Negocios y Placer 08
Si el diablo te mira a los ojos... ¿Lo mejor es correr o enfrentarlo?
Pasaron los minutos en los que estaba pensando que iba a ser de mi vida a partir de ahora, una extraña sensación de vacío se cerraba en mi pecho, pero al final hice de tripas corazón decidí que no iba a dejarme vencer por la angustia, me recosté en la cama con la firme intención de dormir, pero claro que una cosa son los deseos y otra lo que mi cabeza pretendía hacer. Era evidente que no podría dormir a menos que me inyectara alguna cosa, por lo que mi intención de hacerlo rayaba en lo absurdo, seguía pensando mil cosas y analizando seriamente la idea de tomar mi ropa en ese minuto y salir de ahí para no volver jamás, pero de pronto unas risas en el cuarto vecino me sacaron de mi ensoñación y me llevaron a la realidad.
Suponía que tanto Karina como mi esposa reían de alguna ocurrencia que debía suceder, imaginé a las dos desnudas en la cama con Paul en medio de las dos tocándolas y disfrutando de su compañía y sus cuerpos. La imagen se me hacía digna de cualquier película porno donde obviamente había un idiota parado en una silla fuera de la habitación donde la acción ocurría y quien servía de testigo de aquel encuentro; y para colmo el pobre zopenco y cornudo que esperaba en aquella película para mi desesperación era yo.
Las risas fueron terminándose y dando paso a sonidos más característicos, la cama comenzó nuevamente a crujir y a despertar en mí sentimientos mucho más encontrados. Seguro ya aquellas chicas estarían ya seduciendo y entregándose a aquel tipo. Pero que estaría sucediendo, acaso Karina habrá convencido a aquel cazador de aprovechar de una presa diferente o cegado en su obstinación él habrá mantenido la idea de que mi esposa fuera su sacrificio.
Nuevamente los sonidos acompasados de aquella cama me daban claridad que un nuevo encuentro sexual ya se llevaba a cabo; eso era la locura, estaba completamente desquiciado por querer saber que sucedía, en mi desesperación tomé un cigarro que Karina había dejado tirados, lo prendí con las manos temblorosas y absorbí la primera bocanada de ese humo tóxico con gran avidez. En dos caladas había consumido la mitad de aquel cigarro, el tiempo que no había fumado me provocó un extraño mareo que combinado con el licor y la anochecida me provocó nausea. Para colmo, era lo que faltaba para acabar mal la noche, encontrarme vomitando en el retrete de un hotel mientras mi esposa está con otro hombre en el cuarto vecino.
Aquel sentimiento no podría hacer que me sintiera peor, en ese momento ya era las 3:50 faltaba mucho para el amanecer, pero no podía quedarme allí así que tomé mi ropa y a falta de camisa me puse únicamente un saco para evitar el frio. Abrí la puerta decidido a no pasar nuevamente por la tentación de echar un ojo al infierno, pero no lo pude soportar, cuando me dirigía hacia la puerta de salida los gemidos de la habitación de al lado se hicieron más y más fuertes, me quedé paralizado, no podía mover ni siquiera podía tomar una bocanada de aire, estaba completamente hipnotizado, no quería hacerlo nuevamente pero mi mente me jugó una mala pasada nuevamente y me obligó, no pude contenerme.
Tomé nuevamente la silla y la dispuse para que me sirva de mirador, con una angustia mucho más grande que la vez anterior subí nuevamente para observar mi ruina. Por segunda ocasión estaba de pie sobre aquella maldita silla ocultándome entre las sombras de aquella habitación y entre penumbras miraba a las tres personas gozaban de las dulzuras del sexo. Cuando mi vista se pudo agudizar pude ver que sucedía, al inicio me alegré ya que de lo que evidencié el plan de las chicas se había cumplido por lo que Paul y Karina estaban en ese momento follando apasionadamente; en ese momento estaban recostados sobre la cama, las manos de él evitaban quedar pegados completamente y mantenían sus rostros algo alejados. Estaba claro que Karina era una profesional, conocía su oficio y lo practicaba en forma exquisita al menos eso parecía desde el lugar desde donde me encontraba.
Pero la imagen de la pareja era lo menos que me preocupaba, lo que quería ver era a mi esposa; aquella imagen me dejó impactado, Tatiana se encontraba junto a ellos en la cama, mi esposa acariciaba la espalda y el trasero de Paul mientras él penetraba fuertemente a Karina pero lo que más me aporreó era observar como entre ellos se miraban directamente a los ojos con clara conexión sexual, eso me provocó algo que no sabría identificar pero mi malestar fue total. Podía ver como mi esposa se deleitaba sintiendo la fuerza y pasión con que Paul follaba a Karina, pero creo que no por la chica sino por ella misma.
La escena no duró más de unos momentos más, Karina gemía y movía su cuerpo como la profesional que era, Paul bufaba con cada embestida y mi esposa incluso había colocado su mano entre sus piernas para procurarse un placer adicional. De pronto mi esposa apega aún más su cuerpo y empieza a besar a Paul en el cuello, aquel momento fue tan desgarrador que tuve que desviar la mirada hacia otro lado, pero para una mayor humillación mis ojos quedaron alineados directamente con Karina, que pese a la oscuridad me había descubierto y me observaba atentamente, me anclé a sus ojos como si en ello se me fuera la vida, creo que esa fue la única ancla que me mantuvo en el mundo de los cuerdos.
Aquella situación era irreal, no creo que ni en mi más terrible pesadilla hubiera imaginado tal escena. Mi esposa besando el cuello a otro y yo conectado con una chica que tenía sexo en la misma habitación.
Paul seguro estaba sintiendo que su aguante iba a terminar por la intensidad de sus movimientos, pero seguro que él también los sentía y se contuvo antes de explotar, paró en seco mientras se retiraba del bello cuerpo de Karina, que entre gemidos lo despedía de entre sus piernas. Pero él no tenía intención de desaprovechar aún a aquella chica por lo que acomodó su cuerpo para dejarla a cuatro patas sobre la cama mientras él se ubicaba a su espalda.
Mi esposa al tiempo se mantenía atenta a los movimientos de ambos, de pronto Paul le susurró algo a su oído y pude ver como cambiaba el rostro Tatiana mientras se bajaba de la cama y buscaba algo en el sillón, ahora lucía algo contrariada y preocupada. Mientras tanto Paul acomodó su cuerpo al de Karina y comenzó nuevamente su ataque, un gemido de la chica evidenció que la había penetrado una vez más. Allí pude ver como mi esposa tomaba aquel tubo de lubricante que Karina había llevado para facilitar la penetración y que estaba tirado en el sillón.
Un nudo se enlazó en mi corazón cuando mi esposa por su propia cuenta tomaba una buena parte y lo untaba directamente entre sus glúteos, seguramente concentrándose más intensamente en su tierno botón que en ese momento entendí que pronto sería profanado por aquel gringo. A su vez Paul la miraba extasiado nuevamente, observaba cada movimiento de mi esposa y sonreía lujuriosamente pese a estar follandose a Karina, al mismo tiempo busqué el rostro de Tatiana, pero solamente tenía la vista de su espalda pero hubiera dado mi brazo por ver su rostro en ese momento, aunque estimo que no debía mostrar más que una lujuriosa mueca de miedo y excitación.
Tatiana pronto terminó de untar aquel líquido subió nuevamente a la cama y se situó de rodillas junto a Paul, quien con una mano sujetaba la cadera de Karina y con la otra abrazó a mi esposa. Pronto un beso entre los dos no me dejaba duda de la conexión que existía entre ellos y mucho más el placer que cada uno se profería. Pero la mano de Paul no se quedó quieta, él la retiró de la cintura de mi esposa y colocando su dedo corazón en la boca de mi amada esposa hizo que ella lo chupara asemejando a un falo, ella ansiosa lo chupaba con dedicación, haciendo que se ensalivara completamente.
Cuando creo que supusieron que fue suficiente, Paul ubicó su mano en los firmes glúteos de Tatiana e introdujo su dedo directamente al centro. Mi esposa mientras tanto besaba con furia el cuello y el pecho del gringo, que aún follaba lentamente a Karina. Estaba claro que estaba sucediendo, él estaba preparando el terreno para su próxima conquista, él estaba dilatando a mi esposa para poder disfrutar de ella en unos minutos. Justo allí Karina y Tatiana gemían al mismo tiempo, sonando como un coro de lujurioso proceder; pero ni siquiera aquel cántico de sirenas que pretendía hacer perder el control al hombre que ávidamente hacía disfrutar a aquellas chicas logró que Paul estalle en un orgasmo que lo deje completamente satisfecho, el muy desgraciado sabía controlarse muy bien.
Él mantuvo el control hasta que al menos un dedo recorría suavemente el trasero de mi esposa, ahí fue cuando se separó de Karina dándole un cachete en su trasero, en señal inequívoca de que su turno había pasado y que una nueva presa era necesaria en aquel matadero. Ella entendió rápidamente y gateando dejó el puesto que desde ese instante sería de mi esposa. Nuevamente busqué sus ojos y aunque lo deseaba y no esperaba ella también buscó los míos. La conexión que tuvimos en ese momento fue instantánea, aunque duró un segundo, hasta cuando Karina tomó un nuevo condón y con su hábil boca lo colocó directamente en la polla de Paul, habiendo desechado el que había utilizado con ella. Pude ver aunque entre sombras que aquel gringo mantenía una herramienta de combate mucho más que eficaz, aunque claro no podía verla claramente por la penumbra de la luz.
No pude dejar de compararme, yo no tenía ni la resistencia ni el tamaño de aquel tipo, era obvio que él representaba un hombre mucho más atractivo para las mujeres, pero jamás esperé tener que confirmarlo con mi esposa. Tatiana pronto ocupó la plaza que Karina había dejado, con los codos sobre la cama dejaba expuesto su tierno culo para que sea sodomizado por aquel gringo. Karina al ver como se aproximaba el momento colocó una buena cantidad de lubricante en la polla para facilitar su labor y finalmente se colocó a un costado de ellos, acercando mucho su rostro al de mi esposa. Una mano de Paul tomó la cintura de Tatiana y la otra dirigió su mástil hacia si destino tan ansiado, mi esposa temblaba, no sabía si de los nervios o del ansia de lo que sucedería.
Yo aún de pie sobre la silla con la boca completamente seca y mi corazón detenido veía en primer plano como otro hombre iba a beneficiarse de aquello que ni yo mismo había probado. Me sentía devastado y dolido por todo, la situación y la necesidad de aquel contrato nos había llevado aquí, pero nosotros mismos fuimos los culpables de todo, por lo que incluso el coraje y enfado que sentía en ese momento lo enfocaba también en mí mismo, que clase de hombre era que no tenía el coraje para detener todo aquello y asumir sus consecuencias de eso, me sentí pusilánime.
Un grito profundo provino de mi esposa cuando Paul estaba intentando penetrarla, las piernas de Tatiana se tensaron enormemente y su boca mordía fuertemente la almohada que se encontraba cerca mientras sentía como aquel tipo intentaba perforarla. Karina al mismo tiempo contenía el ímpetu del gringo interponiendo su cuerpo con el de mi esposa para permitir que él la roce y la bese pero sin darle opción a que folle a Tatiana de manera violenta. Cerré mis ojos y sentí como un nudo impedía mi respiración, creo que incluso una lágrima intentaba caer por mis mejillas pero no lo lograba, no podía entender que había sucedido en mi vida, pero estaba seguro que nada bueno vendría a continuación.
Cuando estaba a punto de desfallecer en el medio de una habitación de hotel, Karina nuevamente giró su rostro y nuestras miradas se conectaron, ella estaba consciente que yo estaba allí y pese a todo mantenía su papel. Su mirada lo decía todo, la expresión de su rostro indicaba con nitidez que no habían conseguido su cometido, Paul ahora estaba presto para follarse a Tatiana de nuevo y ya nada se podía hacer, creo que me quería decir que me retirara y que estuviera calmado pero claro una cosa es decirla y otra hacerla, la mueca de decepción y consuelo que me brindó Karina se me quedó grabada mientras bajaba por la silla. Ya no podía más, no deseaba seguir viendo aquello, pero tampoco podía moverme, pero ya no podía más, miré el reloj en un acto reflejo, eran las 4:10 de la mañana.
Decidí al fin y al cabo salir de allí como debí haber hecho desde un inicio, tomé la llave y me dirigí a la recepción, con suerte habrá café o de lo contrario al menos no escucharé lo que estaba por suceder en esa habitación. Bajé como un zombi durante el trayecto, no tenía fuerzas pero tampoco quería desfallecer allí.
Mientras bajaba, pensaba que iba a suceder ahora con nuestro matrimonio, como podremos recomponerlo y seguir adelante; estaba claro que yo tuve la mitad de la responsabilidad sobre ello, no podía dejar toda la culpa en Tatiana pero eso creo que no cambiaba nada, pero si solo hubiera sido una follada, creo que no estuviera tan destrozado, aquella entrega y aquella conexión entre mi esposa y el gringo era lo que me dejaba con tan mal sabor de boca. Imaginaba que iba a suceder cuando el sol aparezca y nos veamos nuevamente la cara, como podríamos aclarar todo y seguir adelante, acaso sería mejor si conversáramos de todo lo vivido y lo solventáramos o mejor lo sepultamos en un rincón de nuestra mente y nunca más volvemos a hablar de ello.
Sin saber cómo me di cuenta que estaba sentado en el bar del hotel, aún permanecía abierto debido a una fiesta que a la par había estado ocurriendo en sus salones, aún había muchos invitados pululando por ahí, por lo que al menos no me encontraba solo. Pedí un café, ya no quería más licor que nublara la mente, quería recuperar la cordura, al menos la poca que me quedaba. Pensaba que decir a mi esposa cuando la vea, acaso podría besarla y abrazarla nuevamente, solamente de pensarlo se me venía un retorcijón en el estómago capaz de hacerme vomitar. Pero entonces que haría, acaso debía primero aclarar todo y dejar que las cosas se calmen para ahí si hablarlo; en ese caso que pensará ella, seguro está tan o más preocupada que yo, pero no sabía en que estaba pensando ella .
En ese mar de pensamientos una pareja se besaba cerca de la entrada a la fiesta, los veía sin querer, pero al mismo tiempo no tenía a nadie más a mi lado. Pensé en Tatiana y en cuanto tiempo hacia que nosotros nos encontrábamos así; enamorados, apasionados, locos el uno por el otro, pero ahora se me hacía tan lejano todo. Era casi como si no hubiéramos sido nosotros, tal vez alguien parecido, pero mis recuerdos y mi cansancio me hacía divagar en mi memoria y lo veía muy nublado. Reconocí que estaba exhausto, era aquel cansancio que ya no me dejaría seguir adelante, pero que pese a ello sabes que debes permanecer en pie de lucha. Hubiera dado todo por poder ir a dormir por una semana y despertar cuando todo estuviera ya subsanado y que mi vida fuera nuevamente feliz.
Un sillón me ofrecía una cómoda estancia mientras esperaba, pero ¿Qué era lo que esperaba? En ese momento no lo sabía a ciencia cierta, puse mis ojos en un objeto lejano y traté de no pensar en todo lo que había ocurrido, al final cerré mis ojos y esperé...
El suave roce de la camarera del bar me despertó, sugirió que me retire a mi habitación ya que no era correcto dejarme dormitar en la estancia a esa hora; por un momento la odié como nunca, pero al ver la hora le agradecí con una sonrisa forzada. Eran cerca de las 6 y diz de la mañana, había al menos descansado lo suficiente para tener que seguir con aquel drama que aún no había terminado. Pedí que nos enviaran café y algo de comer a las habitaciones, de manera que nos preparemos ya que el vuelo de mis invitados salía a medio día y debían estar listos a las 9 en el aeropuerto. Recordé también que las chicas tenían el contrato hasta las siete y por tanto pronto se marcharían, tal vez ahora lo mejor era no verlas o creo que lo que no quería era ver a mi esposa.
Yo estaba con la carta empezando a pensar si debía o no comer algo allí donde me encontraba, aunque realmente lo único que me parecía bueno para mi salud era vomitar toda la enfermedad que había estado guardada en mi pecho hasta ese momento. Pero me di cuenta que lo que no quería era subir, no quería ver a nadie y salir huyendo de todo esto, pero claro una parte de mi razón me decía que debía recuperarme porque pronto debía despertar a los gringos para que se preparen. Unos segundos más tarde recibí una llamada, era de mi esposa.
- ¿Dónde estás? - preguntó con un tono que no supe definir si era de enfado o angustia, seguro ya se habrán levantado y fueron a ver la habitación. En ese momento mi mente me traicionó e imaginé a Karina y Tatiana durmiendo abrazadas a Paul hasta que despertaron y cual cenicienta de seis de la mañana se prepararon para marcharse del lado de su príncipe.
- En el bar del hotel, estoy comiendo… o bien pidiendo algo... - medí mis palabras para no sonar enfadado o que no suene a reproche, no quería iniciar ningún altercado en ese momento, aún había trabajo por hacer y no debía permitir que mi malestar influya, ya todo lo malo que podía salir ya había sucedido.
- Nosotras nos vamos ahora, tienes que subir a levantar a todos... - Tatiana como siempre práctica, siempre pensando en lo necesario y urgente.
- ¿Estás bien? - pregunté sin pensarlo, pero al instante me arrepentí. - Perdón... es mejor que lo hablemos luego... Tan pronto como termine subo a despertar a todos, no quiero que pierdan el avión.
Mi esposa no me respondió por unos segundos, seguro ella estaba pensando que decir, la tomé desprevenida, tal vez ella se imaginó otra escena muy diferente. Pensé que tal vez ella hubiera deseado que la esperara, que cuando abriera la puerta la tomara entre mis brazos y le dijera que todo estaría bien, que no se preocupara. Incluso tal vez hubiera imaginado que le arrancaría la ropa que llevaba y que la follaría en ese momento, pero nada de eso había ocurrido; en ese instante me di cuenta que mi escape de la habitación seguramente la tomó desprevenida y no lo esperaba.
- No te preocupes... me encargaré de todo... Ve y descansa - acabe diciendo ante el silencio de Tatiana - Nos vemos luego en la habitación de control.
- Estoy bien... - terminó de decir mi esposa, creo que esas palabras no indicaban que las cosas estaban bien, pero al menos seguíamos adelante. - Y... nos vemos allá.
Cerré la llamada sin los mensajes cariñosos que siempre nos dábamos, era claro que algo había sucedido entre nosotros, pero también que las cosas entre nosotros seguían el curso que al menos habíamos pensado que debían ocurrir. Teníamos el contrato y la empresa se mantendría a flote por unos meses más, habíamos logrado mantener las apariencias y no hubo inconvenientes mayores en la fiesta que organizamos y bueno... aún nos hablamos, por lo que creo podremos arreglar las cosas o eso es lo que yo pensaba.
Mientras subía por el ascensor una tensa calma me invadía, ya era las 7 y 15 y mi esposa junto con Karina y las chicas debieron haber salido de las habitaciones de acuerdo al contrato que mantuvimos. Cuando entre el olor a licor y sexo me invadieron profundamente, no me había dado cuenta de aquello hasta que abrí la puerta. En mi habitación mi camisa estaba doblada de forma muy particular sobre la silla, seguro no fue mi esposa quien la dejó así. No había rastros de las chicas por lo que al final poniéndome nuevamente mi ropa fui a golpear la puerta de Paul.
- Hola Paul, que buen semblante tienes... ¿Qué tal tu noche? - hacía de tripas corazón mientras veía como un Paul con una cara de no haber dormido más que unas pocas horas, pero al mismo tiempo un rostro de satisfacción indescifrable.
- Cooool my friend... It's been amazing... Excelente noche... Mujeres preciosas, tengo volver pronto... Aunque ellas irse temprano... And… sorry por fucking your girl… No poder resistir, ellas venir deseosas - Aquellas últimas palabras que seguramente no tenían intención me llegaron a lo más profundo de mi ser-
- No te preocupes… prepárate pronto que tu vuelo sale - dije pensando que jamás deseaba volver a ver su rostro nuevamente hasta el fin de mis días. - vuelve cuando quieras y bueno me retiro, solo venía a confirmar que estás bien y que te despertarás para poder ir a tu vuelo. Ya habrá otras noches para irnos de fiesta.
Con Sam y James fue casi la misma conversación, claro que ellos no habían tenido mayor problema en satisfacer a las chicas que les habían acompañado, mientras que Paul tuvo que apañárselas con dos a la vez.
Cuando ya era cerca de las ocho y treinta, los tres gringos se marchaban del hotel, yo quedé despidiéndolos y agradeciendo por el contrato. Pero eso no era lo que más me preocupaba, ahora tenía que enfrentar aquella decisión que habíamos tomado con mi esposa la noche anterior, estaba atemorizado, aunque lo mejor sería decir acobardado.
Subí a la habitación donde habíamos pasado la noche, aún pasé unos minutos allí, no deseaba ir al cuarto de control para ver a mi esposa, pero tenía que tomar valor para hacerlo. Recogí las pocas cosas que tenía allí, pero no pude salir, hubiera dado todo para quedarme allí sentado sin tener que ver a mi esposa de nuevo, pero no podía ser. Cuando ya tenía la fuerza necesaria y me estaba levantando, la puerta sonó con alguien llamándome, seguro mi esposa que había venido a verme debido a que yo había demorado tanto. Abrí la puerta con las manos temblorosas, no quería hacerlo, en verdad hubiera preferido escapar por la ventana, pero cerrando los ojos tomé el pomo de la puerta y abrí.
- Hola... ¿Estás bien? - me dijo Karina, sorprendiéndome al entrar. Llevaba ropa de calle, ya nada estridente ni provocador como la noche anterior, pero pese a su maquillaje podía verse en el rostro los estragos de una noche ajetreada.
- Karina... ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo? - dije preocupado por algo que hubiera sucedido con ella o mi esposa, y adicional agradecido de que no fuera mi esposa quien fuera a verme.-
- No pasó nada, solo quería saber si te encontrabas bien... Anoche las cosas estuvieron muy alocadas y te fuiste después de una terrible noche. Tu esposa se preocupó terriblemente cuando no te encontramos aquí, le dije que lo más probable era que habías ido a comer algo, pero no me creyó, tuvo miedo de que te hubieras ido... que te hubieras hecho daño.
- Tranquila, no pasó nada, solo necesitaba pensar... bueno como bien dices las cosas se volvieron muy extrañas anoche pero terminaron... bien... ¿O no?
- No lo creo, te vi anoche nuevamente parado en aquella silla, lo viste todo; digamos que estuviste presente... Y bueno eso es algo que a nadie puede hacerle más que mal en su cabeza... Tratamos de que no sucediera, pero creo que incluso tu esposa... bueno... lo deseaba... Pero eso no quería decirlo, yo lo que quería confirmar era que no estuvieras chiflado y que pretendieras golpearla o algo así...
- Es cierto... bueno no me conoces... yo no soy así... Pero en lo que si tienes razón es que estas cosas pueden volver loco a cualquier mortal... Y aunque no lo quiero creer, algo de mi cordura ya se ha ido...
- Vamos... tienes que estar tranquilo... Es mejor que hables con tu esposa y arreglen todo, las cosas tienen solución si ustedes quieren... y bueno... si necesitas algo más de mi o quieres algo tú de mi... avísame. Ya mi contrato con tu esposa terminó y bueno... las cosas desde ahora son diferentes.
No sabía a qué había venido aquello, acaso en este momento Karina había pretendido decir ¿que si quería estar con ella después de hoy ella estaría dispuesta a tener algo conmigo? No lo había previsto, aquella situación se había escapado a mis mayores fantasías, una chica tan joven y bella como Karina acaso podría fijarse en alguien como yo... Aunque para gustos colores pensaba yo, aunque para ser sincero siempre he creído que para el sexo opuesto yo era algo así como transparente.
- Tienes que irte pronto... Tatiana está esperándote ansiosa, seguramente habrá terminado con sus uñas debido a la tensión que tenía. Habla con ella y trata de entenderla, ella sabe lo duro que tuvo que ser para ti todo esto, pero también fue muy duro para ella debido a que no está acostumbrada ni mucho menos es una cualquiera... como yo.
- No eres una cualquiera - dije sujetando su brazo y sonriéndole, fue una trampa aquel mensaje que me dio, no me importó caí redondo en ella. – Creo que solo has tenido mala suerte...
- Eres un amor... pero me tengo que ir -dijo sonriendo, dándome un beso en los labios y comprendiendo que yo no la veía como una puta ni mucho menos, era una mujer, con deseos y esperanzas; una mujer que tal vez quería y merecía tener otra fortuna.
Se marchó meneando su tierno trasero por entre el pasillo de salida del hotel, me dejó solo, pero aunque esa no hubiera sido su intención, me dejó fortalecido y agradecido por haber hablado con ella. Cerré la puerta y fui a entregar la llave a la recepción, tomé el ascensor y con nuevos ánimos fui al cuarto de control donde seguramente mi esposa me esperaba ya ansiosa al extremo.
Cuando llegué a la puerta, mis manos no respondían, quería huir tan lejos como para no tener que afrontar aquel mal trago, pero tomando valor del aire, me dispuse a tocar; tres veces sonaron mis nudillos en aquella puerta sin color. Un instante más tarde mi esposa me abrió, me tomó apenas un segundo reconocer lo mal que ella lo estaba pasando en ese momento, había estado llorando y su rostro mostraba el cansancio y la angustia que durante toda esa noche y mañana había tenido.
- ¿Estás bien? - no hubo abrazos apasionados en ese instante, tan solo una sonrisa muy apagada y forzada nos estaba uniendo en ese momento a los dos. - Tienes una cara de haberlo pasado muy mal...
- Acaso no has visto la tuya... - dijo tras haberme escrutado minuciosamente y seguramente darse cuenta lo mal que me veía - Tienes la cara de quien ha visto miles de fantasmas en una misma noche... Entra ya, que tenemos que hablar.
Podía ver como mi esposa se esforzaba en hacerme creer que nada de lo sucedido importaba y que todo podía volver a ser como antes, la conocía bien, aquella despreocupación era la que más angustia le causaba, a mí no me podía mentir. Entré en la habitación, algo desordenada, pero limpia y fresca, nada que ver con aquel lugar en el que estuvimos hasta hace unas horas.
- Fue muy osado presentarte así anoche... - quería empezar lo antes posible, no podría soportar demasiado. - Te arriesgaste mucho... nos arriesgamos mucho.
- Estaba desesperada, llegó un momento en que no supe que hacer... Aunque creo que desde el instante en que las chicas no vinieron tuve aquel as bajo la manga, pero sinceramente nunca pensé tener usarlo hasta el mismo instante en que todo se fue al traste. No niego que fue arriesgado... pero lo logramos verdad... lo conseguimos, mi amor...
- Pero nos ha costado caro... mi amor... - sentía como aquellas dos palabras que en otras circunstancias sonaban tan inofensivas, en ese momento estallaban en nuestras bocas por estar tan forzadas. - Por una noche has sido...
- Bueno al final creo que fui yo quien más lo sufrió... - me interrumpió sabiendo que no iba a decir aquello, ella nunca iba a darme la satisfacción de reconocerme que durante esa noche se había transformado en una puta - Estar con aquel tipo ha sido una experiencia muy fuerte, en ciertas cosas no sé cómo pude aguantarlo.
No podía creer lo que me estaba diciendo, acaso yo vi otra cosa cuando ella estaba cogiendo con Paul, creo que no, pero claro que ella no sabía que yo había visto parte de lo que había sucedido en aquella habitación; eso me daba algo de ventaja para averiguar en realidad los sentimientos que tenía mi esposa, pero a talvez sea a costa de volverme loco. Qué posición debería tomar ahora, acaso debía revelarle todo lo que vi o debía guardármelo para siempre y llevármelo a la tumba. Tener que decidir qué es lo que debía hacer me estaba por volver loco.
- Seguro que sí... lo sufriste mucho, se nota claramente en tu rostro, siempre has sido tan transparente... – dije tentando mi suerte para intentar averiguar la verdad - tu cara siempre te ha delatado cuando las cosas no salen como tú quieres o cuando te va muy mal.
- Al principio ha sido muy duro… estaba muy nerviosa y no sabía si podría llegar a concretar esta misión en la que yo misma me había embarcado, pero poco a poco me fui tranquilizando y bueno ya después me dejé llevar…, dejé de preocuparme, dejé de pensar y me abandoné al acto. Fue muy duro para mi estar con alguien a quien apenas y conocía, pero con esos tragos más y algo de fortuna pude continuar hasta el final…
- ¿Lo disfrutaste? – pregunté directamente lo que ambos estábamos seguros sería la pregunta que definiría nuestra relación. Al inicio Tatiana me miró incrédula y tremendamente temerosa, pero creo que al final tomó fuerza y me lo dijo.
Si, lo disfruté… al inicio no quería lo rechazaba, pero luego… pues mi cuerpo supo indicarme el camino para seguir adelante y al final si… lo disfruté… No puedo negártelo y tampoco hacerlo a mí misma… Pero eso no cambia nada en lo que yo siento por ti… Anoche te dije que te amaba y hoy te lo repito, tú eres el hombre de mi vida y con quien quiero pasar el resto de mis días, pero anoche… bueno, creo que solo nos queda olvidarlo… ¿Tú me amas?, ¿Aún me amas?
Estábamos de pie en medio de la sala, nos manteníamos alejados como un metro y medio el uno del otro, la cercanía que tuvimos hasta la noche anterior se mostraba rota en ese momento, ella lo sabía e intentaba aproximarse a mí por medio de su humor y practicidad, pero era claro lo duro que todo esto era para ambos.
- Venga, vámonos de aquí... ya tenemos que entregar este cuarto también y bueno... seguir adelante... Y a tu pregunta, si, aun te amo.
- A pesar de que... anoche... – dijo mi esposa mientras se acortaba un paso entre nosotros y extendía su mano a la mía.
- No quiero hablar de lo que pasó anoche... Tratemos de olvidar todo, supongamos como si esto nunca pasó... Creo que será lo mejor para nosotros, para no generarnos más preocupaciones o rencores... Lo que ha sucedido aquí, se quedará aquí, no quiero dar ni pedir explicaciones de nada de lo ocurrido y tampoco dar ninguna... Ahora… ¿Podemos irnos ya?
- Creo que sí, debemos seguir adelante... - seguramente ella había estado igual que yo meditando en lo sucedido y su plan también era escapar de todo y seguir adelante, yo no quería hablarlo más, no quería dar detalles ni pedir explicaciones.
Mi esposa tampoco me preguntó absolutamente nada de Karina, aunque seguro a ella ya la habría interrogado mejor que la CIA, en ese momento medí mis fuerzas y decidí que yo tampoco quería más, no lo soportaría, seguramente me derrumbaría o tal vez estallaría en contra de mi esposa, lo mejor sería dejarlo pasar, al menos por ahora.
Al final di mi paso para acercar nuestra distancia que de apenas un metro a mí me parecía un mar entero. Tomé sus manos con las mías y las apreté fuertemente. Este era ahora nuestro compromiso y nuestro oscuro secreto, ahora debemos seguir adelante. Tatiana en ese instante cerró el espacio entre nosotros y quiso darme un beso en la boca, pero no pude, la rechacé nuevamente, terminé abrazándola hasta que su pecho y el mío se juntasen lo más próximamente posible, pero eso no era un abrazo, era un apretón con todas nuestras fuerzas. Al final nos separamos pero pude ver como mi esposa se había mosqueado al ver como rechacé su beso, pero era algo más fuerte que yo, no pude…
Tomamos las cosas y salimos de aquella habitación, aquel camino que nos llevaba al ascensor del hotel nos dejaba paso a una honorable huida, pero se me hacía una ruta muy larga y oscura hasta el destino, una ruta tan oscura como la certeza de que los hechos que habían sucedido aquella noche cambiarían mi vida a partir de ahora y para siempre, no sabía si mi destino me llevaría a olvidar todo y terminar con aquella noche tan difícil junto a mi esposa, o tal vez me conduzca a terminar con nuestro matrimonio y que nuestros caminos se separaran para siempre. Lo único que si sabía era que lo intentaría, la mujer a mi lado era la que yo amaba, aunque no sabría si podría volver a estar a su lado.