Ni contigo, ni sin ti (6)

Capítulo 6: la primera vez

CAPÍTULO 6: LA PRIMERA VEZ

Luego de una semana, Jesse logró contactarme

Llamada:

Jesse: ¿Por qué no respondías mis llamadas?

Yo: necesitaba tiempo

Jesse: ¿tiempo para qué? Te diste cuenta que en realidad si estas enamorada de Marco… tanto que ya decidieron vivir juntos –sarcástica-

Yo: ¿cómo sabes que vivo con él?

Jesse: no tienes idea el infierno que me hiciste pasar, no sabía dónde estabas, ni dónde buscarte… le pedí a Roberto que te buscara y lo hizo, pero ¡vaya sorpresa! ¿Eres feliz con él?

Yo: no estoy con él, sólo me está ayudando… mis padres no quieren ni verme

Jesse: ¿pero porque recurriste a el?  -molesta-

Yo: ¿esperabas que te contactara a ti? La hija del hombre que quiere asesinarme a mí y a mi familia

Jesse: necesito verte y hablar contigo… por favor

Yo: no sé si es buena idea

Jesse: es demasiado tarde…voltea

Giré la cabeza inmediatamente, y allí estaba ella, parada justo a unos pasos de mí. Nos encontrábamos en la universidad, yo había salido del salón para tomar su llamada.

La extrañaba demasiado, pese a todo. Me abalancé sobre ella para abrazarla, fue un acto impulsivo ya que no tenía planeado hacerlo. Ella correspondió mi abrazo al instante.

Jesse: necesitaba esto –dándome muchos besitos en la mejilla-

Yo: no debes estar aquí… que tal si los gorilas de tu padre te siguieron –volteando a todos lados-

Jesse: tranquila, mi padre no es tan malo como crees –no paraba de mirarme-

Yo: tengo mucho miedo, Jesse

Jesse: -abrazándome- todo va estar bien, confía en mi… estoy dispuesta a enfrentarme a él por ti, lo que te dije el otro día es cierto. Me tienes tan enamorada, mi pecosa… no hay nada que no haga por ti

Yo: estoy a punto de besarte –mirándole la boca-

Jesse: ¿y qué te detiene?

Yo: que estamos en la universidad jeje

Jesse: vayamos a otro lado entonces…

Yo: está bien, voy por mis cosas –marchándome-

Cuando salí, corrimos hacia la camioneta, donde Roberto estaba esperándonos. En cuanto cerramos la puerta, Jesse se acercó a mí para besarme dulcemente, el beso no era para nada desesperado, al contrario, era sumamente lento y delicioso.

Me tomó por la cintura y me invitó a subirme en sus piernas, gustosamente acepté. Coloqué mis piernas a los costados de su cuerpo y nuevamente nos fundimos en un tierno beso, definitivamente esa posición era muchísimo más cómoda para ambas.

Una vez que llegamos a su casa, bajamos de la camioneta y nos dirigimos a su habitación

Yo: necesitamos hablar

Jesse: si lo sé, por eso estamos acá… para tener privacidad ¿acaso pensaste que te traía para hacer el amor? Que enferma estás –riendo-

Yo: boba –riendo-

Jesse: -tomando mis manos- ven a vivir a esta casa..

Yo: no, ¿estás loca? Tu familia aquí se esconde, de vez en cuando

Jesse: mmm tienes razón, bueno… te conseguiré un departamento y eso señorita, no está en discusión. No voy a permitir que sigas viviendo con Marco

Yo: ¿esta celosa? –abrazándola-

Jesse: ¿Qué? Claro que no… es solo que me preocupa tu seguridad, él es hombre, está enamorado de ti, no sabemos de qué sea capaz

Yo: lo pintas como un monstro, él es el chico más bueno del universo, te falta conocerlo.

Jesse se molestó un poco por la manera en la que lo defendía, me costó un poco tranquilizarla y hacerle saber que la única que me importaba era ella

Yo: ¿seguirás enojada? –abrazándola-

Jesse: no, no lo estoy –muy seria y sin corresponder mi abrazo-

Yo: no sabes mentir, te diré algo… y no lo digo para que dejes de estar enojada; es algo muy real, bonita. Estoy… muy… muy… muy…

Jesse: muy ¡que!.. –Desesperada-

Yo: enamorada de ti, esos besitos que me das –beso- no los cambiaría por nadie

Mi chica por fin sonreía, añoraba tanto ver ese rostro que reflejaba felicidad, era una necesitad tan básica como comer, dormir y respirar. Nos encontrábamos sentadas en el sofá que está en su habitación. Entre besos y caricias pasamos a la cama.

Jesse: ¿quieres ver una película?

Yo: no, solo quiero seguir besándote, nos tenemos que poner al día por el tiempo que no lo hicimos.

Jesse: tienes la boca llena de razón.

Inmediatamente se abalanzó sobre mi cuerpo, y comenzó a besarme como solo ella sabe hacerlo. El contacto que hacía su muslo con mi vagina estaba excitándome, y Jesse lo sabía. Mordía mis labios con destreza, chupaba e introducía su lengua en mi húmeda cavidad, mis manos inquitas recorrían toda su espalda, se avivaron un poco y posteriormente masajeaban sus glúteos. Nuestras respiraciones se encontraban agitadas. Los besos eran lentos y profundos, intensos. Luego de varios minutos metí la mano dentro de su pantalón y pude notar lo mojada que estaba, soltó una pequeña risita.

Jesse: más vale que no te dé por querer parar, después de que viste como me tienes.

Yo: no quiero parar –respondí agitada-

En un movimiento ahora era yo quién estaba arriba, seguía besándome, mis codos se recargaban a los costados de sus hombros, y mi cabello nos cubría  la cara. Suavemente levantó mi blusa, y con sus manos exploraba toda mi espalda descubierta.

La desesperación por tenerla desnuda ante mí crecía al paso de cada segundo que transcurría, me separé un poco, me coloqué de cuclillas y le desabroché el pantalón, se lo quité.

Jesse: ¿habías hecho esto antes?

Yo: no con una mujer…

Una vez que le terminé de quitar la blusa, ella quedó sentada en la cama, me senté en sus piernas, mientras ella se deshacía de mi blusa y mi bra. Detallaba mis senos, suavemente pasaba sus dedos por mis pezones… parecía estar memorizando su tamaño, y textura.

No pude más y tomé su cuello, la incliné hacia mis pechos para que los chupara. Justamente lo hizo, introdujo en su boca casi todo mi pecho izquierdo, su lengua navegaba con mucha experiencia. Acariciaba el otro con su mano, hasta que cambió la posición. Sabía perfectamente que ambos necesitaban atención, lo succionaba, presionaba con ligera fuerza haciéndome sentir un cosquilleo por todo mi cuerpo.

Ambas nos desnudamos completamente, nos paramos para poder apreciar nuestros cuerpos y acariciarlos sin prisa alguna. Jesse tomó el control de la situación, se sentó en el sofá en el que anteriormente compartíamos solamente besos.

Quise sentarme también pero no me lo permitió, me dejó parada justo en frente de ella. Observaba detenidamente mi abdomen, me dijo que diera media vuelta, sabía perfectamente que quería ver mi trasero, desde hace tiempo la descubría mirándolo cuando caminábamos en la calle y en cualquier otro lado.

Me giró nuevamente, para posicionarme justo enfrente de ella. Miraba su rostro empapado de deseo, sus mejillas rojas la delataban. Sus manos comenzaron el recorrido de mi abdomen hacia abajo, lentamente hasta acercarse a mi monte de venus.  Rosaba mi depilada vagina una y otra vez.

Me sentó entre sus piernas, de espaldas a ella. Abrió las mías y masajeaba mis muslos, y vagina. El juego estaba volviéndome loca, necesitaba sentir sus dedos dentro de mí. Tal pareciera que escuchó mis pensamientos, mi cuerpo estaba listo para recibirla… separó un poco mis labios vaginales e introdujo levemente uno de sus dedos para explorar aún más.

Mi hinchado clítoris, ya erecto, le daba la bienvenida a sus mágicos dedos, quienes resbalaban fácilmente por la cantidad de líquido que derramaba.

Jesse: por fin puedo ver tu espalda, tienes más pecas de las que imaginaba…

Yo: ¿lo imaginabas?

Jesse: cada noche hermosa, soñaba con poder besar cada una de ellas… deseaba tenerte así –su voz sonaba muy excitada-

Yo: más vale que comiences ahora…

Sentí el contacto de sus labios en mi espalda, definitivamente había comenzado… uno de sus dedos se introdujo en mi vagina con suficiente fuerza como para hacerme gemir muy alto

Jesse: ¿te lastime? –pregunta preocupada-

Yo: no, solo sigue y no pares

El dedo medio entraba y salía… cada vez con mayor velocidad, yo solo me dedicaba a disfrutar del placer que mi princesa me estaba brindando, la mano que tenía disponible y su boca no se estaban quietas. Tocaba mis pechos y mi abdomen.

La penetración continuaba, mis brazos a penas podían recargarse en el sillón. La humedad de su lengua se encargó de mojar levemente cada centímetro de mi espalda. Estaba a punto de estallar… mis gemidos eran cada vez más fuertes, e intensos. Repetía constantemente su nombre, ya no era un dedo el que estaba dentro de mí, eran dos y luego tres.

Pasaron algunos minutos para que yo terminara en un precioso orgasmo. Mi cuerpo cansado se recargó en ella, quién simplemente sonreía. Sacó sus dedos húmedos y los llevó a su boca, para chuparlo, como a una paleta de caramelo.

Yo: ¡Dios! Gracias

Jesse: no agradezcas aún mi pecosa, no hemos terminado.

Me llevó cargando a la cama, para recostarme muy dulcemente, me besó en la boca y bajó hacia mis pechos para besarlos y acariciarlos, no duró mucho allí, al parecer tenía prisa por bajar cada vez más. Se detuvo unos momentos para besar mi abdomen, continuaba descendiendo hasta llegar a mi vagina, chupaba y mordía sin parar, retiraba los excesos, producto del placer que anteriormente me había dado.

Estaba excitándome otra vez, lamia como una profesional. Mis codos sostenían el peso de mi cuerpo, deseaba estar en esa posición para ver su cara, estaba disfrutándolo al igual que yo.

Mis gemidos nuevamente se hacían presentes, abrí mis piernas en su totalidad para que ella pudiese hacer lo que quisiera. Tomó mis caderas y profundizo las lamidas, su lengua tenía control sobre mí. Al paso de varios minutos terminé en otro maravilloso orgasmo.

Jesse se recostó a un lado de mí, extendió su brazo para que yo me recostara allí. Es tan reconfortante estar con ella, simplemente se había convertido en mi lugar seguro. Una vez recuperada, me subí sobre ella e hice el mismo recorrido que había hecho conmigo. Cuando llegué a su vagina, no sabía muy bien lo que tenía que hacer.

Jesse: solo haz lo que tu cuerpo te diga

Me acosté a su lado, boca arriba y le pedí que colocara su vagina en mi cara, inmediatamente lo hizo. Tomé sus glúteos con mis manos, ella comenzó un vaivén mientras yo me comía literalmente su vagina. Le chupaba, gozaba del sabor y olor de su cuerpo. Con mi lengua hacía círculos alrededor de su clítoris, ella gemía cada vez más fuerte.

Con uno de mis dedos empecé a penetrarla, mi lengua no dejaba de hacer su trabajo. Los movimientos avanzaban con gran velocidad, en cuestión de segundos me acostumbré a su sabor, estaba segura que sería mi medicina para cualquier enfermedad.

Dos dedos la penetraban y mi boca no dejaba de chupar, sus gemidos se escuchaban seguramente por toda la casa, a mí no me importaba, era mi energía para continuar. Luego de varios minutos terminó, al igual que ella recogí y bebí todos sus jugos.

Jesse: no creo que haya sido tu primera vez con una chica… -aún agitada-

Yo: -risa- pues aún que no lo creas, has sido la primera mujer en mi vida

Jesse: permíteme ser la única

Yo: a ti te permito lo que quieras –beso-

Un celular sonaba, no sabíamos si era el mío o el de ella, nos levantamos apresuradas de la cama para buscarlo, al final… veo en la pantalla de mi móvil, claramente no era el mío. Jesse toma el suyo y al ver quién la llamada, pierde la calma.

Jesse: es mi padre…

Yo: pues contesta.

Jesse: hola papá…. ¿Cómo sabes que estoy en casa?.... ¿estás aquí? ¿Desde cuándo?... comprendo, en un momento bajo.

¿Había escuchado bien? ¿Su padre estaba en casa? Mi nerviosismo se hizo presente en cuestión de segundos

Jesse: tranquila preciosa, él no te hará nada… yo no lo voy a permitir

Ambas nos pusimos la ropa, nos arreglamos el cabello y bajamos. Su padre al verme esbozó una pequeña sonrisa

Antonio: sabía que estarían juntas

Jesse: -bajábamos las escaleras- me prometiste que no les harías daño

Antonio: y cumpliré mi promesa, hija.

Jesse: ¿entonces qué haces aquí?

Antonio: vine a decírselo personalmente a tu novia… por lo que escuche, ¿lo son, o no?

Jesse: lamento que escucharas eso –apenada-

Antonio: -tomándole ambas manos a su hija- te amo más que a nada en el mundo Jesse, te hice una promesa cuando eras niña ¿la recuerdas?

Jesse: prometiste cuidarme siempre, hacer lo que estuviese en tus manos para asegurar mi felicidad

Antonio: y es así, si esta chica es tu felicidad lo aceptaré… pese a que su padre no quiera colaborar con nosotros. Admiro sus ideales, seguro es un buen hombre, pero no lo vale estando en este negocio.

Yo: ¿qué garantía tengo que no le ocurrirá nada a mi familia? –Desconfiaba de sus palabras-

Antonio: ese es el punto chiquilla, yo les prometí que no haría nada en contra de tu padre, pero mis socios no piensan lo mismo, les hicieron perder millones de dólares, no esperarás que se queden con los brazos cruzados ¿o sí?

Yo: es una venganza por lo de su hijo…

Antonio: en realidad no, desde que él no está en el negocio todo marcha mejor que antes…

Jesse: podemos pagarles ¿no es así?

Antonio: hija, es complicado. A mí también me desestabilizó por completo, estamos pasando por una crisis económica muy fuerte

Jesse: ¿Qué hay de mi fideicomiso?

Antonio: imposible, eso es para asegurar tu futuro en caso de que algo salga mal, ni lo pienses

Jesse: papá si es la única manera en la que puedo poner a salvo a la familia de Adriana, lo haré –sonaba muy decidida-

Yo: no Jesse, tu padre tiene razón… seguramente habrá otra manera

Antonio: me temo que no

Estuvimos por un par de minutos conversando la situación, definitivamente no había alternativa. Le dijimos a Jesse que no lo hiciera, pero conociéndola, de una u otra manera lo terminaría haciendo.

Su padre se marchó y quedamos a solas, su visita me había dejado preocupada, Jesse me abrazaba y me decía que todo estaría bien. Para tratar animarme me cambió el tema.

Jesse: fue muy especial para mí que hiciéramos el amor, pecosa

Yo: lo sé, para mí también lo fue…. ¿Te confieso algo? Me siento una persona diferente

Jesse: diferente ¿para bien o para mal?

Yo: para bien, por supuesto… -abrazándola- disfruto tu compañía, y estar aquí en esta casa, sentadas en este sofá, en tus brazos.. Me hace sentir plena, y en total seguridad. Siento que es aquí a donde pertenezco.

Jesse: eres un ángel, -besando mi frente- me encanta todo lo que has dicho, pecosa. ¿Sabes? Yo me siento igual… podría asegurarte que jamás había sentido esto por alguien. Haces que mis relaciones pasadas fueran un chiste.

Yo: no sé si estoy preparada para escuchar sobre tus ex –fingiendo molestia-

Jesse: -riendo- seguramente piensas que han sido muchas, en realidad.. Te sorprenderías

Yo: ¿han sido más de 5?

Jesse: no, han sido dos, y tú eres la tercera.

Yo: no puedo creerte, -viéndola a los ojos- a tus 25 años y solo has estado con ¿tres chicas?, debes estar bromeando

Jesse: es de verdad, pecosa. Lo que pasa es que con esas dos chicas tuve historia, fueron relaciones muy largas, mira… Con la primera duré seis años y con Perla, -pensando- cinco.

Yo: wow, no puedo creer que hayas compartido con esa pesada, cinco años de tu vida… a ver, entonces quieres decir que tu primera relación fue ¿a los 14 años?

Jesse: -apenada- así es… tu ¿Cuántos novios has tenido?

Yo: -haciendo como que contaba con los dedos de las manos-

Jesse: ¿enserio? –sorprendida-

Yo: -riendo- es broma, solo he tenido un novio formal, nuestra relación si es que se puede llamar así, duró un año y medio… y estuve sexualmente con dos chicos, en diferentes años, sin ser nada.

Jesse: huy, eso último no me agrado escuchar

Yo: siento que no te guste, pero es parte de mí pasado… es como lo que estamos haciendo ahora, nosotras no somos nada y ya hicimos el amor…

Jesse: no somos nada, porque tú no quieres –beso- yo estoy aceptando cualquier propuesta que me hagan en este momento…

Yo: ¿esperas que yo te pida que seas mi novia?

Jesse: claro ¿Por qué no?

Yo: olvídalo, no lo haré… se supone que la lesbiana aquí eres tú, y la de la experiencia con chicas también eres tú…

Jesse: ¿de qué hablas? Al parecer tú también tienes experiencia, después de ver como haces el amor ¡Dios! Tienes un Master en prácticas sexuales lésbicas.

La risa que provocó su comentario duró un par de minutos, con mucha dificultad me dejó regresar al departamento con Marco, no quería separarme de ella, sin embargo, era necesario. Ambas debíamos seguir con nuestras respectivas actividades. Aunque no lo parezca ella trabaja, va cuando le dan ganas a su empresa. Supongo que ser la dueña tiene sus beneficios.

La relación con mis padres estaba completamente deteriorada, en ocasiones iba a visitarlos, sabía que ellos estarían allí pero no abrían la puerta. Necesitaba de ellos, su apoyo, su amor. En cuanto al trabajo estaba yéndonos de maravilla, éramos conocidos en casi toda la ciudad, nos llamaban al menos tres o cuatro veces a la semana para un servicio, la mayoría para fiestas privadas.

Jesse se encargaba día con día de llenarme de detalles, era sumamente atenta conmigo… me satisfacía en todos los aspectos y con ella me sentía completa. De vez en cuando íbamos a visitar a Javiersito y su familia. Juntas llevábamos provisiones para las familias necesitadas. La pasábamos realmente genial.

En la universidad:

Miranda: amiga, se te ve de lo más enamorada

Yo: Lo estoy Miranda –sonriendo- de no ser por ella, estaría devastada con todo esto que pasa con mis padres

Miranda: lo sé, ayer mis padres y yo fuimos a ver a tu familia, mi madre les preguntó por ti… ellos simplemente cambiaron el tema

Yo: desgraciadamente perdí su confianza

Miranda: creo que es justo que sepas algo…

Yo: ¿Qué pasa Miranda?

Miranda: tu padre.. –Silencio- él ha estado un poco deprimido, dice tu madre que hay días en los que no se levanta de la cama y solo llora.

Yo: creo que es esta situación, pero es tan orgulloso como para perdonarme –preocupada- mañana iré a verlo, aunque no quiera mi viejo renegón.

A la mañana siguiente:

Me encontraba en la puerta, escuchaba que ambos estaban hablando, al parecer terminaban de desayunar, era muy temprano… mi padre estaba por marcharse al trabajo.

Toqué un par de veces, de pronto ya no se escuchó ningún ruido. Por el tiempo estimado, mi madre tuvo suficiente tiempo para asomarse por el agujero de la puerta, al verme seguramente mandó callar a mi padre y simular que no estaban.

Yo: sé que están allí… pude escucharlos justo antes de tocar.

Papá: no eres bien recibida en esta casa, y lo sabes perfectamente –se escuchó desde adentro-

Yo: papá, ha pasado mucho tiempo. Por favor, perdóname. –mi voz se quebraba-

En eso mi madre abre la puerta y me abraza con mucha fuerza, por el contrario mi padre está sentado en su sofá, ese que nadie le puede quitar. Me aparto de ella para acercarme a él.

Yo: escucha, sé que lo que hice no estuvo nada bien –parándome justo enfrente de el- los necesito en mi vida, estoy tan arrepentida por haberlos puesto en peligro

Papá: ¡márchate! Y deja de llamarme papá

Las lágrimas corrían por mis mejillas, una tras otra sin parar.

Yo: has perdonado a mucha gente, Javier… lo has hecho porque eres un hombre bueno, noble y nunca has hecho sentir mal a los demás… ¿Por qué lo haces conmigo? Aunque no quieras aceptarlo soy tu hija

Papá: yo perdí un hijo por las drogas y esas organizaciones que las venden, -su voz se quebraba también- y a una hija por la misma razón.

Yo: yo estoy viva, ¡mírame! –tomé sus manos y las puse en mis mejillas- yo no te traicioné papá, al menos no intencionalmente, me equivoqué lo acepto… tú me dijiste que los errores no nos hacen malas personas, al contrario, nos hacen mejores si aprendemos de ellos…

Por primera vez en mucho tiempo me miraba a la cara, a los ojos. Sentí como desde el fondo de su corazón brotaba la nostalgia y el llanto, se levantó de su asiento, me hizo levantarme a mí del suelo y me abrazó. Su abrazo me brindaba mucha paz y tranquilidad, juntos lloramos incluso mi madre se unió a nosotros.

Después de eso, nos sentamos a la mesa a conversar. Platicamos todo aquello que teníamos pendiente, les dije que nuestra empresa estaba en su mejor momento, mi padre un poco inseguro tuvo que aceptar que la gente, no importando clase social pagaba por nuestro banquete.

Le dije que estaba muy delgado y debía alimentarse mejor, solo sonrió… mi madre preparó mi cena favorita, compartimos un momento agradable. Ambos me pidieron regresar a casa, los extrañaba demasiado que no dudé en aceptar. Mi padre me llevó al departamento de Marco para recoger mis cosas, no podíamos esperar un segundo más para estar de nuevo juntos, como familia.