Necesito Masaje II

Vuelvo a encontrarme a un hetero curioso. Es probablemente un reprimido que para sentirse un machito me usa y lo peor de todo es que me gustó.

Durante varias semanas mis pajas fueron recordando cómo me usó un chaval que un día encontré en un chat. Me había inquietado aquella sensación de excitarme dando  placer a otro tío.

En esas semanas volví a las citas con mis follamigos pero se me hacían demasiado rutinarias y no me acababan de satisfacer.

No me había atrevido a contactarle pero una noche estaba tan caliente que no podía dormir. Pensé un mensaje sugerente pero que no pareciera desesperado y se lo envié.  Como me imaginaba no hubo respuesta pero sí al día siguiente.

  • ¿Te gustó masajearme?-

  • Si, me gustó todo. Me pones muy cachondo-  Me sinceré.

  • La verdad es que la mamas muy bien- Me reconoció haciéndome sentir esperanza de repetir.

  • Podrías haberme avisado, cabrón- Me quejé aunque en el tono se me notó que me había gustado que hiciera lo que le diera la gana conmigo.

  • Jajaja seguro que te gustó-

  • Hay que ser engreído joder- Pensé pero me lo callé.

  • Venga dime qué estás dispuesto a hacer por chupármela otra vez-  Ahí me dejó tan descolocado que no supe que responder.

  • Si quieres te vuelvo a dar un masaje- Fue lo mejor que se me ocurrió.

  • Eso por supuesto pero con eso no me la chupas. ¿Te crees que me la come cualquier maricón?- Me espetó y me pareció tan mal que estuve a punto de mandarlo  a la mierda.

  • Solo me la han comido tías y tener a un pavo ahí amorrao me da algo de mal rollo-  Me dijo confirmando mis sospechas.

  • ¿Pero te gustó, no?- Le intenté recordar.

  • Si pero si tuvieras una peluca y un slip de esos con el culo al aire me pondría más cerdo-  Por un momento recordé que tenía una peluca rubia de los últimos carnavales pero se me bajó el calentón de verme en una situación así.

  • No tengo tío. ¿No te daría mal rollo verme con esta cara de tío y peluca larga?. A mí no me pone.  Lo del suspensorio se puede arreglar. – Estaba dispuesto a hacerle disfrutar pero también tenía que poner mis límites.

  • Déjalo, además seguro que tienes pelos en el culo y todo-

  • Eso también se puede arreglar- Aunque la verdad es que en treinta y tres años nunca me había depilado el culo. Tardó en responder y pensé que había perdido mi oportunidad mientras mi rabo estaba a mil y mi culo palpitaba como nunca me había pasado antes.

  • ¿Quieres aunque sea solo un masaje?- Sabía que eso le gustaba.

  • Quiero que me digas a todo que sí- Su respuesta me inquietó y pensé que era hora de huir.  Sin embargo mi mente recordó sus sobacos peludos, y su rabo oscuro.

  • Vale- Supongo que en ese momento me ganó la partida.

  • Tengo dos novias y las dos son un coñazo en la cama. Yo quiero una rubia putita que no se corte y haga mis fantasías realidad-

  • ¿Por ejemplo?-

  • Pues estar disponible y poder pasarme un momento a meterla o que me la mames. Follarte la boca de rodillas, no sé, cosas así- Mi polla se puso de nuevo a tres mil.

  • Estoy ardiendo. Dime lo que te gustaría y lo hago. Quiero hacerte disfrutar- Ya no me podía resistir más, necesitaba poder tocarlo y saborearlo.

  • Ya te lo dije y no me gusta repetir.- Su chulería crecía por momentos.

-Sí, a todo.- Escribí con bastante inquietud.

Seguía en línea pero no decía nada, así que pensé que quizá me había equivocado en la respuesta. Pero que más podía hacer que  estar dispuesto a lo que quisiera. Era lo malo de intentar quedar con heteros indecisos que tenían más fantasías que cojones para hacerlas realidad.

A medida que mi calentón se veía frustrado más me enfadaba con el aquel cabrón que me había puesto una almohada sobre la cabeza mientras se la chupaba.

  • Estaba acabando de currar. Voy para allá.- Recibí el mensaje y se desconectó. El muy sobrado no esperó ni la respuesta.

Me dio tiempo a darme una ducha y buscar un slip blanco que realzara mi culo. Quería excitarle y que realmente viniera a visitarme cuando quisiera aflojar presión en sus pelotas.

Cuando entró parecía diferente al otro día, sonreía con cara de cabrón en vez de mirar al suelo como la última vez. Le acomodé en el sofá y le ofrecí una cerveza. Al volver se estaba liando un porro que enseguida cargó el ambiente.

  • ¿Así que eres un putón que te vas dejando usar por cualquier macho?- Su voz grave parecía divertida hablándome así.

  • Me pones muy caliente, tío.- Intenté justificar mi “emputecimiento” mientras él señalaba el suelo con un dedo.

Me arrodillé entre sus piernas abiertas esperando más indicaciones. El muy cabrón estaba disfrutando pero yo estaba punto de correrme y no le había ni tocado aún.

Noté un empujón en la nuca y justo después me estrellé contra su paquete. Llevaba un pantalón de chándal azul marino viejo y algo estirado que dejaba pasar cierto olor a pelotas sudadas lo que me puso aún más cachondo. Me imaginaba aquel paquetón que ahora estaba creciendo, encerrado todo un día de trabajo a la vez que me restregaba contra él notando ya el contorno de su cipote hinchado.

Saqué la lengua pero recibí un tortazo al momento. –No me manches, puto maricón- De un tirón de pelos me separó y con la otra mano se bajó el pantalón hasta enseñarme unos bóxer negros muy finos que marcaban todo su aparato coronado por una gota de humedad.

Aspiré y ahora el aroma a macho era más profundo. Sudor de sus cojones y algo de olor a meo dependiendo de la zona.

La mancha seguía  creciendo mientras yo lamía las ingles levantando la costura del bóxer y dejando al aire una de sus peludas pelotas cargadas.

Su sudor me volvía loco pero la situación más. Tiró del bóxer hasta juntarlo al chándal por debajo de la rodilla dejando su rabo ya hinchado y algo húmedo. Ahora el olor la polla y meo se incrementó haciéndome inspirar a fondo.

Sentí un poco de vergüenza al darme cuenta del ruido que estaba haciendo.  –Serás guarro. ¿Te pone el olor de mi rabo sudado del todo el día?.- Lo agitó haciendo que llegará alguna gota a mi cara que dejó un hilo colgando hasta su cipote amoratado.

Su comportamiento no tenía nada que ver con el otro día que solo se dejaba hacer. Hoy estaba disfrutando al saber que podía hacer conmigo lo que quisiera.

No pude evitarlo y me lancé a por su rabo completamente empalmado. Lo toqué con la punta de la lengua pero un fuerte ostión me apartó dejándome paralizado. Aquello no había sido un cachete morboso. La mejilla me picaba y oía un zumbido.

  • Quieto puta, hoy es viernes y follo así que no necesito correrme- Permanecí en silencio todavía inmóvil por el miedo aunque por dentro con ganas de devolverle la leche y echarlo a la puta calle.

  • ¿Para qué había venido si ya sabía que iba a follar después?- No entendía nada.

  • Limítate a hacer lo que te digo y no me cabrees- Yo quise entender  que no lo haría más si seguía al pie de la letra sus órdenes. Le miré y me sonrió con complicidad lo que me dejó algo más tranquilo.

  • Necesito mear. Coge el vaso y mete la polla. Como me caiga una gota te enteras.- Dijo de nuevo con tono autoritario.

Miré el enorme vaso que no había usado para tomar la cerveza y sin dudarlo lo puse delante de su rabo morcillón cogiéndolo por la base.

Estaba flipando por la situación. No estaba cómodo pero a la vez me había vuelto a empalmar como un perro en celo.

Mientras el vaso comenzaba a llenarse, noté un olor intenso a orina que ni en los peores servicios públicos. Su olor era muy fuerte mientras que el color era más bien blanquecino.

El tío con los ojos cerrados tenía una cara de felicidad que nunca había visto. Realmente nunca había estado en una situación como aquella. Era distinta a su cara cuando se corrió el otro día pero se le veía disfrutar.

El líquido llegó a la mitad del vaso y a mí me parecía una cantidad enorme de meada pero el caño no paraba.

Me encantaba tocar su rabo sin empalmar y notar algo de humedad de su sudor a la par que el surtidor seguía en marcha.

Poco a poco disminuyó el caudal justo cuando empezaba a preocuparme porque el vaso se llenara del todo.

  • Deja el vaso y me la limpias con la boca- No me lo esperaba y mientras dejaba el vaso en la mesa baja pensé qué hacer.

Creo que tardé demasiado porque con un cachete me sacó del trance para después agacharme hasta su polla flácida que sujetaba con la otra mano. No tuve opción, o sí, pero de pronto me encontré su rabo mojado en la boca y metido hasta la base peluda.

Su sabor me dio mucho asco y eso que la punta húmeda la tenía alojada en la garganta. Me apretó con una mano hasta aplastarme con su pubis que emanaba olor a macho trabajador pero sobre todo a macho cachondo.

No podía sentirme más humillado tragando hasta el fondo y sin poder respirar cuando siento líquido caer por mi garganta.

  • Las últimas gotas. Que no manche el gayumbo.- Sus palabras me confirmaron lo que ya sabía. Me había tragado algo de su última meada. Entonces me corrí sin tocarme como nunca me había ocurrido. De hecho no sabía que eso podía ocurrir.

Aún con riesgo de asfixia, mis contracciones me hicieron clavarme más la polla del aquel chaval. Además ahora parecía crecer dentro de mi boca.

Le miré de reojo y tenía el móvil en la mano. Sentí pánico por si estaba haciendo fotos pero noté que estaba escribiendo un mensaje.

  • Me cago en la ostia. Se me jodíó el polvo.- Dijo tras leer el mensaje de vuelta. A mí me alegró pensar que igual tenía la oportunidad de acabar la salvaje mamada que le estaba haciendo.

Me clavó contra su polla llenándome la boca entera y me mantuvo allí unos segundos que se me hicieron eternos.

Con su mano izquierda me tiró del pelo para desamorrarme de su rabo y con la derecha siguió machacándosela.  Yo tenía un primer plano de aquel cipote a punto de explotar y su tronco brillante y lleno por completo de mis babas.

Casi en silencio y sin previo aviso comenzó a lanzar chorros blancos que saltaron a mi cara haciéndome cerrar los ojos. Notaba su calor cayendo por mis mejillas y nariz. Cuando abrí de nuevo los ojos él estaba en éxtasis.  Me pasó su rabo por la cara extendiendo la leche mientras me miraba fijamente. Ahora todo era mucho más lento y morboso.

Yo sentía la suavidad de su prepucio recorrer mi cara.

  • Trae algo para limpiarme.- Dijo recostándose en el sofá y poniendo las manos en garra como hacen los tíos cuando las tienen  llenas de leche tras una paja.

Me levanté y me iba limpiar los churretones que caían ya por mi mandíbula pero no me dejó. Entonces comenzaron a saltar al polo de marca que me ponía para trabajar. Me resigné a verlo lleno de leche blanca y fui a por toallitas.

Necesité dos para limpiarle porque además de mi cara había llegado a su pezón izquierdo y  algunos restos a sus pelotas e ingles.

Fue entonces cuando se fijó en mi pantalón corto y el manchurrón que se generó con el pedazo de corrida que me había pegado.

  • Veo que te lo has pasado muy bien sin ni siquiera tocarte.- Yo asentí seguro que con cara de puta satisfecha y todavía con la respiración agitada.

Estaba sudado y lleno de leche propia y ajena. Tenía la cara enrojecida y un sabor raro en la boca entre meada y leche pero allí seguía de rodillas esperando sin saber muy bien qué.

Tiró de sus gayumbos y pantalón a la vez y elevando el culo los devolvió a su sitio.

  • ¿Haces algo esta noche? Me molaría quedarme un rato a relajarme- Joder, se había quedado con ganas de más.

  • No, no voy a hacer nada. Tenía una cena pero mi amiga está mala así que me quedaré aquí tranquilo viendo una peli o algo así.- Por un momento me vi tomando una cervecita y charlando como las personas con aquel chaval al que apenas había oído veinte frases en total.

Fue suficiente para que se acomodara a lo largo del sofá poniendo sus enormes y viejas zapatillas en el apoyabrazos. Me pidió otra cerveza y  yo me serví una también.

  • Voy a lavarme un poco que estoy incómodo así.- Además estaba también cortado y no ve veía charlando lleno de lefa por la cara y de churretones que ya habían calado el polo que llevaba.

  • Te quedas así. Te jodes.- Me miró muy serio. Aquello me clarificó que nos íbamos a ser colegas viendo una peli. Al cabrón le gustaba humillarme y eso le bastaba. Lo de correrse fue porque se le jodió el polvo de esa noche.

Sonó el teléfono y me hizo una señal poniendo su dedo delante de los labios.

  • ¿Qué pasa loco?.¿Qué haces?-  Su tono de voz cambió. Se le notaba cierta alegría de recibir aquella llamada.

  • Ya te ha dicho Graci que han decretado noche de chicas, ¿no? Hay que joderse, uno lleva esperando toda la semana para follar y mira qué plan. – Una voz de un chaval de su edad sonó algo decepcionada por el altavoz mientras mi machito lo sujetaba como una tostada.

  • Si ya me lo dijo. A mi pasa igual, así que me acabo de pegar un buen corridote.-

  • ¡Qué cabrón!. Yo supongo que haré lo mismo. Creo que ya paso de ducharme ni vestirme. Igual me pongo unas series y hasta que me quede sobado.- Respondió su colega resignado.

  • Oye ¿ Y si nos tomamos unas birras y unos canutos tranquilamente?- Propuso el chaval desde mi sofá.

  • Va loco, no me apetece ir de bares- Opuso la otra voz todavía más desganada.

  • ¿Y si te digo que tenemos sitio calentito, con tele y wifi? .- Sonrío al teléfono mientras me miraba con cara de chulo. Entonces intuí su plan y negué con la cabeza. No estaba dispuesto a meter otro desconocido en casa.

  • ¿Y eso?- Preguntó con tono de intriga la otra voz que por otro lado sonaba también a machito de barrio.

  • Mmm pues, ¿te acuerdas del marica que me dio el masaje otro día?.- Joder, se lo había contado a un colega. Me sentí humillado de imaginarlo.

  • ¡No jodas! Pero yo paso de follar ni cosas de esas. ¿Era una tío mayor dijiste no?.-

  • Si, no sé treinta y muchos, creo. Pero se le ve buena gente y obediente jeje.- Me estaba haciendo gracia la conversación y a la vez quería cortarla pero no sabía cómo hacerlo sin delatar al chulito de mi sofá.

  • Te paso la dire y trae alguna botella.- Colgó y con toda naturalidad me dijo. –Hala, ya tienes plan.-

  • Tío no voy a comérsela a tu colega.  Tú me pones cachondo pero no quiero quedar sin verlo- Lo que traducido era que estaba dispuesto a volver a hacerle disfrutar a él pero no se a ser la puta de su colega porque su novia pasara de él esa noche. He de reconocer que la idea me puso otra vez cachondo pero ni el incipiente calentón me llegó a convencer.

  • A ver zorra.- Dijo arrastrando las letras. – Vamos a tomar una cervezas tranquilamente, aquí nadie habló de mariconadas. ¿Entiendes?. Mi colega no sabe que después del masaje chupaste polla y no tiene que saberlo.-  Se incorporó, se encendió otro cigarro y pegó un enorme trago a su cerveza.

No había pensado que solo quisiera usar mi casa para hacer botellón. De pronto los imaginé allí a su rollo pudiendo mirarlos discretamente y no me pareció tan mal la idea.

  • Vete a limpiarte y a cambiarte. Estás que das pena.- Y se dedicó a escribir nuevos mensajes seguro de que yo había aceptado el nuevo juego.

Me metí en la ducha dejando al desconocido en el sofá al que encontré en la misma postura al volver, pendiente de su móvil.

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