Nieves y sus dos maridos

Esta es la historia de un matrimonio que ha de incorporar a un vecino para gran placer de los tres.

Esta es la historia de Nieves, con 48 años muy bien conservados, vamos que es una buena hembra, macizota y bien plantada, casada con Luis ya en los 50, que le tiene bastante desatendida en el tema de la jodienda pues desde hace un par de años con motivo de un importante ascenso laboral ha de dedicar mucho más tiempo y esfuerzos a su trabajo, lo que ha hecho que se resienta la relación de pareja.

También es la historia de Antonio, el vecino, que es viudo, y con tres hijos de entre 20 y 28 años. Por cierto Nieves y Luis también tienen dos hijas de 19 y 22 años.

Antonio está prejubilado de una entidad bancaria por lo que lleva una vida de total relajación, y con todo el tiempo del mundo para dedicárselo a la casa, a él mismo y un poco a sus hijos que casi siempre están fuera, de hecho dos de ellos ya no viven con él.

Nieves y Luis guardan las llaves del piso de Antonio (como también él tiene las llaves de su casa) esto desde hace muchos años, pues con su difunta mujer tenían muchísima confianza y de hecho cuando uno de los dos matrimonios iba de vacaciones cuidaba la casa del vecino.

Pero ahora dejemos que sea Nieves la que cuente su historia :

Pese a que Antonio se arregla bastante bien, yo Nieves todavía paso a ayudarle en algunas cosas a las que él no llega. Sobre todo con la plancha, pues es una cosa que se me da muy bien y Antonio no hay manera, además como es bastante presumido pues lo lleva mal. Por eso suelo pasar algunas tardes después de comer a planchar a su piso (no siempre pues si están mis hijas, lo que hago es coger la ropa y llevármela a mi casa) allí Antonio me da conversación y muchas veces el tema acaba llegando al tema del sexo.

Por confidencias de su mujer sabía que estaba muy bien dotado y que era bastante fogoso en la cama. Por sus comentarios sé que echa mucho de menos a su mujer como hembra y que lleva mal su falta en la cama. Me reconoció que sobre todo se dedica a la masturbación y que aunque se planteó ir a algún local para encontrar un desahogo sus escrúpulos morales no se lo han permitido.

Estos comentarios hechos en las tardes de plancha conseguían que yo me pusiera también caliente. De hecho alguna que otra vez me lanzó algún piropo diciendo lo guapa que estaba y lo contento que tendría que estar Luis con una mujer como yo en la cama. Estos comentarios se los hacía saber a mi marido que nunca les dio la mínima importancia, en parte por la confianza y en parte porque según él era normal que estuviese "necesitado" de mujer y claro teniéndome cerca era lógico que se acelerase. A mi marido también le recriminaba que cada vez lo hacíamos menos, a lo que Luis contestaba que realmente no podía más, pues estaba agotado y que él no podía dar más de si.

En su descargo diré que los fines de semana y puentes, vacaciones, etc. me hacía sentir como una reina y se ocupaba de cuidarme, llenarme de caprichos y por supuesto de hacerme rabiar en la cama. Nosotros como pareja lo hemos probado todo, incluso tenemos un par de vibradores que son los que me han ido ayudando a calmar mis ansias cuando Luis ya no puede más. También tengo una más que completa y cuidada colección de lencería, supererotica, que incluso a mis hijas les sorprende todavía. Por motivo de ella es como empezó mi nueva vida sexual. Os lo explicaré.

Un día que se rompió nuestra lavadora, y como el técnico no vino a arreglarla hasta pasada casi una semana, necesité pasar toda mi colada a casa de Antonio, puse toda mi ropa a lavar, para ello necesité hacer varias coladas, yo pasaba y ponía los programas en la lavadora y cuando acababa me avisaba Antonio para que volviese a por la ropa.

En la última colada, con toda la ropa más delicada, iba un precioso juego de lencería, muy morbosa, con un tanga abierto por la entrepierna que a Luis lo pone muy nervioso y que gracias a él consigo unas folladas de impresión. No me di cuenta de que iba con el resto de la ropa, pues no lo hubiese llevado, pero como además y después de varias coladas no tenía sitio en mi terraza para colgar más ropa, le pedí a Antonio permiso para poder colgar en el suyo, así que cuando acabó lo que hizo él, fue directamente ponerse a colgar la ropa.

Creo que cuando vio el lote completo de sostén y tanga casi le da un infarto. Cuando pasé a su casa me dijo que estaba molesto conmigo pues sabía de sus problemas y encima yo lo que hacía era excitarle aún más y hacérselas pasar canutas y que no podía quitarme de su cabeza de ninguna forma y que estaba dispuesto a hacer una locura, como violarme pasase lo que pasase luego.

Me lo dijo muy serio y yo me quede parada. Antonio iba con su albornoz y nada más debajo y enseguida se le empezó a poner la "tienda de campaña" marcando un terrible bulto, yo iba con la pantaloneta del chandal y una camiseta blanca pegada que marca mucho mis tetorras. En un momento lo tenía junto a mí, besándome y metiéndome mano. No se que fue lo que me pasó pero me deje hacer y casi sin darme cuenta estaba respondiendo a sus besos y juntando mi lengua con la suya, metió su mano por debajo de la camiseta y me magreó las tetas todo lo que quiso, consiguiendo que me la sacase junto al sujetador por encima de la cabeza y quedando con las tetas al aire. Esto lo aprovechó Antonio para sobarme y mordérmelas sin parar, parecía que estaba poseído pues no hacía sino gruñir y suspirar, con tanto ajetreo se le abrió la bata quedando su rabo al aire, tiene una polla gorda como un vaso y bastante larga, con ella se pegó a mi vientre sin dejar de rozarme por toda mi entrepierna. En cuanto pudo se deshizo de la bata quedándose en bolas.

A la vez y con una de sus manos me sobaba el culo, tanto por encima del pantalón como abriéndose paso por mi espalda. Llegó a meter un dedo en mi pequeño agujero y sacándolo me lo hizo oler y chupar para volver a meterlo allí de nuevo. Yo estaba totalmente entregada y solo quería una cosa, FOLLAR. Como pude también me desnude del todo y ya sin tapujos me arrimaba a su rabo cogiéndolo incluso con mis manos y meneándolo para gran placer suyo.

Sin dejar de besarnos ni de acariciarnos caímos en el sofá, quedando yo toda desmadejada y abierta de piernas; cosa que aprovecho Antonio para colocándose encima mío poner su polla a la entrada de mi encharcado coño y sin dudar clavármela hasta las pelotas. Pegué un grito brutal, tanto que Antonio se asustó y se quedó quieto. Yo poniendo mis piernas en sus muslos le animé para que no dejase de metérmela y empezó un mete y saca a toda velocidad, supongo que fue por la calentura pero me corrí como una loca y al poco Antonio me echó una lecharada enorme dejándome el coño repleto de su leche. Como sería que de toda la leche que se iba escurriendo dejamos el sofá hecho un asco.

Cuando descansamos un poco, Antonio me dijo que sentía lo que me había hecho pero que lo llevaba tan calentorro que no lo pudo evitar y eso y ver mi tanga lo volvió loco.

Yo ya estaba dispuesta a todo, así que me levanté y me fui al balcón tal cual estaba, desnuda y sin importarme que me vieran, cogí el famoso tanga y me lo puse. Con él encima volví al salón y al verme a Antonio se le salieron los ojos de las órbitas, se levantó y me llevó a su dormitorio, me tumbó con toda delicadeza en la cama y abriéndome bien de piernas se metió entre ellas y me estuvo comiendo el coño un rato largo, me corrí por lo menos dos veces, quedándome totalmente rota. Antonio estaba otra vez en marcha y con su rabo tieso me fue acariciando desde las tetas para acabar metiéndomela en la boca, allí puesto a horcajadas me estuvo follando la boca hasta que al llegar su corrida me la sacó y echó toda su leche entre mis tetas. Cuando se corrió se quedo como muerto tumbado en la cama, yo me metí en su ducha y me enjaboné bien quedando con nueva, cuando salí del baño Antonio seguía tirado en la cama, ya vestida me acerque a él, le di un beso en la boca, le agarré del rabo, y aun así no reaccionó. Me despedí de Antonio y feliz volví a mi casa.

Ya en casa estuve pensando en lo que habíamos hecho y me di cuenta que podía tener consecuencias graves para mi matrimonio, cuando vino Luis se dio cuenta de que estaba muy seria, pero no le dio mayor importancia. A la mañana siguiente llamé a casa de Antonio, él estaba todavía en la cama, por eso me abrió en pijama, al verme venir tan seria supuso que pasaba algo. Fuimos al salón y le dije que lo del día de antes había sido una locura y que no iba a destrozar mi matrimonio por una calentura y un impulso loco, y que no pensaba volver a repetirlo, que esperaba su discreción y comprensión y que nunca más me volviera a poner en un compromiso. Antonio se calló, dijo que lo entendía y que era un buen amigo de Luis y mío y que no quería ponernos en dificultades; que él ya se las apañaría como pudiese.

Nuestra vida siguió parecida, eso sí con menos confianzas por mi parte, pues no sabía como podía llegar a reaccionar yo sí Antonio intentaba otro acercamiento. Con mi marido las cosas fueron a peor y ya solo follabamos un fin de semana de cada dos y eso que voluntad no le faltaba, un día decidí hablar con él y le dije que su trabajo y sus preocupaciones iban a acabar con nuestra relación de pareja y que yo no quería tener que salir a la calle a buscar otro macho como hacen varias conocidas, cuando tengo uno en casa y que en condiciones normales seriamos felices, y que debía de replantearse su trabajo de otra forma. Luis, mi marido se sinceró conmigo y dijo que en este momento no podía echarlo todo por la borda, pero que creía que en un par de años ya estaría en condiciones de delegar muchas cosas y volver a ser felices.

Yo me enfadé mucho con él y le dije que lo sentía pero que yo necesitaba volver a sentirme mujer y deseada y que le iban a salir un buen par de cuernos si no reaccionaba. Entonces me dijo una cosa que me dejó helada, dijo que sería capaz de soportarlo siempre y cuando no lo hiciese a sus espaldas e incluso llegar a participar y entre la otra persona elegida y él dejarme satisfecha. Así se quedó todo, pero un día que mi vecino Antonio me hizo un requiebro, se encendió una luz en mi cabeza y decidí que me iba a acostar con él; pero con el consentimiento de Luis y a poder ser con los dos a la vez. Por eso una de las escasa veces que estabamos follando Luis y yo, le dije que nuestro vecino me estaba tirando los tejos y que cada día era más audaz y que se ponía muy sobón a la mínima ocasión, que cualquier día me iba a poder la lujuria e iba a hacer algo irreparable.

Luis supongo que estaba tan presionado por todos los sitios que dijo que si tenía que ponerle los cuernos mejor con Antonio del que se fiaba y sabía que era un buen amigo que con cualquier otro por ahí. Esa misma noche contesté que ya que así lo quería que lo mejor que podía hacer era ir a hablar con él, explicarle nuestro problema y pedirle su ayuda y ver que se podía hacer.

Luis me dijo que eso era imposible, que lo mejor era que yo le hiciese creer que me había vencido la tentación y una vez ocurriese varias veces, hacer lo posible para pillarnos juntos en la cama, entonces con todo el juego al descubierto hablarlo entre los tres y llegar a un apaño. Acabamos follando de nuevo pues sólo de pensar como íbamos a prepararlo todo Luis se calentó y echamos un polvo de órdago.

Al día siguiente llamé por la terraza a Antonio y le pregunté que si tenía algo que planchar, dijo que no mucho y ya se arreglaría él. Dije que de ninguna forma, y que enseguida pasaba. Me preparé a conciencia, me duché, perfumé y me puse mi tanga abierta "especial", por encima me puse una bata bastante minimalista, vamos que impresionaba. Cuando entré en su casa y me vio; casi se cae en el sofá.

Allí en el salón me puse a planchar, con Antonio como un buen chico sentado muy formal pero sin quitarme ojo de encima, yo por supuesto me movía como bailando, sacando el culo. Antonio ya no pudo más y tuvo que decirme en alto que por favor que me fuese a mi casa, que sino no respondía de lo que pudiese pasar. Yo me reía pero sin dejar de provocarle, y en una de esas deje que mi bata se abriese lo justo para que adivinase que ropa interior llevaba, se puso rojo y ya no aguantó más, se acercó y me apretó contra su bulto, que estaba terriblemente duro. Yo cerré los ojos y abriendo la boca busqué con mi lengua la suya, nos comíamos como desesperados y no dejó de sobarme por todo el cuerpo, e incluso como el tanga es abierto llevó dos de sus dedos a mi coño, que ya estaba como un lago. Apartándole un poco le dije que nos fuésemos a la cama y estar más cómodos. Fuimos al dormitorio y quitándome la bata me quede tan solo con el sujetador y el tanga, le ayude a quitarse la ropa, cosa que hizo en segundos y quedándose desnudo y con la porra apuntando al techo se tumbó boca arriba en la cama.

Yo me acomodé a su lado y estuve acariciándole el aparato a la vez que hablábamos. Me preguntó a que se debía mi cambio de opinión y yo contesté que mi marido me tenía muy abandonada y que no me salía de la cabeza lo bien que me lo había hecho pasar el otro día y cuanto había disfrutado con él. Y que sintiéndolo mucho necesito ese desahogo y correrme con su rabo como el pasado día.

Yo estaba pero que muy acelerada, así que sin dejar de besarle y restregándole mis tetorras por todos los lados, le acabé de decidir, me puso boca arriba y sin preámbulos, sin nada; me la clavó hasta la empuñadura. Yo tenía el coño húmedo y me entró sin dificultad, Antonio empezó a moverse y a cada entrada suya yo gritaba de placer, me corrí casi enseguida, llorando y gritando de gusto y Antonio no paró hasta que se corrió también echándome toda la corrida en el coño.

Me confesó que la última vez que había hecho el amor había sido conmigo y desde que se quedó viudo no había estado con otra mujer, que se tenía que hacer una paja todas las mañanas y desde hacía un montón de tiempo se las hacía pensando en mi.

Yo le dije que se había acabado para él lo de meneársela y que a partir de ahora todas sus corridas eran para mi. Estabamos en la cama muy juntos, cosa que aproveché para agarrarle el rabo y con mucha delicadeza acariciarle, a la vez le insinuaba cosas que le iba a hacer en el futuro y al poco tenía otra vez el rabo tieso, le hice acomodarse y poniéndome a horcajadas sobre él me lo fui clavando despacio, pero sin parar, Antonio estaba alucinado, y con las dos manos no paraba de sobar y apretar mis tetas, a la vez que cuando podía me las mordía. Yo fui acomodando mis movimientos y cabalgándole para mi placer, a lo que él me ayudaba moviendo su cadera y yendo al encuentro de mi coño en cada ocasión. Me corrí gritando y llorando otra vez, quedando ida y clavada en su polla, Antonio después de su anterior corrida le costó mucho vaciarse, cosa que aproveché para sin sacármela del coño empezar otra vez a moverme arriba y abajo, estuvimos así un buen rato disfrutando de la follada y yo me volví a correr de nuevo y al poco Antonio vació sus cojones dentro de mi.

Ahora si que los dos nos quedamos quietos y agotados en la cama, después de un rato descansando me levanté y fui a la ducha, al salir Antonio seguía acostado, volví a tumbarme junto a él y charlamos un rato. Le comente que si era discreto (pues no quería jugarme el matrimonio) podíamos seguir acostándonos más veces, que todo dependía de su actitud. Él dijo que por supuesto que solo por poder follar conmigo haría lo que fuese necesario. Nos dimos un buen morreo, me vestí y me fui para mi casa.

Las cosas siguieron de esta manera por casi tres semanas, yo aprovechaba y en cuanto se iba mi marido y mis hijas pasaba a su casa, Antonio siempre me esperaba en la cama, y allí pasábamos dos o tres horas de folleteo intenso. Lo probamos todo, y una de las cosas que más le gustan es usar mi culo como un segundo coño, pues dice que lo tengo muy cerradito y que le aprieto tanto la polla que le hago chillar de placer. Luis mi marido evidentemente a los pocos días se dio cuenta que algo había cambiado, y me preguntó que pasaba, yo esa noche en la cama le conté que por fin le había puesto la cornamenta que tanto quería. Me pidió detalles de todo y con gran gusto por mi parte le conté nuestra follada de esa misma mañana, no fui sincera del todo pues le dije que nuestro primer encuentro fue el día anterior, y que esperaba a contárselo el fin de semana para animarlo y joder como en los buenos tiempos, pero que era muy perspicaz y lo había notado enseguida.

Luis se puso como loco y tumbándome en la cama me abrió de piernas y me la clavó, yo también estaba caliente de contarle mis andanzas, por eso nos corrimos los dos enseguida. Cuando acabamos nos pusimos a elucubrar como poder pasar a estar los tres junto sin mosquear a Antonio, le dije a Luis que primero tenía que confiarle para que bajase la guardia Y que así nos pudiese pillar en plena faena, por eso con su permiso unos cuantos días me estaría acostando con él para darle confianza. Por eso y ya con el permiso de Luis todas las mañana iba a la cama de Antonio donde me esperaban unas horas de gozar a tope, Luis al irse por las mañana me besaba y metía mano, según él para que nuestro vecino comprobase lo calentorra y puta que era. Realmente cuando pasaba a casa del vecino ya estaba mojada y follabamos a lo bestia.

Antonio después de tanto tiempo sin hacer el amor estaba desatado y conseguía hacerme gozar increíble, llegando a correrse él también dos veces casi todos los días, pero Antonio también empezó a dar muestras de cansancio, por eso decidí que ya era hora de poder estar los tres juntos, un sábado por la tarde que sus hijos estaban en casa, le hice pasar a la mía, a mi marido le dije que se fuese y volviera en una hora, que nos pillaría en nuestra cama de matrimonio, desnudos y con la polla del vecino bien dentro. A Antonio le dije que Luis estaba de compras en el centro comercial y que teníamos casi dos horas para darnos un revolcón, Antonio no estaba muy seguro, pero yo le insinué que me daba mucho morbo follar en mi cama de matrimonio y con la duda de que nos pillase mi marido. A las palabras las ayude quedándome casi desnuda y acariciándole sin parar, se le fundieron las ideas y ya no dudó, me lo llevé a la cama y le hice que me follase, cuando yo me corrí no le deje descansar y poniéndole de espaldas me subí encima suyo clavando su polla en mi chochito que estaba mojadísimo. Antonio no podía ver la puerta de la habitación pues le tapaba toda la visión con mi cuerpo, además bastante tenía con sobar mis tetas y hacerme gozar.

Cuando llegó Luis vi como desde la puerta no perdía detalle de cómo cabalgaba al vecino, con mis tetas rebotando y como me las sobaba Antonio. Luis se desnudó y su polla lucía como nunca antes, además tenía la mirada febril, como si fuese a sufrir un ataque, creo que estaba ido de deseo, no razonaba solo pensaba en follar, sexo, sexo, sexo.

Yo para acabar de provocarlo todo, me deje caer en el pecho de Antonio, intentando que no se saliese su polla de mi chochito y le hice un gesto a Luis para que se acercase, llegó hasta donde nosotros y de rodillas en la cama a mi espalda, empezó a comerme el culo. Antonio tardó en darse cuenta de que teníamos compañía, pero al hacerlo dio un salto y me empujó de encima suyo, yo reaccioné y le pedí calma, que Luis no iba a montar ninguna escena.

Estaba callado y receloso, así que le conté que mi marido se había dado cuenta de lo nuestro y que me obligó a elegir o la separación o bien aceptar que nuestro vecino le ayudase a satisfacerme, pero participando él también de los encuentros. Yo le dije a Antonio que por supuesto elegí lo segundo y que por eso estaba allí Luis. Sin dejar de hablar me coloqué encima de Antonio de nuevo, besándole pese a que él estaba pasivo, pero como a la vez que le besaba le acariciaba la polla, conseguí que se le fuese poniendo dura otra vez, Luis estaba allí de rodillas quieto y sin decir nada pero con su rabo apuntando al techo.

Al ver que le daba de nuevo la espalda, Luis se acercó y de nuevo acarició y comió mi culo. Yo poco a poco me estaba calentando y estaba desatada, al pobre Antonio lo tenía aprisionada debajo mío, con mis muslos presionándole y con mi chocho frotando su polla mientras no paraba de moverme. Yo creo que por la cabeza de Antonio pasaron muchas ideas, pero al fin venció el deseo y no dudó más, se dejo llevar y de repente colaboró en todos mis movimientos, agarrándome de la cintura para que entrase la polla en mi coño, y a la vez agarraba una de mis tetas. Enseguida estabamos los tres a la faena, yo bien follada por Antonio que me decía palabrotas, como que era una gran puta por dejarme follar por él en presencia de mi marido, Luis también estaba muy cachondo y a la vez que besaba y acariciaba mi culo de vez en cuando me daba buenos manotazos, dejándomelo bien rojo. Como pudo fue lubricando mi culete y cuando ya lo tenía bien mojado y bien abierto, pues estuvo metiendo primero un dedo, luego otro y hasta tres, se puso en mi espalda y venciéndome hacía delante intento metérmela por el culo. No fue fácil, supongo que por ser nuestro primer triángulo, pero cuando consiguió entrar y nos acompasamos los tres, las sensaciones que tuve fueron fortísimas, me sentí llena, llena por todos los agujeros Y me corrí con el orgasmo más fuerte que he tenido en mi vida, y eso que desde entonces he gozado mucho. Al poco se corrieron Antonio y Luis, a la vez que me empujaban cada vez más fuerte, me dejaron llena de leche y totalmente tirada en la cama, me quede un rato en blanco, con una especie de sueño placentero, no sabia donde estaba; lo que sabía era que estaba muy a gusto.

Antonio sin hacer demasiado ruido, cogió su ropa, se vistió y se fue a su casa, mi marido al rato vino, se metió a la cama conmigo y yo me acurruqué junto a él, le dije que había sido la vez que más había gozado del sexo en mi vida y que solo por eso le estaba agradecida. Que yo me encargaría de hablar con Antonio y que lo dejaría dispuesto para que no hubiese problemas en el futuro.

Ese día dormí como una bendita, y el domingo me hice la remolona en la cama hasta bien entrada la mañana, cuando mi hija salió de casa llamé a Luis y le dije que viniese a la cama a hacerme compañía, me desnudé, le pedí que también se desnudase él y bien juntitos bajo las sábanas estuvimos hablando y hablando de nuestra relación de pareja.

Había estado pensando el rato que estuve vagueando en la cama y claramente le dije a mi marido que él era una persona demasiado importante en mi vida para hacer locuras, que yo necesitaba sexo y que en estos momentos no me estaba dando el placer que yo necesitaba, que había disfrutado mucho con Antonio pero que si él no estaba convencido de lo que había pasado que estaba dispuesta a dejarlo todo y volver a la situación de antes, además le dije que consideraba a Antonio buena gente y que estaba segura de su discreción.

Luis me contestó que él también había disfrutado mucho al verme gozar con Antonio, y que tenía claro que este no iba a largar nada, que mientras las cosas no pasasen a mayores estaba dispuesto a compartir algún rato de placer con nuestro vecino, yo entonces le pregunté si para poder acostarme con Antonio debíamos estar los tres siempre, ó bien podía encontrarme alguna mañana con él como había hecho antes. Su respuesta era que yo debía de tomar las decisiones de la forma más correcta en cada momento, pero que si quería estar informado de todo lo que pasase en cada momento.

Esa mañana acabamos follando los dos, con otro polvo memorable, pues Luis se bajó entre mis piernas y estuvo comiendo mi coñito un rato largo, haciéndome disfrutar en dos ocasiones, luego se incorporó y me la metió haciéndome gozar una tercera vez y corriéndose dentro de mi coño,. Cuando acabó estaba derrengado y se dejó caer agotado. Por eso le estuve haciendo caratoñas y diciéndole cosas bonitas al oído, estuvimos descansando hasta la hora de comer.

El lunes llamé a Antonio y le dije que tenía que hablar con él muy en serio, y que iba a pasar a su casa, cuando estuve frente a frente con él le pregunté que opinaba de lo que pasó el sábado. Contestó que no estaba de acuerdo en que lo hubiese utilizado y que no sabía muy bien cual era nuestro juego. Mi respuesta fue que sino hubiese sido así nunca hubiera podido participar de una sesión de sexo como aquella y por supuesto que nunca se hubiese acostado conmigo, pero que sino quería volver a repetirlo que no pasaba nada, que las cosas seguirían como antes, siendo solo buenos vecinos.

Me preguntó entonces si eso significaba que no iba a poder acostarse de nuevo conmigo, yo le dije que las condiciones las poníamos nosotros y que a mi me encantaba irme a la cama con él, y de hecho no tenía ningún problema por pasar a menudo a su casa en las mañanas y follar juntos pero que Luis era mi marido y mi pareja y a él le debía respeto, que Luis permitía que nos encamasemos pero a cambio también quería participar de alguna que otra sesión los tres juntos.

Le dije que la decisión la debía tomar él, y por supuesto ser una tumba acerca de lo que había pasado ó podía seguir pasando, que para nosotros sería una catástrofe una indiscreción por su parte. No le di opción a más, y me marché a mi casa.

Esa tarde cuando Luis estaba en casa pasó a vernos y a hablar con los dos. Nos dijo que había estado pensando mucho en lo que había pasado el otro día y que para él era muy importante tener a una mujer como yo dispuesta a satisfacer sus necesidades de sexo, que eran muchas y que estaba dispuesto a participar en los juegos que le propusiéramos.

Yo me alegré mucho de su decisión y creo que Luis también, por eso Luis le dijo que estaba dispuesto a permitir que yo pasase a su casa de vez en cuando a liberarme de esas tensiones y que los fines de semana debía de ayudarle a él a darme placer entre los dos.

Yo empezaba a estar caliente, por eso al oído de mi marido le dije que si nos permitía pasar a nuestro dormitorio a los dos antes de que volviesen nuestras hijas y así poder empezar nuestro acuerdo con buen pie. No dijo nada pero con su mano hizo un gesto de adelante, por eso agarré del brazo a Antonio y este estaba perplejo, pero no dijo nada y se dejó guiar a nuestro dormitorio, allí le hice desnudarse, a la vez que yo me quedaba tan solo en ropa interior. Me tumbé en la cama bien despatarrada y le hice acercarse, tenia el rabo bien tieso y yo ya estaba más que muy caliente, no hubo ni juegos ni caricias pues de un solo empujón me la metió hasta el fondo, culeo un poco y yo me corrí como una cerda, chillando y gritando. Mi marido al oírme chillar vino a vernos y se quedó en la puerta, con el pantalón en las rodillas, su polla fuera y meneándosela, le hice acercarse y me la metió en la boca, con cuatro chupetones se me vino encima, corriéndose en mis tetas, Antonio pese a que se había corrido siguió bombeando y yo seguía en una nube, tenia toda la leche de Luis corriendo por mis tetas y a Antonio magreándomelas y diciéndome procacidades. Me volví a correr otra vez chillando y al poco Antonio me dejo toda su leche en el coño. Les hice vestirse a todo correr porque en cualquier momento podían llegar mis hijas y les dije a los dos que estaba encantada de tener dos buenos machos a mi disposición.

Desde ese día casi todas las mañanas o bien pasó a casa de Antonio o bien él pasa a la mía, y por supuesto casi todos los días me llevo una buena ración de rabo, porque no se si es por la competencia o por que realmente le excita, mi marido hay muchas noches que también se pone en marcha y me folla con gran placer para mi. Por eso llevamos una vida de triángulo de lo más perfecta y además como todo el mundo en el barrio sabe lo bien que nos llevábamos las dos familias a nadie le extraña que pasemos tanto tiempo juntos, incluso que nos vayamos los fines de semana a nuestra casa del pueblo o a su apartamento de la costa, eso sí siempre sin los hijos.

Reconozco que la relación con mi marido no se ha resentido, pues cada día estamos más unidos y Antonio es feliz de disponer una mujer ardiente y fogosa que le ordeña todos los días. Por eso cuando los amigos le dicen que porque no se busca una amiguita , que tiene que estar muy solo, él sonríe y dice que está muy bien como está ahora, y que no quiere líos.

Esta es nuestra experiencia, la de un matrimonio que practica el sexo a tres bandas con gran placer para los tres, y a día de hoy no hemos tenido ningún roce. Antonio sabe cual es su papel y se comporta como tal, con discreción y su recompensa es disfrutar de una mujer cada día más lanzada en el tema del sexo. Por atraparte Luis sabe que no le voy a ser infiel pues entre los dos me tienen saciada, compitiendo entre ellos en halagos, en atenciones y en detalles a cada poco, y llevamos varios años y esperamos tan solo que dure mucho tiempo más.