Nenay (3)

Aqui continua mi historia.

NENAY (3ª parte)

El lunes en el colegio, durante el recreo, fui al baño, cuando me encontraba dentro, entraron los dos niños de mi clase, a los que había visto el sábado, con otros dos.

Se me acercaron.

  • ¿Qué queréis?- les dije.

Sin mediar palabra, tres de ellos me agarraron, mientras el otro me bajó los pantalones.

  • Míralo, con bragas, ¿veis como era él?- dijo uno se ellos.

  • ¿No sabes que el uniforme de las niñas, como tú, es con falda?- dijo otro.

  • Dejadme en paz, no os he hecho nada.- logré decir.

  • Chica no te vamos a hacer nada- me contestó uno.- Pero tienes que ponerte falda, no esta bien llevar pantalones con unas braguitas tan sexis.

  • No le dejéis salir,- dijo Alexis- vuelvo en unos minutos.

Permanecimos allí, un rato, estaba avergonzado y no me dejaban moverme.

Al rato volvió el muchacho

  • Póntela,- me dio una falda de uniforme.

  • No puedo

  • Que te la pongas, mariquita,- me dijo con ira, Alexis.

Me daban miedo, me la puse.

  • ¿Habéis visto, que piernas tan lindas tiene? ¿Esta linda, eh?

  • Ahora sal con nosotros, si no, llamamos a todo el colegio que vengan a verte aquí.

Salí con ellos, fuimos directamente a la clase.

Pasó casi la mitad de la hora, que nos tocaba con Don Mariano, sin que se diera cuenta, a pesar de que todo eran murmullos y comentarios en la clase.

  • ¿Nenay?- me dijo el profesor.

  • ¿Si?

  • ¿Qué haces así vestido?

No sabía que decir, todos los compañeros se reían. – No tenía pantalones y tuve que ponerme ropa de mi hermana,- le mentí.

  • También lleva bragas, - dijo uno de los chicos levantándome la falda.

  • Ve al director a explicarle, esto, - me dijo,- vete ahora mismo.

Salí de la clase y fui al despacho del director.

  • ¿Qué pasa niña,- me dijo.

  • Me ha mandado Don Mariano.

  • ¿Porqué te ha mandado?

  • Porque esta ropa es de mi hermana.

  • ¿Y cual es el problema? La falda te queda un poco corta, pero no es para tanto. Este Mariano, siempre tan quisquilloso. Dile que a partir de mañana, vendrás con la falda del tamaño adecuado, que por hoy, yo te permito llevarla así.

Volví a la clase.

  • ¿Qué te ha dicho el director?

  • Que él me da permiso, por hoy, pero que mañana traiga la falda un poco más larga.

Durante el resto de las clases, seguí con la misma ropa.

Cuando terminó la escuela, me fui a casa directamente, no esperé a mi hermana.

Al llegar a casa, mi madre estaba en la puerta y me vio llegar.

  • ¿Qué ha pasado? – me dijo sorprendida.

Le expliqué lo que había pasado en el colegio.

  • Pues tenemos que ir a comprarte, una falda de tu tamaño.

A la mañana siguiente, me puse un conjunto de braguita y sujetador, blanco, le metí un poco de relleno, me puse unos calcetines cortitos al tobillo, la falda nueva y una blusa de uniforme que me dejó mi hermana, me maquillé un poco y me puse unos pendientes pequeños en mis orejas.

Cuando llegué a la escuela, los chicos empezaron a meterse conmigo, pero mi hermana y las otras chicas salieron en mi ayuda. Por alguna razón, las chicas adolescentes son mucho más maduras que los chicos y éstos les tienen miedo.

A partir de ahí, las cosas cambiaron, las chicas me trataban como una chica, y los chicos… también.

Había comentarios, de que un chico iba a la escuela vestido de chica.

Unos días más tarde, el director me llamó.

  • ¿Porqué vienes a la escuela vestido de chica?

  • Usted me dijo que tenía que venir con una falda de mi tamaño.

  • Pero no me dijiste que eras un chico.

  • Usted no me lo preguntó.

  • ¿No te da vergüenza?

  • No.

:- Dile a tus padres, que venga a hablar conmigo.

  • Se lo diré a mi madre, no tengo padre.

  • La espero esta tarde.

Cuando llegué a casa, se lo conté a mi madre.

A la tarde me acompañó al colegio.

Permanecí en el pasillo mientras mi madre entró al despacho del director.

Había pasado poco más de una hora, cuando ella salió.

  • Ven, vamos a casa.- me dijo.

Mientras caminábamos me iba contando la conversación en el colegio.

  • Cariño, no te van a dejar seguir en el colegio, debemos buscar otro.

  • Y si me visto de chico.- le dije.

  • Ni aún así, además yo no lo permitiría, si tú no quieres. Hija… ¿Te gusta más ser una niña, no?

  • Sí, mamá. Ya no sabría ser un chico. ¿Eso está mal?

  • No lo sé, cielo. Supongo que no es normal, y pienso que en parte es culpa mía, pero lo que yo quiero es que seas feliz.

  • Te quiero mamá.

  • Yo también te quiero mucho.

Mi madre al día siguiente fue a dos colegios contándoles la verdad, de mi situación. En ninguno me aceptaron. Ella estaba muy desolada.

Todas las tardes y los sábados, seguía yendo al salón a ayudar a Syra. A la salida todos los días me esperaba Andy. Creo que éramos novios. Estábamos enamorados.

A la mañana siguiente… mi madre me dijo que me arreglara muy bien, que me pusiera muy linda. Así lo hice. Me puse un conjuntito de braguita y suje rositas, un pantaloncito también rosa, que me llegaba hasta las rodillas, una blusita blanca y mis sandalias blancas, con tres dedos de taco. Me peiné con el pelo liso, con una raya al medio, ya me llegaba por debajo de los hombros.

  • Estás preciosa, cariño.- Me dijo, al verme. – Vamos a ir a un colegio que es sólo de chicas, no vamos a decir que eres un niño. Como tu nombre es un poco indefinido, no creo que puedan saber si eres chico o chica. En los colegios que he dicho la verdad, no te han querido.

El colegio era una casona antigua. Dentro había un patio grande, una escalera de mármol subía hacia los pisos. A la izquierda se encontraba el despacho de la directora y la secretaría.

Mi madre estuvo hablando en secretaría, a los minutos nos recibió la sra. directora. Estuvo conversando con nosotras y nos pidió mi record de notas.

  • Son excelentes.- dijo.

  • Sí, es una muy buena estudiante.- le dijo mi mamá.

  • Lo que no entiendo, es porque cambia ahora a mitad de curso.- nos preguntó la directora.

  • Tenía problemas con unos compañeros, ya sabe como son los preadolescentes, y prefiero que venga a uno solo de niñas, no quiero problemas.

  • Este es un colegio muy exigente,- nos dijo,- pero no creo que tenga problema, con las notas que trae, será un placer que estudie con nosotras.

A la salida me quedé viendo a las niñas que pululaban por el colegio, el uniforme era una falda tableada azul, con un polo blanco que llevaba bordado el escudo del colegio.

Al salir, estaba muy contenta, habíamos solucionado el problema.

  • Vamos a comprarte el uniforme, mañana empiezas.

  • ¿Crees mamá, que no se darán cuenta?.

  • Si nadie les dice nada, no lo sabrán, eres la más femenina y la más bonita de todas.

Fuimos a la tienda donde nos habían dicho en el colegio. Allí me probé varias faldas y polos, también compramos un chándal para la gimnasia y dos chaquetas de lana color granate, que eran como se llevaban, cuando hacía frío.

Los primeros días me costó un poco acostumbrarme. Era muy religioso, todas las profesoras eran monjas y las compañeras de una clase social mucho más alta que la mía. Lo que más disfrutaba, era por las mañanas vestirme… elegía siempre muy cuidadosamente, las braguitas y los "suje" que ponerme, la faldita me quedaba justo hasta la rodilla, al limite de lo que se consideraba adecuado, había aprendido bien a cuidarme del viento, ya que se levantaba con facilidad.

Casi todos los días Andy, venía a buscarme a mitad de camino, no nos atrevíamos que viniera, hasta el colegio, por lo que pudieran pensar las otras chicas. Cada vez me hacían más falta sus besos y sus caricias, y cada vez le hacía más falta a ella sentirme muy femenina. Por eso mi esmero, en estar siempre muy bonita para ella. Siempre me dejaba en el salón, donde yo seguía ayudando a mi hermana. Cuando no había gente… lo pasábamos probando maquillajes y peinados. Un joven vendedor, que venía por la "pelu" a traernos productos, intentaba enamorarme, siempre me traía algún regalo, dulces, colonias, a mi me halagaba mucho, pero estaba loca por mi Andy.

Ya mi vida de chico, había quedado totalmente atrás, en mis cajones no había ya más que braguitas, sujetadores, medias.. y todo mucho más sexi, que lo de las otras chicas de mi edad, como comprobaba con mis compañeras, y en mi armario ya había muchas faldas, vestidos y pantalones, éstos muy ceñidos y femeninos.

Muchas veces pensaba lo afortunada que era, creo que según me estaba haciendo mayor y mis hormonas, revolviéndose, me daba un placer especial, sentirme niña, vestirme, peinarme, maquillarme, etc. Si no estaba con Andy, lo que más disfrutaba era ir con mi hermana a comprarnos ropa.

Pero… toda esta época feliz, habían pasado dos meses desde mi entrada al nuevo colegio, se estropeo un día que me llamó la hermana superiora a su despacho….

(fin de la tercera parte)