Nevada de Agosto II
A la maña siguiente después de una dura noche todo parece más relajado y suave que el día anterior, hay un gran colegueo y cosas inesperadas.
Bueno, a la mañana siguiente me desperté el primero, mi cama de matrimonio era un amasijo de cuerpos, piernas y brazos. Estuve sobando algún rato aquellos cuerpos perfectos que dormían sobre mí, pero ninguno se despertó. Así que me levanté y fui a hacer el desayuno. Puse todo lo que se me ocurrió en la mesita del comedor, café, leche, tostadas, bollería y me puse a desayunar mientras veía la tele en el sofá del comedor.
El primero en aparecer fue Alfonso, con la cara de sueño que traía se evidenciaba su parecido con un niño. Seguía llevando los calzoncillos de Spiderman. Se acercó me dio un beso en la boca con lengua y todo y se sentó a mi lado y dio un respingo, debía de tener el culo bastante dolorido. Buscó entre lo que había en la mesa y preguntó: —¿Cola Cao, no tienes?
—¡Si claro! —Me levanté y fui a la cocina a buscar su Cola Cao, cuerpo de niño, cara de niño y mentalidad de niño pensé, mientras me reía para mí. Anda que menudo elemento. Cuando volví y se lo di me lo volvió a agradecer con otro morreo. Y yo le limpié los grumitos de alrededor de su boca con algún lengüetazo después.
En estas llegó Juan, totalmente en bolas y con su enorme poya bamboleándose por todos los lados. Le dio un morreo a él primero y luego otro a mí. Se sentó en medio de los dos y empezó a desayunar. Yo me recosté en el sofá porque ya había acabado y como la tele era aburrida empecé a acariciar la espalda de Juan y le hacía cosquillas.
—Para, que se me va a caer la mermelada y la liamos —dijo protestando entre risas mientras intentaba untar la tostada con una cucharada.
Yo me bajé los pantalones cortos que llevaba enseñándole mi poya y le dije: —que se te caiga aquí y así la recoges a lametones.
—¡Guarro! —Me dijo guiñándome un ojo.
Alfonso también había acabado y recostándose también en el sofá jugaba con la espalda y culo de Juan, como yo.
Aquello apuntaba a más sexo, cuando de repente sonó un móvil por algún lado. Juan se levantó como un rayo y se fue corriendo, mientras que Alfonso soltaba un bufido y se medio tumbaba en el sofá con cara de disgusto diciendo: —su madre, tenemos “pa” rato —y se volvió a mover, a lo que soltó una nueva mueca de dolor.
—¿Te duele mucho?
—Me diste bien cabrón, no me puedo ni sentar.
—Deja que vea.
—Y una mierda, que me vuelves a empotrar.
—Bien que te gustó y parece que te hacía falta.
—Eso no tiene nada que ver, ahora me duele.
—¡Va! deja que vea, creo que tengo algo de crema por ahí para cosas así.
Se dio la vuelta y de rodillas en el sofá se recostó sobre el brazo de este al tiempo que se bajaba los calzoncillos. Su culo tenía mala pinta, rojo el agujero, rojo alrededor y tenía pequeños puntos de sangre seca en su pequeño agujerito. Me supo mal, el lubricante había impedido la mayoría de los daños, pero era la primera vez y había entrado sin llamar. Le indique que se pusiera cómodo que iba a buscar algo. Cuando fui al aseo no vi nada que me ayudara, solo el lubricante del día anterior y pensé que daño no le iba a hacer. Juan seguía parloteando con su madre por teléfono. Bueno, parloteando, decía “sí mami” mucho rato y “no mamí”.
Cuando volví se había bajado completamente los calzoncillos y estaba tumbado boca abajo en el sofá, sobre el brazo, de forma más cómoda que antes. Me puse detrás de él de rodillas en el sofá y el levantó aquel culo precioso, respingón, duro y maravilloso que tenía. Empecé a untar el lubricante y dio un respingo.
—¿Te escuece? —pregunté rápidamente.
—¡No! Coño, que está frío cabrón.
—Lo siento —dije entre risas.
Le unté bien el lubricante por el exterior, con delicadeza y me dijo que le aliviaba. “Menos mal” pensé. Luego untándome bien el dedo índice se lo introduje en el agujerito y fui pasándolo con delicadeza por las paredes, lo volvía a sacar y lo volvía a meter con más lubricante. Sus respingos empezaron a cambiar y pronto estaba gimiendo de placer y moviendo el culo. El lubricante era de cereza y olía muy bien, como le chorreaba un poco por el perineo decidí recogerlo con la lengua. Y empecé a comerle el culo con ganas, primero por fuera, luego con mi lengua fui acariciando su agujero y haciendo fuerza empecé a follarme su agujero con la lengua. Esto lo dilató bastante y se dejaba hacer.
Me levanté y me bajé los pantalones cortos, él se giró y me miró con cara de pocos amigos —Ni se te ocurra hijo puta —me dijo cuando apoyaba la punta de mi nabo sobre su agujerito caliente y dilatado. Pero seguía teniendo el culo en pompa, apartarse no se apartaba.
—¿Yo? No corazón a mi no se me ocurre nada, tu me la has levantado con tus meneítos y tus gemidos y tú solo te la vas a meter, ya la tienes encarada, así que empuja y verás como entra. —Le dije socarronamente sin mover ni un milímetro mi poya que estaba ya soltando precum sobre su agujerito y que estaba muy caliente y gorda.
Me miró con fingido odio, o no sé, porque empezó a empujar con su culo en dirección hacia mi y mi poya empezó a entrar, nuevamente en su culo. En cuanto entró del todo, a su ritmo, lo cogí de las caderas y empecé a bombear suavemente; pero su culo me tenía hipnotizado, era perfecto, maravilloso y acogedor, así que empecé a imprimir un ritmo frenético. Él empezó a chillar de placer y a morder el brazo del sofá mientras hacía ruiditos o intentaba aguantarlos. Ver entrar mi poya en su diminuto culo me ponía más berraco que nunca, sus caderas eran tan pequeñas que si estiraba los pulgares me los tocaba, un palmo mío era más largo que todo su culo. Y allí entraba mi poya sin contemplaciones, parecía imposible que entrase, pero con cada embestida su culo tragaba más y más.
Me hubiese corrido de seguir en seguida y quería disfrutarlo, así que me separé y me senté en el sofá y le indiqué que se sentara encima de mí. Lo hizo solícito y de buen gusto.
—El nene viene por su caramelo, ¿eh? —Le dije con malicia cuando me dejo respirar entre beso y beso mientras cabalgaba mi poya a placer.
—Más bien a por el palo, cabrón —Me contestó volviéndome a morrear.
—Tu culo me tiene loco Alfonsito.
—No me llames así cabrón.
—Me encanta cuando finges enfadarte Alfonsito —le contesté provocándolo.
—Eres un cabrón.
El hecho es que provocarlo, producía el efecto contrario en él, actuaba con más pasión y follaba con más ganas, así que lo provocaba a base bien.
—Va Alfonsito que si sigo dándote caña, fijo que te corres sin que tenga que tocarte —Y era verdad su poya estaba chorreando de precum, roja y no se la había tocado en ningún momento. No contestó empezó a morrearme con mucha pasión y fuerza y a chillarme en a boca, pero ya no separaba los labios. Su culo seguía subiendo y bajando con fuerza y a este ritmo no iba a durar ni segundos. Cogí uno de sus pezones con una de mis manos y lo pellizqué. Él aulló dentro de mi boca, a lo que yo respondí retorciéndoselo bien fuerte. Puso los ojos en blanco y eyaculó de forma salvaje, unos 8 o 9 lefazos incontrolados que salpicaron nuestros torsos, barbillas y parte del sofá.
Su culo se volvió más estrecho que nunca y le metí dos buenos empujones, la última estando mis huevos apretados contra su mismo agujero llegué al orgasmo y descargué todo lo que llevaba en los huevos en su culito.
No dejó de besarme con pasión en ningún momento. Y así siguió durante bastante rato. Ni siquiera cuando nos giramos y vimos que Juan hacia algún rato que estaba allí, tenía la poya chorreando y era evidente que se había hecho una paja mirándonos, tenía lefazos por el pecho y el suelo estaba lleno de puntitos blancos. Se chupaba algunos dedos con placer el muy goloso. Alfonsito lo vio, se giró y siguió besándome.
—Oye —dijo Juan —deja de reventarle el culo a mi novio que me lo vas a estropear.
—Yo solo le doy al nene lo que le gusta, ¿a que sí Alfonsito? —dije entre besos de este. El solo musitó un quedo sí mientras me seguía besando.
Después de un buen rato nos arreglamos y fuimos a pasear por Madrid, comimos fuera y luego acabo el relato con lo que ocurrió cuando me desperté de la siesta, os prometo un final épico… gracias por vuestros comentarios y apoyo. Buenas pajas para todos.