Neus y Carmen (lujuria en el súper)

...la necesito, necesito sentir su piel junto al mío, probar su cuerpo, acariciarla como nunca nadie haya hecho en su vida

Neus y Carmen (lujuria en el súper)

Me llamo Neus y soy una chica normal de entre todas que existen en éste mundo; 1`65, delgada, de 20 años, morena de pelo largo rizado y brillante, y un culito que más de un chico a deseado palparlo hasta desgastarlo (no lo digo yo, sino mis amigas con cierta envidia) Quiero contaros lo que me pasó hace unas semanas con la chica que mas quería en el súper justo cuando cerraba por la noche

Trabajo como dependienta en un todo a cien (mejor dicho todo a 0´60 céntimos) y la chica en cuestión, Carmen, trabajaba en un súper que se ubicaba en la esquina como cajera. A Carmen ya la conocía por haberla visto varias veces en mi barrio cuando trabajaba en otro súper. Iba allí, compraba lo necesario, comida o cualquier cosa para la casa, hablaba con ella sobre los precios de todos los alimentos y todas esas cosas normales entre empleada-cliente. Pero hasta hace unos meses no me empezó a interesar ésa chica como mujer… Nunca me he considerado lesbiana pero no descarto que a mi las mujeres me impresionan más que los hombres, siempre he preferido la compañía de mujeres. Ésa forma de ser y de pensar me hacia reflexionar que en ciertos campos las mujeres somos superiores a los hombres y por ello… las admiraba como Diosas del olimpo. Cualquier chica que pasara a mi lado, siempre obtenía una mirada mía en su trasero, en sus ojos, en los labios… en todo su ser por resumir. Carmen superaba con creces todo lo que yo admiraba en una mujer: simpática, abierta, risueña, con carácter en ciertos momentos… Y su cuerpo era lo mejor que ella poseía: alta y muy bien proporcionada, esbelta, morena con el pelo de punta, mirada oscura y tranquila, un buen culo en donde podría agarrar sin problemas, y unas grandes tetas que deseaba devorarlas.

A menudo nos encontrábamos en la calle, o de camino a mi trabajo y ella al suyo. Nunca nos dirigíamos ninguna palabra a pesar de ser vecinas de trabajo, a pesar de que charláramos varias veces en el súper de mi barrio en donde curraba ella tiempo atrás, nunca terminó mi día con un buen sabor de boca al no poder dirigirle ni una sola palabra. Me hubiera conformado con un simple "hola" aunque fuera sido sólo por cortesía. Estaba claro que si no estaba en el súper comprando como un cliente más, jamás tendría de Carmen alguna palabra que se me quedara grabado en la mente durante el resto de la semana… A parte de que yo soy muy tímida, cada vez que veía a ésa preciosa chica acercase a mí... mi cuerpo temblaba, mi voz se entrecortaba por la respiración, mis partes intimas se humedecían levemente casi por reflejo propio y mis ojos se clavaban en sus grandes tetas envueltas en ése uniforme que solía llevar en el súper: camisa verde, con el logotipo de la tienda en la espalda y un cartelito con su nombre "Carmen" por encima de sus senos y unos pantalones blancos que dejaba entrever de que color eran sus braguitas. A decir verdad... ¡esa chica me ponía un wevo cada vez que se pasaba por la tienda a por fiso o por permanentes! Sobretodo con ése uniforme ceñido y con cierto aire sexy que recuerda a cualquier peli porno del canal 47. Me era imposible imaginar momentos calientes y eróticas con Carmen cuando la veía vestida con su uniforme; arrancárselo todo de golpe, lamer su cuerpo con mi lengua, darle besitos y mordisquitos en sus pezones y probar (y a ser posible saciarme) ésa concha que imaginaba como sería y a que sabría en mis noches lujuriosas en las que yo me masturbaba pensando en ella, sólo en ella, en Carmen...

Constantemente Carmen entraba a la tienda y todo seguía igual; con los matutinos "hola, buenos días" y "¿me podrías decir donde está... ?" Y yo seguía con el mismo comportamiento por mi parte cada vez que la veía entrar; la miraba de arriba abajo, con deseo y excitación, imaginándomela sin ese maldito uniforme que tapaba completamente el bello cuerpo de aquella hermosa mujer que tenia frente a mi, de la manera que la besaría en sus dulces y delicados labios para hacerla estremecer en mis brazos para que me exigiera más y más... Y la manera que lamería su cuerpo, explorando cada rincón privado e íntimo que Carmen poseía y que quisiera con toda mi alma que ése cuerpo sólo fuera mío, que sólo yo le diera ése placer que le proporcionaría mi húmeda lengua sin esperar nada a cambio (bueno si, que ella sólo fuera mía) Ella últimamente me miraba mucho, sin decir nada, sólo me miraba a los ojos que, si se acercara un poquillo a mi, se vería Carmen reflejados en ellos porque yo solo tengo ojos para ella, no miraba a la cantidad de tías buenas que se pasaban por la tienda. A su lado, Carmen debería ser la estatua que adornara cualquier calle o plaza importante de España (y del país se me apuráis) Tal vez me miraba diciéndose a sus adentros "joder, ¿Por qué me mira tanto esta tía?" Pero un día me envalentoné y le dije al menos, cuatro palabras.

Carmen entró allí en busca de fiso. Fue directamente a la sección en donde se encontraba y yo sin dudarlo la seguí. Ella agachada y yo de pie, me imaginaba que en un descuido mío me tomaba de la cintura y me bajara con sensualidad mis pantalones para descubrir mi sexo completamente mojadito y perderse con el con su lengua fundida en mi ya hinchado clítoris. Aparte esa morbosa imagen de la cabeza e ideé algo para hablar con ella (ya era tarde, me había puesto cachonda de sólo pensarlo)

¿Buscas algo? –le pregunté, disimulando mi voz nerviosa.

No, gracias, esto era lo que quería –me enseñó el fiso en sus manos- ¿Cuánto vale?

Para ti... 60 euros –esto provocó la risa de ella, y pude al fin contemplar y descubrir que no solo su cuerpo era bello, sino también su sonrisa.

Anda Neus... ahora en serio.

Me quedé alucinada... ¡¡sabia como me llamaba yo!! Me pasaron por la cabeza miles y miles de cosas calientes que por supuesto no di con la respuesta adecuada al ver la manera impaciente en la que me miraba.

0´60 céntimos, aquí lo pone –me agaché a su altura y le cogi de sus calidas manos el fiso para enseñarle el precio marcado.

Oiii... que tonta jeje –ella rió avergonzada mientras que yo seguía mirándola.

No mujer, un poco despistada tal vez –ahora yo me reía- Tú te llamas Carmen ¿no?

Seguro que sé porque lo sabes.

¡¡Mierda!! ¿Se abrá dado cuenta de que la miro sin ningún descaro sus tetas y de que yo preguntaba a sus compis de trabajo que en donde estaba ella? Vamos, que me había convertido en su sombra permanente. Respire aliviada al señalarme su plaquita con su nombre "Carmen"

Ohh... jeje, pues claro que lo sé –le dije toda nerviosa- Y ¿tú como sabes mi nombre?

He oído nombrártelo en repetidas veces tus jefes -yo me reí nerviosa y por compromiso, cuando en realidad lo que quisiera era comérmela enterita ahora mismo –Es muy bonito.

Me ruboricé y me excité al instante por la manera dulce y sensual que salieron esas palabras de sus tentadores labios. Lo que pensé decirle era "tú si que eres bonita Carmen, la más hermosa entre todas las mujeres de éste mundo". Pero me salió un tímido "gracias" de mi boca. Carmen se dirigió sin miramientos al mostrador en donde atendía mi jefe, esperando que éste le cobrara el fiso. Pero sus ojos se posaron la ropa que había justo al lado, una ropa ceñida y muy guapa que claramente le había atraído. Yo, de pie junto a la ropa expuesta, rezaba porque ella no se fuera de allí, quería seguir contemplando a aquella mujer que me tenía loca, sobretodo en mis noches de soledad. Mis suplicas habían sido escuchadas porque enseguida Carmen me dijo:

Oye ¿tienes alguna camiseta o alguna blusa de mi talla? Es que quisiera estrenarla mañana cuando salga del curro con mis amigas. Pero que sea muy bonita.

¿Más bonita que tú? Imposible

Os puedo jurar que lo dije sin pensar, sin pensar en las consecuencias que tendrías esas palabras. Me callé al instante toda colorada y dirigiendo mi mirada hacia el suelo. Carmen se me quedó mirando un buen rato en silencio. Ésos segundos de silencio producían en mí una extraña excitación incontrolable, era unos de esos momentos en la que era mejor callarse y dejar que hablasen nuestros cuerpos. No fue así por supuesto, a Carmen se le dibujó una amplia sonrisa en su rostro, agradecida por lo que yo le acaba de decir. Ella soltó de su boca un sincero "gracias" y se me acercó a mí apresuradamente y... ¡¡me besó en la mejilla!! Ése fue el resultado de mi piropo, conseguí de ella al menos ése tímido roce en nuestras caras. Me quedé clavada en el sitio sentí que con sólo por hacerme eso, se humedecieron mis partes bajas y fuertes palpitaciones en mi clítoris. Tuve la tentación de toquetearme, pero delante de ella no molaba nada porque aparte de eso, era un cliente. Así que controlé mis instintos de "hembra sedienta de sexo femenino" y le escogí la mejor blusa de la tienda. Ella también se puso deacuerdo con la prenda que le elegí para ella: era de color blanco, semitransparente, la manga le llegaba por el antebrazo, unas cuantas perlillas adornaban por el alrededor del escote y con botones por delante (vale, si, lo confieso, lo elegí a cosa hecha, me parecía una prenda muy sexy para ella además de morbosa) Al hacer las compras, Carmen se despidió de mi desde la puerta con una amplia sonrisa, algo que hizo estremecer mi cuerpo con sólo observar ésa sonrisa de niña mala que me ponía mogollón. Mi deseo hacia ella seguía latente en mi interior aun después de haber pasado varios minutos desde su visita. No podía mas, mi cuerpo necesitaba una liberación, una desconexión total del mundo real; necesitaba sentir un orgasmo pensando en Carmen. Me dirigí rápidamente al baño con la excusa de hacer un pis...

Me senté en la tapa del water y noté como mis manos se transformaban en el único medio de sentir el mejor de los placeres de éste mundo; un orgasmo. Dejé mi mente en blanco y me imaginé a Carmen, una Carmen diferente a la que yo conocía: era mi amante, una amante que haría lo que fuera por excitar al compañero.

Lo conseguí con solo mostrar una parte de su esbelto cuerpo. ¡¡uyy!! Como deseaba tocarlo, sentirlo, besarlo, lamerlo ahora mismo... Con sólo pensar en lo que carecía, me ponía de lo más cachonda. Hoy llevaba puesto un pantalón de un color muy claro y... al pensar tanto en su imagen desnuda, me mojaba de tal manera, que todo el fluido que brotaba por mi coño, traspasó mis braguitas y se veía claramente una mancha de mi propia humedad en la parte baja de mis pantalones. "¡¡Ohh sii Carmen!! Desnúdate cariño, déjame ver como son tus tetas y tu dulce coñito. Déjame probar ambas cosas que tengo hambre de ti (pensaba mientras me masturbada, dándome suaves masajes en mi clítoris con ambas manos) Mmmmmm, que rico sabes Carmen, eres todo un deleite, eres el menú especial de cualquier restaurante caro, eres la fruta prohibida que todo mortal quisiera probar... ¡¡¡Ohh sííí, eso es Carmen!!! Cómeme todo el coño, bébete todo lo que mi cuerpo te ofrece, eso es... ¡¡mueve así la lengua, rápida y sutilmente!!" ¡¡¡Ahhhh!!! Ufff... menuda corrida acababa de tener. Ha sido el mejor orgasmo que he tenido sola pensando exclusivamente en el body desnudo de mi amada Carmen. Todavía sentía contracciones de placer en mi hinchado clítoris, y aún me quedaba fuerzas para correrme otra vez pero... mi jefe me llamaba desde el mostrador, algún cliente me reclamaba.

Al día siguiente por la tarde, me vestí mas arreglada de lo normal e incluso me había maquillado (no suelo hacerlo en mi curro ya que allí estoy para trabajar, no para ligar al fin y al cabo) Me puse unos vaqueros ajustados con mucha campana, una camiseta de tirantes blanca con dibujillos chinos que dejaba entrever el color negro de mi sujetador y unas botas altas negras tipo boxeador que hasta ahora no había estrenado (creo que escogí un buen día para estrenarlas) Hoy me ricé el pelo y eso que no me gustaba mucho pero mis amigas me decían que me veían preciosa (esperemos que Carmen piense lo mismo) Me pinté para aparentar la edad que tengo (poseo la cara de una niña de 18 años) Hoy decidí de una vez ir por la noche al curro de Carmen y decirle que... me iría con ella de marcha a donde fuera. Bueno, está bien, ya se que esperabais que dijera que le diría que estoy enamorada de ella, pero eso ya lo dejaré en manos del alcohol jeje. Durante las horas que restaba la llegada de la noche, me sentía muy nerviosa, muy ansiosa, excitada, emocionada... todo al mismo tiempo por culpa de ésa niña que me tiene atacada de los nervios. No dejaba de pensar en las posibles respuestas que ella me daría al pedirle que si quería irse conmigo de marcha; "lo siento pero e quedado con mis amigas... " "lo siento pero hoy no me apetece salir... " "lo siento pero simplemente no quiero salir contigo... " ¡¡Ahh!! Basta Neus, no pienses mas en gilipolleces ¿por qué iba Carmen rechazar una invitación normal e inocente de alguien a quien ya conoce? (pensaba para tranquilizarme sin dar buen resultado) Mi jefe ya me notaba algo extraña en estas ultimas horas; muy despistada y muy hermosa a la vez jeje. Le conté que pensaba salir con unas amigas por ahí... aunque jamás me imaginaria que en realidad me pasaría algo mejor en ésa noche...

¡Al fin llegó la hora de mi salida! Mis 6 horas que empleaba de dependienta en ése tienda se me hicieron eternas especialmente hoy... y al pisar la calle y visualizar el súper de la esquina que estaba también a punto de cerrar... ¡deseé en ése momento que el tiempo retrocediera de nuevo hasta el momento que entré a la tienda a las 17:00! Efectivamente, me había acojonado al saber lo que me esperaría o lo que no me esperaría en ése noche... ¡¡Ayy, Dios!! ¡No sé que hacer ahora! En mis manos sostenía un pequeño regalo que compré en la tienda especialmente para ella: algo muy bonito y sincero que diría por mi todo lo que siento por ella. Espero que le guste. Uff… ¡No pudo controlar mis nervios! Carmen va a notar que estoy muy nerviosa por la manera que mi cuerpo temblaba; parecía una gelatina mal hecha. Me despedí de mi jefe hasta mañana y me encaminé hacia al súper que se encontraba con las persianas media bajadas. Esperé hasta que salieran todas las empleadas de allí para así pillarla sola. Al salir varias chicas del súper, pude oír desde donde estaba un "nos vemos en la disco" Carmen no me mintió; pensaba irse de marcha con sus amigas. Tal vez prefiera irse con sus amigas antes que conmigo o quizás quiera que me una a ellas… Al fin y al cabo, la segunda opción me parecía genial ya que con tal de estar al lado de ésa chica… haría cualquier cosa. Tenia dos opciones: o entrar y allí que pase lo que Dios quiera o esperar hasta que cierre. Opté mejor por lo primero, no era la más sensata pero… no sé, debía darle este regalo en un momento en el que estuviésemos solas

Mi cerebro mandaba que entrase allí de una vez, teniendo en cuenta las consecuencias, pero mis piernas no respondían. Me quedé petrificada en el mismo sitio, no había nada que pudiera moverme de allí… Tal vez si había algo; ver la imagen de Carmen a través de la persiana media bajada, caminando de un lado a otro con su uniforme aun puesto (ése maldito atuendo que quisiera quitarle yo con mi boquita) A si que me envalentoné, suspiré fuertemente para liberar un poco de tensión y entré al establecimiento. La puerta estaba cerrada desde dentro como es lo normal. Ella se percató de que alguien intentaba entrar y al verme a mí… me dijo claramente "está cerrado. Lo siento" Yo, haciendo señales con mis manos, le pedí que abriera. Ella vaciló al principio, pero yo insistía. No tuvo más remedio que abrirme la puerta. Carmen seguía diciéndome:

Está cerrado Neus. Estoy liada ahora con las cuentas

No te preocupes por eso, que no he venido a comprar nada. Quería verte a ti –le expliqué con mi corazón a mil por hora.

¿A mí? ¿Por qué? –me preguntó extrañada.

Nada que… eh… -balbuceé- No tenía planes para ésta noche y pensé… que si querrías

¿No tienes planes? –me interrumpió- ¡Ah! Muy bien, vente con nosotras de marcha ¿te apetece?

Por supuesto que me apetecía. Carmen se me adelantó e hizo bien porque yo no era capaz de decirle que se viniera por ahí de marcha. Sentía que no podía respirar, ella me arrebataba el aire que necesita para vivir… es la consecuencia del amor. Estoy tan enamorada, que el estar cerca de ella podría ser mi perdición total.

Cla…claro jeje –acerté a decir- Lo que tu quieras.

Perfecto. Espérame aquí dentro si quieres –me invitó a que entrase a la tienda y yo, con las piernas temblándome, entré y me puse al lado de un mostrador.

¿Qué llevas ahí? –me preguntó señalando mi bolsita.

Eh… ¿esto? Pues… algo para ti, pero prefiero dártelo mas tarde.

¿Para mí? ¿En serio? –vi cierto brillo de felicidad en sus ojos- ¿Por qué te has molestado mujer?

Ninguna cosa que tenga que ver contigo me molesta Carmen.

Algo influyó en ésa frase que le solté casi sin imaginarlo porque nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos de una manera especial. Siempre quise saber eso de que alguien te mirara de forma "especial" Os juro que en ése momento lo supe. Carmen me dirigió una mirada tan directa, tan penetrante… que consiguió que por mi espalda recorriera un escalofrío que me quedaba fuera de lugar. Era el momento perfecto para hacer cualquier locura… pero no reaccioné y esperé a que ella hablase.

Bueno… eh… -contestó ella balbuceando- Voy a cambiarme al vestuario. Espérame aquí si no te importa esperar

Claro, claro –me adelanté- No te preocupes.

Carmen se adentró en la tienda para dirigirse a los vestuarios. Y yo me quedé sola con mis pensamientos a veces morbosos y a veces negativos. No tenía ni la menor idea de lo que ocurriría esa noche con ella, y todo eso debería depender de mí, de mis actos, de mis palabras… Creo que el pensar en todo esto era simplemente una tapadera para ocultar mis verdaderas intenciones; quería ir hacia donde estaba Carmen cambiándose de ropa. Ya se que no esta bien espiar a los de mas pero… necesitaba contemplar su cuerpo desnudo por lo cual yo estaba volviéndome loca, necesitaba ver de que manera se quitaba su ropa aunque no fuera exclusivamente por mi, necesitaba saber como era las dos partes de su cuerpo (sus tetas y su coñito) para imaginármelas por las noches a la hora de masturbarme, aunque me quedara con las ganas de comerle ambas cosas.

Mi excitación y curiosidad aumentaban por cada segundo que pasaba y… ¡¡no pude más!! Fui hacia el vestuario, ignorando lo que me pidió Carmen. Me acerqué sigilosamente de manera que ella no me oyera. El vestuario no tenia perdida (y para mi suerte, no tenia el cerrojo echado) Ella se fiaba de mi… tal vez por eso no debería espiarla pero… ¡¡necesito ver su cuerpo!! Para mi ella es como la droga; necesito mi dosis de inmediato. Me acerqué a la puerta y la entreabrí un poco, sin que ella se diera cuenta. Ohh… que cosa tan maravillosa vieron mis ojos, el resplandor de su hermoso cuerpo me cegaron totalmente; vi a Carmen en ropa interior. Pero solo unos segundos porque de inmediato se puso sus vaqueros. Se los puso de una manera sensual, como si supiera que estaba allí espiándola. Uhh… menudas piernas tenía; sospechaba en mi agitada mente que deberían ser muy suaves, como la piel de un melocotón, delicadas como una muñeca de porcelana y tan calidas como el sol en verano.

Ahora Carmen se disponía a ponerse la blusa que se compró el otro día, y antes de que lo hiciera yo ya había contemplado de manera poco más o menos satisfactoria sus grandes senos envueltos en ese sujetador blanco casi transparente, que se le veía el color de sus pezoncitos; tan rosados como mi lengua, que con ella no paraba de mojarme los labios porque estaba deseando con todas mis fuerzas probar aquel manjar tan apetecible. Pero debía resistirme… ella no debe saber que estaba allí espiándola sin su consentimiento. Yo me encontraba muy, muy excitaba, mis partes íntimas estaban totalmente empapadas. Y con sólo tocarme un poco el conejito… obtendría la mejor corrida de la noche. Y todo por culpa de aquella mujer, Carmen. Con su desnudo cuerpo y con esa sensualidad que asomaba por cada uno de sus poros, hizo que ahora deseara a ésa mujer más que nunca; la necesito, necesito sentir su piel junto al mío, probar su cuerpo, acariciarla como nunca nadie haya hecho en su vida… Todo éste pensamiento lujurioso desapareció al instante al regresar yo de nuevo junto al mostrador, esperando a que Carmen volviera a mi lado. Sin embargo, mi calentón seguía intacto, sin posibilidad de que un simple vaso de agua pudiera calmarlo

Después de unos minutos, Carmen regreso del vestuario totalmente con una vestimenta diferente, como jamás he podido contemplar en ella antes; vaqueros ajustados, una blusa blanca (la que compró en la tienda) que de paso se le transparentaba el sujetador (de sobra sabia ya como era jeje) y en ella envolvía un dulce aroma que me inundó de sensaciones agradables. No iba maquillada, ni falta que le hacía, ella poseía esa belleza natural que era la envidia de sus compis. Ella se me acercó a mí con una dulce sonrisa en sus labios y vi en su rostro cierto aire de impaciencia.

Ya estoy aquí. Siento la tardanza –se disculpó, finalizando con una sonrisilla.

N… no pasa nada –tartamudeé por vergüenza, ya que minutos antes la había visto semi-desnuda.

Estoy deseando ver de una vez mi regalito. ¿Me lo das ahora? –me suplicó, mirándome con ojillos de niño pequeño.

Eh… normal… Yo estaría igual. Pero… -noté como se secaba mi garganta- Uf… necesito beber algo. ¿Puedo coger una botella de agua?

Claro, coge una de la nevera de allí –señaló a una nevera que había al fondo del pasillo.

Disculpa.

Tenia la boca tan seca que no podía pronunciar una palabra a aquella chica que rozaba la exigencia en su tono. Por supuesto que lo vería pero tenía que estar yo delante para ver la cara de flipe que pondrá. Me adentré en el pasillo y me encaminé hacia la nevera para coger una botella de agua fresquita, para así calmar si sed (y ya si eso, mi calentura del cuerpo) Al llegar, abrí la nevera y cogí una de las botellas que estaba casi congelada. ¡Ahh! Ése agua a sido mi salvación, ahora si que podía vocalizar algunas palabras a Carmen, aunque fueran tonterías. Me bebí casi la botella entera y me dispuse a regresar al lado de ella. A medida que me acercaba a Carmen, podía oír en el silencio de la tienda un nítido ruido como si fuera papel, como si alguien hiciera bolas con él. A las espaldas de Carmen pude ver que ella estaba como mirando algo… y en el mostrador había trozos de papel de regalo roto. ¡¡Dios, ha abierto mi regalo!! En cualquier momento me iba a dar una taquicardia, deseaba irme de allí para no ver su cara al recibir ese regalo tan personal que claramente explicaba lo que sentía por ella. Ella se encontraba parada en el mismo sitio, sin mover un músculo, mirando fijamente ése regalo como si no entendiera nada. Yo podía aprovechar ese distraimiento para irme pero… no podía dejar las cosas así. Carmen debe saber lo que significa ese regalo. Aunque mi corazón amenazaba con salirse del pecho, me acerqué a ella por detrás, lentamente para que no notara mi presencia. En ése momento no actué yo, sino mi corazón, todo fue por puro instinto del momento.

Carmen… -le susurré estando detrás de ella.

¿Qué… que significa esto Neus? –me preguntó sin quitar la vista de ése peluche que ponía repetidas veces "te quiero, te quiero, te quiero"

¿No lo sabes aún? –le agarré de la cintura, apoyé mi cabeza en su hombro y le susurré- Este regalo no es suficiente para explicar todo lo que siento por ti Carmen. Te quiero, te adoro, te venero, te idolatro, te estimo… te deseo

No puedo creer que se lo haya confesado al fin, como tanto he soñado. Yo seguía agarrada a su cintura, podía percibir el calor de su cuerpo y su culito rozaba mi concha, que poco a poco se iba humedeciendo por el morbo del momento. Carmen seguía sin pronunciar una palabra, hubo un gran silencio en el ambiente, sólo se podía oír mi entrecortada respiración al estar abrazada a ella. Ése perfume que llevaba me estaba volviendo loca

-No… no puede ser… -expresó Carmen, con la voz un poco entrecortada por los nervios.

  • ¿El que no puede ser? –le pregunté aun detrás de ella- ¿Qué yo me haya enamorado de ti como nunca antes me había pasado con un hombre? Si quieres te lo vuelvo a decir pero… prefiero demostrártelo, así se haría realidad unos de mis sueños contigo Carmen

  • Déjame… -quitó sus manos de su cintura- Será mejor que te vayas.

  • ¿Por qué? – le pregunté desilusionada.

  • Vete, por favor… -me volvió a pedir señalando la salida con su mano.

  • Vale, está bien.

Acepte su petición con casi lágrimas en mis ojos. Obviamente su rechazo me había dolido en lo más fondo de mi corazón. Observé por unos instantes la cara de Carmen; se quedó perpleja, sin creerse nada. Con la mirada fija en el suelo y parada junto al mostrador, ví brotar de sus ojos unas lagrimas. No comprendí ése comportamiento por su parte, la que estaba dolida aquí era yo. ¿Por qué lloraba Carmen? Antes de irme, me acerqué a ella, me quedé contemplando a la mujer que tenía delante, a la mujer que mas quería en éste mundo, a la mujer que me acababa de destrozar el corazón… Puse mi mano en su mejilla, y le sequé con mis dedos sus lágrimas que aun brotaban. La miré a los ojos y ella me devolvió la mirada de una manera tan dulce, que con mi dedo índice empecé a rozarle los labios, esos labios que tanto anhelaba besar

Ella cerró los ojos, como si quisiera disfrutar del momento. Yo mojaba mis labios, aguantando las ganas de probar de aquellos labios pero… dejé de hacerlo y le acaricié la mejilla por ser la última vez que sintiera el contacto de su piel con la mía. Carmen movía la cabeza al mismo ritmo que mi mano, entonces fue cuando me acerqué a ella y la besé en la cara con timidez y dulzura a la vez. Hasta que ella se giró un poco y sentí el roce de sus labios con los míos. Fue la mejor sensación que jamás había tenido con nadie. Creí por unos segundos que estaba viviendo en un sueño maravilloso y para poder creerme lo que ocurría, me acerqué más a su cuerpo y a la vez que la besaba, le acariciaba su pelo y la sujete de tal manera para que no huyera de mí. Poco a poco ése beso se volvía mas apasionado, nuestras lenguas rebuscaban dentro de nuestras bocas, como si quisiéramos encontrar el tesoro perdido. Ella a pesar de estar besándome, no hizo ningún movimiento con su cuerpo, como acercarse más a mí o abrazarme. Tuve que ser yo la que le indicara.

Le cogí su mano izquierda y se la puse en mi cintura y la otra mano en mi cara, de ésa manera si que podía sentir mejor la presencia de mi amada Carmen a la que amaba con locura y que hoy por supuesto, le demostraría todo ése amor guardado durante mucho tiempo. Noté como poco a poco ella se abrazaba más a mí, como si no quisiera que yo me separara de ella. Sólo así pude percibir el calor de su cuerpo y de ante todo, la de sus partes bajas; todo aquello le excitaba, al igual que a mi porque ya notaba como mis braguitas estaban bañadas por mis flujos, que brotaban sin salir durante el tiempo que duró ése beso. A pesar de que ése beso me encantaba, quería probar mas cosas de ella, descubrir mas cosas ocultas de su cuerpo y hacerla disfrutar. Fui bajando poco a poco hasta llegar a su cuello. Empecé a besarlo delicadamente al mismo tiempo que mi olfato no dejaba de actuar; ése perfume que llevaba formaba también parte de mi excitación y estaba a un paso de llegar a la locura total. Carmen dejaba escapar de su boca unos cortos gemidos por el placer que recibía, aparte de que respiraba con dificultad, como me pasaba a mí. Fui bajando mi boca hasta llegar a su escote, y al llegar al obstáculo (los botones de su blusa) me paré un segundo, la miré y la sonreí por lo feliz que era. Tenía ante mí sus pechos envueltas tras esa blusa blanca, que no dudé ningún momento en tocarlas por encima de la ropa. Mmmm… que sensación tan maravillosa producía en ella. Carmen entornaba los ojos de gusto, y del mareo que le producía tanto placer, prefirió apoyarse en el mostrador y dejarse hacer por mí.

Yo seguía acariciando sus senos por encima de la ropa y notaba como sus pezones estaban totalmente erectos y amenazaban con salirse del sujetador. Acariciaba sus tetas como si estuviera amasando arcilla; salvaje pero con delicadeza a la vez. ¡No podía más! Deseaba probarlas, quería lamer sus pezones, quería ver la cara de Carmen transformada en placer total, quería que ella me exigiera que la poseyera… Pase a la acción de inmediato y le abrí rápidamente los botones de su blusa, y tras esta prenda descubrí lo que mas anhelaba probar; sus grandes tetas, envueltas en un sujetador blanco casi transparente que ya visioné minutos antes sin que lo supiera. Antes de nada, las acaricié por encima de su sujetador, al mismo tiempo que observaba el rostro de Carmen. No dejaba de entornar los ojos y de relamerse sus labios una y otra vez. Ella en voz baja, casi susurrante me decía "Hazlo" y la obedecí sin pensármelo. Le despojé de su blusa y le abrí el sujetador y… ¡qué hermosas eran! No podía creer lo que veía. Sus pechos suplicaban a gritos que los chupara y así lo hice. Con mi lengua empecé a lamer sus pezones sin parar, hasta que conseguí que se pusieran mas duras que una piedra.

Carmen no dejaba de dar cortos gemidos y cuando yo me paraba a darle masajitos con mi dedo en su pezón, ella me agarraba de la cabeza con suavidad y me la acercaba de nuevo a sus tetas, no quería que yo parase de chuparlas. Mientras que seguía comiéndome sus pechos, con mi mano derecha, le tocaba su concha por encima de sus vaqueros. Nunca había notado nada tan caliente en mi vida. Subía y bajaba mi mano en sus partes, sin dejar de lamer sus tetas. Ella seguía el mismo ritmo que mi mano y creo que si sigo así, se correría allí mismo pero… ¡no iba a permitírselo! Quería ante todo probar su coñito y que se corriera en mi boca. Dejé por un momento de chupar sus pezones y pase ahora a desabrochar sus vaqueros. Al conseguirlo, se los bajé hasta los tobillos al mismo tiempo que yo me agachaba a la altura de su conejito. Ante mí tenia la visión de sus braguitas blancas, haciendo juego con su sujetador como es de esperar. Estaban ligeramente mojadas por sus propios flujos y empecé a acariciarle la concha con delicadeza.

Vi como Carmen hizo un leve movimiento al tocárselo y miré como se le dibujaba una sonrisa en su cara. Seguí dándole masaje en ésa parte hasta llenarme la mano de ése néctar divino que brotaba de su coñito. Me pasé la mano por mi nariz para comprobar como olía Carmen y… ¡¡ahhh!! Que olor mas agradable, el típico olor de hembra en celo que deseaba que le hicieran una buena comida. La verdad es que ese olor despertó en mí unas ganas tremendas de comerme su concha enterita. Bajé sus braguitas lentamente a la vez que daba pequeños besitos en su escaso bello púbico hasta dejársela por los tobillos y me encontré frente a mi gran tentación. ¡¡Tenía mucha hambre de ella, tenía que probarlo YA!! Al introducir mi lengua dentro de su mojada vagina, ella dio un brinco de asombro y soltó un gran gemido que tuvo que morderse los labios para no gritar tanto. Nunca había hecho esto antes, lo de comerme el conejito de otra mujer pero… a pesar de no tener experiencia, Carmen disfrutaba de lo lindo con lo que le hacía. Movía rápidamente mi inexperta lengua por su hinchado clítoris, que amenazaba con explotar y soltar todos sus jugos como siguiera así. Carmen jadeaba sin parar y su respiración iba mas rápido cada segundo que pasaba.

Ella me cogía de la cabeza y me guiaba por su sexo (también creo que es por temor a que yo dejara de comérmelo) mientras que no paraba de decirme con voz entrecortada "Sigue Neus, sigue…" Por supuesto que no pare, seguí lamiendo, chupando, saboreando aquel coñito que me pareció el mejor deleite que jamás me habían ofrecido. Sus ojos cerrados, sus piernas temblando y su respiración agitada eran la clara señal de que su orgasmo se aproximaba, y por eso seguí moviendo mi lengua y tragando todo lo que me ofrecía. Sus gemidos eran más intensos y sus palpitaciones en sus clítoris eran muy fuertes, hasta que de repente oí un fuerte "¡¡ahhh!!" de su boca ¡¡Había llegado al orgasmo!! De su coñito brotaban muchos flujos que bebí como si de un dulce zumo se tratara. Al dejar bien lamido su sexo, me incorporé y la bese en sus morros, para que probara de sus propios líquidos vaginales, con el que yo me sacié sin parar. Aunque no la dejé respirar porque me agaché para comérmelo de nuevo pero ella… me agarró de los brazos y me puso a su altura y me miró a los ojos. En su mirada vi claramente la lujuria y me apoyó bruscamente en el mostrador. Cogió el peluche que le regalé y me dio golpecitos con él en la cara diciéndome: "Ahora te toca a ti Neus"

Lo que me hizo ya os lo contaré en mi próximo relato.

Si queréis hacer comentarios o sugerencias, podéis escribirme en mi correo electrónico. Gracias