Ni voluntad ni conciencia, solo Deseo: (3)

Ayer publiqué esté relato en una versión incompleta, por error. Ahora la he eliminado y publico la versión completa, en la que Susi me regala el mejor polvo de mi vida. Hasta entonces...

Y Maite, donde estaba Maite? A la mierda Maite, ni por un segundo pensé en ella. Solo pensaba en acariciar, besar,  desnudar y disfrutar de Susi, la mejor y más sensual mujer que jamás hubiera cruzado mi rango visual. ¡Qué diosa, que besos, que manos! Sus caricias me estaban poniendo tan caliente que incluso me asusté. No, es broma, no me asusté,pero puedo jurar que jamás había estado tan deseoso de una mujer como en esos momentos, tumbados en el sofa, aun vestidos, ella debajo mío, presionando su nuestros cuerpos, arañándonos la espalda, apretándonos el uno ccontra el otro en busca de más y más y siempre más. Que delicia sentir sus tetas por fin, aunque fuera por encima de la ropa, cuanto las había imaginado... En algun momento, las discretas caricias por encima de su camiseta y de mi camisa pasaron a estar por debajo. Sentí su cintura, y luego su espalda. Aún no me aventuré a acercarme a sus preciados pechos y su sujetador, pues no quería desvelar aun ala mayor promesa de erotismo que jamás se me había hecho, pero ella al parecer estaba tan caliente como yo, porque empezó a acariciarme suavemente mi polla por encima del pantalón, y al cabo de unos momentos empezó a desabrocharme el cinturón...

¿Quién sabe como funciona la mente humana? Hacía ya muchas horas que estaba morreando y metiendo mano a esta mujer, una mujer que me volvía loco, que en apenas unas semanas había trastocado todos mis principios hasta el punto de dejarme totalmente ciego de ganas de follármela, pero en el momento en que ella quiso desabrocharme el pantalón algo saltó dentro de mi, y apartándome de ella, musité con voz poco convincente mientras me sentaba en el sofa, a medio metro de ella:

  • No, no, no.... Susi, no podemos.... tengo novia...

  • Ya, tienes razón...

  • Ya... No podemos hacerlo... - un minuto de silencio transcurrió sin tregua, augmentando el desconcierto de ambos. Sim embargo, ni siquiera yo sabía porqué había saltado con esa chorrada. Dios mío, pero si llevaba horas morreándola! ¡Pero si la deseaba como jamás había deseado nunca nada!Supongo que fue otro intento más desde el último reducto de mis reservas morales, pues todas las demás ya habían sido vencidas, por intentar comportarme de forma noble. ¿Noble? ¡Ja! Ni yo entiendo como puede ser noble enrollarse con una mujer a pesar de tener novia, pasarse una noche calentándola, llevarla a mi piso, y en el último momento pretender apartarse y dejarlo allí, per eso es lo que en ese moment hice. Me incorporé, sentandonme en el sofà a una prudencial distancia de ella, esperando algún tipo de salvación que nunca vendría.

Después de tan inesperada pausa, pues evidentemente solo fue una pausa que pronto fue vencida, ella no dejó de clavar sus ojos en mi. No intentando comprender, no no pidiendo explicaciones ni mostrando frustración, sino fijando sus felinos ojos en los mios, manteniéndolos fijos en los míos durante 5 segundos, diez, veinte... a medio metro de mi, estática y lanzándome el anzuelo otra vez con sus seductores ojos fijos en los míos, como diciendome.... Bueno, no se qué demonios me decía, solo se que no pude resistirme a ellos y me lancé con furia sobre ella y la besé con desenfreno, esta vez sin reservas, mi lengua hasta el fono de su garganta, la suya hasta el fondo de la mia, mis manos recorriendo toda su espalda por dentro de la camiseta, sintiendo las tiras de su sujetador, lo cual me pusó aún más excitado. Ella por su lado pareció alegrarse de  mi súbito cambio de opinión, pues no tardó ni un instante en responder a mi beso y en colocar sus manos por debajo de mi camisa también. Pronto, muy pronto, mientras nuestras lenguas no se daban tregua, empezó a desabrocharme la camisa y acariciarme el torso, y yo me sentí en la gloria. Mis manos, en recompensa, se atrevieron a pasar, muuuuy lentamente, de su espalda al suyo. Primero, de su espalda a su abdomen, liso y prometedor abdomen, pero inocente aún. Luego, con aún mayor cautela, subieron de su abdomen a sus tetas, y por fin, ¡¡por fin!!, sentí el tacto de mis manos sobre su sostén. He de decir que a mi, simpre me habían llamado la atención las tetas más que los culos, y como buen admirador de tales esculturas, siempre he sido un poco fetichista con los sujetadores. Para mi, el momento de acariciar unos pechos por encima del sujetador siempre ha sido gloria, y el momento de despojar dichos pechos de tal prenda, un momento que ansío pero a la vez demoro tanto cuanto me es posible.

Sentí su sujetador cubriendo sus pechos, y sentí una tela suave como nunca había sentido. Sus manos volvieron a bajar, de mi espalda a mi culo, esta vez por dentro de los pantalones, y me obligó a volver a situarme encima suyo, no de lado como hasta entonces, de modo que sus manos obligaban a mi polla, que hacía horas que estaba en su máxima expresión, a presionar con fuerza su aún desconocido coño, mientras mi mano no era capaz de liberar sus tetas. Luego, ella sacó sus manos de su agradable situación, me empujó hacia un lado y acabó colocándose encima mío, para acto segido acabar de desabrochar mi camisa. Yo no podía dejar de contemplarla y acariciarla, y pensar que era un regalo de los dioses que tal hembra estuviera desnudándome. Haha, cuanto tiempo tendría luego para pagarlo, pero entonces ni lo sabía ni me importaba.

Al mismo tiempo que ella acababa de desabrochar mi camisa, yo tiré para arriba de su camiseta, sacándosela por encima de los hombros. Su sujetaqdor quedó a la vista, sus pechos más accesibles que nunca, y creí desfallecer de deseo. Me lancé sobre ellos, besándolos con desconocida pasión, por encima de la fina prenda, pero ella me empujó hacia arriba, dejándome otra vez encima suyo.Me desabrochó el último botón, la ayudé a sacarme la camisa del todo, la arrojó vete a saber donde (¿y a quien le importa?) y volvió a atraerme hacia sí, con todas sus fuerzas, metiéndome una vez más la lengua hasta la garganta. Esta mujer estaba desatada, ¡¡y como me gustaba!! Poruqe lo cierto es que yo no lo estaba menos...

Le sobé las tetas a gusto, siempre por encima del sujetador. Siempre he tenido una regla, y es que nunca se quita una prenda de ropa interior hasta no haber quitado todas las "exteriores". Sus tetas me llamaban, podría jurar que las oía en voza alta, gritando "¡¡cómeme, Javi, cómeme!!, pero no quise ni bajarle un tirante hasta no haberle quitado el pantalón... Pero claro, bajarle el pantalón era la señal definitiva de que follaríamos, de que cruzaríamos la última frontera. Y yo, bien cobarde que era, aunque entonces lo disfrazase de respeto por esa caliente y divina Susi, no me atrevía a darlo, y quería que fuera ella quine lo diera. Afortunadamente para mi, ella, estaba tan cachonda como yo, y tras acariciarme la espalda y el pecho con prodigalidad, después de acaricirar y pellizcarlevemente mis pezones, después de bajar su mano y pasarla con suavidad por mi abdomen, no tardó demasiado en bajarla un poco más y volver a intentar desabrocharme el pantalón.

Esta vez no puse resistencia alguna. Ni podía, ni quería. Querer, no quería desde hacía horas, y el estúpido escrúpulo que me había surgido de vez en cuando parecía evaporado por fin. Susi me desabrochó el pantalón si dificultad,me metió la mano en el interior y empezós a acariciar mi paquete por encima el calzoncillo, A la vez, me miraba con tal cara de deseo que hacía que yo la deseara aun más, de tal modo que fue inevitable que si ella me desabrochó el pantalón, yo no tardara ni un minuto en imitarla y desabrochar el suyo. Para una chica/mujer puede ser dificil de entender, ya que nosotros los chicos no llevamos sujetador, pero para un chico es un extasis descubrir que su pareja lleva sujetador y bragas a conjunto, y que el conjunto es deliberadamente sexy. Ese fue el caso con Susy. ¡Cómo no, si segun su propio relato llevaba medio año deseándome! El caso es que su ropa interior era un precioso conjunto, en un tono marrón con un sensual encaje blanco. Nada más desabrocharle el pantalón sentí la necesidad de empezar a frotarle el coño por encima de la fina tela de su tanga, de darle placer, de calentarla más, de llevarla a nuevas cotas de excitación. Ella también quiso bajarme el pantalón, pero en esa postura, yo encima de ella, fue imposible. De modo que poco a poco os incorporamos, sin separar nuestros labios ni por un instante, luego cada uno puso las manos en la cadera del otro y, separándonos lo imprescindible para darnos ese placer visual, ambos bajamos al mismo tiempo y al mismo ritmo los pantalones del otro, quedando ambos en ropa interior y nada más. Nos separamos para que cada uno se los acabara de quitar en un segundo, pero tal era nuestra pasión que intentamos hacerlo sin dejar de besarnos, y a media maniobra, acabamos cayéndonos encima del sofa otra vez, uno encima del otro, sin dear de besarnos y con los pantalones por los tobillos. Fue cómico pero muy erótico, y ella pareció encenderse más, me dio un fuerte empujón para tumbarme de espaldas, se quitó del todo su pantalón, y se sentó a horcajadas sobre mi sexo. Por un instante la maldecí por arrancar su cuerpo de mis labios, pero verla desde esa perspectiva en sujetador fue recompensa suficiente y más de lo que pude aguantar. La visión de su pelo suelto y revuelto, sus deliciosos pechos cubiertos por un sensual sujetador bamboleándose sobre mi, y gozar de la mirada de pasión absoluta que me dedicaba mientras nuestros sexos empezaban a conocerse de cerca, si bien aun separados por dos finísimas capas de tela, me excitó de tal manera que de un arreón volví a ponerla de lado, a mi lado, apretarla contra mi con toda mi fuerza mientras una mano le sobaba las tetas y la otra le sobaba el culo. Paralelamente, ella no perdió el tiempo, pues una de sus manos me acariciaba el pecho mientras la otra me sobaba por encima del calzzoncillo mi polla, que a estas alturas ya estaba loca por introducirse dentro de su cuerpo ¡Se dejaría ella? Todo parecía indicar que ella lo deseaba tanto como yo...

Todo parecía indicar que ella deseaba tanto como yo que nuestra larga noche acabara en un auténtico polvo, y por si yo no estaba convencido de ello, acto seguido ella empezó a intentar bajarme el pantalón y quitármelo del todo. Nuestra postura se lo dificultaba, pobre, pero yo me moría de ganas de ello, de quitarnos mas ropa y sentir mejor su cuerpo. Con el pantañón a mediobajar, me levanté del sofá, la cogí de las manos para levantarla a ella, y una vez de pie la empotré contra la pared de enfrente, y lentamente, empecé a besarla mientras mi mano exploraba los bordes de su tanga, como diciendole: quiero ir más allá.... Ella entendió mi intención, como era de esperar, y separándose por un instante acabó de bajarme y quitarme mis pantalones. Por estábamos ambos en nada más que ropa interior, y por unos momentos nos quedamos embelesados, cada uno extasiado ante la vista del cuerpo del otro. Joder, ¡¡¡que buena estaba!!! Allí la tenía, pegada a la pared, mirándome con mirada sesina, sobándome el paquete, esa mujer por la que cientos de hombres habrían pagado, y esa mujer esta loca por mi, deseando matarme a polvos. Allí de pie, desnuda a excepción de un invitador tanga y un sujetador que llamaba al pecado, con el pelo revuelto y los labios húmedos, ella mi miraba del mismo modo que yo debía estarla mirando a ella: con ganas de comérmela entera sin darle un momento de descanso.

No deja de ser curioso. ¿Quien comprendee con exactidud como funciona la atracción humana? Jamás tuve tal pretensión, pero ahora menos. Para nada era ella, Susi, el prototipo de cuerpo que siempre me había atraído más. Si me iban tetonas, con curvas, pelo revuelto y carita dulce, ella era delgada, muy esbelta, menos voluptuosa de lo que quisiera, tetas suficientes pero decididamente pequeñas, pelo liso y mirada asesina. Oh, y sim embargo, cómo me ponía.... Bueno, de hehcho, como me pone.... A día de hoy hace meses que no la veo, y sin embargo no puedo dejar de mirar las pocos fotos que tengo de ella o que puedo encopntrar por internet y hacerme pajas imaginando que vuelvo a hacerle el amor una vez más.... Para nada cumple con mi prototipo de mujer ideal, y sin embargo me calienta como jamás imaginé que un hombre pudiera estar de excitado.

Una vez estuvimos los dos en ropa interior, ver su sexy conjunto me acabó de descolocar. Empecé a tocarle las dos tetas, a tomarla de sus desnudas nalgas y apretarla contra mí para sentir su sexo sobre el mío, a acariciar su coñito por encima de su tanga -pues ahora veía que era tanga más que bragas- a besarla con un frenesí desconocido por mi... Si ella no hubiera estado igual de desatada, quizás me hubiera asustado, pues no conocía tal sensación, pero ella parecía tan excitada como yo, y no dejó de sobarme el culo, de meter sus manos por dentro del calzoncillo y apretarme contra ella agarrandome de mis nalgas, de obligarme a sentir su cuerpo en constante y absoluto roce con el suyo... Ahora sí estaba claro que los dos queríamos acabar follando, de manera que la agarré del culo, la levanté a peso contra la pared de manera que ella sintiera mi polla contra su coño y sus piernas se enroscaran en mi cintura, y en esa posiciòn fui tan rápido como me fue posible hasta mi habitacfión y mi cama.A la mierda nuestra ropa, a la miera el sofá, y sobretodo a la miera Maite. En ese momento, me importaba una mierda mi relación de cinco años en comparación con el más que probable polvo que me esperaba a la vuelta de las esquina con la mujer más deseable que jamás había conocido.

Tumbados en la cama, seguimos el lento proceso de meternos mano. No sé quine metió antes la mano por dentro de la ropa interior del otro, ni me importa. Recuerdo, eso sí, el momento en que estando ella completamente encima mío, le bajé un tirante del sujetador, le di la vueta dejándola de bajo, y empecé a bajar con mis labios desde su boca hasta el espacio libre dejado por éste, pasando de sus labios a sus mejillas, de sus mejillas a su cuello -que la volvió loca. de su cuello a su nuez, de su nuez a su clavícula, y de su clavícula, despacito y provocativamente, a su pecho semi descubierto. Recuerdo como ella empez´ço a gemir mientras mis labios se posaban sobre su incipiente teta descubierta. Recuerdo como levanté unos centímetros mi mirada y la fije en sus ojos. Recuerdo como pareció implorarme que siguiera, y recuerdo como, sin apartar mi mirada de sus ojos, con una mano volvi a sobarle el pecho y empecé a bajarle el sujetador del todo, dejando ese pecho derecho descuiero al 100%. Recuerdo com mis labios, se lanzaron hacia él ovlidando todas las etapas intermedias y como lo succioné con devoción. Recuerdo como Susi me tomó de la cabeza apretándome contra su teta, Y desde luego recuerdo como, dos minutos despúes, me separé lo suficiente como para, otra vez con la mirada fija en sus ojos, bajar la otra copa de su sensual sostén y pellizcar su pezón, sin dejar de mirarla, sin dejar de decirle con los ojos: "te deseo, me vuelves loco, quiero hacerte enloquecer como tu me haces enloquecer a mi sin ni siquiera tocarme".

Y recuerdo que ella, como si leyera mi mente y quisiera comunicarme exactamente lo mismo, con los dos tirantes bajados, sus pechos al aire pero el sujetador aun puesto, se giró como pudo dejándome totalmente debajo, y situándose encima mío. Recuerdo su peso encima de mi cuerpo, como intentaba apretar su coño encima de mi paquete, como encorbaba la espalda ofreciendome sus tetas para que las lamiera. Y recuerdo pensar que era el momento de no retorno mientras en pleno abrazo y mientras por enésima vez mi lengua se perdía en la profundidad de su boca, mis manos desabrocharon su sostén y la tumbaron otra vez boca arriba, para que mis manos pudieran tocar,apretar, sobar y disfrutar sus tetas ya sin ningún obstáculo. Recuerdo sus gemidos y cómo me pidió más. Recuerdo como una de sus manos encontró la manera de desviarse hasta mi polla y apretarla. Y recuerdo como, en uno de los impulsos que más me han sorprendido en mi vida, mientras yo le comía una teta y ella me apretaba con una mano en mi nuca contra ella, con la otra pegó un fuerte tirón hacia bajo para dejar mi polla libre y la agarró para empezar a sobármela con fuerza y desesperación.

Acto seguido, Ella volvió a ponerse a mi lado, y con una mano bien firme sobre mi polla empezó a hacerme una paja mientras sus labios y los míos segúian deleitándose juntos, pero poco a poco fuimos separándolos para contemplarnos con deseo. Yo en ese momento no podía hacer otra cosa que mirarla extasiado y disfrutar de sus caricias, pero pronto empecé a volver a acariciar sus pechos, esta vez con  mayor delicadeza. Posteriormente, aparté su mano de mi polla para ponerla en mis nalgas y apretar nuestros sexos el uno contra el otro a la vez que ¡, por fin, podía sentir sus pechos directamente contra el mío. Eran pequeños y ligeramente más caídos de lo que esperaba, la verdad, y sin embargo, esa sensación aún la recuerdo como una de las más intensas de mi vida. Y ella la sintió igual modo, pues no tardó en deslizarse encima mío otra vez, de modo que a la vez que me ofrecía su boca para que la lamiera y comiera, frotaba su coño con fuerza contra mi paquete y sus tetas contra mi pecho, apretándose contra mi con furia, mientras yo la agarraga de su culo para augmentar la misma sensación. Oh,como disfrutamos los dos!

Así permanecimos, sintiendo un placer intenso, no muy disntinto a como si lo que yo conocñia como "follar" con cualquier otra hasta entonces. Con cualquier otra, no con Susi... Si frotarnos era como follar con cualquier otra, como sería follar con ella de verdad? Pronto ambos tuvimos una manos dentro de la última pieza de ropa que nos quedaba a ambos frotando nuestros respectivo sexos, disfrutando del contacto y ansiando más... Más,mñas, quería más de Susi!! Jamás tenñia suficiente y aun no lo tengo! Joder, nadie me ha puesto jamaás como mo pone ella. Hace meses que no la veo, pero sigo soándo con ella cada noche. Ahora empieza a llover aquí fuera, y no puedo dejar de pensar en esa primera noche nuestra.

Ella me sobaba la polla y yo le sobaba el coño. Pronto le metí un dedo, y a ella le gustó tanto que a la vez que soltó un  gutural gemido, pegó un tirón bajándome un buen trecho mis calzoncillos. Ambos quedamos medio congelados, y ella lo aprovech-o para incorporarse y quitármelos del todo. Acto seguido se tumbó encima mío, frotando mi ya desnudo pene contra su cubierto coño, mientras mis manos le cogían de las nalgas para intensificar ese contacto. Más, más, más... Cda segundo más. Puede que ella se corriera, no lo sé, pero me lo pareciÓ, pero lo cierto es que llegamos a un punto en que yo estaba a punto de correrme, de modo que la aparté. a lo bestia, y le arranqué el tanga de un salvaje arreón.... Y pro primera vez contemplé su cuerpo desnudo.

Lo que había deseado como un poseso las últimas semans por fin estaba delante mío. ¡Podía hacerla mía en cuanto quisera, finalmente! Volvimos a pnernos de lado, con las manos en nuestros respectivos culos y espaldas, frotándonos mutuamente, desándo ese úultimo paso que nos hiciera el uno del otro y nos convirtiera definitivamente en amantes. Nuestras manos tambien ayudaron, ella moviendo mi polla arriba y abajo, yo metiéndole un dedo. Y cada vez que separaba mis labios de los suyos y la miraba a los ojos, un arrebato de pasión me tumbaba encima suyo. Y cada vez que ella me miraba a mi, un arrebato de `pasión la empujaba a apretar aún más mi sexo contra el suyo. No sabría contar cuantas vueltas dimos sobre mi cama, cuantas veces no revolcamos, de estar ella encima mío frotando su coño contra mi polla, a estar yo encima suyo frotando mi polla contra su coño, siempre mirándonos con esa mirada salvaje que parecía indicar que cualquiera de los dos iba a morir si no acababos de hacerlo pronto...

La excitación era ya tan grande que no podía tardar en llegar el momento definitivo, y efectivamente no tardó. Con ella debajo y yo encima, con una mano mía en sus pechos y la otra acariciándole la cara mientras ella posaba sus dos manos en mis nalgas, finalmente deslizó una de ellas hacia la parte frontal, tomando mi polla, dura como nunca la había sentido, agarrándola con decisión para guiarla hacia la entrada de su coño... Que sensación tan maravillosa cuando sentí la punta de mi capullo rozar y separar levemente sus labios...

Y entonces la extraña consciencia que gobernaba mi mente esa noche  volvió a hacer acto de presencia. Con mi polla enfocada en su coño, la punta abriendo ya sus labios, sus manos en mi culo dispuestas a guiarme en la incursión definitiva y su mirada clavada en la mía pidiendo que por favor se la metiera, así de golpe, así de golpe me separé y declaré:

-Susi, no! No podemos... ¡Tengo novia!, ¿te acuerdas? Me muero de ganas pero no podemos... - Ella no dijo nada, simplemente siguió acariciándome el culo y la esplada como hasta entonces, sin forzarme a penetrarla pero sin separarse de mi ni dejar de tocarme, sin forzarme pero sin rendirse.

Yo lo hice, me separé del todo, me tumbé a su lado y me quedé mirandola con pesar, con remordimiento y con pena por ella. Remordimiento si... pero ni por un segundo fue remordimiento por Maite y lo que le estaba haciendo, sino remordimiento por no acabar de satisfacer lo que Susi deseaba, y lo mismo que yo deseaba- Desde hacía semanas, pero aún más desde que nos habíamos besado unas horas antes, y  aún mucho más desde que hacía alrededor de una hora la había visto en ropa interior. PENSÉ: "Pobre Susi, tantas ganas como tiene, tanto que yo se lo he prometido implícitamente, y tan a dos velas que la dejo en el último momento... Si supiera que no es por falta de ganas, si supiera las ganas que tengo de follarla bien y hacerla gozar...Pero joder, no puedo hacerlo, tengo pareja. Nada de lo que ha ocurrido debería haber ocurrido, nada, por más ganas que tenga de hacerle el amor de manera salvaje..."

Y mientras pensaba esto, no sé ni como, en un instante me encontré otra vez encima suyo, frotando otra vez mi pene contra su sexo. Más suavemente que antes, si, pero con el mismo deseo. Ella no había dejado de mirarme deseosa, y cuando me volvió a sentir encima, volvió a apretarme contra si misma... mientras me miraba seductora, convenciéndome sin una palabra que yo podía resistirme tanto como quisiera, pero que esa noche íbamos a follar de todos modos, porque ella lo deseaba y no quería parar, y yo tambíen lo deseaba y aunque quisiera parar no iba a poder. Sus ojos me lo decían, ella lo sabía, sabía que no había prisa, que acabaría penetrándola con toda la potencia de que fuera capaz, y al comunicarme todo esto, su mirada me invitaba a rendirme de una vez.

Otra vez rodamos sobre la cama varias veces. Otra vez sentí sus pechos contra el mío, sentí sus pechos dentro de mis labios, sentí su coño apretándose contra mi, otra vez metí mis dedos en él... Los minutos pasaban, y la excitación de ambos seguía tan alta como antes. Seguimos rodando, ahora ella encima mío, ahiora yo encima suyo, y mi consciencia volvía a desaparecer, volvía a licuarse lentamente en esa apisonadora de  sensaciones que Susi me despertaba. Volví a sublimarme en sus brazos, entre sus caricias y sus besos, y los últimos atisbos de consciencia se diluyeron con la saliba de nuestros besos, desapareciendo por fin.

Hasta que en cierto momento volví a estar encima suyo, nuestros sexos pegados, nuestros labios pegados, nuestros deseos por las nubes, tanto el suyo como el mio. Sentía rozar su coño contra el tronco de mi polla, y las sensaciones eran tan vívidas, que me hacñian desear más y más. Y solo había una manera de sentir más.

Con Maite en el olvido y mis ojos clavados en los de Susi a la vez que los suyos se clavavan en los míos, en medio del roce de nuestros sexos cierto movimiento, involuntario pero buscado, me hizo deslizar hacia abajo ligeramente, de modo que la punta de mi polla quedó por segunda vez haciendo presión con la entra de su coño. Como llegué hasta allí, no lo sé, No sé hasta quñé punto fue premeditado, ni me importa. En ese punto, con nuestras miradas unidas magnéticamente, estoy seguro que ella entendió que yo lo deseaba como jamás había deseado nada, y que ya no iba a resistirme, igual que yo entendí que ella no iba a presionarme, pero que se morìa por sentir como mi polla se abría paso entre su coño. Y si casi todo durante la noche fue decision suya, estoy ya no. Quiza tampoco tiene mérito, pues yo ya no podía más, pero lo cierto es que, con ella desnuda bajo mi cuerpo, habiendo disfrutado de sus besos y caricias, habiendo intentado luchar contra ello, ya no me resisti más, y empece a empujar lentamente, empezando una lenta penetracion... Ni siquiera entonces estaba seguro de que queria ella, pero lo que sucedió fue que, en cuanto ella me notó internarme dentro de su coño, sus manos hicieron presion sobre mis nalgas para que no tuviera duda que debbía penetrarla de verdad.

Y así fue como Susi y yo empezamos a follar. Ayudado por sus impetus, que se correspondian con los mios, se la meti hasta el fondo, lentamente pero hasta el fondo. Allí me queé unos segundos mientras nos mirabamos el uno al otro con la boca  abierta y expresion desencajada. ¡¡Por fin estabamos follando!!

Empecé a moverme, con suavidad y ternura, entrando y saliendo de ella, sin separar ninguno de los dos los ojos de los del otro. Sí, por fin estábamos follando...

¿o no? Lo cierto es que todo parecía demasiado tierno como para merecer el calificativo de follar... ¿no era más bien hacer el amor? Y sim embargo, apenas nos conocíamos. No lo sé, aun hoy no sé que calificativo habría que darle, pero lo que sñe és que empezamos a movernos cada vez mas deprisa sin perder la ternura. Nos besamos, nos abrazamos, no apretamos el uno contra el otro, mientras mi durísima polla no dejaba de entrar y salir de su coño, mientras ella no dejaba de gemir y yo no podia evitar resoplar de placer. Estuvce yo encima de ella un vuen rato, pero luego giramos (no sé a  iniciatba de quien, y quedando ella encima mío, empezó a montarme a la vez que me miraba y me morreaba. ¡Oh, dios, que gusto! Lo cierto es que ninguna de mis anteriores novias había sabido como montarme y darme auténtico placer, pero Susi, como no, supo llevarme al éxtasis y llevarme al borde de la corrida. Me separé de ella un instante para retardar el momento del doloroso final, la tumbé de lado y me puse a su espalda. Puse mis labios sobre su cuello, mi mano sobre su pecho, y mi polla entre sus piernas. Ella las abrió y se pegó más a mi, y antes de que me diera tiempo a colocar mi pene dentro de su coño, ya había entrado solo. En esa postura la follé con mucha suavidad durante largo rato y me proporcionó las mejores sensaciones que el sexo jamás me ha brindado. Ella podía girar la cabeza y unir sus labios con los míos, podía buscar mi lengua y pedirme que la penetrara ahora más fuerte, ahora más suave, y yo podía gozarla toda entera: labios, orejas, cuello, pechos, muslos, cadera... todo a mi alcance mientras no dejaba de follarla. Mucho rato estuvimos así, durante el cual ella tuvo un par de orgasmos, tan ajenos a todo lo deás que no me di cuenta del paso del tiempo hasta que de repente noté unas ganas enormes de correrme.

Entonces me di cuenta de manera totalemnte consciente de algo que en el fondo ya sabía: estábamos follando sin ningun precaución! Se lo dije, y ella dio que ya lo sabía, que no me corriera dentro por si acaso,  pero que por nada del mundo hubiera querido sentir una barrrera de plástico entre ella y yo.

Cuando dijo desató en mi tal pasión, que no pude más que tumbarme sobre ella, besarla con frenesí y empezar un mete-saca tan frenético como pude hasta que noté como estaba a punto de correrme. En ese momento, salí y, sin preguntarle donde quería, me corrí sobre sus tetas. Y la verdad es que fue una corrida muy abundante, a pesar de que cada dia de la semana me hubiera corrdio al menos 3 veces pensando en ella...

Entre una cosa y la otra, ya eran las 6 de la mañana, cuando por fin pudimos decir (ambos), que acababamos de tener nuestro primer polvo. Polvo a secas, o era amor? Aun no tenía ni idea. Sólo sabía que había sido una experiencia inigualable, sin dua la mejor de mi vida en el campo sxual, y que esperaba que hubiera MUCHAS más...

¿ Y Maite, mi novia? Después de correrme encima de otra, de Susi, Maite siguió sin aparecer en mi consciencia. Susi, susi, susi, eso era todo en cuanto podía pensar. Sus besos eran la mejor experiencia que había tenido jamás, y una vez la hube besado fue del todo imposible evitar lo demás. ¡Cómo eviarlo, si los labios de Susi me habían prometido placeres ignotos para el hombre? Lo cierto es que una vez probados, esos placeres ma parecían tan fantásticos y extraordinarios como se me había anunciado, y no pude evitar desear repetir.

Por suerte mía, eran las 6 de la mañana. Hasta las 16:00 de la tarde, Susi y yo dormimos no más de 1 hora, hablamos mucho... y repetimos aun más.

A las 16:00 finalmente nos levantamos y nos duchamos (juntos, evidentemente). Fuimos a comer fuera y luego nos despedimos, pues ambos teníamos cosas que hacer ineludibles esa tarde. En esa despedida, apasionada como el resto de la noche, no hablamos del mañana ni de las consecuencias de nuestra noche. Ella era tan consciente como yo de la existencia de Maite, pero ninguno se aventuró a concretar las consecuencias de nuestra noche de pasión irrefrenable. Yo intenté dejar caer que mi novia seguía siendo Maite.... pero lo cierto es que Susi y yo volvimos a despedirnos con un beso lleno de promesas de placer.