Qué haces? –le susurro.

Mezclar placer y trabajo...-me responde mientras continúa besándome.

Me gira nuevamente quedando detrás de mí. Entonces coloca la cámara fotográfica en mis manos y me pide que no deje de enfocar a la pareja. Mientras ella se encarga de besar mi cuello y comienza a pasar sus manos por mis pechos como imitando lo que hace el hombre a la mujer. A propósito, aquel tipo a comenzado a bajar hacia el sexo de nuestra sospechosa y se ha quedado ahí jugando con una mano en sus muslos y la otra sobre su pubis. Y claro, Camila me está haciendo lo mismo sin que yo sepa que hacer, me tiene súper excitada y nerviosa. Es horrible admitirlo, pero me gusta demasiado. Es raro. Yo miro lo que se está haciendo y siento los efectos en mi cuerpo.

Ahora el hombre ha puesto a la mujer sobre una mesa y se pone sobre ella, penetrándola despacio. Por su parte Camila ha sacado de no sé donde una suave barra como de plástico y ha comenzado a jugar con ella en la entrada de mi sexo. De arriba hacia abajo, entrando un poquito mas adentro cada vez. Yo sigo sacando fotografías. Gimiendo despacito para que no nos vayan a descubrir. Sintiendo como el grueso aparato entra y sale. Tan grueso que dudo que entre fácilmente...despacio, por favor Cami...

La mujer suponiendo que nadie la ve, comienza a dar gemidos como si ya no importara si es escuchada o no. El aparato de Camila ya ha entrado todo lo que tenía que entrar y yo tengo que morderme los labios para no gritar. Se siente exquisito. Me tiene a punto de un orgasmo. En eso la mujer da un largo gemido dejándose caer hacia atrás, como extenuada, sin fuerzas. Pero el hombre no ha terminado y la gira sobre su estómago, separando levemente sus piernas. Busca un par de libros y los pone bajo la pelvis de ella dejando levantada su cola la que ahí mismo comienza a besar. Camila como buena imitadora, aprovechando que estoy levemente inclinada, separa mis piernas y comienza a besarme la mía. Repitiendo todo lo que le hace él a ella. Metiendo su lengua primero, los dedos después. Uno, dos...dilatándome. Dejándome súper claro lo que piensa hacer.

La mujer se retuerce de puro dolor. El tipo la esta sodomizando bestialmente y Camila quiere hacer lo mismo conmigo, pero su juguete es tan grueso que no entra. Empuja y vuelve a empujar, pero lo único que consigue es que me duela un montón.

Camila, para por favor...me duele...

Relájate Nikole...separa un poco más las piernas, cielo...

Entonces empuja fuerte y siento como de pronto el juguete entra en mi cola desgarrándome, abriéndose paso a la fuerza. Casi me desmayo. Un pequeño grito de dolor se me escapa confundiéndose con los de la mujer que grita descontroladamente. Como un reflejo empujo a Camila que cae hacia atrás con el juguete en sus manos y yo me quedo inmóvil debido al dolor que siento apoyándome para no caer, tapándome la boca para que no se escuchen mis sollozos.

Camila se levanta y me sube la tanga y acomoda mi vestido. Toma la cámara y la guarda. Me da un beso en la nuca.

¿Cómo estas Nikole? –me susurra.

Mal ¿Cómo quieres que esté? –le digo entre dientes.

No se que me pasó...no me pude detener...no sé que decirte...

Nada...no digas nada y vámonos de aquí.

Intenté dar un paso, pero el dolor me lo impidió. Tuve que apoyarme en Camila y así cojeando, salir apoyada contra ella. El camino de vuelta se me hizo eterno. Todavía se podían oír los gritos de la mujer y juro que la entendía. Antes de salir pasamos al baño y descubrí que en mi cola tenía un poco de sangre.

Mira lo que has hecho –le digo.

Lo siento, en serio. Nunca habría querido hacerte daño –me responde con los ojos llorosos.

Claro, pero es mi cola la que sufre...

Y la tienes exquisita....

Tonta.

Pero te quiero...

Abrázame...

Nos sentamos en la misma mesa que ocupamos al principio. El dolor había pasado un poco y por lo menos podía moverme por mi misma. Le dije que trabajar con ella era doloroso. Camila se reía tiernamente. Me contó que teníamos que esperar afuera, que alguien pasaría a recoger el rollo. Claro que antes le exigí que me comprara un helado de chocolate.

Afuera el sol estaba tibio, súper agradable. No me daban ganas ni de moverme. Entonces pasó un tipo con abrigo y lentes oscuros que me preguntó "¿Camila?" . Entonces, ante mi negativa la Cami, que estaba a mi lado, tomó el rollo y se lo pasó al desconocido. De vuelta él le entregó un sobre y desapareció tan rápido como vino.

Parece que no podremos ver tus fotografías –le digo a Camila.

Jajaja...mejor que no. No creo que quieras recordarlas.

Pues hasta antes de lo de mi cola estaba súper bien.

En mi departamento te haré curaciones.

No, por favor...

Estás en mis manos Niki...lo siento.

Nos fuimos caminado hacia su automóvil. Detrás de nosotros salió una pareja. Eran el tipo y la mujer. El se fue hacia el lado izquierdo y ella hacia el derecho como si no quisieran ser vistos juntos. Me fijé que a ella también le costaba caminar...

Nikole.