Nerea
Un sorprendente e inesperado regalo de cumpleaños.
Como iba a poder imaginar que aquel 14 de septiembre iba a tener un regalo tan maravilloso como finalmente resulto ser aunque en el mismo día de mi cumpleaños no me diera cuenta alguna por que el regalo simplemente no iba envuelto en los típicos papeles que se utilizan a tales efectos.
El día transcurrió como suelen ser estas fechas tan señalas, quizás un poco más por ser mi decimoctavo cumpleaños alcanzando la mayoría de edad. Por la mañana aproveche para holgazanear todo lo que pude hasta casi entrada la hora de comer momento en el que mis padres me habían preparado una comida especial con platos de los que más me gustaban. Allí estaban mis dos padres y mi hermana.
Tras la comida dedicamos la sobremesa a los regalos en los que ya sabía de antemano que no me iban a regalar el coche que tanto ansiaba puesto que mis notas no habían sido tan buenas como debían y no había podido acceder a la universidad que tenía en mente, lo cual supuso un doble castigo puesto que ni me podía ir de la ciudad a vivir la experiencia universitaria fuera de casa ni tampoco tendría coche. De todas maneras, siendo honesto, tampoco me puedo quejar de los regalos que recibí puesto que en eso mis padres e incluso mi hermana se comportaron bastante bien.
Ya por la tarde, aprovechando que todavía no había entrado el mal tiempo y que en casa de mis padres teníamos un pequeño jardín con piscina, aunque el agua no estaba ya para bañarse, hicimos la fiesta de cumpleaños en el jardín a la que vinieron mi novia (creo que mis padres sospechaban que tenía una pero no había dicho nada en serio), mis amigos y amigas, algún familiar y amigas de mi hermana.
Poco o nada me podía imaginar que el mejor regalo que a la larga tendría aquel día se encontraba precisamente dentro del grupo de amigas de mi hermana a las que apenas hice caso durante la fiesta por estar más entretenido abriendo regalos y celebrando la fiesta con mi gente. También es verdad que tenía en la cabeza la promesa de mi novia de ver el conjunto de lencería que se había comprado nuevo para mí, eso y lo poco que iba a tardar en quitárselo para pasar a palabras mayores.
No quiero que nadie pueda imaginar que Amanda (el nombre de mi novia) en la cama no me satisfacia ni mereciera todos los elogios que un hombre pudiera darle, al contrario, salvo algunas cosas que sencillamente no le gustaban o no queria hacer, ella era de lo más complaciente que una persona pudiera desear, al tiempo que fogosa y juguetona, haciendo que pasemos muy buenos ratos cuando nos entregamos a los placeres de la carne. Mención especial debo de hacer de sus habilidades orales que me transportan bastante más arriba de la estratosfera si ella lo queria. Pero esta historia no debo enturbiarla con lo que hacía o dejaba de hacer con Amanda, salvo que sea indispensable, sino que trata sobre Nerea, la amiga de mi hermana.
El caso es que una vez que terminamos de repartir la tarta correspondiente y abrir los regalos, Amanda y yo encontramos un hueco para que ella pudiera enseñarme el regalo a que antes me he referido, un precioso conjunto de lencería compuesto por un sujetador de color azul de encaje que apenas si disimulaba bien los ricos pezones que coronaban la copa de los generosos pechos de Amanda y el tanga que iba a juego tanto en color como en encaje con la parte de arriba dejando entrever los pelos recortados de color negro que conducían hasta su vulva, zona seguro que preparada para acoger mi falo si esa hubiera sido nuestra intención. Sin embargo, una vez que nos colamos en mi dormitorio, tras un corto estriptis en el que se dejó puesto su nuevo conjunto, se puso manos a la obra para demostrarme toda su maestría con la boca a la hora de darme placer.
Para mi sorpresa el placer fue doble e inesperado. Con las prisas no fuimos lo suficientemente precavidos de cerrar completamente la puerta de mi dormitorio que estaba al inicio de un pequeño pasillo en la planta superior de la vivienda que daba acceso primero a mi cuarto, después al cuarto de mi hermana y finalmente al baño que compartíamos. El caso es que se quedo una pequeña rendija abierta, circunstancia que solo note cuando escuche a mi hermana subir con el grupo de sus amigas al dormitorio mientras que Amanda ya estaba en faena y mi intención distaba mucho de decirle que dejara de juguetear con su lengua en mis testículos mientras que con su mano me agitaba la verga.
Pero como lo cortés no quita lo valiente, mientras que me encontraba así no deje de echarle un ojo a la puerta mientras que escuchaba ruido de gente pasar esperando que nadie se detuviera a fisgonear en la puerta, quedándome tranquilo una vez que escuche el ruido de la puerta del cuarto de mi hermana cerrándose. Quizás me quede demasiado tranquilo o quizás fue el paso de la boca de Amanda desde los testículos hasta el glande lo que me hizo bajar la guardia pudiendo solo concentrarme en la estupenda mamada que me estaba regalando mi novia bien guapa vestida con su nuevo conjunto, circunstancai que hizo que la siguiente vez que observe la puerta abierta por una pequeña rendija me encontrara con una sombra que en silencio observaba la escena.
Sin duda alguna estaba pudiendo verlo todo con claridad puesto que la cama estaba situada de tal forma que era uno de sus costados lo que enfilaba hacia la puerta, estando yo tumbado todo lo largo que podía en la cama y mi novia de rodillas al final de la cama afanándose por dejar que mi varga entrara y saliera de su boca una y otra vez. Aquella persona, que en aquel instante no tenia manera de saber quién era, se convirtió en un testigo mudo del trabajo que me estaba realizando mi novia pudiendo observar con absoluta precisión como mi verga aparecía y desaparecía prácticamente entera dentro de la boca de Amanda que, pobre de ella, no se había percatada en absoluto de nuestra invitada sorpresa, ni tan siquiera por el aumento del grosor de mi verga ante la excitación de ser espiado en tal forma.
Como aun no habíamos oficializado la relación y teníamos al resto de gente esperando abajo, Amanda no se hizo muy de rogar a la hora de llevarme hasta el final haciendo más rápidas las subidas y bajadas de su cabeza hasta notar que había llegado a mi limite, momento que aprovecho para ponerse de rodillas junto a la cama ofreciendome su pecho cubierto por el sujetador para que lo dejara marcado con mi semen, cosa que sin dudarlo hice dejando que toda la lefa que salió se desparramara por sus pechos.
Cuando lo hice no me olvide de mi invitada secreta mirando por un segundo hacia la puerta y sonriéndola satisfecho de cuanto había ocurrido, lo cual note que hizo que desapareciera corriendo de la puerta para entrar en el dormitorio de mi hermana o en el baño.
Tras aquello Amanda y yo comenzamos a vestirnos para volver a bajar con el resto de gente, circunstancia que para mí era más fácil puesto que no tenía ningún resto que quitar sobre mi cuerpo o mis ropas. Así pues, decidimos, por absurdo que me parezca la situación hoy por hoy, bajar yo primero para disimular y Amanda después tras pasar por el baño y adecentarse un poco más, aunque le dije que no demasiado puesto que por la noche pensaba seguir celebrando mi cumpleaños con ella por todo lo alto.
Al estar ya abajo con el resto de gente la tarde se paso divertida hasta el momento en que nos fuimos el grupo de amigos a continuar la fiesta en otro tipo de ambiente. Amanda me sorprendió por un momento cuando me confesó que le había pasado una cosa muy rara en la casa. Al preguntarle me dijo que al ir a limpiarse al baño se encontró con la puerta cerrada y que la persona que había dentro debía de estar masturbándose porque maldisimulaba pequeños gemidos que se le escapaban. Tras reírme un poco no pude evitar preguntarle quien podía ser pensando en que cabía la posibilidad de que fuera la misma persona que se encontraba espiándonos. Desgraciadamente Amanda no quiso decirme de quien se trataba en concreto porque era una de las amigas de mi hermana y no quería que yo pudiera avergonzar a la pobre chiquilla con algo así. Evidentemente Amanda no podía ni imaginarse que aquella pobre chiquilla más que probablemente había estado espiándonos detras de la puerta mientras que ella hacía todo suerte de caricias a mi falo, creo que de saberlo no hubiera sido tan condescendiente.
De todas formas a aquel incidente no le di mayor importancia puesto que se trataba de chiquillas más pequeñas que yo que si se juntaban con mi hermana y eran como ella apenas se habían iniciado con el sexo opuesto y por mi parte estaba bastante más interesado en pasar buenos ratos con mi novia y con mis amigos que perder el tiempo con chiquillas.
Una vez iniciada la universidad mi vida continuo normal pero con los lógicos cambios que implicaban el estar en una facultad en vez de un instituto. Ahora yo era el más pequeño del lugar en vez de ser de los mayores, conocí a mucha gente nueva, el ritmo de estudio y las clases no tenían nada que ver con lo que había hecho hasta ahora. En cuanto a mi hermana y sus amigas de vez en cuando las tenía por casa paseándose para hacer los deberes o hablar de sus cosas. Al cruzarme con ellas, como no sabía quien había sido la traviesa, no podía evitar reprimir tener una sonrisa socarrona en la expresión pero sin decir nada a nadie ni explicar a qué venía. Así era como iban las cosas hasta que un día me encontré una nota en mi dormitorio al volver de un entreno con los amigos.
"No puedo dejar de pensar en tu preciosa verga como la vi el otro día"
Como soy por naturaleza desconfiado, lo primero que pensé es que aquello era una broma que se había confabulado en preparar mi hermana con sus amigas para reírse a mi costa después de que una de ellas les contara el episodio que presencio. Así pues, como no estaba muy por la labor de ser objeto de risas de nadie rompí la nota dedicándome a seguir con lo mío sin darle mayor importancia.
Tres días más tarde una segunda nota puesta debajo de mi almohada me empezó a inquietar.
"No quiero molestarte pero por qué no me haces caso, el otro día no pareció que te importara que te estuviera espiando".
Por lo visto no se daban por satisfechas queriendo darme guerra. Para no dar ocasión a que siguieran molestándome con notitas decidí entrar a juego de forma en que por vergüenza me dejaran ellas de molestar y no se pudieran reír de mi sino que fuera yo el que se riera de ellas por lo aniñadas que estaban para su edad. Con esta decisión al día siguiente antes de irme a clase les deje mi primera nota también debajo de la almohada, pensando que mi hermana estaba en aquel complot, escribiéndoles "Creo que hablas más de lo que sabes, dudo mucho que apenas vieras nada y me parece que es más cosas de tu imaginación que de lo que hayas podido ver".
Sin embargo, contrariamente a como me imaginaba, al regresar a casa descubrí que la nota seguía debajo de la almohada en el mismo sitio donde la deje. Algo no encajaba. Acaso mi hermana la leyó y la dejo en su sitio, pudiera ser que mi hermana no supiera nada de esto y que fuera una broma de una de sus amigas o de varias de ellas a sus espaldas o quizá era que .. no, no, no. No podía haber otra posibilidad, se trataba de unas niñas a mis ojos que apenas habían despertado su interés por los hombres, pero como encajaba con eso que la chica que fuera estuviera tocándose tras estar espiándonos. Podían ser de verdad los mensajes?
Ante la duda y con parte de ganas de seguir el juego a ver hasta donde era capaz de llegar quienquiera que fuese volví a dejar la nota cada día por la mañana al salir de casa hasta que finalmente un día me encontré otra nota escrita por mi misteriosa admiradora en su lugar.
"No sé porque no me crees, me volví loca al ver como descargabas toda tu leche sobre el sujetador de tu novia y me muero de envidia de pensar en cómo ella te repite lo que te hizo aquel día cada vez que quiere."
Ya tenía la prueba de que la amiga de mi hermana había visto todo perfectamente. Además, no contenta con eso seguía insistiéndome aun a pesar de ir subiendo el tono de la conversación, pero, a pesar de las dudas que no dejaban de asaltarme, otra vez volví a decidir dejarle otra nota más. "Puede que hayas visto algo pero no me creo nada de lo que me dices y no te veo capaz de demostrarme que es verdad." Un mensaje así tenía que ser definitivo, aquella chiquilla ya no se atrevería a seguir adelante dejándome en paz de una vez con juegos absurdos. Deje la nota y hasta que no me encontré un día sin mi nota ni otra de contestación debajo de la almohada no pude sentirme tranquilo. Aquella niña había logrado intranquilizarme de una forma que en ese momento no entendía muy bien. Quería que aquello se acabara pero al mismo tiempo no quería que se quedara ahí, que se zanjara el asunto y como si no hubiera pasado nada.
Sin embargo, muy pronto había cantado victoria. Recuerdo que fue un sábado que volví de madrugada tras pasar la tarde con mis amigos y la noche con mi novia dejándonos llevar. Al llegar me desplome sobre la cama metiendo la mano por debajo de la almohada para ponerme en posición idónea para dormir cuando me encontré no solo con una nota sino con una braguitas bastante simples, blanco liso, pero que estaban claramente oscurecidas por su zona central y que despedían el mismo olor que mi boca después de lo que le había hecho a mi novia. La nota a su vez era bastante concisa.
"Te lo crees ya o que más necesitas para darte cuenta que es verdad"
La cabeza me dio un vuelco pareciéndome que iba a estallar. De repente lo que creía que era una simple broma se había convertido en algo más. En mis manos tenía la ropa interior de una chiquilla que evidenciaba que había estado bastante húmeda si no se había tocado con ellas puestas y aquella persona estaba loca por conseguir tenerme para ella. No sabía que pensar pero me asustaba lo que podía surgir de allí, adonde me podía llevar esta situación que no podía controlar en absoluto. Tenía que tomar una decisión drástica que no pasaría de la mañana siguiente.
Al ir a desayunar espere a que mi querida hermana estuviera también para someterla a un pequeño interrogatorio. La conversación fue de lo más normal sin que mis padres pensaran nada raro de mi interés por las visitas de las amigas de mi hermana a la casa, aunque mi hermana sí que se extraño que de repente mostrara tanto interés por quien había estado el día anterior en la casa. Al final le pude sonsacar que con ella pasaron la tarde en la casa hablando de sus cosas Nuria, Nerea y Ester.
Al subirnos a nuestras habitaciones cogí la última nota que me habían dejado en el dormitorio, sin coger la braguita guardada en un cajon, dirigiéndome con ella al cuarto de mi hermana para exponerle cual era la situación y el por qué de mis preguntas. Su sorpresa fue mayúsculas, tanto por mi sinceridad a la hora de contarle como supe que fui espiado mientras que Amanda me hacia una felación como por la situación que estaba pasando con una de sus amigas. Me pidió que por favor no les contara nada a nuestros padres de esto puesto que ya se encargaria ella de hablar con sus amigas para aclarar lo que estaba pasando. Más tranquilo deje su dormitorio a la espera de que ella me dijera algo.
No fue hasta dos semanas después que mi hermana se dirigió a mí para volver a hablar del tema. Estaba en mi cuarto haciendo algo de tarea de la facultad cuando mi hermana llamo a la puerta preguntándome si podía pasar para hablar conmigo. Evidentemente le dije que si sentándonos los dos en la cama para hacernos las confidencias que fueran necesarias.
Según me contaba mi hermana fue su amiga Nerea la que me había visto con Amanda en el día de mi cumpleaños. Era una chica hermosa que todavía no había terminado de desarrollar pero que apuntaba muy buenas formas y que de seguro no le debían de faltar pretendientes. Al parecer, tal y como me imaginaba, en cuestiones de sexo, salvo masturbarse y algún que otro roce con sus eventuales novios, no había hecho mucho por lo que cuando nos vio en acción para ella fue algo tan novedoso e increíble que no había podido quitárselo de la cabeza hasta el punto de que el siguiente paso no solo no quería darlo con un chico de su edad, que hubiera sido lo lógico, sino que no se podía sacar de la cabeza que fuera con otra persona que no fuera yo.
No podía dar crédito a lo que mi hermana me estaba contando, aquella chiquilla que resultó llamarse Nerea, estaba obsesionada conmigo hasta tal punto que necesitaba acostarse conmigo puesto que con otros chicos no podía. Evidentemente le dije a mi hermana que estaban mal de la cabeza, que yo tenía novia y una cosa era que me diera morbo que me espiaran y otra muy distinta acostarme con otra persona que además era su amiga y una adolescente. Todo era una locura en la que no estaba dispuesto a participar. Le volví a pedir que hablara con su amiga, que la hiciera entrar en razón dejándose de estúpidas fantasías con el fin de que se dejara llevar con un chico de su edad como debía de ser.
Mi hermana muy seria me dijo que lo intentaría saliéndose a continuación de la habitación. Con bastante dificultad intente retomar el estudio, aun a pesar de todos los pensamientos que se agolpaban en mi cabeza sobre mi novia, mi hermana y su amiga Nerea y sobre toda aquella absurda historia.
Creo que fue aproximadamente una hora más tarde cuando mi hermana volvió a llamar a mi puerta preguntándome si podía entrar. Con cierto disgusto le dije que si llevándome una enorme sorpresa cuando en la habitación no solo entro mi hermana sino que también lo hizo su amiga Nerea.
Según parece la había llamada tras dejar mi habitación para explicarle lo que le había dicho yo pero como Nerea insistía en que no podía ser de otra forma mi hermana solo se le ocurrió la solución de que Nerea viniera para hablar tranquilamente los tres. No creo que mi hermana hubiera podido imaginar el desenlace de aquella conversación que ella misma había propuesto.
Una vez dentro Nerea apenas si era capaz de mirarme a la cara notándose por el tono rojizo de su piel la enorme vergüenza que estaba pasando en esos momentos. Por su parte, mi hermana inquieta me hacía gestos con la mirada para que rompiera el hielo diciendo cualquier cosa para solucionar la situación, cosa que hice vistas las circunstancias.
No exagero si digo que estuve como unos 45 minutos hablándole a Nerea de lo que me parecía toda aquella situación, de todas las razones que había para que no se dejara llevar por esos pensamientos y sobre que si ella quisiera sería muy fácil encontrar el chico adecuado para que le diera todo lo que ella pudiera buscar puesto que yo solo era un pez mas en el agua. Sin embargo, cuando después de aquel monologo Nerea por fin habló fue muy difícil volver a rebatirle nada por cómo se notaba que era desde el corazón de donde provenían todas y cada una de sus palabras y las lagrimas que se caían de sus ojos contándonos como había intentado luchar contra aquellos sentimientos pero no pudo.
Según nos contaba había intentando incluso llegar a consumar el acto con un chico con quien lo preparó todo para tener el gran estreno pero, aunque hicieron todos los preliminares que se les pudo ocurrir, a pesar de haber hecho que el chico le diera placer con su boca y finalmente usar lubricante para facilitar la penetración, puesto que ella por sí misma no lo conseguía por la falta de atractivo que le producía la situación, aun a pesar de todo eso no les fue posible consumar puesto que su vagina se mantuvo numantinamente cerrada e indispuesta a dejarse conquistar por alguien distinto de la persona que colmaba sus sueños y con quien sin ninguna dificultad hacia derramar a borbotones su pasión.
No quiero justificar lo que hice pero resultaba increíblemente difícil no conmoverse con aquella tragedia personal causada por un capricho del destino del que ninguno de los dos podíamos considerarnos realmente culpables. Incapaz de negarme a ayudarla cogiendo su cabeza desde la base de la nuca acerque sus labios hasta mi boca hasta que juntándose las dos nos dimos un largo y pasional beso que me sorprendió por la naturalidad con las que nuestras bocas se entendieron.
Casi instintivamente, como si nuevamente empezara con las que fueron mis primeros ligues, comencé a deslizar la otra mano por su costada hasta que alcanzo uno de su pechos al que tranquilamente acariciaba por encima de la ropa. Ella tranquilamente se dejaba hacer mientras que una de sus manos no perdió el tiempo en deslizarse hasta el bulto que rápidamente había aparecido en mi entrepierna.
Antes de empezar a desvestir a Nerea recordé que mi hermana seguía allí parada delante de nosotros viendo todo el espectáculo lo que me hizo detenerme en seco para mirarla fijamente. Ella aparto su mirada de mí pero Nerea posando un dulce beso sobre mis labios sin parar de acariciarme la verga me dijo que no le importaba que ella se quedara mirándonos si es lo que queria puesto que fue gracias a ella que ahora iba a poder conseguir lo que tanto había ansiado. Atónito ante sus palabras mire a mi hermana, que ya si me volvía a mirar con una medio sonrisa en sus labios, mientras que se acomodaba en la silla de estudio que tenía en el cuarto para no perder detalle al tiempo que nos decía que jamás diría ni una palabra de lo que estaba sucediendo y que no nos molestaría ni lo más mínimo.
Nerea volvio a reclamar mi atención fundiendo su boca con la mía, me desentiendí de mi hermana implicando a mis dos manos en la grata tarea de desabotonar la camisa que llevaba puesta desvistiéndola de la misma en cuanto me fue posible. Al tenerla solo con el sujetador puesto de cintura para arriba no me fue difícil dejar al descubierto uno de sus pechos mientras que lo recorría con mi mano acudiendo con mi boca hasta él para succionarlo con gran avidez como si de un bebe hambriento se tratara.
Aunque mi hermana había prometido no molestar ni lo más mínimo lo que no me podía imaginar es que se tomara la libertad de acariciarse mientras nos contemplaba como hubiera podido hacer contemplando cualquier película X. Mientras que tenia uno de los pechos de Nerea en la boca eche un ojo sobre ella y pude ver como con total tranquilidad se estaba tocando los pechos por encima de la ropa. No entendía nada, no podía creerme nada de lo que me estaba pasando, solo podía entender que la situación me había superado y que debía dejarme llevar allí donde quisiera el destino sin soltar ningún ancla que pudiera dejarme malparado.
Mientras tanto la caricias en el cuerpo de Nerea condujeron a una de mis manos por debajo del short que vestía adentrándose en sus carnosos labios vaginales que, como me prometiera Nerea, estaban inundados de sus flujos esperando a que navegara atreves de ellos. Mi mano no pudo rechazar tal invitación haciendo suyo todo el espacio de su vagina, recorriendo cada centímetro de piel, ocupando cada espacio libre, deslizándose una y otra vez por la ola que discurría desde el inicio de su rajita hasta el perineo. Pero si delicioso era acariciar sus intimidades más delicioso era aun contemplar como su cuerpo entero se arqueaba de placer, sus pezones se endurecían de lujuria y su boca se desataba de locura mordiendo mis labios. Qué situación más deliciosamente insana dejarse llevar como hacíamos por nuestros deseos.
Mi hermana seguía con su propio ritmo, viendo que las caricias hacia su amiga subían un peldaño más no dudo en desvestir su torso para que sus dedos jugaran libremente con sus pechos y pezones. Mentiría si dijera que no estaba encantado por poder estar disfrutando cada vez más del cuerpo de Nerea mientras que observaba a mi hermana dejarse llevar al igual que nosotros pero en solitario. Casi sentí un poco de lastima cuando hundí el rostro entre las piernas de Nerea para poder saborear su concha con mi boca. No obstante, ese atisbo de pena se torno de inmediato en alegría cuando descubri que manjar más exquisito resulto ser el que me encontré al mezclar los jugos de su cuerpo con la saliva que mi lengua iba depositando en ella. Estaba dispuesto a acariciar sus labios con mi boca tanto como fuera necesario hasta llevarla al orgasmo, cosa que de tanta tensión y excitación que tenía acumulada no tardo en llegar.
Al alzarme tras aquel súbito orgasmo vi que mi hermana seguía nuestros pasos con una mano metida dentro de su pantalón para acariciarse. Tengo que reconocer que me entraron ciertas ganas de repetir con ella lo que acababa de hacer con Nerea pero siendo mi hermana no me parecía aceptable hacer algo así, por lo que simplemente me detuve a contemplarla mientras que me desvestía para ofrecer mi verga a Nerea. Mi hermana, al contrario que al principio, ya no me apartaba la mirada mientras que sus manos la recorrían, al contrario, claramente se podía distinguir la lujuria en sus ojos cuando destape mi cuerpo por completo y pudo contemplar a mi verga en todo sus extensión antes de que su amiga Nerea se apoderara de ella para conducirla hasta su boca dándome una felación digna de toda una experta en tales artes.
Si placentero era recibir tales atenciones mientras que alguien te espiaba, aquello no era nada en comparación con hacerlo mientras podías ver a otra persona masturbarse delante de ti sin ningún reparo. Mientras que Nerea deslizaba su lengua por toda la superficie de mi falo mi hermana termino de desvestir su cuerpo. Al volver a su asiento comenzó a emplear sus dos manos en su cocha separándose ambos labios con una de ellas para acariciar todo aquella superficie rosada con un dedo de la otra. Viéndola así creí que me iba a dar algo en cuanto Nerea pasó a introducir el glande dentro de su boca succionándolo con la misma avidez con que antes había hecho lo propio yo con sus pechos. Sus dedos poco a poco iban metiéndose dentro de su cuerpo al compas que la cabeza de Nerea iba moviendose para darme una placentera felación. No sé si Nerea era consciente o no de la sincronización con mi hermana pero el placer que ambas me estaban proporcionando era impagable.
Como no quería correrme sin antes haberla hecho gozar debidamente le pedí a Nerea que parara y que se pusiera como más placentero pensara que podía ser la penetración para ella. Aunque inexperta en estas cuestiones, me pidió que me tumbara sobre la cama y dejara que fuera ella la que poco a poco fuera marcando el ritmo con el que se sintiera cómoda. De esta forma me tumbe encima de la cama dejando que Nerea colocándose sobre mi se acomodara mi verga a la entrada de su concha haciendo que la penetración fuera al ritmo que ella deseara. Imaginar su vagina cerrada se me hacía imposible porque en apenas unos instantes despues de la entrada en su cuerpo ya estaba completamente dentro de ella con total facilidad dado su grado de excitación. Era Nerea quien en todo momento conducía nuestro acoplamiento unas veces buscando la mayor profundidad de la penetración, otras que la verga prácticamente se quedara fuera para volver a entrar hasta el fondo. Parecía una niña pequeña a la que acababan de regalarle un nuevo juguete queriendo probar todas las formas en que podía jugar con él, siendo todas y cada una de ellas igual de placenteras. Tanto era así que no tardo mucho en encontrarse con su segundo orgasmo.
Al contrario de otras mujeres, en ese momento en vez de necesitar un pequeño respiro, Nerea desplazo su concha desde mi verga hasta mi boca una vez más colocándose en un perfecto 69 para a su vez dar con su boca buena cuenta de mi verga una vez más. Sin dudarlo ni por un instante otra vez conduje mi lengua hacia sus labios menores mientras que ella ya estaba succionando mi verga. Ahora no tenía mucha prisa en volver a hacerla disfrutar y si en disfrutar bien de lo que ella me quisiera hacer pero, para mi sorpresa, Nerea se alzo sobre mi cabeza dejándome continuar solo con aquellos trabajos orales. Si hubiera sido mi novia habría protestado pero con ella y siendo la primera vez tampoco quería que se sintiera mal por una tontería de ese tipo que ya podría solucionar de algún modo un poco más adelante.
Pero las sorpresas aquel día no habían acabado aun para mí. Estando en la situación que acabo de describir, de repente me sobresalte al notar como agarraban firmemente mi verga y la conducían hasta el interior de una boca. Aquello no podía estar sucediendo pero la evidencia era demasiado clara como para negarla. Mientras que Nerea seguía disfrutando de mis atenciones se irgio sobre mi cabeza para invitar o para dejar a mi hermana que ocupara su lugar a la hora de entregarse a la faena de hacerme una felación.
Aquello no podía estar bien de ninguna manera, dejar que mi propia hermana tuviera mi verga dentro de su boca, pero era incapaz de pedirle siquiera que parara. Al contrario, era tanta la excitación que venía arrastrando y tanto el morbo de pensar que mi propia hermana pudiera estar haciéndome aquello después de verme como me acostaba con su amiga y de que yo la hubiera visto a ella masturbarse que mi cuerpo lejos de quedarse helado hacia que mis caderas dieran pequeños golpes hacia arriba como si estuviera penetrando su boca en vez de dejarla hacer como gustase. Tanto era el placer que sentía que apenas si tarde unos minutos en descargarme por completo dentro de la boca de mi hermana que, debido a su falta de experiencia y a mi falta de aviso, no supo retirarse a tiempo para no llenarse de esperma toda la boca. Pero no se crean que fue asco lo que le dio a mi hermana aquel inesperado regalo, en ningún momento hizo gesto alguno de retirar la boca hasta haber recogido la última gota que pudiera salir de mi, ni tampoco cuando se retiro corrió al baño o a coger una prenda para soltar aquello que había depositado en su boca. Nada de eso, una vez que noto que ya no salía nada más de mi verga se levanto manteniendo la boca cerrada hasta que se trago todo aquel liquido. No podía dar crédito que la puritana de mi hermana hiciera algo así.
El orgasmo me dejo por completo exhausto por lo que me quede tumbado en la cama mientras que cada una de las dos chicas que me acompañaban se juntaban a mí a cada uno de mis costados. Así permanecimos un buen rato hasta que la voz de la prudencia nos invito a vestirnos para que no nos pudieran pillar nuestros padres que debían de estar al caer. Al salir ellas de mi cuarto no nos dijimos mucho pero les puedo asegurar que aquello supuso solo el principio de la más extraña situación que me ha tocado vivir en mi vida, pero creo que lo que paso con posterioridad a aquel día entre nosotros tres merece ser contado en otra ocasión.