Ni tan gallo ni tan venado, desvirgando a David 2

No podía seguir así, lo necesitaba dentro de mí, sentir esa gruesa y dura verga revolcándose en mi interior. Sin advertir que por puro instinto corporal de su cuerpo y del mío, sentí como su glande se deslizaba rápidamente dentro de mi vagina.

David se agarró de los pelos y se echó a reír –me cagaste… maᖠmientras su pene semierecto oscilaba tic, tic, tic, tic (con un tic de resistencia) prueba de que su cerebro estaba abajo y no arriba y gozaba de mucha vitalidad.

Mientras ello sucedía, pensaba que en la retrospectiva del primer asalto, se podría decir que en  el cunnilingus… Lo paso, claro, algo como un 13/20, pero nada que no tenga solución. Sin embargo, me preocupaba algo más… Sus besos, allí es terrible, su lengua era muy ancha, invasiva y salivaba con demasía y, demasiado ansioso. No me gusto y era lo primero a solucionar antes de nada.

No me podía dar el lujo de enfriarme, y perder ese morbo enfermizo de tirarme al hijo de mi marido. Me levante y estire completa frente de él haciendo que las tetas se vieran firmes y provocativas, camine frotándome el coño, mordiéndome el labio inferior y levantando las cejas un par de veces. Tomé sus manos entre las mías y las colme de besos, su rostro lo expresaba todo –QUIERO COGERTE, HACERTE EL AMOR, SEXO–, estaban llenos de febril excitación y lujuria.

Me pegue a él sintiendo como nuestros pechos; sudorosos y exaltados, bajaban y subían. Nos vimos a los ojos, pero todavía tendía a desviar la mirada y sonrojarse –Otro detalle menor a solucionar–, empecé rozando mi nariz con la suya, buscando sus labios como una jovenzuela, dándole pequeños piquitos uno tras otro y esquivándolo cuando  trataba de besarme. Sus manos trataban de jalarme, pero terminábamos en un forcejeo de ironías –me tienes y no me tienes– me distanciaba y me acercaba.

Corrimos desnudos por el apartamento lanzándonos cojines y peleando con las almohadas… En un ademán de fuerza me tumbo en la cama matrimonial, sentándose a ahorcajada en mi regazo y sosteniendo mis manos con fuerza tras mi cabeza, me miró fijamente a los ojos, mientras sus labios se acercaban –Alto, para, para… Detente hijo– pero hizo caso omiso, haciendo fuerza a mi resistencia –(debí ser cruel) ¡Suéltame, no me gustas como besas! ¡Ya basta…!– aquello de seguro le dio en el hígado, porque me soltó de inmediato y empezó a frotarse la cabeza por detrás como una mano mientras se paraba de encima de mí y se sentaba al borde de la cama.

– Los siento maá… Pensé que querías –dijo y se tapó la boca (seguro piensa que la cago)–

– Si quiero bebé, pero no así. Y ¡no! Todavía no la cagas, por si lo estás pensando, al menos no del todo. Ven echémonos un baño –dije, abrazándolo por detrás–

Como chica con novio nuevo, tome a David de la mano y lo arrastre hasta el baño. Como estábamos solos, que más daba, dejamos las puestas abiertas de par en par. Luego recogeríamos el desastre.

– Primero lo primero… Cepillo y pasta dental, la buena higiene es primero –Dije tomando mi cepillo y pasándole el suyo.

Nos empezamos a cepillar cada uno de forma rutinaria, aunque la cara de bobo morboso no se le borraba ni con la jeta abierta. Cepillándonos los dientes por dentro, por fuera, arriba, abajo, paladar y lengua.

– Tienes un lindo trasero… –dije, colocándome tras de él en el lavamanos y apretándole las nalgas– están duritas

– Naaa mentira, si me dicen culo de CD –Nos reímos ambos– dura se me pone la paloma

Entre burlas, risas, cosquillas y manoseos inocentes fui contemplando bien a mi hombre de repuesto… Perdón, al hijo de mi marido. Buena talla de pie –(10 ½) si mal no recordaba–, sus piernas definidas por el futbolito, nada profesional pero si jugaba mucho con sus amigos, sus duras nalgas, su espalda recta y los hombros hacia atrás, sin lugar a dudas no era ningún mojigato por detrás.

– ¿Y ustedes se andan mostrando y tocando el culo en los baños de hombres?

– ¡Maá…! ¡No, claro que no…! Cómo crees

– Ahhh bueno… Cuidado pues.

Nos aclaramos la boca con enjuague bucal y pasamos juntos a la regadera, abriendo las llaves lo suficiente para que el agua tibia cayera pareja suavemente.

– Entonces, cree más en lo que te diga una mujer, y no en lo que te diga un hombre –dije, mientras el agua le caía más a él que a mí– hijo, ya que estás ahí… Pásame el jabón, déjame enjabonarte

De pronto se acercó a mí sin previo aviso y me besó durante par de segundos, pegando todo su cuerpo al mío, sintiendo su verga dura contra mi vientre –Bien por ti, enhorabuena (pensé)– Me gusto esa iniciativa… Pero TERRIBLE… ESPANTOSO EL BESO.

– Pero luego… Me toca a mí ¡sí! –Dijo, presionando mis senos y halando los pezones–

– Está bien bebé, luego me lo haces a mí

– Upaa mamá… Chinazo, jajajajajaja ¿entonces me lo harás tu primero?

– Bobo… –le di un codazo, guiñándole un ojo– digo de enjabonarnos… Serás cochambroso de verdad… De eso, ya veremos

Sus jueguitos de manos, sus picardías y, su creciente iniciativa e ineludible erección me mantenían completamente excitada, incluso por todo el conjunto de ideas morbosas que tenía en mente.

– Ven David, pasa aquí para enjabonarte el pecho

– ¿El pecho…? naaa que chimbo maá… Enjabóname la paloma, así. –Dijo, frotándosela mientras cambiamos de lugar en la ducha–

– Ujuummh que es… No despegues que la pista aquí es corta.

Me provocaba comerlo a besos, pero antes debía enseñarle lo básico. Me acerque y lo abrace por el cuello, ladeando la cabeza mientras insinuaba buscar sus labios, mirando fijamente de sus ojos a su boca y viceversa. Él, esperanzado me abrazo por la cintura, pegando su coroto a mi vientre, sin moverse y con esa cara… (Perdónalo dios) –Quita esa cara de bobalicon, con razón no pescas ni una fea y no me bajes el mentón, dije–. Le di un piquito. Volví a ver sus ojos y sus labios… Le di otro piquito y suavemente presione su labio inferior con los míos. Volví a ver sus ojos y sus labios… –él me jalaba y me miraba de manera vacilante– le di otro piquito y suavemente presione su labio superior con los míos. –Él trato de besarme, pero le evadí el contacto– lo mire a los ojos y le puse un dedo en sus labios.

– ¿Te gusto hijo…? –le pregunte, todavía abrazada a él–

– Si… Creo que si maá… Pero no entiendo… Que haces –dijo con cierta pena en el tono, agachando la mirada–

– ¿No lo ves? Son piquitos amor, solamente eso… –le dije levantando otra vez su mentón– juguemos a algo un rato… Y luego probamos ¿sí?

– Primero, enrosca tu mano izquierda haciendo un “O” –Así bebé– pon ligeramente la huella del pulgar sobre la uña del índice y, estíralo un poco haciendo un ovalo, imagina que son unos labios

– Noo maá, eso es chimbo… Me voy a ver ridículo –dijo dejando caer la cabeza y los brazos–

– Chimbo es que no sepas besar… Eres invasivo (puntada en el hígado), baboso (puntada en el estómago), y no sabes aprovechar ni usar tu ancha lengua (Sorry, patada en las bolas), anda, si lo haces practicamos juntos después –dije frotando mi nariz en la suya–

Y una vez más… La postura enclenque y mentirosa de los brazos y cabeza caída, con cara de bobo morboso. Sin embargo, como dice un proverbio turco "La paciencia es la llave del paraíso"

– Vas a hacer así, mira –le enseñe– imagina que son unos labios y con los labios, ¡sin dientes ni lengua! Vas a presionar los dedos. Además, quiero que muevas la muñeca  abajo y arriba y te amoldes a ella ladeando la cabeza ¿sí?, mientras te voy a enjabonar.

– Pssh… Esto es gafo

– Nada de pucheros… Anda, hazlo por mami –Dije, mientras tomaba su miembro y lo frotaba un par de veces– El primer beso dice mucho… Debes ser atento con la vista y suave con los labios. Siempre, siempre mantén el contacto visual

Empecé a enjabonarlo por delante; los hombros, el pecho ligeramente definido, su abdomen... Plano sin chocolaticos “por el momento”, seguí bajando y tome su verga  frotándole el jabón; una, dos, tres veces –más de allí era una paja, aunque ganas no me faltaban–.

– No te veo, haciéndolo… Anda hazlo –dije viéndolo, puso cara de fastidio, pero igual se puso hacerlo–

Yo seguía enjabonándole las piernas con suaves y largos óvalos de arriba a abajo, mientras la palpitante tranca se movía –Se dilataba y contraía– oscilando de soslayo a mis ojos, provocándome disimuladamente.

– Bebé… Ladea la cabeza, es presionar los dedos con tus labios, más nada –Le indicaba, mientras suavemente le enjabonaba–

Lo hale por los muslos para que entrara bajo la ducha y se enjuagara. Mientras veía el jabón discurrir por todo su cuerpo; tome la verga y las bolas nuevamente con una intención morbosa. –Sé que podía verme y eso era lo mejor– Puse mis labios cerca del rosado y carnoso glande pretendiéndolo lamerle; una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces –masturbándolo y acariciando sus bolas, muy suave y muy despacio, mientras lo hacía–.

– Aaahhh mamá… Chupámelo, chupámelo… Métetelo en la boca –gemía y susurraba, moviendo su cadera entre cortos espasmos–

Abrí la boca y presione el glande con los labios, lamiéndolo circularmente una, otra, otra y otra vez por un buen rato –ya, no lo masturbaba, mis manos reposaban sobre mis rodillas–. Muy suave y lentamente fui bajando y subiendo por todo el pene haciendo círculos con la cabeza; una, dos, tres, cuatro veces –Cerré los ojos disfrutando la mamada que estaba haciendo–, entregándome al momento y, recordando alguna que otra porno dentro de una ducha, una tina o un baño. Su verga; rígida, caliente, suave y tersa palpitaba sin cesar dentro de mi boca entre sucesivas contracciones. Estaba tan sumergida en mí placer que no supe cuánto tiempo había pasado antes de sentir que me sujetaba la cabeza con ambas manos, forzando un poco más el ritmo que llevaba.

– Mmmmmggh… Que rica verga… Tiene mi bebito

– Ooohh sí, mamá… Es tuya… Chupámelo más… Más, un poquito más… Chupámelo

– ¡Heey! no vale… Tú tienes que practicar… Quiero verte hacerlo –le recrimine, mientras con una mano le hacía señas de que lo estaba observando (se rió brevemente)–

De nuevo me concentre en lo mío; chupando, lamiendo y mamando aquel cipote al que le enroscaba la lengua de lado y lado mientras entraba y salía cada vez con mayor fuerza, por su cadera que se movía cogiéndome la boca a medio ritmo.

– Aaaaahh mamá… Que rico, yo… Aaaaahh, sí, así, así… Ufff chupa mamí

– Maá… Yo, esto…  Siempre me… Pajeaba aquí… Aaaaaggh, Imaginándote… Haciendo esto

Me levante, conmovida y agitada, más que todo conmovida. Sintiéndome incluso más deseada que por su propio padre. Cualquier pequeño rastro de los prejuicios que me frenaban a tirármelo por ser “el hijo de mi esposo” desaparecieron.

– Me encanta tu verga bebé, si me besas bien… prometo continuar –Dije, abrazándolo bajo la ducha nuevamente– veamos como besas ahora –agregue pasando un dedo alrededor de sus labios–

Miré sus ojos y luego sus labios, él me miró los ojos y después a los labios, tome la iniciativa acercándome a él, nuestras miradas se cruzaron y tras un breve respiro nuestros labios se juntaron, me dejo presionar sus labios y, luego yo, a él los míos. Piquito tras piquito se unieron nuestros labios bajo la cortina de agua, entre suaves; presiones, lamidas y mordiscos que nos dábamos el uno al otro –era un alumno atento y repetía lo que yo hacía–, mientras nos comíamos las bocas, él deslizaba sus manos pervertidamente por todo mi cuerpo; bajaban, subían, bajaban, subían, bajaban… Se adueñaron de mi trasero; frotándolo, amasándolo, abriéndomelo y dándole palmeadas apasionadamente, yo apoyaba mis brazos en sus hombros con soltura y le frotaba suave el cabello con una mano. Separe mis labios, y busque sus ojos y con los míos.

– ¿Me enjabonas…? –Quería ir más lejos… Pero jugar al deseo, frustración, deseo, frustración y deseo, seguro extendería nuestro placer al límite–

– ¿Pero…? Yo quiero… Pensaba… Quiero hacerte el amor mamá… –decía jadeando–

– Y me lo harás… Veras que será muy, muy, muy rico bebé… Pero esto, esto también forma parte de hacer el amor, no es únicamente disfrutar del sexo… Hay más, mucho más… No hay porque apresurarlo

– Ven, quiero que me enjabones toda… Y acaricies todo mi cuerpo –dije dándole el jabón–

Me di la vuelta dándole la espalda y cerré la llave pegándome a su pecho. Pronto sus manos empezaron a acariciarme libremente las tetas y el coño con ambas manos, las cuales disfrutaba viendo como bajaban y subían suaves y placenteras con el jabón por todo mi cuerpo. Me masajeaba y apretaba las tetas cerrando sus dedos para jalarme los pezones, bajaba al vello púbico pasando muy cerca del clítoris y volvía a subir para jugar con mis senos. Estaba maravillada, jadeando con la boca abierta,  mientras le frotaba el culo contra su verga.

– Ufff mamá… Que tetas más ricas tienes… Me encantan

– ¿Ves? No es chévere…  Enjabonar a mami

– Uufff See… Mucho… Mucho –empezó a chocar su verga contra mi culo, como perro enganchado– Uff mamaaá… Tengo tantas ganas… Me estas provocando con el culo

– Aaaahh mi bebé… Yo también… Te deseo mucho… Pero vamos más despacio… Sin apuros

Sus manos bajaron hasta el coño, enjabonándolo con entusiasmo, hurgando cada milímetro de mi sexo en un manoseo morboso y descontrolado, no por ello menos placentero, pero si definitivamente no lo más oportuno. Lo escuchaba bramar cerca de mi oreja, susurrándome una y otra vez lo mucho que le gustaba y me deseaba.

Oooohh mamá… Quiero cogerte… Hacerlo… Hacerte el amor, estas muy rica ­– exclamaba entre jadeos, manoseos y sacudidas de su verga en mi trasero–

– Así no hijo… No seas tan brusco… Me estás quitando las ganas… Sedúceme… Seduce a mami con las manos… Suave bebé –Eche mis manos hacia atrás y lo sujete por la cintura– despacio… Joooouuu, joooouu, jooooouu… –Se rió entre jadeos y abrazo fuertemente pegándose a mí– Tranquilo bebé… No quiero un torito… Quiero un pony semental.

­– Lo siento… Lo siento… Estoy muy excitado… Mamá –contesto jadeando–

Tomé sus manos entrelazándolas con las mías y las contuve contra mis senos, mientras, cerraba los ojos y pensaba cual sería la mejor solución para nuestros cuerpos excitados… Deseaba tanto como él, sentirlo dentro de mí, pero así, cómo estaba, sería efímero he insípido… Terminaría siendo precoz.

Lleve las manos de él junto con las mías hacia abajo, haciendo que me acariciara y  manoseara el vello púbico y el clítoris una, dos, tres, cuatro veces… Quizás más veces de las que podría contar.

– Frótalo, frótalo… Suave, así, así bebé… ¡Aaaaaaggh! Así, rico, rico... Mmmmhh… Suave, suavecito bebé… Así, sigue así… Aaaaaaaaggg… Síííí allí… Tócame así

– Ufff mamá… Esto me excita... Mucho –Decía, abrazándose a mis pechos  con un brazo y haciendo círculos en el clítoris con la otra– no sé si aguante… Estoy muy excitado –Gemía apretando más su verga contra mí–

– Tranquilo bebé… No lo muevas… Solo se pondrá peor, si lo haces –Yo también estaba excitada, y sentía como mis cremosos y espesos fluidos bullían y descendían paulatinamente dentro de mí–

– Aaaahh bebé… Este es uno de los puntos más erógenos… En la mujer… Pero no el único… –Le trataba de explicar entre gemidos– Debes ser siempre muy delicado

– Oooohh mamá… Yo… Yo te deseo… Mamá me gustas mucho

– Mi bebé bello… Que dulce… Así, así… Disfruta el cuerpo de mami… Tócalo todo

Lleve su mano más abajo, haciendo que me frotara la raja entera arriba, abajó, arriba, abajo en un ritmo lento pero firme, continué empujando sus dedos índice y medio dentro de ella.

– Oooh mamá… Ufff que rico se siente… Estas cremosa y caliente… Uffffhh que suave se siente meter los dedos… Quiero amarte, mucho, mucho

– Más, sigue así… Más, mete… Mételos dedos… Aaallí bebé… Más, más adentro… Mmmmmmgg –Gemía, empujando sus dedos dentro de mi concha–

Por un buen rato jugó con el clítoris y la raja, arrancándome una sucesión de gemidos continuos  –Abrí de nuevo las llaves, para enjuagarme–, Sintiendo como el agua me despejaba el jabón del cuerpo, mientras, sus dedos entraban, salían, entraban, salían, me frotaban el clítoris y me volvían a penetrar y, su otra mano me apretaba los senos y halaba los pezones –Note que él realmente disfrutaba todo aquello–, en sus manos; tocando mis encantos, en sus gemidos; llamándome, deseándome y, en sus besos; en los hombros y el cuello; la dulzura e inocencia juvenil. –Y claro, ante estas oleadas de sensaciones, yo también disfrutaba–, ¿El jabón?, bueno, sabrá dios, se disolvió entre nuestros cuerpos, el agua de la ducha y las letras del relato… Sufrió un corte presupuestario que lo saco de escena.

Me pegue a él cuanto más pude –para retenerlo– sintiendo sus manos y su verga, manosear y restregar mis partes más íntimas. Metí una mano por detrás y le apreté duro la base del guevo –se quejó un segundo, comprendiendo lo que buscaba– gire el rostro y le pedí que me besara

– Bésame… Bésame… Ven hijo –quizás besarnos distraería su excitación–

Su boca busco mis labios, se unieron, se acoplaron, mi lengua entro primera chocando con la de él en su boca, me sujete con una mano tras su nuca, mientras la otra le apretaba duro el guevo.

– Bésame… Más, pasa la lengua acariciando… Mis labios por dentro… Hazlo… Hazlo, bésame

Nuestros labios se unieron nuevamente, y deje que pasara a mi boca, sentí su lengua acariciar mis labios… La empujé de nuevo a su boca, lamiendo sus labios con la mía, empezamos a luchar con las lenguas que se empujaban y ladeaban una con la otra… Todavía era un poco tosco, pero se sentía su mejoría.

– Aaaaahhh… Mi niñooo… –Gemí llena de placer, sin poder evitar jadear entre sus besos y caricias– Frótame… Frótame más amor… Aquí, aquí, aquí

– Ufff mamá… Estoy muy excitado... Mucho –Decía, moviendo sus dedos dentro de mí– No aguanto… No creo… Resistir más tiempo

– No mi amor… Todavía no… Así no disfrutaras nada

– Mmmmmm Maamááá… ¡No, no resisto!

– Espera bebé –Dije apresuradamente, desviando la campana de la ducha– Ven, acaba en mi cara y mis pechos… Báñame con tu lechita amor –añadí, arrodillándome frente de él–

­– Enséñale a mami, como te masturbas amor… Acaba, acaba sobre mí entonces –le dije empujando mis senos por los lados y abriendo grande la boca–

No paso mucho tiempo antes de que me bañara en leche apuntando su glande grande y rosado cerca de mi boca y, en menos de siete u ocho sacudidas estallo gimiendo y jadeando tan fuerte con cada eyaculación que temí que lo hubiesen escuchado los vecinos de arriba y de abajo.

– ¡AAAAAAAAAAHHHG! ¡MAAAMÁÁÁÁÁÁÁÁÁHHHG! ¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! ¡TOMA, TOMA, TOMA! ¡OOOOOGGH... SÍÍÍÍÍ! MAMÁ, MI LECHITA… ES TUYA ¡MMMMMMFFF!  –Se corrió entre fuertes espasmos, con chorros blancos, espesos y calientes que aterrizaron en mi boca, mejillas y frente, y en la clavícula y los pechos los más débiles–

Siguió masturbándose y sacudiéndola delante de mí hasta que únicamente una espesa y cremosa gota quedo en su glande. Mientras me observaba jugar con su lechita en mi boca antes de tragarla. Cuando vi que no le saldría más, la metí en mi boca para limpiarla dándole una breve mamada.

– ¡Mmmmmhh! ¡Mi amor! que corrida tan rica… Me encanta, me encanta tú lechita… Está sabrosa, hijo –gemí, recogiendo con los dedos la leche de mi rostro y del pecho para luego lamerla, moviéndome coquetamente­–

– Ooohh mamá… No pude… No pude resistir más… Lo siento… Yo quería

– No… Nada de eso… Lo harás, perdóname a mí… Simplemente quiero que lo disfrutes más, bebé… Aunque tenga que saltar... Incluso encima de ti... Veras, que vas a disfrutarlo mucho, mucho, muchísimo bebé –le dije mientras su verga se iba poniendo flácida poco a poco con un tic, tic, tic, tic nervioso–

Me levante del suelo y nos abrazamos con fuerza; él por el cuello y la cabeza, yo por su cintura y espalda, entregando nuestros labios a una pasión libre y desenfrenada (me olvide de las demás lecciones) comiéndonos las bocas el uno al otro –estuvimos así un rato, quizás dos minutos, tal vez fueron casi cuatro– con besos cada vez más largos, cada vez más profundos donde nuestras lenguas se buscaban, se tocaban, se lamían y empujaban de una boca a la otra entre los ruidosos jadeos, bufidos, gemidos, resoplidos y suspiros de amor que resonaban seguro hasta en la sala –¡Aaaaaaaah! No, no puedo aguantar más–.

– Ooooh hijo… Por favor... Por favor, debo... ¡Ooooh cielos…! Ayúdame… ¡Ayúdame! ¡Ven chupáme! chupáme toda… ¡TODA MI AMOR!

Su boca tomó posesión de uno de mis senos, chupándolo fuertemente, llenando de lametones el tieso y duro pezón hasta morderlo y jalarlo con los labios antes de pasar al otro. No pude evitar gemir como una demente de tanta excitación y placer que estaba sintiendo. Me voy dejando arrinconar contra la pared final de la regadera, sintiendo su boca hambrienta recorrer con la lengua cada centímetro de mis pechos.

– Aaaaahh… Sí amor… Rico, rico… Ven… Ven aquí abajo… Chúpame el coño –Añadí empujándolo hacia abajo– Anda, ven… Ven y chupáme aquí… Aquí bebé

Comencé a darle caña al clítoris con fruición, mientras él seguía enfrascado en mis tetas. También podía ver como se masturbaba para recuperar su erección. Tomé su cara entre mis manos y le pedí a gritos que bajara y me chupara la cuchara.

– MMMMHHH BEBEEɅ ¡CHUPAME EL COÑO! ¡POR FAVOR, POR FAVOR! ¡BAJA, BAJA…! AQUͅ ¡CHUPAME AQUÍ! –Le gritaba jadeante a la vez que apartaba los vellos púbicos mostrándole el clítoris–

Poco a poco se iba arrodillando con la boca pegada a mi piel y sus manos acariciando mis costados. Yo separe un poco más las piernas manteniendo el clítoris despejado para su llegada –Pero la realidad supero con creces mi imaginación–, ver a David de rodillas cubriéndome de piquitos el vientre bajo; presionando y halando los vellos púbicos, me excitó toda, fue tan inesperado y sublime que resulto ser mejor que el padre; me penetraba con los dedos, mientras sus labios llegaban a destino cubriéndolo todo con cálidos y húmedos besos, frotándolo con círculos muy pequeños con la nariz y volviéndolo a besar.

– Te gusta, mamá… ¿Te gusta así…?

– SÍÍͅ MUCHO, MUCHO… MUCHO, BEBɅ ¡TUS DEDOS ME VUELVEN LOCA!

– Ufff Mamá… Que cremoso coño tienes… –Dijo llevando sus dedos a la boca– ¡Mmmmhh…! Que rica esta

– ¡OOOH DIOS, DAVID…! OOH DIOS… OOOH DIOS… ¡OOOOOOHH DIOS! Perdóname… Perdóname…. Yo también… También he soñado mucho, mucho… Contigo amor

La rapidez perversa con la que sus dedos jugaban en mi coño cremoso me estremecían haciendo flaquear mis piernas. Me tenía atrapada ¿cuándo me convertí en  una hambrienta ramera? ¿Cuánto había estado anhelando su cuerpo? ¿Quién, quien sedujo a quién?

– Ufff que rica… Y caliente estas… Si solamente pudiera

­– ¡SÍ! ¡SÍ PUEDES…! VEN, VEN… CÓGEME MI AMOR… CÓGEME COMO QUIERAS… LLÉNAME TODA, VAMOS –gemía, sujetándolo y llevándomelo al cuarto– AMAME, AMAME MUCHO, MUCHO, MUCHO BEBÉ –Añadí en el umbral del cuarto matrimonial–

Entramos encharcando todo el piso, nos tiramos mojados en la cama, nos besamos, acariciamos, abrazamos y rodamos lado y lado entre jadeos y gemidos. Quede ahorcajada encima de su sexo, muy emocionada y caliente. Entre jadeos me entregue al sexual instinto de complacer mucho, mucho, mucho al hombre bajo mi cuerpo, comencé a mover la pelvis adelante, atrás, adelante, atrás, adelante, atrás, adelante, atrás, rápido, rápido, rápido, muy rápido; una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces… Perdí la maldita cuenta, quizás tres o seis minutos, frotando mi sexo contra su sexo, mi coño contra su verga, mi cuchara contra su guevo, ambos miembros mojados, muy mojados por agua, calor, sudor y fluidos que se intercambiaban el uno al otro. Mientras la cama chirriaba y chirriaba suave bajo nuestros cuerpos.

Él también estaba visiblemente entusiasmado, con los ojos llenos de excitación y sorpresa,  se regocijaba viéndome mover y jadear encima de él, con mis firmes y turgentes tetas rebotando cerca, muy cerca de los ojos en ese endemoniado vaivén, escudriñado mi cuerpo con las manos, observando seguro como su sexo sé remojaba en la crema del mío.  Era desquiciante… el ¡chickin, chickin, chickin, chickin, chickin, chickin, chickin! De la chismosa cama

¡AAAAAAGGH BEBÉ...! ¡MMMMGGHH Síííííí! ¡ASÍÍÍÍ, ASÍ, ASÍ, ASÍ, ASͅ.! […] ¡SIENTEMEEE! SIENTE A MAMI

¡OOOOOGGGH MAMÁ….! ¡AAAAAAAAAGGG MAMÁ! ¡QUÉ RICO! ¡NO…PARES! ¡SIGUE, SIGUE! […] ¡NO PARES MAMÁÁÁ! SIGUE, SIGUE OOOOOOGH

AAAAAGGH MI VIDA... ¡QUÉ VERGA LA TUYA! ¡MMMMMMMHHH! […] SÍÍÍÍÍÍÍ

Me humedecí los labios con la lengua y cerré los ojos cambiando el movimiento; empecé ahora a columpiar la pelvis abajo; hacia adelante, arriba; hacia atrás, masturbándolo de esa manera –quizás tan solo un breve momento que me pareció eterno pero fue fugaz–, presionando más mi sexo contra el de él, era algo que jamás había hecho con su padre, (solo lo vi en una porno) transpirábamos y gritábamos en un estado evidente de excitación jamás imaginado. Me deje apoyar con los codos a los lados pasando las manos bajo sus axilas y sujetándome a sus hombros, jadeando en su oído que comencé a lamer y chupar salvajemente.

– ¡CÓGEME! ¡CÓGEME! QUIERO SENTIRTE DENTRO… POR FAVOR, POR FAVOR… ¡CÓGEME HIJO!  VEN AMOR… DAME COMO QUIERAS

No podía seguir así, lo necesitaba dentro de mí, sentir esa gruesa y dura verga revolcándose en mi interior. Sin advertir que por puro instinto corporal de su cuerpo y del mío, sentí como su glande se deslizaba rápidamente dentro de mi vagina –su guevo estaba completamente dentro mi– mis cálidas y cremosas paredes empezaron a bullir de excitación, contrayéndose y dilatándose alrededor de aquella verga.

– ¡AAAAAAAAGGGHH...! […] SÍÍÍÍÍÍ, TE SIENTO, ¡TE SIIIIIENTO AMOOOOR! ¡BIENVENIDO, BIENVENIDO MI VIDA! QUE GRUESOO, QUE GRUESO […] ¡MI AMOR! OOOOH DIOS… ¡QUE GUEVO TAN RICO!

– OOOOOGG MAMÁ... PUTA MADRE… […] QUE RICO SE SIENTE… AAAAGGH  ¡MAMÁ! NO, MAMÁ… AAAAGGGH, NO ASÍ NO… YO QUERÍA… CAMBIA, ASÍ NOOOHH

– SÍ AMOR, SÍ AMOR, SÍÍÍÍÍ CLARO […] CLARO QUE PODEMOS… SIÉNTEME, SIÉNTEME –gritaba brincando sobre su verga–

– ¡NO MAMA, ASÍ NO! –Y haciendo uso de su masculinidad, me hizo girar a la fuerza quedando yo abajo y él arriba–  ¡ASÍ, ASÍ TE VOY A COGER! QUIERO HACERLO ARRIBA –gritaba embistiéndome con fuerza–

Quede acostada boca arriba con las piernas dobladas y abiertas, recibiendo sus embestidas, una, otra, otra, otra y otra vez, con su cuerpo casi recostado sobre el mío, abrazándonos por detrás del cuello, susurrándonos cosas al oído del uno y el otro, dejando que la cama hablara más fuerte por nosotros. Me importa un pepino los vecinos y mi marido, aquello era no apto para niños. –¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN! ¡CHUCKUN!–

– Así mi vida… Así, cógeme, cógeme… Mmmmh que rico mi amor

– Mmmgh mamá, siénteme… Siente como te cojo... ¡Uuuuff, me gusta, me gusta mucho!

– Di que me amas… Que me quieres… Que me  deseas… Dímelo, dímelo, dímelo

– Te amo, te amo, te amo mucho… Mamá… Te deseo tanto… Oh mamí, no quiero acabar Yo… Yo no quiero fallarte maá […] te deseo mucho mamá… Quiero complacerte

Sentí que respiraba agitado, sentí su cuerpo estremecerse, mientras su paloma dentro de mi cuerpo se ensanchaba y expandía más. Lo apreté dulcemente con las piernas entrecruzandolas en su cadera y tomé su cabeza con las manos.

– Ya me complaciste amor… Ya no eres un niño… Ven, ¡sumérgete profundamente en mí! –Dije, colocando los tobillos entre sus nalgas y empujándolo duro contra mí– Despacio mi amor… Poco a poco… Yo te guío amor… Despacito… Siente a mami… Disfruta, disfruta mi amor… mucho, mucho, mucho, muchísimo mi vida

– Mmmmhh… Mamá, mamá… Se siente… Es algo  tan cálido, suave y muy húmedo… Estar dentro de ti… Siento, siento… Que me estás apretando

– Oooh amor… Lo siento, es […] involuntario, ¿No te gusta…? Un poquito más… Más adentro… Despacio… Aaaaaahh… Que rico… aaaaahhhhhhh.

– No… No es eso maá… Me gusta mucho… Pero tengo miedo… Miedo de moverme y  correrme… Quiero sentirte así y no correrme nunca

– Mmmmh, que lindo, mi amor… Ven, hazlo despacio… Despacito, sal, entra, sal, entra… Es fácil, relájate y veras que lo disfrutaras mucho, mucho, mucho… Ven bésame amor.

Nuestras bocas se juntaron en besos suaves y prolongados, mientras, su cadera se movía en un ritmo lento y sosegado; salía, entraba, salía, entraba, salía, entraba

– Así amor… Así… Siente mis paredes abrazar tu miembro… Deja que tu verga gruesa se derrita en mi interior… Así mi vida… Lléname, lléname toda

– Oh mami… Te deseo mucho, mucho… Quiero hacerlo bien… Es tan rico

– ¡Oooohh mi amor! ¡Cogeme…! Así, así, así ¡como tú quieras! ¡ooooh Dios! ¡Mmmmmh! Te siento duro… ¡Aaaah que rico! –Empecé a marcarle un poco más el ritmo con los tobillos en sus nalgas–

El vaivén de sus caderas empezaba a subir mientras nuevamente nos comíamos la boca. Poco a poco nuestros gemidos eran cada vez más fuertes, más audible, creo que se volvían a escuchar un piso arriba y un piso abajo.

– ¡SIÉNTEME… SIÉNTEME…! OH MI VIDA, ASÍ, ASͅ ¡PENETRA A MAMI…! ¡MÁS! ¡DAME MÁS MI VIDA! ¡GHHAAAA! ¡AAHAAAAHAA! ¡CÓGEME, CÓGEME, CÓGEME!

Estaba al borde de uno, dos o tres orgasmos… Quizás más, no sé si era por los cambios de ritmo, nuestros gritos o el chirrido de la cama, no lo sé, lo más seguro es que fuera a causa de que era él. A medida que me penetraba empecé a subir el ritmo empujándolo más fuerte poco a poco con los talones sobre sus nalgas, iba arrancando a cada movimiento, a cada embestida de sus más hermosos gemidos nuevamente

– ¡MAMÁ, AAAAAHHG… MAMÁ! TE SIENTO… TE AMO, TE AMO, TE AMO MUCHO AAAAAAAAAAAGGGHH… ¡MAAAAMAAAAAAAAHH! –Eso fue el gemido más hermoso que jamás había escuchado, lindo, inocente y excitante–

Decidí ir más allá y empecé a contraer la vagina con más fuerza, apretando mis paredes una, otra y otra vez sin pudor alguno y sin frenos, empujándolo con más gana con los talones.

– ¡CÓGEME, DURO, DURO MI AMOR!  ¡CÓGEME BIEN RICO!

Él comprendió que no importaba si acababa y, comenzó a ir más deprisa. Se escuchaban los ¡Chap, chap, chap, chap, chap! de su pelvis chapoteando contra la mía. Nuestros cuerpos y nuestras mentes estaban conectadas en un estado auténtico de frenesí, ansiedad, lujuria y locura. Besándonos profunda y entrecortadamente por los gemidos y jadeos que resonaban hasta en nuestros cuerpos, a la vez que él seguía, seguía y seguía, dándome cada vez más duro, ahogándonos entre fuertes, muy fuertes gritos y aullidos de placer, solamente acallados por nuestras bocas devorándose.

– OOOOH... ¡SÍÍÍ BEBÉ, CÓGEMEEEE! ¡ASÍ, ASÍ, ASÍ CLAVAMELA…! ¡MÁS DURO AMOR!

– AAAH... QUÉ BIEN… ¡SIENTE MI VERGA! ¡SIÉNTELA, ASÍ, ASÍ! ¡UUUFFFFF QUE RICO COÑO TIENES! ¡TOMA MAMÁ! ¡TOMA, TOMA, TOMA…!

– ¡AAAAAAAAGGG MIAAAAAAMOOOOR!  QUE DIVINO… ¡MÉTEMELA DURO, MÁS DURO BEBÉ!

– ¡MMMMMMGGH! […] AAAAAAAGGGHH… ¡SIÉNTEME MAMÁ! ME LA PONES DURO… MAMÁ

A cada minuto el ritmo era más rápido, más fuerte, más violento. Los gemidos subían cada vez más de decibeles, casi como aullidos, como gritos y bramidos de placer. El tiempo parecía correr muy lento o nuestros cuerpos muy deprisa –Estaba al borde de la locura– en mi mundo existía únicamente esa verga que me penetraba a un ritmo demencial –¡Tal éxtasis era mucho más de lo que podía aguantar!– las piernas me temblaban incontrolablemente mientras que una sucesión de constantes espasmos me arrancaban orgasmo tras orgasmo, orgasmos que se encadenaban el uno con el otro hasta convertirse en uno nada más. Me volví loca moviendo las caderas con violencia; las hacía girar y mecer arriba y abajo, empujando y soltando su verga con los talones en sus nalgas, la sentía dura, muy dura dentro de mí, la noté caliente, muy caliente entre mis paredes, la sentí hinchándose, contrayéndose y poniéndose rígida como una barra de metal, noté como latía muy fuerte dentro de mí, como su pecho resonaba en mi pecho, hasta que con un fuerte gritó me penetro hasta el fondo en su última embestida, derramando chorros y más chorros de leche ardiente, muy ardiente en lo más profundo de mi vientre entre incontenibles, fuertes, potentes y profundos espasmos. Mientras en el interior, mi crema y su leche se batían, se mezclaban y fundían, mucha crema y mucha leche… Haciendo ricos suspiros abajo y jarabe de lenguas arriba.

– ¡AAAAAAAGG SÍÍÍÍÍÍ...! ¡NO PARES, NO PARES…! ¡COGEMEEEEE! ¡DURO, DURO, DURO BEBE!

– ¡OOOOOGGGH MAMÁ...! ¡SÍ, TOMALA...!  ¡SIENTE MI VERGA ENTERA! ¡AAAAAAAGGH! ¡NO AGUANTO…! ¡DUROOO HASTA DENTRO...! ¡AAAAAAAAAAGGH! ¡ME CORROOOOHH!

– ¡AAAAAAAAAGGHHH SÍÍÍÍÍ AAMOOOOR…! ¡NO AGUANTO MAAAAAAS! ¡OOOH DIOS! ¡ME ESTAS LLENANDO MI VIDA! ¡QUE RICOOO! SÍÍÍÍÍ

– MMMMMMMMGGHH….  HAAAAAAAHHAAAAHHAA SEEEE SIENTE, SIENTE MI LECHE MAMÁ

– AAAAAAAAAAHHH MI AMOOR… TE SIENTO… SIENTO TU LECHE… MUY, MUY, MUY DENTRO DE MI AMOR

– ¡BRAVO MI AMOOOR, BRAVO! FELICIDADES… –Sus ojos estaban brillantes, como seguro igual estaban los míos–YA ERES UN HOMBRE, YA ERES UN HOMBRE MI AMOR –gemía y le daba un piquito– ERES ESTUPENDO

Con la última descarga y el último espasmo, David se derrumbó de costado apoyado muy cerca de mi pecho y mi brazo, lo abrace suavemente como a un niño, sintiendo cómo su cuerpo acelerado, se desvanecía y relajaba dulcemente complacido, entre largos y profundos suspiros. En su rostro se refleja una alegría inmensa y profunda felicidad, me dio un último beso en la mejilla llenándome también de alegría y felicidad –TE AMO MUCHO MAMÁ– dijo finalmente frotando su mejilla con la mía.

Nos quedamos un rato descansando en silencio y tranquilidad. Luego de tantos esfuerzos y placeres recibidos, en solo un par de minutos nos quedamos dormidos. La ducha seguía abierta, por lo que el constante ruido me ayudo a despertar.

Camine desnuda hasta el baño y cerré la ducha, fui de nuevo al cuarto y me vestí cómodamente. Limpie el desorden del baño, la sala y los cuartos. Me distraje en la cocina preparando un par de bocadillos. Fui al dormitorio y lo desperté.

– David… David, despierta hijo… Tu papá –¡ZAAAAAAZ! como en Tom y Jerry casi pega del techo­– tu papá aún no llega… Y apenas son las 4:36 p.m.

– ¡MAMÁ! COÑOOO…que susto

– Prepare unos granjeros de pollo, ven a comer. –Dije saliendo del cuarto, y recostándome en el sofá de la sala–

Él se demoró un par de minutos en salir… Se había colocado un short y franelilla

– Mamá… ¿Dónde está el granjero? Solo veo la miel y mermelada aquí

– Aquí amor, aquí está tu granjero –dije, abriendo la bata de paño que llevaba puesta, contorneándome coquetamente envuelta en tacones, medias, liguero y sostén rojo nada más– Muslito pa aquí, muslito pa allá –añadí, abriendo las piernas– pan, pan, pan y ñan, ñan, ñan