Necesito que me folles, Javi

Nueva confesión y ya van unas cuantas abriendo camino al polvo de la guagua

CONFESIONES DE CORNUDO CONVICTO Y CONFESO 11

Necesito que me folles, Javi

Tras la dialéctica batalla verbal que, con su propio aparato de silencioso acaloramiento, mantuvimos del modo que pudieron ver, en la crónica anterior, quien esto escribe con el otro yo de uno, a causa del procedimiento narrativo de la cosa; considero oportuno el convenir ya, ahorita mismo, sin dilación sin tregua sin rodeo, sin pérdida de tiempo y menos de interés, urgentes resoluciones, cirugía de hierro, para alcanzar de una puñetera vez  la cima, y en ella regodearse, sin excusa ni censura, ese pedazo de gol colándose por toda la escuadra, dos orejas y rabo (con perdón), una medalla de oro, el gordo de la bonoloto con su bote suculento, y el anhelado remate de los tomates: ¡Rosa, cómeme la polla¡ Sí, puta, de rodillas, así zorra, entre mis piernas, chupa, traga y acaríciame los huevos…

¡Eso es maricón! Así sí, ¿Tú lo ves? Así da gusto: sencillo, directo y al grano del vicio, entrometiendo con habilidad y sin rastro de pena, esos vocablos del lenguaje pornográfico que llaman “sucios” sin razón, pues más apropiado sería, debiera serlo, por ejemplo, rebautizarlos laicamente  para su uso en estos menesteres de la sacra jodienda, y nominarlos como “preclaros”, incluso “medicinales” o “proféticos”, pues quiénes sino ellos levantan el ánimo preciso, ascienden por el mástil robusto del deseo y lo afirman, cuando se pronuncian, se dicen y se oyen, tan sonoros como rotundos & sumamente eficaces, en voz de la mujer y en la voz del hombre, con tremenda urgencia y abierto desacato a esa losa inmunda que se reconoce como el “pecado de la carne”.

Y es odioso, más que antiguo abominable, considerar, exactamente vernos impelidos a la consideración de cómo, ni los adelantos ni las democracias ni las universidades, al cabo de los vendavales de la historia,  han sabido  han podido han conseguido doblegar y luego sepultar, a la estúpida aberrante y fanática senda prohibicionista secular, castradora humillante y perniciosa, por los siglos de los siglos bajo la vigilancia y la condena de tantos eméritos señores, interpretan a su antojo la voluntad que por tradición se atribuye a dioses severos, gobernadores de príncipes sumisos, incapaces; mas pese a lo cual perduran por estos territorios nuestros, trincheras barreras fronteras de una inmensa farsa al corte occidental.

Pero bueno, tío, ¡con lo bien que ibas! Lo tuyo creo que ya es pasarse, por la cara, por la puta cara dura que tienes encima de los hombros. De verdad que sabe a cachondeo. Claro, siendo gratuito, vamos ni un céntimo de euro, te permites licencias que, en caso de ser un trabajo remunerado, ¡no te jode! no te consentirías, entre otras razones porque aun queriendo tú y atreviéndote, la autoridad el dinero la empresa el jefe la patria… cumpliendo su obligación, tomarían cartas en el asunto, vamos: de patitas a la calle te mandan ipso facto, sin despeinarse ni darte las gracias, por gilipoyas.

Sin insultar. ¿Qué quieres? Yo soy así, cierto que procuro corregirme, pero si abandono la concentración se me abren, muy apetitosas ventanas y puertas, por ellas me pierdo, me desvían los colores mismos de las paredes, a quienes me siento obligado a preguntar, cuarto a cuarto, cuadra a cuadra, qué hora es? cuándo es el bautizo? quién barre hoy la escalera? a cómo estará hoy el kilo de mandarinas? por dónde se va a la casa de putas que han abierto nueva?

Y ahí caigo, me incorporo, busco y rebusco para encontrar el hilo, pobrecito mío abandonado en el jardín de las nobles palabras que rezuman sexo, así que, de momento hoy vamos a tener que seguir lejos del polvazo en la guagua, la medida es la medida y el espacio que resta se lo debemos a ellas: a puta, a cabrón, a come coño, a métemela en el chocho, a maricón, a zorra, a tienes boca de mamona viciosa, a bujarrón, a ramera, a chulo, a mira cómo me has puesto la polla cacho perra, a pide suplica pedazo de cornudo que me corra en tu cara después de haberme tirado a la golfa de tu mujer, a párteme el culo, a traga verga, a quiero necesito que me folles Javi con tu pollón, cariño, y me saques seis o siete orgasmos antes de lefarme las tetas para que mi cabrito doméstico tenga su premio y se entretenga en dejármelas relucientes con su lengua de animalito lamedor.

(Continuará)