Nautic
Una pareja prepara su habitual viaje veraniego en su barco. Les acompaña un amigo de siempre recién separado de su mujer. En el transcurso del viaje la ansiedad sexual del amigo corre pareja a la generosidad de la pareja, hasta que establecen un curioso acuerdo de intercambio.
Somos una pareja muy normal, tanto mi esposa como yo, tenemos, lo que se denomina, una vida sexual convencional, hacemos el amor dos veces por semana, practicando todo lo que una pareja puede hacer, sin ningún reparo ni tabú, pero eso sí, en nuestra intimidad. Cuando estamos de vacaciones, nuestra actividad sexual se multiplica, hacemos el amor, por lo menos una vez al día.
Nuestra principal afición es navegar, y este verano decidimos alquilar un velero, y dar una vuelta por el Mediterráneo, tal como ya hicimos otras veces, junto a Juan y su esposa, pero este año la situación era distinta, ya que se habían separado. Pero Juan no quiso perderse la cita anual, y aunque solo, decidió acompañarnos. El velero que alquilamos disponía de dos camarotes, uno ocupamos nosotros, y el otro era para Juan. Al entrar en el barco, recordé que otros años, oíamos como ellos hacían el amor, y mucho más nos oían a nosotros, ya que mi esposa tiene orgasmos múltiples y chilla muy fuerte. Esto había sido tema de conversación entre los cuatro muchas veces, y nos provocaba gratos momentos.
El primer día de viaje, todo fue muy normal, mi esposa se pasaba el día tomando el sol en cubierta, y Juan y yo, nos dedicábamos a los temas de navegación. La primera noche hicimos el amor, y cuando ella alcanzó su primer orgasmo, los gritos invadieron la embarcación, cosa que se repitió en el segundo y tercero. Al día siguiente, Juan le dijo por la mañana a Nuria lo siguiente. "Ayer os lo pasasteis tres veces bien", a lo que ella respondió con una sonrisa, ya que para estos temas siempre a sido algo cortada. Estas escenas se repitieron cada día, hasta que una mañana, en el desayuno, Juan nos dijo medio en broma, que o bajábamos el volumen, o tendría que entrar y participar. Todos nos pusimos a reír.
Por la noche, en la habitación, Nuria me dijo que el comentario de Juan, tenía que tener un fondo de razón, ya que mientras follábamos como locos, él no tenía ninguna mujer, y seguramente tenía que masturbarse a nuestra salud. Aquella noche, no hicimos el amor, y creo que el motivo fue la preocupación por Juan.
Al día siguiente lo vimos preocupado, y nos comentó que sentía mucho que lo que había dicho el día anterior había provocado que no follásemos aquella noche. Los dos lo intentamos calmar, pero la conversación se hizo más franca que nunca, nos comentó que estaba muy a gusto con nosotros, pero que encontraba a faltar un desfogue sexual. Mi mujer, ella siempre muy dispuesta a ayudar en todo, le preguntó a bocajarro, si había probado la masturbación, a lo que también muy sinceramente, le dijo que lo hacía cada noche al oírnos, pero le faltaba una mujer. Entonces, mi mujer me miró, y le dijo: " Mira, yo no quiero hacer el amor con nadie más que con mi marido, y jamás lo he hecho con otro, pero si los dos queréis, puedo ayudarte en la masturbación".
Me extrañó su comentario, pero no me importó en absoluto, al fin y al cabo, Juan era un viejo amigo, y si la mano de mi mujer le podía ayudar, por qué no aprobarlo. Entonces Juan dijo que no, que esto podía ponernos mal a nosotros, y que no quería crear conflictos, pero Nuria, al ver que yo no me oponía, empezó a acariciarle las piernas, subiendo y acercándose a su miembro, con el comentario siguiente: "Estoy dispuesto a ayudarte, pero sólo tocaré yo" Como es lógico, con las caricias de mi mujer, cada vez era menor su negativa, hasta el momento en que ella le acarició su miembro por encima el traje de baño. Como comprendí que quería intimidad, les sugerí que fueran al camarote, y así lo hicieron, él con su traje de baño abultado, y Nuria con su bikini. Estuvieron más de media hora encerrados, y al salir, él estaba mucho mas calmado, y con cara de felicidad. Todo el día fue normal, pero pude observar que la felicidad inundaba de nuevo su cara. En la cena, comentamos lo sucedido, entonces yo les dije, que por mi parte, lo podían hacer cuantas veces desearan, y Nuria dijo que sólo tenía que pedir, a lo que Juan se alegró mucho. Al entrar en el camarote, mi mujer me contó que tenía un cipote de unos 22 centímetros, muy grande, y que la situación le puso muy caliente, y por esto estuvo ella un rato por la mañana en el camarote, ya que necesitaba masturbarse. Como vi que la situación le gustaba, y esto podía ampliar nuestros horizontes sexuales, le dije que en las próximas veces, avanzara lo que quisiera, que a mí no me importaba. Al oír esto, salió rápidamente del camarote, llamo al de Juan, y le dijo: "Voy a follar con mi marido, pero no te corras solo, después estaré con contigo". Follamos, y cómo follamos, no pude ni contar los orgasmos que ella tuvo, y yo me corrí dos veces, cosa que hacía tiempo que no pasaba.
Al acabar, ella se puso el bikini, y salió al encuentro de Juan. Estuvieron un largo rato, mientras yo esperaba fuera. Cuando se abrió la puerta, salió Nuria, pero la parte superior del bikini lo llevaba en la mano, y con las tetas al aire, me comentó "las ha querido ver, no te importa, verdad", con toda naturalidad. Al entrar en el camarote, me comentó que le había pedido ver sus pechos, a lo que ella accedió, también le pidió tocarlos, pero a pesar de estar tentada, no le dejó, pero me comentó que se lo guardaba para otra vez.
Pero esto no es lo único que ocurrió, cuando ya decidimos dormir, pude escuchar unos gemidos de Nuri, al girarme pude ver que se estaba masturbando, le comenté que si necesitaba ayuda, a lo que me contestó que callara y mirase si quería, y si no me durmiese, pero miré, hasta que se corrió, luego me dijo que lo necesitaba y que si quería me lo haría igual que se lo había hecho a él, y ya lo creo que acepte, se puso el bikini, me bajó los calzoncillos, y con una hábil maestría, empezó a acariciarme los huevos, hasta empezar con un sube y baja. Cuando estaba a punto de correrme, le pedí que se sacara el sujetador, a lo que respondió que lo hiciera yo, como comprendí que era justo lo que había pasado con Juan, se lo quité y me corrí al instante.
Al día siguiente todo funcionó correctamente, habíamos restituido el buen humor. Después de almorzar, Juan comento estar muy caliente, a lo que Nuria respondió que si le necesitaba, allí estaba. No se hizo rogar, y casi arrastrándola, se la llevó a su camarote. Esta vez, dejó la puerta abierta, y yo pude observar todo lo que pasaba. Empezó a hacerle un masaje, primero en la espalda, ella, le refregaba su coño, tapado por el bikini, por su culo, mientras que con las manos, le hacía un perfecto masaje en la espalda. Le hizo girar, sin que se moviera de entre sus piernas, empezó por el cuello, fue bajando, hasta llegar a su cipote, donde aprovechó para bajarle el traje de baño. Ella le comentó que le quitara lo que quisiese, él algo cortado al ver que les observaba, le desabrochó la parte superior del bikini, y cuando sus generosas tetas estaban a la vista de todos, le recordé que le había dicho que TODO lo que quisiera. Entendió la indirecta, y acercó su mano para desabrocharle las tiras de la braguita, pero ella, muy cariñosa, se lo impidió, diciéndole que esto no. Fue entonces cuando ella empezó con el sube y baja del cipote de Juan, mientras tanto, él empezó a acariciarle todo el cuerpo, sin llegar a las tetas, pero acercándose peligrosamente, Nuria no rechazaba estas caricias, pero a medida que aumentaba su atrevimiento, ella iba apartándose, dando a entender que no se pasara. La sesión acabó con su eyaculación, a lo que mi esposa se dirigió directamente a nuestro camarote. Como tampoco cerró la puerta, pude ver como se colocaba dentro de la cama, cubierta por la sabana, se sacaba la braguita y se masturbaba. Al salir Juan de su camarote, los dos asomamos la cabeza por la puerta, por los movimientos que se apreciaban debajo las sabanas, y por sus expresiones, entendió perfectamente qué pasaba, entonces ella, sin dejar de masturbarse, nos dijo que ya habíamos visto lo que queríamos, y que le dejáramos correrse tranquila. Cerramos la puerta, y la dejamos acabar, cosa que oímos perfectamente.
Por la noche, después de cenar, nos fuimos cada uno a su camarote, hicimos el amor de manera bestial, como ya venía siendo costumbre últimamente, pero al acabar, se quedó en el camarote, y no fue al de Juan.
Al día siguiente, anclamos en una bonita cala, donde pensábamos pasar el día tomando el sol, nos pusimos los tres en la cubierta, Nuria con su bikini, y nosotros en traje de baño. De repente, ella dijo que quería que le pusiéramos crema, pero que uno de nosotros lo haría por delante, y el otro por la espalda, y mientras decía esto, se sacó la parte superior del bikini, quedando sus maravillosas tetas al aire. Yo estaba dispuesto a ceder el privilegio a Juan, pero ella insistió en sortearlo, lo que hicimos con una moneda, y la sorpresa fue que me tocó a mí delante, y a Juan, la espalda. Le miró y le dijo "otro día ganaras tú", se puso de espaldas y dijo "empieza Juan", él, súper excitado, le pasó crema por toda la espalda, llegando a los costados, casi al nacimiento de las tetas, bajó hasta llegar a sus bragas, ella, con picardía, se las bajó un poco, dejando el nacimiento de su culo a la vista, como es lógico, él aprovechó al máximo la piel que le dejaba tocar. Las piernas escondían también posibilidades, y no rechazó el acercarse lo más posible a su coño, yo juraría que lo rozó en varias ocasiones, ya que Nuria abrió las piernas para facilitarle su trabajo. Cuando estuvo, se giró, y empecé ya, lo hice con malicia, ya que empecé por el cuello, y fui dado vueltas a sus tetas sin tocarlas, era consciente de que ella deseaba que se las acariciara, tanto como yo, pero quise prolongar la excitación. Cuando llegué a ellas, lo hice como un autentico marrano, las sobé, le toqué sus pezones como a ella le gusta, se los apreté. Ella tenía los ojos cerrados, y con su cara se veía lo que disfrutaba. En un momento dado, ella abrió los ojos, y coloco su mano derecha sobre mi miembro, bajándome el bañador, pero con la izquierda, hizo lo mismo a Juan. Los tres estábamos muy excitados, y nuestra erección era casi insoportable. Nos dijo que quería descansar, y, dándose la vuelta, nos dejó con el miembro en asta. Estuvimos todo el día tomando el sol, y como es normal en estos viajes, los días que se fondea, por la noche se hace una cena de gala. Nos vestimos con nuestras mejores prendas, ella con una minifalda y una blusa, pero vi que también se ponía su mejor ropa interior, por lo que pensé que quería disfrutarla con Juan. La cena fue perfecta, estábamos muy animados y contentos. Al acabar, Nuria se levanta y le dice a Juan: "vamos a tu camarote" dejándome plantado en el salón. Como no cerró la puerta, pude ver los acontecimientos, sólo de llegar, se besaron profundamente y se tendieron en la cama, empezaron a desnudarse como unos perfectos amantes, pero Juan no se atrevió a llegar a acariciar sus zonas más erógenas. Cuando Nuria estaba sólo con bragas y sujetador, y Juan en calzoncillos, se puso de pié y le dijo: "¿te gustan?, me he puesto mi mejor conjunto solo para ti".
Realmente estaba impresionante, sus bragas y sujetador negros, de encajes, casi trasparentes, que dejaba entrever sus pezones y su vello púbico, no tenían desperdicio. Se volvió a la cama, y durante otro apasionado beso, Juan le sacó el sujetador, y Nuria le bajó los calzoncillos. Él quiso continuar con las bragas, pera ella se opuso. Suavemente empezó a masturbarlo, con lo que Juan quiso aprovechar para acariciarle las tetas, pero nuevamente no quiso. Cuando estaba a punto de correrse, se puso con las piernas abiertas, de manera que su coño estuviera encima su cipote, y bajándose hasta tocarlo, le acabó la masturbada con el movimiento de su coño. Le quedó sus bragas llenas de la leche de Juan, y para rematar la jugada, se acercó con su boca al cipote, y le dio una profunda chupada, dejándolo completamente seco. Se dieron otro cariñoso beso en la boca, y se despidieron.
Salió Nuria de su camarote, solo con bragas, chorreantes aún de su leche, y con el resto de su ropa en la mano. Nos fuimos a nuestro camarote. Al entrar me comentó que estaba muy excitada, como yo ya veía, y empezamos a revolcarnos sobre la cama, pero ella interrumpió de golpe diciéndome: "mira, tienes dos opciones, que hagamos el amor, pero he de confesarte que pensaré en Juan, o me voy a su camarote y lo hago con él".
En aquel momento me di cuenta que nuestra vida sexual había dado un giro de 180º, y que la exclusividad que hasta ahora tenía en follarla y tocarla, se había acabado. Este hecho no me importó, sino que todo lo contrario, me excito aún más. Ante estas dos opciones, le fui franco y le dije que prefería que follase con él, me dio un gran beso, y me dijo: "gracias, sabía que lo entenderías".
Diciendo esto, salió del camarote y entró en el de Juan. Yo no sabía cuáles serían sus planes, y mientras los oía follar, esperaba pacientemente a que regresara conmigo, pero no fue así, se pasó toda la noche con él, pude oír sus múltiples gemidos y corridas.
En la mañana siguiente, me desperté solo, y aproveche para preparar el desayuno. Pude darme cuenta de que ellos aún dormían, ya que no se oía ningún ruido, pero al poco rato empecé a oír conversaciones, con lo que era evidente que se despertaban. Quise sorprenderles, llevándoles el desayuno a la cama, lo preparé todo, y me dirigí a su camarote, abrí la puerta, y pude ver una de las imágenes más excitantes de mi vida, Juan estaba follando a mi mujer, al estilo perro, me pareció que le estaba dando por el culo, pero no me lo creí, ya que ella nunca había querido hacerlo. Cuando me vieron, interrumpieron bruscamente la follada, y se cubrieron, como si entrara un desconocido, les pedí perdón, y salí inmediatamente. Pasado un rato, salieron los dos del camarote, Juan con su bañador, y ella cubierta con la sabana, y se dirigieron a la ducha. Pude oír lo bien que se lo pasaban mientras se duchaban, por sus risas y carcajadas adiviné que aprovechaban el tiempo para magrearse mutuamente. Salieron vestidos tal como entraron, dirigiéndose de nuevo al camarote, para salir al poco tiempo, Nuria con su bikini, y Juan en bañador. Me extrañó todo el pudor mostrado en la vestimenta, al fin y al cabo, soy su marido.
Nos pusimos a desayunar, y de pronto ella interrumpió diciendo: "Mira, Juan me ha desvirgado el culo, pero no ha tenido acceso al coño, igual que tu no lo has tenido nunca acceso a mi culo, a partir de ahora, el culo será para él, y el coño para ti. Además, me lo he pasado muy bien, y no quiero dejar de follar con él, el amor será solo para ti, porque yo te quiero mucho, y sólo puedo quererte a ti, pero follar, quiero hacerlo con los dos, y cada uno tendrá un agujero en exclusiva".
Y así fue, a partir de entonces , dedicó un día a cada uno, se pasaba toda la jornada como si solo tuviese un marido, pero cada día uno distinto. Esta situación duro hasta que se acabó el viaje, no sabía qué planes tenía pensados para después, y ella decía que tampoco. Yo quería montar un trío, pero ella se negaba siempre, también quería ver como se la follaba Juan, o por lo menos que me lo explicara, pero siempre se negó, alegando que tenía dos intimidades, y quería que se le respetara.
Al acabar las vacaciones, y como que Juan vive cerca de nosotros, nos acompañaba muchas veces, y si a ella le apetecía, se iba a su casa a dormir, regresando por la mañana siguiente, o se quedaba conmigo. Por mi trabajo, pasaba una semana al mes, fuera de casa, ella aprovechaba para hacer vida marital con Juan, toda la semana. Algunas mañanas me despertaba, y ella no estaba en la cama, eso significaba que se había ido a follar a casa de Juan. Lo más curioso, es que esta situación lleva varios meses manteniéndose, y nuestra vida íntima ha mejorado considerablemente, estamos más unidos que nunca, follamos más que antes, en definitiva, todo ha mejorado.