Ni contigo, ni sin ti (7)

Capítulo 7: EL SECUESTRO

CAPÍTULO 7:

A la mañana siguiente, desperté muy temprano, deseaba sorprender a mis padres. Ahora me tocaba a mí corresponder por todo ese amor y cuidados que me brindaron de niña y gran parte de mi adolescencia.

Mamá: hija, ¿Qué haces despierta a esta hora?

Yo: les preparaba el desayuno, dile a mi padre que venga a desayunar, se le hará tarde para el trabajo

Mamá: hija pero si la mesa está llena, ¿Cómo esperas que nos acabemos todo eso?

Yo: espero que esto no ocasione más problemas, invité a alguien a desayunar con nosotros.

Mi padre estaba listo, con ese uniforme que lo hacía ver bastante guapo, se sentó a la mesa junto con mi madre, les pedí de favor que esperásemos un poco más. De pronto tocaron la puerta y corrí a abrirla.

Jesse: -venía con un ramo de flores- creo que no es momento de contarles lo nuestro…

Yo: no se los contaremos aún, boba. Quiero que te vayan aceptando… así tanteamos el terreno con ellos

Jesse: me alegra escuchar que no lo arruiné, creí que se lo diríamos hoy

Yo: aún no lo tenemos claro tú y yo, ¿y esperas que se lo diga a ellos?

Papá: ¿quién es, hija?

Entramos y la cara de mis padres se transformó, sabían perfectamente de quién se trataba.

Yo: seguramente se preguntarán que hace ella aquí…

Mamá: hija, acabamos de reconciliarnos no creo que sea muy prudente que la hayas traído

Yo: si entiendo, pero escuchen… ella no es lo que ustedes piensan, si llegaran a conocerla se darían cuenta el gran ser humano que es… ayuda a muchas personas

Papá: con el dinero sucio de su padre. –molesto-

Jesse: tiene razón señor, es con el dinero sucio de mi padre… y si no es con eso ¿entonces quién ayudará a esas personas? Ellos están desamparados desde hace años, no hay nadie que se preocupe por su bienestar, el gobierno no hace nada al respecto, mucho menos la sociedad en general. Todos están sumergidos en sus propios problemas que ignoran la situación que puede vivir alguien más.

Papá: -serio- tienes razón, pero eso no es justificación… eres la hija de un narcotraficante, gozas del dinero ilícito

Jesse: yo no elegí a esa familia, señor… con todo respeto puedo garantizarle que jamás he participado en sus negocios, y tenga en cuenta algo, pese a todo es mi familia, y no pienso traicionarlos

Papá: podría meterte a la cárcel ahora mismo por complicidad

Yo: pero no lo harás papá –salgo en su defensa- si la traje aquí es para que se den la oportunidad de conocerla… deja tu trabajo de lado un momento, no quiero convivir con Javier “el policía”, quiero compartir con Javier MI PADRE.

Mi papá se levantó de la mesa y se fue.

Mamá: deben darle un poco de tiempo, es tan entregado en su trabajo

Jesse: no se preocupe señora, -dejando las flores en la mesa- esto es para usted… disculpe por el momento incomodo, es hora de irme

Mamá: no hija, quédate a desayunar… esto ya está listo, no se puede desperdiciar

Jesse: -sonrió- gracias señora

Desayunamos cómodamente, conversaban y  yo simplemente las veía fascinada, creo que es el sueño de cualquier chica, que la persona que te gusta y tu madre se lleven bien. Le preguntó sobre como ayudaba a las personas de la comunidad, y se ofreció como voluntaria para conseguir víveres  y ropa en la comunidad.

Jesse: señoritas –mirando su reloj- es hora de marcharme, debo pasar un momento a la oficina

Mamá: muy bien, mija… quiero que sepas que mi marido es un poco duro, pero tarde o temprano va aceptar lo de ustedes

Yo: -nerviosa- ¿Qué va aceptar mamá?

Mamá: pues lo de ustedes hija, su amistad

Yo: si verdad, -risa de nervios- te acompaño a la puerta Jesse.

Ambas nos levantamos y caminamos hacia la puerta. Mi madre se quedó recogiendo los platos de la mesa

Jesse: me ha encantado convivir con tu madre y contigo, por supuesto

Yo: a mí también… al menos sabemos que ella está de nuestro lado

Jesse: te diré algo y no lo hago con el afán de preocuparte.. Tu mamá ya sabe, o al menos sospecha que algo hay entre nosotras y no estoy hablando de amistad.

Yo: ¿tú crees? A mí también me lo pareció

Jesse: es encantadora, ahora tengo que hacer algo para ganarme a mi suegro

Yo: no es tu suegro, aún

Jesse: porque no quieres, pecosa.  Ya te dije que estoy aceptado propuestas

Yo: y yo ya te dije que no seré yo quién te lo pida…

Jesse: es hora de irme –carita triste- te quiero mucho pecosa –me dio un tierno beso en los labios y se marchó-

Estaba preocupada por mi padre, quizá me apresuré con Jesse… definitivamente no era el momento de llevarla a casa. La frustración se depositó en mi cuerpo, me desesperaba que nada estuviese saliendo como yo quería, pero no hay nada que pueda hacer, las cosas ya estaban hechas y no había macha atrás. Cuando llegó mi padre, lo senté en la mesa para conversar

Yo: no quiero que estemos enojados

Papá: yo tampoco, hija… no me molestó en realidad que hayas traído a esa amiga tuya, es lo que dijiste, no has tenido un padre, en todo este tiempo has vivido con un policía. Perdóname si a veces me olvido de eso.

Yo: tú has sido un gran padre, a tu manera claro

Papá: no te voy a negar que me preocupa esa chica, hoy tuve la oportunidad de investigarla, como bien dijo ella no tiene la culpa de pertenecer a esa familia, y dijo la verdad… ella no ha participado en el negocio. Sin embargo, no quita que derroche dinero, si tan solo vieras sus estados de cuenta, cariño.

Yo: papá, créeme que todo lo que gasta es para ayudar a los demás, les compra comida a las personas de la calle, ayuda a una comunidad entera, llevándoles despensa y agua potable.

Papá: si hija, eso vi en los registros. Por el momento te aseguro que no haremos nada en su contra, lo que no te puedo prometer es que detengamos el operativo en contra de su padre

Yo: estoy de acuerdo contigo mi viejo… haz lo que sea necesario

Días después:

Nos encontrábamos en la mansión de Jesse, específicamente en su habitación:

Yo: últimamente no salimos de aquí

Jesse: ¿te molesta? –Mordiendo mi labio inferior-

Yo: no, en absoluto…

Jesse: a mí me encanta pasar tiempo a solas contigo, ¿sabes? Aunque solo estemos aquí conversando…

Yo: estás así de quieta porque estás en tus días –riendo- si no fuera por eso.. –interrumpe-

Jesse: te estaría haciendo el amor, -beso-

-SILENCIO-

Yo: Oye… ¿Qué pasaría si mi padre atrapa al tuyo?

Jesse: ¿Qué pasaría de qué? No entiendo la pregunta

Yo: pues, con nosotras… seguramente el resto de tu familia se vendrá en nuestra contra

Jesse: si, la verdad es que no quiero ni imaginar –llevando su mano a la cabeza-

Yo: somos una especie de pareja explosiva –riendo-

Jesse: tienes razón pecosa, a pesar de que no estamos destinadas a estar juntas, aquí estamos.

Yo: te quiero mucho, preciosa –beso-

Jesse: créeme que yo te quiero más, pecosa… hermosa, -beso- divina –beso- bonita –beso-

Yo: no, yo te quiero mucho más…

Jesse: pero yo te quise primero… -sacando la lengua-

Yo: ¿Por qué estás tan segura? –retándola-

Jesse: estoy segurísima porque yo lo dije primero, oye dejemos de pelear… había olvidado mencionarte que mi primo hará una fiesta ¿quieres ir conmigo?

Yo: ¿Cómo amiga?

Jesse: no, como mi chica

Yo: ¿me lo estás proponiendo? –sorprendida-

Jesse: no, claro que no. Eso debes hacerlo tú… irás como mi chica de paso ¿entiendes?

Yo: -quitándome de su abrazo- ¿lo dices enserio? –Molesta- ¿eso soy para ti?

Jesse: estoy bromeando pecosa, -abrazándome- iremos como tú quieras, si quieres vamos como esposas.. Eso sí, tienes que pedirlo antes.

Yo: voy a pensarlo… ¿Cuándo es?

Jesse: pasado mañana, tengo mucho apetito, deberíamos bajar a comer.

Estar a su lado era genial. Lo único que me preocupaba era el no tener definida nuestra relación, tendré que tragarme mi orgullo y preguntarle si desea ser mi chica. Definitivamente la quiero en mi vida.

Empezaba a oscurecer y le pedí que me llevara a casa, no quería que mis padres tuviesen pretextos para llamarme la atención

De camino a casa

Jesse: ¿Cuándo me vas a otorgar el placer de dormir contigo?

Yo: cuando me pidas que sea tu novia, posiblemente

Jesse: ¿de verdad? –En su rostro se dibujaba una gran sonrisa-

Yo: claro que no, eso será hasta cuando nos casemos… si es que lo hacemos claro

Jesse: ahora muy tradicional ¿no? –beso en la mejilla- este cuerpecito –señalando mi cuerpo- ya fue mío, así que es justo que pueda dormir contigo… es más, llámale a tus padres y diles que haré una pijamada

Yo: no, te lo digo en serio… no pienso ser tu chica de paso, no te voy a decir que ya no te besaré porque es prácticamente imposible, pero lo que si es que ya no haremos el amor. No hasta que aclaremos lo nuestro. ¡Ya basta!

Jesse: de acuerdo, es lo justo.

Nos despedimos con un beso y me bajé de la camioneta.

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Mamá: hola hija, que bueno que llegaste… ven para que me ayudes a preparar la cena, ¿estabas con Jesse, verdad?

Yo: si mamá…

Mamá: tiene buen gusto con el color de los labiales ¿cierto?

Yo: si mamá…

Mamá: ¿recuerdas cuando eras niña? Odiabas que tus tías te besaran, porque decías que te dejaban la cara manchada…

Yo: si mamá lo recuerdo –cortando verdura- ¿a qué viene eso?

-tocaron la puerta-

Mamá: ve a limpiarte la cara, sobre todo la boca… estás manchada de pintalabios –sonríe- más vale que no te vea así tu padre, anda ve…

Corrí a mi habitación, buscando desesperadamente un espejo… cuando me vi la cara, tenía las mejillas marcadas de un par de besos, y en los labios ni se diga, era un completo desastre. Me pareció gracioso que mi madre lo tomara de esa manera. Ya no había dudas y es que ella sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo. Me apenaba hablar de eso con ella pero teníamos que hacerlo de cualquier manera.

Bajé con la cara limpia, mi madre al verme, me regalo una sonrisa… mi padre me saludó normalmente y nos dispusimos a cenar. Una vez que mi padre acabó se fue a acostar, para evitar quedarme a solas con mi madre le dije que tenía que levantarme temprano al día siguiente, así que me marcharía. Prometí ayudarle a limpiar otro día.

Mamá: tenemos una charla pendiente, Adriana –su tono de voz parecía de burla-

Yo: claro –apenada-

Jesse me llamó solo para desearme buenas noches, le conté lo ocurrido con mi madre y solamente se reía, estoy segura que lo hizo a propósito, quedamos en que al día siguiente pasaría por mí.

Al día siguiente fui a la universidad, es época de exámenes prácticos… como eran en equipo lo terminamos rápidamente, el hecho de tener nuestra micro empresa nos estaba dando muchísima experiencia, sabíamos trabajar perfectamente a contra tiempo, y en equipo. Nos acoplábamos muy bien.

En cuanto a Marco, entendió que estaba interesada por alguien más, obviamente no sabía de quién pero lo respetaba, mencionó que no se daría por vencido tan fácilmente.

Las clases acabaron y me fui a casa rápidamente, debía comprar algunas cosas para la fiesta de esta noche. Durante el transcurso del día Jesse y yo nos enviábamos mensajes lindos, recordándonos lo mucho que nos queríamos.

Mamá: ya casi es hora Adriana, y tú no estás lista

Yo: lo sé mamá, se me hizo un poco tarde –colocándome los aretes-

Mamá: ven para acá que te abrocho el vestido –acercándome a ella- que va decir Jesse, ya no va querer estar contigo por impuntual

Yo: en verdad no la conoces, seguramente todavía se está bañando… la puntualidad no es lo suyo

Mamá: tengo algo para ella –dándome una cajita-

Yo: ¿Qué es, mamá?

Mamá: un pintalabios, espero le guste el color… lo mejor de todo es que no mancha la ropa ni la cara de las personas a quien besa –riendo-

Mi nerviosismo aumentó ante su comentario, y ella salió de mi habitación. Mi padre aún no llegaba, planeábamos decirle que iríamos a una cena de amigos de la universidad.

Mamá: hija –gritando desde la planta baja- ha llegado Jesse

Inmediatamente bajé, no quería que estuvieran a solas por mucho tiempo, me puse un poco de perfume y salí.

Mamá: le he dado a mi hija algo para ti

Jesse: no era necesario señora, ¿Qué es? –preguntaba curiosa-

Mamá: un pintalabios

Jesse: huy –grito- me encantan los labiales, que amable… gracias

Mamá: si lo sé, pude notarlo, le digo a mi hija que ese labial es especial… no se cae tan fácilmente, es a prueba de agua y sobre todo no mancha el rostro de la persona a quien beses

Su cara se tornó de un color rojo intenso, aunque quería no podía articular palabra

Mamá: váyanse ya, con mucho cuidado mis niñas… -se despidió de beso-

Jesse: gracias suegra

Yo: Jesse –mirándola con cara de pocos amigos- gracias mamá –nerviosa- nos vamos

Ambas comenzaron a reir

Llegamos al local en el que sería la fiesta, ambas estábamos entusiasmadas y ansiosas.

Entramos y la mayoría de los invitados volteaban a vernos, algunos de ellos se acercaban a saludar, en cambio otros solo nos ignoraban. Tomamos unos cuantos bocadillos y nos sentamos en una enorme mesa, que compartíamos con más familiares de mi chica.

Todos la estaban pasando estupendamente, nos divertíamos como locas, reíamos, bailábamos, bromeábamos.

Pasadas de las 12:00am

Primo de Jesse: -apenas y podía hablar de lo borracho que estaba- me da gusto que hayas venido prima, y que por fin me presentes a tu chica

Yo: técnicamente no soy su chica

Primo de Jesse: pero lo serás, futura prima… aunque no lo creas Jesse habla mucho de ti

Jesse: silencio –haciéndolo callar- es hora de irnos, tengo que llevar temprano a casa a esta pecosa –abrazándome-

Primo de Jesse: de acuerdo, cuídense mucho y Adriana… bienvenida a la familia

Jesse le llamó a Roberto para que tuviese la camioneta lista. Cuando salimos del lugar estaba totalmente oscuro… la abracé para calmar un poco mi miedo.

Jesse: esto es tan extraño ¿dónde están los muchachos?

Extraño1: hola mis niñas –asustándonos-

Jesse: ¿quién eres?

Extraño1: considérame desde ahora un buen amigo

Jesse intentó sacar su celular pero el sujeto se lo arrebató y lo tiró con tanta fuerza que este se rompió

Jesse: ¿Qué es lo que quieres? –preguntó temerosa-

Extraño1: a ti –se abalanzó sobre ella para tomarla con mucha fuerza-

Yo: suéltala –con todas mis fuerzas trataba de golpearlo-

El chico me empujo con toda su fuerza y caí

Jesse: está bien, te acompaño a donde quieras pero déjala ir a ella

Extraño1: por supuesto que la dejaré aquí princesa, el jefe solo te quiere a ti

Yo: ¡no, Jesse! –Levantándome del frío suelo-

En eso se acerca un segundo sujeto, extremadamente musculoso

Extraño2: es hora de irnos, los guarros de esta chica están muertos

Fue entonces que las esperanzas que aún tenía se esparcían por la neblina de la madrugada.

Extraño2: ¿esta quién es? –mirándome-

Jesse: ni se te ocurra tocarla, estúpido –gritó-

Extraño1: epa princesa, no debes hablarle así, tu vida depende de él… -hablaba con tono burlón-

Extraño2: ¿sabes qué Ritchie? Seguramente el jefe nos dará un bono si llevamos a esta chica, ya sabes que quiere princesitas así de guapas para su negocio

Jesse: a ella no la metas, déjenla ir –gritaba-

Extraño2: ¿acaso la quieres para ti? Seguro ya te la echaste verdad –le preguntaba-

Jesse: que te importa, imbécil

El chico perdió la calma en un par de segundos y le dio una bofetada, Jesse solamente bajó la cabeza para que yo no la viera,

Extraño1: ya debemos irnos, puede que salgan más invitados y nos arruinen los planes… a esa chica la dejas aquí ¿entendido?

Extraño2: a ver, más vale que te ubiques, el que manda aquí soy yo… o acaso tu eres el hijo del jefe ¿no, verdad? Entonces cierra la boca, a esta chica me la llevo, si mi padre no la quiere pues me la como yo.

A ambas nos tomaron de los brazos y los amarraron por detrás, Jesse no paraba de gritar así que le dieron otro golpe más en la cabeza y quedó desmayada, mis nervios rebasaban el límite normal. Nos subieron a camionetas diferentes, fue entonces que temí por mi vida y aún más por la de Jesse.

Por más de una hora estuve con los ojos vendados, mientras el chico conducía. Mi paciencia se agotaba con facilidad, estaba muerta de miedo, así que comencé a gritar pidiendo auxilio.

Solo estábamos ese chico y yo en la camioneta así que se detuvo un instante, abrió la puerta de atrás en la que yo venía y soltó un gran golpe. Me dejó inconsciente.

Más tarde despierto en una habitación muy helada, mi vestido a penas cubría un poco el frío. Pude notar que estaba rasgado, tal como si él lo hubiese rasgado. Estaba tan frustrada, no sabía cuándo tiempo llevaba inconsciente y si ese estúpido me había hecho daño.

Pensaba en mis padres, seguramente estarían preocupados, observé por toda la habitación pero no había ventanas, solo una pequeña mesa, una silla, y un reloj colgado. Marcaban las seis de la mañana.

Un sujeto estaba observándome desde el pequeño agujero de la puerta, sus ojos estaban muy rojos. No era muy difícil adivinar que estaba drogado.

Yo: ¿dónde está Jesse?

Chico: -riendo- no lo sé, seguramente ya pasó a mejor vida

Sentí una corriente pasar por mi cuerpo, no podía siquiera pensar en la idea que hubiese muerto.

Yo: ¿Qué van hacerme?

Chico: seguramente serás el juguetito sexual del patrón, solo espero que dures más que la otra. ¿Te confieso algo? Tú eres más guapa –riendo-

Yo: están enfermos, mi padre va encontrarme antes de que tú puedas fumarte otro cigarrillo

Chico: ¿eres hija de algún narco? –preguntó curioso-

Yo: no, soy hija de un policía

Chico: de ¿Javier Escalante? –Su mirada parecía intrigante-

Yo: -silencio- ¿Cómo sabes eso?

Chico: -soltó una gran carcajada- chica, eso puede prolongar o acortar tu vida, te dejo preciosa… esto se lo tengo que contar a mis jefes. –Se marcha-

Apenas y pude verle el rostro, mi padre me había dicho que si en algún momento de mi vida pasaba por esa situación, tratara de identificar a las personas que estuviesen involucradas. El me juró por mi vida que si eso llegaba a pasar me encontraría de una forma u otra y haría pagar a los responsables. En ese momento confiaba plenamente en él.

No hacía más que mirar el reloj, las horas pasaban y no se escuchaba ningún ruido… me acerqué al pequeño agujero de la puerta y delante de mi vi otra celda, había una chica más. Por más que le hablaba no respondía.

Ritchie: a ver, silencio… ¿te llamas Adriana Escalante?

Yo: así es…

Ritchie: verás que estamos de suerte, sin querer hemos atrapado a la hija del hombre que atrapó a varios de nuestros hombres

Yo: ustedes son socios de Antonio Montenegro ¿cierto?

Ritchie: eres inteligente –sonrió de medio lado- mi jefe está furioso por que perdió mucho dinero, y el viejo Montenegro no hizo nada al respecto.

Yo: podemos negociar, déjame ir… le diré a mi padre que les regrese a sus hombres

Ritchie: no nena, tú no estás en condiciones de negociar nada, es mejor que te consideres muerta… ¿sabes lo que les pasa a los familiares de los policías, cierto?

Yo: no, y no me interesa saberlo

Ritchie: pues te lo diré… cortan sus extremidades y se las envían a los familiares para hacerlos sufrir, es como un escarmiento por meterse en asuntos que no son suyos, tu padre se lo ha ganado a pulso.

Yo: ¿dónde está Jesse?

Ritchie: ¿tu novia? Ahh ella está en otra habitación… seguramente ya le han enviado un mensaje a su padre, te diré algo… no estoy muy de acuerdo con los métodos de mi jefe ¿pero qué puedo hacer, no? Es obvio que desatará una guerra y para ser honesto se necesitan muchos pantalones para enfrentarse a Montenegro.

Yo: supongo que si –nerviosa-

Le pedí un poco de comida y agua al chico, quién a lo mucho tendrá unos veinte años. Después de varias horas pudo conseguir algo a escondidas de sus jefes, comí muy rápido, necesitaba muchas fuerzas para soportar la situación, debía salir de allí a como dé lugar.

Un par de horas después se percataron que la chica que estaba en la celda frente a mí, estaba muerta, seguramente fue una sobredosis. Eran las 4:13pm y aún no sabía nada de Jesse, estaba tan asustada como jamás en la vida lo había estado, conforme pasaba cada segundo mi miedo aumentaba y la esperanza de volver viva a casa se esparcía por el aire.