Necesitaba ser infiel

De como el destino deparaba una infidelidad provocada.

NECESITABA SER INFIEL

Con mis propios líquidos lubricó y me la ensartó en el culo, arrancó en mí unas lágrimas pero de placer, llegué a mi quinto orgasmo, era el día sexual más feliz de mi vida

Esta historia es verdadera, me ocurrió solo hace 3 meses y ahora que las cosas se enfriaron decidí contarla a ustedes. Soy una mujer de 36 años, llevo ya 13 de matrimonio y del mismo nació mi única y bella hija que ahora tiene ya 10. Mido 1,70 y mi cuerpo todavía conserva algo de atractivo ya que noto que a veces me miran y no con ganas de darme un saludo. Soy recatada para vestirme, uso vestidos debajo de la rodilla o si uso pantalones, procuro no ceñirme el cuerpo, arriba uso blusas sueltas y ropa conservadora. Resulta que después de 13 años de matrimonio y al ser mi marido el único hombre en mi vida, ya la cosa se hacia tediosa, a veces él no me entendía cuando yo quería solamente un poquito de cariño y él solo quería sexo, y otras veces cuando yo ardía, él estaba cansado, así poco a poco se fue forjando en mi mente la idea de tener una aventura, pero esta debía ser discreta, de una sola vez, nada de perder la cabeza, podía perder todo lo que amaba en el mundo, así pensé en muchas opciones, estaban mis dos cuñados, los esposos de mis hermanas, ambos siempre habían competido en atenciones conmigo, a los dos los sorprendí viéndome el culo o las tetas cuando sin querer me agachaba, pero el riesgo era mucho, podría dañar nuestros hogares, otra opción era el portero del edificio, famoso por atender bien a las vecinas, pero hacerlo con él, que también me tenia ganas era para ser la comidilla de todos, así pasaba el tiempo y nada. Pero lo que tiene que suceder, sucede, así un día llegó del interior del país el sobrino de mi esposo, un jovencito de 19 años, alto, simpático, él debía estar unos días en la cuidad para hacer los tramites del bachillerato que se le dificultaron en su pueblo, desde que lo vi supe que él seria quien calmara mis necesidades y seria con quien me daría el gustito y desde que me vio, no lo hizo como se debe a una tía, ya al presentarnos me vio de pies a cabeza, deteniéndose en mis senos y culminando en mi boca, sentí un sofocón. Empecé la conquista, la primera vez fue casualidad, yo estaba tendiendo la cama y él entró, empezamos una charla y lo notaba animado mirándome, descubrí que al agacharme, mis senos se veían encima del brassier negro de encaje que llevaba, al darme cuenta, demore lo más que pude para darle el gustito, luego más tarde le pedí que me ayudara a llevar la ropa mojada a colgar al patio, al agacharme empujé con mi culo hacia su miembro, lo refregué, pero no hice nada más, yo quería que él tomara la iniciativa, cuando se sentaba frente a mi, disimuladamente para todos, cruzaba mis piernas mostrándole a él, lo más que podía, ya lo tenia loco, él solo quería estar conmigo, me pidió que le acompañara a los tramites, fuimos en un auto de alquiler, atrás ambos charlábamos, yo llevaba falda y crucé de nuevo mis piernas, él no me quitaba los ojos de encima, yo coqueteaba con mi pelo y rozaba con mis manos mis senos, claro también estaba excitada, mis pezones crecieron y la blusa no pudo tapar este crecimiento. Llegamos a la oficina, no había atención, por lo que caminamos un poco, llegamos a una plaza y tomamos helados, él fue quien dio el primer paso, me dijo que la traía loca, que me respetaba pero quería estar conmigo, fingí un poquito de enojo, siguió insistiendo por lo que empecé a seguirle la corriente, se acerco y me dio un beso, me dejó helada, al no haber rechazo, me plantó un ardiente beso, sus manos tocaban mis piernas, le dije aquí no, vamos a algún lado, llegamos al primer hotel que había, entramos, yo iba casi agachada, entramos a la pieza, seguimos besándonos. Él hábilmente sacó mi blusa y bajo mi falda, quedé con brassier y mi tanga al juego, él se quitó la camisa, sobre el brassier empezó a chupar mis tetas, estas querían explotar, ¡que habilidad para chupar tenia el chico!, aflojó la prenda y me mamó con deleite ambos senos, haciéndome llegar al primer orgasmo, yo me quité la prenda baja y le pedí que me la mamara, así lo hizo, tenia una lengua hermosa, larga, hábil, se tragaba mis fluidos y me hacia enloquecer, yo tenia que retribuirle, le hice poner de pie, desabroché su pantalón, se lo quité al igual que su bóxer, tenia una hermosa pinga de unos 20 centímetros, gruesita, de cabeza rosadita, ya botaba líquidos preseminales, la acaricie con las dos manos y le di la mamada de su vida. Le mame de cabo a rabo, le mamé los huevos uno por uno, se los junté, le hacia estremecer, con mi lengua jugaba con la puntita de su pene, él gemía, me dijo que se correría, le dije, quiero que acabes en mi boca, así lo hizo, se convulsionaba, yo me tragué toda pero toda su leche, nos recostamos un rato, pero queríamos más, especialmente yo por lo que volvió a mamarle el pingo, rápidamente reaccionó, subí encima de él y de una me lo clavé hasta el fondo, era yo quien marcaba el paso, hice que agarrara mis tetas y yo hacia la cabalgata,, luego y sin sacarla me volteé dándole la espalda, era hermoso ver sus piernas y sus huevos y parte del pito entrándome, nuestros vellos se juntaban mojados por los líquidos. Me cambié de posición, me hice dar a lo perrito, como su miembro era largo, no había problema, me daba rico, él quería darme por el culo y yo se lo permití, me mamó toda, luego con mis propios líquidos lubricó y me la ensartó, arrancó en mí unas lágrimas pero de placer, llegué a mi quinto orgasmo, era el día sexual más feliz de mi vida, acabamos así, nos vestimos y volvimos a la casa, no lo hicimos de nuevo, él se fue y me llamó un par de veces, pero todo quedó allá. Autor: Esposa Infiel