Negocio familiar
De como Teresa descubrió el sexo descontrolado con su hermano y su papá.
Carlos me besó dulcemente en los labios al despedirse, en la puerta de mi casa.
- Te veo mañana, reina.
Hasta ese mismo instante mi vida era perfecta. Tenía un novio estupendo, una familia que no se metía en mis asuntos, estudiaba, trabajaba y ganaba algún dinero extra gracias a cierta actividad que llevaba a cabo todas las noches de doce a una de la madrugada en mi habitación.
Pero todo cambió aquella noche, cuando Carlos se despidió con un beso y me metí en casa y... la película de mi vida pasó de ser un musical a una peli casi de terror.
La casa estaba a oscuras y silenciosa. Me pareció extraño que papá y Esteban, mi hermano, se hubieran acostado ya. Sólo eran las 10 de la noche. Fui a la cocina y me hice un sandwich con la idea de cenar en mi habitación. Pero cuando fui con el sandwich y una fanta a mi cuarto ví que la puerta estaba entornada y la luz encendida.
Empujé un poco la puerta y lo que ví me dejó anonadada.
Papá y Esteban estaban sentados en mi cama, ambos con la polla fuera. En mi ordenador corría uno de los vídeos que había grabado por el placer de verme luego. Una de mis sesiones con la cam.
Di un paso atrás. Jamás había visto ni a papá ni a Esteban masturbarse, pero hacerlo juntos y con uno de mis vídeos haciendo yo guarradas en él era asqueroso, nauseabundo, estaba mal.
Debí hacer algún sonido, seguramente un gemido propiciado por el asco que sentía, porque Esteban se puso en pie de un salto, abrió la puerta y me cogió de la muñeca. El sandwich se fue al suelo.
Esteban me metió en mi habitación por las malas.
- Mira papá, la zorra ha vuelto.
Esteban siempre había sido bueno conmigo. Pero ahora estaba desconocido. Me di cuenta de que mi mano había rozado su duro miembro y la aparté, asqueada.
Papá se puso de pie y me soltó una bofetada. Nunca antes me había pegado. Era como si estuvieran poseidos por extraterrestres.
Lo extraño es que lo único en lo que pude pensar es que la mano con la que me había hostiado olía a su polla.
- Así que era por esto por lo que te acuestas siempre tan temprano, para prostituirte, mala puta.
En la pantalla del ordenador aparecía yo tirada en mi cama con dos consoladores, uno metido hasta el fondo del ojete y el otro que lo metía y sacaba de mi coño despacito mientras me mordía los labios lascivamente.
Pensé, de manera incongruente, que habían pillado un buen vídeo para pajearse.
Esto no es prostituirse, papá. Esto es un negocio personal. Sólo vendo mi imagen para que cerdos como vosotros puedan aliviar el estrés.
Si por ellos fuera aliviarían el estrés encima de tus tetas - dijo mi hermano, dándole golpes a su tiesa verga.
Papá y él intercambiaron una mirada que no hacía presagiar nada bueno.
- Conecta la cam, Esteban. Ya que tu hermana lo considera un negocio cualquiera, vamos a ver si conseguimos subir las ventas.
No podía creer lo que estaba oyendo.
Mientras Esteban obedecía (o lo intentaba, no tenía la clave ni sabía la página) intenté hacer razonar a papá.
- Mañana te arrepentirás de lo que vais a hacer.
Papá me tiró encima de la cama.
¿De verdad me vais a violar? ¿Mi padre y mi hermano? Tiene que ser una broma.
Nadie te va a violar. No seas melodramática. Vas a empezar por comerte mi polla por las buenas y porque es lo que te gusta, puta guarra. ¿Estás grabando? - preguntó papá a Esteban.
Grabando sí, emitiendo, no.
Da igual. Ven aquí, sujétale la cabeza a tu hermana.
Vale, vale - dije, empezando a asustarme de verdad. - Hago lo que quieras, pero no seáis burros. A ver, acércate, gilipollas - le dije a papá, convencida de que haciéndome la dura podría salir casi indemne del trance.
Mejor si era yo quien decidía qué hacíamos. Si conseguía que se corrieran pronto la cosa podía acabar medianamente bien. Ya me había encontrado antes con hombres que perdían la chaveta cuando estaban cachondos. Lo extraño es que también pudiera pasarles a estos dos hombres. ¿Qué pensarían mañana de todo esto? ¿Cómo conseguirían que todo volviera a la normalidad entre nosotros?
Pensé que sería bueno hacerles reaccionar ahora que aún no había pasado nada pero papá me cogió del pelo y me restregó el pollón por la cara. Demasiado tarde.
Esteban se había subido a la cama y me estaba quitando los pantalones.
- Te voy a comer tol coño, hermanita.
No pude replicar. Papá me había metido la verga hasta la traquea.
Esteban se apresuró a terminar de desnudarme de cintura para abajo y empezó a comerme el coño como tan poco finamente acababa de anunciar.
Mi móvil empezó a sonar. Era el tono de llamada de Carlos, mi novio.
Papá me sujetaba la cabeza entre sus manos y me daba pollazos salvajemente, descoyuntándome la mandíbula. Tenía un falo normalito en cuanto a tamaño pero era la hostia de gordo y a duras penas me cabía en la boca.
El móvil seguía sonando insisténtemente.
Yo estaba indignadísima pero Esteban sabía lo que se hacía con la lengua y al cabo de poco ya estaba gimiendo como una perra.
- Así, hijo. Cómele bien el coñito. Y tú, traga polla, cariño. Papá te va a llenar bien llena la boca de lefa. Uf, qué mamada, qué buena.
Minutos después, mientras la lengua de mi hermano Esteban me llevaba al primer orgasmo, el móvil volvió a sonar. Estuvo casi dos minutos. Carlos se estaba preocupando.
Papá seguía follándome la boca. Yo intentaba darle el máximo placer a ver si se corría de una vez y me dejaba a solas con Esteban. Entonces Esteban empezó a comerme también el culo y papá a magrearme los pechos mientras me ensartaba la boca de polla y me volví loca de placer. Me saqué la polla de papá de la boca, la pegué a su ombligo y mientras movía el pandero en la boca de Esteban le comí con gran maestría los cojones a papá. Él me agradeció el cambio de actitud acariciándome el pelo con ternura, lo cual fue una mejoría también en su actitud.
Entonces Esteban dejó de darme lengua para arrimarme la cebolleta al ojete.
- Hermanita, te voy a llenar ese culazo que te gastas con mi tranca.
Asentí encantada, cambiando entre los cojones de papá.
Señalé hacia la cajonera del armario, que es donde tenía el lubricante, pero Esteban dejó caer un reguero de saliva en mi agujerito dispuesto a taladrarme por medios más naturales.
Cuando la cabezota de su pollón empezó a empujar en mi ojete me revolví de gusto. Papá aprovechó para llenarme la boquita otra vez de carne. Su vergota empezó a rezumar precum al instante.
Esteban era un follador nato. Mientras me daba unos pollazos por el culo que me dejaban sin aliento se las apañó para jugar con dos dedos en mi coño y no perder el ritmo.
Papá se puso todo cardiaco poco después.
- Oh, qué gusto. Sigue... Sigue... Me voy a correr. Mmmm. Que boca más puta tiene mi niña. Me corro. Me corro. Me corrooooo.
Se corrió en mi boca. No sé la cantidad de semen que tenía acumulada el muy cabrón pero aquel surtidor gordo como él sólo no dejaba de manar. Decidí no tragar y seguir mamando con la boca llena de lefa mientras Esteban me destrozaba el culo.
En ese momento la puerta de la habitación se abrió de golpe y escuché los gritos de Carlos.
¿Qué coño está pasando aquí? ¿Qué mierda le hacéis a mi Teresa?
¿Cómo cojones has entrado? -gritó papá, dándome golpes con la polla todavía descargando lefa en la mejilla.
Tu hija me dio una llave.
Esteban no dejó ni por un momento de follarme el orto a base de bien ni de meterme dedos en el coño que luego se chupaba, así que tuve que tranquilizar a Carlos desde esa posición.
- Estamos grabando un vídeo para emitirlo esta noche. No es nada. Es sólo un negocio familiar.
Me di cuenta de que la lefa de papá me resbalaba por la barbilla.
Entonces... ¿Todo está bien?
Todo está bien, cariño.
Carlos dio por supuesto que siendo mi novio también tenía derecho a participar. Se puso de rodillas al lado de mi cabeza y se sacó la polla.
Bésame - le pedí.
Uf. Tienes un lefote de tu padre en el labio. No estoy preparado para eso. Mejor me la mamas - dijo, introduciendo su verga depilada y aún morcillona en mi boca lefada. - A mí no me dejas que te rompa el culo - dijo, con un deje de reproche.
Mi hermano me sacó entonces la pollaca del culo y empezó a derramarse en mi espalda. Sentí cada uno de los trallazos de su caliente esperma sobre mi piel.
Papá, que no había perdido la erección después de la corridota, se había sentado contra el cabezal de la cama y se masturbaba lánguidamente.
La cosa se prolongó hasta las tres de la madrugada. Mis tres hombres me dieron caña y me regaron por todos los agujeros y yo me sentí muy puta pero también muy agradecida.
Sobre todo porque mi pequeño negocio ahora se ha convertido en un negocio familiar y las ventas no hacen más que incrementarse.
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