Necesitando un contable... Las infidelidades

Abriéndome las piernas enterró su cara en el tesoro que yo escondía entre mis piernas, dándose el gusto de lamer, me mordía, me besaba, o solamente me pasaba el rostro absorbiendo el aroma de sus líquidos deslizándose entre mis piernas. De pronto sentí como mi cuerpo se tensaba, como comenzaba a vibrar indicio certero que un gran orgasmo se aproximaba, pronto empecé a gemir, mi cuerpo a contorsionarse, Daniel comenzó a penetrarme más profundo con su lengua,

Necesitaba los servicios de un contable urgente, mi marido había recibido una invitación para participar de unas inversiones, y necesitamos asesoría, pues la verdad que no sabíamos mucho de inversiones. Un vecino me recomendó a un contable que recientemente lo ayudo en una situación parecida. Por lo que con una llamada, tenía la cita coordinada. Mi marido y yo nos dirigimos a la misma, que tendría lugar a las 3:00 p.m. En la ciudad había un tráfico horrible, mi marido en su búsqueda de un lugar para aparcar, había dado ya cuatro vueltas a la manzana. Mirando el reloj vi con disgusto que ya eran las 3:25p.m. y francamente me molesta sobremanera llegar tarde a una cita, por lo que le dije a mi marido: "Detén el auto, Leo, detén el auto ya." – Leo que ya conocía muy bien mi temperamento, de inmediato detuvo el vehículo, y mirándolo le dije: "Con calma localiza un estacionamiento, y luego me buscas en la oficina del contable Olavaria."— acto seguido eche a andar sin mirar atrás. Tan pronto entre al edificio, ubiqué la oficina y pronta me dirigí al área.

Varias veces toque la puerta, pero nada, el rótulo anunciaba que la oficina estaba abierta, pero la realidad era que no había nadie a la vista. Al entrar pude escuchar una música que parecía provenir de una puerta que había entreabierta en la oficina. "Sr. Olavaria, hola, hay alguien por aquí?" – pregunte a la vez que entraba en la misma. Sólo la música parecía recibirme, y me se dirigí a la puerta entreabierta. "Sr. Olavaria, se encuentra usted?"— asome la cabeza, viendo que al final del pasillo había otra puerta. Lenta, mirando hacia todos lados, proseguí, "Sr. Olavaria" – s uave empuje la puerta al final del pasillo y grande fue mi sorpresa al ver que era un baño. Y vaya que baño, tenía un enchapado en loza victoriana precioso, un gran espejo, adornado con unas flores hermosas, junto con unas velas que sencillamente daban al lugar un toque de gran romanticismo. Un hombre, el Sr. Olavaria imagino, se encontraba justo al final, sumergido en una bañera llena de agua y espuma. Sus ojos de un color castaño me observaban fijamente, "Disculpe usted, es el Sr. Olavaria, pues teníamos una cita y no encontré a nadie en mi entrada." – balbuceé notando sus cabellos húmedos, mis ojos no pudieron evitar deslizarse por su pecho, viendo sus bellos, que al estar mojados, se enrollaban dándole un aspecto sensual, del que él, no parecía darse cuenta. Pero el Sr. Olavaria a la vez que yo lo observaba, él, hacía lo propio y sus ojos, vieron desde el gran escote que yo traía, hasta la minifalda que se ceñía a mis caderas, dando paso a unas hermosas piernas largas vestidas por unas pantymedias, negras culminando en un hermoso par de sandalias de gran tacón que me daban un aire de sensualidad dejando a Olavaria evidentemente impresionado.

Sin más el Sr. Olavaria se paro, no pude contener un gritito: "Ahh" —pero no pude desviar la vista, mis ojos irremediablemente se dirigieron a su virilidad, que al percatarse del morbo de la situación, se encontraba presta a la acción. Nuestros ojos se encontraron, él tomó la toalla y se seco el rostro, yo no sabía el porque, o quizás si, pues de una manera casi primitiva, me percataba de la atracción que él estaba provocando en mí, una excitación provenía de la adrenalina que corría mi cuerpo como fuego, haciendo que el centro de mi feminidad se mojara sin remedio. Entreabrí los labios, mordiendo el labio inferior sin darme cuenta que este gesto tan inocente, estaba cargado de sensualidad. Daniel, me miraba sin poder dar crédito a esta situación. Me miraba como quien no puede creer que esto le estuviera pasando a él, y dando un paso hacia delante parece haber pensado: "Al diablo, esta hembra tiene que ser mía. Que rayos si luego pierdo el trabajo al menos, mi polla se dará el gustazo de tener esa chochita." Siguió caminando hasta llegar frente a mi, todo el tiempo desnudo, mis ojos ya no disimulaban y se daban banquete recorriendo el cuerpo de Daniel.

-- Mi reina, si sigues mirándome así, te daré lo que pides a gritos." –llegando a mi, detuvo su mirada en mis labios, provocando que nuevamente mordiera mi labio inferior. "Que, que es lo que estoy pidiendo?" – balbuceé. "Esto" —al decirlo, paso su brazo por mi cintura y acercándome se adueño de mis labios. Mientras con el brazo me atraía a su cuerpo, sintiendo yo, como su polla crecía cada vez más. Casi no podía respirar Daniel, se había adueñado de mis labios, parecía querer sacarme el alma con aquel beso. Su lengua me lamía, sus dientes me mordían, sólo podía sentir lava corriendo por mi cuerpo, mi conchita vibraba, provocada por las acciones de aquella lengua. Daniel bajo el brazo y metió la mano debajo de mi falda, sintiendo mi tanguita, con una de sus manos me apretaba el trasero redondo, y con la otra mano, comenzó a palparme la conchita, mientras su boca seguía posesionándose de la mía sin darme la más mínima oportunidad a negarme, cosa que tampoco hubiera hecho. Mientras yo le había pasado los brazos por sus hombros entregándome a ese beso ardiente, que no admitía rechazos. Daniel ante mi evidente aceptación me levanto, y le rodee la cintura con mis piernas, sintiendo de inmediato su polla entre ambos, dura, muy dura, mientras se encamino a la oficina, dirigiéndose al sofá que él tenía en la oficina.

Al llegar al sofá me tiro, me incorpore, Daniel me recostó y procedió a abrir mis piernas, viendo que mi cuevita, húmeda pedía a gritos que la atendieran, y Daniel no me hizo esperar más. Abriéndome las piernas enterró su cara en el tesoro que yo escondía entre mis piernas, dándose el gusto de lamer, me mordía, me besaba, o solamente me pasaba el rostro absorbiendo el aroma de sus líquidos deslizándose entre mis piernas. De pronto sentí como mi cuerpo se tensaba, como comenzaba a vibrar indicio certero que un gran orgasmo se aproximaba, pronto empecé a gemir, mi cuerpo a contorsionarse, Daniel comenzó a penetrarme más profundo con su lengua, sacándola, sólo para dar paso a sus dedos que siguieron penetrándome hasta que caí exhausta en el más maravilloso éxtasis temblando y gimiendo sin poder contenerme.

De pie en la entrada de la oficina un hombre nos observaba, "Que perra, como se lo esta gozando, ufff este contable le esta dando como a ella le gusta…" —pensaba Leo mientras se ocultaba un poco para que aún no lo viéramos, en tanto se iba quitando también la corbata y camisa, pensando muy bien lo que haría. En el sofá aún no terminaba de recuperar bien el aliento, cuando Daniel en un gesto rápido, me levanto sentándome sobre su falo, que cada vez más duro reclamaba atención. Abrí mis piernas, ofreciéndole la más cálida recepción, mientras que reclinándome sobre su pecho me deje llevar por los movimientos de Daniel. Sumergidos ambos, en el ritmo intenso de tal candente pasión, no vimos cuando Leo se nos acercó, hasta que estuvo frente a nosotros completamente desnudo, con su virilidad tan dura, no dejaba la menor duda que disfrutaba y se había calentado viendo como el Daniel Olavaria me cogía.

Ya junto a nosotros, sencillamente se acomodo entre mis piernas, al sentirlo me voltee, a mirar y viéndolo, le sonreí de manera coqueta, invitándolo a unírsenos, él me jalo levantándome las piernas quedando yo en lo que conocemos como el clásico sándwich, Daniel debajo, penetrándome por mi culito, y Leo entrando en mi cuevita,

marcando un nuevo ritmo de movimientos. Daniel viendo mi marido unirse a nosotros, tuvo que hacer esfuerzos para no explotar ahí mismo ya que su fantasia más guardada era hacer el amor con una desconocida y su pareja. Que en la misma ambos caballeros la penetraran a la vez, cosa que sin duda estaba ocurriendo. Leo siguió entrando más y más rápido en mí, yo no dejaba de gemir, envuelta en el torbellino de sensaciones que sentía al ser penetrada por dos vergas grandotas, cada una le daba más duro, y yo me sentía en el paraíso. "Vamos, denme, clavensen dentro de mi, vamos háganme suya, vamos, denme esas pollas vamosss ahoraaa…" —gemía sin poder contenerme, Leo disfrutaba viéndome gozar, Daniel agarrándome de los senos, no cejaba sus movimientos hasta que comencé a gemir de una manera descontrolada, mi cuerpo comenzó a contorsionarse, y ambos hombres sentían las contracciones de mi orgasmo en sus pollas, dejándose llevar también por mis gritos enloquecidos, los que no podía contener, "Aahhh, ahhahhh ahhhhhh coño.. denme mássssss!!!! " –gritaba cayendo presa del más intenso orgasmo vivido antes, Daniel no pudo aguantar más y exploto, llenando mi culito, de su semen caliente, Leo por su parte saco su polla de mi cuevita y termino sobre mis senos, tirando sus líquidos por todo mi cuerpo, a la vez que también mascullaba en la pasión del momento: " Toma perra, toma zorrita, como te gusta que te cojan, aquí tienes mi leche…" —al decir esto me baño con su esperma caliente

Después de un buen rato, y varios orgasmos más, pudimos tener la opinión experta del contable Daniel Olavaria, con quien acordamos que nos reuniríamos más tarde para poder analizar una que otra buena inversión… Besos Esther… Tu Fantasia!