Ni contigo, ni sin ti (4)

Capítulo 5: pecas y más pecas

CAPITULO 4: PECAS Y MÁS PECAS

La escena no era de lo más agradable, su papá y su hermano se habían percatado de nuestra romántica escena y su madre apenas entraba a la habitación

Omar: le dije que este no era un hotel padre –mirándome con furia-

Papá de Jesse: sí, creo que yo también se lo había mencionado, hijo –su rostro no reflejaba molestia, al contrario… parecía que veía a su hija con orgullo- pero esto viene de familia ¿cierto? El buen gusto.

Jesse: lo siento papá, ella es Adriana Escalante

Extendí mi temblorosa mano para saludarlo, él la presionó con ligera fuerza.

Papá de Jesse: yo soy Antonio Montenegro, debes ser la hija del policía ¿verdad?

Yo: así es señor

Antonio: ¿Cómo es que se llama? Javier Escalante –sentándose en el sofá-

Jesse: bueno familia ¿Qué hacen aquí?

Mamá de Jesse: pero que modales son esos niña, ven y saluda a tu madre… seis meses sin vernos y es lo único que dices –abrazándola- ah –percatándose de mi presencia- ¿Quién es esta bella señorita?

De nuevo extendiendo mi temblorosa mano-

Antonio: es Adriana Escalante, la hija del policía del que te hablé el otro día, cariño

Mamá de Jesse: comprendo, yo soy Minerva, mucho gusto

La manera en la que los señores hablaban era con completa finura, sin embargo no me parecían personas de confianza. Por más ropa de marca que usen, a kilómetros de distancia se ve que no tienen escrúpulos y que son sumamente superficiales. ¿Qué decir de Omar? Un completo estúpido. ¡Vaya familia!

Yo: disculpe señor, pero ¿Qué es eso que le comentó de mi padre? De donde lo conoce

Antonio: tu padre está investigando más de lo que debe, Adriana… sería muy buena idea que le digas que pare, por su seguridad. Creo que mis hombres ya hablaron con él y sus superiores para establecer un acuerdo.

Yo: -silencio-

El miedo inundó mi cuerpo, conociendo a mi papá, estoy seguro que hará hasta lo imposible por detener esa organización.

Afortunadamente Jesse me sacó de allí y me llevó a su habitación.

Yo: creo que es hora de irme a casa

Jesse: pues yo quiero seguir besándote, -acercándose a mí- tus labios tienen algo que me resulta adictivo

Yo: me tengo que ir, de verdad…

Jesse: te llevo si me das un beso –sonriendo-

Yo: pero que conste que lo hago solo por eso –riendo-

Tome con mis manos su cara y la acerque a mí, acabando con la distancia y las ganas que nos separaban, su aliento se convirtió inmediatamente en mi energía y sus besos en mi debilidad. El beso duró más de lo que debía durar intensificando nuestros movimientos.

De repente estábamos en la cama, me tenía a mí abajo, y ella sobre mi cuerpo… mis piernas rodeaba su cintura con fuerza. Sus besos bajaban por mi cuello y mis manos se depositaban en sus glúteos, el calor se hacía presente en aquella habitación, ninguna de las dos tenía la fuerza suficiente para parar. Yo estaba consiente que era demasiado rápido pero con una chica como ella, era un verdadero pecado parar.

Nuevamente nos vimos interrumpidas por su familia, se despedían ya que iban a una cena de negocios, cuando Jesse entró nuevamente a la habitación, estaba de pié… sabía perfectamente que si continuaba acostada ella se abalanzaría sobre mí y no habría poder humano que impidiera que hiciéramos el amor.

Jesse: en contra de mi voluntad, te llevaré a tu casa

Yo: muy bien –riendo-

Jesse: ¿Qué te pareció mi familia?

Yo: no sé, parecen agradables –mentí-

Jesse: estas mintiendo, la verdad es que yo también dudo si soy su hija –ríe- me encantan tus pecas

Yo: en cambio yo las odio, ni con el maquillaje logro desvanecerlas un poco

Jesse: ¡gracias a Dios! –Levantando sus brazos- Adriana es un error querer taparlas, son parte de ti, de lo hermosa que te vez

Yo: creo que a veces olvidas que tienes novia

Jesse: ¿quieres dejar de mencionarla? La estamos pasando genial

Yo: lo siento –subiendo al coche- pero eso a mí no se me olvida, el beso no se va volver a repetir

Jesse: ¿segura? Porque a mí me encantaron, espera… ¿tan mal beso?

Yo: no, en realidad besas increíble… es una lástima que se desperdicien en la flacucha de tu novia, pero por respeto a ella es que ya no volverá a pasar

Sin decir nada se acercó a mí, y me besó nuevamente sin siquiera dejarme reaccionar. Sentía un poco de pena por el gorila que conducía, seguramente se percató de nuestra escena. Evidentemente no tenía el valor, la fuerza ni las ganas de interrumpir tan maravilloso beso, hasta que la falta de aire lo decidió por nosotras.

Jesse: ¿ves que si volvió a pasar?

Yo: espero lo hayas disfrutado porque ese fue el último.

-beso-

Jesse: no seas incongruente, haz que tus palabras concuerden con tus acciones

Yo: tú eres la que estás besándome –riendo-

Jesse: porque tú me lo permites, yo voy a llegar hasta donde tú me dejes…

Lamentablemente llegamos a casa, nos despedimos un millón de veces, con muchos besos de por medio. Quedamos en vernos al día siguiente, en lo que sería nuestra primera cita formal.

En ningún momento me cuestioné la razón por la cual estaba coqueteando con una chica, pues no era un sentimiento nuevo y no me asustaba en absoluto, al contrario, me hacía sentir bien.

Fui a casa de Miranda, quería su opinión respecto a dos vestidos que posiblemente me pondría, además necesitaba compartir con alguien esa felicidad. Creo que no calculé muy bien el terreno anteriormente, al final… al contarle sobre la vida de Jesse, me dio la regañada de mi vida, tal como lo hubiese hecho mi madre, me desalentó y me dijo que esa relación no me llevaría hacia ningún lado.

Posiblemente tenía razón, al estar con ella me exponía a un sinfín de cosas malas, sería el blanco de muchos peligros y como bien lo dijo, exponía a mi padre. Estuve tentada a cancelar la cita pero faltaban tan solo un par de horas. Decidí hacerle frente y si algo tenía que pasar se lo diría a la cara.

Jesse: te ves realmente hermosa, mi pecosa.

Yo: gracias, tú también…

Jesse: ¿pasa algo? –preocupada-

Yo: me gustaría hablar contigo, después de la cena

Llegamos a un lujoso restaurante, estaba vacío… claramente ella lo había rentado solo para nosotras.

Yo: me hubiese gustado que esto fuese un poco más normal ¿sabes? No es necesario que gastes una fortuna en rentar un restaurante solo para nosotras

Jesse: sabes que lo normal y yo no nos llevamos pecosa, además este es el restaurante de  mi hermano, así que no hay problema.

Yo: de acuerdo…

La cena transcurrió tranquilamente, era fácil estar con ella… es extremadamente graciosa y atenta, cualquier mujer se volvería loca.

Jesse: bien y de que querías hablar… me tienes intrigada

Yo: no parece, has estado bromeando toda la noche

Jesse: entonces creo que soy buena actuando, toda la noche he estado con mucho miedo, miedo de que me digas que paremos con esto ¿me equivoco?

Yo: es eso mismo, ¿Cómo supiste?

Jesse: eres una persona muy transparente, mi pecosa… -su tono mostraba cierta tristeza-

Yo: no me siento cómoda besándote y saber que tienes novia

Jesse: yo no tengo novia, a menos que tú desees serlo… -sonriendo-

Yo: tenemos tan solo un mes y medio de conocernos.. Esto va demasiado rápido

Jesse: supongo que es de lesbianas ¿no? –Riendo- un día se conocen y al día siguiente viven juntas

Su comentario me mató de risa

Yo: no se trata de eso, ¿Por qué no me habías dicho que ya no tenías novia?

Jesse: bueno porque cuando estoy contigo solo quiero hablar de nosotras y besarte… ¿quieres bailar conmigo?

Yo: Jesse estamos hablando algo serio, no podemos bailar ahora

Jesse: estoy nerviosa porque sé que viene la frase que no quiero escuchar… tengo mucha ansiedad y solo se calma si bailo contigo, si te abrazo…

Tan linda _

Nos levantamos de la silla cada una, tomó mi mano y me guio a la pista de baile… la música comenzaba a sonar muy lento. Tomó suavemente mi cintura y me acercó a ella. Colocó su mentón en mi hombro y comenzamos el vaivén.

Jesse: me gustas mucho, Adriana

Yo: tú también me gustas

Jesse: escucha, no te pido que comencemos una relación ahora, -mirándome a los ojos- lo haremos cuando tu creas que es conveniente… -volviendo a su posición inicial- dame la oportunidad de demostrarte cuanto me importas… sé que es complicado por mi estilo de vida, sé que no te puedo llevar a la playa o espacios muy abiertos porque allí mismo podrían matarme, créeme que yo no pedí esta vida. Estoy consciente que corres peligro a mi lado pero al menos déjame demostrarte que valgo la pena.

Yo: yo sé que lo vales, eres una persona tan dulce, pero no solo estoy arriesgándome a mí, estoy poniendo es riesgo a toda mi familia

Jesse: es imposible que tu estado de alerta agudo no haya notado que hay personas cuidándolos… mandé a varios de mis gorilas como tú los llamas a vigilar tu casa. Me reportan cada hora lo que acontece por tu casa

Yo: ¿de verdad? –sorprendida-

Jesse: claro, es que no quiero que te pase nada

Yo: es eso de lo que hablo, necesito una vida normal, sin guardaespaldas, sin vivir con miedo de que algo vaya a sucedernos

Jesse: muy bien, y ¿Qué propones? Solo dime que no será una opción dejar de vernos

Yo: créeme que no quiero dejar de verte, ¡me encantas! –Beso-

Jesse: si me besas de esa manera será imposible dejarte ¿entiendes eso mi pecosa?

Yo: entendido princesa.

Pasamos el resto de la noche conversando, dándonos muchos besos y abrazándonos. Deseaba que ese momento fuera eterno pero no podía ser así, me llevó a casa, bastante tarde debo decir, aun así siento que valió la pena el castigo que mis padres me impusieron.

Días después me enteré que mi madre estuvo investigando con mis amigos de la universidad sobre la persona con la que estaba saliendo, no me preocupaba por esconder que estaba sintiendo cosas realmente fuertes por alguien, llegaba a casa muy tarde y cualquier regaño que pudieran darme me daba igual. Continuas charlas tenían ambos conmigo, señalándome los peligros que podría enfrentar al estar de noche y en la calle… lo que no sabían es que tenía a más de 15 custodios en cada salida con Jesse.

Se me hace fácil estar con ella, creo que a su lado nada malo va a pasarme, que estaré segura por siempre.

Esta noche habrá una pequeña reunión con mi equipo de cocina, una vez al mes nos ponemos de acuerdo para juntarnos y beber un poco, distraernos de cualquier responsabilidad. Los chicos me pidieron que invitara a Jesse ya que querían agradecerle personalmente por recomendarnos con sus amigos, gracias a eso hemos tenido infinidad de trabajo, no me gusta admitir que la mayor parte es para fiestas privadas de narcotraficantes el cual está muy bien pagado, sin embargo nos ha ayudado bastante a cada uno de nosotros.

Miranda era la única que no estaba muy convencida, después de lo que le había contado a mi amiga sobre Jesse, nuestra relación cambió totalmente… en la universidad ya casi no hablábamos y en casa no nos visitábamos.

Jesse: hola chicos, buenas noches –saludó a cada uno de ellos- mis amigos traen algo para ustedes…

Se acercaban los gorilas cargando enormes cajas de cerveza, los chicos al verlo se volvieron locos y corrieron a abrazarla, la escena fue un poco graciosa porque sus guardaespaldas inmediatamente reaccionaron y le quitaron a todos de encima.

Yo: -riendo- chicos, parece que no han bebido en años.

Miranda: hola chicas, bienvenidas –ofreciéndonos una bebida-

Jesse: gracias, ¿Cómo estás?

Miranda: escucha, estoy enterada de lo que está pasando entre ustedes, y si te soy sincera no estoy cien por ciento de acuerdo… ella es mi hermanita y de verdad no quiero que le pase nada, ni a su familia

Jesse: descuida cuñada ¿puedo llamarte así? –Ella negó con la cabeza- bueno, a ella ni a su familia no les va pasar nada porque están bajo mi protección, tú tranquila –riendo-

Miranda: eso ya lo veremos –soltó una pequeña sonrisa, lo cual nos agradó a ambas. Se marcha-

José: Jesse, queremos agradecerte por esto y todo lo que has hecho por nosotros, gracias a que nos recomendaste pude ayudarle a mi madre a pagar su tratamiento

Jesse: descuida José, en realidad no hice mucho... Su comida es la que habla por sí misma -tocándole el hombro-

Pasamos la noche conviviendo y pasándola genial, al parecer Miranda comenzaba a aceptar a Jesse, pues le hablaba y compartían bromas, Marco intentaba a toda costa acercarse a mí, claro que él no estaba enterado que algo pasaba entre Jesse y yo.

Marco: ¿te han dicho que tus pecas te hacen lucir muy bella?

Yo: -volteando a ver a Jesse- si lo han hecho, gracias

Jesse: yo también se lo he mencionado, es algo que la caracteriza ¿cierto?

Marco: exacto, oye Jesse ¿tienes novio?

Jesse: no, la verdad es que no me van ¿entiendes?

Marco: -confundido- ¿quieres decir que eres gay? –sorprendido-

Jesse: -dándole un sorbo a la cerveza- si –aclarando con total naturalidad-

Marco: bueno, yo no tengo problemas con eso –sonriendo- deberías decirle a esta pecosa que me acepte como su novio…

Jesse: -hablando con tranquilidad- creo que es ella la que debe decidir por sí misma, ¿no crees?

Era bastante incomodo estar con dos personas que estaban interesadas en mí, ¿a quién no le gusta? Sin embargo la calma con la que lo tomó Jesse me sorprendía, quizá no le intereso lo suficiente.

Después de un rato conversando, Marco fue a charlar con los chicos y quedamos Miranda, Jesse y yo en la fogata.

Yo: tengo mucho frío

Jesse: dile a Marco que te abrace… -seria-

Yo: no, gracias –riendo, lo había conseguido (ponerla celosa)-

Miranda: serás boba Jesse, lo dijo para que tú la abraces –estaba súper borracha-

Jesse: deberías decirle que se busque otro apodo para ti, el de “pecosa” es mío.

Miranda: y eso que no le has visto la espalda…

Ambas nos quedamos mirando, y soltamos la risa, Miranda le aclaró que jamás habíamos estado juntas, es solo que al compartir nuestra infancia y adolescencia juntas, nos conocíamos prácticamente todo.

Jesse: me encantaría verte la espalda –lo dijo muy quedito en mi oído-

Yo: será en otra ocasión –temblando de frío-

Jesse: estoy recibiendo una llamada, en un segundo vuelvo.

Pasaron aproximadamente diez minutos y ella no regresaba, fui a conversar con los chicos, Marco me vio temblando así que muy amablemente me dio su abrigo, sabía que eso implicaba un posible problema con Jesse, pero quería saber hasta dónde podía llegar.

Cuando terminó de hacer la llamada se acercó a nosotros y al verme con el abrigo su cara cambió.

Jesse: ¿puedes venir un momento? –Apartándonos de los chicos-

Yo: ¿Qué pasa?

Jesse: ¿Por qué tienes eso puesto?

Yo: tengo frío –sonriendo-

Jesse: pudiste haberme pedido el mío

Yo: esa es la cuestión, que no se lo pedí.. El solamente lo ofreció, no tiene nada de malo

Jesse: si claro –evidentemente molesta- me tengo que ir, mi padre llamó y quiere que me vaya urgentemente a una casa de seguridad ¿vienes conmigo?

Yo: no, me quedaré acá un rato más con los chicos

Jesse: contéstame algo… ¿te gusta Marco? –seria-

Yo: no, para nada

Jesse: no estoy cómoda con eso, supongo que él se ofreció a llevarte a casa

Yo: si, acaba de decirlo de hecho… cuando estabas en la llamada

Jesse: ¡mierda! –Sonó nuevamente su celular- debo irme, adiós. –se marchó-

La noche transcurrió normal, los chicos cuando estaban borrachos eran más graciosos de lo normal, mi padre a eso de las 12:40am pasó a recogerme, al final decidí no aceptar la oferta de Marco, no por Jesse, si no que no quería que él se ilusionara con algo que no pasaría.