Nieves y Alfonso.(1) En la playa nudista

Nieves va a una playa nudista por primera vez y conoce a Alfonso, el abogado con unos clientes muy particulares...

Esta serie de relatos cuenta la historia de Nieves, una cirujana plástica que vivía muy tranquila en la Costa del Sol, hasta que, un día, decidió ir a una playa nudista, y se encontró conmigo, un abogado penalista que defiende a narcos, y, gracias a ese encuentro, la vida de Nieves, empezó a cambiar.

Nota del autor:

Este es un relato basado en hechos reales.

Aunque haya utilizado los nombres de algunos de los personajes, para otros relatos ya publicados en esta web, no tienen nada que ver, son relatos independientes entre sí.

El relato lo narra Nieves en primera persona.

Sobre mí (Presentación de Nieves)

Me llamo Nieves, tengo 29 años, y vivo en Marbella, en la Costa del Sol. Mi familia está formada, casi en su totalidad por médicos, por lo que yo he seguido la tradición familiar y me he formado, sin demasiados problemas, para llegar a ser cirujana plástica, mi sueño desde que era una niña.

Tengo dos hermanos, algo mayores que yo, y una hermana que es un año menor que yo.

A pesar de que soy cirujana plástica, mi cuerpo es natural, me cuido lo suficiente, pero sin obsesiones ni gimnasio, mis tetas son naturales y de tamaño medio, mido en torno a 167cm, unos 55kg de peso, y no llevo piercings ni tatuajes. No fumo ni he fumado nunca.

Mi culo es normal, tampoco está operado ni especialmente trabajado.

Mi pelo es de color negro, y tengo una bonita melena, aunque, de nuevo, sin cuidarla en exceso.

Si algo me gusta destacar de mi personalidad, es que, casi siempre, estoy sonriendo, y creo que tengo muy buen carácter; aunque sé ponerme seria cuando la ocasión lo requiere, pero sin llegar a ser dominante, aunque tampoco me considero sumisa.

Ya sé que es raro que una cirujana plástica no esté operada y tenga las tetas naturales, pero lo que me gusta de mi trabajo es poder ayudar a gente que tiene problemas, que no es feliz con su cuerpo o ha tenido algún accidente o alguna enfermedad y necesita ser reconstruida.

Hasta el momento en el que mi vida empezó a cambiar, no me había planteado hacer algunas de las operaciones de cirugía plástica que he realizado en algunas pacientes, derivadas del contacto con el mundo del narco.

Acostumbraba a vestir, hasta que mi vida cambió, de forma casual y acorde a las temperaturas de Marbella, es decir, no con mucha ropa, pero tampoco pareciendo una puta.

Mi vida, hasta que empezó a cambiar, ya había sido sencilla, puesto que mis padres siempre me apoyaron en todo lo que hacía, me esforzaba siempre mucho en el colegio por sacar buenas notas, algo que casi siempre sucedía, y tenía bastantes amigas.

Por si fuera poco, vivía en una buena casa, en Marbella, con piscina y todo, por lo que no me puedo quejar.

Sin embargo, con los hombres, no me había ido demasiado bien, si bien es cierto que pensaba que llegaría el adecuado, y había tenido alguna historia por ahí, el amor aún no lo había encontrado, hasta que llegó mi cambio de vida que os voy a relatar.

Todo comenzó un día que no tenía turno en el hospital privado donde trabajo, hacía muy buen día, para ir a la playa, pero, al ser día de entre semana, mis amigas y mis familiares, estaban trabajando y no podían tener plan.

Así que decidí llevar a cabo algo que llevaba mucho tiempo pensando hacer, pero nunca me había atrevido ni había tenido tiempo, pues era algo que quería hacer sola, y, estar sola, era algo que rara vez sucedía, pues, si no había plan familiar, había plan con amigas; además, al ser día de playa, pues era el momento perfecto, el plan consistía en probar a ir a una playa nudista.

Para dar el paso e ir a la playa, me di cuenta de que necesitaba, primero de todo, depilarme el coño, pues así la gente no vería nada raro, por lo que pasé por el baño y me depilé esa zona.

Hasta ahora, mi vasta experiencia en playas, era casi siempre con bikini, salvo en alguna ocasión que había hecho topless, (Sobre todo, en casa, en la piscina, cuando no había nadie o sólo estaba alguna amiga con la que había mucha confianza, o alguna de mis hermanas) algo que me había excitado, pues veía las miradas de la gente, y eso me ponía muy cachonda.

En la playa nudista

Busqué por Internet y encontré que en Marbella hay una playa que estaba cerca, y que era nudista, así que, agarré el coche y me fui a la playa, me costó un poco aparcar cerca, pero llegué.

Me había puesto un bikini negro, bastante pequeño, y, encima, una camiseta también negra, de calzado, me puse unas deportivas.

Llevaba también un bolso de playa, para guardar las cosas, y una toalla, para poner sobre la arena de la playa. Por supuesto, la crema para el sol no podría faltar en mi equipaje.

Llegué a la playa, vi que, efectivamente, había gente desnuda en ella, y me empecé a quitar cosas, primero la camiseta, después, me quedé en topless y, finalmente, me decidí a quitarme la parte de abajo del bikini, y ya me quedé en bolas por completo.

Cuando ya estaba desnuda, y cuando me estaba quitando la parte de abajo, empecé a notar cierta humedad en mi coño, supongo que por la excitación que me producía el hecho de que mucha gente iba a verme completamente desnuda por primera vez.

Me di un poco de crema para el sol, por todo el cuerpo, en especial, en las tetas y en el coño, porque, al ser la primera vez que esas partes de mi cuerpo tomaban directamente el sol, era mejor protegerlas bien.

Pasados unos minutos, con la mirada, me fijé en un hombre, de unos 30 años, que había ido a la playa, que también estaba desnudo, y que estaba leyendo un libro tranquilamente.

No pude evitar fijarme en el tamaño de su polla, pues estaba bastante bien dotado en ese aspecto, además, físicamente me gustaba bastante, pues llevaba barba, y eso es algo que me pone muy cachonda en un hombre.

Al verle, noté que mi coño empezaba a humedecerse algo más, y que mis pezones se estaban poniendo algo duros por la excitación, tanto de la experiencia nudista como de la visión del hombre con gran polla.

Decidí ir al agua, a intentar que la tensión se bajara un poco, y, justo cuando ya me dirigía hacia el agua, vi que el hombre iba también a hacer lo mismo, a darse un baño.

Ahí fue cuando decidí probar suerte, lanzarme, e intentar iniciar una conversación con el hombre, a ver si sonaba la flauta.

Le entré, sonriendo, y con una excusa tonta, aludiendo al tiempo y a que hacía un buen día de playa y que estábamos casi solos, al ser día de entre semana.

El hombre me respondió, algo cortado, aunque sorprendido al verme, que sí, que era un día perfecto para ir a la playa, disfrutar del nudismo y del agua.

Poco a poco, empezamos a conversar, me dijo que se llamaba Alfonso, que era de Madrid, pero que había ido a Marbella porque era abogado penalista, y se dedicaba a defender a grandes narcos, pues, desde que era pequeño, el mundo del Derecho le fascinaba y, con todo el tema de la Costa del Sol y Cádiz, donde hay muchos narcos, pues había visto una mina de oro, en la que ejercer su profesión, además, en un paraíso a nivel de clima.

Le pregunté si era fumador, pues es algo que me disgusta mucho en un hombre, y me dijo que no, además, su padre había muerto a causa del tabaco, de un infarto, por lo que el tabaco no estaba ya presente en su vida. El hecho de que Alfonso no fuera fumador, ni quisiera saber nada del

tabco

, me gustó mucho.

Aunque, al principio, el tema del narcotráfico me pareció un poco peligroso, decidí que era mejor seguir conociendo a Alfonso, pues estaba segura de que tenía mucho que ofrecerme, y no sólo por el tamaño de su polla y el hecho de poder sentirla dentro si me follaba, o probar su sabor, al chupársela...

De todas formas, le pregunté a Alfonso, en qué consistía su trabajo, y me dijo que se limitaba al asesoramiento legal, asistencia si alguno era detenido, creación de empresas y su gestión... nada ilegal ni nada en lo que la droga estuviera de forma directa.

Según me estuvo explicando Alfonso, el cliente tiene derecho a la mejor defensa posible, por muy grave que pueda ser el delito cometido, por lo que su deber moral era procurarles a los narcos esa defensa. (Ahí noté que Alfonso, pese a todo, se regía mucho por el deber moral, y eso me gustaba)

Y, por supuesto, él no la consumía, pues su madre había fallecido muy joven, debido a problemas con el consumo de sustancias.

Me contó que su vida no había sido sencilla, pues, a pesar de tener sólo 30 años, ya había perdido a sus padres, y, como era hijo único, pues se sentía un poco solo.

No tenía ninguna pareja, pues buscaba a alguien muy especial, una mujer que fuera diferente a las demás, y dispuesta a mejorar su vida; además, me contó que, debido a las malas experiencias de su familia y de algún amigo, posiblemente se quedaría soltero para siempre, si no encontraba esa mujer especial que le devolviera la sonrisa que algún día tuvo.

Físicamente, es bastante atractivo, aunque me llamó la atención que no sonreía demasiado, y tenía un cierto halo de tristeza en su mirada, como si hubiera sufrido mucho, a pesar de tener sólo 30 años.

Alfonso se alegró mucho cuando le dije que me dedicaba a ser cirujana plástica, pues me dijo que tenía algo que proponerme, ya que, uno de los narcos a los que defendía, estaba buscando un cirujano que le pudiese hacer operaciones, algo, digamos, especiales.

Me dijo que no me podía dar muchos más detalles, porque él mismo tampoco sabía muy bien de qué se trataba, pues, el narco sólo le había pedido que le intentara buscar a alguien que hiciera operaciones de estética.

En el agua, mi excitación siguió, pues yo veía que Alfonso cada vez me ponía más cachonda, miraba de refilón a su polla, yo creo que Alfonso se dio cuenta de ello, aunque noté que él miraba mis tetas, y, al parecer, le gustaba lo que veía, pues, su polla empezaba a crecer aún más de tamaño y a ponerse dura.

Poco a poco, noté cómo Alfonso se iba acercando un poco más a mí, me lanzó algo de agua de mar en la espalda, por sorpresa, haciendo una gracia, y, en una de esas, nuestras miradas se cruzaron, y nos dimos un beso en la boca.

Empezamos a besarnos con más ganas y con más pasión, yo me empezaba a notar con ganas de follar allí mismo, en el agua, y a la vista de todos, sin que me importara nada que la gente me viera follando en medio de la playa.

Tampoco tenía problema en que me follase Alfonso sin protección, eso es algo de lo que ya me preocuparía después.

Sin embargo, Alfonso me dijo que, antes de follar, algo que prefería hacer en la intimidad, le gustaría más que le hiciera una felación, para ver qué tal la chupaba, pero que mejor saliéramos ya del agua, y fuéramos a la toalla, para que me la pudiera chupar con más comodidad.

Yo ya había hecho alguna felación anteriormente, aunque no a pollas de tanto tamaño, sin embargo, accedí con ganas, al menos, a probar, a ver si era capaz de hacerlo.

Al llegar a la toalla, Alfonso agarró una suya, negra, que tenía por ahí, y comenzó a secarme, algo que me puso aún más cachonda, y empecé a notar que Alfonso era un caballero, algo que me gusta también en un hombre, a pesar de que pueda ser, para algunas, algo pasado de moda.

Una vez que ya estaba seca del agua, aunque a punto de reventar por dentro de la excitación que llevaba, empecé a tocar la polla de Alfonso.

Aunque, previamente, le pedí que me volviera a echar crema por el cuerpo, para no quemarme; Alfonso se mostró encantado de ayudarme con la crema, considerando que su premio, por ayudarme a no quemarme, iba a ser que yo se la chupara.

Le dije a Alfonso que me esperase un momento y fui a donde estaban mi toalla y mis cosas y agarré mi bote de crema para el sol.

Puso crema en mis tetas, y, al llegar a mi coño, antes de echarme la crema, me dijo si podía probar a meter uno de sus dedos en mi coño, yo le dije que sí, y, cuando lo hizo, se me escapó un pequeño gemido de placer.

Después de la crema, llegó el momento de la felación.

Primero le empecé haciendo una paja, hasta que su enorme polla estaba ya lo suficientemente activa, digamos, como para empezar a metérmela en la boca y poder así, probar su sabor.

Estuve un buen rato chupando, no puedo calcular cuánto, pues no llevaba reloj, al estar en la playa, me lo había dejado en mi bolsa con el resto de mis cosas.

Al final, logré que Alfonso se corriera, debido a la excitación, le pedí que no me avisara cuando fuera a correrse, para que lo pudiera hacer en mi boca, y, así poder tragarme su semen.

Cuando se corrió, en mi boca, hice lo que tenía en mente, lo saboreé primero y, después, me lo tragué entero.

Al acabar la felación, Alfonso miró el reloj y me dijo que, como ya era la hora del aperitivo, sería una buena ocasión para ir a algún chiringuito a tomar una cerveza y, de paso, hablar un poco sobre todo el tema del narco y demás, aparte de para conocernos bien.

Así es que me vestí de nuevo, me puse todo el bikini y la camiseta que ya traía de casa, y Alfonso se puso un bañador de hombre, me llamó la atención que era negro y brillante, como de látex o de cuero, no pude distinguirlo muy bien, y se puso también una camiseta, que era negra, como la mía.

En el chiringuito y la comida con Alfonso

Fuimos los dos al primer chiringuito que encontramos y pedimos dos cervezas. Estuvimos cerca de hora y media hablando, yo le conté un poco cómo era mi vida, y Alfonso me contó la suya, al parecer, era drama tras drama, yo me quedé muy sorprendida de que aún siguiera vivo y no hubiera preferido irse por la puerta falsa, después de todo lo malo que le había pasado.

Después de las cervezas, llegó la hora de comer, y, cómo no tenía plan para comer con nadie, además, tenía ganas de ver hasta dónde podría llegar la historia con Alfonso, si había la opción de que, en algún momento, aceptara follarme, pues acepté su invitación para comer, sin pensármelo demasiado.

La comida consistió en un arroz de esos de chiringuito, que no estaba mal, regado con una copa de vino blanco de pésima calidad, que parecía de cartón. Compartimos una ración de mejillones, mientras esperábamos al arroz, y, de postre, chocolate, el plato favorito y una de las grandes pasiones de Alfonso.

Durante toda la comida, las miradas entre los dos, fueron constantes, y yo notaba que mi coño se humedecía cuando Alfonso me hablaba de alguna guarrada que le gustaría hacer cuando encontrar a esa mujer especial que llevaba mucho tiempo buscando.

Al acabar la comida, yo seguía teniendo el resto de la tarde libre, y Alfonso me dijo que él también estaba, en principio, libre, aunque, al llegar a casa, tendría que hacer algunas llamadas que tenía pendientes.

Me dijo Alfonso que, si quería follar, no habría ningún problema, siempre que yo aceptara acompañarle a su casa, y que allí, veríamos lo que pasaba.

Fuimos cada uno a nuestro coche, pues Alfonso también había traído el suyo, pues, obviamente, no se esperaba el hecho de tener un día de suerte y haber dado conmigo. Previamente, me dio su dirección y también su

de móvil, y me dijo que le siguiera con el coche, aunque, si se perdía, con los datos que le había dado y el GPS del móvil me encontraría con facilidad.

No tardamos mucho en llegar a la casa de Alfonso, al seguirle, no hubo problemas y no me perdí.

En la casa de Alfonso, por primera vez

Vi que era una casa enorme, con piscina y todo. Aparqué mi coche fuera y Alfonso metió el suyo en el garaje, en el que, al abrirse, vi que había algún coche más ya aparcado.

Entramos en la casa, Alfonso me tomó de la mano, como el caballero que es, y lo que vi, me gustó mucho, pues la casa, aparte de estar muy bien decorada, tenía muchas cosas que me llamaban la atención, en especial que sólo tenía sofás y sillones de piel y de color negro; en realidad, el negro era el color predominante en casi toda la casa.

Alfonso me indicó donde estaba la ducha, en el baño que estaba

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con su dormitorio, y me dijo que me duchara, por si tenía restos de arena de la playa, que, mientras, él tenía cosas que hacer, las llamadas de las que me habló antes, pero que, al acabar, se uniría él a la ducha.

Yo me empecé a duchar, y, debido a la excitación que llevaba y a las ganas que tenía de sentir la polla de Alfonso dentro de mí, me empecé también a masturbar con fuerza.

He de reconocer en este punto que, masturbarme, era algo que cada vez tenía que hacer con más frecuencia, debido a la falta de pareja que me pudiera follar adecuadamente.

Minutos después, entró Alfonso, iba desnudo, otra vez, y con su polla colgando, pero ya con ganas de jugar.

Se metió conmigo en la ducha, que es amplia y caben 4 personas perfectamente, aunque he de decir que la hemos probado, como máximo, con 3, (pero, eso ya es parte de esta historia, que contaré en siguientes capítulos)

Alfonso me empezó a besar, primero en el cuello, y, después, siguió por todo mi cuerpo, unido a caricias y toqueteos, que me hizo ponerme más y más caliente, y mi coño empezaba ya a chorrear, demandando que su polla llegara y se metiera dentro.

Poco a poco, fui empezando a notar como la polla de Alfonso empezaba a meterse dentro de mi húmedo coño, las embestidas iban, cada vez, a más, hasta que ya no pude soportarlo más y me corrí, gritando de placer.

Alfonso también se corrió, aunque, antes de hacerlo, se sacó la polla, para correrse en mis tetas y mi cuerpo.

Al acabar el primer polvo con Alfonso, cerramos el grifo del agua y, de nuevo, al salir de la ducha, Alfonso agarró una de las toallas del baño, y se dispuso a secarme, con la misma delicadeza de antes en la playa, algo que disfruté mucho, y que volvió a humedecer levemente mi coño.

Fuimos a su dormitorio, una vez que yo me ofrecí también a secar a Alfonso, algo que me dejó hacer, aunque un poco a regañadientes, pues me dijo que no estaba demasiado acostumbrado a ser secado por una mujer. (Algo que noté desde el principio, supongo que, debido a los problemas de relación con su madre, es que a Alfonso le costaba bastante el contacto con mujeres y sentirse bien con ellas)

En el dormitorio, nos sentamos, los dos aún desnudos por completo, y Alfonso me dijo que quería hablarme de algo importante.

Me dijo que ya había hablado por teléfono, mientras yo me duchaba, con uno de los narcos a los que ayudaba en los problemas legales, y le había dicho que ya había encontrado una cirujana para lo que quisiera hacer; el narco le había dicho que quería conocerla, es decir, que me quería conocer a mí, y que nos había citado, al día siguiente, en su casa de La

Zagaleta

(Una de las mejores zonas de Marbella)

También me dijo que me llegaría un paquete con toda la ropa que me tendría que poner para ir a la cita con el narco, y me pidió que me la pusiera, aunque no fuera del todo mi estilo y/o tuviera prejuicios éticos.

Algo importante, era que tendría que llevar también a la cita una bolsa con material médico, que pudiera dejar en la casa del narco, por si ocurría alguna urgencia estando allí.

Me dijo que me avisaría cuando supiera a qué peluquería tenía que ir, al día siguiente, por la mañana, para estar aún más radiante para la cita de la noche.

También me dijo que no sabía en qué consistía la ropa, por lo que no podía expresar su opinión, pero el narco era el jefe, y hay que obedecer.

Después de eso, bajamos al salón de la casa, estuvimos pasando la tarde, entre caricias, algunas cosquillas, besos, en fin, una tarde de pasión...

Fue también en ese momento, en esa tarde de pasión, cuando Alfonso me comió, por primera vez, el coño, fue una sensación muy agradable, y me dijo que me lo había ganado, como premio a la felación que me había atrevido a hacerle en la playa.

Me excitó esto último, pues, al parecer, el sistema de hacer algo bien y recibir una recompensa o viceversa, (Aunque hay pocos castigos por su parte, pues, como ya he dicho antes, tengo buen carácter y no hago que Alfonso se enfade conmigo ni me gusta enfadarme con él) es algo que a Alfonso le gusta bastante...

También recibí, a lo largo de la tarde, la llamada de mi hermana pequeña, a la que le dije que estaba disfrutando, no le di demasiados detalles, pero que nos veríamos en casa, por la noche.

Por la noche, para la cena, pedimos algo de comida a domicilio, aunque no mucha cantidad, porque ya habíamos comido bien.

Cuando llegó la repartidora, yo estaba desnuda, pues durante toda la tarde, los dos nos habíamos quedado así, al recibir la comida, Alfonso me pidió que abriera la puerta y recibiera el pedido, pues, en ese momento, estaba hablando por el móvil por un asunto de trabajo, la cara de la repartidora era todo un poema, aunque noté cierta excitación por su parte, al verme desnuda.

Yo ni siquiera me tomé la molestia de taparme, aunque fuera, con la camiseta, pues era urgente atender a la repartidora y,

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andar buscando la camiseta, me quedé mejor desnuda, sin ningún pudor.

Después de saborear la cena, yo ya me tenía que ir a mi casa, pues, aunque había tenido el día libre, al día siguiente, tenía turno de tarde en el hospital, le dije a Alfonso que era de unas 8 horas, entraba en torno a las 10 y acabaría a las 18, con el tiempo suficiente para ir a casa, cambiarme con la ropa que me mandaran, e ir a la cita con el narco.

Alfonso me dijo que la ropa se la mandarían a él, a su casa, por lo que, a las 18:30, en cuanto que mi turno se acabara, quería verme en su casa, para ayudarme a cambiarme, ir a la cita con el narco, y, quien sabe, si algo más...

Me dijo también, antes de despedirnos con un largo beso en los labios, que la cita en la peluquería, era para las 08:30 del día siguiente, para que tuviera tiempo a llegar al hospital y cumplir con mi turno.

En ese momento, Alfonso me dio la ubicación de la peluquería y me dijo que me habían reservado la hora para que no hubiera nadie más.

Finalmente, pasé de nuevo al dormitorio de Alfonso, que me ayudó a ponerme el bikini, aprovechó para meterme mano y excitarme, estuve cerca de volver a caer en la tentación, pero, la hora que era, y el hecho de que ya tenía que volver a casa, me disuadieron de probar cosas, me dije que ya habría tiempo de seguir disfrutando del sexo, y para probar cosas nuevas.

Al acabar de vestirme, agarré el bolso con mis cosas, agarré también mi coche y me fui en dirección a mi casa. La despedida con Alfonso, en ese día, fue con un apasionado beso en la boca.

Lo que pasó en la peluquería, y más cosas importantes y muy calientes, las contaré en el siguiente capítulo de esta serie de relatos.

El autor acepta comentarios y sugerencias sobre los diferentes relatos, así como emails y conversaciones.

Próximamente iré escribiendo más partes de éste y otros relatos.