Nidea - Elena - Te va a gustar -

¿Porque a ti no te puede pasar?, creo q te va a gustar.Que no pierda la intriga si te lo cuento.

EL NIDEA.

Elena

Ella se llamaba Elena, estaba hermosa, llevaba un camisón de seda que se deslizaba por sus despampanantes caderas hasta llegar a medio muslo. Tenia el cabello negro intenso, y unos ojos verdes impresionantes, su boca era sensual y provocativa. Luego del lavado se acerco al espejo, se contemplo tocándose su cuerpo y terminando en un suspiro.

Se sentó en la cama, volteó la cabeza y miro a su anciano marido que dormía profundamente allí, sin que nada ni nadie lo molestara. Ella se sentía deprimida y harta, estaba cansada de aquella situación, era joven necesitaba ser amada, gozar de la vida, cambiar esa monótona y aburrida vida a la que la había llevado su marido, que le ofrecía las comodidades que siempre quiso, ahora lo odiaba y se arrepentía de la razón que la condujo a ese matrimonio.

Era ya medianoche, se levanto y bajo las escaleras dirigiéndose a la cocina. Estaba impaciente, se sirvió un vaso de agua, se acerco a la venta y luego se sentó en la sala. No paso mucho tiempo, escucho un auto aparcar frente a la casa; era él, ella lo sabia. Se paro detrás de la puerta principal, espero un rato y luego abrió la puerta.

Allí entró él, vestía una camisa blanca y un jean azul, era de contextura atlética, con un rostro muy varonil y una mirada penetrante. Ella lo miró con alegría, -te estaba esperando- dijo Elena. Se colgó de su cuello y mientras lo besaba apasionadamente lo condujo hacia el interior. Las manos de ella se metieron defrente en el interior del jean de él en busca de su miembro, que empezaba a endurecer. Él la cogió de la cintura y la sentó en el sofá, la besaba.. - me moría por verte Elena, te necesito, me vuelves loco-... empezó por el cuello, subía y mordía suavemente sus orejas, luego bajaba hasta sus hombros, deslizo lentamente los tirantes de su camisón, dejándolos caer hasta sus caderas y dejando al descubierto sus senos, hermosos, que se habían empezado a endurar lentamente y que la hacían suspirar y sentir a ella cuando los besaba.

La despojo completamente del camisón, y la atrajo hacia él en la alfombra, la besaba, mientras ella soltaba gemidos de placer, de los senos empezó a bajar con sus besos hasta llegar a su , donde la sentía humedecerse cada vez más – hazlo ya, quiero sentirlo dentro de mí- dijo Elena, ella le desabotonaba la camisa y le abría el jean, que mostraba a un animal queriendo salir; él la ayudaba en la tarea.

La recostó en el suelo, le abrió sus piernas, y empezó con sus embestidas, primero suavemente y luego con un poco mas de violencia; Elena se mostraba excitadísima, intentaba contener sus gemidos de placer por temor a despertar a su marido, los hacia suaves pero desgarradores, él continuaba con las embestidas, cada vez mas fuete, ella al acercarse a su oído decía – mas..., eso, no pares; Me vuelves loca – él sobre ella, -¡Buenisimo! - continuaron así hasta que coincidieron sus orgasmos, el de él uno largo, y los de ella tan incontenibles.

Se quedaron en el suelo un rato, mientras se contemplaban, no tardaron mucho en retomar la tarea, ella cogió su miembro y se lo metió en la boca completo, jugaba con su lengua, y se la chupaba de una forma maravillosa, él la miraba extasiado. No mucho paso, y ella se sentó sobre él, se acomodó y empezó a montarlo, ahora ella gozaba de todo ese miembro en toda su magnitud, y sí que lo hacia. Solo los iluminaba la luz de la calle que entraba por la ventana, y se oían solo unos suaves gemidos, no más fuertes que el choque provocado por sus cuerpos ni la lluvia que había afuera. El olor a sexo inundaba la sala, y el sudor de sus cuerpos resplandecía con la luz. Era excitante, él jugaba con los senos de ella y sus largos cabellos que los rozaban. Mientras ésta lo montaba, ella sí que gozaba – umm.... eres maravillosa – le decía él, poco después terminaron en otro orgasmo tan increíble como el primero, o quizás mejor.

El se sentó en el sofá mientras se volvía a vestir, -¿porque no te vienes conmigo?- le pregunto a ella, Elena estaba en silencio, luego asintió con la cabeza – espérame en tu auto - le dijo. Él la beso tiernamente en los labios y salió de la casa. Elena le cerró la puerta, se puso el camisón y fue a la cocina, se volvió a servir un vaso con agua. Unas lagrimas brotaban de sus ojos, abrió un gabinete de la cocina y saco algo de allí. Se dirigió al cuarto de su marido, lentamente entró en la habitación y se sentó a un costado de la cama.

Se quedo contemplando a su esposo un rato, una especie de remordimiento le llenaba los pensamientos, pero ya no la quería, sentía que estaba sufriendo con él. Se acerco a su marido y le dio un largo beso en la mejilla. Él abrió los ojos la miro y los volvió a cerrar, la sangre brotaba del cuello del anciano, ella solo lo contemplaba, se levanto y fue al baño. Allí se lavo las manos y se seco las lagrimas de los ojos. Volvió a la recamara, se puso un vestido blanco largo, de esos modernos, con un buen escote. Bajo las escaleras, fue a la cocina, lavo el cuchillo y lo guardo en el gabinete. Luego salió al encuentro de su amante.

Abrió la puerta del auto, estaba algo nerviosa, él la recibió con un suave beso en la boca, puso en marcha el auto y partió. Él la miraba de vez en cuando, esperaba que le dijera algo, ella solo miraba hacia el frente. Estuvieron así en silencio por el camino. Terminaron llegando a una calle desolada con descampados a los costados poco transitada, puso el carro a un lado del camino y lo apagó. - ¿Estas bien? – pregunto - ¿si quieres podemos regresar? , cuando dijo esto ella lo miro, - no, estoy bien... no te preocupes-, el se abalanzo suavemente sobre ella y empezó a besarla, ella empezó a corresponderle, las manos de él tocaban sobre el vestido los tiernos senos de ella, luego, llevo una mano a la derecha de ella, debajo el asiento para inclinar el mismo, empujo un poco el asiento de ella hacia atrás sin dejarla de besar.

Empezó a desnudarla mientras la besaba apasionadamente, su cuello, su boca sus senos, ella lo detuvo un momento, lo miro y le rompió bruscamente los botones de su camisa abalanzándose ahora ella sobre él. Se monto sobre él en el asiento, bajo solo un poco su jean para dejar al descubierto su miembro, que la volvía loca, se rompió su propio vestido quedándose completamente desnuda y empezó a montarlo, empezó a gemir esta vez con mucha fuerza, desgarradoramente, apasionadamente – umm...fuerte, vamos duro mi amor, te amo.. solamente tuya seré... – las lunas del carro empezaron a nublarse, el olor a sexo llenó el auto ambos ya no se detenían, se amaban uno al otro, jadeaban de placer,- duro con fuerza amor- cada vez con mas fuerza embestía él y ella alcanzando sus múltiples orgasmos, que largos, intensos, increíbles, sentía ya él liquido de él ya dentro de ella, caliente, incontenible en su - mas, no te detengas-, el placer era indescriptible. Ninguno se paraba ni dejaba al otro hacerlo, así estuvieron hasta que finalmente agotados se detuvieron casi en simultaneo, ella se recostó sobre él y se quedaron dormidos así.

Por la mañana él se despertó, miro a su alrededor y no estaba Elena, la puerta del copiloto estaba abierta y el vestido de ella totalmente roto en el auto. Se vistió, salió del auto miro los alrededores no había nadie. Volvió al auto, sonrió y partió.

Nidea.