Necesito Masaje

Esos días de suerte en los que buscas morbo y lo encuentras. Un chaval que sale de trabajar y quiere relajarse...

Llevaba una tarde bastante caliente así que cuando llegué a casa me conecté a un chat.

Al contrario de lo que esperaba enseguida me puse a charlar con un chaval de veintiocho que buscaba masaje y mamada.

Me dijo que no quería conversación: llegar y desnudarse.

Nos vimos por cam y estaba bastante bien. Moreno, con el pelo al uno y barba de dos días. Bastante serio y morboso sentado en su coche. Supuse que vendría de trabajar.

Antes de quedar insistió en que él no hacía nada y me preguntó si tenía una peluca de mujer. Me pareció gracioso pero él lo decía en serio.

A la media hora entró por la puerta sin decir nada, solo con una sonrisa de complicidad. Le acompañé a la habituación y le dejé unos segundos solo para que desvistiese, aunque le vi desde el pasillo. Llevaba unas zapatillas viejas y enormes, vaqueros ajustados y una camiseta verde caqui. Mediría uno setenta y cinco y no le sobraba ni un gramo de grasa. Su cuerpo era delgado pero se le marcaban todos los músculos.

Entré con el aceite en la mano, se dejó puestos unos horribles calcetines color crema y se echó sobre la cama dejándome ver un culo pequeño y muy velludo.

Yo le llevaba cinco años y varios centímetros de altura pero me sentía pequeño al lado de aquel chulito que esperaba que lo descargara.

Pensé en quitarme el bóxer pero me lo dejé puesto para que fuese menos comprometido sentarme sobre su culo.

Calenté el aceite con las manos y comencé a extenderlo por su espalda ancha y fuerte. Emitió algún sonido gutural de aprobación y seguí masajeando. Por los costados se notaban sus costillas y algo más arriba sobresalían pelos recortados de sus sobacos.

El chaval movía la cabeza de un lado a otro con cierto nerviosismo. -Quizá fuese su primera vez- pensé, mientras trataba de relajarle pasando a darle algunas caricias a lo largo de la espalda.

Me coloqué a un lado para manipular el lado contrario de la espalda y pude ver de cerca su culo que estaba completamente en tensión. Bajo  la espesura se veían sus pelotas medio aplastadas.

Yo estaba cardiaco metiendo mano por todas partes. Llegué a su culo pero no lo aflojaba, así que apenas pude pasar mis dedos por su raja. A donde sí llegué fue a su perineo que estimulé con los consiguientes gemidos del chaval.

Mi curiosidad por ver su ojete peludo me hizo insistir en el culo pero no había manera, así que fui bajando por sus torneadas piernas.

La verdad es que el tío estaba tremendo. Su piel oscura no tenía ni una imperfección y sus músculos se notaban sin llamar la atención.

Llegué a sus pies y le quité los calcetines. Cuando fui a dejarlos sobre las zapas noté el olorazo que salía de ellas, supongo que después de todo el día trabajando. Creo que se quedó un poco cortado cuando comencé a manipularle los pies. Estaban algo resecos así que los hidraté con aceite. Por sus respiraciones fuertes le gustaba que se los masajeara.

Me hubiera lanzado a lamérselos porque eran realmente bonitos. Delgados y cuidados, con algunos vellos muy oscuros. Sin embargo no me atreví por cómo pudiera reaccionar.

Seguí masajeando volviendo por sus piernas fuertes y duras hacía el culo que seguía apretado.

Le pedí que se diese la vuelta y me encontré con su rabo medio morcillón aunque yo pensaba que llevaba empalmado todo el rato. Sus pelotas eran grandes y con el vello abundante y algo recortado.

Aunque yo estaba muy cachondo prefería no perder el contacto con su piel así que ni me toqué.

Él estaba con los ojos cerrados y los brazos tras la nuca. Me encantaban sus axilas peludas y pecho adornado también con vello largo y negro.

Sin pensarlo me lancé a lamerle los pezones y el tío gozaba así que seguí mordiendo y lamiendo saltando de uno a otro. Notaba como su rabo se ponía a tope ahí abajo mientras le seguía calentando comiendo sus pectorales totalmente duros.

Por primera vez me tocó y fue en la nuca para llevarme hasta su entrepierna. Su polla, a toda máquina era más gorda de lo que imaginaba. Antes de lamerla me zafé de sus manos y comencé a darle toques con la lengua en sus pelotas alternando con lamidas en sus ingles. Se retorcía de cosquillas pero se le notaba  que le gustaba.  Su olor era leve pero me ponía muy cerdo. Me metía un huevo en la boca después otro, más tarde pasaba la lengua de uno a otro y él seguía agitándose con los ojos cerrados.

Cuando ya no pude más, lamí despacio aquella columna de carne de abajo a arriba varias veces. Su cipote completamente hinchado estaba coronado por una gota blanquecina, Pasé la lengua y vi cómo me miraba desde arriba complacido.  Se puso la almohada sobre la cara y me empujó contra su cipote. Lo ensalivé bien y me lo clavé entero para mostrarle lo que le iba a hacer.  Después volví a lamerlo por todo su contorno para saborear el sabor a machote que llevaba,

Me lo imaginaba cachondo en su coche buscando plan y ahora lo tenía allí para sacarle la leche.

Volví a la carga tragando hasta el fondo mientras comenzaba a bufar. Bajó la almohada hasta taparme la cabeza mientras yo seguía mamando,  Sentí que le daba mal rollo ver como otro hombre se la chupaba y por eso me tapaba el jeto. No sabía si eso me debería humillar pero realmente me dio morbo. Pensé que podía ser un hetero curioso y me puse calenté más.

Mientras seguía mamando, con la mano le tocaba las pelotas que ya estaban muy duras. Con un dedo llegué hasta su culo presionando todo el perineo a la vez.

Ensalivé muy bien capullo y le hice un pajote con el que se estremeció pero no llegó a correrse. Volví a clavármela en la garganta oyendo sus gemidos crecientes.  Yo  estaba tan caliente que me la sacaba y metía entera. consiguiendo un golde de cadera al final. Sentí un sabor salado y seguí ordeñándolo con la mano, escupiendo la leche de mi boca sobre su cipote palpitante.

Tras sacarle la última gota permanecí meneando su polla algo morcillona lubricada por su leche caliente.  Con su respiración cada vez más tranquila seguí acariciando su rabo extendiendo su crema por las pelotas y el pubis.

El chavalote no se movía y yo tampoco quería dejar aquella polla brillante y oscura que tan bien sabía. Seguí acariciándola unos minutos y me levanté al baño.

Aunque le indiqué que podría pasar a lavarse o usar la toalla el muy guarro me dijo. – No hace falta- y se vistió sin más, en un minuto. Por fin oí su voz grave y me la imaginé diciéndome guarradas al oído.

Cuando salí del baño y le vi vestido me volvió a dar mucho morbo. Era un tío corriente, me acababa de usar y quizá no le volvería a ver. Sin decir palabra salió por la puerta.

Al entrar de nuevo a la habitación noté el hedor de sus zapatillas al que antes me había acostumbrado pero que ahora me parecía demasiado concentrado.

Yo ni siquiera me había tocado. Nunca antes había atendido solo el placer del otro. – Joder que puto morbo- pensé mientras me la comencé a pelar sobre la cama que conservaba algo de su olor.