Nieves, Claudia y Lorena. En la peluquería

Nieves va con Claudia, una amiga nueva, a la peluquería de Lorena. Recomiendo leer antes la primera parte del relato, en Hetero:General, en la que Nieves conoce a Alfonso, un abogado penalista de narcos.

Esta es la segunda parte del relato en el que Nieves cuenta, en primera persona, el cambio de vida que empezó a experimentar el día que fue, por primera vez, a una playa nudista de la Costa del Sol, y conoció allí a Alfonso, un abogado penalista que defiende a narcos.

La primera parte del relato, se encuentra en la sección de Hetero: general en esta web. En esta segunda parte, Nieves va a narrar su primera relación lésbica, es por ello que lo voy a intentar publicar en la sección de lésbicos de la web. Es, por tanto, recomendable leer primero esa primera parte, para poder entender la segunda parte.

Sin más, Nieves empieza a narrar, en primera persona, lo que le pasó al llegar a su casa, tras un día intenso con Alfonso, el abogado.

Volviendo a casa (Sigue Nieves narrando)

Tras despedirme de Alfonso, y antes de volver a casa, pasé por una tienda de esas que abren las 24 horas y compré dos cosas para el desayuno del día siguiente, por indicación de Alfonso, ya que me había dicho que iba a ser, el día siguiente, un día muy largo y muy intenso, y tenía que estar bien fuerte y preparada desde el primer momento del día.

Compré una bebida energética, de lata grande, y un

blister

de jamón serrano, con el que Alfonso me dijo que me preparase un buen bocadillo y me lo tomara como desayuno, al levantarme por la mañana, al día siguiente.

Hice la pequeña compra para el desayuno, y llegué a mi casa, aparqué el coche en el garaje, sin saber que, por buenos motivos que explicaré en próximos capítulos, iba a ser una de las últimas veces que condujera ese coche.

Eran las 23:30 cuando llegué, vivo en torno a 20 minutos en coche de Alfonso, pero parar a hacer la compra me entretuvo 10 minutos más.

Pasé por la cocina, a dejar en el frigorífico la bebida y el jamón para el día siguiente, y ahí estaba Maje, mi hermana pequeña, tomando un poco de helado.

Bisturí, el perro de la familia, de raza

golden

retriever

, estaba con ella, y aproveché para acariciarlo.

Os describo brevemente a Maje, antes de continuar, para que sepáis cómo es físicamente.

Es algo más bajita que yo, tiene un año menos que yo, 28, es neurocirujana, lleva el pelo rapado al 0 o al 1, es morena, como yo, cuando tiene algo de pelo, por solidaridad con los pacientes, pues, en muchas ocasiones, tienen que ser rapados para poder ser operados, es, al igual que yo, muy simpática y agradable y con buen carácter, y también tiene su cuerpo natural, con tetas de tamaño medio.

Aprovecho para comentar que en la casa de mis padres ya sólo vivimos los 4, mis padres, Maje y yo, pues los hermanos mayores ya hacen su vida independiente. Mis padres estaban en ese momento en el salón viendo la tv.

Cómo os decía, Maje estaba en la cocina, tomando un poco de helado, me preguntó, al verme, si quería yo también un poco de helado, a lo que asentí, me puso un poco de helado en un bol, mientras yo

guardaba

mi desayuno del día siguiente en el frigorífico, y fuimos las dos a nuestro despacho, porque le dije a Maje que quería hablar con ella de algo, le iba a contar lo que me había pasado hoy con Alfonso.

Antes de ir a nuestro despacho, para hablar con Maje, pasé por el salón y les dije a mis padres que, ese fin de semana, pues, cuando sucedió todo esto, era jueves, no iba a estar, en principio, pues me inventé la excusa de un trabajo que me había surgido, y, al menos, la noche del viernes al sábado, no la iba a poder pasar en casa.

También les dije que no se preocuparan, si, en los próximos días, veían cosas extrañas en mi normal comportamiento, pues no sabía lo que me iba a pasar o si iba a sufrir alguna transformación física importante...

Cómo veremos más adelante, en próximos capítulos, la pasé en casa de Alfonso, y con una invitada muy especial...

Estuvimos casi una hora hablando, en el despacho, que, antes había sido nuestra sala de juegos, y, posteriormente, de estudio, cuando estábamos en el colegio y en la carrera. Ahora es el despacho y sala de ordenadores. Le conté a Maje lo que había pasado con Alfonso, (y que se puede ver en el primer capítulo de este relato) y Maje me miró, flipando, pero noté que bastante excitada, sobre todo cuando le conté los detalles sexuales, y todo lo que había disfrutado.

En ese momento, ninguna de las dos sospechamos que, ese era sólo el inicio de un cambio de vida, en el que estaba empezando a dejar mi tranquila vida atrás, para convertirme en alguien que jamás pensé que iba a ser.

Cuando acabamos la conversación, era ya casi la 1 del viernes, y a las 7 me tenía que despertar, porque Alfonso me dijo que, a las 8:15 iban a pasar a recogerme para llevarme a la peluquería, ese día iba a ir sin coche, porque me dijo Alfonso que iban a ponerme a alguien para que me llevara a todos los sitios que tuviera que ir ese día.

Me fui a dormir, aunque me costó bastante, en parte, de lo que más ganas tenía, era de masturbarme, pues seguía muy caliente, excitada y húmeda, por lo que había vivido.

Al llegar a mi habitación, me desnudé por completo, me metí en la cama, y me masturbé con fuerza. Estuve un buen rato dando vueltas en la cama, creo que me dormí en torno a las 3 de la mañana.

Al día siguiente. Viernes

El despertador del móvil sonó a las 7 de la mañana, me desperté, con cara de resaca por lo que había pasado el día anterior y por lo poco que había podido dormir.

Me puse lo primero que encontré por la habitación, para taparme un poco, pues no sabía si iba a haber alguien en casa, y bajé a desayunar. Miré el móvil personal (Hasta ese momento, tenía 2, uno el personal, y otro, para cosas del hospital), y

había

dos mensajes.

  • El primero de los mensajes, era de Alfonso, en el que me daba los buenos días, y me pedía que, pasara lo que pasara el día de hoy, no dudara y aceptara todo, sin rechistar.
  • El segundo, era de Claudia, la mujer que iba a ser mi chofer y mi sombra, durante el día de hoy, en el que me decía que me esperaba cerca de mi casa, con el coche, para ir a la peluquería.

Bajé a desayunar, busqué en el frigorífico mi desayuno, saqué dos rebanadas de pan de molde, las tosté, y me preparé un

sandwich

con el jamón. Abrí la bebida energética, la serví en un vaso grande, y me puse a desayunar.

Mientras desayunaba, puse la tv de la cocina, pues me gusta desayunar viendo noticias, algo que, según descubrí más tarde, a Alfonso también le gusta.

Mi excitación estaba aún muy potente, y más, al ver a Claudia, en foto, pues también me había mandado una foto suya, para que pudiera reconocerla al verla, y, hay que reconocer, que estaba buena, a pesar de que, hasta ese momento, nunca había pensado en tener sexo con una mujer.

Después de desayunar, subí a mi habitación y me preparé para ducharme, tenía el tiempo justo, pues el sitio dónde Claudia me iba a recoger, está a 10 minutos andando de mi casa.

Me di una ducha, en la que, nuevamente, y debido a la excitación, me volví a masturbar, mi coño empezaba ya a notar los efectos de tanta actividad en tan poco tiempo.

Al acabar la ducha, me vestí tal y cómo Alfonso me había pedido la tarde antes, negro, fácil de quitar y con botas.

Me puse un top y un pantalón corto de deporte, y unas botas negras, tipo militares, agarré el bolso con mis cosas, y me fui a buscar a Claudia para ir a la peluquería.

No me puse ninguna prenda de abrigo, a pesar de que la mañana había amanecido algo fría, pese a ser Marbella.

No llevaba sujetador, y, de ropa interior, me puse un tanga, también negro.

Con Claudia, en el coche

Llegué con el tiempo justo, Claudia me estaba esperando ya con el coche, un Hyundai

Ioniq

que, por la placa azul, era de VTC.

Ver a Claudia en persona, me impresionó, pues era aún mejor que en la foto.

Claudia mide en torno a 175cm, pelo corto rubio, cuerpo de gimnasio, pues es boxeadora, varios tatuajes por todo su cuerpo.

Llevaba casi lo mismo que yo, aunque sus botas eran altas y la ropa no era tan deportiva.

Me dijo que me montara delante con ella, y arrancó, en dirección a la peluquería.

Lo primero que me explicó Claudia, es que tenía como misión, cuidar de mí en el día de hoy, por lo menos, que iba a ser mi chofer, pero también mi sombra, pues me acompañaría, primero a la peluquería, de ahí, al hospital, quedaría conmigo para comer, y, al acabar el turno en el hospital, me llevaría a la casa de Alfonso, para que me vistiera para la cita con el narco de la noche.

Me estuvo hablando también un poco de ella, en el trayecto a la peluquería, que duró unos 10 minutos, para hacer las cosas algo más sencillas, me dijo que era lesbiana, pero femenina, que le gustaba boxear y hacer escalada, y que, aparte del gimnasio, donde pasaba mucho tiempo, era una de las conductoras del narco al que iba a conocer esa noche.

Llegamos a un parking, a unos 250 metros de donde estaba la peluquería de Lorena, la peluquera que me iba a atender, y a algo más, que ahora os contaré...

Aparcamos en el parking y fuimos hasta la peluquería, caminando, momento que aproveché para ver a Claudia por completo, y empecé a notar que mi coño volvía a humedecerse, situación que nunca me había pasado con una mujer.

**En la

peluquería

de Lorena**

Llegamos a la peluquería, justo a tiempo, y Lorena ya nos estaba esperando.

Ver a Lorena me puso aún más cachonda y caliente, pues estaba aún mejor de físico que Claudia.

Rubia, algo más bajita que Claudia, muy tatuada, rastas en el pelo, pecas en la nariz... iba vestida muy provocativa, con unos shorts de cuero, y un top bastante escotado, que dejaba casi ver sus tetas enormes y naturales.

Lorena y Claudia se saludaron besándose en la boca y, después, Lorena me dijo que pasara a un gabinete, que quería hablar conmigo antes de hacerme nada.

En el gabinete, Lorena me dijo que me sentara en uno de los sillones de cuero negro que había, y ella se sentó enfrente de mí, en otro de los sillones.

Me dijo que tenía órdenes de tener que hacerme un pequeño cambio de look, pero que tendría que ser, conmigo completamente desnuda, y con los ojos vendados, para que no pudiera ver nada de lo que pasaba, hasta que estuviera acabado.

Sólo me dijo que no iba a ser nada radical, por el momento, y que la experiencia me iba a gustar. Si quería irme, era libre de hacerlo, pero ya no podría volver, ni tampoco irme a mitad del cambio de look, pasara lo que pasara.

Eso sí, Lorena me amenazó con avisar a Claudia, que se quedó cerca de la puerta, si me resistía o me negaba a hacer algo.

Yo acepté sin dudarlo, y me empecé a desnudar. Dos fueron los motivos que me llevaron a aceptar, por un lado, la indicación de Alfonso de que aceptara lo que me pasara hoy, fuera lo que fuese, y, por otro lado, tenía curiosidad y excitación, por saber lo que podría pasar y hasta donde era yo capaz de llegar.

Una vez ya completamente desnuda y descalza, Lorena sacó un paquete con parches para tapar los ojos, que yo ya conocía por mi trabajo en el hospital, y que, en varias ocasiones había usado, tanto como para tapar ojos de pacientes, como en mí misma en alguna ocasión, por probar la sensación.

Sacó dos parches del paquete, y, también un antifaz negro, y me puso primero un parche en el ojo derecho, sin darme casi tiempo a reaccionar, puso el otro parche, en el ojo izquierdo, y, después, noté como me ponía el antifaz.

Yo me empecé a relajar, aunque notaba mi coño con ganas de jugar, empecé a notar, primero, como las tijeras cortaban un poco mi pelo, y cómo las manos de Lorena trabajaban en él, lo que, más tarde, y, al recuperar la visión, me di cuenta de que era el peinado que Lorena me hizo.

Minutos después, Lorena me dijo, al oído, que el pelo ya estaba, pero que ahora tocaba el extra, y, tras decir eso, y pedirme que no me quitara el vendaje de los ojos, noté como ponía lo que parecía crema de afeitar, en mi coño, y sentí una cuchilla que iba, poco a poco, depilando la zona.

Según me iba explicando Lorena, se dio cuenta de que me había intentado yo depilar la zona, pero no había quedado bien del todo para su gusto.

Al acabar con el afeitado de mi coño, empecé a notar unos dedos de mujer, de nuevo, en mi coño, que, aunque ya estaba húmedo, en ningún momento rechazó la entrada de esos dedos, pese a ser de mujer.

Solté un gemido de placer, e, inmediatamente, noté la voz de Lorena, que me dijo que, si seguía gritando, iba a tener que avisar a Claudia para que viniera a amordazarme.

Yo seguía notando los dedos de Lorena, en mi coño, hasta que los sacó, pero, segundos después, lo que noté fue la lengua, de Lorena, en mi coño, haciéndome sexo oral.

Estuvo comiendo mi coño hasta que no pude más y me corrí, no sé

cuánto

aguanté, pues no lo podía ver, pero fue una primera experiencia que me gustó.

Al acabar de correrme, Lorena me tomó de la mano y me dijo que me iba a acompañar al baño, para que me aseara un poco el coño y los genitales, porque después de correrme estaban con necesidad de ser limpiados.

En el baño, notaba que Lorena me estaba limpiando, notaba el grifo de la ducha, y sus manos, acariciando la zona, algo que me volvió a excitar.

Finalmente, fuimos de nuevo al gabinete, y Lorena me dijo que ya estaba, que me iba a empezar a quitar el vendaje, pero que me iba a dejar el parche del ojo derecho, que no me lo quitara hasta llegar al hospital, y que Claudia me iba a llevar en el coche al hospital, para que no tuviera que conducir con el ojo tapado.

Lorena me empezó a quitar el vendaje, y lo que vi que había hecho en mi pelo, me gustó, me lo había cortado un poco, pero me lo había dejado con 2 trenzas, parecía una boxeadora, pero me quedaba genial.

Me vestí como pude, pues me costó un poco, debido al parche, nos despedimos, Claudia y yo, de Lorena, con sendos besos en la boca, y fuimos las dos, en dirección al parking, donde estaba el coche de Claudia, para ir al hospital, pues apenas faltaba media hora para comenzar mi turno.

En principio, no pensé que fuera a volver a ver a Lorena, pero, como en próximos capítulos os iré contando, las visitas a su peluquería, se fueron haciendo regulares.

Habíamos estado con Lorena, en la peluquería, apenas una hora, pero había sido muy intensa, fue la primera vez que había estado con una mujer, y, a pesar de que no lo había podido ver, la experiencia me había gustado tanto, que, al salir de la peluquería, tenía ganas de más sexo, fuera con quien fuese, pero estaba muy caliente.

Lo que pasó ese día en el hospital, lo contaré en el siguiente capítulo de este relato.

El autor acepta comentarios, emails sobre los diversos relatos que publico en la web.