Nenay

Esta es mi historia, un poco diferente a otras que he leído.

NENAY (1ª parte)

Cuando tenía once años fui adoptado por la señora Lucy y su hija de 12 años Syra. Mi familia era muy pobre, éramos seis hermanos, mi padre nos había abandonado y mi madre tenía que trabajar fuera de casa. Yo la acompañaba, alguna vez, a las casas donde limpiaba. Una de estas casas era la de Lucy y Syra. No sé como, pero acabé viviendo con ellas.

Lucy, estaba separada, pero recibía una buena pensión de su ex., Que residía fuera del país. Ella no necesitaba trabajar. El primer año con ellas fueron las cosas bastante bien, yo echaba de menos a mis hermanos y jugar con ellos, pero en esta casa no me faltaba de nada y se preocupaban de mí, además tenía a Syra para jugar, a ella le gustaba jugar conmigo.

Fue al año siguiente, cuando las cosas empezaron a empeorar. Lucy cada vez recibía menos dinero de su ex. Hasta que, a mediados de año, empezó a no enviarle nada.

Mi madrastra ya era mayor, tenía algo más de cincuenta años, y se le hacía casi imposible encontrar empleo. Me daba cuenta de que las cosas no iban bien.

Los fines de semana, empecé con Syra a ir a repartir periódicos, así ganábamos algo de dinero, pero no era gran cosa. Por su parte mi madrastra empezó a tejer en casa algún cojín, por encargo de una tienda, con eso lográbamos sobrevivir. Nos tuvo que quitar del colegio, no nos lo podíamos permitir, empezamos a ir a uno público, tuvimos que olvidarnos de los caprichos, las golosinas, los helados, etc.

Yo no me enteraba mucho de las cosas, solo sabía que no iban bien y procuraba no dar ninguna preocupación, pero para Syra, supongo que era más difícil.

Una jovencita de ya 13 años, sin poderse comprar casi ropa, ni tan apenas perfumes, ni zapatos, ni todas esas otras cosas de chicas, era muy difícil. Además casi ni salía por no gastar dinero; como si, podían hacer sus amigas.

Me daba cuenta, de que lo estaba pasando mal, intentaba ayudarla y que ella sintiera mi apoyo, creo que era un buen compañero en sus desgracias y más que un hermano me convertí en su mejor amigo, ella tenía mucha confianza conmigo y compartíamos las penas.

Con nuestra "madre", éramos siempre muy comprensivos, sabíamos que ella también lo estaba pasando muy mal.

Recuerdo que cada vez teníamos menos ropa para ponernos, incluso Syra, alguna vez, tenía que ponerse algo de su madre.

Para navidades, una organización benéfica, le dio a Lucy un paquete con ropa, cuando llegó a casa y nos lo dijo, nos pusimos muy contentos, recuerdo con que ilusión la abrió, como si fuera el mejor de los regalos. Allí empezó a aparecer ropa muy linda, pero era toda de mujer y de niña, Lucy me miró, como diciendo lo siento, yo quería llorar, pero no podía, sabía que no era culpa suya y no quería hacerle sentir mal.

Mi hermana, empezó a elegir prendas de su tamaño y probárselas, lo que más le gustó, fueron dos pantalones gin, que le quedaban muy ceñidos y una faldita corta también gin, otra falda de tablas, otra acampanada negra y unas blusas, dos camisoncitos y una bata de color rosa.

  • Cuando tengamos un poco de dinero te compraré algo para ti, lo siento- me dijo Lucy

Syra, estaba ya más contenta y eso me alegraba, estuvo toda la tarde modelando su nueva ropa, se la veía feliz.

Durante todas las vacaciones de navidad, estuvimos trabajando en lo que pudimos. Vendiendo periódicos, lavando carros. Y conseguimos juntar un poquito de dinero, para reyes, le compramos a Lucy un perfume, compramos un pastel para la comida y nos quedó aún un poco.

Mi hermana me dijo de hacernos un regalo, yo quería un gin, solo tenía dos pantalones, los del uniforme del colegio, los otros se me habían quedado ya muy chicos, pero sabía que ella, siempre que pasábamos por una tienda de ropa interior, se quedaba mirando las braguitas y los sujetadores, las prendas que ellas tenían eran ya de hace dos años, y eran de niñas, además de que le quedaban ya muy pequeñas, no eran de las que le gustasen a una jovencita.

Con el dinero que nos quedaba, tan apenas si llegaba para mi pantalón, le dije que no se preocupara, que era mejor que se comprara lo que le hacía falta, que yo podía esperar.

Después de comer, me dijo si la acompañaba, a mi me daba vergüenza, pero aún así salía de la casa, fuimos a la tienda, ella se compró dos braguitas que valían poco dinero, una que eran muy femenina y sexi y otra blanca, lisa, que llevaba solo un corazoncito bordado delante, se compró un sujetador que hacía juego con la sexi. Según nuestros cálculos, aún sobraba algo, para poder comprarme yo algo, pero al llegar a la caja, cuando nos dijeron el total, era prácticamente todo lo que teníamos, mi hermana quiso dejar algo, pero no la dejé.

Lucy, cuando vio lo que habíamos comprado, se enfadó, no por la ropa de Syra, ella sabía que le hacía mucha falta, sino por el perfume y el pastel, ya que ese dinero nos era necesario. Las cuentas empezaban a acumularse, en el colmado, con la luz, la cosa no era fácil.

Pasaban los días y nuestros problemas no mejoraban, muy al contrario, cada día iban a peor.

Solo podía salir de casa con el uniforme del colegio, no tenía otra ropa, Syra al menos tenía sus gin y sus falditas.

Las cosas no mejoraban, hasta Lucy, era ella la que nos tenía que arreglar el cabello. Aunque realmente lo hacía con verdadero esmero.

Un día el único calzoncillo, ya que tenía, se rompió. Fui al colegio sin llevar nada debajo del pantalón, así pasaron unos días, hasta que Lucy, me preguntó que porque no se los daba a lavar, le tuve que decir que no tenía más. Ella se echó a llorar. Syra me dio las dos braguitas que tenía, antes de comprarse las nuevas y que ya no le servían, eran blancas una con florecitas y la otra con unas rayitas rosas, yo me sentía incomodo pero sabía que era lo más que podían hacer, y no quise desilusionarla, fui al cuarto y me puse una debajo de mi pantalón.

  • ¿No te queda pequeña?- me preguntó Syra.

  • No, me está bien, le dije.

Durante toda la semana, las usé, procurando siempre que no se dieran cuenta en el colegio.

Cuando llegó el sábado, Syra me dijo, si quería salir a dar un paseo con ella, le dije que no me apetecía

  • No te gusta ir con el uniforme, ¿No?- me dijo.

  • Si, es que me siento… raro, los chicos se van a dar cuenta de que no tengo otra ropa.- le contesté.

  • Pruébate uno de mis gin,- me dijo

  • Son de chica

  • En los claritos, casi ni se nota- me contestó- póntelos a ver como se te ve.

Me los puse, y pensé que nadie se daría cuenta, yo no me fijaba en los de las otras personas, y estaba seguro que el resto de la gente, tampoco lo hacía.

Los pantalones me quedaban muy bien, eran de mi tamaño, me puse la camisa del colegio y salimos. Syra, llevaba su falda gin con una blusa blanca, estaba muy guapa.

Paseamos por el centro, viendo escaparates, y soñando con poder algún día poder comprar, muchas de las cosas que nos gustaban.

Cuando anocheció, volvimos a la casa, me lo había pasado muy bien, y no había notado que nadie se hubiera dado cuenta de mi pantalón.

El domingo, Syra, me volvió a decir otra vez de salir. Me pidió que la acompañara, porque quería ver a sus amigas, pero que si le decían de ir a algún sitio, que hubiera que gastar dinero, si yo iba con ella, tendría excusa para no ir.

Me puse la misma ropa que el día anterior. Cuando ella me vio, me dijo que me cambiara la camisa, le dije que no tenía otra, y ella vino con una suya de cuadritos azules para que me la pusiera.

La camisa era entallada y tenía los botones en el lado de las de chica.

  • Toma, póntela,- me dijo- además la puedes llevar por dentro o por fuera, como tú quieras.

  • ¿Syra, pero van a ver que es de chica?

  • Si alguien dice algo, les diré que te la he dejado, que las tuyas estaban sucias, no creo nada de malo en que la lleves.

La verdad es, que si me ponía la del colegio, no la podría lavar Lucy, para poder llevarla toda la semana.

Me la puse, me la metí por dentro del pantalón, así se notaba menos su forma.

Lucy se puso el otro pantalón, ese era más femenino ya que llevaba bordadas unas flores en los bolsillos, se puso también una camiseta ajustada, estaba muy bonita con cualquier cosa, se estaba convirtiendo en una linda señorita.

Fuimos al parque, allí había un grupo de la escuela, de la clase de mi hermana, eran cuatro chicas y dos chicos, nos saludaron y se pusieron a hablar de sus cosas.

La tarde fue pasando, hablando de música, de los otros chicos del colegio, de sus profesores, un poco antes de las siete, dijeron de ir al cine, Syra me utilizó como excusa para no ir. Nadie dijo nada de mi manera de vestir, esperaba que no se hubieran dado cuenta.

  • ¿Te lo has pasado bien?- me dijo Syra.

  • Muy bien.

  • Eres un encanto.

Cada vez había más confianza con mi hermana, nos gustaba estar juntos.

Esa semana se me rompió, uno de los dos pantalones que tenía, me caí en el colegio, tenía miedo que se notara mi ropita interior, pero nadie la vio, se me rompieron por la rodilla y el muslo.

Al llegar a mi casa, fui a enseñárselos a mi madrastra, ella me dijo que me los quitara, que iba a intentar remendarlos, se los di, para no quedarme solo con la braguita puesta cogí la bata rosa de mi hermana. Lucy intento coser los pantalones y no pudo, me dijo que tendría que cuidar los otros.

Cada día al llegar a casa me los tenía que quitar y ponerme la bata, así ella podía lavarlos si hacía falta, o guardarlos para el día siguiente sin arriesgarnos a que se mancharan.

Para salir de casa, me ponía el gin, que me había dejado Syra.

Una tarde, mi hermana, se quedó en la calle cuando volvimos del colegio. Cuando llegó, nos dijo que había estado, donde una vecina, que tiene un salón de belleza y que a partir del día siguiente, al salir de la escuela iba a ir a su casa a ayudarla y así aprender el oficio. Nos dijo, que no iba a poder pagarle nada de momento, pero al menos ella iría aprendiendo. A nuestra madre le pareció muy bien, ya que así, y si ella valía, pronto podríamos empezar a ganar algo de dinero, le pareció una buena idea.

Yo perdía mi compañera de juegos, pero sabía, también, que era lo mejor. Al menos el fin de semana podíamos estar juntos. El único problema es que ella tenía que llevar su bata para el salón, por lo que me quedé sin ella, no me quedó otro remedio que ponerme uno de sus camisocintos, para estar por casa.

El fin de semana, como el anterior, volvimos a salir juntos, para que no llevara la misma blusa, me dejó una camiseta suya, era muy femenina, no tenía magas, pero yo sabía que si alguien decía algo, ella les iba a dar una buena explicación, me daba vergüenza, pero con mi hermana iba seguro y sabía que a ella le gustaba, que la acompañara.

Entre semana, tenía mi uniforme del colegio, aunque tuviera que llevar braguitas, y para el fin de semana, tenía el gin, de mi hermana, bueno ahora mío y la camisa de cuadritos o la camiseta, que iba alternando.

Al poco de entrar, a aprender, en el salón, era mi hermana, la que nos arreglaba el cabello a Lucy y a mí. A ella además le arreglaba las uñas y le cuidaba las manos.

Una noche, al llegar a casa Syra trajo un estuche de maquillaje, que le había regalado su jefa. Lo primero que hizo, fue maquillar a nuestra madre, la dejó muy linda, tenía muy buen gusto. A mi me dijo, que si también quería, aunque sabía que solo era para ir entrenándose, le dije que no. Ya le dejaba que se ocupara de mi pelo y eso era suficiente. A ella le gustaba que me lo fuero dejando largo, aunque todas las semanas me lo lavaba y me lo alisaba, alguna vez me lo igualaba un poquito.

Cuando llegó el verano, mi hermana empezó a trabajar, por las mañanas, teníamos toda la tarde para estar juntos. Le pedí que me enseñara a maquillar, a cortar el pelo, a peinar y a hacer la manicura, pensaba que esto a mi también me podía ser útil, para llevar dinero a la casa cuando fuera mayor. Las cosas, en lo económico, seguían siendo muy difíciles.

Todas las tardes esperaba con impaciencia que ella llegara a la casa, unos días, salíamos a dar algún paseo, ella me tuvo que dar su otro gin, al principio evitaba ponérmelo, solo lo imprescindible, las flores que tenía bordadas me atormentaban, pero luego al ver que nadie se metía conmigo, empecé a llevarlo tan a menudo como el otro. Otras tardes nos quedábamos en la casa, y ella me ensañaba lo que había aprendido en el salón de belleza, supongo que ella lo veía muy bien, y más yendo yo siempre vestido en la casa con unas braguitas y un camisón o alguna camiseta de ella. Ella me dejaba, que la maquillara, incluso para salir a la calle, me dijo que tenía muy buen gusto, alguna vez también las peinaba, me sentía útil de poder hacerlo y ellas lo sabían. (fin 1ª parte)

NENAY (2ª parte)

En Julio, cumplí mis doce años. No hubo fiesta ni regalos, no podíamos, pero al menos al ser sábado pasé todo el día con mi hermana, por la mañana me dejó que la maquillara, la puse muy guapa, ella me dijo que le gustaría también maquillarme, le dije que sí, ella había sido tan complaciente conmigo, no quería defraudarla., me puso una base oscurita, una sombra de ojos casi blanca, me retocó los labios en un color rosa pálido, luego me dio un poco de rubor en las mejillas, estaba muy bien, cuando me miré al espejo me di cuenta, de que también mi hermana tenía muy buen gusto, veía una niña preciosa reflejada, con su pelo ya bastante largo y bien arreglado, la carita tan linda y su camisoncito rosita. Me sentí agradable, pero me dio miedo, me lave la cara muy rápido, no quería pensar que me gustaba ni que ellas tampoco lo pensaran.

Cuando me vio mi hermana, me preguntó que por que me lo había quitado, que si no lo había echo bien, le dije que lo hacía muy bien, pero que yo…, no debía.

Luego salimos a dar una vuelta, cuando estuve en la calle, no sé si por lo que había pasado antes, me di cuenta que toda la ropa que llevaba era de niña, unas braguitas con rayitas rosas, un pantalón, gin, con florecitas en los bolsillos, y una camiseta sin mangas. No sabía como había podido llegar a tomarlo, como una cosa normal. Fuimos a dar una vuelta por el centro, allí mi hermana se encontró con unas compañeras del colegio y estuvimos hablando con ellas, yo me había acostumbrado ya a sus conversaciones, me sentía a gusto con ellas. Pasado un rato, llegaron los padres de una de las otras chicas, nos saludaron y hablaron un momento con su hija, un ratito después volvieron con unos refrescos, y nos los dieron.

  • Tomen jovencitas- dijo el padre.

Les dimos las gracias, también a nuestra amiga, pero yo me quedé un poco perplejo, me habían confundido con una chica, no dije nada, mi hermana tampoco.

Al día siguiente, nos levantamos temprano, estuvimos arreglando la casa, luego nuestra habitación y nuestro armario.

Esta puerta del armario, para tu ropa, esta para la mía- me dijo mi hermana y este tu cajón.

Empecé a ordenar mis cosas, en el armario puse mis dos pantalones gin, que me había dado mi hermana, la camisa de la escuela, la blusa de cuadritos y la camiseta sin mangas.

En el cajón, puse una braguita, un camisoncito y unos pañuelos. Otro camisón y otras bragas las llevaba puestas.

Cuando terminé mi hermana, abrió mi armario,- pobrecito si no tienes nada- me dijo, ella tenía muchas más cosas, ya que de la ropa que nos habían regalado en Navidades ahora había ya otra que le valía.

Me dio, otra blusa, una rosa, y la falda plisada que le habían dado.

  • Toma, la puedes utilizar para estar en casa- me dijo- si la necesito ya te la pediré.

La guardé en mi armario.

  • Hermanito, te voy a depilar- agregó luego- tus pelitos en las piernas no son muy estéticos.

  • Si tu quieres- le contesté,- sabía que vestido con un camisón mis piernas no estaban muy bonitas.

Me hizo tumbar encima de una toalla en la cama, tenía unos poquitos pelos, debajo de la rodilla, por los muslos tan apenas si tenía ninguno. Me puso cera en la parte de abajo y me los quitó, luego con unas pinzas, lo hizo con los de arriba, lo hacía con mucha delicadeza, alrededor de la braguita me quitó con las pinzas los que salían. Luego me levantó el camisón y con las pinzas me arrancó unos poquitos que tenía en pecho.

  • Abre los brazos- me dijo, y arrancó los de mis axilas.- En los brazos puedes tener unos poquitos-añadió, - todas las chicas tenemos un poco.

Me sentía muy bien, las piernas se veían muy lindas.

  • ¿Quieres hacérmelo ahora tú?- me preguntó.

  • Si tu quieres me gustaría, pero no sé si sabré.

  • No te preocupes yo te ayudo.

Empecé a hacerlo, como ella había echo, procuraba no hacerle daño, y ella aguantaba con mucha valentía mis tirones, no dijo nada.

  • Lo haces muy bien, en cuanto practiques un poco más, podrás hacerlo también, como cualquier esteticién.

Para bajar a comer, me puse la faldita que había dejado en mi armario, sabía que ella, quería vérmela puesta y…, se había portado también conmigo.

Cuando me senté, en la mesa, la falda me había quedado un poco levantada por detrás, mi madre me enseñó, que debía acariciar la tela un poco antes, cuando me sentara, de tal manera que quedara lisa debajo de mí, Me levanté, y como me había dicho lo hice, ahora quedó bien, ellas me dieron su aprobación.

Esa tarde no salimos, me quedé toda la tarde con la falda puesta. Tenía mucho cuidado al sentarme de hacerlo, como ellas me habían dicho. También me enseñaron a cruzar las piernas y tenerlas juntas, de tal manera, que no se pudieran ver las braguitas.

A la noche, cuando fuimos a nuestro cuarto, mi hermana me dio otra falda suya, una negra acampanada cortita.

  • Toma, así no tienes que llevar siempre la misma, y con ésta, lucirán lindas tus piernas.

La puse en una percha y la metí en un armario.

Dos días más tarde, mi hermana me pidió una de mis bragas

  • ¿Tienes una braguita limpia?.

  • Sí, le dije. ¿La necesitas?, ¿Qué pasa?

  • Sí, es que las mías, las tengo todas sucias, tengo la regla, y las compresas que me he puesto, no protegen mucho.

Yo no entendía muy bien, ella me explicó, que era la regla, cuando, etc.

Le dejé la que tenía limpia, pero estaba preocupado, me preocupaba que ella no tuviera más, y más teniendo ese problema que tienen las chicas.

  • Syla, si quieres, tengo un poquito de dinero de vender los periódicos, ve a comprarte alguna más

  • No puedo hermanito, sabes que nos hace falta el dinero y tú , mira que ropita tienes que usar.

  • No te preocupes, te hace falta ahora a ti, ve.

  • Si que me hace falta, lo siento hermanito, pero ven conmigo

La acompañé, con el dinero que tenía llegó para que se comprara tres. Se compro dos tangas, y una negra muy bonita con encaje en los lados.

  • Te gustan- me dijo.

  • Sí, son muy lindas,-le contesté- las tangas ¿No te harán daño?.

  • No, y te hacen un culito muy lindo, ya te las dejaré cuando quieras y verás.

Al día siguiente, cuando subió a la habitación, con la ropa limpia, me dio su braguita rosa.

  • Toma, ésta es más linda que las que llevas. A mí me queda ya un poquito justa.

Me quité la que llevaba, al llevar falda, llevaba la negra, te la quitas muy fácilmente, y me puse la que me acababa de dar, la otra estaba ya algo sucia, hacía tres días que no me podía cambiar.

El viernes de esa semana, mi hermana, cuando volvió a casa, traía un paquetito que le había regalado su jefa, eran dos bikinis.

Nos los enseñó, uno era naranja, con florecitas, a mí no me gustaba mucho, la parte de abajo se anudaba con unos lacitos, que lo hacían gracioso, el otro era negro, liso, pero muy sexi.

  • Mañana, podemos ir a la piscina- me dijo.

  • Pero, yo, no tengo nada que ponerme.

  • Ponte la parte de abajo del negro, te quedará lindo, yo me pondré el naranja.

Al día siguiente, fuimos a la piscina municipal, los chicos de nuestra escuela, no tenían que pagar entrada.

Mi hermana, estaba guapísima, le quedaba muy bien el bikini, yo me había puesto las braguitas del negro. Desde que me había regalado las últimas braguitas, eran muy chiquitas por delante, yo me había acostumbrado a echarme la colita hacia atrás, para que no se saliera por el lado, ya lo hacía por costumbre.

En la piscina nos encontramos con sus amigas, a mí me agradaban, especialmente Andrea, ella era la que sus padres me habían confundido con una niña, me gustaba, era tan linda y tan cortés conmigo.

  • Me voy a meter en el agua,- les dije.

  • Toma, ponte esto,- era Andrea, dándome su gorro de baño- con el pelo largo, no te dejaran sin gorro.

  • Gracias, Andrea, - le dijo mi hermana- los hemos olvidado en casa.

Me lo puse y fui a bañarme.

Cuando salí del agua, se me acercó, uno de los socorristas,

  • Oye, niña, aquí no puedes ir sin la parte de arriba del bikini.

No sabía que decir, me había confundido, solo acerté a decirle, -lo siento- y me fui donde el grupo.

Cuando llegué donde las chicas, estaba un poco colorado. Todas lo notaron.

  • ¿Qué te pasa?- me preguntó mi hermana.

  • Nada, le respondí.

  • Algo pasa- me dijo.

  • Que el socorrista, me ha confundido con una niña, y me ha dicho, que no puedo llevar el bikini de una pieza.

  • No te preocupes cariño,- me dijo, y me dio la parte de arriba del bikini- así está solucionado.

Miré a las otras chicas y ellas también lo aprobaban. Pensé que gracias a Dios, no había visto a ninguno de mis compañeros, que pudieran conocerme.

  • Déjame, yo te ayudo, me dijo mi hermana, y me ayudó a ponérmelo.

Me sentía con miedo de que alguien pudiera conocerme, pero mi hermana y sus amigas no le dieron importancia y poco a poco, fui sintiéndome más a gusto.

Para volver a casa, me puse la ropa encima del bañador, se me notaba el sujetador del bikini, por debajo de la camiseta y se veían los tirantes, pero no le di importancia. Las chicas, habían hecho así.

Fuera de la piscina, esperaban los padreas de Andrea a su hija, con el coche.

  • Si quieres llevamos a tus amigas a su casa,- le dijeron refiriéndose a mi hermana y a mí.

En el coche nos dieron conversación, pero era solo mi hermana que hablaba, yo no sabía que decir.

El verano, estaba llegando a su fin, mi hermana seguía trabajando por las mañanas, yo ayudaba a nuestra madre en la casa, Todos los días cuando me vestía me ponía una de las faldas, que me había dado Syla, para estar en casa,

Durante las vacaciones, no había utilizado mi ropa de chico. Para estar en casa, llevaba una de las falditas, para salir los gin y alguna blusa o camiseta, y si íbamos a la piscina el bikini negro.

El último viernes, antes de ir a la escuela, llegó mi hermana muy contenta, le había dicho su jefa, que ya a partir del próximo mes le iba a poder pagar algo de dinero, era una muy buena noticia. Tendría que ir, todas las tardes cuatro horas al salir de la escuela y los sábados todo el día. Ya no iba a tener casi tiempo de estar con ella, pero ese dinero nos iba a venir muy bien.

Mi hermana, ese año, comenzaba ya la secundaria, ya no coincidía nuestro horario, ella entraba media hora antes y salía media hora después.

Ella era muy respetada en el colegio, éramos buenos estudiantes, pero además, era de las más bonitas, y los chicos empezaban a ir detrás de ella.

El primer día, para ir al colegio me puse el uniforme, casi me encontraba raro con él. Me había acostumbrado a la otra ropa y además, empezaba a quedarme muy justo.

En cuanto llegaba, a la casa, me quitaba el uniforme, solo tenía un pantalón y una camisa, y me ponía una de las falditas.

Como ya no tenía, casi nunca, mi hermana para jugar, después de hacer los deberes, ayudaba a mi madre. Aprendí a coser, a tejer, a cocinar.

Me habían enseñado a hacerme una coleta, con mi pelo, para estar por casa y estar más fresco.

.A final de mes, Syra, trajo su primer paga, no era mucho dinero, más bien era muy poco, pero nos hizo mucha ilusión. Cuando le dio el dinero, mi madre salió a comprar, al rato volvió con tela para hacernos un uniforme.

Nos tomó medidas y se puso a coser. Después de dos días, nos dio un pantalón y una camisa a cada uno, eran prácticamente iguales, tan iguales, que había hecho las abotonaduras de la misma forma, todo en el lado de las chicas, no le dije nada, no quería herirla, y me lo puse.

Aunque ahora tenía dos uniformes, al llegar a la casa me ponía mi faldita y mi camiseta, me había acostumbrado, y pensaba, ya, que era tan normal.

A la escuela íbamos siempre juntos, aunque yo entrara más tarde y saliera antes, alguna vez un trozo, del trayecto, nos acompañaba Andrea, ella vivía en el camino, nosotros vivíamos bastante lejos.

Me gustaba Andrea, y ella se dio cuenta de que yo me fijaba mucho en ella.

Un día habló con mi hermana

  • Me he dado cuenta que tu hermano me mira mucho, ¿le gusto?, ¿Pero por qué siempre lleva uniforme de chica y cuando salimos también ropa de niña?

Syra, no sabía como responder. Creo que se estaba acostumbrando a verme más como una hermana que como un hermano. Ella sabía que en casa, siempre me veía de chica

  • Andrea, estoy segura que a Nenay, no le gustas o al menos como tú crees, supongo que te admira y le gusta tu manera de ser y de comportarte, no estoy segura, pero creo que preferiría ser una chica, si me guardas el secreto te diré que en casa, le gusta ir vestido con faldita. Si quieres ven el domingo a casa y lo verás.

  • A mí no me importa, es tan delicado, si quiere ser una chica, me gustaría que fuera mi amiguita. Debe de ser muy difícil su situación.

Recuerdo que el domingo, nos levantamos temprano y que mi hermana, me animó a arreglar muy bien la casa, la dejamos muy bien, lo hicimos muy pronto, era tan pequeña.

Cuando terminamos, me dijo de bañarnos y depilarnos bien, así lo hicimos, ahora ya era casi un experto, cuando me vio las uñas, me comentó que las tenía muy estropeadas, que me las iba a arreglar y así, yo iba aprendiendo. Me pareció una buena idea.

Me las limó muy bien, y me las igualó, luego me dijo que me iba a dar un poquito de esmalte para protegerla, y me dio un color rosita un poco brillante.

Luego nos vestimos, me puse la faldita negra, y la blusa rosa, mi hermana me había dicho que estaba cansada y que no le apetecía salir.

Luego, como un juego, me pregunto si sería capaz de maquillarme yo solo, y hacerlo a juego con las uñas, le dije que sí, y me puse manos a la obra, lo hice como se lo hacía a ella y me puse un pintalabios también rosita brillante.

Cuando terminé me dijo que me iba a arreglar el pelo, me lo alisó, metiéndome las puntas hacia adentro, me hacía una melena muy bonita, y luego me recortó el flequillo, dejándolo todo igualado, un dedo por encima de las cejas.

Me miré en el espejo, estaba muy "bonita".

Yo también la maquillé a ella y le arreglé el pelo, mi hermana estaba espléndida.

Tan apenas habíamos acabado, sonó el timbre de la puerta, mi madre fue a abrir, mientras nosotros estábamos en la cocina, era Andrea.

Lucy, la acompañó hasta la cocina y me vió, me quedé muy cortado, ella como si nada, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.

  • Que guapas estáis,- dijo. – Me gusta que seas mi amiguita,- añadió, dirigiéndose a mí.

  • También, a mí, me gusta que seas mi amiga,- le contesté.

Comió, con nosotros. Cuando terminamos ella dijo, que iba a buscar unas cosas a su casa, pero que volvía.

Una hora más tarde, volvió trayendo un paquete.

Cuando lo abrió, dentro había dos vestidos, y dos conjuntos de braguita y sujetador.

  • Son para ti,- me dijo- me los han regalado y no me quedan bien,- espero que a tí te sienten.

  • Gracias.- le dije, realmente no sabía que decir, pensaba que a lo mejor le podrían servir también a mi hermana.

Me fui al cuarto con la ropa y allí me puse uno de los conjuntos, era blanco con puntillas en los lados, el sujetador era pequeño y también con puntillitas. Era la primera vez que me ponía una prenda así. Luego me puse uno de los vestidos, también era blanco, con unas magas cortitas y abombadas, la falda, caía por encima de las rodillas y llevaba un lazo rosa en la cintura para darle forma. Cuando terminé de ponérmelo, llamé a mi hermana

  • ¿Me dejas unos zapatos?, con los tenis no queda muy elegante.

  • Claro que sí,- me respondió y me dio un par de zapatos negros con un poquito de tacón, por delante eran muy abiertos. – Estos te quedarán bien, a mí me quedan ya un poquito justos.

Me los puse, me quedaban muy bien.

El resto de la tarde lo pasamos con Andrea, mi hermana hablaba de los chicos… pero ni Andrea ni yo, parecía que nos gustara mucho ese tema. Ella no hacía más que mirarme, y yo a ella.

Cuando se fue Andrea, le dije a Syra, que se quedara ella con las prendas que había traído Andrea, pero le quedaban también un poco pequeñas, así que fueron para mí.

Una semana más tarde, enfermó la jefa de mi hermana, ahora ella tenía que ocuparse de las clientas sola, prácticamente ya no tenía tiempo más que para el salón y para la escuela.

El trabajo, que tenía, era mucho, sobre todo los viernes por la tarde y los sábados, venía muy tarde y agotada a la casa.

-Tengo que buscar a una chica que me ayude- me dijo,- hay muchas clientas que tienen que espera mucho y van a acabar yéndose a otra peluquería. No quiero perderle la clientela a Rosana,- Rosana, era su jefa.

  • Si yo puedo hacer algo,- le dije.

  • Si tu quieres, me gustaría, pero no sé si podría pagarte algo, eso depende de Rosana.

  • No te preocupes, por eso.

Al día siguiente, cuando llegó, me trajo una batita rosa como la que ella utilizaba.

Mañana, vendrás conmigo, -me dijo-, te tendrás que maquillar un poco para parecer más mayor.

Era viernes.

Cuando llegué del colegió, rápidamente, me desnudé, me puse uno de los conjuntos que me había regalado nuestra amiga, tuve que rellenar un poquito el sujetador, para parecer que tenía un poquito de pecho, y encima me puse la bata que me había traído Syra, me maquillé como me había indicado ella, y fui al salón.

Era la primera vez, que salía de casa, queriendo parecer una chica.

La tela de la bata era bastante fina, y dejaba entrever, la forma de mis braguitas y de mi sujetador.

En el salón, ayudé lavando las cabezas, con el sacador y arreglándoles las uñas a las clientas, lo hice con mucho esmero.

  • Lo has hecho muy bien, hermanita, - me dijo-, ahora descansa que mañana nos espera un día duro, tenemos muchas citas.

Al día siguiente me levanté muy temprano, me bañé, me depilé bien, aunque no me hacía mucha falta, me puse el otro conjunto, este era azul oscuro y me maquillé, el pelo me lo cogí con una coleta, me hacía parecer mayor. Sabía que la ropita interior que me había puesto se iba a notar demasiado debajo de la bata, por lo que decidí que para salir a la calle, ponerme la faldita plisada y la blusa de cuadritos. En el salón, me las quité y me puse la bata.

El día fue agotador. Primero atendimos a una joven que se iba a casar, ese día, mi hermana la peino y la maquilló muy linda, yo le hice la manicura, se quedó muy contenta, nos dijo que fuéramos, al salir, a su casa que harían una fiesta en el jardín con muchos invitados. Mi hermana le dijo, que si terminábamos pronto era posible que fuéramos. También vino una madre con su hija, para arreglarles el pelo, la madre le pidió a mi hermana si podía hacerle los agujeros en las orejas a la hija, ella se los hizo como había aprendido de Rosana y le colocó dos pendientes de perlita. Se dio cuenta que permanecí muy atento mientras lo hacía. Cuando ya habíamos terminado con nuestro trabajo, me dijo que me sentara en uno de los sillones, y al igual que había hecho con la niña me perforó las orejas y también me puso una perlita en cada una.

  • Vamos a casa, deprisa, - me dijo,- tenemos que ponernos muy bonitas para la fiesta.

En casa, le dijo a nuestra madre que íbamos a ir a esa fiesta.

  • Mi madre se alegró mucho, ella sabía que si nos habían invitado, era porque hacíamos muy bien nuestro trabajo.

Para ir a la fiesta, me puse el vestido blanco que me había regalado Andrea, me tuve que cambiar de braguita y sujetador, ya que el azul se transparentaba mucho, me puse uno rosita de mi hermana, mi madre me dejo unas medias y Syra, unos zapatos que tenían bastante tacón, solo cerrados en la punta.

Cuando llegamos a la fiesta, nos saludó la novia y nos presentó al novio.

  • Estas son las culpables, Syra y Nenay, de lo bonita que estoy.

  • Lo habéis hecho de maravilla,- nos dijo- divertiros en la fiesta, hay muchos chicos.

Para mi sorpresa, allí estaba Andrea, cuando me vio, vino y me dio un beso en la mejilla.

  • Estás muy linda, - me dijo.

  • Tú también,-le dije. Ella llevaba un pantaloncito ajustado y una chaquetita corta a juego.

  • Ven, vamos a bailar, -me dijo.

  • Yo no sé.

  • Te enseño.

Fuimos a la pista, ella empezó a moverse y yo a imitarla

  • Tienes mucho estilo, -me dijo.

Pasamos casi toda la tarde bailando, ella me iba enseñando pasos nuevos. Si algún chico se nos acercaba, ella los apartaba. ¿Yo le gustaba?, pero…. ¿Cómo chica?

Mi hermana, si que se pasó toda la tarde, con los chicos, hablando tomando algo, sé que se lo pasaba muy bien.

Cuando oscureció, Andrea me dijo que tenía que irse a casa, que si quería podíamos ir juntos.

Se lo dije a Syra, ella me dijo que se quedaba un ratito más.

Cuando llegábamos a mi casa, me dijo que le gustaba estar conmigo, que era una chica muy atractiva. Yo le dije que a mí también me gustaba estar con ella.

Al llegar a mi casa, me preguntó que si saldría mañana, le dije que sí, me dijo que pasaría por mi casa sobre las cinco, me dio un beso en los labios y se despidió.

Por la mañana, cuando nos levantamos, le conté a mi hermana lo pasado con Andrea.

  • No sé que decirte,- me dijo- Andrea nunca le gusta hablar de chicos, a lo mejor le gustan las chicas y tú le gustas.

  • A mí ella también me gusta, tan segura de sí, y tan hermosa. ¿Querrás salir con nosotros?

  • No, yo he quedado con unos chicos, sal tu con ella, si eso te gusta, a mi también me parece muy buena chica.

A las cinco, en punto, vino a buscarme, yo me había vestido muy linda, para ella.

Me llevó al parque y allí estuvimos hablando, mientras paseábamos.

-Nenay, ¿te gusta ser chica?

  • No sé, al principio me ponía la ropa, porque no tenía otra, en casa teníamos muy poco dinero, luego no se, me he acostumbrado, es lindo ponerte ropita tan linda, pintarte, peinarte de diferentes formas… ya ti ¿Te gusto?... ¿Cómo chica?

  • Sí, a mí, me gustas como chica, te veo tan delicada, tan femenina.

  • Y como chico… ¿Te gustaría?

  • No sé, creo que nunca te he visto como chico, los chicos no me gustan, me gusta la chica que está ahora conmigo.

Me cogió la cabeza, la volvió hacia ella y me dio un beso en la boca, yo la dejé, me gustaba.

Seguimos paseando cogidas de la mano.

Durante toda la semana, fuimos juntas las tres al colegio, todos los días nos daba un zumo a cada una, se hizo una costumbre

El viernes siguiente, cuando estaba en el salón con mi hermana, llegó ella, nos saludó, me dio un besito y se sentó en un sillón.

  • Arréglame el pelo, le dijo a mi hermana.

  • ¿Cómo lo quieres?

  • Cortito, quiero gustarle a mi chica, le dijo en voz baja.

Mi hermana se lo dejó muy lindo, como un chico guapo.

  • Nenay, mañana ponte muy guapa, te llevaré al cine. – me dijo- te recogeré a las seis.

Al día siguiente a las doce, ya habíamos acabado.

  • Nos vamos de tiendas, -me dijo.

  • No te preocupes, me ha dicho Rosana, que mientras ella no esté, el dinero que saquemos es para nosotras, con que le de algo a final de mes para los gastos, está bien.

Ahora ya no éramos pobres, el salón iba muy bien.

Fuimos al centro comercial y entramos en una tienda muy grande, fuimos al departamento de chicas y allí empezamos a elegir cosas.

  • Hermanita, tienes que comprarte cositas lindas para estar bonita, para tu amor, -me dijo.

Era la primera vez que iba a comprarme ropa, como chica, empecé a probarme muchas cosas.

Al final me compré un pantaloncito muy cortito, una faldita gin, dos blusitas y dos conjuntos de ropa interior, que la braguita era tanga. Mi hermana también se compró bastantes cosas, pero diferentes a las mías.

  • Así, nos las podremos cambiar, - me dijo.

A la salida de la tienda, paramos en el mostrador de bisutería y nos compramos unos pendientes de aro, unas pulseras y unas gargantillas para el cuello.

Luego fuimos a una zapatería, allí me compré unas sandalias abiertas que me quedaban muy bien.

En la casa, nos pusimos muy guapas para salir, me puse uno de los conjuntos nuevos con su tanguita, la faldita vaquera y una blusita rosa que me anudé en el ombligo.

  • Estás preciosa, me dijo mi madre- cada día eres más linda.

A la hora convenida, me vino a buscar Andrea, iba vestida con un pantalón gin y un suéter, con su pelo cortito casi parecía un chico…, muy guapo.

Fuimos al cine, allí cuando apagaron las luces, me pasó el brazo por el hombro y me atrajo hacia sí. Apoyé mi cabeza en su hombro. Buscó mi boca, muchas veces, con la suya y siempre la encontró, me gustaba tanto.

Cuando terminó, la película, me acompañó a casa, me gustaba estar con ella, me pidió que la llamara Andy, y así lo hice. Cuando estábamos llegando ya cerca de la casa, se cruzaron, un grupo de chicos, cuando se alejaban, oímos como decían, - son bolleras. Entre esos muchachos reconocí a dos de mi clase, quise pensar que ellos no me reconocieron.

Al día siguiente, lo pasé en casa de Andy, para ir allí, me puse un pantaloncito blanco, con cremallera en un lado, con una tanguita debajo, para que no se marcara por detrás y una camisetita rosa de tirantes, debajo me puse un sujetador también rosita con tirantes transparentes, que me dejo Syla.

  • Quieres que te haga unas trenzas, - me dijo.- con esa camiseta te quedarán muy lindas.

El pelo lo llevaba ya bastante largo, las trenzas me sentaban bien, me puso un lacito pequeño en cada una y unos pendientes de perlita, me puse las sandalias que había comprado con el pantalón que era un poco acampanado, me conjuntaban.

Cuando llegué a su casa, me abrió Andy, iba vestida con un pantalón de deporte y una camiseta de básquet, me presentó a sus padres.

  • ¿Os acordáis de mi amiga Nenay?

  • Claro que sí, ¿Cómo estas, bonita?

Fuimos a su habitación.

  • Me gustaría verte vestida de novia, -me dijo.

Salió de la habitación y volvió al cabo de unos minutos.

  • Le he pedido permiso a mi madre y me ha dicho que si, vuelvo ahora, espera.

Al cabo de un rato volvió con el vestido y con otras cosas.

Me dio una braguita blanca muy sexi y me dijo.

  • Las novias la llevan así, pasa al baño y póntela.

Pasé al baño, me desnudé y me la puse, era preciosa.

Cuando salí me entregó un corpiño, sin tirantes, que me llegaba por encima de las braguitas, de él salían unas cintas abajo para sujetar las medias. Me ayudo a ponérmelo y me cerró todos los corchetes que llevaba en la espalda. Era de una tela muy suave y apretado daba una figura muy elegante, con un vientre muy liso y una cintura muy pequeña.

Luego me puse unas medias blancas, que Andy me ayudó a sujetar a las ligas. Me hacían unas piernas preciosas eran muy finas.

Me dio una enagua blanca.

  • Le dará volumen al vestido.

Al final me puse el vestido, no tenía mangas, la falda llegaba hasta el suelo, era una maravilla, me rellenó el sujetador, hasta que conseguimos llenar bien el vestido.

Volvió a salir de la habitación, mientras yo me arreglaba bien el vestido frente al espejo, y vino con unos preciosos zapatos blancos, con mucho tacón y una diadema con brillantes.

Me puse los zapatos con ellos el vestido, ya solo rozaba el suelo.

Luego Andy llamó a su madre.

  • Has visto mamá, que linda está.

  • Sí, mis hijas, -notó que tenía relleno en el pecho, -pronto lo llenarás, no te preocupes, te falta ya poco para ser toda una mujer.

  • Vamos a arreglarle el cabello, dijo Andy.

Me deshicieron las trenzas, y me hicieron un moño, muy elegante, en el frente, a los lados, me rizaron unos mechones de pelo, que caían sobre mi cara.

  • Ella es peluquera, ayuda a su hermana en el salón. – Dijo Andy.

  • Pero no lo han hecho peor que lo haríamos nosotras, -les dije- está magnífico.

Su madre trajo una foto de su boda, me habían hecho el mismo peinado.

  • Estás guapísima- me dijo Andy. – Ven, vamos al jardín.

Cogió una cámara de fotos y nos dirigimos allí. Pasé toda la tarde modelando para ella, sentada en la hierba, paseando, haciendo volar la falda, poniendo miradas provocativas…, lo pasamos muy bien. Ella cuando no nos miraba nadie, se acercaba, me besaba, me decía cosas lindas, me acariciaba.

Cuando ya se hizo tarde, me volví a cambiar la ropa, Andy me acompañó hasta casa. (fin 2ª parte)