Negocios Placer y Venganza 17
Al fin el tratamiento termina, pero acaso las sombras de un futuro pueden nublar mi intento de mejora
Tan pronto salimos nos dimos un enorme beso que no recordaba en intensidad y fuerza, pero creo que lo necesitábamos para poder afianzar nuestro amor y aplacar los miedos que aquellos juegos habían levantado. Ahí creo que quien más había sufrido fue mi esposa, ya que según me dijo estaba muy celosa con relación a Anabel y aunque ella estaba con Marcos, las cosas no le parecieron igual. Esa inconsistencia más que molestarme me causó un poco de gracia ya que pese a todo mi esposa no dejaba de ser muy celosa.
Llegada la noche nuestras esperanzas de haber conseguido superar todo aquello eran muy altas, me sentía contento y liberado de todo, de manera que, aunque mi espíritu ni mis ímpetus sexuales no se encontraban en plenitud, intenté acercarme a mi esposa para poder al menos hacer que ella calme sus ansias, que según me había comentado eran muy grandes tras tantos juegos. Todo marchaba de maravilla, aunque no tenía una buena erección, nuestros besos y toqueteos estaban calentándonos más, aunque mi cuerpo no reaccionaba aún. No me preocupé y traté de olvidar todo y no pensar, por lo que, tras besar a mi esposa por todo el cuerpo, mi boca se enfocó directamente en su entrepierna, que dispuesta y receptiva me esperaba para que pudiera darle toda mi atención.
Mis caricias y besos, a más de todo lo vivido hasta hace unas horas hicieron que mi esposa inundara mi boca con su humedad, que fue aprovechada de igual forma para llevarla al borde del orgasmo; pero en ese momento y obviamente tratando de compensarme en algo mi esposa buscó mi polla esperando encontrarla tan o más dispuesta que ella, pero se llevó nuevamente una decepción ya que, aunque algo más morcillona no tenía ni de lejos la firmeza necesaria para satisfacerla. Tatiana no hizo caso a aquella decepción, y se enfocó en conseguir su orgasmo ayudada obviamente por mis hábiles dedos y mi lujuriosa boca. Lamí, chupé y mordí cada pliegue de su sexo, haciendo que mi esposa en pocos minutos estalle de placer en forma casi escandalosa, haciéndome sentir una sensación igual o superior a la liberación que durante la tarde había podido vivir.
Yo no había alcanzado una buena erección como para pretender una penetración medianamente aceptable, por lo que al final opté por utilizar el resto de mis habilidades de forma de poder complacer a mi esposa, por lo que cuando pude sentir como alcanzaba un orgasmo me sentí aliviado de que ella al menos lo haya disfrutado, pero principalmente por no tener la presión de continuar intentándolo. Me sentí completamente egoísta al buscar solo un momento de paz y evitar tener que hablar de lo que había sucedido, pero aquello era lo que más anhelaba en esos instantes. Sentía la paz de haber podido al menos en algo satisfacer sexualmente a mi esposa, pero la sensación de impotencia aun rondaba mi cabeza y hasta poder recuperar toda mi fuerza creo que no me abandonaría. Al finalizar pude ver como mi esposa ronroneaba y se acomodaba a mi lado, apoyando su cabeza sobre mi brazo y logrando dormirse en pocos instantes, yo en cambio permanecía despierto pensando en que tal vez debía ser mucho más honesto con relación a lo sucedido aquella noche ya que era muy probable que aún no había llegado a solucionar mi problema.
Aquel fin de semana en el que había tenido mi primera sesión de terapia pasó rápidamente de manera que una nueva semana me alejaba de los miedos y preocupaciones que se generaban en mi alcoba. En lo referente a los proyectos todo estaba manejándose de la mejor forma posible, logrando que nuestros objetivos avancen muy rápido, en esto el apoyo de Karina había resultado fundamental en todo lo relacionado a conexiones y seguimiento. De esta forma iniciaba una semana muy complicada, tanto en lo laboral como en lo personal, acrecentando todo esto con mi preocupación ante los resultados obtenidos.
Karina había llevado todo el proceso de contratación de una reunión de trabajo con la empresa contratista de manera que podíamos contar con que los principales del negocio pudieran asistir. En este caso las cosas no deberían salirse de las manos ya que únicamente se trataba de unas copas y hablar de negocios; claro está que mi preocupación radicaba en que la presencia de Paul era casi inevitable por lo que debería encararlo, aunque para ser sincero mi mente me decía que apenas y toparía el tema, él había vivido sin número de situaciones similares antes y después de aquello, de manera es que lo más probable era que ni siquiera recordara haberse acostado con mi esposa.
... jefe, tengo muy buenas noticias... - dijo una resplandeciente Karina el lunes a primera hora - Todo se encuentra listo para la reunión, hemos coordinado todo con el hotel y los proveedores, de manera que espero no tengamos ningún contratiempo... ¿Pero te veo preocupado?
No pasa nada Karina, son solo cosas mías...
¿Acaso es por lo de Paul? o tal vez ¿tienes problemas con Tatiana?
No sé... tal vez ambas... Pero no te preocupes, vamos a trabajar que esta semana debemos tener todo a punto para engancharnos a este proyecto, que si lo conseguimos estoy seguro nos sacará de todos los apuros al menos un par de años...
Karina siempre me demostraba un espíritu de trabajo muy alto, ella llevaba casi sola toda esta coordinación, dejándonos únicamente los temas más complicados y de negociación. Pese a su juventud estaba destacando frente a todos sus compañeros, que en nada sospechaban su antiguo trabajo; claro está que ni de mi parte ni de Tatiana iba a encontrar ninguna relación ya que al fin y al cabo todos habíamos pecado en ese sentido. Suponía que Karina se pondría de novia con alguno de los muchachos que le hacían la corte durante esos días, más ella se mantenía muy distante de todos, aunque no había nada que reprocharle en caso de que no lo hiciera.
Durante esos días un nuevo avance por parte de mi esposa me dejó nuevamente en la triste tarea de practicarle apenas sexo oral, ya que no logré una erección de nuevo. Mis miedos a que aquella terapia no había resultado efectiva me estaban embargando de manera que empeoraba mi situación. Aquello no mejoraría si no era completamente franco conmigo mismo y con Susana... incluso con Tatiana.
Tomé valor y pedí una cita solo con Susana, debía confesarle a ella y pedirle ayuda antes de hablar con mi esposa, esperaba que la terapeuta me diera una luz sobre la mejor forma de tratar esto, más la vergüenza de confesarlo me sobrepasaba. Al fin llegó la cita con la terapeuta quien al verme no solo que no me preguntó por mi esposa, sino que se alegró de que haya venido así.
... creí que vendrías hasta dentro de dos semanas Julián, pero me he equivocado y ya te has dado cuenta de lo necesario de sincerarte contigo mismo.
¿Sabías que vendría?
Claro... pude ver como no me has dicho todo lo que te preocupa Julián, pero necesitaba que tú lo reconozcas y te enfrentes a los problemas... Pero no te preocupes, vamos a charlar...
Frente a Susana y lejos de la mirada de mi esposa pude abrir mi mente y corazón, contándole todo lo que había sucedido durante esa noche. Al fin no omití detalles en lo referente a lo que vi en aquel cuarto y por supuesto le conté que la vi entregarse a Paul esa noche, de vez en ves observaba sus reacciones, pero no pude distinguir nada que pudiera mostrarme que ella se alarmara, era como si ella ya hubiera previsto aquello, como si ya sabía lo que había ocurrido. Al final ella no solo no me juzgó, sino más bien me animó a que escarbara en lo más profundo de mi ser y sacara todo lo que ahí se guardaba. Mientras mi recuerdo y mi voz se sincronizaban otorgándole una clara idea de lo sucedido a la terapeuta, ella escribía unas veces rápida y otras lentamente en su libreta de notas.
... Y al final y estando juntos regresamos con Tatiana a nuestra vida normal, aunque creo que jamás podrá llegar a ser igual.
Muy bien Julián, ha resultado muy esclarecedor este avance, aunque he de decirte que ya suponía algo así, lo bueno es que ahora ya puedo responder a algunas de las inquietudes que me había dejado la sesión anterior. Y aunque hasta ahora no lo has resuelto, estoy segura de que pronto tendremos la respuesta a tu shock y podremos actuar en consecuencia.
Eso espero Susana, tengo mucho miedo a no recuperarme jamás... tengo miedo a que mi esposa ya no me quiera... y me deje por otro...
¿Has pensado en la cara de ese otro hombre?
No entiendo...
Me dices que has pensado que se va con otro hombre, que te abandona... entonces te pregunto si tú ¿Has visto su rostro o has imaginado quién es él?
Aquella pregunta me tomó por sorpresa, aunque en mi mente y mi imaginación ella decide irse con Paul, pese a todo lo que habíamos vivido juntos. Ella lo escogía a él y me abandonaba, acaso era eso lo que en efecto me causaba esta impotencia, la imposibilidad de complacerla en la cama... Tal vez ahora ella sueñe con aquella noche en que había probado una clase de sexo mucho más prohibido y excitante del que hemos tenido... o acaso ella aún soñaría con aquello que disfrutó con Paul en aquel hotel...
Con Paul... - lo dije avergonzado, pero seguro de que aquella aceptación iba a ser beneficiosa para mi.
Lo suponía... pero no te castigues con eso, yo te entiendo Julián, más debes enfrentar estos miedos y no ocultarlos en tu interior. Yo no estoy aquí para juzgarte, pero si para ayudarte a luchar con tus temores.
¿Ahora que voy a hacer?
Sencillo, tú sigue avanzando un paso a la vez, no te rindas Julián... Con Tatiana las cosas pueda que se compliquen un poco más ya que ella también tiene miedo y angustia, ella también siente que está perdiéndote, por lo que no te sientas solo o que tú tienes el problema. Quiero que trates de entenderla, comprenderla y ayudarla, ella también está sufriendo al igual que tú, por lo que si se derrumba seguramente no podrán servirse de apoyo el uno al otro.
La charla con Susana prosiguió sin que yo me sienta completamente aliviado, salí de su consultorio decidido a avanzar, más no todo lo que uno espera conseguir lo hace. Yo estaba enfocado en tratar de salvar toda mi relación con mi esposa, aquello no podría separarnos por lo que, como un acto de rebelión, compré unas flores y fui a casa tan pronto pude, logrando llegar al menos con dos horas de anticipación. Pero claro, aquel cambio en mi horario tal vez no fue la mejor idea que había tenido.
Llegué sin hacer ruido, quería sorprenderla, esperaba poderla encontrar lista para salir al gimnasio o tal vez en camino a alguna gestión pendiente, ella utilizaba esos tiempos para poder terminar las cosas que durante el día eran imposibles. Pero en la sala o en la cocina no la encontré, estaba casi seguro que estaba en nuestro dormitorio, así que silenciosamente me aproximé.
Unos pasos antes de llegar pude escuchar unos gemidos, claros y fuertes, los reconocí de inmediato ya que mi esposa era la única capaz de emitirlos. La puerta entreabierta me permitía al menos un poco de visión del interior, mi corazón latía fuertemente, no sabía que podía encontrarme allí, mis manos temblaban y mis pies pesaban como jamás los había sentido, aquello era mucho peor de lo que antes había vivido. Cuando mi visión permitió encontrarla una parte de mi se alivió, aunque el resto de mi cuerpo me indicó lo que claramente estaba sucediendo.
Mi esposa estaba recostada boca abajo sobre la cama y mirando hacia la ventana, sus piernas separadas me estaban mostrando impúdicamente su sexo, su grupa levantada representaba con claridad la excitación que en ese instante inundaba a su dueña, sus manos recorrían su entrepierna hundiéndose hasta lo más profundo de su sexo. Tatiana estaba en medio de una paja de campeonado, podía ver como en aquello se le estaba yendo la vida, no la había visto tan excitada y deseosa desde hace mucho tiempo. Respiré un minuto, estaba claro que mi esposa estaba excitada, muy excitada, pero ni estaba haciendo nada extraño ni me estaba engañando con alguien más al menos presencialmente, ya en su mente será otra cosa; pero estaba claro que no estaba satisfecha, necesitaba más de lo que yo apenas y podía darle.
Al tiempo que mi esposa movía sus caderas y sus dedos frotaban frenéticamente su entrepierna, sus gemidos subían cada vez más su tono y su intensidad. Aquella paja la estaba llevando a un límite de excitación muy intenso, pero ¿En qué estaba pensando? ¿Qué la había calentado tanto?... Esas preguntas no las podía contestar, pero obviamente la falta de sexo era algo que debía estarle pasando factura. Pensé entrar, ayudarla a extinguir su fuego, pero ¿Cómo? ¿Qué podía hacer diferente para que ella pudiera terminar satisfecha? Decidí esperar, dejaría que su cuerpo tenga lo que tanto necesitaba, no la molestaría, eso sería lo mejor.
Pero justo cuando estaba por retirarme y dejarla terminar, pude ver como su cabeza también estaba moviéndose a la par de sus caderas y mientras meditaba su significado una de sus manos se acercó a sus labios y tomó justo lo que mi mente intentaba descubrir. Mi esposa había estado chupando una enorme polla de látex, que ahora era tomada entre sus finos dedos que casi se mostraban ridículos frente al grosor de aquel aparato. Podía ver claramente como mi esposa había tenido entre sus labios una réplica muy exacta de una enorme y venosa polla, seguramente sus labios se perdían en aquel pedazo de plástico mientras su mente volaba a espacios distantes, más distantes de donde me encontraba yo.
Aquella certeza me hizo ahora quedarme nuevamente estupefacto, inmóvil nuevamente, así pude presenciar como mi esposa colocaba con su boca un preservativo a aquel enorme falo, un recuerdo a lo vivido anteriormente con Paul, eso me demostraba que ella estaba pensando en aquella noche, seguramente imaginando lo que había vivido en esos momentos, disfrutando nuevamente de lo que en realidad pudo tener entre sus labios. Pero su mano no se detuvo, tomó aquel mástil y lo comenzó a dirigir al centro de su sexo, pronto un enorme glande estuvo escudriñando su ser, dispuesto a abrirse paso entre su húmeda entrepierna.
Un movimiento de su cadera hizo el resto, la mitad de aquella herramienta penetró suavemente su cuerpo, haciendo que su espalda se arquee y su boca emita un grave gemido. Una vez aceptado a aquel invasor, su cuerpo se dio a la tarea de encontrar placer en aquel momento, sus caderas bamboleándose rítmicamente, su otra mano en sus senos mientras su boca no paraba de gemir, aquello era todo lo que seguramente había vivido aquella noche y que ahora lo recreaba para su satisfacción. Por mi parte no podía moverme, estaba impávido ante la clara muestra de que mi esposa necesitaba mucho más de lo que yo podía ofrecerle en ese momento. No soporté ver su orgasmo, un aire raro y lejano invadió mi pecho de manera que me liberó de mi inmovilidad; reuní fuerzas y pude reaccionar antes, de manera que silenciosamente salí de la casa… de mi casa.
Mientras estaba saliendo pude escuchar como mi esposa gritaba embargada de placer en lo que hacía suponer un enorme y satisfactorio orgasmo, todo esto mientras en mi estómago se marcaba un vacío que me hacía sentir incluso mareado. Cerré la puerta mientras aún percibía los sonidos de mi esposa siendo tomada en nuestro cuarto, si era correcto estaba siendo tomada por una polla que no era la mía, aunque sea solo en su imaginación... y en la mía.
Estuve de caminando por unas cuadras alrededor de mi casa, mientras mi mente aclaraba sus ideas. Estaba claro que mi esposa necesitaba más de lo que yo le podía dar, pero qué tanto estaba impactada con aquel gringo, que seguramente había sido el dichoso partícipe de esa paja. Acaso de tener oportunidad mi esposa podía volver a vivir o revivir aquella aventura o solo era producto de esa necesidad que yo no podía complacer. No sabía que hacer o decir, ¿Debería preguntárselo?
Tras una hora fuera intentando pensar y no hacerlo, entré a casa nuevamente, Tatiana en ese instante salía de la ducha seguramente para recuperar un poco su frescor. En nuestra habitación no había ni un resquicio de que mi esposa haya estado masturbándose hace poco, todo impecable y arreglado como a ella le gusta. Cuando me vio, una sonrisa se mostró en su rostro al ver aquellas flores que yo casi había olvidado, se lanzó a mi rostro buscando un beso al que yo amagando un enorme abrazo lo esquivé.
... que lindo mi amor... gracias por las flores - me decía al tiempo que sujetaba con una mano la toalla y la otra mi pequeño obsequio. - están muy lindas... ¿Y a qué se debe?
- Nada en particular... solo para decirte que agradezco toda tu paciencia conmigo... - dije sin pensarlo, aunque sabía que aquella paciencia podía estar cerca a terminar.
Que liiiindo... gracias, mi amor, voy a ponerlas en agua... - me dijo al marcharse en busca de un jarrón.
Allí me quedé de pie meditando sobre el motivo por el que había rechazado su beso y no entendía la razón, acaso apenas y había sido una fantasía de mi esposa, acaso no había ya olvidado lo que ella había hecho con una verdadera semana atrás... No me entendía a mí mismo y mucho menos el motivo por el que un cosquilleo en mi entrepierna me había obligado a darme cuenta de que una erección algo incipiente se encontraba emergiendo.
Al igual que Tatiana tomé una ducha que me permita refrescarme tanto física como mentalmente, un buen duchazo frio me ayudó a tranquilizarme y recuperar mi entereza. No podía permitir que aquello dañe la relación con mi esposa, seguramente ella estaba necesitando el sexo que no podía darle y el recordar un polvo muy excitante era la mejor forma de pajearse, aunque en ese recuerdo sea con otro hombre. Me convencí de que aquello no era más que una fantasía y que ella no pretendía ni intentaba hacerla realidad nuevamente, por lo que al final logré quitarme aquellos fantasmas de mi mente.
Tras un sueño reparador me esperaba en la oficina un nuevo día, yo suponía que aquel día todo resultaría bien y sin más contratiempos, pero como los males no llegan solos, un mensaje de un informante en una empresa estatal me alertaba que el contrato que pretendíamos ofertar estaba por ser adjudicado a una firma extranjera que en costos nos habían dejado completamente fuera de combate. Nosotros esperábamos contar con tener la oportunidad de convencer a los funcionarios de darnos una oportunidad, pero al parecer ni siquiera ellos podían hacer nada. En el transcurso de la mañana todo fue confirmado, Paul con su equipo nos avisó que el viaje estaba cancelado ya que el contrato había sido asignado a otra firma debido a decisiones económicas.
-... lo siento mucho Julián - decía Karina mientras me observaba contrariado frente a este nuevo informe que nos había dejado fuera de toda competencia - ya teníamos todo casi listo.
No te preocupes, a fin de cuentas, así son las cosas, no siempre se gana... - No podía ocultar mi decepción, pero las cosas eran así, no siempre ganábamos, pero tenemos que seguir adelante.
Si, yo lo sé... pero era la primera vez que organizaba algo así... Tenía mucha ilusión en que todo saliera bien... Pero como dices, ya habrá otras...
Podía sentir la frustración que Karina sentía en ese momento, estaba claro que ella habría dado lo que fuera para que nuestro contrato se volviera realidad, podía ver la misma ilusión que yo mismo había tenido hace tanto tiempo cuando empecé en la empresa hace ya tiempo, aquel empuje y ánimo me recordó mis mejores momentos; pero de eso ya hacía muchos años y sinceramente me hizo añorar aquellos tiempos.
Intenté animarla sin mucho éxito, por lo que al final la invité a almorzar ya que Tatiana justo ese día no había podido salir conmigo. Cuando llegué al restaurant con Karina, me sentía como un seductor de jovencitas atractivas, seguramente había más de un hombre que me envidaba al poder sentarse junto a aquella bella mujer, y claro mi orgullo y mi ego crecieron sobremanera, aunque estaba claro que era hacer castillos en el aire.
Charlamos de todo y nada, aproveché para desconectarme un poco de todo lo que me sucedía junto a Tatiana, consiguiéndolo desde el primer instante. Karina era una mujer muy inteligente, aunque aún le faltaba mucho que aprender, pero ella se esforzaba y tenía un muy buen criterio en muchas cosas lo que hacía que fuera muy fácil poder entenderla. Ya con mucha más confianza, me contó que varios de los chicos de la oficina la estaban pretendiendo pero que ella no quería nada con ninguno, que estaba esperando su príncipe azul.
... Pues que mala suerte que yo venga de negro... jajaja...
Siendo tú puedo hacer una excepción... jaja... - Podía ver una sonrisa tan franca penetrar mis sentidos, aquella mujer tenía un encanto que pocas veces había percibido, su voz y su mirada cautivaban incluso sin quererlo. - Aunque estoy segura de que Tatiana me mataría.
Si claro, solo lo dices para alagarme... seguro tendrás a muchos pretendientes en fila vestidos de príncipe. – dije riendo de su ocurrencia y claro que estando seguro de que no era solamente por decir. Muchos chicos en la oficina estaban que se morían por una oportunidad con ella.
Si hay muchos... pero bueno yo solo busco a uno... Pero creo que aún no lo encuentro... o tal vez él no me encuentra a mi o quizá solo no me ha reconocido...
Aquellas palabras no me dejaban nada claro sobre el estado sentimental de aquella preciosa chica, pensé a mis adentros que cualquier hombre sería muy afortunado de conquistar su corazón y aunque hubiera tenido un pasado tan turbio como el trabajo que realizaba, eso no significaba que era una mala persona y mucho menos que no merecía poder ser feliz.
Seguimos charlando de otros temas y de cómo las cosas habían cambiado para ella durante el tiempo que había estado trabajando con nosotros; me contó cómo había cambiado su forma de ver las cosas, al inicio pensaba que no iba a durar mucho o que tal vez no daría la talla por no tener estudios superiores, pero desde un inicio se había sentido muy cómoda y contenta con todo, por su trabajo, la gente y principalmente el ambiente tan familiar que llevábamos. Por eso y mucho más me confesó que anhelaba todas las mañanas poder ir a trabajar y también me anticipó que tan pronto se estabilizara empezaría a estudiar ya que era algo que siempre había querido y nunca tuvo la oportunidad. Eso me daba una idea de la clase de persona que aquella chica era y lo afortunados que fuimos en poder contratar.
En sus ojos percibía un brillo que la juventud tiene el momento de hablar de sus sueños, perdido entre sus palabras me sentía muy animado a seguir adelante, es extraño, pero es ímpetu que tienen los muchachos es tremendamente contagioso y nos insufla de una poderosa droga como es el optimismo y las ganas de comerse el mundo. Al final quedé embobado en sus largas pestañas y sus bellos ojos, aunque he de confesar que en más de una ocasión mis ojos fueron a parar directamente en su atractivo, aunque discreto escote. Pero una cosa vino con otra y al final terminamos hablando de lo sucedido aquel día y en lo mucho que nos ha cambiado a todos.
Durante esos minutos pude al fin desconectarme de todo lo que por alguna u otra causa me preocupaba, Karina con su ánimo y frescor me transportaba a un sitio libre de dificultades y complicaciones, por lo que no supe como agradecerle por tan placentero momento. Nos despedimos para poder volver a nuestro trabajo, más al momento de separarnos una sensación de angustia me provocó quedarme mirándola partir a su oficina mientras de pie en el umbral de una puerta la veía alejarse lentamente. Algo que hubiera parecido inofensivo me causó gran preocupación ya que era extraño para mí, aquella bella muchacha me producía una enorme atracción y no podía negarlo.