Negra es la noche (1)

Historia que intenta mezclar el género de detectives y el relato erótico

(Al principio no van a suceder muchas cosas porque es más una presentación de personajes que de acontecimientos. De todas formas no es mi estilo contar los cosas de forma muy directa, no es ese tipo de relato. Pero bueno, que ya se irá calentando)

El juez De la Vega se despertó en el calor de la noche. Palpó las sábanas, a su izquierda, buscando el cuerpo de su mujer para acariciarlo, pero en lugar de encontrar una figura femenina, halló tela y humedad pegajosa. Levantó la cabeza al tiempo que murmuraba “Cayetana...” aún sin ser consciente de que ella ya no estaba allí, bailando con las dudas que confunden la realidad y los sueños de quien no está despierto ni dormido. Temía despertarla, pero allí no había nadie a quien molestar, sólo vacío y un intenso olor a sudor y hembra.

Se incorporó lentamente, aún cerciorándose de que ya no estaba soñando. Ahora no sólo volvió a acariciar sombras, convenciéndose a sí mismo de que Cayetana no estaba junto a él, si no que aprovechó para escudriñar la enorme habitación a oscuras. Sólo dos luces ayudaban a sus ojos a acostumbrarse a ver en la oscuridad, la que entraba por la ventana, reflejando la luz nocturna de la calle, y la que salía del baño de su habitación a través de la rendija de la puerta, apenas abierta. Se levantó lentamente, atraído por el ruido que venía del interior del aseo. No llegaba a comprender si su esposa estaba llamándolo o no, pero no podía evitar sentirse atraído por ese sonido, como si se tratase de una sirena cantando. Se acercó a la puerta, descalzo para no hacer ruido, ahogando los pasos de su orondo cuerpo entre la moqueta y el cada vez más intenso gemido que su mujer emitía. Escudriñó el baño. Si Cayetana hubiera girado la vista hacia la puerta habría podido descubrir la papada de su esposo agitándose al ritmo del resto de la cara, negándose a sí mismo lo que su ojo veía. Pero estaba demasiado ocupada masturbándose, los párpados entrecerrados y las piernas abiertas de par en par.

Mientras el juez volvía a su cama no podía quitarse de la cabeza la imagen de su esposa mordiéndose el labio inferior mientras se hurgaba bien adentro con la mano izquierda, el líquido resbalando desde la tapa del báter hasta el suelo, a la vez que sus gruesos labios dejaban escapar pequeños grititos de placer al tiempo que sujetaba lo que parecía una foto con la derecha. Al rato volvió ella, y se acostó despacio y en silencio, a su lado, pasándole el brazo sobre la barriga. Él, que se fingía dormido, dejó escapar una lágrima, y después otra, mientras le mostraba la nuca, ya poco poblada, a su esposa. No sabía por qué lloraba. Sí, que no lo hacía porque unas horas antes ella hubiera rechazado su intención de hacerle el amor. Lo que no era capaz de decidir, es si lloraba por el día en que se llevaron a su mujer de casa, o por el día en que ella volvió. Fuera, la noche era intensamente negra.

El inspector Serrano se dirigía en taxi hacia el centro financiero de la ciudad. El tráfico era intenso y temía llegar tarde a su cita con la señora Carvajal. Había mucho ruido: el taxista pitando e insultando al resto de conductores, la intensa lluvia de verano golpeando el cristal,... pero el inspector sólo pensaba en cómo se estaba complicando el caso de la señora Pérez de Orracueta. Pese a haberlo dado casi por perdido, el interés de su esposo, el juez José María De la Vega, quien a su vez mantenía abierta una investigación privada a un alto coste; siempre le había conmovido de alguna manera. Le forzaba a continuar manteniendo a informadores y colaboradores atentos a cualquier noticia, aunque cada vez con menos efectivos, presupuesto y tiempo. Pero la imagen de aquella pija descocada, y el enigma que escondía y él pretendía intuir, permanecían siempre inamovibles en su cabeza. Y desde que ella había aparecido todo se tambaleaba. Los indicios, los datos, las descripciones.... lo que debería haber servido para dar carpetazo al asunto rápidamente lo había convertido en un laberinto de falsedades e incógnitas, en el cual no estaba seguro si valía la pena perder más tiempo.

“Pero bueno, este es mi trabajo”, pensó mientras se sentaba en una cafetería, la vista fija en el escote de la señora Carvajal. Estudió a fondo a María Carvajal mientras le tendía fuego para que ésta se encendiera su cigarrillo de tabaco negro. Serrano se preguntaba si esta furcia siempre se vestía así para ir a trabajar, pero luego dedujo que al director de la empresa, el vestuario de la señorita Carvajal era uno de los motivos que le habían convencido para hacer de su secretaria su mujer. Un traje a dos piezas rosa, apretadísimo, con un enorme escote del que sobresalían sus pechos como dos globos sometidos a presión. Carvajal se apartó un mechón de su pelo, a mechas caoba, y dijó exhalando el humo y con evidente incomodidad:

– Bueno, espero que esto sea importante, porque tengo mucha faena y la hora del almuerzo ya ha pasado, tenía que haber venido usted cuando le dije y no cuando le ha salido de las pelotas, como ha ce siempre. Así que...

– A ver si le parece importante -la detuvo Serrano-, que le parece si le digo que aquellas infidelidades suyas que destapamos con el jardinero de los señores De la Vega, más que polvos han resultado ser orgías...

– Joder otra vez eso hostia, ya le dije que una o dos veces, no sé, vino un amigo suyo, pero ya me dirá que coño importa de nuevo sacar el temita de las...

– No hablo de los amigos de él, hablo de las amigas de usted. Por cierto, ahí viene la camarera, ¿el café lo tomaba sólo? ¿no?

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– Sí cariño, siempre solo -dijo Cayetana a su hijo, y se acercó a la nevera extrayendo un tarro con una espesa crema blanca.

– ¿Y eso mamá?

– Nada, que María me aconsejó echarle esto, le da más sabor, es como un kifir de esos, no sé muy bien qué es exactamente, ya sabes que a ella le gustan mucho todos esos temas macronaturistas o como se diga

– Aha, oye, ¿a qué hora tenemos que salir?

– En cuanto venga tu hermana...

Media hora más tarde la madre y los dos hijos viajaban en el todoterreno que el juez De la Vega había comprado a su hijo mayor hacía 3 años, el día que cumplió 18.

– Este cacharro ya no tira como antes, creo que voy necesitando otro mamá – dijo Borja

– Uy, pues en mi deportivo sabes que no cabemos, así que.... oye mamá, estarás contenta ¿no?, ya verás que superfiesta de cumpleaños te han organizado en el club. - continuó su hermana Sonia.

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– Pues no, como voy a estar contenta de que la investigación avance si me está poniendo de puta y mentirosa para arriba. Yo no retiro ni una palabra de lo que le he dicho hasta ahora, y claro que sí estoy contenta de que hayan cogido al hijo de puta ese pero lo que diga para salvarse el culo o para quitarse años o no sé, los chanchullos que llevarán ustedes con los delincuentes, pero vamos que lo que diga para hundir a más gente me parece que nadie con dos luces de frente se lo puede creer. Es un criminal, ¿qué vale su palabra?

– Vale que no tiene nada que perder diciendo la verdad

– Ahí, ahí estaba yendo yo coño, que no tiene nada que perder y supondrá que tiene cosas que ganar inventándose esas mierdas

– Señora, deje que le diga que viste usted muy bien pero habla usted muy mal -observó el inspector

– Joder es poco serio el asunto para que usted venga con cachondeos

– Bueno, era sólo un pequeño apunte. Entonces, ¿nada que cambiar en todo lo declarado hasta ahora? ¿Todo los datos que ha aportado Diouf son falsos?

María Carvajal asintió en silencio, el gesto serio

  • Muy bien. Pues si me disculpa salgo afuera a hacer una llamadita que aquí apenas

tengo cobertura. Me espera unos minutos por favor


  • Sí que ha tardado usted con la llamadita esa, ¿de verdad qué era importante para el

caso?

  • Bueno, no aclara nada, pero me permite acercarme a quién quiero acercarme, no sé

si me entiende – replicó mientras se sentaba, el detective

  • Pues no mucho -dijo el señor De la Vega-, entonces, ¿cuánto tiempo estuvo en ese

hotel?

  • Casi 3 horas – contestó Manuel Cano

El juez De la Vega se quedó mirando a los hermanos Cano, sin decir nada

  • No creo que estuvieran jugando al mus, la gente va al hotel ese a lo que va – añadió

Paula Cano mirando de reojo a su hermano

  • Ya, ya me figuro, no soy gilipollas – dijo el juez J.María De la Vega

  • Coño Pepe, que lo último que queremos es hacer que te sientas peor, - saltó Manuel-

pero tampoco queremos engañarte. Ya nos hemos topado en varias investigaciones

con el hotelito ese de los huevos. Es como una cripta macho, entran por el parking y ni se les ve en recepción.

  • Ya pero se podrá conseguir el listado de clientes digo yo – dijo el juez- quién entra, a

qué hora, etc...

  • En eso estamos – contestó Paula-, pero yendo gente del prestigio que va,

comprenderás que tienen bien ganada la fama de discretos. Pero bueno, mira Pepe,

por otro lado tu mujer cada vez tiene más confianza conmigo.

  • Ya, me habla a menudo de tí

  • Pues eso, que la estoy empezando a sacar bastantes detalles, ya me siento bastante

aceptada en ese círculo de íntimas que tienen montado en torno al club, la pena es no

poder haber ido hoy, porque creo que están organizando algo, creo que una especie de

quedada sólo para ellas, donde seguro que con unas cuantas copas podría sacarle a

Cayetana alguna cosita más en limpio

  • Sí pero es que tenía que oíros decir lo del hotel, tenía que preguntaros todos los

detalles, no podía esperar a veros más...


  • Uy nena, el detalle de la hora tampoco está claro, pero en cuanto lo sepa te mando

un mensaje al móvil – le susurraba al oído Eugenia a Cayetana

  • Psss – le silbó Cayetana al ver que se acercaba su hijo

  • ¿Has visto que bien lleva tu madre los 45? A que se notan las horas que nos pegamos

en el gimnasio- le dijo Eugenia a Borja

  • Sí, sobre todo desde que está el nuevo profesor de pilates, que está buenísimo –

añadió Sandra

  • Ay Sandrita, que pícara eres – le dijo Eugenia-

  • Tú tampoco parece que le hagas asco con los ojos al instructor de tenis – dijo su

hermano

Y todos rieron....

(La trama la tengo más o menos ideada, pero esto es todo lo que llevo escrito y puede ir cambiando. Siempre es interesante saber lo que la gente opina así que si alguien tiene sugerencias o quiere hacerme algún comentario que escriba a sep1131@hotmail.com , gracias :))