Nene, ven con la tata
No me lo podría creer: ahí estaba yo tumbada de lado, con las tetas asomando fuera del camisón, abierta de piernas y a punto de ser penetrada.
NENE, VEN CON LA TATA
Con apenas 49 años, tenía un nieto de 13 que era mi adoración. Tras criar a cuatro hijos(dos preciosas parejitas), el mayor me dio la sorpresa cuando anunció que mi nuera iba a hacerme abuela, siguiendo una larga tradición familiar de madres jóvenes que nunca pensé que continuara más allá de mí. Si bien aquella chica me parecía la típica oveja descarriada según la vi por primera vez, con el tiempo llegué a quererla mucho, a apreciarla de verdad y llevarme muy bien con ella. Como mis otros hijos se habían marchado a otras ciudades a vivir y solo nos reuníamos en fiestas y poco más(ellos eran los únicos en vivir en el mismo sitio), recibir visitas suyas era algo que agradecíamos tanto mi marido como yo, aunque las de mi nieto eran las mejores. Su llegada era como un huracán a nuestra casa: revolvía los cajones, corría por todas partes pero sobretodo le encantaba el despacho de su abuelo. Mi marido, abogado y contable con mucha influencia, trabajaba siempre en casa en su propio despacho, y a mi nieto le encantaba estar con él y charlar o jugar a algo, era su mejor pasatiempo. Él nos volvía locos y nos encantaba.
Un día de tantos me encontraba sumida en mis tareas de limpieza cuando llamaron al timbre. Dado que no esperaba visita, me acerqué a la puerta y eché un vistazo por la mirilla. Al ver que era él abrí más contenta que unas castañuelas.
-¡¡Mi amoooooooooor!!. Ven a mis brazos.
-Hola Tataaaaaaaa. Te quiero muchooooooo.
Que fantástico tenerlo en mis brazos. Él era todo amor, pura vida.
-¿Está el abuelo hoy, Tata?.
-Ay no mi vida, se ha ido a un pleno del ayuntamiento porqué le necesitaban, se me olvidó avisarte.
Su cara quedó algo sombría y me dio mucha pena, así que improvisé.
-Vamos a hacer lo siguiente: casi estoy acabando de limpiar la cocina. Cuando termine me cambio de ropa y nos vamos a dar una vuelta los dos solos. ¿Te parece?.
-Síiiiiiiiiii, gracias Tata, eres un sol.
-Y tú más mi amor. Siéntate ahí en la silla y no te muevas mucho, ¿vale?.
Él asintió y yo seguí limpiando el horno, que había descuidado sin querer durante demasiado tiempo. A la vez que limpiaba procuraba hablar con él para que no se sintiera dejado de lado o se aburriera, pero no sé porqué, hubo cierto momento en que percibí que más que hablar conmigo se limitaba a contestarme como quien está absorto en algo y hablaba como un zombi. Dejé de darle al estropajo y salí del horno, mirando a mi nieto, quien tenía una cara de sorpresa e incredulidad que me dejó helada.
-¿Te ocurre algo?.
-Tata
-¿Si?, dime.
-¿No te pesan?.
-¿Cómo?.
-¿No te pesan al moverte?, ¿no te dan problemas?.
No entendía a que se refería hasta que me miré. ¡¡Anda la ostia!!. No reparé en que, con el calor que siempre pasaba al limpiar, me había vestido con un camisón de andar por casa(no de esos de picardías) bastante holgado y sin sujetador, de modo que sin querer y al estar a cuatro patas limpiando, mis tetonas habían quedado colgando como las de una vaca lechera, y con el movimiento de frotar las había meneado de un lado a otro como campanas. Me sonrojé un poco al darme cuenta del espectáculo que sin querer le di a mi nieto.
-No mi amor, no me dan problemas ninguno.
-Tata, ¿cómo es que son tan grandes?. ¡¡Son enoooooormes!!.
-Jajajaajajajaaja ay mi amor, te recuerdo que crié a cuatro hijos y di de mamar a todos ellos. Es normal que sean tan grandes.
-¿Y no te molestan para respirar?, ¿y como hacer para correr con ellas?.
-No, no me molestan .y lo de correr, con cuidadito-reseñé con gracia-. ¿Nunca has visto unas como éstas?
-No Tata he visto a compañeras de clase y a Mamá pero ninguna las tiene como tú, son muy grandeeeeees
-¿A mamá?.
-Sí, una vez que se estaba cambiando de ropa salió sin darse cuenta desnuda de cintura para arriba, y se las vi.
-¿Y que pasó-pregunté presa de una incipiente e insaciable curiosidad-?.
-Le dije que me parecían bonitas pero pequeñas, y que si no lo decía a nadie, me dijo que podría vérselas pero solo un poco, y yo accedí.
-¿Y te dejó?.
-Sí, nos fuimos a su cuarto y nos sentamos en el lateral de la cama. Me dijo que me acercara mucho si querías verlas bien. Yo estaba muy nervioso pero Mamá me dijo que no pasaba nada, que no tuviera miedo, y que si quería podía tocar un poco para saber como eran.
¡¡Caramba con mi nuera!!. Menuda puta.
-¿Y se las tocaste?.
-Al principio me dio miedo Tata, pero luego fui acercando mi manita y al final lo hice. Era suave, algo terso creo que a Mamá le gustó porqué cerró los ojos y se puso a gemir
Me quedé petrificada. ¿Pero que clase de pervertida tenía por nuera?.
-Tata
-Qué.
-¿Me dejarías vértelas?.
No supe que contestar. La petición me descolocó todos los esquemas, pero lo cierto es que al mirarlo había tanta inocencia y ternura en él, tanto cariño, que no sabía como decirle que no. Nunca le había negado nada hasta el momento y aunque me parecía algo embarazoso, no podía hacerlo ahora.
-De acuerdo, pero solo un poco, ¿vale?. Si me das un par de minutos que termine, iremos al comedor y te dejaré que las veas.
-Vale Tata. Eres la mejor, te quiero muchísimo.
-Yo también mi amor-contesté besando su frente-.
Dicho y hecho, en cuanto terminé de limpiar el horno fui con él al salón comedor, nos sentamos en el sofá y con cierta vergüenza cogí el escote de mi camisón. Lentamente lo fui abriendo hasta que mis enormes perolas quedaron a su vista todas para él. Su cara de absoluta sorpresa hizo que me riera un poco. A sus años aún no estaba maleado como otros de su edad, era como un niño pequeño.
-¿Que qué te parecen-pregunté algo ruborizada-?.
-Guauuuuuuuu que grandes. Son preciosas Tata, me gustan mucho. Y me gustan tus pezones, son rosaditos, se ven muy lindos.
Tanto halago estaba empezando a hacerme efecto, ya que la situación empezaba a crearme cierta excitación que intenté aplacar.
-Bueno, ya está bien, ¿satisfecho-pregunté tapándome-?.
-No Tataaaaa-suplicó con una cara triste que me partía el corazón-. Solo un poco más, por favor
Viéndolo así no me negué y volví a abrirlo para su deleite.
-¿Podría tocar un poco, Tata?.
Intuía que me lo iba a pedir, y lo cierto es que iba a negarme, pero dado que su madre ya lo había hecho(ya hablaría con ella de eso), no creí prudente negarme. Solo era mera curiosidad infantil, así que me confié de su buen corazón.
-Vale mi amor, toca pero solo un poco.
Menos comedido que con su madre, alargó su mano derecha y la posó sobre mi teta izquierda. Su tacto suave palpó un poco y luego bajó y subió por ella intentando acogerla toda en su manita, pero no le era posible, era demasiado grande.
-Que suaves Tata, son blanditas y calientes...son casi el doble de grandes que las de Mamá te quiero mucho Tata, eres muy guapa
No pude evitar sonrojarme ante ese halago tan sincero. Él vio que aquella me había emocionado y me dijo que para mi edad me conservaba muy bien, que parecía una treintañera. Enternecida por tanto amor, dejé que su otra mano se posara en la otra, de modo que me las estaba tocando a la vez. El problema era que debido al tamaño, intentaba abarcarlas cada una en una mano pero no le era posible, y sus denodados intentos por conseguirlo habían conseguido excitarme sin yo quererlo.
-Tata, ¿te encuentras bien?, estás roja como un tomate.
-Ayy nene es que tengo mucho calor, estoy muy sofocada.
-¿Quieres que te traiga un vaso de agua fría, o prefieres abrir la ventana?.
Me reí levemente por su inocencia, pero en aquel momento me era imposible decirle que parase, no me salían las palabras. En su afán por abarcarlas rozaba de continuo mis pezones, provocando que se pusieran duros, y él, al percatarse de ello, los miró un poco después los tocó con el dedo como quien llama al timbre. Me hizo gemir, y al ver que aquello parecía gustarme, insistió un poco más, pero ésta vez no tocó con un dedo si no con dos, acariciándolos con mimo y delicadeza. En un visto y no visto estaba excitada con los toqueteos de mi propio nieto, el cual se tomaba aquello como un juego, o eso me parecía.
-Ayy Tata, que guapa eres, me gustan tus ojos castaños, me gusta tu pelo de rubí eres muy hermosa Tata te quiero mucho
-Yo también te quiero mi nene aayy que lindo, como haces feliz a tu abuela querida bufffffff que rico, que bien me siento
-¿Quieres que pare?.
-¡Nooooo!. No mi vida, no pares, no te detengas por nadaaaaaaaaa
-Tata, ¿podría besarte los pezones?.
-Aaaaay sí mi amoooor, claro que sí, todo lo que tú quieras, bésamelos, chúpamelos, tócamelos, acarícialos bien aaaaaaaaahh que gustitoooooooo
Me sentía perder en un mar de lacerantes y fantásticas caricias. Jamás había vivido una situación parecida como aquella, excitando a alguien tan joven como él. Si bien es cierto que podría pasar por una mujer de 37 años con mi aspecto, ya no recordaba lo que era levantar semejantes pasiones. Y en cuanto sus labios tomaron posesión de mis enhiestos pezones, perdí la cabeza. Mmmmmmmm que besos tan ricos, que dulzura en sus labios, cuanto amor había en ellos me recosté en el sofá sin poder evitarlo, echando la cabeza hacia atrás sintiendo como sus caricias me hacían un efecto que me transportaban muy lejos de allí. Luego de besármelos pasó a intentar mamar de ellos succionándolos. Su lengua jugó con ellos y me sentí volver loca de placer.
-Mmmmm aaaaaaaaaaaahhh mi vidaaaaaaaa que gusto me dass, que bien me haces sentir .ooooooohh que ricoooooooooooo
-Me gustan mucho, saben mejor que las de Mamá
-¿Se las chupaste también a mamá-pregunté sorprendida-?.
-Si Tata. Después de tocarlas me dejó chupar de ellos como cuando era bebé. Ella dijo que sería muy hermoso y gimió como tú, me dijo que le gustó sentirme así, que podía hacerlo siempre que quisiera.
-Aaaaaayyss es que lo haces muy lindo mi vidaaaaa
-¿Quieres que siga?.
-Síiiiiiiii sigue por favooooooooor
Si bien el sexo con mi marido no había perdido intensidad, si había perdido ese efecto de novedad, de emoción, algo que ahora estaba volviendo a sentir de una manera que ni de lejos podía esperar. Sus manos me acariciaban incontenibles por todo mi cuerpo, y al acariciarme las piernas, notó que mis muslos estaban húmedos. Antes de poder decirle nada y movido por la curiosidad, siguió tocando para ver de donde salía, llegando a mis bragas y notando que estaban empapadas.
-Tata, ¿te has orinado?. Estás muy mojada
-No mi vida, no me he meado, es que cuando las mujeres nos excitamos nos mojamos como ahora pero no es orina, son jugos de mi cuerpo
-Aaaaaaaaahh ¿y se pueden beber, o está mal?.
-Claro que se pueden, a los hombres les gustan
-¿Te puedo beber los jugos Tata?.
-Sí nene, bébeme los jugos, no tardes
Increíble pero cierto, yo misma me quité las bragas y se las di en su mano, levantando la falda del camisón y abriéndome de piernas. Fue directo a la fuente de donde manaba todo el fluido y se puso a lamer como un demente. Debían gustarle mis jugos ya que su lengua rugosa me acarició todo el labio vaginal de arriba abajo poniéndome salidísima. Sin él saberlo, me estaba dando el mejor sexo oral que había recibido nunca.
-¿Te gusta que te haga esto Tata?.
-Sí mi vida, me gustaaaaaaaaa sigue por favoooooooor
No habló más. Durante largo rato estuvo provocándome unos espasmos como hacía tiempo que no tenía. Eran soberbios, estupendos, los sentía por cada uno de los rincones de mi cuerpo. Incapaz de contenerme mis manos pasaron por su cuerpo para acariciarlo, deteniéndose en sus pantalones al ver la durez que asomaba por ellos. Mi instinto de hembra me hizo desnudarlo lentamente hasta ver una formidable y juvenil tranca en una erección perfecta. Llevé mis manos a ellas y la palpé. Quemaba al tacto, casi ardía. Era una gozada absoluta. Se lo besé con absoluto amor y lo bendije con mis labios y mi boca para hacerlo feliz. Su carita enrojeció con mis caricias y mis besos, gimiendo durante todo el tiempo que su vara estuvo en mi boca. ¡¡Que bien sabía la verga de mi nieto!!.
-Ooooooohh Tata, que rico es esto, me gusta aaaaaaaaayy Tata te quiero te quieroooooooo aaaaaaaaaahh que gustoooooooo
-Yo también te quiero mi amor aaay que caliente estoy ya no puedo más por favor nene, hazme feliz, lo necesito Nene, ven con la Tata
No me lo podría creer: ahí estaba yo, tumbada de lado, con las tetas asomando fuera del camisón, abierta de piernas y a punto de ser penetrada por mi nieto. Dulcemente se acercó y apuntó su pollita a mi chochito empapado. Incapaz de perderme el espectáculo quedé mirando todo el rato que fue entrando dentro de mí hasta que me barrenó totalmente, momento en el que cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás para recrearme en esa maravillosa sensación. Aaaaaaaaaaaahh que placer sentirme ensartada de ese modo. Con sus ojitos claros llenos de amor estuvo acariciándome todo el rato como no queriendo que yo me perdiera nada del evento, besándome por todas partes y tocándome más mis tetas que tan loco le volvían. Luego, con pasión adolescente, se puso a bombearme en mis entrañas con mucha lentitud, disfrutando cada empuje, cada vaivén, hasta el más mínimo movimiento. Yo estaba en las nubes, nunca me había sentido así.
-Aaaaaaaaahh aaaaaaaaahh aaaaaaaahh te quiero cariño te quiero muchoooooooooo hazme el amor mi vida sigue haciéndome el amor
-Sí Tata, me gusta hacerte el amor eres muy guapa, me gustas mucho aaayyyy te adoro Tataaaaaaaaaaaa
No paraba de halagarme, de decirme piropos que me ponían loca de sexo, hambrienta como hacía años que sentía esa necesidad tan visceral de amor, cariño y placer. Yo lo atraía hacía mí todo lo que podía intentando pegarme a él cuanto más mejor. Su vara de placer entraba y salía de mí con una fantástica facilidad. Allí recostada de lado me estaban echando uno de los mejores polvos de mi vida. ¡¡Y quien hubiera podido decirme que sería mi propio nieto quien me lo estaba haciendo!!.
-Uuuuuuuuuuufff que rico Tata, lo disfruto mucho ¿lo hago bien Tata, te doy placer, te gusta?...
-Sí amor, me das mucho placer, me gusta mucho como lo haces dame más cariño dame máaaaaaaaaass solo un poco máasssss...así, asíiiiiiiiii un poco más fuerte, más potente uuuuuuuuuff eso es nene, así aayyyy que rico, esto es gloriaaaaaaaaa
De estar recostada de lado pasé a estar echada boca arriba, abierta de par en par. Él se puso encima de mí(que bendición sentir su peso encima de mí) para acariciarme y besarme el cuello mientras se movía sin prisa pero sin pausa para procurar que yo disfrutase cada momento, cada instante de esa magnífica e insuperable unión. Sus bombeos me hacían gemir cada vez más diciéndole que estaba a punto de gozar, que ya se acercaba el momento un poco de ritmo, un poco de mimo, algo de empuje de su divina virilidad, y me corrí en un sobrenatural orgasmo que sentí desde la punta de los dedos de los pies hasta en los pelillos de la nuca. De inmediato él se corrió dentro de mí regándome con su savia caliente, cayendo derrengado abrazándose a mis tetas como desesperado por ellas. Empujó un poco más y caímos totalmente exhaustos.
En ese momento, mi niño parecía una bendición del cielo. Su rostro era hermosísimo como el alba, su sonrisa me iluminaba por dentro como un millón de soles, y su tranca que no había sacado de mí me hacía sentirme tan feliz y tan completa que me parecía imposible que existiera emoción semejante. Fue un éxtasis total coronado por un largo, cálido y tierno beso que me hizo temblar de amor y emoción. Me sentía devuelta a mis años de juventud. En todo el momento que duró ese momento de abandono nos dejamos de acariciarnos y sonreírnos como si fuésemos dos amantes enamorados. Creo que nunca me sentí tan sucia y tan mujer como entonces, y fue al mirarlo que comprendí algo que a esas alturas más que enfadarme vi como algo lógico.
-¿También hiciste esto con mamá, verdad?.
-No Tata, nunca lo había hecho con nadie-contestó para mi sorpresa, desvelando mi equivocación-. Con Mamá solo llegué a tocarla un poco por arriba y por abajo. Cuando Papá nos pilló se enfadó un poco pero me dijo que si no lo decía a nadie podría seguir tocando a Mamá para saber lo que es una mujer. Es la primera vez que hago esto Tata.
¡¡Se me cayó el alma al suelo!!. Sin saberlo había convertido en hombre a mi nieto, le había dado su primera vez. Al mirarlo, no pude evitar emocionarme tanto que me eché a llorar.
-Tata ¿estás malita, te ocurre algo?.
-No mi vida, lloro porqué soy feliz, porqué te he hecho un hombre y me siento muy emocionada. Ven a mis brazos mi vida.
La imagen no podía ser más conmovedora: abuela y nieto tiernamente abrazados, los dos desnudos, con su polla aún bien acomodada dentro de mí y sin dejar de acariciarnos y besarnos. Sus ojos y la forma de mirarme hacían que mi corazón temblase como el de una jovencita descocada, como una adolescente que estuviera viendo a su ídolo favorito.
-Tata, eres muy hermosa, te quiero mucho.
-Y yo a ti mi lindo nene. Eres un sol.
-Ayyy me encanta todo esto Tata, es mejor que cuando vi a Papá y Mamá juntos.
-¿Los viste juntos-pregunté algo sorprendida-?.
-Sí, una noche los pillé por accidente en la cama, y Papá le estaba haciendo lo que yo te hice a ti. Él no me vio pero Mamá sí, y fue que después habló conmigo y me dejó tocarla. Me contó que así venían los niños en verdad cuando un hombre le da la lechita a su mujer, que era algo muy bonito y que ambos disfrutaban mucho ¡AHÍ VA!, ¿¡NO TE HABRÉ HECHO UN NIÑO, VERDAD!?.
Su miedo fruto de la más tierna inocencia me hizo reír una vez más, pero para calmarlo un poco le expliqué la situación.
-No mi vida. Todas las mujeres tenemos un punto en el que ya no podemos tener hijos, y yo pasé ese punto hace algunos años. Podrás echarme tu lechita dentro siempre que quieras.
Aliviado sonrió y me besó una vez más. Con una preciosa y visceral sensación de mujer, noté como la verga de mi nieto crecía dentro de mí hasta volverse a poner dura, suplicándome que la satisficiera de nuevo.
-Aaaaaaaahhh que rico mmmmmmm me ha gustado sentir como se te ha vuelto a subir dentro de mí. ¿Quieres hacerme el amor otra vez nene?.
-Sí, sí quiero. Me gusta hacerte el amor. Te amo Tata.
Ni que decir tiene que en vez de salir a divertirnos nos pasamos en casa retozando toda la santa tarde, disfrutando de aquella unión y de ese amor tan maravilloso, despertando en mí una sexualidad adormecida por los años y convirtiéndome en una mujer renovada y liberal. Mi cuerpo fue bendecido con cada una de sus infinitas caricias, elogiado con cada uno de los besos que me dio y amado por su dulce y fantástica herramienta que no dejaba en ensartarme en todas las posturas que se nos ocurrían, en un paroxismo único en mi vida. Todos mis agujeros fueron suyos para hacerlo feliz, no podíamos parar de besarnos, y yo le enseñé a besar con la lengua, algo que pese al asco inicial que sintió luego descubrió que le encantaba. Con el poder de recuperación propio de su edad, me sometió a tal sesión que acabé en mi propia cama con él a mi lado totalmente extenuada, jadeando casi sin aliento en un éxtasis agotador y sensacional que coronó una velada insuperable. Desde entonces mi nieto no ha dejado de venir para hacerme el amor, haciéndome feliz entre caricias, besos y fantasías(que él me cuenta entre polvo y polvo), y yo me entrego sin contemplaciones a mi amante, mi veneración, mi gran amor, mi tierna devoción, la niña de mis ojos.
Hace poco me reveló que le contó a su madre que yo lo había desvirgado, se lo contó todo con pelos y señales, y me dijo también que ella, totalmente sorprendida y maravillada, se desnudó y se tumbó en la cama para que él la tomase por amante como hizo conmigo, que estuvo mucho rato haciendo el amor con su madre, teniendo desde entonces a las dos mujeres más importante de su vida para su entero disfrute. Cuando poco después mi hijo descubrió lo ocurrido al pillar a su mujer y a su hijo en la cama, no solo no se enfadó, si no que le dijo que podía seguir haciéndolo con su madre con cuidado de no preñarla. La situación llegó a tal punto que aprovechando que mi marido tuvo que irse un día entero por negocios a una ciudad vecina, acabamos los cuatro juntos en mi casa en una(primera) orgía absolutamente demencial, en la que descubrí las inclinaciones lésbicas de mi nuera y el amor que mis dos amantes podían darme a la vez. Fue fantástico ver a mi nieto poseyendo a su madre a la vez que mi hijo(que me reveló que me deseaba en secreto desde hacía años) me poseía a mí, y más fantástico fue sentir como ambos se disputaban mis agujeros para hacerme sentir la mujer más dichosa sobre la faz de la tierra. Fue una tarde maravillosa.
No me arrepiento de nada de lo ocurrido, es más, no me siento mal por ello, en absoluto. Fue como un paso más en nuestras relaciones, una nueva manera de demostrarnos y decirnos cuanto nos amábamos, de darnos cariño y amor a un nivel más profundo, más intenso. Mi marido jamás ha sabido nada de esto(si se enterase, y dado el carácter regio que tiene, el escándalo sería de órdago) y siempre hemos sido cuidadosos de no ser pillados in fraganti. Desde entonces no he dejado de disfrutar el amor de mi hijo y de mi nieto, de aprender nuevas formas de amarlos y venerarlos. Si alguna otra mujer vive una situación parecida a la mía, solo les digo esto: no se lo piensen y ríndanse al amor incondicional de sus nietos, déjense arrastrar por su cariño y por su ternura. No saldrán decepcionadas, y a ellos les harán muy felices. El amor de un hijo es algo profundo y hermoso, pero el de un nieto lo es muchísimo más, y posee una ternura que un hijo no puede dar. Créanme, lo sé.
De todas las cosas que me han pasado desde entonces y que me han abierto a la vida y al amor, nada me llena más profundamente que rendirme a los deseos y caprichos de mi nieto, de desnudarme para él y abrir mis piernas para recibir su celestial herramienta que con tanta pasión me hace mujer. Es un torrente de sensaciones y sentimientos que superan lo imaginable, algo sin lo cual ahora no podría vivir(tanto como lo que mi nuera y mi hijo también me dan, para que engañarnos), y de todos los recuerdos de tantas tardes y de tantos placeres descubiertos, ninguno me colma tanto de felicidad como esa primera vez en que entregada a mi nieto, con las piernas abiertas, mis tetonas al aire y a punto de hacerle un hombre, le dije "nene, ven con la tata"