Nectar de frutas

A pesar de todo el dolor que me causaste cuando te fuiste, aun recuerdo tu mirada, como te movías y el sabor a mandarina de tu sudor, la exquisita fragancia que se generaba con la mezcla de tu cuerpo y el mío. Yo anhelaba sentirte, mirar tu cuerpo que para mi era la perfección de la creación. Cuando ponías tus manos fuertes en mi cuerpo que a comparación al tuyo es tan pequeño e indefenso. Por Dios, como recuerdo la manera como temblaba al ver que te acercabas a mi para hacerme perder la noción del tiempo.

Habíamos salido a tomar unos tragos, mejor dicho, a acompañarme a mi a tomar unos trago ya que tu no eres persona de saborear un buen licor que entra en la boca para sentir la explosión entre las piernas, pero si te gustaba ver como yo lo disfrutaba.

Yo después de varias horas de estar deleitándome con un delicioso embriagante, tomaste la decisión de llevarme a un lugar donde pudiéramos estar solos y tener solo para tus ojos a una mujer que se desinhibe por los tragos. Estaba tan cansada y el licor había ayudado mucho para caer en la cama casi inmóvil totalmente indefensa para tus antojos que siempre hacían que perdiera la lucidez.

Tirada en la cama solamente con fuerzas suficientes para ver lo que hacías, te acostaste a mi lado para desvestirme con una tranquilidad que me inquietaba, pero a la vez sin dejar que yo pudiera acelerar las cosas. Te tomaste tu tiempo, para quitarme botón tras botón, beso tras beso y tus manos tocando solo al parte de mi cuerpo que ya estaba al descubierto, mis deseos se intensificaban al punto de halar tu camisa; pero tu..... tu no, tu estabas tan tranquilo y sereno como nunca lo habías estado, mis fuerzas eran mínimas, tanto que entre risas me decías: " No te esfuerces si sabes que no puedes".

Olías mi pecho aun con mi sostén puesto, pero luego bajaste y mientras olías y besabas mi abdomen, me quitabas el pantalón, dejando solo mis cacheteros y mi sostén para que me cubrieran, te pusiste sobre mi cuerpo que yacía inmóvil solo mirándote, esperando tu próximo movimiento, tu próxima jugada que me llevaría a las nubes. Pasabas tus manos sobre mis piernas mientras mientras me mirabas fijamente a los ojos para ver si mi respiración se aceleraba, pero yo igual estaba tranquila, tocabas la parte inferior de mis muslos para solo causarme un estremecimiento y me besabas con tal delicadeza, con tanta ternura que entraba en mi boca como menta helada. Yo quería colocar mis manos sobre tu cuerpo tan perfectamente formado para encontrarme solo con las tuyas impidiendo que lo hiciera. Llegaste a desabrocharme el sostén para quitarlo con una lentitud desesperante para poder ver mis senos suaves como kiwis con pezones duros y firmes listos que los pusieras en tu boca, entre tu dientes, lo cual hiciste..... y lo hiciste tan bien!

Quitaste mis cacheteros y viste que ya estaba mas que lista para recibirte, para que te introdujeras en mi, pero no quisiste hacerlo sin antes haber probado con tu boca y lengua lo que había preparado para ti. Con la punta de tu lengua tocaste la punta de lo que para mi era la gloria y me hiciste volar sin necesidad de tocar el cielo, sin necesidad de tener alas y volé hasta lo mas alto y para cuando volví a la tierra me encontré con tu rostro y tu voz que me decía: "Rico, rico sabor a naranja" mientras introducías no sé cuantos dedos para terminar de enloquecerme. Te quitaste la ropa con tanta rapidez y fuerza que casi la dañas pero no dejaste que te ayudara y te pusiste sobre mi, pero no para penetrarme, sino de tal forma que pudiera poner tu pene que estaba duro como una estaca en mi boca, para saborear como te mojabas solo un poco, te tocaba tus nalgas perfectas con forma de sandias y así te tuve unos minutos, en mi boca, lamiendo, besando tocando lo que pronto me haría sentir que me partiera en dos.

Te sentaste, para ponerme encima y ver como tu miembro se perdía en mi a medida que me iba sentando lentamente, me agarrabas con manos de hombre fuertemente de la espalda y lamías el espacio que hay entre mis pechos; que delicia, que delicia ver como te desesperabas y me cogías con mas fuerza, halabas de mi cabello negro y largo, tus dedos se perdían en mis rizos que son interminables. Mis suspiros que traían de vuelta el icor consumido envuelto con tu sudor de frutas exóticas; la manera como yo hervía por dentro te enloquecía, me volteaste para quedar debajo de ti viendo como te movías y mordías tus labios y yo, yo tocaba mis senos que estaban a punto de estallar, me penetraste y me penetraste hasta que se me olvido mi propio nombre, ya no sabia si las manos que veía eran las tuyas o las mías nuestras lenguas se entrelazaban, los sabores se confundían, era un total éxtasis lo que tu y yo hacíamos y sentí que casi llegabas para bañarme en ti pero paraste, paraste a mirarme, a contenerte y entre besos y abrazos me pusiste sobre mis rodillas y manos (tu sabes que esa posición me saca de mis sentidos) para en esta posición volver a poner tu boca en mi vulva que sabia a ti y a mi, ayyyyy..... que sensación, que locura todo lo que sentía en ese momento, y luego lo volviste a hacer, volviste a penetrarme con tanta fuerza, con tanta pasión, tirabas de mi cabello, arañabas mis caderas, luego sujetabas mi cuello haciéndome sentir sensaciones diferentes con cada cosa que hacías, me hiciste olvidar donde estaba, hiciste que olvidara quien era yo y sentí como mi cuerpo cobraba fuerza por si sola, tanta que no podía controlarlo, sentía como corrientes de electricidad subían desde lo mas profundo de mi estomago hasta mi espalda, lo único que lograba hacer era morder mis labios mientras tu descargabas todo tu peso en mi y me sujetabas tan fuerte que me quitabas el aliento y de esta manera los dos dejamos que todo saliera de nuestros cuerpos, causando una inundación de sentidos y unos gemidos que no se sabia de cual de los dos salía.

Que manea de terminar una noche, que manera de disfrutar un cuerpo y el sabor de todas las frutas, quisiera tanto volver a ver como te perdías en mi; pero tu y yo sabemos que eso no volverá a suceder.