Ni me lo imaginaba (II)

Una primera experiencia fetichista de un chaval le llevó a conocer nuevos placeres que no imaginaba.

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Este relato está dedicado a los que quisieron saber cómo siguió esta historia que escribo lo más fielmente posible a cómo me la contaron.

Pasé el día inquieto pensando si acudir o no a la cita con el vecino. Pensar en mi primera experiencia y que fuera con un desconocido me tenía nervioso pero a la vez cachondo.

Al final concluí que él tampoco iba a querer problemas con el vecindario así que no era tan inseguro ir y ver qué pasaba. Mis tíos estarían al otro lado de la pared si algo iba mal.

Me inventé unos amigos que me habían propuesto salir, me vestí, me peiné el tupé con esmero y a las diez me despedí. Estuve unos segundos escondido en la escalera por si mis tíos me miraban por la mirilla y finalmente llamé a la puerta.

Abrió y por fin estábamos frente a frente. Él quince con años más, diez kilos más, diez centímetros más y un cuerpo mucho más definido que el mío. A diferencia de nuestro choque en la escalera su expresión era sonriente.

Las piernas me temblaban cuando entré en su apartamento. Todo estaba muy blanco y nuevo y por las paredes había fotos suyas con su mujer e hija.

Me invitó a sentarme mientras, en un silencio de horas, apuraba un vaso que parecía agua con limón exprimido. Venía de correr.

Llevaba las zapas que yo había tenido en mi manos, las mismas medias de futbol verdes caídas, sus mallas negras cortas con la polla marcando a un lado y una camiseta blanca que transparentaba por el sudor del pecho y abierta por los costados casi hasta la cintura.

Por los lados le corrían gotas de sudor que bajaban de sus axilas peludas. La polla se me estaba poniendo morcillona y comenzaba a tener ganas de ir al baño, como antes de los exámenes.

Casi susurrando me dijo - ¿Te gustaron mis slips?-

Yo sonreí y asentí con la cabeza.

  • Aluciné cuando vi una mano que cogía mis medias correr la otra noche-.

  • ¿Me pillaste la primera noche?-

  • Sí. De casualidad vi desde el pasillo cuando las cogías. Pensé que me ibas a robar las zapatillas pero después me pareció raro que alguien se llevara unas tan viejas-

  • Ayer casi me cago de miedo cuando te oí-

Se carcajeó. –Ayer te estaba esperando a oscuras. Me fui un momento al baño y cuando volví faltaba la zapa que tenía las medias. Me puse cachondo de imaginar que te la estabas pelando con ellas. ¿Por qué eso hiciste no?-

Yo asentí otra vez con la cara como un tomate.

  • Escucha chaval yo no soy marícón pero me puso burro imaginarlo. No quiero ni un problema. Así que si te quedas promete no decir ni palabra a nadie.-

-Claro- Respondí

  • Claro ¿qué?- insistió.

  • Prometo no decir nada a nadie-

  • ¿A quién la iba a contar aquello?- Pensé yo. Dos días antes ni miraba a los tíos y menos pensaba en estar con uno.

Me invitó a tomar algo y le pedí una cerveza para aplacar los nervios. La tomé rápido e hizo su efecto además de marearme un poco mientras hablábamos de la playa y los lugares de la zona. Tras un silencio me miró con cara de vicio o eso me pareció a mí.

  • Desnúdate- Me dio vergüenza pero me quité el polo, las bermudas y los calcetines quedándome con un bóxer blanco.

  • Del todo- apuntilló. Lo pensé y me quedé de pie con el rabo en alto del que caía una gota síntoma de mi excitación.

  • Te veo contento chaval- y se volvió a reír. Yo hice lo mismo en una mueca forzada. Nunca me había sentido observado de aquella manera.

  • Tú tranquilo que no vas a hacer nada que no quieras, aunque yo creo que quieres muchas cosas-

  • Vale-

  • Date la vuelta y enséñame ese culo. – Hice lo que me dijo dándole la espalda.

  • Ábretelo- Lo hice con menos rubor al no verle la cara.

-Ufff chaval, si parece el de una nena. Casi sin vello-

  • Tengo poco vello y me depilo las piernas para nadar-

Se acercó. Noté su respiración en la espalda y sus dedos descendiendo hasta llegar al culo. Lo cogió con fuerza con ambas manos y la polla me dio un respigo.

  • Nunca he estado con un tío pero la verdad es que ese culo me gusta- Se apretó contra mí y noté su paquete duro contra mí culo.

Como el día anterior en la escalera me cogió de los hombros. Me giró hacia él. Lo tenía a pocos centímetros y podía apreciar su aroma a machote lo que me hizo suspirar.

Levantó un brazo y un efluvio más intenso llegó a mi nariz. Volví a suspirar.

Ni me imanaba que me podía poner tan cachondo estar tan cerca de aquel bosque velludo y brillante.

Me asió con la mano y me acercó casi hasta tocar sus vellos bajo el brazo. El olor era más intenso y mi polla estaba casi a reventar.

  • Dale un besito- Me dijo en un susurro. Lo hice y la humedad llegó mis labios.  Seguí poco a poco y lo toqué con la nariz,  la frente,  los pómulos. Notaba su olor llenándome y la humedad por toda la cara. Gemí como nunca había hecho. Como lo hacen en las películas. Me dio vergüenza pero también un poco igual.

  • ¿Te gusta oler a machos sudados eh?-

Le miré a los ojos. – Es la primera vez-

  • Claro, claro. Eso dirás siempre. Seguro que te pajeas con los gallumbos de tus compañeros- Me estaba tomando por un cerdo pero desistí de desmentirle.

Subió el otro brazo y repetí operación esta vez sacando un poco la punta de la lengua y probando así por primera vez  el sabor a macho.

Por abajo mi nabo chocaba contra su paquete inflamado embutido en las mallas.

  • Siéntate. Quiero ver cómo lo hacías a noche- Le obedecí y mientras sonreía se quitó las mallas y después los slips con cierta dificultad para sacarlas con las zapas puestas. Por fin vi su polla erecta que babeaba a pocos centímetros de mi cara. Tan pocos que un aroma a cojones sudados me invadió recordándome al de mi mano después de pajear a mi compañero de Erasmus.

Me acercó los slips a la nariz. Yo aspiré sonoramente y gemí otra vez pero ahora ya sin vergüenza. Cogió mi mano e hizo que sujetara con ella los slips en mi cara. Los restregué buscando su olor a sudor,  a meado que pronto encontré y tras darles la vuelta, el olor a su culo que el día anterior vi por la ventana.

El tío me miraba y seguía pajeándose su enorme polla morena que relucía por el precum.

  • Sigue- Me dijo con cara de vicio.

Yo le mantuve la mirada y por primera vez tuve la intención de ponerle cachondo. Saqué la lengua y la pasé por el interior del slip. Estaba húmedo por su sudor, con alguna zona algo amarilla y algún pelo largo de sus pelotas. No sabía si era el mismo que el día anterior pero lo supuse porque  el aroma era es más intenso, mucho más intenso.

Se sentó en el sofá y me ordenó, ese fue el tono, que le descalzará y le diera un masaje.

  • Es que no sé- Le dije algo cortado.

  • Pues mira que bien que así puedes aprender.- Me respondió con cierto cachondeo.

Me puse de rodillas. Él apoyo las zapas en la mesa. Tiré de ellas, nervioso sin aflojar los cordones. Una bocanada de olor me llegó nada más descalzarle el pie derecho. Llevaba tres días oliendo aquellas medias viejas.

Verle en pelotas, brillante por el sudor y dándole meneo a su polla me puso más cachondo. Gemí sin querer una vez más y me dediqué a masajear como pude aquel pie de un 45 por lo menos. Notaba como las manos se impregnaban de su humedad.

Le miré a la cara. Él cabrón estaba encantado con el masaje. Acerqué un poco la nariz hasta tocar la tela. Se incrementó el olor que no me era desagradable sino excitante. Besé despacio su dedo gordo enfundado mientras seguía apretando todo el pie con las manos.

Acercó la otra zapa y no necesité más instrucciones. Le descalcé pero esta vez antes del masaje metí la nariz en ella mirándole a los ojos.

  • Cabrón. Me tienes a mil- Me estaba gustando saber que podía ponerle más cachondo.

Me pasé al otro pie masajeando lo más fuerte que podía pero el cabrón ni se inmutaba. Cerró los ojos y su cara me decía que se estaba relajando y disfrutando mucho.  Estuve así un buen rato hasta que me miró de nuevo y me dijo – Quita los calcetos- Lo hice despacio, dejando aparecer sus tobillos velludos, su empeine y finalmente sus dedos.

Al ver sus enormes pies mi boca comenzó a salivar. No me atrevía a lamerlos pero me hubiera gustado.

  • Bésalos despacio- Y así conseguí un equilibro entre lo que quería y lo que me atrevía. Acerqué despacio mis labios y fui besando.  Sus dedos largos, su planta, los laterales, después por arriba.

Notaba su sudor en mis labios y mi polla casi explota.

De vez en cuando tenía en espasmo supongo que por las cosquillas así que intenté provocárselos. El cabrón sonreía.

Pasé al otro pie y seguí besando. Estaba fuera de mí. Dos días antes hubiera dicho que eso era una cerdada pero en ese momento hubiera pasado horas a sus pies.

  • Sigue besando despacio y subiendo- Levanté la cabeza pero él seguía recostado y con los ojos cerrados.

Comencé una escalada por sus piernas definidas, peludas y húmedas. Me encantaba acariciarlas mientras iba besando centímetro a centímetro. A él también porque su respiración era sonora a medida que avanzaba por sus pantorrillas, sus rodillas y tras ellas que guardaban más humedad.

Llegué a sus muslos y los separó para dejarme hacer sin mover un músculo de la cara.

El olor a polla y a cojones me empezó a llegar de nuevo. Mientras yo seguía besando, llenándome de su hedor. Parecía una zona sensible porque el tío comenzaba a retorcerse. Le puse más intención y mis besos fueron algún más húmedos y lentos. Cada vez su polla estaba más cerca mientras la agitaba con su mano a veces despacio, a veces rápido.

Era morena, tenía venas y un capullo enorme.

  • Eso no me cabe por el culo ni de coña-  Pensé.

De su cipote rojo salió una gota que cayó en su muslo. Me lo pensé pero acabe por besarla lubricando mis labios con esencia de macho. Le pillé mirándome con cara de salido y sacando un poco la lengua. Hubiera querido besarle pero no sabía si él lo querría.

Noté sus pelotas en la cabeza mientras yo besaba más abajó cerca de su culo.

  • Bien chaval, lo haces muy bien-  Me dijo entrecortadamente.

Le sonreí con mi mirada más lasciva.

Entonces me cogió la cabeza hasta aplastarla con sus cojones mojados. Joder quería quedarme a vivir allí. En su esencia de macho más concentrada. Quería lamerlos pero para provocarle seguí besando y acariciando con las manos despacio.

De cuando en cuando me azotaba la cara con su polla. Alguna gota de precum me saltaba y con sus dedos la extendía por ella.

Yo seguí besando aunque  saqué la punta de la lengua para saborear aquellas pelotas hinchadas. Al notarlo el gimió más, se pajeó más rápido y tras un momento comenzó a lanzar borbotones de leche que me cayeron por la cara, el cuello y la espalda. Estaba caliente, eso ya lo sabía, pero nunca había sentido leche de otro en mi cuerpo.

Ya sin control besé el tronco de su polla y su mano que aún la agitaba. Le daba besitos constantes y muy seguidos hasta que sin querer y sin manos me corrí allí de rodillas.

  • Joder tío. Que morbaaaazo coño. Uff- Me dijo sonriente y resoplando.

  • Ven aquí- Me arrastró entre sus brazos y me dio un beso corto que fue como un calambre.

Gemí una vez más mientras recobraba la respiración.

Un goterón de leche me recorrió la mejilla. Cuando me lo iba a limpiar me cogió la mano con fuerza.

  • Quédate así, quiero verte.- Me senté sobre mis rodillas y le miré fijamente con una amplia sonrisa de satisfacción.

Su polla pasó a quedarse en un estado medio, acomodada entre sus cojones y un muslo.

Imaginé que era el momento de irse pero no quería moverme de aquella posición. Él seguía espatarrado en el sofá y resoplando.

De nuevo fui a limpiarme la cara y de nuevo me quitó la mano sonriendo divertido.

  • Vamos a tomarnos algo frío, anda-

Sin preguntarme abrió dos cervezas y nos sentamos desnudos en la cocina. Me contó que nunca había estado con un tío y que nunca había tenido  un encuentro tan morboso. Que se hubiera conformado con una buena mamada sin más pero que había preferido verme de rodillas besándole todo el cuerpo.

Seguimos hablando un rato y le conté mi inexperiencia. Al principio parecía incrédulo pero poco a poco dio muestras de creerme y me dijo que aprendía rápido y que tenía habilidad para dar placer.

Se metía conmigo porque decía que hablaba como los libros, con palabras difíciles. Más que llamarme repelente por un momento me pareció que me tenía algo de admiración.

Seguimos charlando un buen rato, nos tomamos otra cerveza y yo comencé a sentirme algo borracho pero muy a gusto y ya sin tensión.

Noté la piel tirante y le pedí darme una ducha antes de volver a casa. Me acompañó al baño y se sentó en la taza dejando la mampara abierta mientras me duchaba. Noté sus ojos de deseo así que me enjaboné despacio acariciando mi polla, mi pecho y mi culo para ponerle cachondo de nuevo.

Él miraba tomando otra cerveza hasta que dejamos de hablar y sólo miraba.

Mientras yo me secaba se levantó y se pudo a mear de perfil. Por un lado veía su nabo morcillón meando, por otro lado su culo peludo y duro así que volví a empalmarme. Cuando se dio cuenta bromeó con que era insaciable. Nos reímos. Meaba mirándome y yo sin querer acabar de secarme cachondo otra vez.

Salí de la ducha, se la sacudió y vino hacía mí cogiéndome por los brazos y dándome un beso. Por fin sentía su lengua, sus labios carnosos y su sabor a cerveza. Me sentía muy poca cosa atrapado allí pero a la vez contento y excitado chocando mis polla son sus piernas y notando la suya húmeda contra mi barriga.

Seguimos besándonos un rato a la vez que su rabo se ponía como el acero. Me agarraba el culo fuerte y yo daba respingos cada vez que sus dedos tocaban mi abertura. Nunca me habían tocado así el culo y ni siquiera yo pude un dedo en mi ojete jamás. Me gustaba.

Una vez más sus manos se posaron en mi hombros y tirando de mí hacia abajo. Besé su cuello, su pecho prominente y velludo, su ombligo, su pubis donde quise detenerme. No me dejó.

Me colocó de rodillas delante de su polla que apuntaba al cielo. Comencé a besarla como lo hiciera con sus pelotas. Le miré, me sonrío.

  • Lamela como un helado.- En eso si tenía experiencia así que lamí el tronco despacio. Me cogió la cabeza para guiarme llegando a su glande en el que había una gota transparente.

  • Lame- Me ordenó y lo hice. Su sabor salado me puso rápido caliente como si acabara de llegar a su cara. Seguí lamiendo todo el capullo intentando mirarle a los ojos pero él los tenía cerrados.

Sus manos presionaron y me lo metí en la boca teniendo cuidado con los dientes. Era la primera polla que mamaba pero ya sabía que podía hacer daño. Seguí mamando la punta hasta que me dijo.

  • Cómela entera- tomé aire y me la fui metiendo pero no había manera de llegar al final. El cabrón bufaba como un loco. Yo lo seguía intentando entre toses y gemidos.

  • Respira por la nariz- Y cogiéndome la cabeza comenzó a follarme la boca despacio. Me encantaba estar de rodillas viendo su cara de placer. Poco a poco aumentó el ritmo y la profundidad.  Ya sólo veía sus pubis acercarse y alejarse envuelto en su aroma a macho follador. Yo seguía tragando hasta que una arcada me hizo separarme.

  • Sigue así lo estás haciendo muy bien- Y en cuanto respiré me la volvió a envainar. Me tenía cogido por los lados de la cabeza presionando cada vez más. Yo lloraba pero quería más polla a la vez. El mete-saca era brutal. Llevaba dos días deseando esto. Ahora lo sabía. El sabor inicial a meos y a leche de su anterior corrida desapareció.

  • Se le he limpiado bien- Pensé mientras me corría sin tocarme y llenando sus pies de mi leche.

  • Sigue, sigue, sigueeee- Con una mano me inmovilizó la cabeza, con otra se le meneaba mientras contraía el pecho, las piernas y yo miraba su cara de placer.

Su cipote delante de mí escupió leche llenándome de nuevo la cara y el pecho de su esencia caliente. Resopló, me miró y agitó la polla para lanzarme las últimas gotas en mi cara mientras yo miraba apretando los labios.

  • Joder chaval. Cómo la comes- Por fin me soltó para que me fuera de nuevo a la ducha.

  • Cabrón me has dejado muerto. No veas como voy a dormir hoy- Me dijo mientras yo me enjabonaba otra vez.

Volvió a mear sin contarse un pelo. Yo no puedo mear delante de gente. Le miraba hipnotizado

  • ¿Te mola o qué?- Me dijo agitando la polla y desplazando el chorro por el wáter. No respondí.

  • Ponte un poco de jabón en la mano y métete un dedo- Me dijo en tono serio.

  • ¡Qué va tío!. Nunca lo hice-

  • Por eso, hazlo para mí- Ante su insistencia que me sonó a orden me di la vuelta y despacio me abrí el culo para meterme un dedo. Sorprendentemente no me costó mucho. Fue una sensación extraña, no sé si placentera pero quería complacerle. Le miré por encima del hombro y le sonreí.

  • Ufff cabroncete, menudo culo tragón que tienes-  Y yo hundí un poco más mi dedo en mi interior por primera vez ante aquel desconocido.

  • Tío, tengo que irme es tarde-. Le dije temiendo que quisiera todavía algo más.

Seguimos charlando como dos colegas mientras me vestía. Él seguía desnudo de pie y mirándome.

  • Bueno tío, ha sido un placer- Le dije para despedirme.

  • Para mí también pero despídete de ella ¿no?- Me dijo mirando a su polla fláccida. Era la primera vez que la veía así.-

Me arrodillé y le di un beso.

  • Con lengua joder que ya sois colegas- Me dijo en plan fanfarrón.

Abrí la boca y me la metí entera notando su sabor a meado y a leche además de su sudor. Por un momento me sentí sucio pero después pensé que quería recordarlo por si no le volvía a ver. No fue el caso.

Salí a oscuras al descansillo y entré sigiloso en mi apartamento. Mis tíos me estaban esperando.

  • ¿Lo has pasado bien?- Me dijo mi tío.

  • Dame un beso, anda- Era extraño en él así que supuse que quería saber si había bebido. Se lo di algo avergonzado y me despedí antes de irme a la cama.