Nico y Rufo: El once de octubre 3/3

Los proyectos se acumulan y nuestros amigos se sienten poco unidos en su intimidad ¡No quieren que cambien las cosas!

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NOTA: Lo que vas a leer forma parte de una saga larga. Te aconsejo leer antes Cómplices y los capítulos de Nico y Rufo del primero hasta ahora para poder entenderlo todo ¡Disfruta! Gracias.

Nico y Rufo:

El once de octubre 3/3

11 – Nueva amiga, nuevo cine

Advertí a tío Manolo y a mi hermano de que nos visitaría una chica llamada Clara que se presentaría de parte de don Raimundo, el cura. Esa chica, la contrataríamos como criada para cocinar y lavar y fregar. Creí conveniente que nos gustase a los tres, así que antes de contratarla, pensé en pedir sus opiniones.

Fue a casa esa misma tarde y a los tres nos pareció una chica educada; sólo faltaba saber si cocinaba bien y era limpia. Le hicimos un contrato de prueba por tres meses y, aunque sea adelantar algo de la historia, os diré que cocinaba como los ángeles y, cuando llegó y se instaló la lavadora, ¡los tres alucinamos! ¡La ropa estaba muy limpia, suave, con un olor muy delicado y muy bien planchada! ¡El suelo estaba más limpio que nunca!... y respetaba nuestra intimidad de forma envidiable. Los tres pensamos que Clara sería la mujer de la casa.

Los siguientes días fueron de mudanza. Tuvimos que contratar a 4 chicos (gays, por supuesto), para llevar el equipo entre todos a nuestra casa y terminar el cine montando y ajustando la calidad de la imagen y del sonido hasta extremos milimétricos. ¡Probamos todo y alucinamos!, así que pensamos que a la gente le iba a gustar mucho. Hice las encuestas y las imprimí con buena letra legible y Contratamos a dos chicos de refuerzo como acomodadores. El éxito del estreno del nuevo CINE PINTRES estaba asegurado.

Palomo había insonorizado el local como le dije. Puse el equipo a toda voz, nos salimos a la calle, cerramos la puerta y ¡no se oía nada! Para colmo, se le ocurrió poner un plinto de más de un metro de altura rodeando todo el interior de la sala. Era de un material plástico fácil de limpiar, por si a alguno le daba por correrse en la pared. De momento, instaló unas sillas más cómodas (también fáciles de limpiar) unidas en filas de 10 sillas y las quince filas las unió unas a otras haciendo un bloque para que no viésemos espectáculos (especta-culos) (F) .

Se acercaba el día del estreno y ya estaba todo listo para ver lo que pasaba. El antiguo cine de la plaza, lo cerramos hasta que se preparase como oficinas. Y siendo nosotros ya empresarios, decidimos contratar a una chica joven que hiciese de secretaria. Todo se iba moviendo poco a poco. Hasta que llegó el 11 de octubre.

Mi hermano y yo salimos con tiempo, sobre las 6 de la tarde. El frío había amainado y la nieve se estaba desapareciendo. El pueblo nos pareció tranquilo hasta que nos acercamos a la Calle del Bosque ¡No nos lo podíamos creer! La cola para entrar era ya muy larga. Pasamos por un lado y entramos en el cine. Medio metro se levantó muy contento a besarnos.

  • ¿Habéis visto? – nos dijo - ¡La gente se viene una hora antes para no quedarse sin sitio!

  • ¡Sí, ya veo! – le dije -; esperemos que no sea nada más que eso y no siga aumentando la cola.

Palomo estaba radiante, sonriente, orgulloso: ¡era su cine! El quinto pino estaba junto a él, más guapo que nunca, y los nuevos celadores les preguntaban algunas cosas.

  • ¡Deberíamos abrir antes! – nos dijo en voz baja - ¡La gente se lleva media hora consumiendo hasta que empieza la película! Ten en cuenta – prosiguió – que, aunque Krámpak, no es muy conocida, el tema os va que ni al pelo.

  • ¿Ah, sí? – preguntó Rufo ignorando cosas - ¿Qué tiene que ver esa película con nosotros?

  • ¡Jo, Rufo! – le dije a mi hermano - ¡Cómo se nota que no vas al cine desde hace mucho tiempo! Esa película es de 1999 y, por si no lo sabes, el protagonista se llama Nico y se enamora de Dani. Hay escenas de sexo de las más claras que existen entre dos jóvenes ¡Verás cómo te gusta! (V) .

  • Hmmm… - se asustó - ¿No tendrá nada que ver con nuestra historia, no?

  • ¡No, Rufo! – le dije con paciencia -; es otra historia, pero da la casualidad de que es entre dos chicos jóvenes y el protagonista se llama Nico. Como estaremos más tranquilos, no te la pierdas ¡Las escenas de sexo entre ellos son de puta madre!

  • ¿La habéis comprado? – dijo interesado - ¡Como me guste, quiero verla en casa contigo!

  • ¡Esta sí la hemos comprado! – le dije -; imaginé que te iba a gustar y está en DVD ¡Ya verás cómo se va a poner hoy la gente!

  • ¡Y nosotros! – dijo el quinto pino - ¡No la hemos visto!

  • Pues la veremos los seis en casa tranquilos – les dije - y podremos hacer lo que hace aquí la gente; que se ponen morados.

12 – Comienza la sesión

Como la película Krámpak es una de las más claras en el sexo gay entre dos jóvenes (sin llegar a ser porno), el cine se puso casi lleno. Afortunadamente, sobraron algunas sillas y la gente iba y venía a la barra a beber añico. Cuando comenzó la película, se oyeron aplausos y voces, pero cuando empezó «lo mejor»… ¡joder! ¡Vaya movimiento que había en la sala! ¡Menos mal que las sillas estaban bien ancladas al suelo!

Noté, en una de las escenas, que la mano de Rufo se posaba en mi polla erecta y dura como pocas veces ¡Lo dejé tocarme, abrazarme y besarme porque sabía que él se estaba identificando un poco con aquellos dos personajes! Acabamos los dos pajeándonos un poco escondidos, pero no pudimos dejar de apretarnos el uno contra el otro. Se oyeron algunas voces e insultos, pero los cuatro celadores lo resolvieron sin problema.

Cuando acabó la sesión, extrañamente, la gente siguió sentada en las sillas ¡Estaban rellenando las encuestas! Unos cuantos, iban muy contentos por el regalo del bolígrafo, pero no se dieron cuenta de que gastaron mucho más en añico, cacahuetes y condones. ¡Las cuatro máquinas que se instalaron casi en las cuatro esquinas de la sala, se agotaron!

  • ¡Afortunadamente, todo ha ido bien! – le dije al palomo -; prefería casi medio cine vacío que dejar a gente en la calle.

  • ¡Sí! – contestó indiferente -, pero espera a que se enteren en El Pueblo y ya hablaremos.

  • Antes – le dije susurrando -, veré lo que escriben en la encuesta ¡Nos dará nuevas ideas!

Los espectadores se levantaron luego y salieron sin tumulto, dejando los cuestionarios rellenos en la mesilla de medio metro. Les dije que ya podían irse a la plaza a tomar su copa mientras limpiábamos y aquello era una verdadera pocilga, pero los ingresos iban subiendo.

  • ¡Palomo! – me acerqué a él disimuladamente -; ya veremos lo que dicen las encuestas y haremos más planes. Tenemos dinero para pagar a los chicos que se necesitan aquí. Basta con enseñarles lo que tienen que hacer. Nosotros descansaríamos los días de proyección y daríamos puestos de trabajo ¡Búscate a dos celadores fuertes más, a uno para la entrada, un interesado (el que estaría pendiente de que no hubiese fallos) y uno que yo mismo enseñaré como técnico! ¡Todos gays!

  • Sin problema – me dijo -, pero después de ver esta película, me parece que quinto pino y yo nos vamos a casa a asearnos, a comer y a follar.

Recogimos bolsas y bolsas de basura, pero todo quedó listo para el viernes siguiente. Cerramos la puerta de nuestro nuevo cine y nos volvimos a mirar el cartel provisional (F) . Estábamos satisfechos de haber encontrado algo que hiciese felices a los demás. Ni a Rufo ni a mí nos importaba el dinero y, quinto pino y palomo comenzaban a sentirse igual. Fui a recoger a Rufo al quiosco; ya no hacía tanto frío, sino que comenzaba a llover. Rufo se había tomado unas copitas; se las merecía. Caminamos despacio hacia casa y, parándonos a la entrada de nuestra calle, miramos a la Calle del Bosque (F) . Todo estaba desierto y era ya de noche. Subimos despacio la calleja y entramos agotados en casa. Cenamos algo muy rico y Clara recogió todo ¡Jo, qué gustazo! Nos fuimos arriba a descansar, pero no podía acostarme ni follar con mi amor sin saber antes qué decían las encuestas.

Yo había creado una base de datos en mi portátil que me permitiera introducir los datos y sacar estadísticas. Nos sentamos ante la ventana, ya de noche, y nos pusimos a introducir datos ¡No había que hacer muchas estadísticas! Había cosas que la gente pedía casi por mayoría. ¡Sesiones toda la semana, una a las 7 y otra a las 11!

  • ¡Nico! – se asustó Rufo - ¡La gente quiere más sesiones! Hay que buscar a ese personal y contratarlo ¡ya!

  • Casi no hace falta leer mucho más – le dije sonriente -, ya sé que podríamos abrir el cine más días y hasta dos sesiones diarias ¡Con eso me quedo tranquilo, corazón! ¿Nos vamos a la cama?

Miramos al pueblo desde nuestra ventana abrazados y nos alegramos de no haber tenido que dejar aquel lugar y de cómo se empezaba a trabajar y todos tomábamos vida (F) . Pero corríamos un peligro: hacer de Pintres un lugar que ya no estuviese perdido entre los pinos.

La emoción dejó caer unas lágrimas por las mejillas de Rufo; brillantes, limpias, transparentes como él.

  • ¡Vamos, hermano! – le dije -; necesitamos acostarnos y hacernos felices antes de dormir.

Se levantó sonriente y comenzó a desnudarse. Le seguí. En poco tiempo estábamos echados en la cama, algo incorporados, y bebiendo unos tragos de una botella de añico. Aquellas novedades que empezaban a despertar, el licor y nuestro amor mutuo, nos hicieron apagar la luz y comenzar a querernos con la suave luz de la ventana y el murmullo de la lluvia.

13 – La tareas de los pintores

El domingo por la mañana, mi hermano estaba derrotado y lo dejé dormir plácidamente. Me preparé y desayuné. Tío Manolo me dijo que estaba muy contento, no sólo de nuestra labor, sino de tener algo que hacer por entretenerse y ayudarnos. Le dije que iba a bajar a ver al palomo para preparar algunas cosas y me puso una cara rara.

  • ¡Hijo, Nico! – me dijo -; comprendo que os ilusione tener tantos proyectos y hacer de Pintres un pueblecito digno ayudando a sus gentes… ¡pero deberías descansar un poco; aunque sólo fuese el domingo! ¡Hoy es el Día Nacional y de la Virgen del Pilar! ¡Es el día de la Guardia Civil!

Lo entendí, pero después de ver los resultados de la encuesta, necesitaba preparar algo urgente. Me abrigué, cogí el paraguas y me fui a casa del palomo y el quinto pino. Estaban desayunando algo muy apetitoso, pero yo ya había desayunado.

  • ¡Mira, palomo! – le dije -; desayunad tranquilos y descansad, pero vengo a contrataros para otra cosa. La encuesta ha sido un éxito, porque el nuevo cine ha sido un éxito. Lo más seguro es haya sesiones de martes a sábado y, cada día de esos, una a las 7 o otra a las 10. Probaremos, pero me gustaría que pusierais el cartel más visible. Podemos usar la calle: tenemos permiso. Y… ¿Qué os parece si pintamos la fachada de algún color llamativo?

  • ¡Jo! – exclamó quinto pino -; tengo en casa bastante pintura verde brillante. Podríamos usarla.

  • ¡Sí, cariño! – le dijo el palomo -, pero yo pondría toda la fachada de color rosa.

  • ¡Desde luego! – le dijo -, pero de momento, voy a casa a por las latas que hay allí estorbando. Voy a cambiar mañana el anuncio de sitio, para que sea visible desde la plaza y pintaré toda la pared que pueda con ese verde. Cuando lleve un tiempo, la pondremos toda rosa (F) .

  • ¡Yo me iré contigo! – le dijo el palomo besándolo -; tú sólo prepara el material. Nosotros estaremos aquí esperándote.

El quinto pino salió aprisa hacia su casa y el palomo, sin esperar ni un minuto, me habló con misterio.

  • ¡Sé que las cosas han salido muy bien, Nico! – me dijo -; hay proyectos nuevos y todo va sobre ruedas, pero

  • ¿Pero qué? – me asusté - ¿Pasa algo?

  • ¡Me gustaría celebrar esto contigo! – bajó la vista -; ¡Los dos solos! Dirás que soy un descarado, pero sé que el gustazo que le diste a mi hermano el otro día no era cosa de la casualidad. Sé que le hiciste algo especial

  • ¡No, palomo! – le dije sonriéndole - ¡Fue algo espacial! Si supiera que tu marido va a tardar en venir un poco, te invito a una paja de esas ¡Os debo mucho!

  • ¿Me hablas en serio o te estás quedando conmigo? – se puso muy serio -.

  • ¿Quieres comprobarlo?

  • Quinto pino tardará un buen rato – dijo -, tal vez una hora. Pero no me fío. Quisiera que esto quedase entre los dos.

  • ¡Bueno! – le dije indiferente -, para no tardar mucho, nos echaremos en la cama, nos bajaremos los pantalones y nos pajearemos. Si no sientes algo «espacial», me juego contigo lo que quieras.

  • ¡No, no, te creo! – dijo ilusionado - ¡Vamos arriba!

Subimos al dormitorio casi corriendo y, antes de que me diese cuenta, el palomo ya se había bajado los pantalones y su polla me apuntaba erecta como un cañón. Le hice un gesto para que se echase en la cama, me bajé los pantalones y me eché a su lado. Me cogió la polla al momento suspirando. Y yo se la cogí de aquella forma secreta que aprendí.

Empezó él primero a pajearme y dejé que mi cuerpo se pusiese caliente. Entonces comencé a besarlo furiosamente. Mientras me besara, no podría ver lo que le estaba haciendo. Sin previo aviso, comencé a mover la mano y sus ojos se abrieron espantados muy cerca de los míos, pero no podía decir nada porque mi boca tapaba la suya. «Hmmmm, hmmmm, ¡zogorrooooo!» Me agarró, incluso haciéndome daño, por todos lados. Seguí así bastante tiempo hasta que vi que no podía mantener sus brazos ni sus piernas quietas y me dio un rodillazo en los huevos. Aguanté el dolor, pero me separé de él y, cuando estaba boca arriba, lo hice correrse. Gritó como si lo estuviesen degollando y casi se asfixiaba de gusto.

El techo lo puso «decorado». Tendrían que pintarlo otra vez. Pero él me miró extrañado.

  • ¿Qué es lo que haces? – dijo asfixiándose - ¡Esto mata a cualquiera!

  • ¿Te ha gustado, guapo? – lo besé - ¡Esto está reservado sólo para mis verdaderos amigos! Ninguno debe decirle al otro que ha pasado esto, así que limpia el techo y arregla la cama o quinto pino va a hacer preguntas.

Aún jadeando, se limpió un poco, se puso la ropa y quitó todo rastro; pero el techo tenía las mismas marcas de su corrida.

  • ¡No pasa nada! – me dijo - ¡Es pintura plástica! Si la lavo antes de que se seque mi leche, no se notará.

  • ¡Pues date prisa! – le dije - ¡No me fío de que alguien venga y se queden esas marcas inconfundibles en el techo!

Se subió sobre el colchón con un paño húmedo y, según vi, los chorreones fueron desapareciendo. Bajamos corriendo y el palomo me miraba asustado pero con cara de placer. En cuanto nos sentamos, encendió la tele para que viera cómo les había quedado y, en ese justo momento, entró el quinto pino con su llave contando cosas.

  • ¡Ya está! – nos dijo -; he separado todos los botes de pintura verde que no se iban a usar y me ocupan medio trastero. Mañana pintaremos la fachada hasta que la pintura se gaste, pero su color definitivo será igual que el de nuestra fachada: ¡rosa! Mañana haré el pedido ¿Te encuentras bien, palomito mío?

  • ¡Sí, sí! – me adelanté - ¡Sólo le estaba diciendo el éxito que ha sido y que habrá que poner dos sesiones diarias: una a las 7 y otra a las 10, pero de martes a sábado! Los empleados deberán trabajar bastante todas las tardes.

  • ¡Sí, amor! – le insistió el palomo - ¡Si hubiéramos tenido que hacer todo ese trabajo nosotros!... ¿quién nos iba a poner a pintar por la mañana?

  • Lo que pasa… - dudé en decírselo - …es que… ¡hay gente que pide unos compartimentos con cama para ver la película!

El palomo se cayó casi desmayado en el sofá y el quinto pino se puso blanco.

  • ¿Ca… ca… camas? – preguntó - ¿Tú sabes el trabajo que es ese?

  • Lo sé quinto pino – le dije con paciencia -; tendríamos que hablar con medio metro y su padre. Se construiría una planta sobre la barra del bar. Allí cabrían… unas 5 camas no muy anchas en compartimentos pintados de negro, pero sin la pared que da hacia la pantalla.

  • ¡Nico, hijo! – se incorporó el palomo - ¡Es que aquello va a parecer un prostíbulo!

  • ¡Ya lo sé! – les dije - ¡Es un proyecto raro y difícil! Lo dejaremos para más adelante.

  • ¡Es que habría que ponerle un precio bastante más alto! – dijo el palomo - ¡Imagina a esos chavales teniendo que limpiar también la planta de arriba con camas llenas de todo…!

  • ¡En concreto! – les dije en serio -; el proyecto seguirá como está planteado. Esta semana hay que correr la voz de los nuevos horarios. La semana que viene comenzarán las sesiones de martes a sábado. Si la primera es a las 7, los chicos tendrán que hacer un esfuerzo. La película no podrá durar más de dos horas para que ellos puedan limpiar de 9 a 10 ¡Es mucho trabajo!

  • Si esos horarios van bien – dijo el quito pino -; se les aumenta el sueldo por jornada a los chicos e, incluso, se meten dos más como limpiadores.

  • Lo hablaré con Rufo – les dije levantándome -; le parecerá bien. Haced presupuesto por la pintura y los cambios ¡Vuestro trabajo, es vuestro trabajo! Lo del cine será una renta que tendréis a la semana por habernos ayudado tanto y en todo. Hoy es un día un tanto señalado para tío Manolo. Por lo visto es el día de la Guardia Civil y me ha pedido que descansemos; que respetemos esta fiesta ¡Quizá le gustaría ver uno de sus shows! ¡El pobre los estará echando en falta!

  • ¡Cuenta con nosotros! – dijo el palomo - ¡Yo avisaré a medio metro y a Pico! Si no hay impedimentos, habrá show para tu tío.

14 – Las cosas sí han cambiado

Me senté en el saloncito con mi hermano; pegados a la chimenea. Tío veía no sé qué concurso en la tele, pero tenía el volumen bajo.

  • ¿Sabes lo que pienso, Nico? – me dijo mi hermano -. De tener que irnos del pueblo atemorizados por culpa de unos gamberros, hemos pasado a movernos aquí demasiado ¡No me gustaría cambiar esto!

  • ¡Yo no quiero que cambie, Rufo! – le dije - ¡Quiero que mejore! Pero quiero que mejore por sí mismo, no haciendo que venga mucha gente de otros sitios a dejar aquí su dinero y a robarnos esta tranquilidad (F) .

  • Corremos entonces demasiado – insistió -; lo del cine me parece muy útil y divertido para la gente de aquí, que no tiene nada en qué divertirse, pero esa urbanización

  • ¡Sólo serán quince apartamentos pequeños!; ¡La urbanización Gayanet! – le dije - ¡Quince lugares donde sólo poder pasar un fin de semana! Me las apañaré para que la gente que los compre sea gay. No quiero romper la tradición de este pueblo.

  • ¡Sí! – me sonrió -. Hay quien dice que eso pasa porque los ingleses que vinieron aquí hace mucho eran todos muy trabajadores, muy bebedores… ¿Pero en qué gastaban lo que ganaban en la mina? ¡Prácticamente no había más que hombres! ¿Y el sexo? Pudo influir todo eso; no lo sé. Esto está aislado, pero no es un ghetto.

  • No quiero cambiar esas cosas – le cogí la mano -, lo que no quiero es que la gente de Pintres pase hambre. Yo no voy a solucionar nada entregando fajos de billetes o dando de comer a familias, pero sí podemos hacer mucho si les damos trabajo. Hay que darles trabajo sin que venga gente de turismo. ¡Mira lo bien que trabaja Clara aquí! Es una chica joven que sabe guisar muy bien y llevar toda una casa adelante, pero… ¿En qué trabaja? ¿Quién la va a contratar como sirvienta en una de estas casas humildes?

  • Todo es cierto hermano – me acarició la pierna bajo la mesa -, pero tienes los proyectos tan metidos en tu cabeza, que estamos olvidándonos amarnos.

  • ¡No, Rufo! – le hablé al oído - ¡No pienses eso! ¡Vamos a poner alguna excusa y subimos a estar los dos solos, como antes, y a seguir nuestro proyecto principal: estar siempre juntos!

  • ¡Sí, Nico! – me besó disimuladamente - ¡Te necesito como antes y no te tengo! ¡Subamos!

  • ¡Tío Manolo! – dije en voz alta -; nos vamos arriba a descansar un poco ¡Te prometo que no vamos a trabajar! ¡Respetaremos la fiesta!

  • Esta casa es tan vuestra como mía – nos dijo - ¡Yo tengo mi tele! ¡Distraeros de alguna forma! Mañana habrá que seguir trabajando.

Pero cuando subimos y cerramos la puerta, Rufo me dijo abrazándome y algo triste, que necesitaba estar más tiempo conmigo. Lo malo es que cayó también en su propia trampa, porque tenía otro proyecto en mente; un proyecto para los dos. Quería averiguar la forma de que nos penetrásemos al mismo tiempo y ya tenía, me dijo, una idea de cómo hacerlo.

Nos desnudamos y nos subimos a la cama riéndonos, porque cuando empezó a explicarme cómo hacerlo, me pareció imposible. Se trataba de que yo me echase en la cama boca arriba. Él se sentaría sobre mi polla despacio hasta tenerla dentro; hasta el fondo, pero dándome la espalda, es decir, mirándome a los pies. Una vez que me tuviese dentro, haríamos unos movimientos (con cuidado, por supuesto) hasta que él consiguiera bajar su polla hasta mi culo y metérmela. Me pareció imposible y, la primera vez nos reímos mucho, pero cuando probamos más veces, no nos pareció imposible. Había que encontrar la forma de forzar las dos pollas hacia abajo (dolía un poco estando empalmado) y no penetrarnos del todo.

Hicimos muchas pruebas y, viendo que con un poco de práctica lo podríamos conseguir, acabamos follamos como todo el mundo.

Nos abrazamos y besamos durante mucho tiempo, charlamos, bebimos y me pidió que lo penetrara. Se echó de espaldas a mí y cogió mi polla hasta llevarla a su culo. Empujé sin prisas y fue entrando. Acabamos los dos frenéticamente entusiasmados y llenos de placer, hasta que no pude aguantar más y me corrí dentro de él mordiéndole el cuello.

  • ¡Hermano! – se volvió hacia mí - ¡Haría esto todo el día contigo; como antes! Ahora estamos demasiado ocupados; el cine, la tienda de regalos, nuestros amigos, esos apartamentos… Me gusta ese «show», ¡claro!, pero vamos a montar uno los dos solos

  • ¡No puedo negártelo, corazón! – rozamos nuestras lenguas -. No nos estamos separando, pero estamos menos tiempo juntos ¿Recuerdas aquellos primeros días que estuve aquí? ¡Ya volverán! ¡Vamos a poner todo esto en marcha sin abandonarnos; pero ya volveremos a estar días enteros tú y yo!