Navi - I
Primera parte de la historia de cómo conocí a Navi.
I -
Era el segundo año que subía al pueblo de mi novio a pasar unos días con él y su familia ya que eran las fiestas mayores. Después de tres horas de autobús, llegué cansadísima y esperando que mi novio me recibiese con los brazos abiertos y con ganas de verme, ya que hacía como tres semanas que no nos veíamos y estaba falta de cariño y de un poco de sexo.
En cuanto llegamos a su casa y saludamos a sus padres, nos fuimos directamente a la habitación que habían preparado para mí, y caímos mientras nos besábamos en la estrecha cama. Empezamos a besarnos desesperadamente como si no hubiese mañana. Mi novio empezó a manosearme las tetas por encima de la camiseta, y al pasarle la mano por encima de la bragueta, noté lo dura que tenía la polla, y intuía por sus jadeos las ganas que tenía de follarme en esa misma cama. A los pocos minutos ya me había quitado la camiseta y me besaba y mordía el cuello con ganas feroces. Yo empecé a mojar las bragas en ese mismo momento, ya que los besos y chupeteos en el cuello me ponían a mil. Empecé a desabrocharle los botones del pantalón, y el dejó que me arrodillase para acabar de quitárselos. Los calzoncillos se los quito él mismo de las ganas que tenía de meter su polla entre mis jugosos labios. Cuando me quise dar cuenta, ya le estaba haciendo una paja a buen ritmo, mientras subía y bajaba mi mano por su grueso tronco y oía sus gemidos. Empecé a ponerme más y más caliente a medida que se la lamía y le sobaba los huevos con la lengua. De repente él me cogió del pelo y hizo que me la metiese toda en la boca de golpe. Empezó a follarme la boca a un ritmo constante, y a mí me gustaba. De hecho, me ponía muy caliente que me tratara como a una puta barata, y que hiciese todo lo que se le pasara por la cabeza conmigo. Empezó a llamarme con nombres obscenos, y a la vez que se la chupaba empecé a frotar las bragas que llevaba contra mi clítoris, poniéndome cada vez más caliente. Me sentía como una auténtica zorra, de ésas a las que pagan unos míseros billetes a cambio de echar un triste polvo en un hotel. Cuando mi novio estuvo a punto de correrse, paró en seco, me hizo levantarme del suelo y me bajo los pantalones que llevaba. En unos segundos estaba a cuatro patas y con las bragas a la altura de los tobillos mientras mi novio me penetraba cada vez más fuerte y rápido. Empezó a follarme muy rápido, tan rápido que notaba como sus huevos impactaban en mi clítoris. A los pocos minutos noté como la lefa espesa y caliente entraba en mi interior, y oí a mi novio mientras se corría. Después de que saliese, esperaba que siguiera dándome placer para que yo también me corriera, pero se limitó a besarme, a decirme que me quería y a irse a tomar una ducha. Yo me quedé allí, con las bragas por los tobillos, recordando todas las veces que habíamos follado en esa cama y todas las demás veces, y dándome cuenta de que no sabíamos follar sin que yo me comportara como una vulgar zorra. Me preguntaba cómo sería.
Por delante nos esperaban cinco días llenos de alcohol y música. Esa misma noche cenamos en casa y salimos a eso de las doce a un pequeño pub de la zona donde se reúnen los chicos y chicas y por supuesto, los amigos de mi novio.
En aquel pub estaban todos los amigos de mi novio, aunque la mayoría de las caras eran irreconocibles para mí, ya que solía conocer a la gente en alguna noche de borrachera, y me resultaba difícil recordar su nombre otra vez. Sus amigos eran diferentes. Los conocía desde hacía ya bastante tiempo y me llevaba bien con ellos. Había uno de ellos que me resultaba bastante atractivo, aunque estaba fuera de mis posibilidades y además no quería nada serio, así que me deleitaba viendo a mi novio jugar en el futbolín mientras me tomaba una cerveza detrás de otra.
Cuando llevaba unas tres cervezas, se acercaron al futbolín unos chicos que conocían a mi novio y a sus amigos, y que eran unos tres años mayores que nosotros; ya que mi novio y yo tenemos la misma edad. Se acercaron rodeando el futbolín, y distinguí al que mi novio me había descrito como el mejor ligando con las mujeres. Era rubio con los ojos azules y tenía una personalidad misteriosa que no sabía si se debía a que era tímido o bien a que era antipático. De repente, alguien se sentó a mi lado. Cuando me giré para ver quién era, distinguí a un chico cuya cara me era familiar. Cuando me vio sonrió y me saludó con dos besos.
-Hombre, hacía tiempo que no te veía por aquí. ¿Qué tal todo?
De golpe, recordé su cara y su nombre. Se llamaba Iván, era tres años mayor que yo y tenía el pelo negro, corto; a juego con sus ojos marrones que eran brillantes. Sabía por mi novio que estaba saliendo con una chica que era de mi edad, y que llevaban bastante tiempo juntos; muchísimo más incluso que nosotros. Aun así me quedé embelesada viendo su sonrisa, con sus dientes perfectos, mientras me miraba expectante, esperando una respuesta.
-¡Hola Iván! Pues estoy por aquí, ya sabes, a ver qué tal están las fiestas este año…
-Es que has venido el día que no era.-Se rió.-Mañana habrá más fiesta, ya verás.
Mientras asentía, él dio un trago a la cerveza y me volvió a mirar. Parecía abatido, cansado, y eso que sólo era el segundo día de las fiestas.
-Pareces cansado.-Le dije para entablar conversación.-¿Mucha fiesta o qué?
-No…No sé, es sólo que estoy cansado.-Volvió a sonreír.
Sin querer, y viendo que los otros chicos no dejaban el futbolín, Iván y yo empezamos a hablar de todo un poco, riéndonos cada vez más a la vez que bebíamos cada vez más.
A eso de las tres de la mañana, la gente empezó a irse y nosotros con ellos. Se dirigían hacia una plaza donde había música y la gente bailaba como loca. Mi novio y yo empezamos a bailar al son de la música, pero pronto se cansó y propuso que fuéramos a por algo de beber. Yo ya estaba bastante borracha, así que dije que no. Mi novio se marchó y me quedé allí en medio, sola, hasta que vi una cara conocida. Era Iván.
-¿Qué haces sola?
-Me han dejado sola por una triste cerveza.-Dije entre risas.
El también rió. Nos miramos.
-Me gusta mucho cómo te queda tu camiseta.-Dijo Iván, poniéndose serio.
-Gracias. A mi también, por eso me la pongo.-Dije entre ruborizándome y riéndome.
Nos miramos de nuevo, riendo y comprobando lo borrachos que íbamos, cuando mi novio volvió de repente. Iván saludo a mi novio y otro chico se unió a la conversación.
-¡Oye! Navi le estaba diciendo a tu novia que le gustan mucho sus tetas.-Le dijo el otro chico entre risas a mi novio.
Yo me quedé blanca, pero me relajé cuando Iván y mi novio se rieron al unísono. Mi novio no era nada celoso, y probablemente no se creería semejante cosa, además de que Iván parecía el típico chico incapaz de engañar a su novia, como yo era incapaz de engañar a mi novio.
Después de eso, no volví a ver a Iván. Nos fuimos a eso de las seis y media de la mañana, y estábamos tan borrachos los dos que no conseguimos ni intentar ponernos cachondos. Caímos redondos, cada uno en su cama.
La noche siguiente volvimos a salir. Yo no sabía porqué pero tenía ganas de encontrarme de nuevo con Iván y de hablar con él. La noche anterior me lo había pasado muy bien hablando, y me habría gustado seguir la conversación. Estuve bastante apática toda la noche, buscando a una persona a la que seguramente no le importaba lo más mínimo, hasta que mi novio se percató de que no estaba interesada en lo que me estaba contando.
-¿Te pasa algo?
Me volví hacia él.
-No…es sólo que no tenía muchas ganas de salir…
-Ah, ya te entiendo…-Dijo mi novio sonriendo, pícaro.
Empezó a besarme el cuello mientras me abrazaba, pero no conseguía olvidar la cara de Iván, riéndose con mis historias y mirándome con aquella cara que se le quedaba cuando esperaba algo, sin saber muy bien el qué.
Me deshice de mi novio cuando empezó a meterme mano por debajo de la camiseta y me excusé diciéndole que ya lo haríamos en casa. Se calló y sonrió, aceptando. Cambié de tema y pregunté por lo que me interesaba.
-Oye, y el chico ese de ayer, el que te dijo que Iván me miraba las tetas, ¿por qué llamó Navi a Iván?
-Bueno…es que entre los amigos le llamamos Navi… no sé, es una tontería.
-Ah…Oye, ¿y ayer no parecía un poco como cansado o aburrido?
-Bueno, supongo que será porque hay rumores de que ha cortado con su novia.
Recibí la noticia alegrándome, y de repente me sentí mal por aquello. Navi me había caído bien.
La noche siguió como si nada, hasta que dos horas después vi a la que hasta entonces había sido la novia de Navi, llorando, desconsolada, con otra chica. Alejé a la chica de mi pensamiento y le pedí a mi novio que volviésemos a casa. Una vez allí, y sin esperar si quiera que llegáramos a la habitación, empezó a besarme por el cuello y a morderme, y siguió con su retahíla de preliminares, aunque esta vez estuvo más pendiente de mí y también me hizo disfrutar. Después de quitarme la camiseta y el sujetador, empezó a sobarme las tetas y a masajearlas como si de dos flanes se trataran. Les siguió su lengua, que paseó por los pezones, haciendo que se pusiesen duros y haciendo que me pusiese a punto de reventar de placer. Siguió lamiéndome por todo el cuerpo hasta que llegó a los pantalones. Me los quitó y empezó a acariciarme el clítoris por encima de las bragas mientras con su lengua seguía chupándome los pezones. Cuando estaba ya muy mojada me quitó las bragas y me tiró encima de la cama. Me abrió de piernas y hundió su cara en mi coño mojado por el placer y empezó a lamerlo con sumo cuidado, con lengüetazos que me llegaban hasta dentro. Luego empezó a follarme con los dedos, primero uno, luego otro; hasta que perdí la cuenta. Incluso llegó a follarme el coño con la lengua. Extasiada, le pedí que me follara, y se quitó el pantalón rápidamente. En unos minutos ya estaba dentro de mí, dándome fuertes estocadas mientras yo gemía como una loca sin acordarme de que había más gente en esa casa. Eso parecía excitarle aún más, ya que empezó a llamarme, como de costumbre, zorra; y a darme azotes en el culo e incluso en las tetas. Esta vez, reventé de placer yo primero en una de sus estocadas. Sudorosa y todavía excitada me hizo chuparle la polla una y otra vez a un ritmo frenético hasta que acabó encima de mis tetas grandes y redondas. Me dio un beso de buenas noches y me dejó durmiendo allí, llena de lefa.
La tercera noche empezó bastante bien. Fuimos a cenar con los chicos y chicas de su edad a un recinto donde había mucha más gente. Era una especie de tradición en su pueblo. Nos sentamos al lado de sus amigos, y cuando llegaron todos, empezamos a comer. Delante de mí se sentó la supuesta ex novia de Navi, una chica rubia que al reconocerme sonrió.
Cuando ya llevábamos más de media cena, me percaté de que junto a nuestra mesa estaba la mesa de la gente que tenía tres años más. Me dio un vuelco el corazón cuando reconocí a Navi sentado no mucho más allá, riéndose del comentario de uno de sus amigos.
Al terminar de cenar, nos empezamos a tomar unas cuantas copas de más con sus amigos y las chicas se retiraron a beber a otro sitio. Alcancé a ver que Navi y su ex novia se cruzaron y sólo se miraron unos segundos. Después de una media hora, tanto él como amigos suyos se habían unido a nuestras conversaciones. Yo no dejaba de mirar a Navi, y cuando me descubría, levantaba las cejas en señal de reconocimiento. Empezamos a beber. Mucho. Demasiado. Cuando quise darme cuenta, estaba morreándome con mi novio delante de todos sus amigos. Me levanté entre vítores y aplausos infantiles, y ruborizada, me levanté y me fui acalorada a otra parte del recinto. El alcohol se me había subido a la cabeza, y tuve que apoyarme en la barandilla para enfocar la imagen. Lo que vi abajo, dónde la gente bailaba al son de la música, me hizo sonreír. Navi bailaba con su borrachera una canción viejísima con las señoras mayores y resultaba gracioso. Sus amigos se agolpaban unos metros más allá en la misma barandilla para verlo. Poco después, Navi subía por la escalera directo hacia mí. Se paró en seco al verme allí plantada, y sonrió.
-¿Qué haces aquí?-Dijo mientras sacaba un cigarro del bolsillo.
-Nada…A ver si me da un poco el aire, que tengo un calor…
-Yo voy a fumar fuera. Allí hay una puerta que da a la calle. Si quieres venir…
-Claro.
Los dos nos fuimos hacia la puerta, y miré atrás. Mi novio seguía riendo con sus amigos. Salimos al frío de la noche y empezamos a hablar mientras Navi fumaba.
-No sabía que fumases.
-Bueno… no lo hacía, pero ahora… mi vida ha cambiado, no sé… han pasado cosas.
Lo miré con cara de circunstancias.
-Sé que lo sabes. Todo el mundo lo sabe… He roto con mi novia.
-Lo siento…
-Da igual…
En ese momento me sentía como una idiota, allí plantada hablando con el tio que me ponía a cien de su ex novia. Y empezaba a tener frío.
-¿Estás bien?-Me preguntó.-¿Tienes frío?
-En mi pueblo no hace tanto frío…-Dije riéndome.
-Ven aquí, anda.
Me atrajo hacia sí mientras tiraba el cigarro. Me encontré envuelto en sus cálidos brazos y oliéndolo. Me encantaba estar allí. Me sentía protegida. Empecé a abrazarlo por atrás para estar más cómodos. Y sin quererlo, estando allí y sintiendo su respiración en mi cuello empecé a ponerme caliente…
Saezga.
Espero que os guste.