Naty. Diario de mi cumpleaños (3)

Una noche con mi hermano con el que por fin pierdo la virginidad.

Lunes 28 de junio

Era media noche. Tenía a mi hermano con su cabeza apoyada entre mis piernas. Yo allí totalmente desnuda le acariciaba el pelo mientras él seguía acariciándome mi coñito que seguía empapado del estupendo orgasmo que me había proporcionado con su linda boca. Me levanté e hice que se tumbara boca arriba. Mi hermano todavía llevaba los pantalones puestos. Se los bajé poquito a poco mientras su poya empujaba impaciente por ser liberada. De repente la tenía delante de mí. Me parecía maravillosa. Era grande y bien gorda. No tanto como el consolador que me habían regalado. Pero me parecía perfecta para mí. Tenía toda la cabeza rojita y chorreando de liquido preseminal.

Me puse encima de Nacho. Con mi culito justo encima de su cara dejando mi coñito en un primer plano fenomenal. Su rabo estaba justo delante de mi boquita. Lo cogí con las manos temblorosas y se lo acaricié de abajo a arriba, despacito, muy despacito... imitando a lo que había visto en algunas películas. Se le escapaban algunos suspiros y empezó a acariciarme el culito y el coñito en señal de aprobación.

  • Muy bien, mi niña, sigue así, es todo tuyo... haz lo que quieras... es tu regalo de cumpleaños.

Ufff, era el mejor regalo que me había hecho en mi vida. La cogí más fuerte entre mis manos sintiendo como se ponía cada vez más dura. Una gotita salía de su capullo. Saque la lengua y recogí aquella gotita con la punta de mi lengua. La saboreé. Mmmm no me pregunten a que sabía porque soy incapaz de decirlo pero me pareció gloria. Empecé a pasarle mi lengua despacito por todo su tronco... desde sus huevos hasta la puntita de su verga. Lo hacía despacito, a conciencia, torturándolo de la forma más retorcida. Él mientras ya tenía su cara hundida entre mis piernas y me daba una buena ración de su lengua en mi coñito hambriento. Nunca jamás me había corrido tantas veces pero necesitaba más... no quería descansar nunca.

Sin poder resistir más tomé su poya con mis labios sintiendo su capullo perfectamente... le pasaba la lengua dentro de mi boca mientras seguía hundiéndola hasta lo más hondo de mi garganta... Era mía, mi regalo y no lo pensaba dejar. La mamaba desesperadamente, quería tenerla dentro de mí... de vez en cuando se me escapa algún mordisco que hacía que Nacho me tuviera que dar una buena nalgada para que dejara de clavarle los dientes en su pobrecita poya.

Quería su lechita en mi boca. No se porque pero en aquellos momentos lo único que deseaba era tener dentro de mi boca el liquido que estaba a punto de manar de la puntita de su poya. Mientras yo estaba al borde de otro orgasmo con un dedito metido en el culo y otros tres en mi coñito. Mi hermano me tenía en la gloria y los mordiscos que de vez en cuando me daba en mis labios vaginales y las nalgadas cono las que castigaba mi culito solo hacían que excitarme más todavía.

Sus gemidos se hacían cada vez más fuertes, al igual que los míos. La poya se ponía lo más dura que la había visto y empezó a manar chorros de aquella rica lechita dentro de mi boca... Era abundante y ya llenaba mi boca. Se me escapa entre las comisuras de mi boca resbalando por mi barbilla. Me tragué aquel elixir que tanto ansiaba, dulzón y salado a la vez... me parecía maravilloso. Con mi lengua y ayudándome de mis deditos fui metiendo en mi boquita lo poco que se me había escapado de mi boca.

En esos mismos instantes me vino mi enésimo orgasmo cayendo redonda encima de mi hermano con todo mi coño en su boca. Y la mía encima de su poya que caía medio flácida delante de mi cara. La cogí con mis manos y la acariciaba, la mimaba... ya quería tenerla dentro de mi, deseaba que atravesara mi coñito de una vez. Mientras la acariciaba volvió a reaccionar y al poco la tenía otra vez bien firme en mi mano. Le volví a dar un par de chupetones y lamidas y me di la vuelta. Me puse encima de mi hermano, cara a cara, con su poya justo rozando la entrada de mi coñito sin poder evitar dar algún empujón que otro.

  • Eres muy linda, Naty...

  • No te pongas meloso, hermanito que no hace falta... que me tienes para lo que quieras... mmmmm no, bueno, mejor dicho te tengo para lo que yo quiera... jejeje

Me salió una risita de niña mala que hizo que nos entrará un ataque de risa. Pero era verdad.... Era mi regalo y era para lo que yo quisiera. Nos besamos durante un ratito, como dos enamorados, yo encima de él, acariciándonos, dándonos pequeñas mordidas mientras nos mirábamos con unas miradas distintas a las que nos habíamos mirado toda la vida.

Me senté encima de él. Tenía su poya justo debajo de mi rajita. Hacía fuerza por entrar pero la tenía bien chafada. Nacho me cogió de las caderas. Le estaba ofreciendo una magnifica imagen de mi adolescente cuerpo. Estiré los brazos por encima de mi cabeza lo que hizo que no se resistiera a acariciar toda mi silueta subiendo por mi cintura hasta llegar a mis tetitas bien firmes y duras durante todo el día.

Comencé a mover mi culito encima de su poya, poquito a poco. Restregándome bien. Eso hacía que de vez en cuando su capullo entrara en mi cuevita provocándonos un electrizante shock. Yo quería que aquello fuera despacio e iba a hacer que sufriera mucho. Aunque yo sufriera más. Le iba dando besitos por todo su cuerpo subiendo hasta su pecho y sus morritos, que siempre me habían parecido muy sensuales. Le arrimaba mis tetitas hasta que con su lengua llegaba a duras penas para rozarme los pezones y dar pequeñas mordidas que me volvían loca.

Estábamos sudando. Teníamos las sabanas empapadas y nuestro cuerpos resbalaban y se pegaban con el sudor. Me levanté de encima de él y le susurré al oído que se me había ocurrido una cosa. Lo había visto alguna vez no se donde e incluso en alguna noche calurosa de verano había probado jugar yo sola con ello. Al poco rato volví casi corriendo, con mis tetitas dando botes (no dejo de ser una niña) y con una cubitera en la mano.

  • No, no!!! Estas loca... a mi no me hechas eso... – me decía Nacho entre risas...

  • ¿No? – le dije poniendo carita de pena-. ¿Este era mi regalo no?

Ya estaba encima de él mientras seguía poniéndole carita de niña buena. Me pasé la cubitera con los hielos todavía en ella por todo mi estomago hasta mi pubis... Quedé empapada y el frío quemaba en mi piel sudorosa... Pero me encantó. Saqué un cubito y me lo metí en la boca. Lo chupaba y lo ponía entre mis labios mostrándoselo lascivamente a mi hermanito. Con otros dos empecé a acariciar mis pezones y los pasaba por todo mi cuerpo. Se derretían rápidamente en mi piel. Me tumbe en la cama y acabé de vaciar los cubitos en mi estomago... Le estaba dando un espectáculo sin igual a mi hermanito mayor.

Él poco a poco había comenzado a lamer el agua que se derretía por mi cuerpo. Aquello no había hecho que dejáramos de sudar, ni que la temperatura aumentara todavía más. Abrí las piernas y comencé a pasar un hielo por mis labios hasta llegar a mi clítoris.... el placer que me provocaba hacia que incluso me doliera ante el frío que me provocaba... Pero era genial. Se me derretía el hielo dentro de mi coñito y chorreaba por toda mi raja hasta empapar mi culo adentrándose en mi agujerito.

Yo ya estaba lo más caliente que había estado jamás. Necesitaba que me la metiera. No quería rogárselo pero como tardara un poquito más lo tendría que hacer. Me tumbe todo lo estirada que pude y abrí las piernas al máximo. No había posibilidad de confusión. Le estaba diciendo claramente lo que quería. No tardó en darse cuenta. Se me acercó despacito. De la forma más tierna que se pude en el mundo. Me acarició enterita y me pregunto si estaba segura... "Sí, estoy segura, segurísima..." Nos dimos un beso en los labios, despacito, comiéndonos los labios y se levanto un poquito de encima de mí. De un cajón sacó un condón y se lo puso. Enseguida lo tenía entre mis piernas flexionadas.

Arrimó su poyita poco a poco hasta mi coñito que estaba bien abierto. Lo metió despacito, haciéndome sentir cada centímetro que entraba en mí. Me provocaba encorvar mi espalda ante el placer que sentía. Por fin lo tenía dentro y poquito a poco avanzaba por mi coñito. De pronto noté como si me rompiera en dos y sentí como entraba hasta el fondo del todo. Un pequeño grito se me escapo de los labios entre los gemidos y una pequeña lagrima de dolor y placer recorría mi mejilla. Mi hermano para un momento y recogió esa lagrima con un beso que me dio. Era maravilloso. No podía ser mejor...

Segundos después comenzó un bombeo despacito que me provocaba como si fueran descargas por todo el cuerpo. Por unos momentos perdí la razón. Solo recuerdo que gemía y gritaba como una loca. Había entrelazado mis piernas a mi hermano y casi empujaba yo más fuerte por tenerle dentro de mí que él. Me tenía cogida de las caderas y me castigaba duro... No sabía ni cuantos orgasmos llevaba pero no me importaba... El placer que me provocaba se mezclaba con el cansancio y el dolor de haber estado todo el día castigando a mi inexperto coñito.

De repente Nacho me dio una última arremetida... se estaba corriendo dentro de mi. A pesar del condón notaba su lechita caliente en el fondo de mi vagina. Sin derramarse pero concentrada justo al final. Saco su poya poco a poco dejándome un gran vacío... Pero estaba feliz, cerré los ojos y me quedé dormida. Mojada, sudada y con restos de sangre entre mis piernas. Pero feliz. Lo más feliz que había estado en mi vida.

A la mañana siguiente me desperté. Estaba rota. Hecha polvo. Estaba en mi cama. Desnuda pero limpia. Mi hermanito se había encargado de refrescarme y mimarme mientras estaba dormida. Ni rastro de sudor ni de sangre ni de nada al levantar. Solo él a mi lado con una sonrisa y recibiéndome con un gran beso que me seguía haciendo la más feliz y desear muchas horas más como las de aquella noche antes de volver a la rutina de siempre...

Continuará...