Negocios Placer y Venganza 20

El tratamiento de Susana vuelve a tomar forma y espero con esto que llegue al objetivo de recuperar mi fuerza.

Al final nos reímos un poco y retomamos un viaje que esperaba nos volvería a nuestras rutinarias vidas, aunque viendo lo sucedido para nada normales. Al despedirnos un fuerte abrazo de parte de Karina me hizo sentir que iba a extrañar aquella chica, aunque estaba seguro de verla nuevamente el día siguiente. Había mucha complicidad entre nosotros y la química era evidente. El taxi llegó a mi casa pronto y aunque algo me decía que las cosas podían ser diferentes, me llené de buen ánimo y entré. Tatiana salió corriendo a darme un abrazo y llenarme de besos, tal como si me hubiera pasado un año entero fuera.

Comenzamos hablando del viaje, el acuerdo, la negociación y bueno algo de lo sucedido la noche anterior. Pero claro quien más hablaba era yo, tratando de dar un énfasis mayor a mi relato, pero para mis adentros llevando el tema de su salida lo más lejos de nuestras conversaciones.

Finalmente llegamos a su salida a la disco con las chicas, para eso el rostro de mi esposa cambió levemente, creo que al final tomó fuerza o tal vez valor para contarme lo que estaba seguro de que era algo para nada inocente.

  • ... Julián, quiero decirte algo de... bueno de lo de anoche...

  • ¿Qué cosa? ¿Qué sucedió? - pregunté con un hilo de voz casi desapareciendo en mi garganta.

  • Creo que tengo que contarte algo... necesito contarte...

  • No me tengas en ascuas... dime que pasó... - decía mientras un nudo en mi estómago se comenzaba a estrechar dejándome casi sin poder respirar.

  • Anoche... me he pasado de tragos, creo que me he tomado unos muchos de más y... - Tatiana tomó aire y se recompuso para finalmente decírmelo. - el chico con quien bailaba estaba portándose muy lanzado y ... pues no sé cómo, pero me robó un beso y al menos por unos segundos yo le correspondí y terminamos besándonos en la pista...

  • ¡¿Qué?¡ – de pronto mi beso con Karina también vino a mi mente y aunque lo sopesé rápidamente, encontré que al menos lo de mi esposa era con un desconocido que seguro no volvería a ver, en cambio yo debería verla diariamente. Pero claro eso no cambiaba nada ya que el saber que mi esposa estuvo besándose con alguien me golpeó terriblemente - ¿Te has vuelto loca? ¿Qué diablos pasa contigo?.

  • Lo siento mucho Julián, pero es que no he podido evitarlo, estaba muy mareada y claro el chico insistía mucho... y solo pasó...

  • ¿Sucedió algo más entre ustedes? – dije temiendo lo peor.

  • Nada más amor... te juro que nada... Tras un momento nos separamos y salí para la casa directamente

  • ¿Y con quién volviste a casa? – Pregunté apesadumbrado ante la posibilidad de que mi esposa hubiera tenido alguna aventura, pero también muy abochornado ante mí mismo comportamiento.

  • Con mi amiga Viviana… ella me dejó en casa y se quedó a dormir en el cuarto de invitados… Te juro que no ha pasado nada más…

-De acuerdo, te creo, te creo… - dije masticando la duda de saber si era o no verdad aquello, pero también con un secreto que develar. – Yo también he de confesarte algo… Anoche tras la cena, cuando regresamos al hotel… yo tuve una erección.

Apenas y terminé de decirlo, regresé a ver la reacción que mi esposa tenía, al inicio pensé que estallaría en un drama y me lloverían los reclamos pensando que era debido a Karina, pero en su lugar solo pude ver una mirada de extrañeza y desconcierto. Su mirada estaba perdida en algún lugar entre mis manos, podía observar cómo su rostro se había congestionado y seguramente estaría tratando de evaluar que acción tomar.

  • ¿Ha sucedido antes algo entre ustedes? – preguntó muy lentamente luego de algunos asfixiantes segundos.

  • Nada, no ha sucedido nada… pero creo que todo esto tuvo que ver debido al estado de ánimo en el que me encontraba ayer.

  • ¿Vas a decir qué estabas borracho?

  • No, no,… pero hubieron cosas que pasaron en la pista de baile que… bueno me provocaron.

  • ¿Vamos, dime, hubo algo entre ustedes? – me lo preguntaba más angustiada que molesta.

  • No, pero creo que he sentido algo más… Es difícil para mí decírtelo, pero sentí una erección cuando la vi en la pista bailando... – al inicio pensé en decirle que nos besamos, pero no sabía cómo lo tomaría. Aquello iba algo más que un simple beso entre extraños en una noche, Karina y yo nos conocíamos y lo peor de todo, me atraía mucho y estaba seguro que ella hacia mi también.

Sus ojos se abrieron como platos y su cara de asombro me hacía sentir aún más desdichado de lo que estaba sintiendo. Creo que el haberse enterado que Karina había generado ese efecto en mi, le provocó mucho dolor.

  • ¿Pensaste o intentaste follar con ella?... Yo no me opondría… si al final te recuperas

-Nooo, no está en mis planes hacer nada con ella. – a mi mente la imagen de una Karina desnuda y recostada en una cama me inundó, pero al menos no grité que si hubiera querido, me lo callé al menos de boca para adentro.

-¿Pero por qué no lo intentas? – Pude ver como cada palabra suya habría una zanja entre nosotros, a pesar de lo tranquila que estaba podía ver como en su cuerpo cada palabra le generaba un dolor muy grande. – Estoy segura de que ella lo haría de muy buena gana, he visto cómo te mira y la atracción que sienten el uno y el otro… Tal vez sea la mejor opción, para que te recuperes.

  • En primer lugar, no he querido que todo esto suceda así y no quiero hacerte daño y en segundo lugar no pretendo jugar a nada con Karina, ella es una buena chica y no creo que intentar acostarme con ella le haga ningún bien.

-Pero no me has dicho que no quisieras o que no podrías… Tal vez es importante que lo intentes y así al menos te puedes recuperar…

  • Déjalo así, todo este fin de semana ha sido una locura y es mejor dejarlo así.

-Tal vez esto no sea un error Julián, es posible que se algo que nos ayude a superar aquel bloqueo que tienes… Piénsalo.

Aquella conversación nos había dejado mal sabor de boca a los dos, estuvimos casi sin dirigirnos la palabra durante un día y aunque no discutimos, las palabras nos habían dejado marcas difíciles de superar, ya la noche del domingo y tras reír un poco con las cosas cotidianas que siempre nos envuelven, pudimos en algo hacer las paces de aquella guerra fría que llevábamos y aunque algo incomoda, sellar una paz que nos ayudara a avanzar en la oficina.

El siguiente lunes, las cosas en la compañía deberían volver a tomar su nuevo enfoque ya que la asociación con los argentinos nos dejaba listo todo el paquete de trabajo para poder avanzar, pero ahora la coordinación con el equipo de ellos era fundamental.

Para mi sorpresa, tanto Tatiana como Karina se comportaron conmigo de una forma muy tranquila y sin sobresaltos. Estaba seguro de que mi esposa, aunque no daba ningún asomo de incomodidad, en lo más profundo de su ser estaría pendiente de mí y Karina, quien por su parte no hacía absolutamente nada fuera de lo común para conmigo. En toda la oficina el ambiente era de mucho ánimo y empuje, cuando el personal se enteró oficialmente de que un nuevo contrato nos ayudaría a levantar los números rojos que teníamos hasta hace muy poco tiempo todos lo celebramos y pusimos manos a la obra.

En hora del almuerzo quedé con Tatiana para poder compartir un momento, esperaba algo de tensión en el ambiente, pero en realidad tan pronto como nos sentamos ella me soltó a bocajarro que había conversado con Karina y habían acordado almorzar los tres. Pero casi no me dio tiempo a nada cuando apareció Karina junto a nosotros dispuesta a almorzar juntos.

-Hola Julián, veo que aún no han iniciado – dijo la nueva integrante de la mesa, vestía un traje muy sobrio y elegante, aunque claro juvenil. – ¿De qué charlaban?

  • Nada en particular… - contestó mi esposa ante mi asombro al ver a aquellas dos mujeres tan tranquilas la una con la otra.

  • Pues bien… ahora quiero que charlemos de algo que me ha venido rondando la cabeza desde que regresamos. Las cosas con los argentinos me saben muy extrañas y no logro entender que sucede.

Durante la siguiente hora los tres discutimos cada punto de la negociación y los resultados que obtuvimos como empresa, pero los puntos que Karina nos presentaba como puntuales se referían mucho más que al negocio, a las personas, en este caso: Nora y Damián. Lo que fundamentalmente le generaba desconfianza era principalmente la actitud algo lanzada que el muchacho había tenido a con ella, era claro que podía tratarse de alguna atracción genuina, pero al parecer lo que ellos más estaban enfocados en conocer era si había algo entre nosotros, más el motivo le resultaba incomprensible.

Aquellas dudas fueron despejadas tanto de mi parte como de Tatiana, ya que al estar toda la negociación en orden y los papeles legales en curso, todas las protecciones para ambas empresas habían estado consideradas ya que fuertes multas nos esperaban en caso de echarnos atrás con el negocio finalmente. Por lo que al final pensamos que el comportamiento de Damián fue porque quedó prendado irremediablemente de Karina y quería saber si tenía alguna oportunidad con ella. A mi esa conversación me produjo un escozor muy fuerte al principio, pero viendo como ellas se comportaban con suma naturalidad, mi incomodidad se fue difuminando y terminé cuchicheando junto a aquellas dos bellas mujeres.

Al siguiente día recibí la noticia que Susana había regresado y estaba reagendando sus citas pendientes y por supuesto yo estaba entre los primeros, por lo que para el jueves tendría una cita con mi sexóloga.

Creí que las cosas se habían solventado finalmente y aunque trataba de no quedar mucho con Karina a solas, aquello no era posible en absoluto; la coordinación de los temas con los nuevos socios lo estaba llevando ella y adicionalmente algunas otras presentaciones importantes para un futuro. Esperaba comportarme con ella de la forma más profesional posible, pero algo en su forma de ser me atraía de una manera irrefrenable, por lo que al final decidí que aquello era algo que Susana debería ayudarme a solucionar.

Ya el jueves, la sesión con Susana solamente fui yo, a petición de ella mismo. Las cosas iniciaron tranquilas como siempre más al ir tomando contexto y desenvolviendo la historia el matiz que yo mismo me estaba dando cuenta cada vez que le contaba algo, era cada vez más comprometedor.

-Bueno… bueno… - dijo Susana al final de la historia, mientras anotaba algunos puntos más en su libreta. – De lo que me has contado, he de considerar algo que pudo haber generado un trastorno más difícil en tu caso mi querido Julián. Has tenido dos erecciones que, aunque involuntarias han liberado tu mente para poder conseguir aquella excitación.

-Puede ser que tu cerebro ya ha liberado la causa de tu trauma, pero a mí se me hace que algo más está dentro de tu subconsciente que ha desencadenado esta recuperación. En algunos casos es posible generar unas condiciones que generan nuevas apetencias y eso creo está sucediendo contigo

-No entiendo. – dije ante mi incredulidad de estar sufriendo algo más.

-Es claro que durante tu velada te estimulaste por lo menos dos veces, una en la pista mientras veías a Karina y otra mientras estabas con ella en el hotel. Pero esto no es para nada gratuito, y aunque es reconfortante que hayas conseguido este logro, no entiendo aún cual ha sido el disparador.

  • Pues yo tampoco… - dije sin entender aún que era lo que me quería decir.

-Mira Julián, de lo que me dices tu esposa ha llegado a proponerte que intentaras acostarte con Karina, pero tú te has negado. Yo estoy segura de que no es por tu esposa, pienso que tienes miedo a lanzarte y que Karina te acepte ya que te gusta mucho y no crees que podrías controlarte después… ¿Estoy en lo correcto?

  • Es muy posible… - dije sintiendo como verdaderas cada una de sus palabras, pero estaba seguro de que, aunque a mí me guste mucho Karina, eso no significaba que ella estuviera de acuerdo con mis avances. – Es cierto que Karina me gusta mucho, pero no creo que intentar seducirla nos traerá cosas buenas, Tatiana a pesar de que ahora está proponiéndome esto, ella es muy celosa y tarde o temprano va a afectar nuestro matrimonio.

  • Tal vez, pero no puedes al menos intentarlo, si estas en lo cierto pues Tatiana tendrá que aceptar que ella fue la proponente y tiene que hacerse cargo de sus decisiones. Ahora lo principal que debes pensar es en ti y tu recuperación y en lo que debas hacer para lograrlo.

Algo en aquella sesión me estaba dejando un sinsabor extraño, Susana resultaba demasiado condescendiente conmigo e incluso sentía como si estuviera incitándome a lanzarme para con Karina incluso a expensas de mi pareja. Tal vez y si tenía razón y de cualquier forma intentaba hacer que luche por curarme, pero el costo podía ser muy grande.

-Considerando estos avances, quiero que sigamos con otra parte del tratamiento ya que es necesario aprovechar esta oportunidad para descubrir cual es la causa que ha generado esta mejoría y así poder entenderla y potenciarla.

  • Entonces cual es el siguiente paso.

-Vamos a plantear un escenario. Para esto quiero que coordines una salida de tu esposa, pídele que salga nuevamente con una o máximo dos amigas, que vayan de fiesta y se diviertan, lo único que si quiero es que las amigas de tu esposa no te conozcan, además esta vez quiero que tú también vayas al mismo lugar junto conmigo.

-Pero que esperas de esto… - dije tragando saliva y sintiendo como mi boca se secaba de la expectación que me invadía.

  • Simple, que se diviertan y que dejes que las cosas fluyan a ver si podemos reconocer el momento justo que dispara aquella respuesta positiva en tu cuerpo. Tenemos que tratar de intentar crear el ambiente justo para lograr descubrirlo.

Quedamos en algún detalle adicional y nada más, la sesión terminó felicitándome por la mejoría y animándome a seguir adelante. Cuando por fin llegué a casa y le conté a Tatiana todo, ella se quedó pensando durante unos segundos. Me dijo que estaba dudando del tratamiento aconsejado por Susana y que era mejor olvidarlo e intentar con otro terapeuta, que le parecía muy riesgoso todo esto y que mejor pensáramos en cambiar la estrategia.

Yo insistí considerando que aquella impotencia estaba ya próxima a solucionarse, que los avances que había tenido eran suficiente prueba de que algo iba mejorando y que lo mejor sería confiar en ella.

Mi esposa al final después de un poco de duda me dijo que aceptaba, que intentaría que salgamos para esta semana, que en el voluntariado había un par de chicas extranjeras que habían venido por unos meses antes de regresar a su país, que trabajaban como locas durante la semana y que no había fin de semana en el que no desquiten su esfuerzo bailando en algún bar de la ciudad, ellas no me conocían de nada y aunque sabían que Tatiana tenía pareja, pues ni siquiera sabían mi nombre.

Tras esto la semana transcurrió casi sin sobresaltos a partir de ello, con Karina las cosas marchaban muy bien y no había rastro de ninguna molestia de parte de ella y claro yo también me estaba comportando o mejor posible para evitar malentendidos, con mi esposa bueno la notaba algo preocupada y ansiosa, no estaba tranquila y algunas veces incluso creo que había rastros que había llorado. Aunque le pregunté la causa, ella apenas y me dio algunas evasivas y no logré sacarle nada.

El viernes Tatiana me confirmó que había acordado salir con dos de las chicas, en este caso Ingrid y Sara; dos muchachas jóvenes y muy guapas, que habían venido a intentar cambiar el mundo con su granito de arena. Antes de salir pude ver a mi esposa ataviada muy sensualmente, aunque claro no mostraba más de lo debido, un vestido corto algo flojo pero que entre sus pliegues denotaba aún más lo que ocultaba que lo que mostraba, zapatos de taco y un maquillaje algo intenso complementaban su atuendo. Al llegar al lugar de encuentro, por indicación de Susana nos dividimos y cada uno entró por su cuenta, en ese instante con un fuerte abrazo y un beso Tatiana se despedía de mi.

  • Te amo… Después de esta noche ruego por que vuelvas a mi. – tras decir esa enigmática despedida pude ver como Tatiana doblaba la calle para encontrarse en el bar con sus dos amigas ya la esperaban.

Tras uno minuto de espera caminé también hacia el lugar de encuentro, el lugar estaba a medio llenar así que pude ver a lo lejos como las chicas ingresaban sin contratiempo. Yo al tiempo tuve que esperar cerca de 30 minutos a que llegara Susana, ya me estaba impacientando cuando la vi llegar junto a otras dos personas, el instante que se acercaron pude ver que se trataba de Carmen y Marcos, los scorts que habían participado en la sesión que habíamos mantenido hace algunas semanas.

  • Hola Julián – saludó Marcos muy amable, llevaba a Carmen del brazo, ambos lucían un atuendo de fiesta que los hacían ver muy atractivos.

-Hola chicos… ¿Cómo están? – dije algo asombrado por verlos ahí, esto seguramente era parte de este ensayo, pero no me atrevía a imaginar que idea se le había cruzado por la mente a Susana.

-Se te ve muy bien Julián… - dijo Carmen dándome un beso en la mejilla y tomándome del brazo ante mi incredulidad.

  • Veo que te he sorprendido, eso es bueno ya que espero que tomes esto como otra experiencia y para explicarme cual es el plan he invitado a nuestros amigos para que me ayuden. Inicialmente vamos a ir en parejas, tú con Carmen y yo con Marcos, con esa figura quiero que entremos al bar y bueno, ahí quiero que te dejes llevar y trates de divertirte, pero claro debes tener muy en cuenta lo que sucede con Tatiana también ya que ella por su parte está de fiesta, aunque muy aparte que nosotros.

  • ¿Qué esperas de mí? – sentí un frio correr a lo largo de mi espalda, algo me decía que Susana pretendía representar la misma escena que le conté cuando estuve con Karina, Nora y Damián.

-Pues determinar eso que despierta tu libido… - aquella situación o sentimiento que hace que tu mente encuentre el camino para liberar tu sexualidad.

Tras esta conversación y ajustar algunos detalles de que era lo que inicialmente íbamos a hacer, entramos al bar y nos ubicamos en una mesita cerca de la pista. Tan pronto llegamos el encargado nos ofreció algunas copas para animar el ambiente. Tan pronto estuvimos instalados, mis ojos comenzaron a buscar a Tatiana y sus amigas, las encontré sin dificultad en una mesa en posición contraria a la nuestra.

-Esperen un momento aquí y luego nos acompañan en la pista. – dijo Susana tomando a Marcos de la mano.

  • Que bueno verte nuevamente Julián – dijo Carmen mientras se acercaba mucho a mi oído debido a lo alto de la música. – No te hemos visto desde el juego, pensé que tal vez quisieras ir donde trabajamos o tal vez llamarnos… ¿Acaso no te gustó ninguna de nosotras?

  • Creo que no hubiera sido buena idea… - dije pensando por primera vez en ello, no se me había pasado por la cabeza volver a verlos a ninguno de los cuatro, mucho menos a Marcos.

  • Pues nosotros sí que habíamos conversado mucho de ti, el día que nos conocimos no sabíamos que se tramaba Susana, al inicio pensamos que era una apuesta o algo así… También pensamos que podías ser alguna pareja que está recuperándose de alguna infidelidad… ¿Acaso fue eso? ¿Le pusiste los cuernos a tu mujer y ahora estás pagándolo?

  • No, nada de eso… Bueno sí, pero es algo diferente- Aquella forma de preguntarme tan desinhibida me hacía ponerme algo violento por su intromisión al querer saber algo que no pretendía decirle.

  • Ok cariño… ahora no importa, solo divirtámonos… - dijo mientras posaba su mano encima de mi pierna, apretándola suave y sugerentemente. – Si algo he aprendido es que con una buena rumba las cosas siempre saben mejor.

Mientras estábamos sentados en la mesa, podíamos ver como en la pista de baile se encontraban ya muchas parejas, ahí Marcos y Susana estaban bailando animadamente cuando de pronto pude ver como se acercaban Tatiana y sus amigas, acompañadas de tres muchachos que seguramente las invitaron a bailar.

La música era muy movida y las parejas, aunque se acercaban no lo hacían lo suficiente para poder notar nada extraño. Aunque estaba claro que los chicos intentaban ante todo lucirse para poder conquistar a las bellas muchachas que tenían frente. La pareja de mi esposa era un hombre casi de nuestra edad, claramente con algunas horas más que yo en el gym, estaba claro que era una persona que estaba muy a gusto en aquel sitio y obviamente estaba en plan de cacería, sus movimientos y su forma de bailar eran señal de que aquel tipo tenía su mira fija en mi esposa.

La música nos invadía y los movimientos en la pista eran clara muestra de que la gente estaba ya muy entonada en divertida. Mi esposa bailaba algo separada de su pareja, aunque él intentaba acercarse más y más. De pronto Tatiana se vio abordada por Susana, que en un amague de encuentro casual saludaba a ella y sus acompañantes para posteriormente presentarles a Marcos. No entendía aquel teatro generado por parte de Susana, pero mientras reían y bailaban mi terapeuta alzó la mano saludándonos directamente, obviamente querían decir a mi esposa y sus acompañantes que nosotros también estábamos presentes.

-Hooola chicos - dijo de pronto Carmen, al tiempo que levantaba su mano saludando, no me tocó más que imitarla para no quedar como un idiota. – Ven Julián, ahora vamos a la pista.

Carmen no esperó mi respuesta y tomando mi mano me llevó hacia donde estaba el grupo de mi esposa. Apenas llegar Susana tomó la batuta e hizo las presentaciones del caso, allí comprobé una de mis sospechas para con esa noche, ante todos los presentes nosotros éramos únicamente amigos, incluida a Tatiana, que comprendí también ya sabía ello y se comportaba como tal.

Ahí vino mi primera sorpresa de la noche, Tatiana me presentó al muchacho con el que estaba, él ya se había conocido con mi esposa y creo que algo había con ello. Su nombre era Daniel, el hombre con el que mi esposa me había confesado se había besado la última vez que había salido de fiesta con las chicas. Algo en mi estómago se estrujó y comenzó a bullir la sangre en mi interior.

Debía interpretar mi papel de amigo de todos, por lo que tras charlar un poco comenzamos a bailar con su pareja respectiva, la noche iba pasando, reíamos por algunas de las ocurrencias que entre los presentes se presentaba o alguna locura de alguno de los presentes. Todo el ánimo fue levantándose, las amigas de mi esposa habían logrado levantar a dos muchachos igual de jóvenes que ellas y se la pasaban riendo e intentando robarles un beso desde el minuto uno.

Mi esposa al igual había estaba charlado con Daniel que tenía claras intenciones de levantársela, por lo que se mostraba como todo un ganador que ha librado miles de veces este tipo de batallas. Los minutos pasaban y de mi parte intentaba mantenerme concentrado en Carmen y Susana, pero el peso de todo lo llevaba Marcos, que hablaba por diez y no dejaba de hacer bromas de todo sentido y color.

De pronto la música se tornó algo más movida y permitía que las parejas se apegaran mucho más entre cada uno. Así podía ver de reojo a Tatiana ahora bailando junto con su ligue, que, aprovechando su disposición, tomaba en sus brazos a mi esposa, juntando sus caderas y sus pechos al son de la música cadenciosa de fondo. Generándome algunas punzadas de celos y dolor al ver a mi esposa tan acaramelada con aquel tipo.

Todo estaba bien recreado en relación con lo que había vivido semanas atrás con Nora, Damián y Karina, pero ahora con nuevos participantes y lo más extraño, con mi esposa como foco de mi atención.

Mientras pensaba todo esto y veía atentamente a mi esposa y su acompañante, un sentimiento de incomodidad y ansiedad llenó el cuerpo, pero pronto espabilé con la ayuda de Carmen, que viendo como estaba tan embobado con la escena, me llevó un poco aparte y demostrando una habilidad increíble bailando, provocó que al menos en unos segundos me distrajera y disfrutara del momento.

  • Ven Julián, no te la comas con los ojos… dale un poco de espacio… o todos se darán cuenta. - decía Carmen mientras se daba vuelta 360 grados, mostrándome su bello cuerpo.

  • Perdón, no quería ser tan obvio. Pero es que es mi esposa… - refuté torpemente, como si ella no lo supiera.

El baile prosiguió por unos minutos y el acompañante de mi esposa estaba cada vez más lanzado en conquistar su presa. Desde una distancia prudencial observaba como aquel hombre apegaba su cuerpo y ahora incluso bailaba hablándole a mi esposa con el rostro muy pegado a su oído, alagándola seguramente, ya que ella reía y festejaba cada comentario en forma muy animada.

De pronto mientras los observaba, pude sentir que mi pareja me abandonó y pasó a reemplazarla Susana, dejando a un lado a Carmen con Marcos. Tan pronto realizó el cambio, me agarró por la cintura y me obligó a quedar muy junto a ella, aunque no tanto como se encontraba mi esposa.

  • Veo que te estás divirtiendo mucho Julián ¿Acaso algo te ha gustado de lo que ves? – dijo mientras colocaba su pierna justo encima de mi sexo en forma descarada, claro está que apenas y se notaba mientras bailábamos. - Veo que no te ha hecho efecto nada aún, pero no te preocupes, vamos a tener que apostar un poco más alto…

-¿A qué te refieres? – dije algo preocupado, recordando la última terapia que había asistido con Susana.

-Solo observa… - dijo mientras se volteaba lo suficiente para que los dos estemos alineados a los bailarines.

Cuando de pronto, pude ver como Carmen y Marcos se comenzaron a meter mano algo más que indiscretamente. Eso al principio no me parecía nada fuera de lo común, pero tan pronto sucedió algunas otras parejas empezaron de igual forma a mostrarse mucho más lanzadas y claro, entre ellas estuvo mi esposa y su acompañante.

En un abrir y cerrar de ojos, pude ver como mi esposa pasaba sus manos por entre los hombros de su pareja, sujetando sus manos entre su nuca. Esto a su vez dejaba todo su cuerpo a merced de las manos que aquel tipo tenía. Al inicio fueron directamente a su cintura y su espalda, al son de una música más y más movida, hasta que pude ver como su mano derecha comenzaba a descender lentamente por su trasero.

Aquello estaba acelerando mi corazón y haciéndome sentir muy violento al inicio y completamente celoso. Intenté relajarme y no ver lo que estaba ocurriendo, pero de pronto Susana se encargó de que no me perdiera ningún detalle.

-Se ve que el chico le tiene muchas ganas a Tatiana – me susurró Susana mientras seguíamos bailando, estaba claro que lo hacía para provocarme, pero pese a esto, no era más fácil el aceptarlo. – se nota que a tu esposa tampoco le es indiferente… mira como mueve su trasero mientras él lo tiene entre sus manos… ¿Crees que intente besarla?

Yo casi no bailaba en el centro de la pista, mi cuerpo estaba rígido, aunque no necesariamente la parte que a mí me interesaba. Me encontraba junto a Susana, pero mi mente divagaba en un sitio a unos pocos metros de mí. Tatiana estaba bailando con un desconocido mientras se dejaba sobar por él, aún a sabiendas que yo me encontraba observándola. Aquello me estaba generando mucha ansiedad y pese a querer detener todo esto, mi cuerpo y mi mente no me lo permitía.

-No te preocupes Julián, esto es parte del tratamiento… - me decía mi terapeuta, al tiempo que bailaba suavemente a mi lado, claro que muy atenta a mi entrepierna. – Solo déjate llevar, míralos bailar y diviértete tú también, deja que la música te embriague y que un cuerpo roce al tuyo.

Justo en ese instante el cuerpo de Carmen se juntaba a mi espalda, haciendo que sus pechos se posen firmemente sobre mi torso, sus manos comenzaron a deslizarse entre mi vientre y mi pecho mientras su boca me besaba en el cuello. Poco duró aquel ataque antes de que me diera vuelta para encontrarme de frente al cuerpo sinuoso de aquella bella chica.

-Respira hondo y libera tu mente – continuaba Susana ahora a mi espalda, susurrándome muy sinuosa y sensualmente. – Mírala, mira a Tatiana… a tu esposa… mira su trasero, con aquella mano sobándoselo, mira su pecho siendo tomado por aquella mano extraña a ti… Mírate a ti, junto a Carmen, como tus manos están ahora en su cuerpo, disfrútalo esta noche es tuyo…

Yo, claro está, observaba detenidamente a mi esposa bailando con aquel tipo que aprovechando la situación la sobaba a placer, su mano derecha acariciaba lentamente su glúteo, deleitándose en su curva y firmeza y aquellas hendiduras que tanto me traían loco, mientras que su otra mano acariciaba su pecho y su espalda a tiempos iguales, saboreando la fuerza y suavidad de su espalda y la textura firme de su seno.

  • A ella no le parece mal, lo disfruta, le encanta sentirse tan deseada. Ella sabe que él la desea, casi tanto como tú mismo la deseas… porque tú quieres ser ese hombre, tú quieres estar en su puesto y disfrutar con ella… Y lo puedes hacer, pero primero relájate y disfruta, tanto o más de lo que ella hace ahora cierra tus ojos y disfruta…

De pronto la mano de Carmen tomó la mano con la que yo la sujetaba de la cintura y suavemente la fue deslizando hacia su trasero. Sus formas se adivinaban exquisitas, pero poder sentirlas me provocó la sensación de estar acariciando una estatua que hubiera estado expuesta al sol, su piel emanaba un calor que nunca había sentido y sus curvas eran de una firmeza extrema entre mis manos. Aquel cuerpo había sido trabajado en horas interminables de gimnasio y obviamente el resultado era algo indescriptible.

-Disfrútalo Julián… disfrútame… No pares… - decía Carmen mientras comenzaba también a besar mi cuello y apegar su cuerpo mucho más al mío.

Mi otra mano ocupó el segundo glúteo de Carmen casi instintivamente, ni siquiera lo pensé cuando deposité mis manos y comencé a estrujar levemente aquel maravilloso trasero era como haber tocado el cielo. Pero, aunque intentaba no pensar en otra cosa que no fuera Carmen, la imagen de Tatiana al fondo del salón aún persistía en mi mente. De pronto regresé a mirar a mi esposa y pude ver como ella en cambio me miraba fijamente, en especial como observaba con atención mi mano en el trasero de mi acompañante, de pronto ver aquellos ojos en mi me hicieron reaccionar.

-Te estás poniendo muy duro Julián… - dijo Carmen mientras su cadera se impactaba suavemente con mi entrepierna y comprobaba algo que, aunque pretendía, no podía negar que aquel enjambre de sensaciones había liberado mi sexo que ahora estaba duro y firme para una tan esperada batalla que podría librar. – ¿Acaso es por lo que has sentido o escuchado? ¿Te gusta lo que sientes entre tus manos? ¿O es acaso que ella te mire es lo que te excita?

Algo en esas palabras comenzaban a retumbar en mi mente y especialmente en mi sexo, que ahora si pude sentir completamente firme ante mi agradecimiento al cielo por haber permitido lograr nuevamente aquella maravillosa sensación de sentirse completo, de sentirse como un hombre entero. Pero qué era lo que provocaba aquello, no lo sabía, no lo entendía o no lo aceptaba.

  • Mira a tu esposa… mira su cuerpo y su pasión… ella disfruta de su tiempo y su cuerpo… ahora tú has lo mismo, siente… siente tu cuerpo tu sexo y tu piel… siente el cuerpo a tu lado, siente… nada más siente… libérate.

Susana seguía a mi espalda susurrando palabras que detonaban en mi mente y provocando esta experiencia que hasta ese momento me había permitido recuperar mi hombría. De pronto me sentí feliz, contento, me sentí completo otra vez, había recuperado algo que había perdido y eso me llenaba de alegría, pero de repente a mi mente vino la imagen de mi esposa.

Regresé mi mirada hacia la pista donde había estado mi esposa hasta hace un minuto y donde ahora otra pareja bailaba animosamente. Busqué rápidamente a mi alrededor y no los pude ver, apenas vi como Susana se dirigía al bar donde Marcos hablaba con otras chicas en forma aparentemente despreocupada. En mi mente una sensación de angustia comenzó a inundarme, más justo en ese instante, Carmen toma mi rostro y reclamó mi atención hacia su cuerpo.

-No te preocupes, han salido un momento – me susurró Carmen mientras me abrazaba para proseguir en el baile. - Seguramente fueron al estacionamiento, estaban muy calientes y la gente suele salir a echar un polvo, al menos a darse un buen morreo incluso, si el chico tiene suerte, tal vez se la puedan chupar para desahogar la tensión.

-Tatiana no debió haber salido por eso, ella no …

-No pasa nada, si quieres también podemos salir nosotros… y creo que esta noche tú puedes ser un chico con suerte.

-Relájate Julián… disfrútalo… y déjala que ella haga lo mismo- de pronto Susana volvió a mi espalda, con un coctel en su mano. – Concéntrate en tu cuerpo y en lo que sientes. No dejes que nada te preocupe.

Hasta ese minuto mi erección ya comenzaba a disminuir, pese a sentir a Carmen bailando junto a mí y rozaba su cuerpo al mio. Traté de calmarme y animarme, tomé aire para aclarar mi pecho y diluir aquella presión que empezaba a sentir y me empeñé en hacer lo que Susana me pedía, que deje de preocuparme y que solo viva este momento.

Así Julián, relájate… - dijo Carmen al sentir como mi mente y mi cuerpo se concentraba ahora en ella y lo que estábamos haciendo en este momento. - divirtámonos y no te preocupes, ya volverán.

Aunque no lo había pensado antes, en ese momento me fijé por primera vez en aquellos preciosos ojos de Carmen, que me miraban en forma seductora y traté de olvidar todo lo que sucedía. La tomé de la cintura y me dispuse a disfrutar aquel momento y aquella chica que me acompañaba, de pronto me vi acariciando su espalda y su trasero, su cadera estaba pegada a la mía bailando provocativamente, incluso su boca se encontraba mucho más cerca a la mía. No nos hablábamos, pero si nos procurábamos el placer de la proximidad, de lo sensual y de lo sexual.

Pese a mi intención de dejarme ir, mi erección fue perdiendo fuerza y desfallecía, Carmen de pronto me besó, sus labios se pegaron a los míos y me brindaron la dulce sensación de unos labios carnosos y suaves, que con una gran experiencia intentaban tentarme, yo instantáneamente le correspondí aquel beso posando ambas manos en su trasero, sujetándolo con firmeza, pero ni siquiera eso conseguía nuevamente una erección medianamente decente.

  • Vamos a sentarnos…- dijo finalmente Carmen, que, sin cesar en su intento, me llevaba a terreno neutral., mientras salíamos de la pista, busqué a Tatiana y a Susana, pero ninguna estaba a la vista, la gente se arremolinaba y no me dejaba ver las cosas con claridad.

En la mesa descansaban las amigas de mi esposa junto con sus parejas, que charlaban muy animadamente, de Susana o Marcos, no había rastro. Unos segundos después de sentarnos entraron al salón mi esposa y su acompañante, se veían como si nada hubiera ocurrido, un par de vasos en sus manos y nada más. Nos vieron sentados y se dirigieron hacia donde nos encontrábamos, pero no teníamos asientos suficientes, por lo que en una movida muy estratégica Carmen se puso de pie y vino a sentarse en mi regazo directamente, haciendo alusión a que ellos también hagan lo mismo.

  • Uuuf, estoy agotado – dijo aquel tipo mientras se sentaba en aquel banquito, tras lo cual tomaba a mi esposa de la mano y la sentaba en su regazo. – He pasado mucho tiempo de pie….

-Ni que hubiera pasado mucho tiempo. – replicó Tatiana, algo preocupada y mirándome de reojo, pero al final sentándose en sus piernas, aunque muy modosamente, ya que cruzó sus piernas fuertemente tan pronto se sentó.

-Como tú no estuviste parada… Seguro a ti te duelen las rodillas - respondió chulamente mientras me guiñaba el ojo al terminar la frase.

Su comentario me tomó muy de sorpresa, ¿acaso aquello significaba qué mi esposa estuvo arrodillada en algún momento? La imagen de pronto invadió mi mente, Tatiana arrodillada en frente a la polla de aquel tipo haciéndole una felación húmeda y profunda. La imagen de pronto estalló en mi subconsciente haciendo que busque rápidamente en los ojos de mi esposa. La miré directamente mientras ella me regresaba mirada de sorpresa, no pude determinar si aquello quería decir era verdad o no.

  • Pobrecita, tu ahí parado y ella de rodillas… ¿Acaso no había ningún asiento libre? – dijo a forma de respuesta Carmen con algo de picardía y toda la intención de jalar la lengua a aquel chico.

-No se piensen algo diferente, yo estuve de pie hasta que en un empujón de la gente hizo que me golpee la rodilla – dijo de pronto mi esposa, mientras me observaba detenidamente.

-Uy pero qué aburridos, deberíamos enseñarles nosotros Julián - dijo Carmen mientras me daba un pequeño pico en mis labios. – Así podrán aprender lo que una chica puede hacer estando de rodillas ¿no crees?

Aquella conversación tan figurativa de pronto encendió nuevamente mi ser, una erección luchaba por afianzarse entre mis piernas. Esto fue claramente notado por Carmen, que no cejó en su empeño en provocar, por lo que al instante simuló perder la estabilidad e hizo que mi mano también la sujetara por su muslo, justo en frente a los ojos de mi esposa que, hubiera podido juzgar, eran de total furia.

  • No crean que no sabemos como divertirnos verdad mi amor – dijo Daniel mientras mi esposa aún me miraba muy enojada.

-Ya va cayendo la noche y creo que es mejor que nos vayamos… - dijo Tatiana mirándome, mientras se levantaba de las piernas de Daniel y arreglando en algo su vestido.

-Donde tú me lleves guapa– dijo el chico a mi esposa, colando su mano en la cintura como para acompañarla.

  • ¿Quieres que nos vayamos también mi amor? – dijo Carmen besándome en el cuello.

-Claro… claro… pero ¿Dónde está Susana? - contesté buscando a mi terapeuta para ver si realmente todo esto era parte de mi terapia o si se había salido de control. -

-No la he visto, creo que se fue con Marcos o tal vez nos están esperando fuera. ¿Quieres ir a buscarlos?

De pronto me encontré ante un dilema, dejaría de ir a mi esposa con su amigo o me devolvería a tratar de averiguar dónde estaba Susana y tal vez irme con Carmen, aunque esta última opción era la que menos lógica me parecía. De pronto vi la mirada de mi esposa, que me trataba de decir algo sin hacerlo. De pronto recordé una frase que Susana me dijo en la terapia anterior “que levantes tu voz para evitar algo que aparentemente resultaba inevitable”, eso me llenó de energía y fortaleza y decidí actuar nuevamente.

-Esperemos que lleguen, pero chicos, tomemos una copa más y bailemos última canción, pero te robaré a esta preciosa chica por un momento – le dije a Daniel, que me quedó viendo con cara extraña al llevarme a su presa.

-Yo te acompaño a ti guapo… - decía Carmen mientras tomaba la mano de Daniel.

Mientras yo comencé a bailar con mi esposa, podía ver como Carmen llevaba a aquel chico al centro de la pista en medio de sus contoneos exuberantes. Yo como tratando de recuperar algo tomé a mi esposa por su cintura y la atraje a mi cuerpo con la fuerza y violencia de proteger algo que es tuyo. Pude ver la sorpresa y creo yo la alegría de ver mi actitud frente a ella.

-No voy a dejar que te vayas… - le dije a mi esposa mientras abrazaba a mi Tatiana muy fuertemente hacia mi cuerpo, permitiéndome sentir su figura y sus curvas.

  • ¿Acaso puedes darme algo que él no? -

  • Claro que voy a darte algo que él no va a poder – dije mientras deslizaba mi mano por su cuerpo, sus caderas y su trasero, pero mi cuerpo me estaba traicionando y lo que creía una erección que no la bajaría hasta hundirla fuertemente en mi esposa, se iba diluyendo. – ya lo verás…

  • Creo que aún te falta mucho mi amor… - dijo mi esposa con un tono meloso, aunque me hizo sentir muy extraño - Pensé dejar a mi amigo e irme contigo, pero veo que no podremos, aún no estas listo.

Justo en ese instante como por arte de magia, llegó Susana a colocarse detrás de mí, pude sentir sus manos pasando por mi cadera y dirigirse a mi pecho y mi polla, acariciándolo y apoyando su cuerpo en mi espalda.

-Creo que ya descubrí lo que a ti te apasiona querido, y creo que lo mejor será que dejes a tu chica que vaya a desahogarse. ¿Vas a dejar que se vaya?

  • ¿Quieres que me vaya con él? – dijo mi esposa mientras se contoneaba en mis manos alentando con su cuerpo cualquier toqueteo que podía estar haciéndole. – Él me ha ofrecido darme su polla toda la noche y en las posiciones que yo quiera… ¿Puedes tú superarlo?

-Claro que puedo zorra… -dije aquello en forma sorpresiva, tanto para mi esposa como para mí mismo, justo ahí mi polla aumentaba su dureza, aunque no entendía el motivo pero me daba cierta satisfacción y morbo– Pero tendrás que esforzarte un poco, a lo mejor soy yo quien me vaya con Carmen.

La cara de mi esposa era un poema, el haber mencionado a Carmen le había producido un rictus que por alguna extraña razón me provocaba cada vez más una fuerte erección. Aquello no tenía mucho sentido, pero lo estaba disfrutando. Pronto vi a Carmen y Daniel acercarse y observé al chico mosquearse mucho al verme así con la que hasta hace unos minutos era una presa ya cobrada. Justo ahí mi Susana se alejó de mi y se fue para donde estaba Carmen, quedamos solos con Tatiana en la pista.

Seguíamos bailando lentamente con mi esposa, podía sentir lo ojos de todos mirándonos, cuando Carmen estuvo de espaldas a donde se encontraba Carmen, Susana y Daniel, le di un beso muy fogoso a mi esposa, bajando mi mano a su trasero y disfrutándolo a la vista de los tres. De pronto Daniel con cara de fastidio se alejó dejando a la terapeuta y su cómplice en dialogando entre sí.

Mi esposa estaba completamente encantada, sentía mi erección por encima de mi pantalón y la besaba con furia en medio de la pista. No me pude dar cuenta cuando vinieron junto a nosotros Susana y Carmen, que tan pronto nos abordaron, pude comprobar la sonrisa en el rostro de ambas.

  • Creo que has perdido tu galán Tatiana.

  • No he perdido nada Susana, ahora mi marido está conmigo. - dijo mi esposa agarrándose del brazo.

-No todavía, él aún tiene un asunto pendiente con Carmen, ya sabes esta noche no eras tu pareja… - dijo Susana mientras Carmen se sujetaba a mi brazo libre. – Creo que ahora tienes la energía para poder atenderla.

-Esto no miente mi amor – dijo Carmen depositando su mano en mi polla. Mientras mi esposa no salía de su asombro.

  • Muy bien muchachos, yo creo que es hora de ir a terminar esta sesión. - nos indicó Susana mientras se dirigía a nosotros – Ahora es necesario que afiancemos esta sintonía que hemos encontrado y que Julián puedas liberarte por fin de estas ataduras que te han mantenido sin poder conectar tu mente y tu cuerpo. Debes encontrar el disparador de tu deseo y creo que esta noche aún puede darnos alguna sorpresa.

  • ¿Y qué se supone que dispara mi deseo? – dije algo nervioso por saber algo que suponía que debía conocer.

-Tienes que reconocerlo y decirlo tu mismo Julián, reconócelo; si te lo digo yo no funciona.