Ni me lo imaginaba (III)

EL juego fetichista acabó por ser carnal un verano en el que un muchacho descubrió el sexo que realmente le gustaba.

Como todas las mañanas me desperté empalmado pero además aquella mañana también cachondo. Con esa calentura que va más allá de lo físico y que no se pasa con una paja.

Recordaba sus besos, sus olores, sus sabores. Recordaba fotogramas de la noche anterior que supusieron un cambio en mi vida. Mi verdadero despertar sexual que era mucho más excitante que lo que había vivido hasta entonces.

Con la disculpa de quedarme a leer no bajé a la playa con la familia. Esperaba alguna noticia del vecino aunque no sabía cómo, porque ni nos cambiamos teléfono ni otra forma de contacto.

Ni rastro de su sombra en el cristal de la terraza, tampoco a través de la ventana de su habitación. Sólo pude ver su cama deshecha.

Al medio día no me pude negara a salir  a tomar algo con mis tíos antes de comer.

A la vuelta, cuando salimos del ascensor en la planta doce casi me da un paro cardiaco. El vecino estaba metiendo en su casa cajas de azulejos. Llevaba sólo un pantalón corto gris de chándal de esos que dejan adivinar hasta el cipote si los llevas sin calzoncillos.

  • Hola chaval. ¿Cómo va eso?- Me dijo mientras levantaba una de las cajas.

  • ¿Ah pero os conocéis?- Preguntó mi tío sorprendido.

  • Es que….- Empecé a explicar si saber cómo terminar la frase.

  • Más o menos. Ayer me atropelló por la escalera y casi me tira la leche- Respondió con toda naturalidad y toda la malicia a la vez.

  • Si es que siempre va corriendo a todas partes. La prisa de los jóvenes, ya sabe- Dijo mi tío conciliador.

  • No se preocupe. Todo tuvimos esa época. Soy el vecino del A. -

Se presentaron y mi tío que no sé qué le dio con él, le ofreció que yo le echara una mano si lo necesitaba.

  • Pues muchas gracias, mi mujer se ha tenido que ir y me vendría bien una mano. Mañana llega el albañil y tengo que subir el material y mover algunos muebles- Mi tío y el vecino sin contar conmigo acordaron que me pasara por su casa a la hora de la siesta. Sin querer mi tío me había dado la excusa perfecta para echarle no una mano, las dos, mi boca y mi culo.

De nuevo los nervios del día anterior y las ganas de ir al baño. Casi no pude comer y no sabía cómo disimular mi inquietud. Cuando acabamos no pude esperar más y me escabullí con el pretexto de acabar lo antes posible para ir un rato a la playa.

Me abrió con una sonrisa pícara hablando por teléfono. Con un gesto me hizo pasar y sentarme en el salón. Se colocó a mi lado mientras explicaba a alguien los detalles de un viaje, dónde apearse de un autobús y cómo llegar a la casa. Yo quería mirar a ninguna parte haciéndome el distraído hasta que noté que cogía mi mano y la soltaba sobre su paquete en reposo. Le miré pero seguía a su conversación. Manoseé su rabo por encima del pantalón que ya estaba cogiendo forma. Con su mano libre se tocó el nabo por dentro yo pensaba que para colocársela pero se dio un buen refregón por la polla y los huevos. Después la sacó y la puso en mi cara apretando mi nariz. Volvía a notar su olor a macho sudado. Inspiré haciendo el menor ruido posible. Después saqué la lengua pasa lamer la palma de su mano y hacerme con su sabor en mi boca. El cabrón sonería mientras seguía hablando como si nada. Lamí sus dedos algo húmedos y los metí uno a uno en mi boca mirándole a los ojos con toda la intención de ponerle cachondo.

Lo conseguí a juzgar por el bulto que se hizo en su pantalón.

Se puso de pie y se quitó la camiseta. Soltó el cordón del pantalón y éste se deslizó hasta el suelo quedándose desnudo sólo con las zapatillas de correr que llevaba sin calcetines.

Ahí lo tenía. Un dios moreno, con la polla enhiesta y yo sin saber por dónde empezar.

Con una señal que dijo que me acercara y lo hice poniéndome de rodillas delante de él. Con su mano me llevó la cabeza hasta sus pelotas y yo empecé a lamer como un perrito. Notaba su sabor a macho currante y su aroma que me volvía loco. Entre su bosque de pelo negro, lamí un huevo después el otro, intentaba meterme los dos en la boca pero no era posible. Noté que le gustaba que la pasará la lengua por uno y después el otro y así estuve un rato. Ahora se le notaba que le costaba mantener la conversación y eso me dio morbo. Quería ponerle cachondo y que no pudiera evitar pasar un apuro mientras terminaba de hablar.  Entonces dirigió mi cabeza hacia su polla, no para lamerla despacio como el día anterior. Me la metió en la boca a la primera de cambio. Yo solté un gemido y él se puso la mano delante de los labios para indicarme silencio. La fui lubricando con mi saliva y metiéndomela todo lo que podía. Tanto que algunas lágrimas empezaron a brotar lo que le complació por la forma en que me miraba. Me la saqué para tomar aire y el aprovecho a pasar un dedo por la raja de su miembro y llevarse en él una gota transparente. Yo abrí la boca instintivamente y metió su dedo con sabor salado.

Tanto me gustó que fui yo quien lamió su cipote buscando alguna gota más de su líquido.

Por fin acabó de hablar por teléfono pero siguió de pie mientras yo arrodillado comía polla como sino hubiera un mañana.

  • Te veo con ganas ¡eh chaval!-

Yo no pude responder porque justo en ese instante me había encajado la polla en la garganta como no lo había conseguido antes. Bufó como un toro sintiendo su rabo ahí dentro y eso me animó a mantenerme ahí unos momentos más hasta que la saqué para jadear y tomar aire.

Me cogió por las axilas y como un muñeco me puso de pie. Se colocó detrás de mí y así caminamos hasta la barra que separaba el salón de la cocina. Me quitó la camiseta, y tiró de mis bermudas y calzoncillos dejándomelos en los pies. Después me empujó hasta que sentí mi pecho sobre el mármol. Allí echado le oí revolver por la cocina y entonces sus dedos tocaron por primera vez mi hoyuelo. No me lo esperaba y un relámpago me recorrió desde el culo hasta la cabeza. Comencé a ponerme nervioso y apretar involuntariamente mis cachetes.

-Tranquilo chaval. Relájate que te va gustar- Sus dedos pringados de algo aceitoso entraron en mí con cierta dificultad pero también mostrándome algo de placer no imaginaba. Yo gemía y la vez me quejaba. Era una extraña mezcla.

  • También va a ser el primer culo que me voy a follar chaval y vamos a hacerlo juntos- Aquellas palabras me pusieron a mil. No dudaba que me decía la verdad como yo se la dije a él. Entonces, algo caliente se restregó contra mi raja. Fue una sensación increíble. Al menos hasta que empezó a presionar. Dejé de hacer fuerza con los brazos y me apoyé del todo en el mármol dejándole hacer. Noté como entraba en mí y aquello me hizo calentarme más. Estaba notando a aquel machote en mi interior. No sabía si ya tenía toda su polla dentro cuando empezó un lento mete saca que le hizo bramar.

  • Eso es, relájate y deja que entre en ti- Me susurró al oído mientras su pecho mojado se ajustaba a mi espalda. Las piernas me flojeaban y estaba más sujeto por la mesa y sus empujones que por ellas. Aumentó el ritmo.

  • Para, para tío. Que me cago- Le dije temiendo lo peor. Él frenó en seco.

  • Tranquilo no hay prisa. Yo creo que debe ser normal pero no lo sé. Si quieres te la saco. Lo que tú me digas- Y yo sin saber qué responder. Como no decía nada noté que empujaba metiendo otro tramo de polla y llenándome el culo.

  • Quieto. Ya la tengo toda dentro. Deja que tu culo se acostumbre chaval. ¿Te gusta?-

  • Si tío pero quédate quieto. Así estoy bien- respondí con un hilo de voz. Entonces sentí su lengua en mi nuca, en mi cuello, en mis orejas. Me vi desde fuera como si fuera una película empalado por aquel tío sobre la mesa mientras sentía su lengua.

Estuvimos varios minutos en esta posición hasta que de nuevo comenzó a moverse. Poco a poco su ritmo hizo que sintiera sus pelotas chocando en mi culo levemente. Yo era un muñeco dejándome follar. Comenzó a moverse más rápido, a respirar agitado sobre mi nuca y del vacío entre mi espalda y su pecho surgieron extraños sonidos.

Ahora me follaba más fuerte y hasta el fondo. Sacaba un poco de polla y embestía de nuevo dándome un nuevo fogonazo en el culo.

  • Dame, dame más- Dijo mi boca sin que yo le diera permiso. Y lo hizo. Comenzó a una follada sin tregua que calentaba mi culo a mil grados. Sus alaridos hacían ver que estaba disfrutando y eso aumentó mi excitación que ya estaba por las nubes.

De pronto sentí que se salía de mí. Imaginé mi culo abierto y noté el aire penetrar. No me moví.

Oí que cogía de nuevo un bote y apretaba. Sentí  aceite sobre mi culo y parte chorreando por mis muslos.

De nuevo su cipote en mi culo. Me la metió entera de una vez y no pude evitar gritar. Me puso la mano delante de la boca para que no gritara y sacó del todo su polla. La volvió a meter hasta el fondo.

-Voy a jugar con tu culo hasta que me canse chaval. Me está dando mucho placer- Y siguió sacándola y metiéndola entera lo que de nuevo me hizo temblar las piernas. De pronto noté su ausencia.

Sus brazos me ayudaron a incorporarme, girarme y apoyar mi espalda en la mesa. Después me levantó las piernas colocándolas sobre sus hombros y de nuevo su cipote caliente en mi entrada. Ahora le veía la cara y eso me gustaba. Me la clavó sin miramiento y mi culo ya acostumbrado se dejó. Con todo su rabo dentro, comenzó a besarme como un salvaje. Me mordía los labios, me llenaba de lengua mientras entraba y salía a su antojo. Me encantaba ver su cara de placer.

Sin más se quedó quieto, pasó sus brazos tras mis hombros y me apretó muy fuerte. Yo también le abracé lo más fuerte que pude. Así inmóviles nos besamos con pasión, ternura y excitación todo en uno.

Bajó un poco las manos por mi espalda me atrajo hacia sí y me incorporó insertado en su rabo de acero. Después me despegó de la mesa sujetándome y llevándome contra la pared. Me folló a pulso dándome estocadas cada vez que bajaba. Notaba su rabo que se clavaba en mí hasta las pelotas.

No tenía fuerzas para sujetarme pero lo intentaba para evitar que la follada fuera muy brusca. Así me tuvo un rato mientras yo apretaba mis piernas sobre su culo para no caerme o parar que me la metiera más no lo sé, la verdad.

  • Chaval me tienes loco. Nunca había follado así.- Me dijo entre bufidos y besos. Yo sí que estaba loco con lo que estaba viviendo. Notaba los azulejos frescos en mi espalda, su polla caliente en mi culo, sus besos húmedos, su pecho sudado pegarse al mío. Necesitaba pajearme pero no me atrevía a soltarme. Lamí su cuello, sus orejas y eso le puso más caliente porque gimió como un poseso aumentando la velocidad hasta un ritmo endiablado. A punto estaba de pedirle que me la sacara cuando sentí algo en mi culo, no sabía qué pero sus jadeos me aclararon que me estaba preñando contra aquella pared.

Poco a poco se fue relajando y yo quedé suspendido de sus brazos. Se salió de mí y me deposito en el suelo con cuidado. Nos abrazamos y nos besamos mientras yo sentía algo recorrer mis piernas que esperaba que fuera su leche. Le quité el sudor de la frente y él se colocó otra vez detrás de mí haciéndome caminar.

Llegamos a la habitación y nos echamos en la cama respirando profundo para recuperar el aliento.

Yo di un salto y entre-cerré la ventana porque sabía exactamente hasta donde podía verse desde mi habitación del otro piso.

Encendió un cigarro. – Ya he subido todo el material pero si necesitaría que me ayudes a traer varias garrafas de agua. Voy a hacer obra en el baño y estaré un par de días sin ella. ¿Te importa?- Yo lo único que quería era pasar el mayor tiempo posible con él.

Apenas le conocía pero quería tenerle cerca, sentirle, darle placer.

  • ¿Así que te gusta ir oliendo tíos por ahí?- Me espetó sin más rompiendo el silencio.

  • Joder no lo digas así. Me gustas tú- Respondí algo ofendido por el tono.

  • Ya pero cuando cogiste mis calcetos de correr no me conocías- Lo que me dejó sin respuesta.

  • Es verdad, no sé por qué lo hice. Pero créeme que fue la primera vez. Yo tampoco me lo explico.- comenté pensando en alto. Después un silencio.

  • Cuando éramos novios yo también me hice algún pajote con las bragas de mi chica.- Confesó mirando al techo.

  • ¿Y tienes alguna fantasía por cumplir?- Me miró fijamente lanzándome el humo a la cara.

  • Igual no me crees pero hasta que cogí tu media no era demasiado sexual. Desde hace dos días voy cumpliendo una tras otra. Lamer tus sobacos, oler tus pelotas, dejarme follar. Son cosas que no imaginaba pero que me han gustado- Dije con sinceridad, quizá demasiada. Todavía no sabía cómo se llamaba mi vecino y ya le hablaba como si fuera mi mejor amigo.

  • No me has respondido- Volviendo sobre el tema.

  • Mmmm. A ver. Hace dos días te vi durmiendo la siesta.- A medida que hablaba me daba cuenta de que igual estaba cometiendo un sincericidio pero seguí adelante.

  • ¡Qué cabrón así que espiando por la ventana! ¿no?.-

  • Bueno fue casualidad. Estaba boca abajo y tu culo se marcaba en el slip. Me sentí muy cerdo pero quise estar metido en él  para poder olerlo o lamerlo, o las dos  cosas.

  • ¡Qué cabrón!- Se incorporó un poco, como interesado en lo que le contaba.

  • Cabrón tú que te tiraste un pedo que me cortó el rollo- Le espeté.

  • Jajaja. Bueno joder es lo que hacemos todos en la intimidad ¿no?.¿Y ya no seguiste?-

  • La verdad es que sí. Estaba caliente como un mono así que me hice un pajote mirándote e imaginando que te mordía el culo.-

  • ¡Qué cabrón!- Parece que se lo pensó pero se dio la vuelta quitando la almohada y poniéndose cómodo. Ahí tenía su culo más blanco que el resto del cuerpo por la marca del bañador de que salían unos vellos largos y negros.

  • Bésamelo- Me dijo de lo más desinhibido. Ya sabemos que para los heteros garrulos, entre los que me incluía,  hablar de pollas es normal pero el culo es zona sagrada que te convierte rápidamente en maricón.

No perdí tiempo por si se arrepentía. Me coloqué entre sus piernas abiertas y comencé a besar sus cachetes mientras se retorcía por las cosquillas. Después de la follada estaba muy sudado y su aroma a sexo me llegó de golpe. No sabía bien cómo hace aquello pero de los besos pasé a la lengua. Lamí su culo despacio yendo a su raja. Desde arriba fui reconocimiento su valle recorrido por un riachuelo de sudor. Mi polla estaba a mil otra vez. Fui bajando poco a poco mientras el vecino abría algo más las piernas dejándome hacer. Pasé por su ojete peludo hasta llegar a la zona de atrás de sus huevos mientras se retorcía. Le estaba gustando.

Yo no me cansaba de lamer y llevé mi lengua a su agujero que poco a poco parecía abrirse. Instintivamente hurgué en él hasta introducir la punta de la lengua lo que le hizo pegar un respingo.

En eso estaba cuando noté su manaza tras la nuca aprisionándome contra su culazo de macho. Yo relamía y aspiraba con la boca y su hoyuelo se agitaba al contacto con mi lengua. No me podía creer que le estuviera metiendo la lengua en el culo a mi vecino pero la realidad es que estaba a punto de correrme.

Se recolocó supongo que para hacer sitio a su polla que debía estar de nuevo en disposición de guerra. Salí de las montañas de carne para tomar aire y pude ver su agujero palpitar. Esa visión tan cercana me hizo correrme sin tocarme mientras gemí como un poseso. Se dio la vuelta y al verme corriéndome llevó su mano a mi polla para recoger algún trallazo que se esparció por el pecho.

Yo estaba exhausto pero saqué fuerzas para lamer su capullo mojado por auténtico zumo de macho. Pasaba la lengua por todas partes saboreando y mirándole como gemía y se mordía el labio. Sin aviso previo me llenó la lengua de leche, también la frente y un chorro saltó a mi espalda. Seguí lamiendo ahora ya todo el rabo pringado. Me miraba complacido y seguro que cachondo.

Abrí la boca y su néctar cayó sobre sus muslos y pelotas. El cabrón se lo extendió por ellas dejando toda la zona brillante. Mi polla se puso en posición con algo de dolor protestando por no dejarle tiempo a reponerse.

Tiró de mí hasta colocar mi cabeza sobre su pecho mojado. Respiramos en silencio.

Le acompañé hasta el super, hicimos las compras y nos cambiamos los teléfonos aunque me explicó que debía ayudar al albañil para que le cobrara menos así que dudaba que pudiera tener tiempo en los dos días siguientes. Además se iba a quedar en su casa así que no tendríamos sitio para encontrarnos. Yo no quería ver las dificultades porque sólo quería estar con él y me daba lo mismo dónde y cuándo.