Nessa

Tyler decide darle a su querida hermanita una primera vez que nunca olvidará y quedársela solo para él.

Vanessa sonrió mirándose al espejo. Llevaba ya mucho tiempo saliendo con su novio y por fin hoy se había decidido a perder la virginidad con él, igual que él la perdería con ella. Sabía que sería desastroso, que ambos aguantarían poco la primera vez, pero le quería muchísimo y la quería compartir con él.

—Nessa —La joven se giró a mirar a quien la llamaba, su hermano mayor y sonrió al verlo —, ¿Hoy era que habías quedado con tu novio? —La joven asintió y se volvió a quedar a solas en la habitación.

Se miró de nuevo al espejo con una sonrisa. Llevaba el pelo castaño recogido en una trenza alta que caía por uno de sus hombros desnudos, contrastando con lo pálida que era su piel. Llevaba una blusa blanca con estampado floral que a duras penas le cubría el pecho, aunque la ropa era de su talla tenía el pecho más grande de lo normal, y combinaba el top con unos pantalones cortos del color de las flores, totalmente ceñido que marcaban bien su cuerpo, haciendo que pareciese que tenía más de lo que realmente tenía para igualarlo con su pecho.

Tyler por su parte estaba en el salón pensando en cómo vestía su hermana, intentando calmar la erección que había empezado a crecer entre sus piernas. Después de dos décadas de vida la única persona que se la había puesto realmente dura era su hermana, cinco años menor que él. Era casi dos cabezas más bajita que él y era como una muñequita manejable cuando la abrazaba entre sus fuertes brazos, y el poder controlarla se la ponía aún más dura.

Vio cómo la joven salía del pasillo descalza para ir al zapatero de la entrada y coger el calzado, y cuando la vio ir hacia su habitación con unas sandalias de tacón se levantó de golpe para ir tras de ella.

—Nessa, deja que sea tu hermano mayor una vez más y te calce como cuando eras más pequeña.

—No me llames así —Cuando entró en la habitación la vio sentada sobre la cama con uno de los tacones en la mano y se acercó para calzarla —. Sabes que pienso que es nombre de puta, prefiero Vane.

—Tu novio piensa que es nombre de puta, a ti siempre te ha gustado que te llame así.

La chica bajó la cabeza, era cierto que era él quien le había metido eso en la cabeza, pero si pensaba bien, era cierto.

Su hermano le calzó el primer tacón y acarició lentamente su pierna, haciendo que un calor pasase por toda su pierna hasta el centro de su abdomen.

—Ten cuidado hoy, no vaya a intentar pasarse al verte tan guapa.

—No se puede pasar, Ty, le he dicho yo que hagamos… bueno, ya sabes. —La joven se sonrojó al ver la cara de estupor de su hermano y este no pudo hacer nada más que bloquearse.

Iba a esperar unos años más para explicarle a su hermana todo lo que sentía por ella y poder quedársela solo para él, pero le iban a arrebatar la posibilidad. Ya se había perdido el darle su primer beso y no quería que alguien que no fuera él le diese su primera vez.

Se puso en pie lentamente mientras su hermana lo miraba extrañada y se lanzó sobre ella agarrándola del cuello, enfadado.

—Dice que tu nombre es de puta pero bien que quiere follarte, ¿No? —Vanessa se asustó e intentó gritar, pero Ty le tapó la boca con la mano para seguir hablando él —. Pues si vas a acostarte con él por lo menos vete aprendida de casa, así puede que tenga una razón para llamarte puta.

Los ojos del mayor estaban que se le salían de las órbitas mientras veía como su hermana lloraba asustada, pero a él no le importaba, quería tenerla solo para él, le daba igual la manera, pero la quería para él.

—Las putas no llevan ropa, van desnudas por la calle —Agarró con su mano libre la blusa y estiró de ella hasta romperla, dejando libres los pechos de la menor y endureciendo aún más la polla del agresor —. Mira, esto lo has hecho bien, no llevas sujetador… ¿Qué llevas debajo de ese short tan apretado? —Estiró de nuevo con fuerza, rompiendo el pantalón de la joven y dejandola con un tanga negro de hilo que contrastaba con su pálida piel, marcando aún más su zona intima.

»Joder, al final si que vas a resultar ser una puta… como mínimo una zorra obediente. Abre la puta boca que te voy a enseñar a mamar como es debido.

Cuando Ty apartó la mano Vanessa gritó en busca de auxilio, pero recibió una fuerte bofetada por parte de su hermano y un tirón de la trenza que la dejó de rodillas en el suelo. Una de las manos del mayor apretó su mandíbula con fuerza para obligarle a abrir la boca, dejándola indefensa. La menor no pudo evitar cerrar los ojos con fuerza al ver como su hermano sacaba una polla de unos veinte centímetros totalmente dura, pero eso no hizo que no la sintiera meterse despacio en su boca.

Su hermano empezó a embestirla con fuerza, al principio no entraba nada más que una pequeña parte de aquel pollón, pero embestida a embestida fue metiéndola cada vez más, entrando hasta su garganta y provocando arcadas. Vanessa intentaba apartarse, pero cuanta más fuerza hacía por alejarse con más ímpetu le embestía su hermano, provocando que los huevos de este último rebotaran contra la barbilla de ella.

—Vaya puta de mierda, ¿No sabes chuparla como para hacerme correr? Entonces te tendré que llenar de otra cosa, como a las zorras de la calle. —Nada más escuchar aquello Vanessa empezó a sentir como un líquido caliente le llenaba la boca a la vez que era liberada del agarre.

Cuando se apartó vio como su hermano se agarraba la aún dura polla para seguir soltando ese líquido caliente por todo el cuerpo de su hermana, que escupía lo que le había quedado en la boca. Al respirar de forma acelerada pudo sentir el olor de la orina con la que su hermano le estaba manchando, y antes de que pudiera decir nada paró.

Vanessa miró a su hermano, impotente, deseando que todo eso fuera una pesadilla o, como mínimo, que acabase ahí la cosa, pero eso no sucedió. Ty la cogió por la trenza y estiró con fuerza para arrastrarla hasta el cuarto de baño, donde la metió en la ducha tal cual estaba para abrir el agua helada y ducharla con el chorro a presión como si fuera un animal recogido de la calle.

—Mira, zorra, se te ponen los pezones duros —Sobre los gritos y llantos de Vanessa se sobrepuso la risa de Ty, que aún vestido pero con la polla fuera disfrutaba del espectáculo que le estaba dando su querida hermanita —. Eso es que estas cachonda, ¿No? ¿Por fin vas a admitir que eres mi putita? —Paró el agua y se metió en la ducha, dando la vuelta a su hermana para ponerla contra la pared y tener ese culo virgen a su disposición.

»Mira, te voy a enseñar a quitarte el tanga como la puta barata que eres… La putita Nessa. —Empezó a estirar del tanga por los lados, haciendo presión con la tela sobre el clítoris y los labios vaginales de la joven.

Cuando la tela por fin se rompió Vanessa por fin respiró tranquila, pero gritó de dolor al sentir como su hermano le daba un fuerte azote con la mano abierta en el culo. Notó como sus fuertes manos la agarraban de la cadera y apoyaba su polla mojada en la entrada de su culo.

Cuando la metió entera de una embestida Vanessa no gritó, se bloqueó, le había gustado y no entendía por qué, su hermano la estaba violando para que no pudiese entregarle su virginidad a su novio, no debería disfrutarlo.

Ty, por su lado, se había hecho algo de daño al meterla tan de golpe en un culo tan cerrado, pero sabía que así lo desgarraría por dentro y que la sangre serviría para que se moviera mucho mejor su polla dentro. Agarró a su hermana de los pechos mientras estiraba de ella y la empezaba a embestir con fuerza, a un ritmo cada vez mayor, mientras ella poco a poco se desbloqueaba y empezaba a gemir de placer aunque aún le doliese.

—Más… —Fue un tímido susurro, pero con eso Ty tuvo suficiente para soltar uno de los pechos de su hermana y darle un fuerte azote en el culo —, joder, Ty, ¡Dame más!

Clavó las uñas en el pecho de su hermana mientras seguía azotándola, parando únicamente para agarrar su coño y masturbarla al acelerar las embestidas por estar cerca del orgasmo.

Cayó agotado sobre la espalda de su hermana cuando pudo correrse, era la primera vez que realmente disfrutaba del sexo y pensaba seguir disfrutándolo hasta que no pudiera más.

Cuando se apartó se limpió la polla con la alcachofa de la ducha y después se la tendió a su hermana mientras él se iba a la cocina. Cuando llegó a la puerta del baño se giró a mirar a la recién desvirgada.

—Dúchate, límpiate y ven a la cocina desnuda como la zorra que eres... Voy a proponerte algo que estoy seguro de que te va a gustar.

Sin decir nada más fue a la cocina y se cogió una cerveza para sentarse en la mesa a beber, recordando lo que había pasado hasta el momento. Volvió a sentir el calor en la entrepierna y los pantalones le empezaron a molestar, volvía a tener una erección por culpa de su hermana.

La vio acercarse poco tiempo después, envuelta en una toalla y con la trenza aún sin deshacer del todo, solo tremendamente alborotada por todo lo que habían hecho.

—Te he dicho que desnuda como una zor… —Antes de poder acabar la frase su hermana soltó la esquina de la toalla que estaba agarrando y la dejó caer, enseñándole ese pálido cuerpo que empezaba a coger un color amoratado — -ra… Joder como me pones.

—¿Qué era eso que me ibas a proponer? —La joven susurraba como si alguien fuera a escucharlos y vio como su hermano cogía el móvil que había dejado antes de empezar todo eso en la mesa de la cocina.

—Este es tu teléfono, tienes el número de tu novio… Vas a grabarte mientras dices que lo dejas, que has encontrado a un hombre de verdad, que ahora serás Nessa, mi putita, mi zorra, mi propiedad privada… Y que yo haré lo que quiera contigo mientras tú gozas de todo lo que te haga.

Nessa asintió sin poner ninguna objeción, lo que sorprendió a su hermano, pero no dijo nada. Puso el móvil a grabar al otro lado de la mesa para que ella se acercase desnuda al ángulo que la cámara le permitía y empezó a hablar.

—Hola, amor… Sé que te prometí mi primera vez, pero he encontrado algo mucho mejor que tú. He encontrado a un hombre que sabe forzarme como nunca imaginé que se podría, que me excita hasta cuando me hace daño, que me trata como a la puta que de verdad soy… Olvídate de Vane, soy Nessa, la putita personal de mi hermano.

Cuando terminó de hablar Ty se quitó la camiseta y el pantalón para salir también desnudo en el plano y agarró a su hermana de la trenza, estirando para que arquease el cuerpo y abriese la boca, escupiendo dentro de ella y viendo como tragaba como una zorrita que ya hubiera sido entrenada.

—Voy a quedarme con la virginidad del último agujero que te queda, y tu vas a agradecérmelo dejándome correr dentro sin protección alguna.

Nessa se asustó entonces, temerosa de que pudiera quedar embarazada tras eso, pero no tuvo tiempo para decir nada, su hermano apoyó la mano en su espalda para estamparle contra la mesa de la cocina y le separó las piernas para embestirla de golpe, haciéndola gritar de dolor, pero haciéndole sentir placer según se acostumbraba a las embestidas.

—Eres una zorra muy buena, ¿Verdad? —Dio una fuerte embestida junto a un sonoro manotazo en una de sus nalgas y Nessa no pudo más que gritar un sí dolorido, haciendo que Ty estuviera al borde del orgasmo, se había corrido hacia nada y su cuerpo no aguantaba tanto seguido, no estaba acostumbrado —. Pues las zorras buenas se dejan preñar.

Dio una última embestida corriéndose dentro y parando el video después de eso, sin preocuparse de si su hermana había llegado al clímax o no, enviando el vídeo al que ahora era el ex de su putita personal. Cogió de la cara a Nessa, apretando lo suficiente para hacerle daño y sonrío con malicia.

—Te voy a follar donde quiera y cuando quiera siempre que nuestros padres no estén… y cuando estén vendrás todas las noches a hacerme una mamada antes de que yo me duerma y te despertaré todas las mañanas con una buena follada… Y si resulta que te quedas embarazada me independizaré, que dinero me sobra, y te vendrás a vivir conmigo para que tengamos a nuestro primogénito. Si es una niña me la follaré también en cuanto me guste, y si es un niño le enseñaré cómo tratar a las zorras de su alrededor. —La joven se corrió tras escuchar esa amenaza, recibiendo un escupitajo en la cara por parte de su hermano como recordatorio de que era una puta muy guarra, y de que así debería serlo siempre.