Naufragios: Enemigos
Disfruta de la lectura de este tercer relato sobre Naufragios provocados por un grupo de autores de TR. Tercer relato del primer Ejercicio.
NAUFRAGIOS: ENEMIGOS.
I
Thomas despertó, eran las ocho de la mañana, le costaba abrir los ojos, estaba obnubilado aún por el sueño y el alcohol que había bebido la noche anterior, miró a su costado, vio que a su lado estaba tendida una joven, trató de recordar lo sucedido, se acordó, era la muchacha con la que estuvo bailando y conversando en la fiesta, y una serie de imágenes pasaron por su mente, cuando tuvo todo en la memoria comprendió.
La había pasado bien, esa chica era un diablillo en la cama, ¡dios!, como lo había exigido, estaba agotado sexualmente, no le quedaba reserva alguna, ni siquiera tenia la erección de todas las mañanas, se sentía seco, vacío, recordó los excesos cometidos, esa niña era una maquina de orgasmar, insaciable, ¡qué bien hacia el amor!, una anguila.
Se incorporó, tratando de no despertar a su acompañante, estaba totalmente desnudo, puso los pies en el suelo, buscando las chinelas, por supuesto no las encontró, vaya a saber dónde estarían, descalzo se puso de pie, y la cabeza casi le estalló, (vaya resaca, pensó).
Arrastrando los pies, se dirigió al baño, abrió los grifos de la ducha, mezcló el agua fría con la caliente, hasta hallar la temperatura que le agradó, se puso debajo de ella, sintió que eso algo lo recomponía, lo vivificaba.
En la ducha pensó que ese día era crucial para él, la presentación del proyecto que significaría, de una vez por todas, su elevación al puesto que quiso por siempre: la gerencia de comercialización. Y esta vez era factible, tenía al directorio en su bolsillo, sus últimos éxitos lo habían convertido en el ejecutivo estrella de la empresa.
Nadie dudaba de su promoción, estaba descontada, era un hecho, incluso la fiestita fue organizada por sus compañeros para celebrar eso, debía recordar agradecerlo.
Cerró el agua caliente, se quedó un rato aguantando la fría, para despejarse totalmente, debía estar lúcido para la reunión, que sería a las diez de la mañana. Mientras se afeitaba pensó en la presentación del proyecto, cuando se aplicaba la loción, estaba satisfecho del mismo.
Salió del baño, envuelto en la toalla, fue a la cocina para ver si estaba listo el café, que como todas las mañanas preparaba la máquina automática, todos los días a la misma hora.
El buen café terminó de ponerlo nuevamente en actividad, ojeó el diario sentado en la banqueta del desayunero, comiendo unas tostadas con manteca y mermelada, en eso estaba cuando entró la muchacha aún desnuda, (¿cómo se llamaba? - pensó), realmente era muy linda, un cuerpo muy armónico, una carita preciosa y unas tetitas chicas pero sumamente apetitosas.
Optó por llamarla muñeca , como a todas, no podía acordarse del maldito nombre, en realidad de casi ninguna lo podía hacer, se confundía con todas las que pasaban por su cama, así que los obviaba, el "cariño", "amor" o "muñeca", le evitaba tener errores, que respecto de las mujeres era fundamental, la ofensa era terrible.
¿Un café?, preguntó, recibiendo como respuesta un asentimiento de cabeza, ella tenía aún los ojos semicerrados del sueño. Thomas la estudió bien, un cuerpo perfecto, estilizado, no le faltaba nada, un culito respingón y una entrepierna hermosa, el vello púbico perfectamente recortado, hacía una especie de hilo después del clítoris, y qué hermoso este último, se notaba perfectamente entre los labios abiertos de la vagina. (Era que había tenido un uso intensivo).
Pensó en lo sucedido noche, ¡dios!, esa muchacha era capaz de aguantar cualquier cosa en su conejito, y se lo había demostrado, era impresionante, pero sacudió su cabeza para alejar cualquier tentación mañanera, era imprescindible que se encontrara en las mejores condiciones para afrontar lo que vendría.
No tuvo inconvenientes, ella también debía ir a su trabajo, por lo que terminado el café, se vistió rápidamente y se marchó, luego de promesas de ambos de llamarse a la brevedad.
Eligió su ropa, debía estar totalmente impecable, prestó atención sobre todo a la combinación de colores de camisa y corbata, los zapatos impecables y su traje más nuevo.
Estacionó su automóvil en el espacio reservado para los ejecutivos de nivel medio, es decir no muy cercano ni muy alejado al ingreso al edificio (los mejores puestos eran para los gerentes, y muy pronto tendría su lugar), se encaminó a su oficina, pasando por entre los empleados en sus escritorios de la oficina general, saludando a uno y a otro, ya que conocía a casi todos, ya que al ingresar a la empresa, ese había sido su primer destino, a los más amigos, al pasar les chocaba su mano con la palma abierta, todos sabían lo que iría a ocurrir en la reunión, ya que las noticias se desparramaban como reguero de pólvora.
En su oficina, estaba esperando ansiosa la secretaria privada, ¡novedades! - exclamó al entrar Thomas-, designaron a una nueva ejecutiva con igual categoría a la tuya, va a estar en la reunión, es la sobrina del Gerente general, y está graduada en Harvard.
Thomas apenas registró lo informado, no le pareció de importancia, era muy común la designación de nuevos ejecutivos para reemplazar a los que se retiraban o para cubrir nuevas necesidades de la empresa.
Se sentó en su escritorio y comenzó a reunir la documentación necesaria para la reunión, informes, estadísticas, y el proyecto en sí que le había costado semanas elaborarlo, para lo cual se había quedado en mas de una oportunidad la noche en la oficina o bien restado horas de sueño en su casa, trabajando con la computadora.
Controló que estaban todas las transparencias y diapositivas, pidió datos de último momento y consultó por Internet las noticias de bolsa relacionadas con el proyecto, puso todo en su maletín, se puso el saco, y antes de salir rumbo a su destino, le dio dos palmadas al trasero de su secretaria. (Que por otra parte era bien conocido, en muchas oportunidades había tenido acceso al mismo).
II
Cuando ingresó en la sala de reuniones, aún no habían llegado todos los directores, y faltaba el Gerente General, se sentó en el lugar asignado por el correspondiente cartel, notando que a su frente directo, estaba una hermosa joven, rubia, de cara angelical, y cuyo cuerpo se adivinaba detrás del severo traje que llevaba, una perfección. Seductor como siempre, le hizo una inclinación de cabeza y le sonrió, viendo que el saludo no le era devuelto, salvo una mirada muy fría de ojos verdes claros muy trasparentes.
Fueron llegando los distintos directores, por último el Gerente General, quien dio comienzo a la reunión con un leve carraspeo, pidiendo silencio, e invitando a Thomas a que exponga.
Thomas, fue brillante, impecable, todos los datos fueron volcados con precisión, y mirando la cara de los presentes, presumió que tenia ganada la partida, estaban convencidos…
Al finalizar, existieron preguntas que contestó con solvencia, y cuando ya estaba para ir a su lugar y dar paso a la votación, una hermosa voz de mujer lo detuvo, con una pregunta que pareció algo trivial, pero la contestó, fue cuando sucedió el desastre.
Esa pregunta dio paso a otra, y luego a otra, cada vez más complicadas, que ponían en duda la rentabilidad del proyecto, hasta que después de la última, la hermosura de ojos verdes claros, expuso las razones por las cuales el mismo no era rentable.
Thomas se puso nervioso al ver como el Gerente General, prestaba atención y formulaba preguntas a la joven, que las respondía con soltura, apelando a datos que él desconocía, con una elocuencia que pasmaba.
Trató de responder a ese ataque imprevisto, apelando a todo su conocimiento, aplicando toda la seducción posible, pero vio como la victoria se tornaba en una casi derrota, porque el directorio no quedó convencido, y decidió aplazar la votación hasta tener más claro el panorama.
Al volver a su oficina, estaba desolado, debía trabajar mucho más para convencer a los cabezas de la empresa, y allí se encontró con otro desastre, la mayoría de los proyectos en que estaba trabajando habían sido reasignados, a ojos verdes claros, quién supervisaría la viabilidad de los mismos.
Y ese día también le comunicaron que estaban suspendidos sus derechos de la categoría, hasta nuevo aviso, pensó en renunciar, irse, pero reflexionó, demasiadas deudas para quedarse sin empleo, podía recuperarlo, luchar, sabía que tenía razón, pero las cosas siguieron de mal en peor, cada día una mala noticia, un castigo tras otro, su carrera en la empresa caía en picada.
Nunca en su vida había odiado tanto a una persona, esa mujer estaba destrozando su futuro, su vida, ¡y nada menos que una mujer!, ese sexo que él utilizaba y descartaba a diario.
III
Hanna, era la hija menor de la hermana del Gerente General, había sido él mismo el que insistió que estudiara economía y administración de empresa en Harvard, era la sobrina preferida, y como no tenia hijos propios, la había prácticamente designado para su continuación en la dirección de la Empresa.
La madre era viuda, adoraba a su hermano, éste había ya marcado el destino de Hanna prácticamente desde su nacimiento, le había pagado los mejores colegios, incluso en Suiza, pero el precio que debió pagar fue mucho, no vivió su infancia, no tuvo adolescencia, el control y la presión del tío, se volvió fría e insensible, una verdadera copia en femenino de su mentor, pero en su subconsciente lo odiaba por haberla despojado. Él mismo pasó a ser imagen de todos los hombres, por consiguiente a todos despreciaba, necesitaba resarcirse, satisfacer su venganza.
Sexualmente, tuvo sus experiencias, supo lo que es, pero en ninguna supo lo que es el amor, era ardiente, toda su pasión terminaba a la mañana siguiente, su virginidad la había llevado uno de sus compañeros de secundaria, sin pena ni gloria, simplemente fue así, ningún recuerdo de eso la acompañaba, todo transitorio, todo intrascendente, lo importante era su meta y la eficiencia, demostrar que era mejor e insuperable. Así había sido educada, así era su odio.
Cuando terminó sus estudios, el puesto la estaba esperando, sus victimas también, encumbrarse fue su cometido primero, no importaba quien caiga.
Ni bien asumió, realizó un estudio de los principales ejecutivos, y eligió al más exitoso, para seguirlo y controlarlo, Thomas era la víctima, no por él, sino por su eficiencia, porque era la estrella ascendente, y debía encaramarse sobre él hasta lograr su cometido, demostrar que era mejor que cualquier hombre, pero destruirlo, hacerlo pedazos era su placer, y su objetivo principal.
Tomó sus principales proyectos, los estudió hasta el cansancio, buscó sus puntos débiles comenzando el ataque, despiadado, sorpresivo, demoledor, siguió haciéndolo utilizando su influencia familiar, sin ningún cargo de conciencia, fría y premeditadamente.
IV
La Empresa había alcanzado un nivel altísimo, y el sistema era el americano, despiadado pero eficiente, promover la competencia entre sus integrantes a niveles increíbles, a muerte, la única meta posible era la magnificación de la ganancia, y las herramientas muchas, entre ellas el lavado de la mente de sus integrantes.
Como en muchas empresas americanas y europeas, ese lavado se hacía en concentraciones de sus dirigentes y familias en convenciones de una y dos semanas en lugares alejados, ese año era un crucero por el Caribe, alquilado en su totalidad, para lograr soledad y exclusión de terceros ajenos.
La nave era de súper lujo, fue arrendada en exclusividad por la Empresa, en temporada de baja operación para la misma, quedando en la sede principal, solo un equipo de conducción reducido, pero con comunicación permanente con la cúpula que iría en el viaje.
La mayoría de los ejecutivos, salvo los imprescindibles y ya muy confiables, estaban destinados a ir, sin posibilidad de excusa o negativa, Thomas era uno de ellos.
El gran barco, libre de sus amarras se alejó del muelle, Thomas estaba en el camarote que le habían asignado, correspondiente a su categoría, era una especie de departamento, de dos habitaciones y baño, muy lujosamente decorado. Terminó de desempacar y acomodar la ropa para que no se arrugase (era bastante meticuloso), subió a la cubierta, justo para ver alejar la costa, viendo el panorama que le brindaba la ciudad desde un lugar no pensado.
Se encontró con varios de sus colegas, muchos acompañados con sus esposas, quedándose a conversar con ellos justo lo que indicaba la cortesía, repentinamente la vio, en la parte comercial del barco, que estaba llena de negocios que ahora podían abrir, dado el alejamiento de la costa.
Hanna estaba con su tío y su esposa, consultando por una video cámara, ella no lo vio, pero a Thomas le hirvió la sangre, la odiaba, pero sin embargo debió reconocer que era muy bonita, su vestimenta lo resaltaba, un corto vestido, con escote generoso que dejaba ver el canal que dividía sus hermosos senos, - lástima pensó, linda mujer para llevar a la cama, pero tan malvada.
La volvió a ver durante el primer almuerzo servido en el buque, en la mesa con sus tíos, departiendo con ellos, y otros directores de alto rango de la empresa, trató de no mirarla, cada vez que lo hacía, la furia lo invadía.
Pasó la tarde, de reunión en reunión, en la que exponían diversos especialistas, en psicología, en comercialización, en relaciones humanas, la concurrencia era obligatoria, no podía dejar de ir, y eran las primeras de una larga lista preparada.
A la noche, cena de etiqueta y baile en el comedor principal, para todos los ejecutivos y directores, y por fin pudo relajarse, y se dedicó a conquistar a una de las contadoras, que ya le había llamado la atención en la empresa, y lo logró,
Margarett, era una belleza, sumamente ardiente, su cuerpo cumplía con los requisitos exquisitos de Thomas, y fue fácil, ella lo esperaba y él también, terminaron n el camarote de ella, idéntico al suyo, encuentro que trajo toda una sorpresa imprevista.
Cuando llegaron al camarote, luego de una intensa sesión de calentamiento en la cubierta de botes, al amparo de cualquier mirada indiscreta, en la que Margarett había terminado casi desnuda, pero que no continuó por temor a ser descubiertos, lo resolvieron de esa manera, ambos estaban muy excitados y así debía ser.
Comenzaron en el punto que habían dejado, pronto Margarett estaba totalmente desnuda, Thomas deliberadamente lo había hecho así, sin sacarse una sola prenda él. La situación era sumamente excitante, ella desnuda y él con su smoking impecable, ella totalmente humedecida, entregada. Él manteniendo su equilibrio, excitado sí, pero haciendo las cosas con lentitud, morosamente, apreciando cada detalle, haciendo todo para llevarla a las cumbres, ella orgasmó varias veces antes que él se decidiera a desvestirse.
Allí comenzó la verdadera batalla, Margarett no recordaba nunca haber tenido tanto placer, tantas atenciones, ni que le hayan hecho tantas cosas, por un hombre que no parecía apurado, que ponía toda la atención en ella, despreocupándose de su propio placer, se sentía como una maquina de orgasmar, uno detrás del otro, sin detenciones ni esperas, todo su cuerpo era pura sensación, no existía lugar que no fuera tocado, mordido, succionado, no tenía parte íntima, todo absolutamente todo fue invadido y convertido en placer sin límite.
Ya en la cama, comprendió que todo lo anterior, en realidad no era nada en comparación, fue penetrada y acariciada, por un tiempo que le pareció una eternidad, orgasmo tras orgasmo, hasta el último, agónico pero terrible, que terminó por desbastarla, en conjunto con él, que llenó de simiente su vagina, tan dilatada y sensible, un terremoto que la desmayó, y quedaron abrazados uno con otro, el resto de una corta noche, en que el barco que los contenía, corría presuroso hacia la tragedia.
V
El lujoso crucero, estaba cerca de la línea del ecuador, en la timonera, los oficiales y marineros de guardia, cuidaban todos los detalles de la navegación, máquinas, ese lugar parecía un laboratorio, todo los avances de la ciencia estaban allí, radar, GPS (navegación satelital), compás giroscópico (que no tiene declinación magnética), computadoras que recababan toda la información y en realidad dirigían el barco, era la seguridad total.
Pero lógico para toda creación humana, siempre existe lo desconocido, lo ignorado, lo imprevisto, no obstante toda seguridad es insuficiente, porque nadie podía prever el estallido de un volcán submarino, a pocas millas del punto de navegación, ni que éste como consecuencia formara una ola circular monstruosa, que afortunadamente no causó consecuencias en ningún continente por estar alejado de tierra.
Pero para que el lujoso crucero, que en forma premeditada estaba navegando fuera de toda ruta comercial común, sí. Los efectos fueron terribles y significaron la perdida de muchas vidas, casi todas las del barco…
El primero que notó algo raro, fue el marinero que estaba en la guardia del radar, atinó a dar la voz de alarma, pero la gigantesca ola, viajaba a una velocidad increíble, e indetenible.
Sonaron las alarmas en todo el barco, Thomas fue despertado por el aullido de las mismas, atinó a ponerse los pantalones, y a salir junto con Margarett al pasillo con los salvavidas en la mano, para ver lo que se trataba, los mismos estaban atestados de los pasajeros alarmados, corriendo todos a la cubierta de botes con los salvavidas puestos, según las instrucciones que había en la puerta de cada camarote. Era un pandemonio, gritos asustados, marineros que trataban de poner orden, gente que caía y era pisoteada por la multitud en pánico.
Cuando Thomas vio lo que estaba pasando, al pasar por la puerta del camarote que le pertenecía, que estaba a poca distancia del de Margarett, lo abrió con dificultad, gracias a la tarjeta que tenia en el bolsillo de su pantalón, y pudo penetrar arrastrando a ella detrás de él, con experiencia ganada por el hecho de ser navegante deportivo, rápidamente sacó de su equipaje lo necesario para la emergencia, en una mochila, puso ropa deportiva y algo de abrigo y zapatillas, le dio algo para vestir cómodo a Margarett, una remera y abrigo (le quedarían grande, pero la protegería), sobre todo su cortaplumas suizo y varios encendedores de gas descartables que le habían dado por una promoción de cigarrillos en el barco, y volcó en la mochila todas los alimentos , chocolates y golosinas que había en el frigobar, como así todas las pequeñas botellas de bebidas alcohólicas, y en instantes volvieron a salir al pasillo, que ya estaba más despejado.
De la mano, sin separarse de Margarett, que estaba terriblemente asustada, lograron llegar a la cubierta de botes, fue allí cuando sucedió...
El oficial de guardia, había llamado al capitán, pero éste no hizo a tiempo a llegar, ordenó dieran el MAIDAY por radio indicando la posición, resolvió presentar la proa del barco a la gran ola pidiendo máquina a pleno, y cuando ésta llegó, la embarcación comenzó a remontarla, si lograba pasar la cima, estaban salvados, casi lo logra...
Cuando el barco comenzó su subida, las personas que estaban en la cubierta de botes, fueron violentamente tiradas para la popa, muchos cayeron por la borda, otros golpeados se desmayaron o murieron del golpe contra alguna superficie metálica, algunos pudieron asirse de algo y aguantar en ese lugar, otros simplemente resbalaron por la cubierta hasta llegar a un lugar que fue tope a la caída.
Thomas fue violentamente separado de Margarett, ya no la volvió a ver y, por pura suerte, cayó junto a un contenedor de una balsa neumática salvavidas, se abrazó al mismo, buscando con su mano el mecanismo de expulsión de la misma.
Cuando el gran barco, se desvió de su trepada, simplemente cayo sobre un costado y volcó, Thomas al ver primero que el mundo se daba vuelta y luego el agua que invadía todo, accionó la apertura del contenedor, que hizo que se inflara automáticamente la balsa, luego todo fue líquido, y caída a la profundidad, hasta que la embarcación ya inflada lo impulsó para la superficie. Ya en la misma, con desesperación, trató de subir, pero no le dieron las fuerzas, solo pudo ingresar su torso, y se desmayó.
No recordó más nada, ya había salido el sol cuando despertó, tenía medio cuerpo arriba de la balsa, y otro tanto afuera, terminó de subirse haciendo un esfuerzo sobrehumano, cayó en su interior, quedó así un tiempo hasta que se recuperó, notó que a su espalda estaba aún la mochila.
Se incorporó, no vio a nada ni a nadie, solo algún resto flotando, una reposera de cubierta, un cajón, otros objetos que no supo bien qué era, pero ninguna persona a la vista, ningún bote, ningún barco acercándose al auxilio.
Creyó divisar un objeto anaranjado, que era el color de los salvavidas, con los cortos remos que estaba provista la balsa, remó hasta ese lugar, un cuerpo estaba flotando, con la cabeza para arriba.
Se acercó lo suficiente, logró sacar a esa persona del agua, tuvo que hacer un esfuerzo increíble para subirla, pero lo hizo, cuando la extendió sobre el piso de la balsa, se dio cuenta que era Hanna, y respiraba.
VI
Era ya mediodía, el Sol caía perpendicular, el calor aumentaba, Thomas había montado el palo y la botavara para poner la vela con que contaba la balsa, pero aún no se decidía a poner la misma, quería quedarse lo más cerca posible del lugar de hundimiento, porque presumía que se había radiado el pedido de socorro, pronto aparecería algún barco para el rescate.
Así que primero instaló la toldilla que cubría media embarcación, para protegerse de los rayos solares, que en el Ecuador eran muy potentes y dañinos, para evadir un poco el calor, evitar la deshidratación, que por sudor se producía en forma muy rápida.
Hizo un inventario de las cosas de la balsa, en la que en un compartimiento cerrado y protegido, había agua para tres o cuatro días, alimentos, un botiquín de primeros auxilios, una pistola de señales, y tanza y anzuelos para la pesca, todo lo cual unido a lo que tenía en la mochila, aseguraba una supervivencia por bastante tiempo para los dos únicos tripulantes.
Cuando Hanna despertó, era ya la tarde, abrió los ojos, mirando para todos lados desorientada, no sabía dónde estaba, solo vio el mar y a Thomas que la miraba muy serio.
Se trató de reincorporar, pero no tenia fuerza, Thomas le alcanzó un vaso con agua, y una tableta de chocolate, para que recupere algo de energía, en silencio tomó lo ofrecido.
Cuando pudo hablar, trató de que Thomas le explicase lo sucedido, pidiéndolo en forma imperativa como estaba acostumbrada, recibiendo solo una mirada de desprecio, y silencio…
Quedó anonadada, no entendía lo que había sucedido, al principio no volvió a preguntar, sola se dio cuenta de la situación. Era espantoso, sola con un enemigo, que ella misma se había conseguido en forma despiadada, sin justificación.
Al tiempo volvió a tratar, esta vez cortésmente, pero recibió igual respuesta, el silencio.
Thomas trató de organizarse, tiró líneas con señuelos para tratar de pescar, sabía que de esa manera podía conseguir más alimento, sobre todo agua, porque el pez la tenía sin sal, y lo logró, compartiéndolo con Hanna, todo sin dirigirle media palabra.
Pasó el día, la noche y luego otro día, no se veía nada en el horizonte, Thomas calculó aproximadamente la posición por las horas de navegación del barco, el rumbo que presumía, acordándose mentalmente de las cartas náuticas que había manejado, estaban en medio de la nada, por fin al segundo día puso la vela, guiándose por el pequeño compás de su cortaplumas suizo, puso rumbo sur, donde presumía estaban las primeras islas del Caribe.
La situación en la balsa era cortante, Thomas ni siquiera miraba a Hanna, simplemente la ignoraba, ésta cayó en un estado depresivo, ni siquiera quería hablar, bebía y comía lo que Thomas le dejaba a mano, éste lo hacia por obligación no por gusto, porque no era un asesino capaz de dejar morir aún a su peor enemigo.
La balsa navegó durante una semana, sin tener nada a la vista, el agua se estaba acabando, no así los alimentos que Thomas racionaba, ayudado por la pesca diaria, incluso al octavo día atrapó una tortuga de mar, para lo cual debió zambullirse, trayendo la presa a bordo, que pudo subir con gran esfuerzo, pero sin pedirle ayuda a Hanna, que solo miraba desde su rincón.
En el décimo día una gran lluvia hizo recuperar las reservas de agua, e incluso aumentarlas utilizando botellas y latas vacías de los alimentos que se habían consumido, pero ellos cada vez estaban más agotados de debilidad causada por el calor del día, sólo a la noche se sentían algo mejor, no podían siquiera refrescarse en el mar, porque eran seguidos por aletas que ya habían divisado al noveno día.
Al décimo octavo día, divisaron en el horizonte una embarcación, Thomas tiró una de las bengalas, pero no hubo resultado, el barco desapareció.
En el vigésimo día ya no tenían esperanzas, esperaban la muerte en cualquier momento, y fue cuando Thomas descubrió la isla.
VII
Fue muy difícil pasar el arrecife de coral, que casi fue el final de todo, pero cuando estaba todo perdido y la balsa presta a destrozarse con ellos adentro, una gran ola los elevó, y en suave barrena llegaron a las arenas blancas de la playa.
Thomas arrastró la balsa lo más que pudo lejos del agua, ayudado por Hanna, sacando fuerzas que no tenían, quedaron acostados por fin en tierra firme.
La situación entre ellos no había cambiado, en veinte días no se habían cruzado palabra alguna, ni siquiera se cruzaron miradas, el llegar a ese lugar no había variado la misma.
Esa noche durmieron en la playa, a la mañana siguiente, Thomas fue a explorar la isla. Subiendo el cerro que comenzaba a unos metros, ya en la cima, vio que se trataba de una isla pequeña deshabitada, pero a lo lejos en el horizonte, se divisaba una que parecía más grande, pero descartó llegar a ella, no se podía pasa el arrecife, se destrozarían antes.
Las laderas y la cima estaba cubierta de árboles, del lado opuesto al que llegaron no había playa, la isla terminaba en altos acantilados de piedra, por lo que Thomas decidió permanecer en el lugar. Al bajar por otro lugar distinto al de la subida, poco antes de llegar a donde estaba la balsa, encontró una cabaña de madera, escondida debajo de gruesos árboles, que le daban sombra y protección, seguro en algún momento utilizada por pescadores o contrabandistas, en ella había herramientas, como palas y hachas, oxidadas pero que se podían usar, y lo más importante, agua, de una vertiente que venía de arriba, de la cima.
Thomas se encaminó a la balsa donde esperaba Hanna, y sin decir palabra alguna, cargó en su mochila lo que había adentro, y volvió a dirigirse a la cabaña, siendo seguido por Hanna.
Al llegar a la cabaña, Hanna trató de ingresar, siendo impedido por el brazo de Thomas, el cual por primera vez en los veinte días le habló, y le dijo que ese lugar era de él, porque lo había encontrado, que ella no estaba invitada, y que a partir de ese momento, si quería comer debía ganárselo, si quería techo tenia que trabajar para obtenerlo, que de ninguna manera él era responsable de ella, y mejor aún sería que desapareciera.
Hanna tuvo una reacción violenta, y trató de agredirlo, pero recibió un golpe en pleno rostro con la palma abierta de Thomas, que la hizo caer para atrás, trató nuevamente, y obtuvo otro que la dejó tendida en el suelo. Quedó mirando sentada bajo un árbol, la actividad de Thomas reconstruyendo las partes deterioradas de la cabaña, utilizando madera y chapa que abundaba en su interior, luego vio como él se dirigía a la playa llevando los elementos de pesca, y cómo tiraba las líneas al mar desde una roca.
Thomas pudo pescar, dos peces suficientemente grandes, prendió un fuego, puso a los mismos atravesados en un alambre a altura suficiente para asar.
Luego vio como Thomas se los comió, sin hacer ademán de darle u ofrecerle, esa noche durmió debajo del árbol, mientras que él lo hacia en la cabaña, en un jergón que había en la misma.
A la mañana siguiente Hanna se despertó por los ruidos que hacía Thomas al martillar madera, para reparar algunas partes de la cabaña, a media mañana vio como él se dirigía al mar con una especie de lanza que había fabricado con una vara y la hoja de un cuchillo, cómo entraba y se sumergía, saliendo luego con cara de triunfo, con una gran langosta que había atrapado.
Luego Thomas se dirigió hasta el fogón que había preparado, prendiendo fuego con paja y madera, que pronto ardió, poniendo a asar la gran langosta, un olor delicioso llegó a las narices de Hanna, que estaba hambrienta.
Por orgullo se quedó sentada en el lugar, no sabia bien que hacer, hasta que por fin se decidió , y encarando a Thomas, le dijo que quería comer, que tenia hambre, él ni siquiera la miró, tampoco le contestó, siguiendo controlando la apetitosa comida que estaba preparando.
Hanna se quedó parada, y por fin le dijo qué era lo que pretendía de ella, que no se olvidara quién era, que al volver, podía muy bien dejarlo sin trabajo, despedirlo o humillarlo aún mas.
Thomas, solo sacó del alambre porciones de la langosta, y comenzó a comerlas, sin mirarla, fue entonces que ella comenzó a llorar y a pedir por favor que le diera comida.
Él se mantuvo imperturbable. Cuando ella se dio media vuelta y se marchó en medio de un llanto incontrolado, sacó una porción más de comida y siguió comiendo.
A la mañana siguiente, Hanna se hizo de una vara y desbastando la punta, y luego quemándola en los restos de brazas del fogón, se fabricó una especie de lanza (lo había visto en una película, no se acordaba el nombre), con eso parada arriba de las piedras trató de lancear a los peces que se veían nadando entre las piedras, pero no lo logró, eran demasiado rápidos.
Estaba hambrienta, era el segundo día sin comer, cayó en la desesperación, vagó entonces por el bosque tratando de conseguir algún alimento, sin resultado, creyó reconocer alguna planta comestible, pero al tratar de masticarlas, su gusto amargo la hizo escupirla.
Retornó a la cabaña, cambiaría de política trataría de convencer por las buenas a Thomas, pero no lo encontró, no estaba allí. Se sentó debajo del árbol para esperarlo, y se quedó dormida.
Thomas excursionó por el otro lado de la isla, como había presumido, encontró cabras en la parte de las piedras, volviendo con una presa obtenida, gracias a una especie de arpón que se había fabricado con una tabla y un pedazo de shocor de goma que había obtenido de un lugar no esencial de la balsa, que servia de agarre a los remos.
Hanna despertó por el olor delicioso de la carne que se estaba asando, y volvió a encarar a Thomas, pidiéndole humildemente que le diera de comer, prometiendo que haría lo que él quisiera, que trabajaría, que seria su esclava si era eso lo que pretendía, pero por favor que le de comer.
Thomas, solo la miró, y le dijo "desvestite y baila para mí", Hanna lo miró asombrada, y su orgullo volvió a aflorar, insultándolo. Thomas volvió a bajar la cabeza y siguió comiendo, sin decir palabra.
Ella se dio media vuelta y comenzó a alejarse, pero no dio más de tres pasos y volvió al lado del fogón, y le dijo que estaba bien, que lo haría, y comenzó a sacarse la camisa y luego el pantalón, quedando solo en tanga. Thomas con un movimiento de cabeza le indicó que también se la saque. Ella lo hizo...
Completamente desnuda, comenzó a moverse, de un modo torpe, en un remedo de danza, Thomas, movió la cabeza negativamente, y con las manos le indicó que se moviera.
Ella trató de hacer más sensual la danza, se esmeró, y él asintió con la cabeza, y con las manos la incitó a continuar, y ella al fin lo logró, Thomas cortó un pedazo de carne, se lo arrojó, y ella lo devoró casi como un animal.
Quedó parada desnuda frente a Thomas, que recogiendo los sobrantes de la carne en el fogón, se levantó y fue para la cabaña, cerrando la puerta al entrar.
A la mañana siguiente, ella lo esperaba en la puerta, para preguntarle qué quería que hiciera, él le indicó que limpiara a fondo la cabaña, y que lavara la ropa de él en las piedras, junto al mar.
Thomas se dedicó a cortar leña y a preparar una gran fogata sobre un montículo en la playa, para hacer señales en caso de que pasara un barco, mientras que ella se esmeraba en la limpieza de la cabaña y en lavarle la ropa sucia.
Al mediodía, comieron parte de la carne que había sobrado de la noche anterior, primero lo hizo Thomas ante la mirada de ella, cuando terminó recién le dio para que ella comiese.
A la tarde, acompañó a Thomas a la orilla para sostenerle las presas que cobraba, cada vez que salía del mar, luego de sumergirse y arponear a peces, todo con movimientos de cabeza, sin dirigirle la palabra, pero le causo risa a él, la cara de asco de ella cuando le dio para que tenga un pulpo que había obtenido, fue la primera vez que lo vio sonreír.
Esa noche Thomas, no cerró la puerta de la cabaña al irse a dormir, le permitió hacerlo adentro, en el piso sobre la velas de la balsa.
Y fueron pasando los días, todos, absolutamente todos eran un desafío, no se hablaban, solo lo imprescindible para darle instrucciones, pero ella comenzó a disfrutar eso, aprendió a admirar a Thomas, cada cosa que hacía era una sorpresa, un hombre múltiple, tenía solución para todo.
Una noche, ya no se acostó en el piso, le pidió permiso para hacerlo a su lado, lo hizo desnuda, lo abrazó, y por primera vez en su vida realizó todos los esfuerzos para seducir a un hombre.
Lo besó en todo su cuerpo, él no se movía, solo se dejaba hacer, cada milímetro de piel de él fue besado, desde la boca, pasando por la garganta, el pecho, el estomago, y por fin el pene, que fue objeto de adoración por parte de Hanna, con suavidad, lentamente, fue besando y pasando por cada milímetro su lengua, por los testículos, volvía al glande, y empezaba nuevamente el recorrido del placer, mientras sus pechos acariciaban el vientre, rozando sus pezones que estaban erectos y duros, su entrepierna rezumaba fluidos.
Luego ella se montó sobre Thomas, guiando el pene erecto y ardiente, lo introdujo en su vagina, e inclinándose pasaba los pezones sobre la cara y boca de Thomas, que no se movía, solo se dejaba hacer.
Ella, en el colmo de paroxismo, comenzó su pre-orgasmo, que desembocó en el clímax total y absoluto, todo su cuerpo temblaba, mientras las sensaciones de calor en su interior y ráfagas de placer, hacían convulsionar su cuerpo, en contracciones de su vagina ocupada, y que viajaban por todo el cuerpo, en una descarga sublime de pasión llevada al último límite.
Y mientras todo su cuerpo era contracción, fue dada vuelta por Thomas y puesta en la posición del misionero, comenzada a bombear con furia, una eternidad, ella salía de un orgasmo para volver a comenzar otro, en una interminable sucesión, mientras sus tetas eran mordidas y succionadas, con una pasión que nunca antes ella había sentido ni presentido.
Hasta que por fin llegaron juntos en un clímax terrible y demoledor, que agotaron las fuerzas de los dos, quedando sin poder moverse en la posición que estaban, ella notando como el pene, poco a poco se reducía en su vagina, repleta de simiente que le había regalado su peor enemigo.
Fueron días de gloria los siguientes, hacían el amor en cualquier momento y lugar, en la cabaña, en la playa, en el mar, en la cima del cerro, a la mañana, a la tarde, a la noche, durante horas y horas, y no se cansaban, el mundo era de ellos.
Ella no interrumpía de hablarle y preguntarle, él respondía y preguntaba, durante todo el día, y muchas veces durante toda la noche, no se cansaban de estar juntos, necesitaban estar juntos permanentemente.
Ya no miraban al horizonte buscando un barco, solo a los ojos verde claros de ella y a los marrones oscuros de él, se amaban con desesperación, esa isla se había convertido en amor y sexo.
Cuando por fin llegó la lancha a la playa, enviada por el destructor de la marina que estaba buscando sobrevivientes de la tragedia, ellos simplemente no quisieron embarcar, se quedarían en esa isla donde ambos habían descubierto que la vida es más simple y linda que lo presumido y dado por cierto, habían encontrado el amor, todo lo anterior había sido vano y superfluo, se habían encontrado por fin y para siempre, los dos enemigos.
Autor: Navegante