Navegando por la red

Una esposa abandonada encuentra una aventura que la lleva a conocerse a sí misma

Navegando y buscando, encontré un chat. Como ya estaba aburrido de meterme en los chat de sexo, sumisas, etc, ya que todos eran un huerto de nabos, las chicas eran bots, y cosas así, me metí en uno de cocina, que también me da placer comer bien, aunque no es lo mismo.

Allí encontré a Maite, cuyo Nick era Thermomaite. Me hizo gracia el nombre, y como también tengo la Thermomix, pues empezamos a hablar de recetas y el juego que da la Thermomix. Para no desesperar, resumo que en pocos días, ya nos contábamos nuestra vida personal.

Maite estaba casada, tenía 32 años, y estaba embarazada de 29 semanas. Y se había metido en el chat porque como no trabajaba, se aburría en casa y su marido no la hacía mucho caso. Se iba a ver los partidos de fútbol fuera de casa, salía con los compañeros de su trabajo, vamos que la tenía abandonada.

Sin quererlo, la oportunidad se presentó, y cuando me confesó que prácticamente desde que se quedó embarazada no la había tocado, se me ocurrió proponerle que hiciera algunas cosas para que se autocomplaciera, y ahí se abrió la puerta.

Quedó encantada de mis consejos, y pedía más. Así que la propuse jugar, pero conmigo. LA pondría pruebas a distancia, y ya veríamos dónde acababa el tema.

Empecé muy suave, y lo primero que le pedí, fue una foto de ella vestida y  desnuda. De pie, nada más, pero que se la viera entera.  Y lo conseguí, ya la tenía en el bote. Ahí estaba en las dos fotos que me mandó. EN una, con un vestido azul, que le quedaba por encima de las rodillas, de tirante fino que dejaba ver que no llevaba sostén, descalza y sonriente. Sus voluptuosos pechos hinchados pugnaban por salírsele del vestido que apenas los podían contener, y su barriga prominente dejaba claro su estado de gestación. En la foto que aparecía desnuda, se veía que los pechos eran bien grandes, con una marcada aureola oscura y unos pezones que estaban bien definidos, una barriga tersa y pronunciada y una mata pelo en su entrepierna.

Lo siguiente que la pedí, fue que se recortara ese vello púbico y me enviara de nuevo la foto desnuda.

Como veía que estaba comiendo de mi mano, y me confesaba que la situación la ponía realmente húmeda y que no había disfrutado tanto con sus orgasmos cuando se masturbaba, seguí adelante.

Quedamos en un bar de un centro comercial, y allí estaba, con un vestido blanco con flores estampadas de varios colores, el pelo recogido en una trenza y unas sandalias. No había necesitado dar explicaciones, su marido se había ido el fin de semana, a ver el fútbol con su peña fuera de la ciudad y no estaría en dos días.

-          Maite, como sé que estas ansiosa por la situación, voy a ser directo y no andaré con rodeos, no digas nada, solo escucha y obedece, no quiero que hables. Quiero que ahora mismo vayas al baño, te quites las bragas y te masturbes, y vuelvas aquí, como he dicho, sin bragas.

Soltó una sonrisa nerviosa, pero no dudó un instante. Se levantó y se dirigió a los aseos del bar. No tardó mucho en volver, seguramente estaba tan cachonda que n le debió costar mucho correrse.

Se volvió a sentar en su sitio, colocándose el vestido, pues no era muy largo, y si me había hecho caso e iba sin bragas, enseñaría a más de uno su intimidad.

-          Enséñame las bragas -la ordené.  Y me abrió el bolso, mostrando que había sido una chica buena.

-          Bien, llévate una mano al coño, y muéstrame que lo tienes bien mojado –una nueva sonrisa nerviosa, y llevó una mano debajo de la mesa mientras observaba a su alrededor, y me mostró sus dedos completamente húmedos.

-          Bien, vamos a tu casa, a ver qué más sabes hacer.

Fuimos a su casa, aprovechando la circunstancia de la ausencia de su marido. En el viaje en coche, la indiqué que también debía quitarse el sostén, y que me daba igual que se notara que no llevaba o que la vieran sus vecinos.

Llegamos a su casa, y saqué una videocam. LA ordené mirar a la cámara mientras la grababa.

-          Piensa que es para que lo vea tu marido, que vea lo que se pierde. Que su mujer preñada es una guarra, y el placer se lo da a otros. Hazte un dedo, de pié.

Se llevó las manos al coño y empezó a masajearse mientras yo no perdía detalle de los gestos de su cara. Como había pasado en el bar, no tardó mucho.

-          Bien, chúpate los dedos, –me miró dubitativa- vamos, no lo dudes y hazlo. No va a ser lo único que te lleves a la boca hoy.

Se limpió los dedos en la boca, mientras miraba cómo la grababa.

-          Sácate las tetas, y masajéalas. Así, mue bien. Ahora quiero que te pongas a cuatro patas y te quedes quieta. Así, con las tetas colgando.

La rodeé mientras la grababa, haciendo buenos planos de sus enormes tetas colgando, y me acerqué por detrás para levantar el vestido y ver su culo al aire. Le abrí un analga para coger una toma de sus agujeros.

-          Maite, te la han metido alguna vez por el culo? Si? Qué raro, seguro que no ha sido tu marido, seguro que has zorreado bien por ahí. De todas formas, te vas a hartar a tener el culo lleno.  Ahora, ven aquí, y chúpamela, sin manos.

Maite  me la chupaba, con las manos a la espalda, perdiendo el equilibrio alguna que otra vez.

Cuando notaba que me corría, la aparté y terminé de correrme en su cara y pelo. Hice buenas tomas y traje una  cuchara de la cocina. Fui recogiendo los latigazos de lefa  de su cara para a continuación metérsela en la boca.

Como tenía ganas de más, pero sabía que ella también. La dejé allí así.

-          Ahora me voy. Te iré dando órdenes que espero que cumplas, y la próxima vez que nos veamos habrá más. Tal vez te la meta.

Durante la siguiente semana no contacté con ella, pero mi idea sí estaba en marcha. Entre alguna otra cosa, hice alguna compra online que envié a su casa. Cuando, de entre todas la vence que lo intentó, me contactó para contármelo, la respondí.

Había comprado un par de sujetadores sin copa, un salto de cama transparente, una máscara completa para la cabeza, que dejaba los ojos, la boca y nariz al aire. También compré una caja de plugs anales de diferente tamaño, un par de consoladores (uno grande y oro más grande), unas bolas chinas,  cuerda y esposas. La ordené que se metiera el plug pequeño, y que no se lo quitara en todo el día, al día siguiente, debía sustituirlo por el mediano, y en tres días, debía poder meterse el grande. Debía llevarlos todo el día, en casa y fuera. La ordené que para poder controlarlo, cuando saliera, debía grabarse con el móvil y mandarme un pequeño vídeo en el que viera que tenía el plug metido y que estaba fuera de casa, pues sabía que salía todos los días.

A las dos semanas de nuestro encuentro, su marido volvió a ausentarse, y me presenté en su casa. Comprobé que tenía el plug grande. Me gustaba, era obediente.

-          Bien Maite, me gusta, eres una buena chica. Hoy lo pasaremos bien, y como has sido buena, te traigo la cena. Pero antes nos iremos a dar un paseo. Ponte uno de los sujetadores que te he comprado, y un vestido de esos premamá que tienes, el más corto. En vez del plug, ponte las bolas chinas, y no lleves bragas.

Nos fuimos, y fui a un centro comercial, al otro lado de donde vive. Dimos un paseo, nos tomamos algo en la terraza de un bar, obviamente, la metía mano cada vez que podía. Antes de irnos, nos fuimos al baño. Pero juntos, nos metimos en el de minusválidos, y para no tardar mucho, me hice una paja y me corrí en su pelo.  El coche no estaba lejos, pero debía ir andando y la verían seguro con la lefa alrededor. Y así fue, más de uno se giró y se oían cuchicheos a nuestro paso, hasta que legamos al coche y la llevé a casa. Estaba tan cachonda, que se le veían regueros de flujo entre las piernas.

Continuará…