¡Necesitaba relajarse!
¿sexo para relajarse? Ahí estoy yo para dárselo
Mi sobrina está preparándose un café, y para ello va de un lado a otro de la cocina como un autómata. Coge la taza, va a la cafetera, coge una cucharilla, vuelve a por una capsula de café… luego va por la azúcar…todo de forma desordenada al tiempo que repite en voz baja una lista de conceptos para memorizarlos.
- “hemocromatosis: acúmulo excesivo de hierro, hematuria: sangre en la orina, leucopenia es un descenso del número de leucocitos…”, repite una y otra tratando de memorizar la lista.
Davinia lleva un par de días obsesionada con el examen de hoy, para prepararse bien lleva varios días estudiando sin salir apenas de su habitación. Incluso por las noches la hemos oído como dedica horas y horas a la preparación. Por fin ha llegado el día de la prueba, la veo muy tensa y alterada, quisiera ayudarle.
Mientras que yo estoy tranquilamente desayunando, ella se mueve nerviosa a mi alrededor. Mantiene la taza entre las manos dando pequeños sorbos al caliente y largo café que se ha preparado. Se lo toma de pie, sin parar quieta ni un instante.
A mi eso me permite contemplarla y recrearme con la visión de su joven y atractivo cuerpo. Es una jovencita preciosa y alegre que ahora está en medio de un momento lleno de ansiedad que la conduce a un ir y venir sin control.
Va descalza, solo viste una camiseta de una talla supergrande que le sirve de pijama. Puedo ver sus bonitas y desnudas piernas. La camiseta termina justo donde el culo pierde su nombre y reposa sobre su pecho, que se adivina generoso y firme como corresponde a una joven bien dotada.
La situación es confusa y resulta complicado decidir que hacer. El stress es un auténtico freno para desatar el lívido de una mujer y por otra parte, el sexo es un antídoto eficaz contra la tensión, devolviendo al cuerpo su equilibrio. Me parece una buena oportunidad para terminar de ganarme su confianza al tiempo que yo disfruto al tenerla en mis manos.
Debo proceder con cuidado si pretendo ayudar a mi sobrina, quiero darle la tranquilidad necesaria para enfrentarse a su temido examen y lo mejor que se me ocurre es distraerla con mis cosas, quizas provocarle un rico orgasmo que la libere de la tensión.
- “Estas muy tensa. Eso no es bueno para concentrarse”, le digo mientras le cojo de la mano para captar su atención.
- “Tío, eso ya lo sé …pero no lo puedo evitar…esta asignatura no se me da nada bien…pero no quiero dejármela atrás”, me contesta un poco cabizbaja.
- “Ven…acércate más… que tu querido tío te va a dar el remedio que necesitas”, digo atrayéndola hacia mi tirando de su mano, al tiempo que le pongo la otra en la parte interna de su muslo.
- “Ahora no!….no ves que no tengo tiempo… me quedan sólo dos horas y todavía cometo fallos en la lista de enfermedades de la sangre”, dice mi sobrina tratando de soltarse de mi presa.
- “Déjame hacer a mi…hazme caso…cinco minutos y como nueva…verás como tu cerebro te lo agradece…cinco minutos y te dejo que sigas estudiando”, le aseguro.
Ya he dado el primer paso y espero conseguir mi propósito tras conseguir sortear el freno que supone su estado de ansiedad. Otro punto esencial en la estrategia a seguir es darle motivos para que tenga confianza ciega en mí y en el posible resultado de lo que le estoy proponiendo. Ella ya me conoce, sabe que me encanta verla disfrutar, que haré todo lo posible para que se sienta bien y que la trataré con todo el mimo del mundo.
Mis manos, mi boca, mi sexo están a su servicio, siempre se acomodan en todo momento a sus deseos. Todo esto lo debe tener muy presente en su mente si quiero que acepte mi propuesta.
Juega a mi favor el hecho de que tiene en su cabeza nuestros encuentros más recientes. La he hecho vibrar con mis manos y con mi lengua hasta que sus orgasmos la han llenado de felicidad. Tengo que conseguir que esos penDaviniaentos vuelvan a su cabeza y desaten su deseo para que yo pueda actuar.
- “Es un momento…un pequeño masaje y te sentirás como nueva…”, “anda acércate y confía en mi”, “ya me conoces y sabes que suelo tener razón en estas cosas… luego podrás ir al examen mucho más tranquila y llena de energía”, le digo.
- “Un masajito suave y rico como el de la otra noche… te sentará bien… ya lo veras”, insisto para vencer sus últimas reticencias.
Con expresión de resignación, como quién cede porque no tiene más remedio, Davinia se acerca un poco más, deja escapar un hondo suspiro y se planta frente a mi. Con poco entusiasmo por su parte, me deja que mueva la mano a lo largo de su muslo hasta que la parte superior de la palma tropieza con la zona entre su ano y su vulva.
Hago una pequeña presión hacia arriba. Ella se apoya sobre mis hombros y cabeza, preparándose para recibir mis caricias. Le froto la rajita por encina de la braga suavemente durante unos instantes hasta que noto que sus labios se ablandan, se engordan y empieza a suspirar.
La cosa va bien, poco a poco se va relajando y se entrega a mi para que le de ese masaje que le devuelva el sosiego.
Meto los dedos entre su cadera y el borde de su braguita para poder tirar de esta hacia abajo. Davinia aprieta las piernas cruzando un poco las rodillas para facilitar que la braguita pueda descender a lo largo de sus muslos sin dificultad. No nos preocupa que caigan al suelo, ahora lo importante es que su sexo está desnudo, justo delante y que mi sobrina está impaciente por recibir mis caricias.
Con una mano se apoya sobre mi hombro y con la otra se sujeta la camiseta para mantenerla bien arriba por encima de su bajo vientre con lo que tengo a mi alcance su pubis. Uhmmm… que preciosidad! Me gusta mucho contemplar su pubis y como poco a poco se me va mostrando.
La zona sobre la rajita esta abultadita y es el único sitio donde conserva sus pelitos. El resto está bien afeitadito, mis dedos resbalan sobre su piel transmitiéndole ricas sensaciones al desplazarse por las ingles, su vientre, la parte superior de sus muslos y sobre todo al pasearse repetidamente a lo largo de sus labios.
- “Te lo has afeitado…que lindo se te ve el chochito… es el más bonito que he visto”, le digo mientras le paso la yema de los dedos por encima de los labios de arriba abajo varias veces.
Luego aprisiono suavemente los labios entre la punta del dedo pulpar y el índice, como si cogiese una pizca de sal, repetidamente a lo largo de toda la raja. Se que esto la estimula mucho y lo repito varias veces empezando por abajo y terminando a la altura del clítoris.
Por fin, pongo la punta del dedo pulgar y el índice entre sus labios, los separo y hago que sus labios se abran de par en par para mostrarme su rosada vulva. Uhmmm que rica….siento ganas de amorrarme y comérmela toda.
Podría pasarme un buen rato dedicándome a darle variadas caricias con mis dedos, desplazándolos de arriba abajo, describiendo círculos sobre su clítoris, alternando distintas presiones…me gustaría mucho hacerlo, pero hoy no es el día, no tenemos tiempo. En otra ocasión le prometo que nos entretendremos mas rato pero hoy vamos directamente a liberarla de la tensión que la oprime.
Con la punta de los dedos pellizco el taco de mantequilla que hay sobre la mesa cogiendo una pequeña porción. La aprieto haciendo que la mantequilla se funda y forme un aceite espeso. Antes de que se escurra entre los dedos, llevo la mano hasta su sexo y lo embarduno repartiendo bien el líquido.
Ahora mis dedos resbalan sobre su piel pudiéndole dar un masaje mucho mas aterciopelado y suave sobre sus labios.
Dejo una buena cantidad de saliva sobre los dedos, y los restriego entre sus labios. Busco la entrada a su vulva para introducir la primera falange del dedo índice. Cuesta un poco progresar, para ayudarme, Davinia levanta su pierna y apoya el pie sobre el asiento de la silla. Ahora mi dedo se cuela dentro con mas facilidad, encuentra un entorno caliente y húmedo. Saco el dedo hacia afuera para humedecer sus labios con todos mis dedos.
Meto y saco varias veces mi dedo hasta que noto que su vulva ya se ha acomodado a mi presencia y esta todo bien lubrificado. Es momento de cruzar los dedos, el dedo medio se superpone sobre el índice, para que los dos juntos se desplacen a lo largo de la raja como si fueran uno solo. Al llegar a la parte baja, los dejo inmóviles con la yema justo enfrente a la entrada de paraíso.
Empujo suave, Davinia respira profundamente, pone su mano por detrás de mi cabeza y mueve su cadera hacia delante para ayudar a que mis dos dedos la penetren.
- “Uhmmmm como me gusta que me hagas esto… cómo me conoces…”, dice ella mientras sigue moviéndose para ayudarme a que se introduzcan profundamente en su vagina.
- “me encanta hacerte estas cosas… es delicioso”, le digo después de chuparme los dedos mojados por sus jugos y justo antes de volverlos a introducir lentamente.
Esta segunda vez los meto hasta que los nudillos del resto de dedos me impiden avanzar. Es el momento de doblar los dedos que tengo dentro para apoyarlos sobre la pared detrás del clítoris.
Doy un leve tironcito hacia mí para apretar la parte interior Mi sobrina suspira profundamente al tiempo que yo ensayo de movimiento de los dos dedos. Es como si hiciera el gesto de :“anda…ven aquí…ven, ven”. Lo hago despacio, estoy tocando una zona muy sensible y merece por mi parte toda la delicadeza posible.
Poco a poco va emergiendo una especie de botoncito. Es ligeramente rugoso y sobre todo es muy, muy sensible. Le doy un ligero masaje circular situándolo entre la yema de mis dedos.
- “Uhmmm tío, como me pones!....que rico me tocas…ya sabes todo lo que me gusta…siiii…siii asi me gusta mucho…..sigue…si… si” me dice mi sobrina cogiéndome fuerte por el cuello para mantenerme cerca de ella y obligándome a continuar.
Veo que a mi sobrina le empieza a temblar la pierna que tiene apoyada sobre la silla, así que mi mano libre la pongo por encima de la cadera hasta coger uno de sus cachetes con firmeza dándole la estabilidad que necesitaba.
Con la otra mano le sigo acariciando su sexo. Paso de un movimiento de apretar y aflojar, a otro que alterna el contacto de un dedo y el otro, podriamos decir que hago un efecto tijera. Le doy golpecitos alternativamente con un dedo y el otro, consiguiendo una gran estimulación de toda la zona.
- “uhyyy…qué cabrón eres…me encanta… vas a hacer que me corra… ¿has visto como me caen las gotas por la pierna?....uuhmmmm sigue…sigue….tito mio…me tienes locaaaa”
- “sigue ..sigue….me voy a correr…aprieta y afloja…asi…asi…repite, repite….ahhggg”, grita mientras se agarra de mi cabellera tratando de dominar mi ritmo y la forma de mis caricias.
Sigo acariciándola prestando atención a sus gemidos, a sus temblores, que su orgasmo está próximo y es tiempo de mantener constante las caricias, sin ceder a la rutina y sin caer en el apresuramiento. Tengo que escuchar e interpretar lo que me transmite, para seguir dándole todo lo que quiere y como lo quiere.
Al fin le llega su clímax, se abraza a mi cabeza apretándola contra su vientre. Es momento de retirar mis dedos y dejar que disfrute de las dulces sensaciones que fluyen por todo su cuerpo.
- “gracias tio… ahora estoy mucho mejor…se me ha ido casi toda la tensión y estoy mejor para ir al examen…”, dice pasados unos instantes tras recuperar el aliento.
- “estoy seguro que te va a ir muy bien…te lo has preparado mucho y los nervios te podían jugar una mala pasada”. “a mi me encanta ayudarte con estas cosas…jejeje”, le digo al tiempo que le doy una palmadita en la nalga.
- “Tienes razón…estoy mucho mejor…si el examen me va bien te devolveré el favor, y si no… prepárate para recibir mis castigo por haberme distraído estos minutos cuando mas necesitaba repasar”, me contesta tras un hondo y prolongado suspiro.
Pongo cara de “me lo estoy pensando” que logra arrancar una carcajada a mi sobrina. Es cierto que estoy dudando sobre que me gustará más, una sobrina contenta y agradecida o una sobrina que quiera “castigarme” … a su manera.